Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi dulce ángel por Princesa de los Saiyajin

[Reviews - 66]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!
Aquí estoy una vez más con un nuevo capítulo de esta hermosa (?) historia.

10

Reflexiones, engaños, secretos ¿y más peleas?

 

 

El primero en despertar fue el menor. Realmente le cayó bien aquella siesta luego del extenuante ejercicio que realizaron, además de ese otro ejercicio que hizo con Goku. De tan sólo recordar ese acercamiento sus mejillas se enrojecieron, de nuevo la vergüenza lo invadía.

     Se separó con cuidado para no despertarlo, y fue a tomar otra ducha para quitar aquel líquido viscoso que seguía húmedo en su ropa interior. Al salir vio que el mayor sonreía aun con sus ojos cerrados, se acercó y depositó un beso en sus labios.

     —Tenías razón, se siente mejor levantarse después de un beso—abrió los ojos y se sentó.

     —Ya es algo tarde, son las nueve treinta—avisó—. ¿Vamos a cenar?

     —¿Y tu fiesta a qué hora inicia?—talló su ojo y bostezó.

     —A las diez. Pero quiero pasar tiempo contigo antes de irme.

     —Por favor, no te preocupes por mí, sólo serán unas horas—le sonrió y se acercó a la mesita de noche, sacó del cajón una bolsa de papel—. Comamos unos postres y después te acompaño a la fiesta.

     —¿Postres?—inmediatamente su mirada se iluminó.

     —Tartaletas de chocolate—le extendió la bolsa y el menor la tomó—. Me ducharé, sólo tardaré cinco minutos.

     El más bajo asintió. Pero cuando el mayor se adentró al cuarto de baño, salió de la habitación y cerró. Comenzó a caminar a su destino, llegó rápidamente puesto que era en ese mismo piso. Tocó la puerta y el castaño salió.

     —¿Tienes de casualidad algunos bocadillos?—preguntó con una sonrisa.

     —Hasta ahora se ve que has tenido buen día—mencionó adentrándose, el menor lo siguió—. Tengo chocolates y papas fritas—abrió un cajón y sacó dos bolsas grandes que seguían cerradas.

     —¿No los has abierto?

     —No, no me gusta realmente. Si quieres, llévatelo—con algo de duda, los aceptó.

     —Gracias.

     Hablaron unos minutos y después se despidió. Regresó a la habitación justo en el momento en que Goku terminó de alistarse. Se sentaron en el suelo y comenzaron a comer aquellos postres de chocolate con un poco de glaseado a base de queso crema y jarabe de chocolate.

     —Me gustaría que me acompañaras esta noche—tomó una papa frita y se la llevó a la boca—. Sólo conozco a pocas personas aquí, y tú eres con quien mejor me siento.

     —Lo sé, pero no quiero arruinar tu noche. Sólo serán unas horas, y si te aburres puedo ir a buscarte—posó su mano en su hombro—. Yo estaré bien, no te preocupes. Y tú harás más amigos, estoy seguro de que les agradarás.

     —De acuerdo—bajó la mirada y después la levantó con una sonrisa—. ¿Me ayudas a escoger ropa?

     —Claro, aunque no sé si sirva de algo. Es decir, estamos hablando de que será en una habitación, ¿qué tanto se puede hacer en una?—abrió la cajonera del menor y sacó ropa suya, empezó a verla y sonrió al ver un pantalón de mezclilla y una playera blanca de manga corta, además había una chaqueta negra de tela sintética—. Te verás bien con esto.

     El menor asintió y se quitó lo que llevaba puesto, para vestirse con lo recomendando. El mayor sonrió al verlo, era alguien muy apuesto y aquel conjunto le daba un estilo clásico del chico adolescente de los 80s. Y aquellos tenis blancos hacían juego con todo a pesar de que eran deportivos.

     —Me gusta cómo te ves—el más bajo suspiró y se acercó a él para besarlo.

     —¿Me acompañas en el camino?

      —Por supuesto—se puso de pie y se colocó una sudadera.

     Comenzaron a caminar por los pasillos, uno al lado del otro. Estar juntos era algo que los llenaba de satisfacción, pero debían recordar que no estaban solos y que debían mantener su distancia. Caminaron por el sendero en el jardín, veían hacia las plantas que había y no fue sólo uno de ellos que pensó que sería lindo tener una comida bajo la sombra de un árbol.

     El menor bajó la mirada, ya no se sentía muy convencido de ir a esa mentada fiesta. Tenía deseos de mandar al diablo eso y regresar con él a la habitación y tener una ronda más pero con contacto directo de sus pieles.

     —¿Qué habitación dices que era?—interrumpió sus pensamientos.

     —Doscientos veintiuno—tomó aire y levantó la mirada. Tenía que aprender a hacer amistades y no depender tanto de Goku, era lo mejor para que no se sintiera asfixiado o, su temor, se cansara de él.

     Llegaron al piso indicado y buscaron la habitación. No fue difícil identificarla, ya que desde cinco metros atrás se escuchaba la estruendosa música que tenían dentro. El más bajo empuñó sus manos con fuerza y le dedicó una sonrisa al azabache.

     —Bueno, gracias por acompañarme. Llámame si necesitas algo—dijo algo nervioso, sería la primera vez que se separaban y que él vería a gente desconocida.

     —Sí. Y avísame cuando quieras regresar, vendré por ti para llevarte a la habitación, no quiero que estés solo en el campus tan noche.

     —Sí.

     El más alto le dio un beso rápido en los labios y se retiró, no sin despedirse con un ademán antes de desaparecer en la oscuridad del fondo del pasillo. El de cabellera bicolor tomó aire y tocó la puerta. Contrario a que parecía que nadie abriría por no escuchar a causa del volumen tan alto de la bocina, un chico con un collar hawaiano y un vaso rojo en mano abrió.

     —Hola—saludó con una sonrisa aquel muchacho de cabellera rubia hasta los hombros y piel bronceada.

     —Ehm, hola. Black me invitó—respondió algo nervioso. El chico sonrió y abrió la puerta para que pasara, después volvió a cerrar.

     —Hey, Black. Tu cita ya llegó—llamó al pelirrosa, que inmediatamente volteó.

     —Ya te dije que no es una cita—se acercó al menor y chocó sus puños—. Él es Tim, ignóralo, está ebrio.

     —De acuerdo—respondió con una sonrisita tímida.

     —Ven conmigo.

     Lo guió hasta una silla al fondo, cerca de la ventana abierta que dejaba entrar aire fresco. Ahí le entregó una soda que estaba en una hielera cercana.

     —Creí que no vendrías... ¿Y tu amigo?—dijo en voz alta para que lo pudiera oír.

     —No quiso venir—abrió la lata y bebió—. La habitación es muy amplia—comentó al notar el tamaño.

     —Es doble, hay varias en este edificio únicamente, son para cuatro personas, aunque también hay de parejas—le sonrió—. Iré a traer más comida, volveré en unos minutos.

     —Sí, está bien.

     Cuando el de ojos grises se fue, Gotenks sacó su teléfono y, aprovechando el Internet gratuito del edificio, envió un mensaje a su amigo castaño.

 

     Gotenks: ¿Te gustaría venir a una fiesta?

     Hiroshi: No, gracias. Sabes que no me gustan.

               Pero es raro que hayas querido ir a una, ¿del equipo de baloncesto?

     Gotenks: No, me invitó un chico. Le dicen Black, él también hizo las pruebas para el equipo. Estamos en el edificio C, habitación 221.

     Hiroshi: ¿Tu amigo te acompañó?

     Gotenks: No, vine solo.

     Hiroshi: No me parece buena idea que estés en ese lugar lleno de gente desconocida. Por si no sabías, en ese edificio están los de tercer año.

     Gotenks: Vamos, nada malo pasará.

     Hiroshi: No lo sé, por favor, ten cuidado. Si notas algo inusual, mejor sal de ahí.

     Gotenks: Basta, no me trates como si fuera una niña. Puedo defenderme solo.

     Hiroshi: Fuiste a una fiesta con desconocidos, ¡te puede pasar algo malo!

 

     El menor decidió ya no responder a aquel mensaje. Suspiró hondo y se relajó, era una fiesta, nada podía pasar, ¿cierto? Sólo comerían algo y beberían refresco como si su vida dependiera de ello.

     —Ya llegué, toma. Apartadas especialmente para ti—dijo el mayor al llegar a su lado. Le entregó un plato con rebanadas de pizza     .

     —Gracias—comenzó a comer y le ofreció a él, ya que notó que los chicos vaciaban las cajas rápidamente. El más alto tomó una y sonrió—. ¿Y qué edad tienes?

     —Diecinueve... Yo me atrasé un año porque cuando era niño tuve un fuerte accidente que me impidió ir a la escuela por un largo tiempo... ¿Y tú?

     —Dieciséis—bebió un poco más de soda, sonriendo al ver que todos se divertían ya sea bailando o conversando—. ¿Y qué técnica estudias?

     —Gastronomía.

     —Genial, tal vez te vea en los pasillos. Quiero estudiar eso... Black, ¿por qué me invitaste?

     —No lo sé, sólo me pareció buena idea—pero la mirada del menor le hizo saber que no estaba satisfecho con esa respuesta—. Bien, te diré la verdad. A mí me gustan por igual las chicas y los chicos. Y me pareciste lindo, me gustaste desde que te vi retar al maestro.

     —Vaya gustos interesantes que tienes—el mayor rio.

     —Sólo te digo que me gusta lo difícil—se inclinó hacia él con intenciones de besarlo, pero el menor sonriendo lo empujó por el pecho—. Y vaya que lo encontré contigo...

 

***

 

Los minutos pasaban, y ellos dos siguieron conversando animadamente. Claro que uno que otro chico se sumaba a la conversación.

     —Ya llegó la cerveza. ¿Quién empieza con el Beer-pong?—dijo un chico llegando. Dejó aquel cartón en el suelo y otros sólo se dedicaron a extender una mesa y acomodar los vasos.

     —Yo empiezo—dijo un chico de cabellera azul sirviéndose y dando inicio al juego.

     Algo curioso, el de cabellera en punta caminó hacia allá, viendo cómo aquel chico bebía al mismo tiempo que botaba la pelota. El pelirrosa colocó su mano en su hombro y se acercó a su oído.

     —¿Quieres jugar?

     —No...—respondió nervioso.

     —Vamos, Gotenks. Tú puedes... ¡Oigan! ¡Gotenks quiere jugar!—inmediatamente todas las miradas se posaron sobre él.

     —De verdad, yo no...

     —Vamos amigo, diviértete—todos comenzaron a animarlo, diciendo su nombre una y otra vez. El menor suspiró y se colocó en la orilla de la mesa. Tomó un vaso y le dedicó una sonrisa al pelirrosa.

     —Está bien, lo haré.

     Bebió de aquel líquido dorado y comenzó a jugar.

 

***

 

—En serio no puede estar pasando esto—murmuró al tiempo que se terminaba de abrochar las agujetas de sus tenis.

     Salió de su habitación y caminó al piso de arriba, necesitaba despejarse de todas sus dudas y comprobar que aquello que temía sólo fuera producto de su paranoica imaginación. Llegó a la habitación que necesitaba y suspiró antes de tocar. A diferencia de otras ocasiones, no se escuchaba ningún ruido dentro. La puerta se abrió y se pudo apreciar un chico de cabello rojo y ojos color miel abrir, ese muchacho llevaba puestos unos lentes que le daban un toque intelectual, vestía una playera sin mangas de color gris y un pants deportivo negro.

     —Hola. Es raro que vengas de visita... ¿Quieres pasar? Mi compañero no está—el castaño asintió y pasó, se sentó en la orilla de la cama izquierda, mientras que el mayor se sentó en la cama de la derecha—. ¿Tienes hambre?—señaló una caja de pizza que tenía al lado—. Tranquilo, me la acaban de entregar.

     —No, gracias—bajó la mirada y empuñó fuertemente sus manos—. Vine porque necesito que hablemos de algo importante—revisó la hora en su teléfono y suspiró—. ¿De casualidad conoces a un tipo al que llaman Black?

     El rostro del mayor se endureció un poco. Acomodó sus gafas y miró con seriedad al menor. Analizó todas sus reacciones antes de responder.

     —Sí, lo conozco. ¿Algún interés especial que tengas en él?

     —Uno. Me invitaron a una fiesta a donde él iría, quería saber si él es buen tipo—levantó la mirada y lo vio con la misma seriedad que él.

     —Hmph, Black es buen sujeto—murmuró con evidente desprecio—. Saca altas notas, tiene buen historial deportivo, le agrada a todos los maestros. Bebe, pero no es adicto... En fin, sí es un buen chico, aunque a veces algo insoportable. Niño rico, consentido de papá, tengo entendido que trabaja para la Corporación Cápsula, y es bisexual.

     —Bien...—sonrió un poco.

     —No vayas a esa fiesta—pidió—. Él es buen sujeto, pero sus amistades no. Esa fiesta está llena de peligros, estoy seguro. Si tienes ganas de tener una fiesta, el sábado haremos una aquí, puedes venir si quieres.

     —¿A qué te refieres con "peligros"?—inmediatamente se alarmó.

     —No me creerás, y es mejor que no lo sepas—sacó una pieza de la caja y empezó a comer.

     —Necesito que me digas—dijo más serio que antes.

     —Bien, te lo diré—masticó el último bocado y bebió un poco de soda serenamente, irritando al menor—. Tú notaste claramente que las fiestas que nosotros realizamos son algo tranquilas, no se catalogarían como sanas porque comemos comida chatarra y bebemos la diabetes de un envase... Pero ellos hacen cosas fuertes. Una vez fui a una, y al día siguiente terminé intoxicado por tanto alcohol que bebí. A ellos no les importa tu edad o si es legal, todos beben por igual y te incitan a hacerlo. Terminan a las cinco de la mañana completamente ebrios.

     —Entiendo...—en su rostro se evidenció su preocupación.

     —Y eso no es lo peor—apoyó sus codos en sus rodillas, se inclinó hacia adelante y lo vio con una mirada preocupada—. Existe un rumor, yo no estoy seguro de que sea verdad, pero se extendió demasiado que estoy dudando que sea falso—aclaró su garganta y bajó la mirada—. ¿Conoces la ruleta rusa?

     —Sí, es... el juego del arma con una única bala, ¿no?

     —Sí... Verás, las variantes de ese juego implican que hay una condición que... quien la realice, automáticamente pierde el juego... Se cuenta que cierto día de cada mes, no se sabe exactamente qué día es, se realiza una fiesta. Y se hace una ruleta rusa... sexual...

     —¿Qué?—las palabras muy apenas salieron de su garganta.

     —Dicen por ahí que cerca de las dos de la mañana, cuando ya es menos gente la que hay, empieza el juego. Cinco chicos se sientan sobre sillas formando un círculo. Y otros tres, que se rumora siempre son los mismos, se... sientan sobre ellos, ehm... Cabalgan sobre ellos, mientras que los otros dos se masturban... Tengo entendido que se van rotando, después de cierto tiempo cambian de pareja sexual y continúan. Se supone que gana quien dure más tiempo sin correrse—explicó, notó perfectamente el rostro algo aterrado del menor—. No sé si sea verdad, yo sólo te cuento lo que escucho, ya sabes que en los equipos mezclan de todas técnicas y años... Pero hay algo que me tiene con mayor pendiente, y es que dicen que hay ocasiones en las que llevan a un "New", o novato. Lo emborrachan y ya ebrio lo convencen de ser un cuarto en la ruleta—caminó hasta estar frente de él, se arrodilló y colocó su mano sobre su rodilla—. Por eso no quiero que vayas, me preocupa que te pase algo.

     El castaño sólo analizaba todo lo que le habían dicho. A su mente no llegaba una respuesta positiva, con la información obtenida sólo sentía mayor angustia. Se puso de pie rápidamente.

     —Tengo que ir.

     —¿Qué? ¿Acaso no escuchaste lo que acabo de decirte?

     —Tú no entiendes, mi amigo está allá. Black lo invitó... Desde hace dos horas que no contesta mi mensaje y no responde mis llamadas... Debo ir a buscarlo—el pelirrojo se puso de pie y se anudó correctamente las agujetas de los tenis.

     —Voy contigo. Yo tengo más experiencia en estos asuntos... Además, hace tiempo que quiero arreglar cuentas con Black...

 

***

 

—¡Soy el mejor!—exclamó al ganar nuevamente. El de cabellera en punta por fin, luego de varios minutos, dejó la mesa y se fue a sentar.

     Todo aquel alcohol en su cuerpo comenzaban a hacer efecto. Miró a su alrededor y sonrió bobamente al ver al pelirrosa frente a él. Delineó su frente, nariz y labios con su dedo índice.

     —Apenas voy notando que eres muy guapo—le dijo al oído, sus palabras se arrastraban y eran lentas al salir de sus labios.

     —¿Ah, sí?—respondió juguetón el de ojos grises—. ¿Qué tanto?

     —Tú júzgalo—se abrazó a su cuello y unió sus labios en un demandante beso que rápidamente fue correspondido.

     —Vamos a otro lugar donde haya menos personas—susurró en su oído.

     El de cabellera en forma de flama asintió y lo siguió. Salieron de ahí y caminaron al piso superior, donde había un gran balcón que estaba vacío. Ahí el más bajó se acercó a la barandilla y se inclinó hacia adelante.

     —Este lugar es fantástico—dijo extendiendo sus brazos, sintiendo la brisa fresca y el viento correr por su cabello—. ¡Soy el rey del mundo!

     Las palabras salían torpemente, su habla era incompleta y tenía un acento inusual por la falta de coordinación de su mente a causa de la cerveza. Volteó a ver al mayor, que sonreía dulcemente al verlo actuar como si fuera un niño. El de cabellera bicolor le dirigió una mirada seductora y lo tomó de la corbata, lo atrajo hacia él y volvió a unir sus labios, esta vez con más pasión.

 

***

 

—Aquí es—dijo y tocó la puerta. Cruzó sus brazos y esperó a que abriera alguien. Cuando el rubio se asomó, éste sonrió ampliamente.

     —¡Dash! Hermano, ¡cuánto tiempo! ¿Vienes a la fiesta? Ya se pondrá bueno el ambiente...

     —Tim, necesitamos hablar. ¿Dónde está Black?

     —Mmm... no lo sé, hace tiempo que se fue con alguien, el pincelito colorido—rio estúpidamente mientras su mirada se perdía—. Creo que se llamaba Gotenks... Jeje, se lo llevó a "tú ya sabes qué"—hizo un movimiento insinuatorio, que provocó la molestia en el más alto—. ¿Siempre has tenido los ojos de ese color?

     —Tim, ¿cuál es la habitación de Black?—su voz seria y su mirada severa daban a entender que no estaba jugando y que era importante. Sin embargo, el rubio, a causa de los altos niveles de alcohol en su sangre, no era capaz de notarlo.

     —No lo sé—dijo y después rio—. ¿Quieres una cerveza?

     —Por favor—dijo harto. Sacó su billetera y le extendió un billete—. Dime, ¿cuál es su habitación?

     —Amigo... no puedo aceptar ese dinero...—salió y cerró la puerta—. Dash, en serio no sé. Se ha estado cambiando de habitación cada dos días que ya ni siquiera te puedo asegurar que siga en este edificio... Dame un minuto, le preguntaré a los chicos—se volvió a adentrar—. Hey, ¿saben dónde se está quedando ahora Black?

     —En la trescientos veintidós—dijo un chico en el fondo.

     —No, la dejó la semana pasada, está en la doscientos noventa y cinco.

     —Claro que no, yo me quedo ahí y no está—replicó alguien más.

     Rodó los ojos y volvió a salir, ahí lo esperaba impaciente aquel chico pelirrojo. Suspiró hondo y negó con la cabeza, diciendo claramente que no obtuvo aquel dato que necesitaba.

     —Bueno, gracias... Si regresa—le dio el billete y se acercó a su oído—. Cuida a Gotenks, que nadie le haga nada raro.

     —Hecho—estrecharon sus manos y el rubio volvió a la fiesta.

     —Lo siento, pero no está y nadie sabe dónde puede estar—lo tomó del rostro con ambas manos y unió su frente con la suya—. Hicimos lo que pudimos, tienes que calmarte y confiar que todo saldrá bien.

     —Tengo que ir a avisarle a su compañero—se separó abruptamente de él y comenzó a caminar por el pasillo.

 

***

 

—Ah...—suspiró al sentir las manos del más bajo pasearse por debajo de su camisa, acariciando su espalda ancha. Su beso se intensificó, sus lenguas danzaban en una pequeña batalla en la cual el sabor de la cerveza se hacía presente para ambos.

     —¿Dónde está tu habitación?—susurró en su oído y mordió su oreja.

     —Espera—rio al sentir su respiración en su cuello—. Vamos—su respiración se había agitado demasiado, estaba empezando a elevarse la temperatura de su cuerpo.

     Comenzaron a caminar, el menor de vez en cuando se iba de lado, estaba algo aturdido y no tenía mucha facilidad para moverse rectamente. El pelirrosa lo sostenía si notaba que iba a caer, lo tomaba fuertemente de la cintura y se aferraba a él, pero el más bajo sólo reía y aprovechaba para pasar sus manos por el pecho del mayor.

     Llegaron al último piso y caminaron hasta el fondo, había silencio total. El más alto sacó sus llaves y entró, el menor se recargó en el marco de la puerta y sonrió.

     —Esta es mi habitación... las demás de este piso están vacías—explicó con una sonrisa.

     El menor cerró la puerta y colocó el seguro. Luego se recargó contra ella. Miró con una sonrisa algo seductora al mayor, que comenzaba a sentir que su rostro ardía.

     —Gotenks, ¿ya habías hecho esto antes?—preguntó tranquilamente sentándose en la orilla de la cama.

     —Tal vez sí, tal vez no... No lo recuerdo...—el pelirrosa asintió lentamente cuando a su memoria regresó aquel comentario que le había hecho acerca de su amnesia—. ¿Y tú?

     —Nunca llegué hasta el final—sonrió de medio lado algo tímido.

     —Pff, dejemos de hablar y divirtámonos un poco.

     El menor caminó hasta estar frente a él y lo besó con fogosidad. El mayor intentó colar sus manos por el cuerpo del de cabellera en punta, pero él no lo dejaba, simplemente las tomaba y las retiraba de sí. El de cabellera bicolor empujó con un poco de fuerza al pelirrosa, a modo que quedó recostado sobre el colchón.

     El mayor intentaba tomar las riendas, pero el más bajo tenía gran iniciativa y tomó total control de la situación, repartió besitos en su cuello y pecho luego de deshacerse de su molesta camisa. El de ojos grises aprovechó un descuido para chupar la piel en su hombro y dejar varias marcas. El de cabello en forma de flama sonrió y mordió varias partes en su piel, para que al succionarlas la marca fuera aún mayor.

     —No pensé que te gustaría estar en esa posición conmigo—susurró en su oído.

     —Sólo quiero divertirme un poco—respondió torpemente sintiendo el alcohol casi en su garganta. Parpadeó débilmente y sonrió.

     El menor se colocó sobre él con sus piernas una a cada lado. Se arrodilló de modo que no quedara completamente sentado en su abdomen y comenzó a bajar su pantalón, dejando a la vista su boxer negro. El más bajo se inclinó hacia adelante y lo besó nuevamente, mientras movía sus caderas de adelante hacia atrás rozando sus entrepiernas con intención de que despertaran.

     El mayor no se quedaría atrás, también tenía instintos y deseos y obviamente no sería quien estuviera abajo. ¿En qué momento las cosas se habían tornado de esa manera con él? ¿Acaso tendría sexo con un chico que acababa de conocer, y no con sus anteriores parejas con quienes compartió muchos momentos? ¿De verdad tendría su primera vez, con un chico que era mucho menor que él? Decidió no pensar en eso. Aunque, ¿era bueno ese momento para perder la virginidad, ya sea de una u otra manera? Tenía líos mentales que no sabía si ignorar o no para no arruinar el momento.

     Y es que... ¡qué momento! Su temperatura estaba elevada y su frente ya se perlaba de gotas de sudor, instintivamente deslizó sus manos por la extensión completa de su columna vertebral. Se detuvo hasta llegar a su entrada y ejerció un poco de presión con su dedo aún con la tela del boxer estorbándole.

     El de cabellera en forma de flama paró en seco al sentir aquel dedo intentando abrirse paso en su interior, de tan sólo tener aquel toque a su mente llegaron recuerdos de algunas de sus pesadillas. Aquellas imágenes de él arrodillado succionando un miembro de alguien desconocido que lo forzaba a eso y que además lo tomaba fuertemente del cabello incitándolo a moverse más rápido, la sensación de ese líquido blanco liberándose en su garganta con tal fuerza que casi se ahogaba le hacía tener una opresión en el pecho y un nudo en el estómago.

     Subió nuevamente sus pantalones y bajó rápidamente de la cama. Corrió al baño y se arrodilló frente al inodoro, para vaciar su estómago y tirar lo comido hace unas horas.

     —Gotenks, ¿estás bien?—se acercó y al oírlo vomitar se detuvo—. ¿Necesitas que me quede aquí?

     —No—respondió antes de que una nueva arcada lo hiciera doblarse de dolor.

     Resignado, el mayor lo dejó a solas. Empezaba a saldar la primera resaca de su vida. Se sentó en la orilla de la cama y cerró los ojos en busca de relajación, esperando que saliera nuevamente.

 

***

 

—¡No puede ser!—exclamó. Llevaba ya diez minutos tocando la puerta y nadie abría. Seguramente el amigo de Gotenks se había ido a otro lugar a pasar la noche.

     —Relájate—pidió. Lo tomó del brazo y lo atrajo a sí. Lo abrazó a modo que quedara oculto en su pecho y besó su cabeza—. Deja de pensar tan negativamente.

     —¡Tú no entiendes nada!—se separó de él y caminó molesto a su habitación. El mayor lo siguió.

     —¿Entender qué?, ¿que te fijaste en el enano buscapleitos?—el castaño se detuvo antes de abrir la puerta de su alcoba.

     —¿Y qué si así fuera?—volteó a verlo con el ceño fruncido.

     —Pff, nada en realidad—cruzó sus brazos sobre su pecho y desvió la mirada—. Intenté ayudarte y así me pagas. Bien, gracias por hacerme ver que lo que hago está mal y que no me necesitas.

     —No...—tomó aire y se relajó—. No me gusta, sólo me agrada demasiado... Y sí te agradezco tu ayuda, pero no puedo calmarme en un momento así.

     —Ven—lo tomó del brazo y abrió la puerta, se adentraron y él se acostó en la cama de la izquierda, se hizo a un lado y el menor se acostó a su lado dándole la espalda—. Vendrá seguramente esta noche, o si no lo verás mañana de nuevo con su amigo—susurró en su oído—. Todo saldrá bien... —el menor se acomodó mejor entre las cobijas para poder dormir—. O al menos eso espero...—pensó.

 

***

 

El de cabellera bicolor hizo un par de gárgaras con agua y enjuague bucal antes de salir del baño. Su estómago estaba vacío, su garganta ardía y él no se sentía bien para nada.

     No fue precisamente el alcohol lo que le estaba dando náuseas, sino las imágenes que llegaron a su mente de él mismo siendo penetrado por sujetos desconocidos mientras sus partes íntimas sangraban a mares. No fue la cerveza lo que provocó en él el actual dolor de cabeza, sino todo aquello que le proyectó su cerebro de algunas situaciones que ya habían aparecido en sueños y también otras que no. No, el nudo en la garganta no era por el malestar físico, sino por aquello que pasó por su mente acerca de Goku, sí, su Goku enfrentándose a unas sombras que se parecían mucho a las que habían abusado de él en sueños. Y su confusión no era por falta de coordinación, sino porque una palabra se repetía una y otra vez en su cabeza, una palabra que le parecía extremadamente familiar.

     —¿Todo bien?—preguntó amablemente.

     —No...—colocó sus manos sobre su abdomen y se sentó en el suelo, recargándose en la base de la cama—. Me iré en un rato, realmente no me siento muy bien.

     —Perdona, no quería que esto pasara. Tal vez no debí insistir con lo del Beer-pong...

     —No, no es tu culpa... Fue divertido. Además, esto me hizo saber que el alcohol es asqueroso. He decidido no volver a beber ni una gota—el más alto rio.

     —Bueno. Estoy algo cansado, y quiero dormir. ¿Te acuestas conmigo?

     —No, me iré pronto, no suelo dormir en habitación ajena—susurró. El mayor asintió.

     —De acuerdo...—se acercó y besó su frente—. Buenas noches...

     Pero el menor no respondió, solamente se quedó viendo hacia el frente con una mirada perdida. ¿Acaso eso que pasó por su cabeza fueron recuerdos de su pasado antes de perder la memoria? No, era imposible. Goku no tenía por qué estar en su pasado, lo conoció en el puente, esa vez fue la primera en que se vieron. Entonces, ¿cómo explicaba aquellos sueños donde él aparecía?, ¿cómo definiría esa conexión que tuvieron desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron para saber que eran el uno para el otro?

     Cayó en cuenta de algo. Aquel líquido que bebió en grandes cantidades ya estaba perdiendo su efecto sobre él. Empezó a reflexionar lo que hizo. Giró a ver al pelirrosa y sí, efectivamente, no era un sueño ni una pesadilla, en realidad estuvo a poco de tener sexo con un chico que ni conocía. ¿En serio quería algo casual? Dudaba ya de ello. Y si así fuera, ¿qué había de Goku y sus sentimientos?, ¿le rompería el corazón por su falta de sensibilidad y su interés en algo pasajero? Para empezar, ¿realmente quería eso? Vio por última vez al de cabellera rosa y se puso de pie difícilmente.

     —Tengo que salir de aquí—se dijo a sí mismo antes de atravesar la puerta.

     Torpemente caminó por el pasillo. De vez en cuando sus piernas flaqueaban y tenía que aferrarse a la pared para no caer. Miró a su alrededor, todo daba vueltas, ¿las paredes siempre se movían o sólo era efecto de su falta de prudencia hace rato? Sacó su teléfono, necesitaba llamar a alguien, necesitaba ir a su habitación. Pero su teléfono no encendía, posiblemente se acabó la batería.

     Maldijo y siguió su camino. Lo más difícil fue las escaleras. ¿Cómo bajaría cuatro pisos en su estado? Claro, había varias formas. Aferrándose fuertemente al pasamanos y cayendo de vez en cuando hasta el final de la escalera, como le sucedió.

     Por fin respiraba aire fresco. Pero el olor de las flores de jazmín le provocaba asco, su nariz estaba demasiado sensible. Siguió caminando por la vereda del campus, parecía un zombie solitario en busca de alimento, pero sólo era un joven inteligente que cometió un error por no pensar las cosas bien.

     Llegó al otro edificio luego de mucho, el paso lento lo retrasaba demasiado. Nuevamente había escaleras, una tortura que logró soportar de manera más estable.

     Por fin llegó a su piso, y caminó con una media sonrisa a su habitación. Pero estaba cerrada, y no tenía la llave consigo, la había olvidado en su otro pantalón. Golpeó varias veces la puerta, pero nadie abría. Goku seguramente fue con Goten y Trunks a pasar la noche.

     Caminó más, necesitaba resistir otro poco. Al estar frente a la puerta que requería intentó abrir, para su sorpresa pudo hacerlo. Y sin importarle nada, se adentró y caminó hasta la cama de la derecha, tan agotado estaba que tan solo su cuerpo cayó sobre el colchón se quedó dormido.

     Sí, estaba tan alterado su estado que ni siquiera notó que una persona había encendido la luz dentro, sólo tenía como objetivo llegar a la cama y dormir. Aquel chico suspiró y se puso de pie, despertó al castaño que estaba a un lado suyo.

     —Tu amigo acaba de llegar—el de ojos azules se incorporó rápidamente—. Calma, está dormido... La resaca le afectará, posiblemente duerma hasta mediodía... Se ve bien—deslizó sus dedos por su cabellera—. Ya me voy, más tarde te traigo un "levanta muertos", sabe extraño, pero le ayudará a pasar más rápido la 'cruda'. Nos vemos.

 

***

 

—Me sorprende lo que vivió—comentó el pelilila al terminar de leer el diario de Vegeta—. Curiosamente, una coincidencia más es que "Gotenks" también ama la poesía.

     Ambos estaban en el cuarto de estudios. Solos, en una mesa, bajo una única luz de una lámpara que parpadeaba cada cierto tiempo.

     —No sé qué creer—apoyó sus brazos sobre la mesa y apoyó su cabeza en ellos.

     —Sinceramente, yo tampoco... Goku, tenemos una única variable, la cual es crítica: ¿qué ocurrió dentro de la habitación luego del paro cardíaco? Porque fácilmente pudieron haber mentido... Normalmente se deja entrar a los familiares a ver al paciente aunque haya fallecido, ya que si es por paro, no es necesario hacer una autopsia muy a fondo analizando muestras de ADN u otra cosa que se vea afectada por contacto externo—se quitó las gafas y pasó su mano por su cabello—. Y esa nota que me diste, que según te dio Gotenks, tiene la caligrafía exacta de Saiyan.

     —Lo sé... Estoy confundido—murmuró.

     —Te diré un detalle que tal vez tú no estás contemplando—tomó aire y miró nuevamente el diario—. ¿Por qué regresó esa noche? Algo me dice que iba a hacer otra cosa, en serio, siento que ocultaba algo. ¿Tenía qué, doce años? Una edad a la cual uno es muy voluble en sus decisiones. Hablando con franqueza, me gustaría investigar en su habitación... Sus familiares no lo harían por respeto a su "muerte", pero siempre se tienen secretos que se ocultan porque no quieres deshacerte de ellos.

     —¿Y cuándo quisieras ir? Porque salimos hasta diciembre.

     —Verás. Mañana iniciará la instalación de los nuevos equipos tecnológicos en el edificio 2. Debo ir a la empresa el domingo con mi abuelo para hacer reporte oral y escrito de unos datos que obtuve, he hecho calibración de la corriente eléctrica y del cableado y necesito que me ayude a unos cálculos, sólo para corroborar que esté en lo correcto. Tardaré únicamente dos horas, iré a las tres de la tarde. No sé si sea posible ir a su habitación en la tarde, claro que si su familia me lo permite. Aunque podrías acompañarme, ya sabes, con la excusa de que sustituirás a "Black" porque está enfermo, te doy su gafete y entras sin problemas a la Corporación. Puedes esperar afuera de la oficina y saliendo vamos juntos—propuso.

     —Está bien—susurró. Luego volvió a ver su celular.

     —¿Esperas una llamada?—dedujo.

     —Sí. Fue a una fiesta, y acordamos que me llamaría cuando quisiera regresar—bostezó.

     —Ve a dormir, estará bien—el mayor asintió.

     —Está bien, sólo le enviaré un mensaje para que de todos modos me llame—escribió rápidamente en su celular, hasta que envió su texto—. Trunks, gracias por todo. Y sí te agradecería que hicieras eso conmigo... yo no sé qué pensar. Vivo con el pendiente de que me recuerde y pregunte si lo conocí antes...

     —Si es así, dile la verdad—el mayor ladeó su cabeza con confusión—. Sólo dile que sí, pero que no quisiste decir nada porque es demasiado feliz ahora y no eres capaz de arrebatarle esa felicidad.

     —¿Y si se enoja?

     —Posiblemente lo haga... Pero explícale tus razones: no sabías cómo iba a reaccionar, iba a ser muy duro para él y querías que poco a poco recordara para que no le afectara tanto la llegada de nueva información.

     —Está bien... Iré a descansar, fue un día pesado—estiró sus brazos y se puso de pie—. ¿Seguirás aquí?

     —No, en cinco minutos iré con Goten.

     —Bueno, nos vemos, Trunks.

     El mayor terminó de despedirse y se fue a su habitación. El poco aire que circulaba por los pasillos era fresco, por lo que se abrazó para conservar un poco el calor. Sus pasos eran lentos, estaba muy agotado y adolorido por aquel ejercicio que hicieron esa tarde para entrar a un equipo que no le interesaba. Pero a final de cuentas le ayudaría, podría tonificar sus músculos que comenzaban a debilitarse y le ayudaría a despejar su mente, y vaya que le hacía mucha falta eso último.

 

***

 

—Ten. Esto cura cualquier resaca—le entregó un vaso con un líquido rojo dentro, aunque también se podían apreciar pedacitos de algo verde dentro y una que otra cosa extraña—. Te recomiendo que lo despiertes y le des esto. Una vez que se lo termine, una ducha con agua fría. Y después que beba agua y coma algo ligero.

     —Gracias, Dashiell—agradeció con una sonrisa.

     —De nada. Si me disculpas, tengo que ir a arreglar un asunto.

     Cerró la puerta y miró con el ceño fruncido al chico de cabellera bicolor que seguía durmiendo, incluso roncaba por la inflamación de sus vías respiratorias. Colocó el vaso en la mesita de noche y se acercó a su oído.

     —¡Despierta, Gotenks!—le gritó.

     El aludido, alterado, se removió entre las cobijas y abrió los ojos. Inmediatamente los cerró por la luz que lo cegó. Se talló ambos ojos y miró molesto a su amigo.

     —¿Cuál es tu problema?—su voz era grave, aunque su habla era lenta, pero esta vez podía formular oraciones congruentes y completas.

     —Ten, bebe esto—el menor tomó aquel vaso y lo examinó—. No preguntes qué es, sólo bébelo.

     Algo resignado empezó a tragar aquella cosa roja. Algo asqueado siguió pasándolo por su garganta, el sabor era agrio y para nada agradable a su paladar. Tan sólo lo terminó, abrió sus ojos completamente, sintiendo que los efectos de su borrachera se disminuían un poco.

     —¿Qué pasó?—preguntó preocupado el mayor.

     —Sólo jugué Beer-pong...—luego calló unos segundos y empezó a recordar—. No...—susurró con una mueca de susto.

     —Por favor, ¿no me digas que hiciste...?—señaló su cuello, donde había un muy marcado chupetón.

     —¿Eh?—se puso de pie y caminó al cuarto de baño. Ahí se quitó la playera y no pudo evitar sentir un nudo en la garganta al ver múltiples marcas tanto enrojecidas como amoratadas en su hombro, cuello y pecho.

     —Por favor, dime que no hiciste una tontería...

     —Yo... no...—guardó silencio y trató de hacer más memoria—. Recuerdo que lo besé y fuimos a su habitación, y después...—esa parte estaba borrosa, no recordaba qué había hecho, ni qué sucedió—. No lo sé, no recuerdo...

     —Entiendo...—se acercó y lo abrazó protectoramente—. Debí ir y cuidarte de esos infelices...

     —Todo estaba perfecto, no recuerdo haber hecho algo que no quisiera. Aunque—miró detenidamente una sección del piso—... Creo que estoy empezando a recordar más de mi pasado... Es que... no sé por qué llegaron a mi mente imágenes de lugares que no he visitado y de gente que no conozco... Claro que si los vuelvo a ver ahora te identificaría a quienes vi entre sueños, pero no quiénes son o fueron para mí antes.

     —Será mejor que regreses a tu habitación, tu amigo debe estar preocupado por ti. Ya son las diez. Pero antes dúchate con agua fría, para no llegar en un estado tan grave con él. Después de todo, dejaste un cambio de ropa limpia.

 

***

 

Tomó valor y abrió la puerta, esta vez no tenía el seguro puesto, delatando que el pelinegro estaba ahí dentro. Cerró su chaqueta hasta arriba, haciendo que el cierre que quedaba debajo de su cuello pudiera tapar parte de sus pecados.

     —¡Llegaste!—inmediatamente soltó su ropa sobre la cama y se acercó a él para abrazarlo. Al menor sólo se le estremeció el corazón al sentirlo tan cerca, verlo tan preocupado mientras él iba y se divertía con un muchacho desconocido.

     Sutilmente se separó de él y, disimuladamente encogido de hombros le dio la espalda. Miró su cama, estaba algo destendida, como si hubieran dormido en ella en un intento de calmar sus ansias por estar con él aspirando el aroma de su piel impregnado en las sábanas blancas y en la almohada. Tragó difícilmente saliva y se giró a verlo con una sonrisita nerviosa.

     —Perdón por preocuparte—dijo mientras se encaminaba al baño—. Dame un minuto—pidió.

     Al entrar se recargó contra la puerta y soltó aire. Una gran culpabilidad lo invadía. De nuevo esa opresión en el pecho y ese vacío en el estómago que le provocaba náuseas iba a su cuerpo. Lavó su boca correctamente y miró su reflejo en el espejo. ¿Qué estaba haciendo?, ¿qué pretendía con sus acciones? Suspiró una y otra vez y volvió a la habitación, se sentó en su respectivo lugar y miró al suelo.

     —¿Por qué no me llamaste?—preguntó serenamente el mayor.

     —Mi teléfono se apagó, no lo cargué antes de irme—explicó—. Vine en la noche, pero estaba cerrado. Olvidé mi llave, así que fui con Hiroshi a dormir.

     —Sí, bueno, como iba a esperar tu llamada fui con Trunks. Él quiere que lo acompañe a la empresa de su abuelo, ya que la persona que lo iba a acompañar no podrá—levantó la mirada y lo vio. Su tez expresaba toda la preocupación que sentía en su interior—. ¿Por qué tu voz suena tan grave?

     —Yo...—levantó la mirada para verlo a los ojos—. Yo me emborraché, jugué Beer-pong.

     —Eres menor de edad—comentó mientras su mirada se entristecía un poco.

     —Lo sé, pero quería divertirme un poco. Jamás lo volveré a hacer, sabe muy mal.

     —Por favor, dime que no hiciste una locura—sus ojos se pusieron algo brillosos a causa de las lágrimas que comenzaban a asomarse.

     —Goku... no sé de qué hablas... Mira, mejor vayamos a comer algo y después podemos...

     —Por favor... —pidió—. Quiero saberlo de ti... No me gustaría enterarme por otras personas... ¿Qué hiciste anoche?

     —Yo... estuve en la fiesta todo el tiempo, jugué mucho tiempo, lo suficiente para emborracharme... Después fui con Black a su habitación...—lo miró seriamente a los ojos—. Yo quería tener sexo con él.

     —Entiendo—tomó aire—. ¿Y qué pasó?

     —Vomité—desvió la mirada con vergüenza.

     —...—el mayor sonrió levemente ante esa respuesta. Además, le causaba un poco de gracia que el más bajo tuviera un sonrojo a causa de la pena que sentía—. Me alegra que no hayas hecho algo de lo que te pudieras arrepentir.

     —Goku—llamó con seriedad—. Yo... sólo quiero algo casual.

     —... ¿Qué?—le dirigió una mirada llena de confusión.

     —No quiero nada serio, yo sólo quiero algo casual. Lo siento.

     —No hablas en serio, tú no eres así—respondió con el ceño un poco fruncido, pero sin alzar la voz, mantenía aquel tono bajo.

     —Hablo en serio, yo no quiero una relación... Hace poco me di cuenta de eso y no quiero ningún compromiso.

     —No, ¡tú no eres así! Tú quieres una relación seria y estable, alguien que te respete y te ame...

     —¿Cómo puedes estar tan seguro de eso si apenas me conociste? ¿Por qué hablas de mí como si me hubieras acompañado en el pasado? ¡¿Por qué aparentas que sabes todo de mí si en realidad no lo haces?! Dime, ¿por qué no me crees que sólo quiero algo de sexo casual, no me importa si es con un desconocido?—exclamó completamente alterado.

     —Tú no quieres eso, tú no eres así—susurró bajando la mirada—. Tú quieres a alguien con quien te sientas afine, con quien llevaras tiempo de una relación estable y llena de cariño. Tú no quieres sexo, tú quieres hacer el amor con alguien... Te gustaría una cena bajo la luz de las estrellas, una habitación solamente iluminada con velas, y que te digan cosas lindas al oído mientras te acarician...—levantó la mirada y pudo verlo con una expresión de terror.

     —No... te equivocas—apenas pudo pronunciar mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Se puso de pie y cerró los ojos fuertemente—. ¡Yo no quiero eso!

     —¡Claro que sí!—imitó su acción, exclamó en voz alta al verlo negando la realidad.

     —¡Cállate! ¡No es verdad! Eso es absurdo, no quiero eso—susurró lo último mientras su cuerpo empezaba a temblar.

     —Sí lo quieres... Lo sé, te conozco perfectamente—se acercó lentamente y tomó su rostro con ambas manos. Acercó su cuerpo al suyo, unió sus frentes y juntó sus labios en el beso más puro que pudiera entregarle a alguien.

     Comenzó a empujarlo lentamente y se recostó sobre él cuando su espalda reposó sobre el colchón. Continuó besándolo con dulzura, siendo correspondido por el menor, que se permitía pasear sus manos por la espalda fornida del más alto.

     —Si estás completamente seguro de que tú sólo quieres algo casual...—susurró en su oído luego de besar su cuello—. Búscate a alguien más, y conmigo no cuentes para ello...

     Se separó y se adentró al baño con una toalla, dándole a entender que tomaría una ducha.

     Mientras tanto, el menor sólo miraba sorprendido hacia la puerta del baño, maldiciendo todo lo dicho y hecho. Miró al techo y cerró los ojos para respirar profundamente.

     ...A pesar de todo, aunque llegó a su vida hace poco, sí lo conocía...

 

***

 

Goku terminó de lavar su cabellera y miró su teléfono, que sonaba insistentemente. Se enrolló la toalla en la cintura y se acercó al lavabo, donde lo había dejado. Pudo ver en el remitente el nombre "Trunks".

     —¿Goku?—llamó el pelilila una vez contestó.

     —¿Qué sucede, Trunks?—respondió un poco triste por lo ocurrido hace unos minutos.

     —¿Estás bien? Tu voz tiene un tono demasiado bajo.

     —Es él... Casi se acostó con un sujeto que ni conoce y...—soltó aire—. Dice que sólo quiere sexo casual.

     —Goku, aunque no lo creas esto es muy normal. Está buscando una identidad al no recordar la suya... Básicamente probará varias personalidades hasta encontrar una que se acople a su ser... Es como cuando uno atraviesa la pubertad—explicó.

     —Aun así, me duele que sea así...

     —Aprende a tolerarlo, está pasando por un momento difícil. Recuérdale disimuladamente sus cualidades y gustos.

     —Está bien—suspiró resignado—. ¿Para qué me llamaste?

     —Investigué en varias redes sociales, y encontré algo particular. Se trata de Saiyan, antes del incidente, se tomó una foto interesante con alguien... Hay un álbum dedicado a ambos dentro...

     —¿Qué "alguien"?—preguntó dudoso.

     —Posiblemente pareja. Aunque en su diario no lo mencione, creo que hay algo que sólo los involucra a ellos. Hablemos esta noche, por favor. Otra cosa, la junta se pospondrá para el martes, ¿podrás ir?

     —¿Eh? Sí, claro. Te acompañaré.

     —Gracias. Nos vemos esta noche, a las once en punto en el cuarto de estudios. En un momento te envío el álbum.

     El pelilila colgó. Así que Goku dejó su celular nuevamente en el lavabo y terminó de ducharse. Cuando se vistió tomó su teléfono y se sentó en la orilla de la bañera para poder revisarlo tranquilamente. Se sorprendió tanto al ver aquellas imágenes.

     En la primera, era Vegeta sonriendo solo en lo que parecía una cabina fotográfica. En la segunda aparecía un chico pelirrojo que aparentaba tener dieciocho años, abrazándolo del hombro como si fueran camaradas.

     En la tercera, el pelirrojo lo besaba en la mejilla mientras el menor se sonrojaba. Y en la cuarta ambos se besaban tiernamente.

     Así eran las siguientes imágenes, ambos felices y demostrándose su cariño con caricias y besos.

     Sí, eran próximas a la fecha de su tragedia. Así que, ¿iba a ir a verlo, o por qué se regresó aquella vez? Y si es así, ¿por qué no escribió nada sobre él en su diario?, ¿fue lo suficientemente relevante como para querer guardarlo en su memoria o no? Y si así era, ¿acaso ocultaba algo?

     —Vegeta, ¿qué pasó exactamente esa noche?

Notas finales:

-Gotenks, ¿qué haces?, ¿por qué lastimas así a Goku?
-Trunks está analizando muy a fondo la vida de Vegeta, ¿qué información obtendrá cuando visite la casa de la familia Saiyan?
-¿Quién es ese chico pelirrojo que salía con Vegeta y qué fue para él que no lo mencionó en su diario pero sí se tomó fotos donde lucían felices? ¿qué ocurrió entre ellos?

Bueno, es todo. Aviso que la próxima semana tal vez no pueda actualizar, ya que ya empezó lo difícil en la prepa y tengo mucha tarea. Haré mi mayor esfuerzo, pero no prometo nada.

¡Adiós!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).