– Sé que esto debería hacerlo el padrino, ya investigue e incluso hable con él y, realmente quería hacer esto… toma. – Hoon Min vio cómo su amigo sacaba un par de boletos de su bolsillo derecho del pantalón.
– ¿Enserio? – contempló sorprendido por tal inesperado obsequio.
– ¿Es tu boda, cierto? – sonrió. – Solo son dos días, una despedida en la playa no le hace daño a nadie.
– Tienes razón. – dio un par de pasos hacia adelante – ¡Ven aquí hermano mío! – cortaron distancias entre ellos y se abrazaron intentando volver a reconstruir la amistad que con los años se había distorsionado. Se miraron a los ojos y terminaron por separarse al escuchar la voz de quien en unos meses sería la esposa del menor. – Ya voy – respondió Hoon – dame un par con este hombre, difícilmente nos veremos antes de la boda. – Ella se retiró y entonces continuaron alejándose del resto, para tener un poco de privacidad.
– ¿La amas? – escuchó a Soohyun preguntar.
– Mucho ¿Por qué?
– Porque ya lo sabía, ella es maravillosa.
– Lo sé, es inteligente, preciosa, adora a los niños tanto o más que yo, mis padres la tratan como una hija y…
– Cabe entre tus brazos – Bromeó Soohyun.
– Si… cabe entre mis brazos. Es mi alma gemela.
Soohyun sintió por un instante que el mundo ardía en llamas. El enojo estuvo a un centímetro de poseerlo y solo suspiró cuando este se alejó en pos de una sonrisa al ver como Soyeon se había acercado a ellos sin que la notaran.
Solo podías tener un alma gemela y esa no era la de Soyeon.
– Cuando éramos niños, este chico era todo un coqueto. No paraba de sonreírles a las profesoras para que lo aprobaran con notas superiores al resto. Aun no entiendo como no se me pegaron esas mañas – habló Hoon Min a su novia en referencia a su mejor amigo.
– No creo que haya sido de esa manera, si lo discreto se le nota a distancias – prosiguió ella.
– Pues créelo. Este hombre es un casanova ¡y de los peores! – Rieron los tres.
– Cariño, mi padre quiere hablar contigo, vamos.
– Mi vida...
– Bien – respondió amorosa – pero no demores.
– ¿A qué hora pasas por mí? – continuó, Soyeon ya se había retirado.
– Un cuarto para las nueve estaré en tu casa. No lleves mucho, son solo un par de días.
– No me hagas esperarte. –susurró con el ceño ligeramente fruncido, ambos sabían que llegar tarde no era defecto entre ellos.
– Me… ¿me muestras tu casa?
– Claro, pero sin que nos vea Soyeon. Ya sabes, esta con un montón de cosas en la cabeza, organizar la boda le preocupa.
– ¿Solo por eso? ¿No hay otras razones? – preguntó el mayor coqueto. Nadie los veía o al menos no eran de interés cuando la cena estaba a punto de iniciar.
– No las hay.
– ¿Seguro?
– Sí. – afirmó Hoon.
– Dime Yeo Hoon Min, ¿debo creer lo que sale de tu boca o lo que tu corazón manifiesta?
– Tú… – me conoces mejor que nadie, pensó el futuro hombre cabeza de familia. – tu escoge lo que mejor te parezca.