Aquí, en este momento en el que puedo ver la horca frente a mi, me pregunto “¿Por qué he tenido que nacer en este país, en esta época?”
Aquí, en este momento en el que estoy maniatada mientras espero las piedras volando hacía mi, me pregunto “¿Por qué he tenido que nacer en este país, en esta época?”
Aquí, en este momento con el viento frio calándome hasta los huesos, con la nieve frente a mi y escuchando sus pasos justo detrás, me pregunto “¿Por qué he tenido que nacer en este país, en esta época?”
Solo porque no soy como ellos. Solo porque me enamoré de la persona equivocada. Solo porque ofendo a los dos.
¿Quienes sois vosotros para juzgarme a mi? ¿Quien os ha dado ese derecho?
Veo tu rostro entre las personas que han venido a ver y juzgar mi muerte. No quiero mantener el contacto con tus ojos, yo se mejor que nadie que estás sufriendo. Más que yo.
Cierro los ojos y te veo a ti, no el rostro desencajado por el sufrimiento cuando decidieron mi destino. No. Yo te recuerdo alegre, sonrojada y preciosa. Más que todas las estrellas que puedan existir. No hay nada más perfecto que tu.
Escucho esos pasos más lentos, ellos saben que estoy acorralado, no necesitan correr, ¿para qué? Así consiguen alargar mi angustia.
Decido mirarte, olvidar a todos los que te rodean. A todos los que nos juzgan. Solo tengo un deseo.
Abro los ojos, no quiero que piensen que me arrepiento de amarte. Solo tengo una petición.
Vive.
Se feliz.
No te sientas culpable.
Esto no es culpa tuya.
Huye.
Cásate, ten una familia, vive como ellos quieren que lo hagas.
No te dejes atrapar.
Yo nunca voy a olvidarte.
Escucho sus voces emocionadas. ¿Por qué sienten tanto odio?
No soy una chica estúpida de pueblo, en otros países nuestro amor sería legal. “¿Por qué no viene nadie a defenderme?”
“¿Por qué no viene nadie a protegerme?”.
Ya no me importa el frío que traspasa mi ropa húmeda, ahora solo siento el calor que nace de mi furia. Os tengo en frente mía, pero no pienso rendirme. No aún.
Me cubren el rostro con un saco, mi última mirada es para ti. Sí nunca más voy a abrir los ojos, sí solo pudiera llevarme un recuerdo conmigo no dudaría. Tu. Para toda la eternidad.
Lapidación… Un castigo exagerado por simplemente estar enamorada. Yo no quise casarme con él desde el principio. Esto no es una infidelidad. Ninguno de vosotros tenéis derecho a juzgarme.
Vuestras risas destruyen mis esperanzas “¿esto os está divirtiendo?”. Ya estáis tan cerca que puedo ver vuestros rostro, extrañamente conocidos. Son los rostros de mis padres, de mi profesor en el que pensé que podía confiar. El rostro de mi mejor amigo.
“¿Tanto os molesta mi felicidad?”
Todo termina tan rápido, mi cuerpo colgando de una soga. La vida se me escapa sin poder hacer nada por evitarlo.
La primera piedra es la más dolorosa. Rezo para que una me de con fuerza y pierda el conocimiento.
Me pregunto cuantos huesos tendré ya roto. Ya no puedo soportar más patadas en mi estómago. “¿Saldré vivo de esto?”. Sonrió. No puedo evitarlo, me divierte pensar que a nadie le importará mi muerte, yo, un ciudadano de segunda. Ojalá sirva para algo, ojalá la gente sienta un poco de piedad y termine esta persecución injustificada.
No es mi culpa.
No es nuestra culpa.
No elegimos nacer así.
Pero vosotros si elegisteis acabar con mi vida.
Ojalá algún día…
Rezo por ello.
Se que llegará el momento.
Todos podremos ser felices con la persona que amamos.