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Reitragedia por AkiraR_TakanoriR

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Notas del fanfic:

Esta es mi participación del desafío Fobós, y vaya que fue un desafío, si hay algo que no me gusta es: muerte de personaje y terror. Aunque realmente el terror no sea lo mío, quise plasmar ciertos miedos que podríamos tener, aunque claro, algo exagerados, en fin espero que lo disfruten y tengan un feliz Halloween~

Cuando vives en una ciudad pequeña, no es difícil que las personas crean conocerte, saber tu vida, la historia de tu familia, pueden juzgarte a su antojo, aquí solo puedes ser una persona normal o convertirte en el fenómeno de la cuadra.

Esto lo aprendí al mudarme a esta nueva ciudad, un pequeño suburbio de gente de elite, el trabajo de mi padre nos había adentrado a este nuevo estilo de vida. Canastas de víveres llegaron a mi puerta, mujeres finamente vestidas iban a darnos la bienvenida y mi madre era la encargada de recibirlas, ella realmente estaba encantada con la hospitalidad de la gente, mientras mi padre trabaja todo el día, yo terminaba de acomodar mis cosas en mi habitación, igual no tenía ganas de convivir con las vecinas.

Aburrido de guardar ropa, miré por la ventana que daba al jardín delantero, descubrí que la jardinera de pared era una perfecta escalera para salir cuando quisiera que no me descubrieran, eso era una gran ventaja para mí, decidí probar la nueva ruta de escape apoyando el pie derecho en uno de los agujeros que tiene la jardinera, hice fuerte presión a ver si no cedía, estaba totalmente firme así que continúe con mi salida, apenas logré llegar al suelo me volví a trepar para subir a la habitación, aunque a medio camino algo me llamó la atención; la figura de una persona se asomaba en la puerta de vidrio que había en la casa de a lado; se escondió tan pronto notó que miraba fijamente en su dirección, aunque no me sorprendía, si viera  a mi vecino colgando de la pared también lo creería algo extraño.

Volví a entrar a la habitación intentado ver que más lograba descubrir de la casa de a lado, en el patio no había mucho que observar, sólo artículos de jardinería que probablemente usaron previamente, la puerta de vidrio a un costado de la casa ahora era completamente cubierta por una cortina de tela blanca, las demás ventanas estaban cerradas, así que no pude espiar mucho; por lo tanto me rendí y volví a mi tedioso trabajo.

Al día siguiente tuve que ir a la escuela a la que me habían inscrito, no fue una sorpresa la gran cantidad de miradas que se dirigían hacia mí, el nuevo chico era la novedad en cualquier lugar. Entrando al salón fue más notoria la atención que generaba mi presencia, pero me sorprendió ver la mirada de terror de mis compañeros aun cuando seguía de pie frente a la puerta, no había pasado ni un segundo y sentí una mano en mi hombro por un instante, miré quien me había tocado encontrando a un chico rubio con un curioso trapo en la cara cubriéndole la nariz, me dio algo de gracia, pero la reacción  del grupo fue todavía más interesante al mirarme con horror, de algunos compañeros hasta se escuchó un alarido.

El maestro llegó y nos mandó a sentar, aunque  a mí me hizo levantarme de nuevo para presentarme ante el grupo.

Mi nombre es Matsumoto Takanori, vengo de Kanagawa, por favor cuiden de mi Dije sin gran emoción, la primera impresión fue algo extraña por lo que todos me miraban serios; todos menos aquel rubio quien se había sentado a mi lado de mi asiento en algún momento que no me di cuenta, él sonreía, pero su sonrisa era extraña, un leve escalofrío recorrió mi cuerpo así que fui a sentarme de nuevo, aunque no era nada conciliador que aquel extraño estuviera a mi lado.

Durante toda la clase pude notar su mirada clava en mi persona, volteé a verlo lo más serio que pude ¿No vas a poner atención a la clase? le pregunté en voz baja.

No, tú eres más interesante me respondió con tono divertido.

Suspiré resignado, seguramente nada de lo que le diga servirá para que deje de mirarme; cualquiera miraría a otro lado disimulando su acción, pero él no, lo aceptaba orgulloso, era demasiado extraño este tipo, pero eso no me daba respuesta de porque el rechazo de todos.

Al fin había terminado el primer periodo, todos salimos al descanso menos el extraño, saliendo al patio un chico me alcanzó, supuse querría hacer plática.

No te sugiero te juntes con Reitragedia me comentó con voz baja.

¿Disculpa? ¿Reitragedia? repetí con algo de gracia el apodo del extraño.

Se hace llamar Reita, pero te advierto, quien sea que tenga contacto con él, algo muy malo le sucede, por ello el Reitragedia. Aunque sonara divertido su apodo, la expresión del chico no era divertida, al contrario, parecía temeroso, y más que volteaba a ver a los lados a cada momento, temiendo quizás que alguien lo escuchara.

Miré junto con él a los lados percatándome que en una ventana estaba él, de nuevo con la vista dirigida hacia mí, ya me estaba hartando de este chico y no tenía ni un día de conocerlo; me fui sin despedirme de mi compañero, no me interesaba lo que decía, no me creía lo que decía la gente.

Volvimos a clases esta vez procuré sentarme lo más lejos que pude de Reita, su mirada insistente me estaba volviendo loco, mis nervios estaban en su límite, tenía ganas de levantarme y gritarle miles de insultos para que me dejara en paz, no teníamos ni un día de conocernos y ya sentía ganas de golpearlo, en fin que las clases acabaron dejándome con los nervios totalmente alterados, tomé mi mochila y casi salí corriendo del salón, al estar en el patio me relajé, ya le llevaba ventaja a ese acosador, fui camino a mi casa, no era muy lejos por lo que no me molestaba caminar, una sensación extraña me recorrió la espalda, la misma que había tenido todo el día, escuché que alguien caminaba atrás de mí, miré hacia atrás encontrándome a Reita quien me seguía muy de cerca por lo que me detuve y me le enfrenté.

¿Puedes dejarme en paz? ¡No tengo idea de que es lo que quieres pero me tienes harto, deja de seguirme! Grité encolerizado, agitando mis manos como un desquiciado mientras me enfrentaba a mi asechador.

¿Seguirte? Que divertido, mi casa es por aquí se burló de mi volviendo a caminar y yo seguí mis pasos a su lado avergonzado por haberle gritado de esta manera cuando esta vez había sido una confusión de mi parte.

Disculpa que te haya gritado, me tenías alterado con tanto observarme en el día ¿No crees que es un poco extraño? — pregunté a modo de broma, reí un poco para que lo entendiera, supongo que lo entendió pues igual sonrió.

— Discúlpame tú a mí, pero te me haces un chico de lo más interesante, y algo extraño.

— ¿Algo extraño? Tú eres quien parece acosador — fingí indignación.

— ¿Cómo no te voy a creer extraño cuando ayer te vi colgado de la pared de una casa? ¿Y si eres un ladrón?

— Es mi propia casa, acabamos de mudarnos y descubrí esa manera para fugarme de vez en cuando — me defendí, para ese momento ya estábamos casi en la puerta de mi casa.

— Yo vivo aquí — señaló la casa de a lado, allí fue donde me di cuenta que fue él quien me observó ayer.

— Entonces desde ayer me estas acosando — le di un golpe con el codo riendo y él me contestó con una risa tímida.

— No te acoso, sólo que me gusta lo que veo, me gusta dibujar y me gustaría algún día me permitieras retratarte.

— ¿En serio? Yo también dibujo — exclamé con emoción, la extraña sensación que me provocaba ese sujeto había desaparecido por completo, ahora quería conocerlo, saber más de él y ver que tanto teníamos en común, puede que nos hiciéramos amigos.

— ¿Aceptas mi propuesta?

— Por supuesto, igual intentaré hacer algo para ti — me dirigí a mi puerta mientras me despedía con un gesto con la mano.

Los días pasaban y ya me había hecho de un amigo, y me convertí en un repelente social, la gente se apartaba de Reita, se cambiaban de acera cuando lo veían pasar, ahora yo también era rechazado por que me veían con él, se decía que pronto algo me pasaría, que la tragedia ya me seguía. En una ocasión mi madre me abordó preocupada por los rumores que escuchó de Reita.

— Cariño, supe que últimamente te estás juntando mucho con el chico de a lado, Akira — lo nombró preocupada mientras yo comía el arroz que me había servido.

— Si, es mi amigo, puedo imaginar que te han llegado los rumores acerca de él — le contesté desinteresado.

— Taka, si te digo esto es porque te adoro, ese chico sólo trae problemas, no es coincidencia que las personas cercanas a él desaparecieran, y la muerte de ese chico sin explicación, todavía siguen sospechando de Akira — mi madre parecía realmente preocupada, en sus ojos había miedo que algo me sucediera.

— ¿Muerte de un chico? Mamá, esos son rumores, Reita sería incapaz de matar a alguien — intenté parecer sereno, aunque la idea de que Reita ha estado involucrado en algunos delitos si me llegó a mortificar.

— Un chico iba regresando de un viaje, Akira lo esperaba en el aeropuerto, alguien  en la dirección de él le disparó, fue algo rápido, nadie vio nada, él dijo que  se haría cargo, que lo llevaría a un hospital, fingió checar que estaba vivo y se lo llevó a un hospital pero dijo que en el camino murió desangrado.

—Brindó apoyo a su amigo, no tienen por qué incriminarlo por ello —le dije ya alterado.

— ¡El cuerpo lo entregó sin cabello! ¡Aquel chico estaba calvo cuando fue entregado a la familia, eso no es  normal! — mi madre se puso histérica, los rumores acerca de Reita la estaban consumiendo.

— Esos son chismes madre, si conocieran a Akira como yo le conozco sabrían que él no es nadie peligroso, sólo porque no es como los snob que viven aquí, dicen que es raro, yo tampoco soy como ellos y por eso me critican a mí también — no quería pelear con mi madre, pero sabía a qué llegarían sus miedos y yo no deseaba apartarme de Reita.

—Las únicas personas que le dieron una oportunidad así como tu han terminado desapareciendo, no es normal, por mucho que se le ha investigado siempre sabe cómo salir ileso, ese chico debería estar en la cárcel — La voz firme de mi madre me alertó, sabía que aquí vendría el castigo. — A partir de hoy no te quiero cerca de él, hijo, lo hago por tu propio bien, aléjate de ese muchacho, me moriría si algo te pasa, si te separan de mi lado. —Las lágrimas de mi madre empezaron a brotar, probablemente se imaginaba buscándome desesperada por no encontrarme.

Suspiré, sabía que no importaba lo que dijera, no haría cambiar de opinión a mi madre, ya había etiquetado a Reita como peligroso, con el tiempo ella se daría cuenta que todo era mentira, Reita no era lo que decían.

— Está bien, no te preocupes por mí, estaré bien madre — le sonreí leve, pero ella me abrazó y siguió derramando lágrimas que mojaban mi hombro.

Apenas se controló se fue a su habitación, después de llorar siempre le daba dolor de cabeza, una siesta la calmaría, debía aprovechar el tiempo y mi salida de emergencias, al fin tenía la oportunidad de utilizarla.

Dejé que pasaran unos minutos después que se acostara, mientras me asomé a la ventana para ver si Reita estaba en su casa, no logré ver nada, aun así decidí ir a verlo, nunca había estado en su casa, no era mala idea ir a visitarlo.

Bajé con cuidado por la jardinera, di un salto para terminar de bajar lo que restaba de altura, me sentí como algún protagonista de las películas que me gustaban, reí ante la tontería que pensaba y fui a la casa de Reita.

Toqué el timbre y aguardé unos minutos, cuando volví a tocar la puerta esta se abrió, asomándose Reita se mostró sorprendido de verme allí.

— Hola ¿me extrañaste? — pregunté juguetón mientras intentaba pasar a su casa pero su mano me detuvo sujetándome por el brazo.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó algo serio

— Vine a visitarte, nunca tuve la oportunidad de conocer tu casa — ahora el sorprendido era yo, el que no me dejara entrar fue muy extraño, no me esperaba aquella reacción.

— Disculpa, mis padres odian que la gente entre a la casa, podemos vernos luego — se rascó el cuello algo tenso, yo le sonreí para que se relajara.

— Dudo que pueda salir contigo en un tiempo, hace rato tuve una charla muy incómoda con mi madre.

Él se sentó en el escalón y palmeó a su lado para que yo me sentara, sonreí más tranquilo y me senté a su lado.

— Ya le han dicho mi historial ¿verdad? — se carcajeó fuertemente, su risa era contagiosa por lo que no pude evitar reírme igual. — Espero que no creas esas tonterías.

— Para nada, conozco como son las personas y su habilidad para inventar mentiras, hace algún tiempo decían que yo era una mujer que se vestía de varón. — le confesé entre risas, no era la primera vez que me veía envuelto entre habladurías de gente sin que hacer.

— Me alegra, no es la primera vez que sucede — un amago de sonrisa se hizo presente en sus labios mientras miraba hacia el suelo — ¿Sabes? No quisiera te apartaras de mí, eres realmente divertido, y nunca había logrado expresarme tanto con alguien, eres perfecto para mí.

Le miré extrañado, ¿perfecto para él? Aquellas palabras podían interpretarse de muchas maneras.

— No me digas que eres gay— me reí fuertemente — dudo mucho ser perfecto para alguien.

Un codazo en las costillas me hizo parar mis risas mientras las de él eran las que sonaban ahora — claro que no, no me mal interpretes — posó su mano sobre mi cabeza revolviendo mis cabellos, odiaba cuando hacía eso.

— Entonces no digas cosas que se mal interpreten, además, jamás dejaría me dieran por el trasero.

— Estoy empezando a creer que quieres algo más conmigo, las bromas revelan verdades que no queremos decir.

Ésta vez fue mi turno para golpearlo, y así estuvimos algún rato platicando, le quería, no podía negarlo, pero no  sé side manera romántica, sólo le quería.

Regresé a casa casi al anochecer, mi madre ya debería haber despertado, esperaba que hubiera hecho cena pues moría de hambre, me despedí de Reita y me fui a casa, regresé a mi habitación esperando el momento que me llamaran para cenar, eso no tardaría mucho.

Al día siguiente en la escuela esperaba con ansias a Reita, la escuela sería el único lugar donde podría verlo tranquilamente, me senté al final del salón, donde Reita y yo nos sentábamos regularmente, nadie se acercaba a nosotros, los maestros no nos llamaban la atención por miedo a Reita, las clases eran pacíficas, al menos para nosotros; pero algo no estaba bien, pasaron los diez minutos de tolerancia que nos daban los maestros y Reita no llegaba, el maestro de literatura llegó y comenzó a dar la lección del día, el ambiente en el salón era diferente, más relajado porque Reita no estaba presente; montón de idiotas, mejor puse atención a la clase, de vez en cuando no era malo escuchar al profesor si no quería repetir el curso, creo que por estas cosas es que dicen que Reita es mala influencia.

El día terminó, sentí el peso de la soledad, me fue peor ya que no llevé nada para distraerme y el celular había quedado sin batería, caminé a casa a paso rápido, no tardé demasiado en llegar, pasé junto a la casa de Reita, todas las luces estaban apagadas, eso me desconcertó, ya necesitaba un cargador para poder llamarle y saber que estaba bien.

Entré a mi jardín, las luces de mi casa estaban igual apagadas, no había ruido, todo estaba cerrado, nada que me indicara que mis padres estaban en casa… vaya error.

Metí la llave en la puerta, algo en mí se despertó, ese sentimiento que alguien me vigilaba había regresado, no pensé nada, no era nada malo; abrí la puerta y sentí algo húmedo en mis zapatos.

— Estoy en casa — grité por costumbre mientras daba pasos marcados sintiendo algo espeso en el suelo, eso me tenía desconcertado, busqué el botón de la luz y cuando la sala se iluminó un grito de horror se me atoró en la garganta.

No pude emitir ningún sonido, estaba mudo y las lágrimas de pronto humedecieron mi rostro y morían en mis labios entre abiertos por donde intentaba respirar.

Los cuerpos sin vida de mis padres estaban clavados en la pared, ambos desnudos y con una abertura que me permitía ver el interior de sus cuerpos sin órganos, los cuales estaban revueltos en el suelo, los pliegues de piel que exponían su interior estaban abiertos como si un libro se tratara y de estos varios clavos los pegaban a la pared, igualmente con los brazos y piernas.

Sollozando me acerqué a ellos, apenas y toqué el pie de mi padre, comprobando que realmente estaban allí; grité con todas mis fuerzas que sentí que se me desgarró la garganta, mis piernas flaquearon y caí de rodillas manchándome de más sangre tocando los órganos de ellos por lo que seguí gritando al borde de la locura.

Me levanté como pude, sabía que estaba lleno de sangre, de igual manera intenté salir de la casa para pedir auxilio, no quería creer lo que veía, no quería creer que esto estaba pasando.

Apenas salí me encontré a Reita quien me miró asustado. — Ruki ¿estás bien? —preguntó atrapándome entre sus brazos.

Lo abracé con gran fuerza, lo apreté llorando con todas mis fuerzas, gritando y gimiendo sin control. Me llevó a su casa, en ese momento no pensé en que era la primera vez que entraba, me jaló una silla de madera y me senté mientras Reita iba por algo, no escuché que había dicho, no entendía nada, sólo lloraba.

Sentí algo frio cerca de mi mano, era Reita quien colocaba un vaso con agua fría en mi mano.

—Tómalo, te calmaras y podremos hablar — sólo dijo eso y yo bebí el agua, tenía un sabor raro pero imaginé era por la sangre en mi boca. —Listo, ahora podemos continuar — expresó con una gran sonrisa, pude ver sus dientes blancos que formaban una extraña sonrisa, y sus ojos mostraban alegría, le miré extrañado pero al fruncir el ceño sentí un fuerte mareo, cerré los ojos y escuché una pequeña risa por parte de Reita quien me tomaba de la mano.

Me jaló para que caminara junto a él, no quería pero mi cuerpo no reaccionaba y terminé yendo con él, quise gritar, insultarlo, golpearle; lo que sea con tal de que me liberara, pero mi cuerpo no me obedecía, no podía ni hablar, mis parpados además de estar hinchados por el llanto se empezaron a cerrar sin que pudiera controlarlo.

 

Sentí algo frio, una punzada que parecía taladrar mi cabeza y cada vez lo sentía más doloroso, abrí los ojos de golpe al sentir una punzada  especialmente dolorosa, grité de dolor, no podía reaccionar, quería mover la cabeza para esquivarlo pero no lo lograba, entonces vi a Reita parado enfrente de mí.

— Pensé que ibas a dormir más — me dijo como si nada mientras sentía que me punzaba la cabeza.

— ¿Qué demonios me estás haciendo? —grité con furia y dolor, sólo veía un hilo asomarse en su mano donde seguramente había una aguja que era la que producía mi dolor por lo que intenté de nuevo mover la cabeza pero la tenía bien sujeta a la camilla donde estaba acostado.

—Tenías razón, no eres perfecto para nadie, pero yo te haré perfecto —sonrió como si nada mientras yo intentaba liberarme de mis ataduras mientras gritaba con fuerza. — ¡No te muevas! — me gritó terminando de espantarme.

— ¿Por qué haces esto? — pregunté entre lágrimas, ya para esto sabía quién había asesinado a mis padres.

— Porque estoy aburrido — respondió sin más, yo estaba impactado como era posible que existiera alguien como él, no mostraba culpa ni asco de lo que hacía, mientras yo sentía que los minutos se me estaban agotando.

Tomó unas tijeras y cortó el hilo, dejó sus instrumentos en una mesa que tenía a lado y me puso un espejo enfrente, una especie de sutura atravesaba mi frente, parte de tejido ajeno lo había unido a mi cabeza junto con el cabello largo y negro de otra persona, grité de horror al verme y me retorcí con fuerza intentando liberarme mientras Reita dejaba el espejo a un lado e iba en busca de una hielera la cual arrastró hasta dejarla a lado de mi cama.

— Si te pones así, no me imagino como te pondrás cuando te coloque tu brazo nuevo —expresó sacando el miembro que tenía entre hielo.

— ¿¡Qué!? ¡Eres un maldito! Déjame ir, cabrón desgraciado — me movía con más fuerzas, de un momento a otro sentí que mis ataduras se aflojaban; por eso me movía con rabia intentando liberarme.

— Claro que no lo soy, tienes una marca muy fea en tu brazo, vamos a reemplazarlo solamente — tomó un pedazo de tela y una vara, intentó rodear mi brazo izquierdo con la tela pero mis movimientos se lo impedían. — Estoy harto — dijo enojado mientras de su pantalón sacaba un taser con el cual me dio algunas descargas haciéndome gritar.

— ¡Quédate  quieto! —me gritó nuevamente mientras me volvía a dar otra descarga algo más prolongada.

Mi cuerpo cansado quedó flácido en la cama mientras colocaba la tela en mi antebrazo y con la vara hacia una llave, había hecho un torniquete el cual apretaba sin consideración, la garganta la tenía seca de tanto gritar, quería retorcerme de tanto dolor, pero temía a otra descarga con ese aparato. Mi brazo empezó a entumirse con rapidez, sentía mis dedos hinchados; como si fueran a explotar, cuando Reita dejó de apretar su torniquete y lo vi agarrar una sierra, sólo pude maldecir por dentro.

— ¡Suéltame! ¡Por favor! Te lo suplico, Reita, no me hagas esto — lloraba sin parar pidiendo piedad, tanto miedo tenía de lo que me haría que el orgullo había desaparecido.

Cómo era de esperarse, él me ignoró completamente, colocó los dientes de la sierra sobre mi piel, con movimientos rápidos desgarraba mi piel, la sangre salía provocándome escalofríos, el dolor ya era inaguantable, sólo deseaba desmayarme o morir rápido para no seguir sufriendo esa tortura. Volví a moverme, si me iba a matar electrocutado, a golpes, desangrado, lo que sea, que lo hiciera, yo sólo deseaba mi muerte.

Escuché un gruñido de su parte al no poder cortar como deseaba, paró buscando de nuevo su taser mientras yo me movía desesperado hasta por fin poder liberarme  de mis ataduras.

— ¡Mierda! — Gritó cuando logré deshacerme de las ataduras.

Corrí con fuerzas intentado escapar de esa casa, Reita  me perseguía y estaba a punto de alcanzarme de nuevo, mi brazo dolía a no más poder, me sujeté del torniquete para evitar que sangrara ¡Tenía una esperanza de vida!

Atravesé un pasillo buscando la salida y con dificultad llegué hasta una escalera, sin detenerme bajé dos escalones pero Reita me logró sujetar.

— No te escaparas tan fácilmente, Ruki — me dijo con rabia mientras me apretaba los brazos, el brazo izquierdo me dolía de manera indescriptible, pero la adrenalina del momento logró que lo ignorara y poder luchar contra su agarre.

Le sujeté a como pude del cuello, jalando su cuerpo para que cayera de la escalera, él me jalaba hacia arriba para que yo no cayera, me quería vivo, la fuerza de ambos fue tanta que ambos caímos.

El torniquete se liberó, mi brazo liberaba sangre con fuerza, me sentía desmayar, miré a mi lado y Reita yacía a lado mío, de su cabeza igual brotaba sangre.

 

 

Todo terminó…

 

 

Intenté levantarme, mis ojos pesaban y las fuerzas se me iban suspiré, lloré rogándole a Dios que no me dejara morir, caí de nuevo pues mis piernas y brazos no tenían la suficiente fuerza, lloré mientras me desangraba, lloré por mis padres cruelmente torturados, lloré por mi vida que quería salvar. Con eso en mente logré ponerme de pie, caminé un par de pasos y sabía que lo lograría.

Una mano sujetó mi tobillo, miré hacia atrás mientras mis ojos volvían a humedecerse producto del pánico, Reita tenía los ojos abiertos, ardiendo en rabia contra mí, me sujetaba tan fuerte del tobillo que pensé que se quebraría, sentí que me iba a desmayar. Sólo cerré los ojos… y caí siendo su risa lo último que escucharía.

 

Notas finales:

Hora publicación: 21:45. Espero aun estar entre la hora de Amor Yaoi, cualquier cosa escribiré la hora en que lo publiqué. Gracias por permitirme participar en este desafío, vaya que lo gocé y lo sufrí como no me imaginé y les deseo mucha suerte a los demás participantes.


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