Todo el poblado estaba reunido en el seno de la Iglesia, en frente de todos bajo un crucifijo Suho rezaba mientras alzaba el tono de voz para que todos los habitantes de Hamburgo estuvieran atentos de sus palabras.
— ¡Los brujos están invadiendo nuestro corazón! ¡Los brujos están corrompiendo el corazón de la cristiandad humana!
— ¿Y qué debemos hacer? —preguntó Kai desde el atrio y mirando a Suho.
— ¡Quemarlos o lanzarlos a las profundidades del mar! —rugió Suho, Kai se cruzó de brazos y soltando un suspiro dio media vuelta escuchando tras de sí los gritos de las personas.
El frió otoñal, árboles lúgubres y sin vida, cuervos graznando en lo alto de las casas de piedra buscando carroña de la cual alimentarse de los últimos muertos por los ataques de magia negra.
A Kai le olía todo diferente, hacía menos de dos semanas que estos misteriosos acontecimientos estaban ocurriendo en el poblado. Misteriosas muertes, de niños, mujeres e incluso fuertes hombres acababan sucumbiendo. El pánico y el olor a muerte estaban presentes incluso bajo las piedras más pequeñas.
La última víctima encontrada fue cerca del prado que conduce hasta el bosque. Un niño de tan solo catorce años empezó a escupir espuma por la boca y a padecer convulsiones como si su cuerpo hubiera sido poseído por el demonio.
Kai dejó escapar un gruñido mientras acariciaba el crucifijo que guardaba bajo su camisa y su chaleco de lana. Al llegar a casa encontró la cabaña vacía y eso era muy inusual, subiendo cauteloso hacía la segunda planta de la casa y atravesando el largo pasillo oscuro abrió la última habitación y vislumbró algo que jamás creía si no lo hubiera visto con sus propios ojos.
— ¡Deja eso Kyungsoo! —bufo Kai, el moreno arrodillado en el suelo rodeado de velas que formaban un símbolo satánico junto a las marcas rojizas de la sangre de un cordero.
—No, deben pagar por lo que le hicieron a mamá. —gritó Kyungsoo sin mirarle a Kai y leyendo un libro cuya lengua escrita era irreconocible para Kai.
— ¡Mamá no va a regresar, da igual lo que hagas!, Kyungsoo ni Dios ni Satán van a traer de vuelta a madre con nosotros. — Kyungsoo negó con la cabeza y se giró lentamente, Kai apretó con fuerza los nudillos viendo el cuerpo de una niña sobre el regazo de Kyungsoo.
—Su alma, conseguiré que su alma regrese y acabe en el cuerpo de esta niña. — Kai se avalanzó sobre Kyungsoo golpeando el cuerpo de la niña muerta metros más lejos de sus cuerpos.
— Deja de comportarte así, pensaran que eres un brujo. —escupió Kai sobre el cuerpo de Kyungsoo impidiendo que este se moviera, Kyungsoo jadeo e intento patalear.
— ¡Y eso qué más da! —gritó con lágrimas en los ojos —, tarde o temprano nos culparan como a mamá o como a todos los que han muerto en la quema de brujas. No somos distintos a ellos Kai, todas las personas que mueren son inocentes, las personas se creen las blasfemias y cometen locuras.
— No voy a permitir que te quemen Kyungsoo, no lo voy a permitir. —susurró Kai con fuerza abrazando el cuerpo de Kyungsoo, el bajo jadeo entre los brazos de Kai.
—P-pero mate a muchas personas Kai. —sollozó Kyungsoo, Kai giro su cuerpo y ahora él era quien apoyaba la espalda contra el suelo y Kyungsoo quien estaba encima de su vientre y abdomen dejando caer las lágrimas de su cara en Kai.
—Te protegeré de todo, Kyungsoo incluso del mismo Lucifer.
Quien, cegado por el Demonio, cree como los paganos que alguien es una bruja y come a personas, y la queme por ello o deja comer su carne por otros, será castigado a pena de muerte.