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La Isla por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Hola a todos, esta es otra pequeña adaptación que se me ocurrió gracias a que una amiga me prestó un par de libros muy interesante. La historia no me pertenece, si no a Chris Priestley y los personajes tampoco, esos son de Kazuki Takahashi

YM: ¿por qué otra vez el prota es fluffy?
Yo: amm bueno *silbando*
YM: eso es favoritismo, no se vale! ¬¬
Yo: oh vamos, solo pensé en ellos cuando lei el cuento.
YM: ¡exijo que respeten mis derechos, yo también quiero un fic para Malik y para mi!
Yo:…jejejeje n.n ¡Ya lo tuvieron ayer!
YM: ¡ni siquieras mencionaron mi nombre!

Yo: ¡Al fic!

Bakura jaló las cortinas de la habitación que compartía con su hermano Ryou. Habían llegado a la casa de campo la noche anterior cuando ya era tarde y los búhos ululaban ocultos entre las siluetas de los robles, así que era la primera vez que verdaderamente admiraba el paisaje.

La casa de campo pertenecía a su abuela paterna, quien hacía poco había fallecido. Los niños nunca habían sido muy cercanos a su abuela y Bakura no tenía recuerdos de haber conocido la casa, aunque le habían dicho que había estado allí cuando él era más pequeño y Ryou apenas un bebé.

Su padre se había peleado con su propia madre muchos años atrás, y desde entonces apenas si habían vuelto a hablar. Para Bakura era como si hiciera años que su abuela hubiera muerto, así que no sintió ‘una gran tristeza’ cuando realmente murió, salvo por una vaga sensación de pena por algo que se le había negado y nunca sería suyo.

Bakura se inclinó hacia afuera, las abejas zumbaban entre las rosas blancas de la enredadera que estaba aferrada a ambos lados de la pared, pensó con gracia que a Ryou le encantarían ver esas flores. Miró a través del jardín: había un pequeño regadío frente a él y un huerto a su derecha con frijoles o guisante enrollados alrededor de altas cañas. Los pájaros piaban en las copas de los árboles. La parte trasera de la casa estaba empotrada en una montaña y parecía como si toda el área se extendiera ante sus ojos. Podía ver kilómetros a lo lejos.

Más allá de los enmarañados setos que rodeaban el terreno de la casa había un enorme campo de cebada. Una cálida brisa del sur hacía olas en él, y una gran envoltura de la cebada se hinchaba, fluía y ondeaba como un amplio océano verde. Bakura estaba hipnotizado.

─ ¿Qué estás mirando Kura? ─dijo su hermano Ryou con sueño, suspirando y estirándose como un gato que se levantaba de la siesta.

Bakura soltó una ligera risa ante eso, por lo que se separó de la ventana para sentarse en la cama con su hermano y envolverlo entre sus brazos ─Solo estaba pensando que deberíamos salir de esta casa e ir a echar un vistazo por los alrededores ─dijo Bakura acariciándole el cabello con una mano, viéndolo sonreír ─Hace un buen día, papá dijo que hay tejones al final del camino ─tentó, sabía cuánto le gustaban a Ryou los animales.

─Vamos ─Ryou hizo un puchero ─déjame un segundo para despertarme ¿está bien? ─se acurrucó en su pecho, entre los brazos de su hermano ─haya tejones o no.

Bakura sacudió la cabeza y sonrió.

─No podrás holgazanear todo el día como campesino cuando vayas a mi escuela ¿sabes? ─lo molestó ─El viejo Aknadin te va a sacar las tripas.

─Razón de más entonces para disfrutar mientras pueda ─contradijo ─y, en cualquier caso, estoy de vacaciones, así que puedo quedarme en la cama todo el tiempo que quiera.

─ ¡Oh no, no puedes! ─dijo una voz masculina desde el pasillo.

Su padre abrió la puerta, asomó la cabeza y les dijo muy claramente que debían levantarse, vestirse y salir, porque él su madre tenían que ordenar la casa. Después de todo esa era la razón por la que estaban allí. Les dijo que no debían, bajo ninguna circunstancia, molestar a nadie y que no podían entrar en las tierras del granjero.

Así que, para alegría de Bakura, se levantaron y desayunaron, y media hora después de que hubiera aparecido su padre en la puerta de la habitación ya estaban caminando por el jardín, con los grillos cantando en el pasto a su alrededor.

─Entonces ─dijo Ryou con un bostezo profundo, mientras paseaban por el camino, a la sombra de un alto seto ─ ¿qué vamos a hacer?

─No lo sé ─respondió Bakura alegremente, encogiéndose de hombros ─solo explorar, supongo.

─No parece haber mucho que explorar ─dijo el menor con un ligero malhumor, aun molesto por la forma en como lo habían sacado de la cama ─solo veo campo por todas partes.

Bakura se rió por lo bajo y empujó con suavidad a su hermano a un lado, sabía que no le haría falta mucho para poner en marcha a su adorable Ryou y, como era de esperarse, el menor rió y le devolvió el empujón.

Los niños llegaron a una interrupción en los setos y Bakura se dio cuenta de que estaban al lado del enorme campo de cebada que había por la ventana.

─Vamos ─propuso el mayor ─vayamos a la isla.

─ ¿Isla? ─preguntó Ryou mirando a su alrededor ─ ¿qué isla? ¿de qué estás hablando? ─interrogó desconcertado.

─La isla que está allí ─dijo Bakura ─la vi desde la casa. Ya sé que no está en el agua pero es una isla de todos modos ─explicó ─es mejor incluso porque no nos vamos a mojar.

─ ¿Qué hay de papá? ─dijo Ryou ─nos dijo que no nos fuéramos a las tierras del granjero.

─Al granjero no le va a molestar ─le restó importancia ─además, papá va a estar demasiado ocupado ordenando la casa de la abuela como para preocuparse de lo que hagamos.

─Aun sí… ─dudó Ryou, mirando hacia la casa de campo.

─Vamos Ryou ─le sonrió Bakura, tomándole de la mano ─vamos a divertirnos un poco.

Las negociaciones entre hermanos siempre eran así: Bakura era el aventurero y atrevido, Ryou era el sensato y sensible. Pero terminaban casi siempre de la misma forma: Bakura convencía a Ryou para que cediera.

─Bueno, está bien ─dijo Ryou con un sonrojo imperceptible en sus mejillas, viendo sus manos unidas ─pero si aparece un granjero con una escopeta, voy a decirle que fue tu idea ─bromeó con una bella sonrisa para su hermano.

─Bueno, está bien ─dijo Bakura correspondiendo la sonrisa, apretando un poco su mano ─ ¡A la isla! ─echó a correr, jalando a su hermano.

Aunque Ryou se sentía obligado a disuadir a su hermano y a señalarle los peligros que implicaban sus planes, luego se entusiasmaba tanto como el propio Bakura.

Los niños se internaron en el campo, caminando entre la cebada. El sol brillaba desde lo alto y hacía que toda la escena resplandeciera, el cielo estaba totalmente azul y sin nubes,  la isla era una silueta verde oscuro; una alondra que cantaba sobre ellos era, aparentemente, el único sonido en el mundo despierto, y una mariposa amarillo pálido revoloteaba sobre ambos.

A Bakura le sorprendió cuanto tardaron en llegar al campo de cebada y, cuando finalmente se acercaron, se dio cuenta de que era mucho más grande y los arboles mucho más altos de lo que le había parecido desde la ventana de su habitación.

Ambos albinos se soltaron de las manos para trepar fuera de la cebada hacia arriba por los lados empinados de la isla, usando las raíces, troncos y ramas que colgaban de los árboles como apoyo. Bakura se estaba preguntado qué especie de árboles eran cuando Ryou gritó, como si fuera en respuesta, desde cerca de la cumbre.

─Estos son árboles de tejo ─dijo ─como el que está en el cementerio frente a nuestra casa.

Bakura asintió con la cabeza. Ryou tenía razón. Habían jugado en ese tejo del cementerio desde que eran pequeñitos y la madera era satinada, lisa, pulida por el paso de tantos niños a lo largo de los años.

 Estos tejos parecían intactos y su corteza era dispareja como la de un platanero, pero de color rojo oxido y descascarados. Los troncos y las ramas formaban una especie de jaula, que guardaban de la vista la cumbre de la isla. Ryou fue el primero en llegar y declararla como suya.

Soy el rey del castillo ─cantaba ─ ¡y tú el sucio bandido! ─esa cancioncilla se las habían enseñado Malik y Marik: unos amigos, vecinos suyos en su hogar natal.

─Cállate Ryou ─dijo Bakura ─vas a hacer que venga el granjero. Se supone que somos espías ¿sabes? Los espías nos cantan a todo pulmón.

Soy el rey del castillo ─le ignoró Ryou, cantando con un tono ligeramente más fuerte y más entusiasta ─Y tu eres el sucio bandi… ¡aaaaarg!

El grito de Ryou fue interrumpido por un sonido crepitante, y cuando Bakura miró hacia arriba se conmocionó al ver que Ryou había desaparecido. Saltó hacia adelante justo cuando una nube de polvo se dispersaba, dándole ardor en los ojos.

─ ¡¿Ryou?! ─llamó ─ ¡Ryou ¿dónde estás?! ─nunca le había gustado perder de vista a su hermanito.

 ─Aquí estoy ─fue la lastimera respuesta ─la condena cosa está hueca y me he… ¡coff, coff!... caído dentro.

Bakura lo podía ver por sí mismo ahora que había llegado a la cima de la isla. Aquello sobre lo que estaba parado no era en absoluto una colina, sino una especie de cámara.

─ ¿Estás bien pequeño?

─Creo que sí ─respondió el caído, haciendo caso omiso de algunas piedras caídas y frotándose el pelo para limpiarlo del polvo ─me herí un poco la pierna, eso es todo.

─Eso no se ve bien ─dijo Bakura al bajar de un salto para ayudarlo y ver el hematoma rojo que había en la pantorrilla de su hermano.

─He tenido peores ─respondió sin más mientras Bakura lo tomaba en brazos para levantarlo.

─ ¿Qué crees que sea este lugar? ─preguntó el mayor ─ ¿una heladera?

─ ¿Qué, esto? ─bufó el menor ─ ¿en medio de un condenado campo? Es un poco lejos para guardar el hielo aquí.

─Bueno, una heladera no ─dijo Bakura frunciendo el ceño ante el tono de Ryou ─ ¿entonces qué?

─No me preguntes a mi ─Ryou se estremeció al inspeccionarse la pierna.

─ ¡Ey! ─exclamó Bakura ─ ¿qué es eso? ─se agachó y movió un bloque de piedra, los dos albinos retrocedieron de miedo cuando vieron lo que se había revelado. Medio ocultos, a sus pies yacían unos huesos ─es parte del esqueleto de un animal ─dijo con tranquilidad ─debe de estar hace cientos de años, parece antiguo ─supuso.

─No podría afirmarlo… ─dijo Ryou ─ ¿qué clase de animal es?

─No lo sé ─respondió Bakura ─ ¿un tejón tal vez?

Se agachó de nuevo y movió algunas piedras más, revelando parcialmente el torso del esqueleto. Fue entonces cuando vieron el pico de metal: clavado entre las costillas de la criatura y atravesando todo el cuerpo del animal había una lanza de más o menos un metro y medio de largo. Debía haber sido hecha de cobre o algo así, porque ahora estaba verde y tenía moho. Bakura fue a agarrarla.

─ ¡No! ─dijo Ryou, agarrándolo por la base de su playera ─no deberíamos, está mal.

─No seas bebé ─burló Bakura, posando su mano sobre la de su hermano para que lo soltara ─no creo que vaya a quejarse ¿o sí? De cualquier manera solo quiero echarle un vistazo.

Ryou envolvió sus brazos firmemente alrededor del de su hermano ─Déjalo Bakura ─dijo ─no nos pertenece.

─No le pertenece a nadie ─rebatió el mayor, tratando de retirar los brazos de su hermano con suavidad ─o al menos nadie vivo, quien quiera que haya cazado a esta criatura debe haber muerto hace mucho tiempo.

─Pero ¿por qué? ─cuestionó Ryou, llevándose una mano al mentón.

─ ¿Por qué, qué? ─preguntó Bakura con un suspiro exasperado.

─ ¿Por qué cazar este animal y luego construir este lugar por encima de él? ─planteó el menor.

─ ¿Quién sabe? ─le restó importancia, encogiéndose de hombros ─probablemente fuera algo religioso, ya sabes, pagano y todo eso.

Repentinamente Ryou batió las palmas ─ya sé lo que debe ser este lugar ─dijo lanzando una mirada a los huesos ─es un montículo funerario, ya sabes: un túmulo, como en el libro que nos regaló papá ¿recuerdas?

Bakura asintió con la cabeza, Ryou tenía razón. Había ilustración de un túmulo que mostraba diferentes vistas: una desde afuera, un diagrama como si se le hiciera un corte y una ilustración imaginaria de cómo podría verse el muerto que yacía dentro con todos sus bienes funerarios. Esta parecía ser una construcción similar.

─Pero los túmulos guardan guerreros y reyes dentro ─dijo Bakura ─este tiene un animal muerto ¿alguna idea de qué tipo de animal es?

─No lo sé ─dijo Ryou ─sigo pensando que deberíamos dejar las cosas como están.

Pero Bakura ya estaba en cuclillas de nuevo, moviendo las piedras alrededor del esqueleto para ver si había algo más que pudiera interesarle.

─Tenemos que llamar a papá ─dijo Ryou tratando de frenarlo ─o al granjero.

Bakura ignoró eso ─ ¿No tienes un poquito de curiosidad?

─Por supuesto que sí ─respondió Ryou ─pero no sabemos nada de arqueología, vayamos a buscar a papá.

─Lo haremos ─dijo Bakura ─todo lo que digo es que veamos si podemos descubrir algo nosotros y luego decirles. Esto podría ser algo grande ¿Por qué deberían llevarse el crédito los adultos? Después de todo fuiste tú quien lo encontró ─le sonrió.

─Supongo que sí… ─dijo Ryou vacilante.

Bakura ya había movido lo suficientes escombros como para ver mejor el esqueleto del animal, faltaba la cabeza. Agachó para observar más de cerca; Ryou hizo lo mismo.

─ ¿Alguna especie de perro, tal vez…? ─dijo Ryou en un tono más de pregunta que de afirmación.

Bakura frunció el ceño. Si era un perro, debía haber sido uno muy extraño. Pero era cierto, pensó Bakura, que había sido mucho tiempo, y que en ese entonces debía haber perros diferentes. Tenía sentido, pero fue Ryou quien descubrió las garras.

─Mira eso ─dijo silbando ─ ¿Qué clase de perro tiene garras como esas? Es más bien una especie de gato.

Bakura no dijo nada. Ryou tenía razón, se parecía más a un gato pero incluso en ese caso las garras eran demasiado encorvadas. Le recordaban a las garras de un halcón, aunque estas eran mucho más grandes. Nunca había visto las garras de un águila, pero suponía que debían ser bastantes parecidas.

─Creo que ya debemos irnos  ─dijo Ryou.

─Aún no ─dijo su hermano ─Al menos antes destapemos a toda la bestia.

─ ¿Y luego nos iremos?

─Luego nos iremos ─confirmó Bakura distraído.

Los dos niños escarbaron entre los escombros del piso del túmulo, levantando nubes de polvos que les hacían picar los ojos y que para tomar un poco de aire. Cada uno se rió al ver otro con el pelo grisáceo por el polvo.

Luego de que la nube que habían causado con su excavación se hubiera asentado, y de que ambos hubieran librado sus bocas de tierra, volvieron a mirar el fruto de su trabajo.

Allí abajo estaba el esqueleto sin cabeza, pero por lo demás completo, de una bestia que, en todo caso, era más difícil de reconocer cuanto más visible. Clavada en la tierra por ese pico verde cobre, como un insecto en un frasco de laboratorio, estaba el cuerpo en toda su extraña integridad.

¿Cómo era posible que hubieran pensado que era un perro? El torso era demasiado largo y las piernas eran totalmente distintas. Y la cola parecía más la de un lagarto o a la de un cocodrilo. Pasó un momento hasta que a alguno de los dos hermanos se le ocurriera algo para decir.

─Tal vez no sea de verdad ─propuso Ryou luego de unos momentos ─tal vez juntaron las partes de diferentes animales para hacer una criatura extraña.

─Pero ¿Por qué harían eso? ─intervino Bakura ─en cualquier caso, mira al esqueleto, todo concuerda ─señaló.

─Puede que sea una criatura que ya no existe ─planteó con seguridad ─tu sabes, algo que todo el mundo pensaba que era un invento como un dragón o algo así.

─No sería un dragón muy grande, pero aun así… ─dijo Bakura, haciéndose a la idea ─ ¡Sí, y nosotros lo encontramos! Imagínatelo, Ryou ¡seremos famosos! ─lo abrazó, dándole un beso en la frente por la efusión.

Ryou se ruborizó un poco.

Luego de soltarlo, Bakura estiró una mano para agarrar el pico.

─ ¿Qué estás haciendo? ─dijo Ryou.

─Quiero echarle una mirada más profunda a esto ─dijo el mayor ─quiero ver la punta.

─No lo sé, Bakura ─dijo dudoso.

El mencionado respiró profundamente, podía intuir que se avecinaba un irritante sermón.

─ ¿Cuál es el problema? No es como si le perteneciera a alguien. No puede haber nada malo en echarle un vistazo.

─Le perteneció a alguien alguna vez ─rebatió Ryou.

─Poco importa ahora ¿o no? ─dijo Bakura riéndose.

Ryou frunció el ceño.

─Sigue siendo robar, Bakura ─dijo ─sabes que lo es, además creo que hay algo bastante raro con este lugar ¿por qué está aquí este animal? ¿Por qué construir esta cosa sobre el pico atravesado así? Déjalo tranquilo.

Bakura suspiró e hizo fuerza para sonreírle a su hermanito.

─No voy a robarlo ─aseguró ─solo quiero inspeccionarlo, apenas le haya echado un vistazo a la punta lo dejaremos aquí e iremos a buscar a papá, entonces él podrá hacer lo que sea que se haga en estos casos, escribirle al Museo Británico o a quien sea ¿Qué te parece? ─le dedicó una suave mirada tratando de convencerlo.

Ryou lo consideró por un momento, vacilando ante la expresión de su hermano, pero negó con la cabeza luego de pensárselo bien.

─Me voy de vuelta a la casa de la abuela ─dijo firme ─de veras no creo que debas tocar esa cosa, no me gusta ─y con esas palabras el menor empezó a escalar fuera del hoyo que había hecho en el techo al caer.

─ ¡Ryou! ─gritó Bakura ─ ¡Ryou! No seas un nene aburrido ¡vuelve! ─pero Bakura sabía que una vez que Ryou se decidía, no había grito, elogio o provocación que le hiciera cambiar de opinión… después de todo, Ryou era el sensato de los dos ─ ¡solo voy a echarle un pequeño vistazo! ─trató de nuevo pero no hubo respuesta y, sin su pequeño Ryou a su lado, de repente todo en el lugar pareció un poco más oscuro... sintió la necesidad de ir tras su hermano.

Bakura tomó la lanza con ambas manos e intentó sacarla, no se movía, maldijo para sus adentros, habría sido más fácil si Ryou estuviera allí para ayudarlo.
Se sentó para recuperar el aliento y entonces fue cuando la vio, cubierta de polvo en un rincón oscuro del túmulo, inmediatamente se dio cuenta de lo que era y dejó de intentar sacar la lanza para ir a buscarla.

La cabeza de la bestia.

Era grande, mucho más grande lo que el tamaño del cuerpo había sugerido, pero no había duda de que correspondía, porque era tan extraña como el esqueleto a sus pies.

¿Qué había sido esa criatura ¿Qué clase de cosa tenía dientes como esos, en dos filas? Y el filo que tenían. Bakura nunca había oído de ninguna clase de animal con esas mandíbulas. Silbó con admiración.

Arrodillándose, puso la cabeza en el lugar que correspondía para tratar de hacerse una impresión de cómo debía haberse visto esa extraña criatura. Cuando se levantó para admirar el esqueleto en su totalidad se agarró a la lanza en busca de apoyo y esta cayó hacia un costado.

Evidentemente, sus anteriores intentos habían dado resultado. La lanza ahora se había librado de la bestia. Bakura sonrió y la levantó para verla mejor.

La punta era menos interesante de lo que esperaba. Parecía haber sido hecha de acero y haberse corrido con el pasar de los siglos, así que estaba negra, rugosa y carcomida.
Pero por mucho que Bakura quisiese mostrar a Ryou lo valiente que era y que estaba decidido a investigar más, no había modo de que se fuera a quedar allí él solo con esa bestia esquelética de dientes de tiburón.

Bakura trepó para salir del túmulo y llamó a su hermano, quien deliberadamente se había quedado por no dejar solo a su querido hermano mayor.
Gritó y agitó la lanza por sobre su cabeza hasta que Ryou se dio la vuelta y con los ojos entrecerrados, miró hacia el sol que bordeaba las copas de los árboles, fundiendo a estos y a Bakura en siluetas.

─ ¿Qué dices? ─gritó Ryou.

─ ¡Es la lanza!

─Ponla en su lugar, Bakura ─fue la decepcionante respuesta del menor ─deberíamos ir a casa y contarle a papá, como dijiste.

─Eres tan aburrido a veces, Ryou ─gritó el mayor ─Encontré el cráneo ¡deberías verle los dientes!

─No me interesa.

Bakura suspiró, Ryou era terco y no había manera de hacerlo cambiar de opinión.

─Está bien ─dijo Bakura ─pero me llevo está lanza conmigo.

─ ¡Dijiste que la dejarías ahí y llamarías a papá!

─Bueno, cambié de opinión. En su lugar voy a mostrársela.

─ ¡No entiendo por qué tienes que tomar siempre el control de todo, Bakura! ─gritó ─Fui yo quien la encontró.

─ ¡Lo único que hiciste fue caerte por el techo! ─le regresó en burla.

─Da lo mismo ─dijo Ryou, decido a no dejar que su hermano hiciera todo a su moda.

─Muy bien ─dijo Bakura ─ ¡tómala tú! ─y arrojó la lanza, la cual voló hasta aterrizar entre los dos con un ruido sordo.

Pero Bakura no vio el aterrizaje porque cuando soltó la lanza en el aire, hubo un ruido detrás de él que lo alarmó. Algo grande parecía haberse movido estruendosamente cerca de ahí, se preguntó si habría colapsado otra parte del túmulo.

─ ¡Bakura! ─gritó Ryou enfadado ─Eso fue realmente estúpido, podrías haber roto…

Bakura miró de vuelta a su hermanito a través de la cebada, pero Ryou ya no estaba ahí. Se quedó mirando fijamente, confundido; era como si Ryou se hubiera desvanecido mientras hablaba, pero entonces detectó un movimiento a poca distancia, cerca de donde había visto por última vez al menor. Allí la cebada se aplastaba, formando un canal angosto que describía un ángulo amplio en dirección a la isla.

Bakura bajó trepando del túmulo con una sonrisa en los labios.

─Muy gracioso Ryou ─dijjo ─Pero puedo verte ¡Vaya boy scout eres!

Pero los tallos de cebada seguían inclinándose, sin embargo Ryou no respondía, Bakura sacudió su cabeza con indulgencia y espero que su hermano se aburriera de esa broma y saliera a la luz.

El rastro de cebada caída llegó hasta la isla, pero dando la vuelta por detrás, más allá de la línea de visión de Bakura. Un momento después pudo ver movimiento detrás de los árboles de tejo y sonrió más ante el poco sigilo de Ryou, pero entonces vio algo que se movía entre los árboles, algo que lo hizo estremecer hasta las entrañas.

─ ¡Ryou! ─gritó ─ ¡¡Ryou!!

La cosa salió de las sombras hacia una zona iluminada en la cresta del túmulo, era grande y estaba a cuatro patas, arrastraba algo húmedo y harapiento hacia adentro del túmulo: era Ryou, o algo que alguna vez había sido Ryou.

Bakura, sollozando, se dio la vuelta para salir corriendo, no estaba tan lejos del camino y él era rápido, era el más rápido de su grado.

Pero entonces pensó en la lanza. La lanza debía de haber mantenido esa cosa clavada en la tierra, tal vez si pudiera tomar la lanza…

Bakura volvió y la levantó del suelo, tiró su brazo hacia atrás para lanzarla pero mientras aun lo hacía pudo ver como la cebada se aplastaba en un sendero que se precipitaba hacia él. La cosa estuvo encima de Bakura antes de que este pudiera siquiera gritar.

Se emprendió la búsqueda de los hermanos perdidos. El granjero y dos agentes de policía encontraron sus cuerpos, y las circunstancias del descubrimiento fueron tan inusuales que llegaron al periódico The Times.

Los niños fueron encontrados en un túmulo, en parte colapsado, en medio de un campo. El propio granjero no tenía idea de que estaba allí.

Parecían haber sido atacados por un animal salvaje, y por varias semanas las historias se multiplicaron con denuncias de todo tipo, desde perros rabiosos a tigres sueltos ¡incluso había un viejo vagabundo en el camino a la ciudad continua que juraba haber visto un cocodrilo!

Cerca del túmulo, los detectives encontraron una curiosa lanza con asta de cobre y punta de hierro. Los expertos del Museo Británico aún se debaten tratando de averiguar su significado.  

Notas finales:

…Fin

Adaptación del cuento “la Isla” del libro “Cuento de Terror de la boca del túnel” de Chris Priestley

Espero que les haya gustado, los caps de mañana y pasado serán el punto álgido de todo lo que preparé para esta tenebrosa temporada. >=D

Falta 1 día para Halloween *w*

M: quiero mi historia.
Yo: quizá pronto *se va*
M: ¡¿Qué significa eso?! *le grita pero ella ya se ha ido*
B: bueno, andando Watson
M: -.-U ¿por qué tú vas a ser Sherlog?

(?   

 


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