En una casa de las afueras de la ciudad, ubicada en una de las residencias más modestas de esta misma, se encontraba una joven de largo cabello negro azulado, atado en una media coleta y llegándole a media espalda, con la piel blanca y ojos color miel vestida con un pantalón de mezclilla y una blusa de un azul claro casi blanco y encima un delantal de color azul marino, llevaba una escoba en la mano derecha y una bolsa negra en la izquierda.
- ¡¡Esto sigue siendo un desorden!! –grito soltando lo que llevaba en las manos, se encontraba en el estudio que ocupaban sus padres para su trabajo –no puedo creer que trabajen en este lugar—menciono en un suspiro mientras veía la cantidad de libros esparcida por toda la habitación.
Con un suspiro un poco más largo se dispuso a recoger y ordenar cada uno de los libros, documentos, y cosas que se encontraban en ese estudio. Pasaron varias horas y ella no veía el fin de ese cuarto, comenzó a guardar cada una de las cosas en los diferentes muebles, en el escritorio coloco los documentos que ella creía importantes, en el librero cada uno de los libros de su adorado padre y las cosas que no creía importantes las guardaba en cajas o simplemente las desechaba. Pasó otro par de horas y por fin solo le faltaban unas dos cajas por guardar pero a diferencia de las demás estas las pondría en el desván, al fin y al cabo seguían siendo libros que ya no tenían espacio en el librero, así que con cuidado subió las escaleras para llegar al desván. Entro con cuidado y puso las dos cajas de tamaño mediano al final de un pasillo creado por cajas de diferentes tamaños, cuando se disponía a salir tropezó con uno de los libros que se encontraban dispersos en esa habitación, al haberse tambaleado por dicho objeto y para no caer se sujetó de una de las cajas cercanas a ella, provocando que los objetos que esta tenia encima se cayeran. La morena solo cerró los ojos por el ruido producido y antes de volver abrirlos suspiro.
- Más trabajo—dijo y abrió sus ojos observando como varias cajas pequeñas estaban esparcidas por el piso y como una que otra se abrió vaciando su contenido.
Resignada se incoó en el piso para comenzar a recoger los objetos y dejarlos como estaban, sonrió con alegría al notar que varias de las cosas le pertenecían, eran de hace muchos años atrás cuando ella y sus hermanos eran pequeños, fotografías, ropa pequeña y juguetes. Reía con cada recuerdo que esos objetos le traían, siguió con su trabajo recordando hasta que algo le llamo la atención. Levanto una caja pequeña parecía una caja de zapatos y en su tapa se distinguían las letras “ultra secreto”, movida por la curiosidad retiro los cordones que la envolvían y la abrió.
- ¿Y esto?—se preguntó a si misma al mirar en el interior de la caja, en ella se encontraban fajos de cartas muy bien acomodados, tomo uno en sus manos y saco una de esas cartas—tienen el nombre de mi papi, pero otra dirección
La intriga de esas cartas se hizo ver en su rostro, se apresuró a recoger lo que le faltaba y a una velocidad increíble bajo hasta la sala de su hogar con esa caja de zapatos. Uno por uno de los fajos de cartas fueron sacados y desarmados.
- Esto es de hace casi 20 años –dijo al abrir una de las cartas y observar la fecha. Repitió la acción con cada una de las cartas viendo que todas eran aproximadamente del mismo año, las acomodo de acuerdo a como suponía se fueron escribiendo.—bien estas son del mismo año—dijo al terminar—pero ¿y las demás?—su vista se dirigió a unas cuantas cartas que variaban en su fecha, ya sea porque tenían meses o un año de separación.
Se quedó un momento meditando, sabía que esas cartas eran de su papi pero no había visto quien las había escrito, se mordio el labio inferior y tomo las cartas que tenían el año más antiguo y comenzó a leerla en voz alta.
“Para: Hiro-san…
Ya me acostumbre al ambiente de aquí y me encuentro bien pero…
Últimamente tengo muchas ganas de verte, el sentimiento es tan fuerte, que me es difícil controlarlo…
Hiro-san quiero verte, quiero verte, quiero verte…
Hiro-san, te quiero.
Kusama Nowaki”
La hoja que sostenía se encontraba temblando porque sus manos hacían lo mismo, su flequillo tapo sus ojos.
- Kyaaaaaaah –un grito de emoción salió de su garganta—son de padre, esta cartas son de padre para papi
Dijo la morena emocionada mientras que con una sonrisa se dispuso a leer cada una de esas cartas que acomodadas se dispersaron por toda la sala conforme iba pasando el tiempo. La chica cambiaba de expresiones mientras avanzaba la lectura.
- Padre estuvo sufriendo mucho se separó de papi por un año –dijo con una línea delgada como sonrisa— ¿pero por qué papi no le contesto?
Continúo hasta terminar con las cartas que habían sido escritas en ese lapso de tiempo. Miro la caja de zapatos y tomo las cartas que le faltaban, y así al igual que las anteriores tomo la que mostraba la fecha más antigua que curiosamente era el año siguiente al que estaban escritas las anteriores cartas.
Para Hiro-san
Han pasado ya siete años desde que nos conocimos, y aun lo recuerdo como si solo hubieran sido unos días. No sabes cuánto te amo. Quiero verte todos los días de mi vida, quiero que estés conmigo todos los días. Te amo, te amo, te amo.
Y antes de que te preguntes el motivo de esta carta, es solo un presente de mi corazón hace mucho te vi emocionado con las cartas que te intente mandar en ese periodo de tiempo en el que me fui a estudiar a los Estados Unidos, creí que esta era la mejor manera para celebrar nuestro aniversario.
Te amo te amo y nunca me cansare de decirlo TE AMO.
Kusama Nowaki
- Waaaah –sonrió con un leve sonrojo en sus mejillas—Padre están romántico. Ahora entiendo el por qué no fueron contestadas sus cartas.
Siguió con las lecturas de las cartas que en resumen eran cada aniversario de sus padres. Continúo por horas leyendo y emocionándose por los hermosos escritos de su padre para su papa. En algunas cartas se describían el cómo había pedido la mano de su papi en matrimonio, el nacimiento de cada uno de sus hermanos y su nacimiento propio. Y en la última carta:
Para Hiro-san
No puedo imaginar un día sin ti, hemos pasado muchas cosas juntos desde tristezas hasta alegrías, no voy a mentir SOY EL HOMBRE MAS FELIZ DEL UNIVERSO, y lo seguiré siendo siempre y cuando estés conmigo. Nuestros hijos y tú son la razón de mí existir. Todos los días más importantes de nuestra vida están presente día con día, desde nuestra boda, nuestro aniversario, uno a uno el nacimiento de nuestros hijos, todos esos hermosos momentos los tengo presentes, mi Hiro-san no sabes lo feliz que me haces, tú y solo tú eres el amor de mi vida, te lo diré una y otra vez hasta el día de mi muerte. Hiro-san te amo te amo te amo TE AMO.
Kusama Nowaki
- Oohhhh – la chica sonreía con cariño desparramada en el sofá.
- Catarine ¿Qué estás haciendo? – un hermoso castaño de ojos miel, vestido de traje con una camisa blanca con corbata azul y traje gris.
- Papi –Catarine se incorporó al ver a sus papi parado frente a ella y observando cada una de las hojas esparcidas por el sillón y la mesita de centro.
- ¿Qué es todo esto? –dijo el mayor tomando una de las cartas que estaban en el lugar.
- Pues..esto es.. –titubeó la chica.
- Esto…–el castaño reconoció la letra y el contenido de la hoja en sus manos, un tinte rosa pinto sus mejillas y miro a su hija con una leve sonrisa—sabía que algún día las encontrarían pero no espere que tan pronto.
- Papi –la chica sonrió ampliamente—padre es un romántico te escribió muchas cartas
- Lo se hija, estas cartas que me avergonzaban y que siempre esperaba con ansias –dijo sentándose al lado de su hija.
- Pero papi son tan bellas –dijo con corazoncitos en los ojos
- Sus palabras y sus acciones si lo son –dijo con una sonrisa que rápidamente borro—pero no le digas que dije eso, él no debe saberlo
- ¿Qué no debo saber? –un hombre alto con el cabello negro y ojos azules vestido con pantalón y camisa azul con una bata blanca, había entrado a la sala.
- Padre
- De nada de nada –el castaño se apresuró a levantarse y posicionarse frente al oji azul—Catarine ¡recoge eso que sacaste y guárdalo donde estaba!
- Hola hija, Hiro-san ¿Qué es eso que no quieres que sepa? –dijo el más alto de los hombres viendo los ojos miel de su pareja.
- ¿Cómo sabes que no quiero que sepas?
- Porque si no, no te hubieras puesto en el camino de mi visión—dijo con una suave sonrisa mientras aprisionaba a su compañero abrazándolo por la cintura.
- Ca…caterine apresúrate—dijo el castaño con un gritillo antes de ser aprisionado por un beso del más alto.
- YA VOY –grito la chica recogiendo todo ya sabía que su papi tenia esas cartas como su más grande tesoro pero también estaba preocupada porque después de tres días de no verse sabía que su padre aprovecharía cualquier oportunidad de “jugar” con su marido.