Tenía una leve, quizá demasiado leve o inexistente esperanza. Lo que de alguna manera deseaba, algo que por su manera de ser siempre terminaba diciéndose que no era posible. Quería que todo hubiera sido un sueño, una alucinación o alguna clase de pesadilla, para así algún día poder despertar.
Pero no, sí de algo tenía certeza en ese momento era de que todo era completamente real, desde el amplio y basto cielo estrellado que alguna vez le gustó contemplar, hasta la tierra roja que se extendía hasta donde le alcanzara la poca visión de la noche.
La madera crujió agónica ante las llamas que la consumían llamando un poco de su atención. El fuego danzaba a causa del leve viento con olor a muerte, creando luces y sombras con los cuerpos que estaban a unos pocos metros de donde se encontraba. Miró sin realmente ver a las dos chicas que se encontraban ahí, ambas completamente dormidas por el cansancio experimentado el día de hoy. No tenía idea pero parecía que habían caminado muchos kilómetros, vagando por el desierto rojo hasta algún paradero del que no sabía nada.
De nuevo la madera crujió. Guio sus ojos al fuego, tratando de perderse de nuevo en este y evitar recordar. Ya no quería volver al pasado, ya no quería avanzar al incierto futuro. Simplemente ya no tenía ningún deseo ni esperanza.
Siempre hay esperanza.
¡Mentira! Si eso fuera cierto ¿Por qué ya no estaba él aquí? Cuando él se fue se llevó consigo todo. Sus esperanzas, su alegría… su amor.
Ésta no es la felicidad que tú querías.
Claro que no. Sólo jugó con sus sentimientos, dándole falsas ilusiones para después dejarlo. Lo había utilizado; como su padre, como Misato… como todos.
Si no los hiciste tú ¿Entonces quien fue?
A pesar de todo sabía que era por completo su culpa. Pero, a pesar de todo lo quería, lo deseaba de nuevo a su lado. A la única persona que lo amó.
Puedo hacerlo porque siempre estoy pensando en ti.
¿Entonces porque no pensó en cómo se sentiría después de su partida?
Cualquier pecado puede ser redimido.
- Yo no quiero la redención, tampoco el perdón. –Su voz apenas audible para que él mismo se escuchara- Yo solo quiero que vuelvas a estar conmigo.
El viento sopló de nuevo. Trayendo una cálida brisa que acarició con gentileza su nuca.
- Yo siempre estaré contigo.
No supo si lo imagino, o si las horas que no había dormido finalmente le hicieron efecto. No le importó. Pero por alguna razón sus ojos comenzaron llorar y ocurrió lo que no había podido lograr desde hace cuatro días. Esa noche por fin pudo dormir.
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Tenía una leve, quizá demasiado leve o inexistente esperanza. Lo que de alguna manera deseaba, algo que por su manera de ser siempre terminaba diciéndose que no era posible. Quería que todo hubiera sido un sueño, una alucinación o alguna clase de pesadilla, para así algún día poder despertar.
Pero no, sí de algo tenía certeza en ese momento era de que todo era completamente real, desde el amplio y basto cielo estrellado que alguna vez le gustó contemplar, hasta la tierra roja que se extendía hasta donde le alcanzara la poca visión de la noche.
La madera crujió agónica ante las llamas que la consumían llamando un poco de su atención. El fuego danzaba a causa del leve viento con olor a muerte, creando luces y sombras con los cuerpos que estaban a unos pocos metros de donde se encontraba. Miró sin realmente ver a las dos chicas que se encontraban ahí, ambas completamente dormidas por el cansancio experimentado el día de hoy. No tenía idea pero parecía que habían caminado muchos kilómetros, vagando por el desierto rojo hasta algún paradero del que no sabía nada.
De nuevo la madera crujió. Guio sus ojos al fuego, tratando de perderse de nuevo en este y evitar recordar. Ya no quería volver al pasado, ya no quería avanzar al incierto futuro. Simplemente ya no tenía ningún deseo ni esperanza.
Siempre hay esperanza.
¡Mentira! Si eso fuera cierto ¿Por qué ya no estaba él aquí? Cuando él se fue se llevó consigo todo. Sus esperanzas, su alegría… su amor.
Ésta no es la felicidad que tú querías.
Claro que no. Sólo jugó con sus sentimientos, dándole falsas ilusiones para después dejarlo. Lo había utilizado; como su padre, como Misato… como todos.
Si no los hiciste tú ¿Entonces quien fue?
A pesar de todo sabía que era por completo su culpa. Pero, a pesar de todo lo quería, lo deseaba de nuevo a su lado. A la única persona que lo amó.
Puedo hacerlo porque siempre estoy pensando en ti.
¿Entonces porque no pensó en cómo se sentiría después de su partida?
Cualquier pecado puede ser redimido.
- Yo no quiero la redención, tampoco el perdón. –Su voz apenas audible para que él mismo se escuchara- Yo solo quiero que vuelvas a estar conmigo.
El viento sopló de nuevo. Trayendo una cálida brisa que acarició con gentileza su nuca.
- Yo siempre estaré contigo.
No supo si lo imagino, o si las horas que no había dormido finalmente le hicieron efecto. No le importó. Pero por alguna razón sus ojos comenzaron llorar y ocurrió lo que no había podido lograr desde hace cuatro días. Esa noche por fin pudo dormir.