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Reemplazando a mi hermana por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Portada (Click para ver)

 

Actualizaciones: Los domingos hasta que finalice "¡Ten hijos para esto!", a partir de entonces irá día sí y día no.

 

 

 

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La ciudad ardía, los soldados corrían por la ciudad espada en mano abriéndose camino y desde el balcón del palacio aparecía el nuevo Rey disfrutando de su triunfo. Lo que fue antaño una ciudad de hermosos jardines, de grandes fuentes y brillantes estatuas, ahora estaba completamente destruida, llena de soldados que se encargaban de sembrar el pánico y asesinar a todo aquel fiel al antiguo Rey. La sublevación de aquella noche nadie la esperó. La codicia de uno de los consejeros del antiguo Rey Namikaze había madurado cual semilla oscura crece lentamente hasta arraigar. La semilla de la traición había dado sus frutos. Una noche y la gran ciudad del viento había sido destruida hasta sus cimientos.

 

Dos chiquillos ataviados con largas capas corrían por las calles tratando de evitar a los soldados que les buscaban incesantes. Las capuchas cubrían sus identidades y el más alto se negaba a soltar la mano del pequeño que corría tras él agotado intentando seguirle sin comprender nada de lo que aquella noche ocurría. El pequeño se detuvo en seco sin poder aguantar más mientras el mayor cesó su carrera observando hacia atrás en la distancia el palacio del que acababan de escapar. Miró luego a su hermanito a quien se le estaba cayendo la capucha y es que las capas que había encontrado para ocultarse les venían demasiado grandes.

 

- ¿Por qué lloras? – le preguntó el mayor.

 

- Porque… tengo miedo – exclamó el pequeño llevándose las manitas a los ojos restregándoselos sintiendo que las lágrimas brotaban de ellos.

 

- Los príncipes no lloran, Naruto – exclamó su hermano sonriendo mientras cogía la capucha y la colocaba mejor evitando que la gente viera su rubio cabello.

 

El joven de apenas seis años de edad miró a su hermano mayor sonreír y se calmó. No entendía nada, pero su hermano mayor estaba con él y eso era todo lo que necesitaba. Su hermana hacía tiempo que había escapado con uno de los guardias del palacio, un guardia al que buscaban con urgencia intentando encontrar protección en alguien fiel aún a la antigua corona de sus padres.

 

- Naruto… esto es un juego.

 

- ¿Un juego? – preguntó Naruto – no me gusta este juego.

 

- Eso es porque no entiendes las reglas.

 

- ¿Y cuáles son? ¿Correr?

 

- Esconderse de los soldados para que no te pillen o tú tendrías que buscarles, además… gana quien primero encuentre a Kakashi – comentó Deidara sonriendo – así que tienes que tener los ojos muy pero muy abiertos y avisarme si lo encuentras.

 

- Estoy cansado de correr – dijo Naruto haciendo un puchero.

 

- Entonces yo te llevaré, sube a mi espalda – le comentó y se agachó dejando que su hermano subiera a caballito.

 

Deidara cogió a su hermano y siguió caminando, apenas tenía ocho años y tratar de escapar de allí no iba a ser fácil. Recordaba todos los anteriores días, la felicidad que vivían en el palacio, cómo se metía con el hijo del Rey del reino vecino y en una noche… todo su mundo se había venido abajo teniendo que salvar a su hermano tras haber presenciado cómo mataban a sus padres.

 

Caminó por una de las calles secundarias hasta que una puerta se abrió de golpe dejando ver a un soldado al que le cubría media cara una máscara de tela, un soldado cubierto de sangre con una cicatriz en su ojo derecho que aún sangraba y que trataba de parar la hemorragia con un trapo sucio que había encontrado. Pese al susto, Deidara reconoció a Kakashi y enseguida se acercó a él quitándole el trapo y rompiendo una parte limpia de su capa para vendarle la herida de su ojo.

 

- Déjame curarte eso, lo único que conseguirás con ese trapo es infectarla.

 

- ¿Quién es el maestro aquí? – preguntó Kakashi.

 

- Usted – le dijo Deidara - ¿Cómo está mi hermana?

 

- A salvo con mis hombres, sólo faltáis vosotros. Vamos, salgamos de la ciudad – dijo cogiendo a Deidara de la mano justo cuando acabó con el vendaje.

 

Las voces y gritos de los soldados fueron aún más audibles y Deidara supo que les iban a encontrar enseguida, registrarían todas las casas y cuando llegasen a esa encontrarían el túnel, les perseguirían y no quería que todo el mundo muriera allí.

 

- Coge a tu hermano y vete – comentó Kakashi.

 

- No puedo – dijo Deidara – yo… yo les distraeré, a mí no me harán nada, espero.

 

- No, Deidara… tú eres importante para el reino, eres el heredero legitimo al trono.

 

- Cuida de mi hermano entonces, él lo será si me pasa algo. Yo no puedo enseñarle las cosas necesarias para gobernar pero tú sí, tienes que llevártelo. Eres el mejor consejero del reino, el mejor soldado, protégele hasta que llegue al trono de nuevo, sé que será un buen rey, puede hacerlo con tu ayuda, no podría llevarlo hasta el trono de nuevo y te necesitamos a ti y a tus consejos. No me harán daño, me necesitarán, por favor… a ti te matarán, no les eres necesario para nada.

 

- Está bien – dijo Kakashi aunque fue la decisión más dura que tomó en su vida. Dejar al heredero atrás y llevarse a Naruto que no entendía nada a sus seis años.

 

Kakashi entró en la casa corriendo cerrando la puerta tras de sí en busca del pasadizo mientras los soldados daban la esquina hacia la calle. Deidara fingió golpear la puerta como si nadie quisiera abrirle por el miedo y cuando le vieron… los soldados sonrieron dándose cuenta que era precisamente uno de los chiquillos a quienes buscaban. Deidara salió corriendo entonces hacia el final de la calle colocándose mejor la capucha cubriendo su cabello rubio tan típico de los Namikaze y llegó hasta la plaza central del pueblo.

 

Una batalla campal se abría ante él, algunos soldados fieles a su padre aún luchaban contra los traidores pero perdían, sus fuerzas se veían menguadas y él trató de pasar entre toda la gente inocente que corría asustada, que caía al suelo asesinada por soldados, que intentaban huir de todo el caos originado.

 

- Cogedle – escuchó que gritaba un soldado señalándole y dio media vuelta tratando de salir por las grandes puertas de la ciudad, tratando de llegar al bosque para ocultarse.

 

Las robustas puertas no podían cerrarse nada rápidas, demasiado grandes, demasiado pesadas… cuando quisieron cerrarlas él ya estaba saliendo en dirección al puente y no dejó de correr aunque miraba a veces hacia atrás tratando de ver cuánta ventaja llevaba. No le sirvió de mucho cuando vio salir a un soldado a caballo, pronto le alcanzaría pero al menos sabía que sus hermanos estaban vivos, eso era lo más importante, su ciudad aún tenía un futuro cuando fueran mayores sus hermanos, Kakashi se encargaría de devolverles el gobierno, él lo sabía.

 

Consiguió llegar al bosque y trató de ralentizar al caballo por terrenos más escarpados, subiendo por grandes piedras hasta que llegó al acantilado. El caballo no subiría pero eso no frenaría a su jinete, lo haría a pie y vendría armado, no como él que no llevaba nada para poder defenderse. Miró a lo lejos, sabía que los guardias de Kakashi debían estar en algún lugar del bosque, la fortaleza que las generaciones pasadas de su familia utilizaban para las guerras estaba allí en el más recóndito de los valles, en un lugar fácilmente defendible, pero no sabía cómo llegar hasta allí, él jamás había ido a ese sitio.

 

Miró el acantilado frente a él, el río cruzaba bajo sus pies y no había forma de cruzar al otro lado. Se giró para buscar otro camino cuando sintió que algo le golpeaba perdiendo el equilibrio y cayendo por el precipicio. Se golpeó tantas veces contra las paredes hasta llegar al agua que perdió el conocimiento antes de alcanzar el afluente que empezó a arrastrar su cuerpo por el río. Aquello era su muerte.

 

Mientras tanto, Kakashi condujo a Naruto y a Ino junto a sus soldados hacia la gran fortaleza militar de los Namikaze, allí el viento siempre soplaba favorable y las esperanzas se renovaban. Cuando llegó y cruzó el gran puente se detuvo a la mitad sintiéndose culpable por haber dejado atrás a Deidara. Sabía que el chico tenía razón, era la mejor opción de escapar pero aún así la culpa le perseguiría, prefería morir mil veces que saber que no había podido cumplir su trabajo a la perfección salvando a la familia real, al menos a todos sus hijos. Por lo menos dos de ellos estaban sanos y salvos.

 

Iba a seguir cruzando el puente cuando el mismo Naruto empezó a llorar e inevitablemente miró el caudal del río empujando el cuerpo sin vida de Deidara que se marchaba con el torrente de agua. Cogió a Naruto tratando de calmarle aunque fue imposible, ni siquiera él se perdonaría haber abandonado a aquel chico que ahora flotaba en el río. En los siguientes días todos sus hombres buscaron el cuerpo por las orillas del río pero jamás lo encontraron.

 

 

 

Doce años después

 

Naruto se encontraba sentado en aquel puente que conducía a la fortaleza Namikaze. El viento soplaba como todos los días y mecía sus dorados cabellos. Se concentró en mirar las hojas moverse frente a él y luego apoyó la cabeza sobre sus brazos sutilmente posados sobre las gruesas cuerdas que sostenían aquel puente. Miró el río, ese río que sólo le recordaba la muerte de su hermano mayor. Apenas podía recordar ya su rostro, su voz o cosas cotidianas como su perfume, su hermano desaparecía lentamente de su memoria como si nunca hubiera existido y sólo recordaba una cosa… la más importante, le salvó la vida aquella noche aunque no podría imaginarse el infierno en que su reino se había convertido.

 

- ¿Puedo sentarme? – preguntó Kakashi a su espalda.

 

- Claro – dijo Naruto con desánimo - ¿Cómo habéis quedado al final?

 

- Hemos acordado que tu hermana Ino se casará con el príncipe Sasuke Uchiha, ellos y su ejército nos ayudarán en la batalla para recuperar el reino.

 

- No sé si quiero recuperarlo, además… Ino ama a Sai, no es justo para ella que se case.

 

- La vida no es justa Naruto, los príncipes no os casáis por amor. Ese matrimonio beneficiaría a mucha gente. Vuestros campesinos tienen miedo, mueren cada día muchos de ellos por el hambre, las enfermedades y las torturas a los que son sometidos por el usurpador de vuestro trono. Debes recuperar el reino y ayudar a toda esa gente, puedes hacerlo, Naruto – le tuteó al final.

 

- Lo haría pero… ¿Cómo sabré que soy un buen rey?

 

- Te ayudaremos a serlo, el consejo jamás te abandonará.

 

- No quiero que Ino se case con él, ama a Sai – repitió – déjame casarme a mí, yo me sacrificaré por ella, deja que al menos ella sea feliz ya que yo no podré serlo.

 

- Ya está hablado, Naruto. Sasuke quería una mujer y eso le hemos dado.

 

- Yo también puedo darle hijos si es lo que desea, puedo ser el esposo perfecto, me habéis enseñado bien a comportarme en la corte.

 

- No puede ser, Naruto, debe ser Ino. Lo siento mucho, no hay otra solución.

 

Naruto entendía perfectamente las decisiones que se tomaban, tenía dieciocho años y no era idiota aunque a veces admitía que le costaba seguir algunos temas, era un novato aún en ciertos aspectos. Se había criado entre soldados, en los bosques, en una fortaleza, era un experto en armas y en la caza pero no tenía ni idea de temas legales, de diplomacia o de cómo ser el esposo perfecto cuando le concertasen en matrimonio. Era un novato en tantas cosas aún…

 

- ¿Piensas en mi hermano? – preguntó Naruto cuando Kakashi se iba.

 

- Todos los días de mi vida – dijo muy serio.

 

- No fue tu culpa, él lo decidió así.

 

- No debiste ver aquello, Naruto y lo lamento. Aún así… yo tampoco debí dejar que se sacrificase.

 

- Él habría sido un gran rey, quiero creer que era inteligente.

 

- Lo era – comentó Kakashi – tomaba decisiones de adultos cuando sólo era un niño. Debí defenderle mejor. De todas formas le hice la promesa de que cuidaría de ti y de tu hermana y eso haré, no dejaré jamás que os ocurra nada malo.

 

 


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