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[Casi Real] Promesa por Sekari Sumeragi

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Notas del capitulo:

Brevemente basado en hechos casi reales. (Risas) Tronco principal de la serie "Casi Real".
Termina y acaba en este mismo y único capítulo. Puede haber más que sean flashbacks, profundizando en lo que hubo de relación.
¿Han leído "Brokeback Mountain"? Sí, la historia corta, en papel, de Annie Proulx. Este es mi (pobre) intento por imitar su estilo al escribir. En 20 páginas describe más de 20 años de las vidas de los protagonistas, así que quise hacer algo parecido. En ése sentido creo que (de cierta forma) funcionó, pero creo que no conseguí atrapar de la misma manera.
Otra cosa, es que a mí no me gusta cuando los personajes dicen "te amo"... no sé por qué, pero en mis historias éso no se dice (creo que sólo en una, la primera que escribí), se demuestra. En la historia de BBM (y en la película) tampoco lo dicen nunca, así que en ése sentido se sigue el "canon" para esta historia.
¿Comentarios?
¡Gracias por leer!

Era una noche de finales de invierno, después de una tarde cuando tres amigas se reunieron para ir al cine y ponerse al día de sus vidas. Finalmente no habían entrado y prefirieron caminar y jugar. Antes les era más natural el saber qué era lo que todas hacían, cuando iban a la misma preparatoria, de hecho, todos sabían lo que todos hacían, era un lugar pequeño con relativamente pocos estudiantes, en comparación con otras preparatorias de paga o de gobierno.

Habían ya pasado casi tres años desde que salieron de ahí y cada una tomó un camino diferente, aunque las tres carreras estaban relacionadas, y hasta cierto punto podían tener aún muchas cosas en común. A Alma le había costado más tiempo encontrar qué era lo que en verdad quería hacer o estudiar, pero ahora ya estaba completamente decidida. Cassine había decidido poco antes de hacer exámenes, y a pesar de que tenía mucho qué estudiar y aprender, sabía que era lo mejor; Tahra había cambiado de opinión a mediados del último semestre de la preparatoria, pero no le había dicho nada a Cassine, hasta que fueron aceptadas en lugares diferentes. Éso había sido un tanto traicionero de parte de Tahra, quien le había hablado maravillas a Cassine de la otra carrera, y ya habían visualizado seguir estudiando juntas. Tahra lo único que había deseado era que Cassine no se fuera para algo que no era lo suficientemente bueno para ella, creía que podía hacer más y que sería estupenda en ello. Cassine era directa, pero también dulce y miraba de una manera diferente, Tahra era cínica y no contaba con el tacto para con la gente.

Alma ya se había marchado a su casa, y por las otras dos habían ido los padres de una de ellas, ya que vivían muy cerca. No era la primera vez que la llevaban, de hecho, durante los años de la preparatoria se hizo casi una costumbre diaria, que se rompía cuando alguna de ellas tenía algo extraordinario qué hacer, como habían sido los últimos días del último semestre, con exámenes de admisión, papeleo y todas ésas cosas.

--¿Te ha dicho algo últimamente?
--Nada, ya parece que se le olvidó, no ha dado señal, y éso que es quien nos lleva a mí y a unos amigos a las rondas los sábados.
--Ah bueno.
Tahra se sintió aliviada, y sabía muy bien por qué. Estaba enamorada de Cassine, y había sentido una gran preocupación cuando ella le habló un día para contarle acerca de un compañero suyo que le había mandado flores y un pequeño poema que luego le mostró. Y se había preocupado más cuando le contó que otro compañero suyo le insistía acerca de aceptar al otro como su novio. Tahra sólo podía sentarse y escuchar, no le había dicho nada a Cassine y no pensaba hacerlo, sabía que su amiga no estaría dispuesta a aceptar sus sentimientos, mucho menos devolverlos. Era algo que la había estado carcomiendo desde hacía poco más de dos años. Al principio pensó que sólo era la costumbre, que era únicamente nostalgia por los viejos tiempos y la angustia de la separación y tener que enfrentar nuevas situaciones. Y Tahra pensó que con éso en mente superaría aquél sentimiento pasajero, que más tarde probó no ser pasajero y se enraizó con fuerza en ella.

Cassine notó la distracción de Tahra, su concentración en sus uñas, que estaban ya largas, algo que nunca antes había hecho, mientras las pasaba sobre el asiento de la camioneta en la que iban. Y antes de que hiciera nada, Tahra tomó la mano de Cassine que estaba entre ellas, no con delicadeza, tampoco con excesiva fuerza, sólo firmemente, la acercó a su cara para convencerse del nuevo largo de las uñas de su amiga. Cassine no hizo nada para liberarse, y aunque era una de las pocas y contadas veces que había contacto físico entre ellas, también sabía que no podría encontrar a alguien que estuviera más consciente de ella y que la pudiera leer mejor que Tahra, era su mejor amiga después de todo.

Dejó la mano donde la había tomado y no dijo nada. Cassine se dio un poco la vuelta y con sus dos manos, rascó el brazo de Tahra, como si fuera un gato. Era algo que le gustaba hacer, lo hacía a otras amigas, pero al contrario de Tahra, ellas le decían que no lo volviera a hacer, lo encontraban incómodo. Pero Tahra no decía nada, sólo daba a Cassine una media sonrisa. No le incomodaba, de hecho, su hermana solía hacer lo mismo, y por éso le gustaba. Todo lo que tuviera que ver con Cassine le gustaba, todo lo que hiciera, porque le recordaba muchos buenos momentos, porque le había mostrado que aunque fuera una muchacha ingenua e inocente hasta donde alguien de su edad podía ser, o incluso un poco más, era una persona fuerte e inteligente, porque a pesar de parecer frágil podía valerse por sí misma, y era auténtica y fiel a sí misma. Cassine estaba contenta con Tahra, le dejaba hacer como deseara, desde ésos rasguños hasta poner fecha y hora cuando se veían, aunque era Tahra quien hacía la invitación. Además, cuando caminaban por la calle, Cassine del lado donde pasaba menos gente, Tahra se ponía muy derecha, sacando casi una cabeza por encima de la multitud, y Cassine se sentía muy segura a su lado, como si nadie pudiera acercársele o hacerle daño. Cassine había notado que cuando Tahra caminaba sola relajaba sus pasos, aún derecha, y ya sin dar la impresión de estar al ataque, aunque seguía imponiéndose.

No tardaron mucho más en llegar a la puerta de la casa de Cassine, y despidiéndose de los padres de Tahra se bajó. Fue hasta entonces que abrió su bolsa para buscar sus llaves, pero no podían esperar más, y la camioneta se alejó. Tahra dio vuelta y miró a Cassine hasta que abrió su puerta y entró. Se quedó mirando la puerta, recordando otra reunión que habían tenido ya meses atrás, cuando ahí mismo había hecho un acercamiento a lo que en realidad quería decirle a su amiga. Y todo había empezado al hablar del novio de su hermana, que le caía tan mal.
--Es que es por como es, no porque esté con ella. No es nada educado, es arisco, y se cree que lo sabe todo, muy arrogante. Era mejor el anterior, aunque ése en su momento tampoco me caía bien, pero era mejor.
--Nunca te va a caer bien ninguno de sus novios, tienes complejo por tu hermana, y no lo puedes evitar, creo que eres peor que un hermano mayor, y éso que eres la hermana mayor.
--Ella es mi querida y única hermana, tengo que cuidarla, no puedo dejar que cualquier idiota se la lleve. Por ella haría cualquier cosa, ¿sabes? Es una de las personas a las que más quiero. Tú eres la otra.
--¿En serio?
--Sí, a tí no puedo decirte que no, eres muy importante para mí. Tienes el poder de pedírmelo y lo haré, pero no me uses.
Y sin poder decir nada más, Cassine abrió los brazos. Tahra fue como una polilla hacia la luz, y ése se convirtió en el recuerdo más querido para ella. Un par de brazos rodeando su cuello, lo suyos alrededor de ése cuerpo más pequeño que el suyo, pero bien formado. Antes Tahra había leído acerca de ello, pero fue en ése momento que supo lo que era sentir que una pieza de sí misma le era devuelta, como si embonaran; una confianza y al mismo tiempo una necesidad de proteger, eran unas de las cosas que le decía el tener a Cassine tan cerca y, por ése instante, tan suya. Y pensar que había sido por unas cuantas palabras.

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--¿Cómo sucedió?
--Iba caminando por una de las calles del centro, nos dijo que ya venía de regreso, había ido a comprar algunas cosas que le encargaron para una clase. Salieron unos tipos y se la llevaron. Ése lugar no tiene buena fama, pero a ella no le preocupaba, no le había pasado nada antes. Por las investigaciones que hicieron, les dio una buena pelea, a uno le abrió la cabeza, fue al que encontraron. Pero por más que le preguntan, no confiesa cuántos o quiénes eran. Sólo dice que no la busquemos, porque perdemos el tiempo.
--¿Y éso es todo? ¡¿No van a hacer nada más?!
--No hay nada más que podamos hacer. Siguen investigando, o al menos éso es lo que dicen. La han dado por muerta.

Cassine no lo podía creer, lo que le habían dicho los padres de Tahra, a quienes había admirado y que la habían apoyado tantas veces antes. Pero luego pensó que debían estar destrozados por la pérdida, después de todo no se suponía que un padre enterrara a un hijo, ése debería ser el dolor más grande de todos.
Desde hacía semanas que no había hablado con Tahra, después de todo, era de ella de quien dependían las citas a donde fuera, pero quiso cambiar ése diseño, para encontrarse con ésa noticia.
Había perdido a su mejor amiga, y aún así, no sentía ganas de llorar, tan sólo una profunda tristeza, y algo de culpabilidad, por no poder darle una lágrima a Tahra. No habría entierro, no había nada qué enterrar, y comprendía que no lo hicieran, aún con la esperanza de que volviera de alguna manera. Y tal vez era de la misma esperanza lo que hacía que Cassine no pudiera llorar, una esperanza que no sólo estaba dentro de ella, sino que parecía que la rodeara ahí en su habitación.

Ya antes había sentido cosas que poca gente sentía también, era casi algo de familia el poder sentir espíritus, sobretodo en su casa. Le habían dicho que éso era porque tenía un aura especial, y ella creía en éso. Era un tema del que había hablado con Tahra, quien se limitaba a escuchar y asentir, aunque Cassine pensaba que no compartía la creencia. Y era verdad, Tahra no creía en éso, era algo que nunca le había pasado, ella misma decía que no tenía espiritualiad, pero que no lo necesitaba, que Cassine tenía suficiente para las dos o más. No creía, pero no criticaba a Cassine por ello, Tahra decía que si cualquier otra persona le hablara de éso que hacen los muertos, los tomaría como locos, pero a Cassine le creía que le hubieran pasado ésas cosas, aunque las veces que se había quedado muy tarde en la habitación de Cassine que era donde esta decía que le pasaban ésas cosas, o a dormir ahí mismo, nada sucedía. Cassine se extrañaba, ya que sus visitas tenían patrones y horarios muy precisos.
--¿Lo ves? Quédate conmigo y nada malo te pasará --decía Tahra, aunque a Cassine no le parecía que los espíritus tuvieran planes malévolos en su contra.

Y con toda ésa tristeza, y ésa culpabilidad, Cassine fue a dormir.
Pasada la media noche, sintió a una de sus visitas, una conocida suya que llevaba años sintiendo, pero ahora le pareció que subía sobre ella, y era muy pesada, tanto que la estaba ahogando. Despertó con el corazón muy acelerado, cubierta en sudor y aún con una presión inexplicable por todo su cuerpo, no se podía mover. Comenzó a hablar al espíritu como siempre había hecho, pero no la podía o lo la quería escuchar. Gritó por ayuda a su madre y a su abuela, quienes compartían con ella la habilidad con los fantasmas, pero nadie se apareció, era como si estuviera muda, o como si la presión sobre ella impidiera que salieran sonidos, aunque Cassine podría jurar que estaba gritando y escuchándose a sí misma. Decidió intentar calmarse, dejar que su visitante se fuera por sí sola como siempre lo había hecho. Pasaron minutos interminables antes de que eso sucediera.
Al día siguiente tuvo que ir a clases, por lo que no pudo pasar a la casa de Tahra, ni siquiera vio a su hermana, ni siquiera podía hablar del asunto con alguno de sus nuevos amigos y compañeros, ellos no habían conocido a Tahra para nada o no tan bien como ella.
//Diablos, nadie conoció a Tahra tan bien como yo, no puedo buscar a alguien así. Bueno, tal vez su hermana sí la conoció así, ¿no me dijo que éramos las más importantes? Pero si casi no veo -veía a Tahra ¿cómo puedo esperar ver a su hermana?//

Llegó la noche nuevamente, y otra de las almas que conocía la visitó, adelantándose a lo que siempre había hecho. Esta vez tuvo más miedo, se trataba de un hombre, y usualmente tenía más fuerza que otros. Nuevamente, se dejó hacer hasta que se cansó el espíritu.
La situación se repitió a lo largo de una semana y media, Cassine no podía dormir después de las visitas a pesar de que nunca se había sentido tan cansada, no podía concentrarse y le costaba mantener abiertos lo ojos de no ser porque pensaba que si los cerraba algo o alguien iría por ella. Sin embargo, era algo que sólo se daba por las noches, pero ya no únicamente en su casa. Se había quedado a una práctica de reposición por la noche, y después de apenas haber comenzado, lo siguiente que supo es que estaba en la enfermería. Le dijeron que se había desmayado, y justo antes de éso había perdido el conocimiento estando de pie, se había puesto toda rígida y no daba señales de escuchar a sus compañeros o al profesor.

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Cassine habló con su madre y su abuela acerca de lo que le pasaba, ellas la llevaron con amigas suyas que sabían del tema, y que eran quienes habían visto el aura de Cassine y sabían acerca de sus habilidades. Pero nadie atinaba a decir por qué estaba sucediendo todo aquello. Cassine les había contado acerca de Tahra y lo que le había sucedido, pero ellas descartaron éso por completo como una razón para que los espíritus estuvieran dañando a Cassine, sin embargo, pensaron que podría ser más bien que ella estuviera debilitada por la pérdida, y que debería ponerle un cierre.
Después de dos semanas después de la noticia de la muerte de Tahra, dos semanas durante las cuales la situación con sus fantasmas no parecía tener solución, se hizo una pequeña ceremonia, ya que también los padres de Tahra necesitaban dejarla ir. Cassine estuvo presente, y habló con la familia de Tahra. Se sorprendió cuando vio tíos, y tías de los cuales su amiga nunca le había hablado; Cassine siempre le habló de toda su familia e incluso le presentó a la mayor parte. Más se sorprendió cuando no vio ningún amigo o compañero. Los padres de Tahra le explicaron que después de conocer la noticia, les habían llamado algunos para dar el pésame, pero no pudieron ir al evento ya que vivían en otra ciudad donde estaba la universidad a la que Tahra asistía. Cassine sabía dónde estudiaba Tahra, y sabía que nunca había sido alguien a quien se le facilitara hacer amigos, pero la frialdad con la que ésas personas trataron la muerte de Tahra era algo que no podía soportar.

Igual... casi igual que entonces. Cuando Tahra había llegado con la noticia de que iba a estudiar en otra ciudad, algo dentro de Cassine había dado un grito. Se suponía que ambas seguirían juntas, pero Tahra se retiraba, después de todo lo que le costó entrar a la universidad, Tahra decidía ir a otra. Y lo peor es que ni siquiera estaría cerca. Después, cuando vio que Tahra no iba a mudarse, ya que podía ir y venir, sintió una especie de alivio, al menos siempre podría encontrarla en su casa. Luego éso se convirtió a poderla encontrar en su casa en las mañanas, en las noches y fines de semana, y luego a encontrarla tal vez los domingos. Y ahora... nada.

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Esa noche, Cassine esperaba a sus visitantes, en los últimos días incluso llegaban dos, una vez tres. Estaba perdiendo peso peligrosamente, siendo normalmente de complexión delgada no quedaba mucho. Pero nadie se apareció. Cassine se mantuvo en vela de todas formas, no quería que la sorprendieran dormida. Hacia las cuatro de la mañana yacía dormida, finalmente.
No escuchó el despertador, y su madre sabiendo por lo que su hija estaba pasando, decidió dejarla dormir. Cassine despertó entrada la tarde, y después del shock inicial, se dio cuenta de que no había mucho que pudiera hacer, ya todas sus clases habían terminado, y si ya había faltado a todas ésas, mejor tampoco ir a la de la tarde.
Se sentía tranquila, a pesar de que ella naturalmente era muy fijada con la asistencia y la puntualidad, algo con lo que siempre discutía con Tahra, que después del primer semestre de la carrera había relajado ésos aspectos.
A partir de entonces, las noches comenzaron a carecer de fantasmas, ya ni siquiera iban a intervalos regulares. Si bien era lo que Cassine necesitaba para reponerse, nuevamente estaba inquieta por ello. Pensaba que tal vez sus habilidades se habían extinguido, antes le habían contado acerca de casos en los que gente dejaba de experimentar visitas después de una impresión muy grande y una gran excitación de la habilidad, pero nunca pensó que pudiera pasarle a ella. Como valoraba mucho el poder que tenía, decidió resguardarse de cualquier impacto fuerte.

Antes la angustia le llegaba en las noches, pero ahora era durante el día cuando se torturaba preguntándose qué era lo que había hecho mal para que ya no pudiera sentir a nadie. Ya su salud no peligraba, pero su atención había reducido más si cabía.
//¿Por qué? ¿Qué es lo que me pasa? Por favor, cualquiera deme una señal de que no lo he perdido... lo que sea...//
-No te decides, ¿verdad?
--¿Qué? ¿Quién está ahí --Cassine volteaba para todos lados, pero comprendió que se trataba de alguno de los fantasmas, después de todo ya era de noche mientras estaba haciendo tarea.
-Primero no quieres que nadie se te acerque, luego cuando te ponen demasiada atención tampoco quieres y ahora que por fin te dejan libre, tampoco te parece. Qué complicada.
Cassine se concentró como no lo había hecho desde los primeros días cuando se enteró de lo que podía hacer. Nunca había necesitado práctica para comunicarse o alejarse de los fantasmas, así que le resultó un poco difícil, pero en cuanto pudo canalizar su pensamiento, supo de quién se trataba.
--¿Tahra?
-¿Quién eres? ¿Por qué sabes mi nombre?

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Después de una semana del reencuentro, Cassine comenzaba a comprender. Obviamente, ya sabía que los espíritus o fantasmas se quedaban cuando tenían algo pendiente. Pero no había conseguido hacer que Tahra le dijera de qué se trataba. Más bien, le había dicho que no lo recordaba, que no recordaba nada. Cassine le había explicado lo de tener algo qué hacer, y Tahra se había mostrado muy confundida y se había ido. Pero volvió a la mañana siguiente diciendo que si era verdad que debía hacer algo, y Cassine era la única que la podía ver, entonces necesitaría su ayuda.
Cassine estaba muy confundida ella misma, Tahra había vuelto, pero no era la misma, esta se mostraba insegura y hasta temerosa. Cassine pensó que si volvía a algún lugar conocido para ella, Tahra recordaría por lo que seguía ahí, así que un día se armó de valor, y fue a ver a los padres de Tahra, asegurándose de que el fantasma la seguía. Después de un momento de conversación, Cassine consiguió subir a la habitación de Tahra, y ahí ella comenzó a recordarlo todo: quién había sido, quiénes eran su familia, lo que había hecho mientras estaba viva. Y supo que quería despedirse de ellos y de algunos amigos antes de irse. Cassine estaba muy feliz por Tahra, aunque el que recordara significaría que se iría en realidad y que la volvería a perder.

Tahra demoró un par de días en despedirse de la gente a la que había conocido. Cassine podía sentir que la presencia de Tahra era cada vez más ligera, y ya no la podía ver durante el día. Pero no llegó el momento en que se fuera definitivamente. Y noche a noche, se aparecía en la habitación de Cassine, para hablar con ella, contarle lo que había visto durante el día, escucharla. Cassine casi no la reconocía, esta Tahra hablaba mucho más que la que recordaba, también mostraba un poco más de emoción y de sí misma.
--¿No recuerdas qué es lo que te hace falta hacer?
-No sé si tengo aún algo qué hacer. Lo que me pregunto es, ¿quién eres?
--Aún no me recuerdas... es extraño. Recuerdas a todos los demás, a tu familia, a tus compañeros, a otros amigos, a tus padres los recordaste después de un poco de tiempo y a tu hermana, aunque a ella te costó más trabajo reconocerla, ¿por qué a mí no?
-No sé qué es lo que sucede. En vida yo pensaba que cuando uno se moría se acababa, era el fin y ya. Pero ahora me encuentro con que sí hay un alma, y parece que es inmortal, hoy caminé por la autopista y juro que me pasaron varios coches por encima, pero nada me pasó y nadie me vio. La verdad es que a pesar de recordarlo todo, no sé muchas cosas de las que me preguntas.

Cassine sólo podía guardar silencio. Ya no se atrevía a hablar con sus conocidos enterados del tema, temía lo que pudieran pensar de ella, y lo que pudieran hacerle a Tahra, después de todo lo que le había pasado cuando ésos otros espíritus que ya no la visitaban más le habían hecho. Desde que Tahra pasaba con ella las noches, ningún otro se aparecía. Pero cada vez que la veía y pensaba que no significaba nada para su amiga, sentía ganas de llorar.
--Creo que me haces bien. Nadie me molesta cuando estoy contigo, estoy segura de éso y me siento así contigo por aquí. --Cassine se sentía triste, pero intentaba hacer sentir cómoda a Tahra.
-Si eso es verdad, cuéntame acerca de tí, de por qué tú me conoces y yo no te recuerdo de nada. Dime qué éramos cuando estaba viva.

Cassine se mostró afectada por la pregunta, no era algo que quisiera abordar, era muy doloroso.
--Te lo dije, éramos amigas. Las mejores amigas. Tú me dijiste una vez que yo era la más importante para tí, que no podías negarme nada, --Cassine sentía que su voz se cortaba, los ojos le picaban, --dijiste que harías lo que fuera por mí, ¿por qué no me recuerdas?
-La más importante -la falta de expresión en la voz y el rostro de Tahra terminaron por hacer que Cassine se soltara en llanto.
--¿Qué fue... lo que te sucedió... Tahra? Ése día... ésos tipos...
Y Tahra gritó tan fuerte, que Cassine pensó que se romperían las dos.
-Ése día... recuerdo que ellos querían violarme y me resistí, pero eran cuatro, o tres después de que golpeé a uno. Me resistí y por éso me golpearon a mí, finalmente me tenían con una navaja al cuello y me hicieron lo que quisieron, incluso después de que me cortaron. No sé por qué me resistí, debí dejarlos. Después de todo, no es como si hubiera sido la primera vez.

Cassine sólo miraba al piso. Después de que la historia comenzó, por la expresión que leyó en Tahra, supo que realmente no quería saber lo que sucedió, pero ya que había insistido escucharía todo, se trataba de su mejor amiga.
-No llores Cassine. No es para tanto, no es tan importante. Está mal, pero ya no hay nada...
--¡Es importante para mí! ¡No creas que escuchar lo que te sucedió es fácil para mí! No es fácil pensar que estabas ahí sufriendo sola y también que...
-¿Morí sola? De cierta manera, desde antes había pensado que algo así era lo que me esperaba. O que al menos no moriría con la persona a la que más quería. -Tahra miró dulcemente a Cassine, poniendo en ésa mirada todo el amor que había sentido, que aún sentía por ella.
-Ahora recuerdo. Cassine. En verdad, tú eres lo más valioso para mí. Antes y ahora también. ¿Sabes? Ya recuerdo qué es lo que me falta decirte. Siempre intenté hacerlo, a veces creía que era demasiado obvia y que ya debías haberte dado cuenta, pero el que no dijeras nada era como un 'no' aunque tampoco deseabas cortarme por completo.
--Tal vez, a cierto nivel sabía qué era lo que sentías. Aún ahora necesitaría escucharlo. Sé que eres mi amiga, ¿no será que estás confundiendo las cosas? Tal vez sea éso.
-Tuve suficiente tiempo para darme cuenta. Suficiente entonces, y ahora podría decírtelo. Pero entonces no podría mantener nuestra promesa, o más bien, mi promesa que nunca te hice. Prometí que no te dejaría sola, que haría lo que fuera para que en todo momento tuvieras a alguien que te esperara, con los brazos y ojos abiertos. Aún ahora rompí la promesa, me morí antes que tú, pero aquí sigo, y recuerdo todo.

Cassine no pudo evitar que las lágrimas siguieran saliendo, y a falta de otra cosa, se abrazó a sí misma cayendo en sus rodillas.
--Tahra, todo lo que sufriste... y sin recordarme estabas bien, es como si hubieras vuelto a todo éso. Ahora sé por qué te costaba más recordarme a mí y a tu hermana, éramos lo que más... oh, Tahra...
-Ni lo digas -Tahra se hincó al lado de Cassine. Llevó su mano a su mejilla, pero no sintieron nada, ni siquiera el frío que se dice que caracteriza a los fantasmas. Cassine se encogió sobre sí misma.
-Es lo último que tengo que hacer, después me iré. Cassine, yo...

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--Por éso es que había decidido no tener nada valioso que pudiera perder, no sabía que rechazaba a todos los que querían tener una relación seria conmigo era para mantenerme pura y exclusivamente para mis poderes. Pero ahora sé que es verdad. Tahra, lo siento.

Cassine había terminado sus estudios, se había casado, trabajó y ayudó a muchísimas personas, era toda una experta en su área incluso escribió un libro, tuvo tres hijos a los que quiso como a nadie, viajó, siempre mantuvo el secreto de sus poderes para sí misma, fue feliz. Había llegado al punto en la vida en que los frutos se cosechan, sus hijos tenían sus propias familias y hacía años que su esposo había fallecido. Él también la quiso a su modo, tuvieron sus peleas, pero conseguían reconciliarse. A pesar de haber vivido tanto tiempo juntos, hubo algo que Cassine no pudo responderle. No en serio, desde el fondo de su corazón, pero sabía que él luego encontró a alguien más que fue quien le enseñó el significado de ésas palabras, y se sentía contenta de que hubiera pasado. No se separaron, ella no sabía por qué, nunca hablaron acerca de ésa persona, siguieron viviendo juntos, después de todo, tenían una especie de equilibrio basado en el respeto y el compañerismo.

--Perdóname por no haberte dejado libre. Lo merecías, descansar de todo e intentar olvidar. No quise escucharte ésa noche, no quise cumplir tu deseo egoístamente después de que tú procuraste darme gusto con lo que fuera. Pero no te permití partir, ¿me odias por éso?

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Silencio. Ése silencio que había sido su única respuesta por todos ésos largos años. Aunque sabía que Tahra seguía ahí, no conseguía una respuesta. Sabía que era gracias a Tahra que no había vuelto nunca a tener contacto con espíritus. Sabía que por mucho que insistiera, pidiera o rogara, Tahra no le contestaría. Era parte de la promesa que había hecho para quedarse a su lado. Cassine había tomado el hábito de hablar con Tahra aunque no le contestara, y a muchos les parecía que hablaba sola y que ya había perdido la razón, aunque en todos los otros aspectos de su vida (mientras estaba en compañía de alguien más) era normalmente eficiente.
--Un día seré solamente tuya. Perdóname.
Silencio. Ése silencio que solamente hay en una habitación donde ya no hay nadie que respire.

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