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Contrariamente atrayente por ZAHAKI

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Notas del fanfic:

Bueno, me siento en la necesidad de confesar que es la primera vez que me siento en pánico por el debut en algún fandom, frecuento más los de games u otros menos queridos y esto es algo completamente nuevo para mí, pero creo que necesitaba hacer algo de estos dos.

 

Notas del capitulo:

Estos personajes forman parte de mi nueva obsesión -varios en realidad- pero por ahora, comenzaré con ellos. Con respecto al fic, es algo sencillo, nada trascendental. Al notar que tenía las tablas abandonadas decidí dedicarle a ellos algo ligero con los pecados capitales, si bien al principio iban a ser viñetas, terminó extendiéndose sin que me diera cuenta. A su vez, me siento en la necesidad de comentar que cada capítulo y el pecado en cuestión puede venir de parte de uno y del otro o de ambos, como es en el caso de envidia (que ya lo tengo escrito), y que también se puede reflejar de la manera más tonta. ¿Recomendación? No le busquen sentido que no lo tiene.

El título por su parte, nació de una idea con respecto a los polos opuestos, bla bla bla. Partiendo de la idea de que la mayoría compartimos los mismo demonios a pesar de que se manifiesten de distintas maneras y que en extrañas ocasiones puede ser motivo de aversión o atracción. Realmente nada trascendental.

Por otra parte tendrán que disculparme de antemano cualquier dedazo/error, he desistido de pedir correcciones porque mi persona de confianza está ocupada y no quiero importunarle.

Disclaimer: Saint Seiya The Lost Canvas, para alegría de muchos, pertenece a Masami y Teshirogi.

Contrariamente atrayente


-Ira-


Kardia era un amor.


Aquello se reflejaba en una palpable realidad constatada por la armonía que se establecía cuando era el centro de un espacio, bien sea por su carisma o su facilidad de adaptación. Una realidad que nadie –a viva voz- ponía en duda y si lo hacía, al menos nunca daban muestras de ello. A excepción de Sísifo, pero ese era un minúsculo detalle sin importancia.


En distintas situaciones y contextos era evidente que encajaba. Sus compañeros de trabajo lo amaban, y ¿cómo no amarlo? Se sabía que era un joven vivaracho, animado y aunque no destacaba por prudencia y educación, su amabilidad se sobreponía con fuertes bases, tanto con sus clientes como con sus allegados. Al menos el vejete de Sage, que antiguamente se quejaba de su no muy óptimo desempeño, en la actualidad no se reprimía al añadir que su manera de resolver conflictos y cambiar la situación a su favor, había dado un irónico giro a su forma de trabajar, y que sus resultados compensaban con creces su desorden.


Si Kardia tuviera que pedir algo, sólo sería una dotación de manzanas de por vida. Todo era perfecto. Buen empleo, gente divertida, clientes considerados. En resumidas cuentas, él era perfecto y su vida también.


O al menos lo era.


El griego con una inusual expresión de amargura, instalado cual bicho en alerta desde su escritorio, podía ver al causante del declive de su perfecta y alegre vida. Dedos entrelazados a la altura de su nariz le otorgaban al muchacho una apariencia de atípica retracción que se reflejaba en los agudos ojos que enfocaban a un solo punto con claras intenciones de mantenerse así lo que quedaba de vida, si fuese posible. Enfocados hacia el punto que no sólo le había robado su imperio de relación y buen ambiente sino también, toda la atención.


Podía sentir los músculos en torno a su cuello y mandíbula tensándose al sentir un sordo alboroto que dejaba caer una pesadez en el ambiente, una de esas de las que tenía por costumbre disipar con sus intervenciones. Sin embargo, esta pesadez era inusual, no fuera del alcance de sus dones, pero lo que expedía le hacía experimentar una irritación que se acentuaba con los torpes participantes.


Desde su posición contempló como incluso Calvera parecía nerviosa y torpe cada vez que se acercaba a dejar algún folder sobre el escritorio de su contrincante. ¡Por favor! ¡Con él nunca se había puesto así de linda! Y ahí iba, casi dando trompicones por no poder apartar la vista de señor cara congelada.


Destruyendo la muralla de su anterior posición, bufó cerrando los brazos sobre su pecho con tal firmeza que incluso su cuerpo parecía un poco más grande de lo que realmente era, una pausada respiración se cerraba en su cuerpo en prolongadas exhalaciones, pero estaba infinitamente lejos de experimentar tranquilidad, situación que evidenció su enfurruñada expresión.


—Pareces un niño—escuchó decir a una dulce voz seguido del suave chirrido de una silla siendo arrastrada a su lado. Kardia ni siquiera movió las pupilas pues la voz era más que conocida para él—. Se te harán arrugas si sigues haciendo esas caras.


—No fastidies, Sasha—respondió de mal talante—. No estoy de humor.


Bueno, eso era evidente, concluyó Sasha con un gesto tímido mientras reprimía mover la cabeza en negación. Era bien conocido que una de las razones por las que Sísifo no se llevaba de perlas con el joven griego se debía a la confianza con la que Kardia se dirigía a la hija del jefe. Todo el mundo concordaba en que el comportamiento del muchacho de cabello cerúleo era irreverente pero el único que se empeñaba en armar verdadero drama era el jodido rubio que no perdía la oportunidad de intentar destacar.


Envidia, evidentemente.


Sasha, como siempre tan perceptiva sin hacer alarde de ello, notó de inmediato qué era lo que causaba molestia en el muchacho. Una mirada hacia donde se encontraba el nuevo analista fue suficiente para saberlo. Aun así, preguntó para dejar que el mismo Kardia diera su opinión sin provocar que esto alterara su espacio, lo que podría terminar siendo contraproducente.


— ¿Ocurre algo con el nuevo analista?


La respuesta vino en forma de un fuerte resoplido por la nariz sumado a una expresión despectiva que no podía disimular molestia alguna. Si algo tenía ese chico era que su cuerpo hablaba perfectamente por él sin que se enterara. Kardia pareció aburrirse de su posición porque procedió a instalar la barbilla ladeada sobre los nudillos de su mano izquierda mientras que algunas arrugas en su entrecejo se pronunciaban formando montañitas de molestia. Sasha paciente y acostumbrada al comportamiento infantil de éste se resignó a esperar tomándose sólo el atrevimiento de aproximar un poco más la silla para presionar una respuesta oral, mirándole con inocente curiosidad; cosa que por lo general, funcionaba con el muchacho.


—Es un ególatra—respondió simplemente al cabo de varios segundos mientras que Sasha con un par de rápidos parpadeos se preguntó si no había seleccionado la palabra al azar para justificar su enfado—. Le gusta tener la atención de todos—completó respondiendo a la pregunta mental de la chica haciéndole reír interiormente.


Otra mirada hacia el escritorio del frente y a ella no le costó entender que Kardia exageraba. Dégel no le parecía un muchacho que disfrutara precisamente de tener la atención sobre sí, aunque por su seriedad terminara logrando el efecto contrario. Una sonrisita tímida afloró en los labios de la adolescente encontrando divertida la situación.


—Deberías hablar con él— propuso y Kardia de inmediato la miró como si hubiera dicho una gran estupidez que para colmo, no era nada graciosa. La ceja de éste se elevó como si esperara a que se retractara, mas no ocurrió—. Después de todo, te toca tratar directamente con el analista para las estrategias del próximo año.


Kardia bufó nuevamente al quedarse sin argumentos. Sasha pese a su apariencia juvenil teñida de fresca inocencia, terminaba inspirando una confianza y asertividad que lograba que sus opiniones fuesen escuchadas a pesar de su corta edad, el griego no estaba exento de ello aunque no la tratara con el respeto que todos le profesaban, casi a la rendición de sus pisadas. Parecía un hermano mayor que atendía a los consejos de su hermanita, aunque muchas veces de mala gana.


Él la miró largamente para luego dejar caer su vista sobre el otro—No prometo nada—aceptó sin mucho ánimo, pero para Sasha eso era más que suficiente.

Notas finales:

He aquí el monstruo, subiré los demás apenas tenga oportunidad.


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