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Mi dulce ángel por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

¡Hola!
Disculpen la tardanza, estuve ocupada y pues, ya se saben el resto.
Este capítulo está muy confuso, si tienen dudas pueden preguntarme y con gusto les responderé.

12

Pagando caro los errores

 

 

Todos los que estaban cerca habían escuchado con claridad esas palabras dichas por el de cabellera en forma de flama. El silencio era tal en esa área que incluso provocaba una densidad alrededor de ellos. El menor retiró lentamente las manos de su boca, mientras que Goku sólo lo veía con dolor. El de cabellera alborotada tenía un sendero inagotable de lágrimas en su rostro, sus manos eran empuñadas débilmente y tenía una clara expresión de tristeza.

     Con un nudo en la garganta, deseando con toda el alma conseguirlo, trató de corregir y enmendar su error.

     —Kakarotto, yo no...

     —Quiero que te vayas de la habitación—dijo con seriedad viéndolo a los ojos.

     —¿Eh? Espera, yo...

     —¡Quiero que te vayas!—cerró sus ojos con fuerza—. Quiero que esta noche, cuando vuelva, ya no estén tus cosas—exigió.

     —¡Por favor, escúchame!—sus ojos avecinaban lágrimas que le eran imposibles retener.

     —¡¿Para qué?! ¿Para culparme por el accidente?, ¿para recordarme que fue mi culpa que él sufriera?, ¿para hacerme ver que si él no hubiera muerto tú felizmente jamás te habrías topado con mi estúpida presencia?—relajó sus músculos mientras lo veía con el ceño fruncido—. No quiero volver a verte.

     Y sin más salió corriendo en una dirección desconocida. El menor sólo lo observó irse, sintiendo rabia en su interior, la cual quiso liberar inconscientemente arañando su brazo izquierdo con disimulo.

     —¡Goku! ¡Espera!—el menor de los Son salió corriendo a toda velocidad queriendo alcanzarlo.

     —Yo...—susurró. Apretó sus puños fuertemente, al punto en que comenzaron a sangrar. Miró con odio hacia donde se fueron los pelinegros y corrió en dirección opuesta, ignorando las peticiones del pelilila para que se quedara.

 

***

 

—Goku, lo que dijo Gotenks no era cierto—se sentó a su lado. El mayor reposaba sentado contra un árbol, abrazaba sus piernas y ocultaba su rostro en sus rodillas—. Sólo estaba enojado por el golpe, no siente eso realmente...

     —Sí, lo sé—levantó su mirada y lo vio—. Estoy cansado de equivocarme, Goten... Por más que lo intente nunca logro tenerlo feliz, es... como si no lo conociera...

     —Goku—lo abrazó y se apoyó en su hombro—. No te equivocaste, sólo lo amas mucho y te preocupas por él, es normal... Trunks hace lo mismo conmigo a pesar de que no necesite que me defienda... Él se siente molesto porque la gente lo considera débil, y cree que tú haces eso cuando sólo lo amas con todo tu corazón—colocó su mano sobre su pecho.

     —Gracias, Goten—sonrió nuevamente—. Aunque prefiero ya no darle molestias... Él... puede conseguir a alguien más, yo sólo le traigo problemas...

     —No, no digas eso...—se aferró con más fuerza.

     —Hay alguien que... tal vez lo merece más que yo—soltó un suspiro—. Hay ocasiones en las que uno solamente debe dejar ir lo que le hace daño... Y, aunque tú no lo creas, yo lo estoy dañando más de lo que te puedes imaginar.

     —¿Por qué dices eso?

     —Porque yo sé cosas de él que me dolería hacerle recordar, pero por no hacerlo él también está sufriendo.

     —¿Qué cosas, Goku?—buscó su mirada.

     —Es que... creo que es Vegeta...—el menor lo miró confundido—. Creo que nunca murió y es él.

     —Entiendo...—susurró bajando la mirada.

     —Le dije a Trunks y él piensa lo mismo—el pelinegro volvió a verlo—. No te dijimos nada porque no sabíamos qué pensarías.

     —Está bien, no estoy molesto. Me alegra que Trunks te esté ayudando... Pero, Goku, no te preguntaré por qué no se lo has dicho, sino ¿por qué te culpas tanto de su mal sentir?

     —No lo sé, sólo... sólo lo veo tan triste a veces que me duele no poder ayudarlo...

     —Pero no necesariamente es tu culpa—besó su mejilla—. A veces uno necesita también estar triste, no sólo feliz.

     —Goten, ¿dormirías conmigo esta noche? Necesito a alguien—pidió.

     —Eso no lo tienes que pedir. Sólo dilo y lo haré...

 

***

 

Estiró sus brazos, consiguiendo deshacer esa tensión en sus músculos. Había sido un duro día de trabajo, tuvo que hacer la planeación y programa para el resto de la semana y además tuvo que hacer el reporte de las actividades a seguir.

     Pero por lo menos ahora llegaría a su habitación y dormiría un poco después de ducharse y cambiarse de ropa a una más cómoda o, ¿por qué no?, andar en ropa interior.

     Ese era su plan inicial, hasta que vio al final del corredor un chico de cabellera inconfundible. Lo observó unos segundos, una mochila y una maleta estaban a un lado, y veía fijamente a través de la ventana mientras su cuerpo se estremecía con constancia, como si estuviera llorando.

     —¿Estás bien?—preguntó al estar a su lado. El menor se sobresaltó completamente por el susto. Cuando volteó a verlo sintió un fuerte dolor en el pecho al ver su rostro lleno de lágrimas.

     —Sí—limpió rápidamente su rostro y tomó su mochila—. Ya me iba, disculpe las molestias.

     —Espera—lo tomó de las muñecas y lo vio a los ojos, esos ojos negros que reflejaban una gran tristeza—. ¿Qué tienes?

     —Nada—respondió con voz temblorosa—. Ya me voy...

     —Mírame a los ojos y dime que estás bien—pidió. El menor lo miró seriamente, pero a los segundos sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas y comenzó a sollozar. Suspiró y lo abrazó, para ocultarlo en su pecho—. Tranquilo, yo estoy aquí para ti...

     —¡Es mi compañero! ¡Me odia!—lloraba con dolor—. Le dije cosas horribles, soy un asco de persona, él no se merecía ese trato por parte mía.

     —Shh, ya no llores—deslizó sus dedos por su cabellera—. ¿Él te hizo algo?

     —No, ese es el problema...—susurró—. Sólo me intentaba defender cuando me golpearon—levantó su camisa y mostró la gran marca enrojecida del anterior golpe. El más alto tomó su rostro entre sus manos y unió sus frentes.

     —Ya deja de sentirte mal—susurró—. Si de verdad te quiere como tú a él, podrán perdonarse.

     —Me ha perdonado tanto...—respondió.

     —Entiendo...—lo soltó y lo volvió a abrazar, su cabeza quedaba contra su pecho—. Ya no llores, eso no solucionará nada... Tal vez necesitan darse un tiempo, y hablarlo cuando ambos estén más tranquilos.

     —Sí...—suspiró.

     —Bien. Ahora que no tienes habitación, ¿me haces compañía? Sólo hay una cama, pero es algo grande mi cuarto—miró al más bajo, quien tenía un profundo sonrojo—. ¿Aceptas?

     —Yo no... no creo que sea correcto—se aferró a su playera, aspirando su aroma.

     —Está solo todo el pasillo—comentó—. Además, no es como si fuéramos a hacer algo malo—soltó una risilla.

     —Maestro, le tomaré la palabra—limpió sus mejillas y lo vio con una media sonrisa—. Usted me agrada mucho.

     —Y tú a mí—susurró. El menor bajó la mirada con tristeza nuevamente.

     —Yo siento que lo conozco. Disculpe que le pregunte esto, ¿pero lo conocí antes?—el más alto negó lentamente con la cabeza, sabiendo que si hablaba su voz saldría entrecortada delatándolo—. Oh, está bien. Perdone que pregunte este tipo de cosas, pero yo perdí la memoria.

     —Está bien, no te preocupes—el menor empezó a sollozar—. Vamos a mi habitación.

     De un movimiento lo cargó en sus brazos, el menor sonrojado sólo pudo ocultar su rostro en su pecho y rodear su cuello con sus brazos. El más alto pasaba sus brazos por detrás de la espalda del menor y por las corvas, equilibrando bien su peso. Con su mano derecha alcanzó la maleta y la mochila arrodillándose un poco, y después caminó en dirección a su habitación.

     Al llegar, soltó con cuidado las pertenencias en el suelo y después se sentó en la orilla de la cama, aún con él en brazos.

     —Gotenks, mírame—pidió. El más bajo acató—. ¿Ya hablaste tu situación con un psicólogo?

     —No...—cerró sus ojos—. Maestro, gracias.

     —No es nada... ¿No quieres ducharte? Para que puedas dormir más relajado.

     —Sí...—bajó de los brazos del pelirrojo. El de ojos azules como el mar sintió un vacío cuando dejó de sentirlo.

     El de cabellera bicolor sacó algo de ropa limpia de su maleta y entró al baño, para ducharse. Gogeta solamente pudo suspirar con dolor, le dolía demasiado verlo llorar. A su mente solamente pudo llegar aquel momento en el cual lo dejó ir, cuando decidió ya nunca más volver a insistir viéndolo de lejos. Se levantó de la cama y se adentró al baño luego de tocar.

     —Hola, disculpa que entre, pero olvidé que se acabó el champú—sacó de un cajón debajo del lavabo una botella con un líquido verde dentro y volteó con él. Lo miró sentado en el suelo de la regadera, abrazado a sus piernas con el agua corriendo todavía.

     Suspiró y se acercó. Abrió la puerta de vidrio y cerró la llave del agua. Se arrodilló a su lado y deslizó su mano por su húmeda cabellera. Permaneció así unos segundos, hasta que el menor se atrevió a hablar.

     —Me violaron—el mayor tragó saliva con dificultad—. Lo recuerdo casi todas las noches en sueños.

     —Tranquilo...—acarició su mejilla con sus nudillos—. Ahora estás bien, ya no te preocupes por eso.

     —Maestro—volteó a verlo—. ¿Puedo dormir con usted? No me mal interprete, pero duermo más tranquilo abrazado a alguien—explicó.

     —Claro que sí—sonrió de medio lado—. Pero termina de ducharte, el piso está frío.

     El más bajo asintió y se puso de pie, el pelirrojo desvió la mirada ante la desnudez del menor. Le pasó la botella del champú sin mirar y salió del cuarto de baño luego de despedirse. El de cabellera bicolor terminó de asearse, quitando todos los residuos de sudor. Se vistió con un bóxer únicamente y salió del baño una vez terminó de secar bien su cabellera.

     —¿Ya estás más tranquilo?—preguntó cuando lo vio salir.

     —Un poco—soltó aire—. Estoy cansado.

     —Entonces recuéstate y duerme, me ducharé y en unos minutos vengo a hacerte compañía...

     Cuando arropó bien al más bajo se adentró al baño, se desvistió y se metió bajo la regadera. Pero no podía estar tranquilo, las lágrimas no tardaron en correr por su rostro al verlo así de herido, tenerlo tan cerca y no poder implorarle disculpas y decirle lo mucho que todavía lo amaba.

     Además le dolía demasiado que sufriera todavía por ese pasado. ¿Por qué tuvo que olvidar todo excepto su tragedia?, ¿por qué ya no recordaba a su familia, amigos, amores, pero sí la causa de sus intentos de suicidio?

     Tomó aire hondamente. Ahora él estaría ahí, ahora no lo abandonaría. Le haría compañía en todos los pasos que dé. ¿Y qué si fuera como amigo? Así empezaría, y si después las cosas salen bien sería su novio, para poder brindarle todo ese amor que por tanto tiempo había guardado exclusivamente para él.

     Dibujó una leve sonrisa en su rostro. Ahora podría tenerlo consigo, ser sólo ellos dos de nuevo.

 

***

 

—Ya se fue...—suspiró mirando la cama tendida y los cajones abiertos y vacíos.

     —Ya no te sientas mal, Goku—lo abrazó—. Deben hablarlo, pero es mejor que se tranquilicen primero.

     —Sí...—se sentó en la orilla de la cama—. ¿Irás por tu ropa a tu habitación?

     —No, confiscaré la tuya—se empezó a reír—. Trunks se quedará solo, pero... está bien, tiene que preparar sus cosas para la junta de mañana.

     —Entiendo...

     —Goku, me iré a bañar, espérame aquí—entró corriendo al baño con sus brazos hacia atrás, logrando sacarle una risilla al de cabellera alborotada por su hiperactividad.

     Sonó su teléfono, signo de que había recibido un mensaje. Lo tomó y desbloqueó la pantalla. Suspiró al leer el contenido.

 

     Trunks: La junta de mañana se adelantó, será a las 8:00 am. Antes de mediodía estaremos en casa de Saiyan buscando evidencia.

 

***

 

Ambos estaban acostados en esa cama individual, abrazados; el menor reposaba sobre el pecho del mayor, arrullándose con el latir de su corazón y el sonido de su respiración. Gogeta también dormía con tranquilidad, por fin tenía a Vegeta a su lado, podría hacerlo feliz nuevamente, ésta vez sí lucharía por él.

     El exasperante sonido de la alarma inundó la habitación. Con pereza la apagó. Parpadeó un par de veces y miró el cuerpo que estaba con él, sonrió al ver que no fue un sueño, estaba ahí con él. Lo abrazó y besó su cabeza.

     —Buenos días—susurró el menor.

     —Buenos días, ¿dormiste bien?—preguntó con una media sonrisa.

     —Sí... No sé por qué, pero siento gran calma con usted...

     —Me alegra—besó otra vez su cabeza.

     —Por favor... no haga eso—pidió.

     —¿Por qué?—sonrió de medio lado. Lo conocía, lo conocía perfectamente, sabía cómo tratar con él—. ¿Temes dejarte llevar?

     —¿Eh?—se sonrojó completamente.

     —Es broma—el más bajo se aferró a su pecho.

     —No sé por qué siento que debo hacer algo, pero... creo que lo haré... Disculpe—el mayor no entendió a lo que se refería, sino hasta que el más bajo se levantó y lo besó tímidamente en los labios.

     Fue ahí cuando recordó cuando salía con Vegeta y, debido a que se les hacía sumamente tarde cuando iban a cenar o al cine, él se quedaba a dormir en su casa y compartían cama. Y, cuando amanecía, Vegeta se levantaba y lo besaba para despertarlo...

     Él seguramente siempre supo que estaba despierto cuando hacía eso, pero jamás faltaba un beso por parte de él a modo de "Buenos días".

     Posiblemente ahora esté recordando parte de esos momentos y por ello sintió el impulso de besarlo.

     —Perdone—se separó y quiso bajar de la cama, pero el pelirrojo lo tomó del brazo y lo aproximó a sí, para volver a besarlo.

     Al menor le parecía extrañamente familiar ese contacto, no pudo evitar corresponderle, era tan dulce y cariñoso que le hacía falta palabras para describirlo. Casi por instinto se sentó sobre sus piernas para que sus cuerpos estuvieran más cerca, necesitaba sentir su piel con mayor intensidad.

     —Me gustas demasiado—dijo el pelirrojo cuando se separaron.

     —Esto está mal...—susurró bajando la mirada—. Si alguien se entera tendremos problemas los dos...

     —No tienen por qué saberlo—le dijo al oído—. ¿Quieres continuar?—quiso asegurarse.

     La respuesta no fue necesaria, el menor retomó sus labios. Ese contacto era tal cual lo recordaba. ¡Claro! Fue él quien le enseñó al menor cómo besar. Sus bocas se movían en sincronía, ¿qué importaba que no lo reconociera?, seguramente su subconsciente sí y por eso se podían coordinar tan bien.

     Pasó a otro nivel, deslizó su lengua por la comisura de sus labios, claramente entendió el mensaje y abrió su boca para darle paso a su lengua. Aquel contacto era suficiente para que ambos se demostraran el deseo que se tenían, deseo que tenía atrás aquel amor que se tuvieron en el pasado.

     —Se me hace tarde para mi primera clase—se separó con pena.

     —Está bien—acarició su espalda—. Te veo en clase de repostería.

 

***

 

—Bien, Goku. Espera aquí, si te da hambre puedes pedirle a Mai que te traiga algo—señaló a una mujer pelinegra que tecleaba rápidamente en la computadora de escritorio—. Ya la puse al tanto de quién eres.

     —¿Black también esperaba afuera?—preguntó mirando a su alrededor.

     —No, él normalmente me apoyaba en las juntas... No te preocupes, estaré bien. Me preparé toda la noche, además, es mi abuelo el dueño, estoy en confianza—lo animó.

     —Está bien... Y después vamos a la habitación de Vegeta—pidió.

     —Sí, Goku. Créeme que esa es mi prioridad ahora.

 

***

 

Me odia tanto que no quiso venir para no verme—pensó al ver que ya había iniciado la clase y el más alto no llegaba todavía. Suspiró y decidió copiar lo que el maestro escribía en el pizarrón.

     Colocó una mueca de fastidio y miró hacia la puerta de entrada. Tal vez una salida "al baño" lo ayudaría a relajarse y calmarse, o ir corriendo a su alcoba para ver si se encontraba bien. Pero se extrañó al ver a un pelinegro asomarse por la puerta y, cuando el maestro terminó de escribir y se dirigió al escritorio que estaba en dirección opuesta, se adentró corriendo al aula, logrando múltiples risas por parte de sus compañeros por la manera tan extraña de correr agachado para evitar ser visto. Así, cuando el docente por fin volteó para ver qué cosa tan graciosa causó ese alboroto en su clase, el pelinegro ya se había sentado en una silla al fondo, cerca de él.

     —Goten, ¿qué haces aquí?—le susurró.

     —Vine a decirte que Goku y Trunks se fueron temprano a su junta y por eso no vendrán—aclaró—. Y tendré las primeras dos horas libres, así que vine a hacerte compañía para no aburrirme.

     —Goten, ¿cómo está Kakarotto?—preguntó con timidez.

     —Preocupado por ti... pero sigue dolido...—lo tomó del hombro—. Está bien, pero ambos necesitan darse un tiempo, tranquilizarse antes de volver a hablar, para que reflexionen bien. Yo sé que no fue tu intención esa, pero no te enojes si intenta defenderte. Mi primo te quiere mucho, por eso lo hizo. No porque te vea débil, sino porque le duele verte en cualquier cosa que te ponga en riesgo—el mayor sonrió de medio lado sintiendo ganas de llorar nuevamente—. Ahora tú y yo también somos equipo, así que puedes contar conmigo.

     —Gracias—el menor le guiñó un ojo coquetamente, con lo cual se sonrojó. ¡Demonios! Ese niño podía llegar a ser irresistible por su inocencia. Podría jurar que, de no ser porque quería a Goku y porque era amigo de su novio, intentaría algo con él—. ¡Ay! ¿Física?—se quejó al ver el pizarrón.

     —¿No te gusta?—sonrió de medio lado al verlo haciendo un puchero.

     —¡No!—cruzó sus brazos e infló sus mejillas. Después rio un poquito—. Ya me voy, disfruta tu tortura—señaló la pizarra llena completamente de textos y fórmulas.

     Y así como entró, salió rápidamente, evitando cualquier vistazo del maestro. El de cabellera bicolor se alegró un poquito por esa visita, le reconfortaba saber que Goten lo apoyaría y que sería su amigo incondicional. Él sería un amigo de verdad.

 

***

 

—Perdón, no estaba en mis planes que demoraran tanto—se disculpó tan sólo salió de la oficina junto con un grupo de hombres que al igual que ellos iban trajeados.

     —Sí, no te preocupes—se puso de pie y estiró sus músculos.

     —Goku, dime. ¿Estás seguro de que te sientes listo para lo que sea que encontremos?

     —Sí, estoy seguro... Aunque no lo creas, quiero saber qué pasó antes de mí para poder comprenderlo...

     —De acuerdo. Entonces vamos, mi chofer ya espera en el auto...

     Ambos adolescentes bajaron al estacionamiento y subieron al auto negro perteneciente a la familia Brief. Estando atrás se quitaron los sacos. Trunks le mostró una caja, Goku algo extrañado no se atrevió a preguntar qué era.

     El mayor le dio indicaciones al chofer de dónde estaba la casa de la familia Saiyan y, cuando llegaron, ambos jóvenes bajaron del auto.

     —Le envié un mensaje a Tarble preguntándole si iba a estar en casa—comentó el mayor al estar frente a la puerta principal—. No estará nadie.

     —¿No te preguntó por qué le dijiste eso?—arqueó una ceja.

     —Sí. Le dije que saldría contigo a una junta para acompañarte y quería pasar a visitarlo a él y a Raditz... Por suerte ambos iban a estar ocupados fuera—explicó.

     —Excelente—el más alto abrió la puerta y ambos se adentraron con cautela.

     Trunks siguió al mayor hasta la habitación que correspondía a Vegeta. Estando ahí, observó todo. Algunos muebles estaban cubiertos de polvo, como si a su familia le doliera tanto estar en ese lugar que le era incapaz de entrar ni a limpiar.

     Trunks abrió aquella caja que llevaba consigo y sacó dos guantes de látex. Se los colocó y empezó a abrir cajones, para ver el contenido. Goku sólo se sentó en la orilla de la cama y dejó que el menor hiciera todo el trabajo. Estar ahí le traía recuerdos, como esa primera tarde cuando durmieron juntos y él por fin tuvo un sueño tranquilo y relajado.

     —No hay nada—dijo al cabo de unos minutos de inspeccionar el armario, las cajoneras e incluso el mueble dentro del baño—. Sólo queda revisar debajo de la cama.

     —Sí...—susurró haciéndose a un lado para que pudiera inspeccionar correctamente.

     Miró al techo luego de recargarse en la pared. Soltó un suspiro y cerró los ojos. Luego escuchó un ruido particular en la sala. Abrió lentamente la puerta para evitar algún ruido y se asomó. Pudo ver a Tarble y a Raditz entrando a la casa, charlando animadamente. Volvió a la habitación y cerró con mucho cuidado.

     —Trunks, ¡ya llegaron!—le dijo en susurro.

     Pero el pelilila estaba demasiado ocupado tratando de sacar una caja de cartón que estaba hasta el fondo. Se estiró un poco más y la arrastró.

     —"Rad, buscaré la gorra en la habitación de Vegeta"—se escuchó la voz del menor lejana.

     —Trunks, vámonos—pidió al escuchar los pasos del menor subiendo las escaleras.

     —Espera—volvió debajo de la cama para alcanzar un último papel.

 

***

 

Le dolía demasiado tener que volver a ese lugar, le traía muchos recuerdos tristes. Recordaba cuando escuchaba a su hermano gritar en las noches a causa de pesadillas, de cuando lloraba pensando que nadie podía oírlo pero él siempre lo escuchó perfectamente.

     Tomó aire para deshacerse de ese nudo en la garganta que amenazaba con asfixiarlo. Se armó de valor y abrió la puerta.

     Se extrañó de que la ventana estuviera abierta, supuso que su padre entró la noche anterior y la dejó así luego de tomar un poco de aire.

 

***

 

—¡Eso fue muy arriesgado!—le reprochó. Ambos caminaban por la banqueta. Habían salido por la ventana y corrido rápidamente para evitar ser vistos.

     —Lo sé pero... creo que aquí están todas las respuestas que necesitamos.

    

***

 

—Te veo distraído—comentó el pelirrojo.

     El de cabellera bicolor terminaba de lavar los moldes que utilizaron esa clase, pero como el día anterior también se quedó hasta el final.

     —No, todo está bien... Sólo pienso algo, no se preocupe.

     —...—prefirió ya no insistir y se aseguró de que ya no había alguien en la cocina—. ¿Te quedarás también esta noche conmigo?

     —No lo sé... preferiría estar con un amigo, no me malinterprete, lo hago porque si alguien se entera lo podría tomar a mal—dejó la vajilla en el escurridor y se quitó el delantal.

     —Por favor...—acarició su mejilla—. Hazme compañía esta noche.

     —Yo...—miró al más alto y pudo ver en su mirada un brillo especial, tan familiar que le era inevitable apreciar. Guiado por su instinto se puso de puntillas para besarlo—. Está bien.

    

***

 

—Sí, lo siento, Goten. Por favor no te enojes, sé que te prometí llegar a dormir contigo pero es necesario que arregle este asunto.

     —Está bien—no se necesitaba ser un genio para deducir que el menor estaba haciendo un puchero al otro lado de la línea.

     —Adiós. Te amo.

     —Y yo a ti...

     Colgó y entró al cuarto de estudios. Afortunadamente estaba vacío, excepto por Goku que estaba sentado al fondo con la caja sobre la mesa frente a él. Al estar ahí notó que seguía cerrada y él la veía con duda. Suspiró y se colocó otro juego de guantes de látex.

     Abrió la caja con cuidado, inevitablemente alzó sus cejas al ver dentro un oso de peluche. Lo sacó y lo miró con cuidado. Lo colocó encima de la mesa. Después vio aquel collar en forma de pieza de rompecabezas con el nombre "Gogeta" grabado. Efectivamente, esto confirmaba la historia del adulto.

     Luego sacó varias cartas con remitente con el nombre "Gogeta".

 

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Vegeta:

¿Qué me has hecho? No puedo dejar de pensar en ti cada segundo del día. Te pienso día y noche, me traes completamente loco. No dejo de recordar tus ojos negros, tu hermosa sonrisa que parece que no la demuestras muy seguido, esa cabellera azabache que resalta el brillar de tu mirada fuerte...

Vegeta, ¿qué me has hecho? Eres una persona increíble, nunca pensé encontrar a alguien como tú. Eres todo lo que yo soñé, créeme que haría cualquier cosa por tenerte aquí a mi lado, cualquier cosa por verte sonreír. Me fascinan tus ojos, en serio, son los ojos más bonitos que he visto en mi vida.

De verdad siento una fuerte atracción hacia ti, que me cuesta mucho trabajo ignorarla... Es más, no quiero ignorarla.

Me gustas, Vegeta.

Me gustas demasiado.

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     —Eso es lo que dice—terminó de leer.

     —Lo quiere mucho—comentó por las palabras escuchadas.

     —Sí, Goku. Me temo que sí—concordó.

     —Bien, ya me había resignado a perderlo.

     —Goku, por favor, no seas pesimista.

     —Sólo soy realista, ¡mírame!, ¡mira mi estado! ¿Cómo se supone que lo ayudaré, si estoy en peor estado que él cuando lo conocí?—bajó la mirada—. ¿Qué dicen las demás cartas? Quiero saber si no se trata de un demente posesivo.

     —Está bien—susurró.

 

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¿Te han dicho antes que eres muy lindo? Cada vez que te veo sólo me enamoro más de ti. Me sorprende que no seas narcisista, cualquiera se prendaría de tu apariencia con sólo un vistazo.

¿Y tu manera de ser? Eres como un guerrero, de verdad, estoy seguro que tú eres la persona con carácter más fuerte que he conocido, y eso me encanta de ti. Tu valentía, tú no le temes a los problemas, me inspiras a ser igual de luchador con la vida, te esfuerzas tanto en tus trabajos que sólo puedo pensar en que eres un gran chico.

Veo mucho futuro en ti, tanto académico, como deportivo y personal... Toda tu presencia está llena de maravillas, simplemente eres perfecto.

Créeme que nada me encantaría más que formar parte de tu futuro.

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El pelilila leía cada carta en secuencia según la fecha que tenía escrita, delatando que su amor más allá de ser enfermizo o falso, era demasiado puro y sincero, se podía leer el amor que le tenía a Vegeta desde antes de iniciar su noviazgo.

     —Goku, de verdad lo amaba—comentó cuando terminó de ver todas las cartas—. Lo siento.

     —Está bien—susurró. Se apoyó en la mesa sobre sus brazos cruzados y aguantó las ganas de llorar—. ¿Hay algo más?

     —Sí, lo último que encontré fue esto—sacó de una bolsa de plástico transparente unos papeles arrugados—. Los metí en esta bolsa porque creo que lo que tienen es sangre—explicó.

     —¿Sangre?—preguntó sorprendido.

     —Así es—Lo sacó y desdobló con cuidado. Deslizó su dedo sobre una mancha ya color rojo oscuro para que notara que estaba un poco tiesa en esa sección—. La sangre cuando se seca se ve de este color.

     —Sí, entiendo...—susurró—. ¿Pero que no son...?

     —Así es, Goku—afirmó sabiendo qué iba a preguntar—. Son las hojas faltantes del diario.

     —¿Y qué dicen?—lo miró con cierta curiosidad.

    

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25-Diciembre-735

Sé que pedí ese deseo anoche, aunque tal vez me estoy cegando yo sólo. Es decir, hace unos meses conocí a Gogeta. Él es... él es todo lo que he esperado en la vida. Tal vez exagero, pero así lo siento, jamás había encontrado a una persona que tuviera todas esas cualidades. Nunca antes escribí aquí de él porque simplemente no encontraba las palabras correctas para expresar lo mucho que estoy enamorado de él.

Tiene unos ojos tan azules, como el mar, que simplemente me encantan. Y esa sonrisa que me hace enamorarme más de ella cada vez que la miro dedicada únicamente a mí.

En estos meses he sido muy feliz con él, es difícil de explicar lo nuestro, pero de verdad me siento muy agradecido con la vida por ponerlo en mi camino. Me ha demostrado lo mucho que me ama en más de una ocasión, incluso he dormido con él. Es lindo poder estar en los brazos de la persona que quieres, él me transmite una gran calma, me hace sentirme protegido.

Viví grandes momentos con él, y lo mejor es que nos queda mucho por delante. Estoy muy emocionado porque me llevará a la playa, nunca he ido y claro que quiero. Mamá y papá jamás se enterarán, sólo iré a su casa y estando de camino llamaré diciendo que pasaré la noche con mi "amigo". Me duele mentirles, pero sé que no lo aceptarían. Además, no haremos nada malo, sólo tener unas pequeñas vacaciones, únicamente él y yo.

El deseo que pedí ayer, creo que ya se me cumplió, y que lo tengo conmigo desde hace unos meses y no me había querido dar cuenta de eso.

Creo que Gogeta es el amor de mi vida.

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03-Enero-736

Hoy Gogeta fue a verme a la escuela, yo... de verdad no... No puedo verlo a los ojos luego de lo ocurrido, me duele demasiado.

Él no merece algo como yo, me doy asco, ¡soy un asco! No quiero que se entere de lo que me pasó, de verdad no quiero que me odie, me dolería su desprecio.

Por eso lo mejor es que me aleje, no soportaría su rechazo...

De verdad, yo quería guardar mi primera vez a quien de verdad amara. ¿Y qué demonios pasó? Me utilizaron como objeto.

Gogeta no merece una humillación como yo.

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5-Enero-736

Gogeta vino a buscarme a casa, me hizo recordar todo ese amor que me tiene. Me hizo recordar ese cariño que yo le tengo a él. Lo amo y él me ama, él... me quiere de verdad... No quiero dejarlo, y él tampoco quiere dejarme. Nacimos para estar juntos, por eso... Por eso acepté volver a su lado, sin él el vacío en mi interior fue mayor, sin él las noches fueron más largas y tristes, su simple presencia hace que me sienta en paz y seguro.

Yo amo a Gogeta, así que ahora estaremos juntos. Me prometió apoyarme después de... esa noche... y es justo lo que necesitaba, que alguien estuviera dispuesto a tenderme la mano ahora que me siento caído.

Me hizo ver que soy importante para él, y él es importante para mí. Mi vida no tenía sentido, hasta que llegó él. Después del incidente mi mundo se vino abajo, pero su esencia me mostró una luz, y era imposible ignorarla. Su simple apostura y guapura provocó que reviviera en mi interior esa chispa de amor que le tenía, que fuera capaz de hacerme salir de la depresión para concentrarme en mi felicidad que es él.

Estoy dispuesto a dar lo mejor de mí, para salir de esto y superarlo, debo ser fuerte, por mí y por nuestra relación...

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12-Enero-736

Soy un asco, de verdad me doy vergüenza. ¿Cómo es posible que dejé ir esto tan lejos? Lo mejor fue acabar con todo de una vez por todas.

Gogeta y yo estuvimos a punto de hacerlo y yo... no puedo, simplemente no puedo. No quiero que nadie vuelva a tocar mi cuerpo, no quiero recordar esa tortura, cada vez que toco esa zona me duele demasiado como si aún estuvieran ellos dentro de mí, obligándome a hacerles...

Yo de verdad no puedo más con esto, Gogeta no merece alguien que no es capaz de entregarse por un maldito trauma. Ya no quiero que sufra a mi lado, él la está pasando mal cuando podría ser feliz con otra persona que pueda ser para él completamente. Así que... adiós, Gogeta.

Gracias por los momentos hermosos que pasamos juntos.

Gracias por tenderme la mano cuando más lo necesité.

Gracias por darme tu amor.

Gracias por todo, Gogeta. Jamás te olvidaré...

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     —Y así termina—las colocó sobre la mesa y se sentó en una silla frente a él—. ¿Qué opinas?

     —Que yo jamás estaré a la altura de él—cerró los ojos y las lágrimas por fin cayeron—. Gogeta estuvo más tiempo con él, y lo apoyó más que yo. ¿Para qué intentarlo si ellos dos seguramente se siguen amando?

     —Goku. Si lo amara todavía, no te hubiera aceptado a ti... Es más, su subconsciente lo hubiera detenido antes de que tú y él tuvieran ese encuentro en su habitación. Contigo es feliz, así que no tomes una decisión precipitada. Ahora tú eres su felicidad—el mayor sonrió un poco ante eso.

     —Gracias...—susurró. Miró con detenimiento las hojas que el pelilila aún conservaba en mano—. ¿Por qué las habrá arrancado?

     —Tengo una teoría—el de cabellera alborotada asintió, para que prosiguiera—. Imagino que días después de recaer en su trauma y terminar su relación con Gogeta, inició la conducta "suicida" a causa de las pérdidas y la baja emocional. Lo que yo creo que pasó es que se negaba todavía a aceptar lo sucedido, por lo que intentaba olvidarlo. Sin embargo, eso implicaría deshacerse de los bellos momentos que tuvo con Gogeta antes y después de lo sucedido, que corresponden técnicamente a una parte del trauma, en realidad tiene relación con él.

     —¿Pero por qué esconder todo en una caja?

     —A eso voy. Tal vez no se sentía capaz de olvidarlo, o simplemente no quería hacerlo. Este diario es trágico, Goku. Y lo que vivió con Gogeta es algo que él recuerda con cariño. Tal vez no quiso mezclarlo solamente, o manchar la "bella memoria de esto" con todo su estado. ¿Me expliqué bien?

     —O sea que... Se estaba cortando, miró las hojas donde escribió su cariño a Gogeta, y las arrancó...—dedujo.

     —No me sorprendería que las haya abrazado contra su pecho como si lo "sintiera a él y su presencia", es algo común en un estado de desesperación—bebió un poco de agua y sonrió de medio lado—. Posiblemente recapacitó, y guardó todo en una caja, sabiendo que tenía que tener todo lo bueno en un solo lugar.

     —¿Cómo es que llegaste a pensar en todas esas conclusiones?

     —Por la caja—le señaló un lado que era visible para ambos. Deslizó su mano enguantada y limpió el exceso de polvo que había ahí. Después de esta acción pudo leerse un "HOPE 1" escrito.

     —Tenía esperanza en volver con Gogeta... Su primer gran amor...—mencionó bajando la mirada.

     —O tal vez tenía la esperanza de encontrar otro amor, igual o mejor que Gogeta, con quien pudiera tener su primera vez por amor—el mayor sonrió después de escucharlo.

     —Trunks, gracias por todo.

     —No es nada... Pero, si no te molesta, me gustaría mostrarle esto mañana a Gogeta, para liberar su alma, aún siente culpa.

     —Sí, por mí no hay problema... ¿Te molesta si me quedo con ustedes en su habitación, en la cama de Goten? No quisiera estar solo en la habitación ahora que se fue y enojado.

     —Por mí no hay problema. Y es obvio que Goten amará tu presencia con nosotros...

 

***

 

—Gotenks, buenas noches—susurró en su oído después de apagar la luz. Lo abrazó y acurrucó sobre su pecho.

     —Buenas noches, Gogeta—respondió—. Perdón, maestro Gog...

     —Basta de formalidades, a mí me puedes llamar como tú quieras—acarició su cabellera en forma de flama—. Descansa.

     El mayor estaba demasiado pensativo una vez que el menor se durmió. Le era tan difícil tenerlo entre sus brazos y no poder besarlo como le gustaría, que ahora sólo podrían ser alumno-maestro, que su condición sobre no decirle su pasado evitaba que fuera feliz nuevamente a su lado.

     Besó su cabeza y lo aferró con un poco más de fuerza, las lágrimas cayeron de sus mejillas y sollozó en silencio. Le dolería demasiado que todo fuera un sueño y que él al amanecer ya no estuviera en sus brazos y tuviera que afrontar que Vegeta ya no estaría jamás con él.

 

***

    

—¡Genial!—respondió energéticamente cuando le dijeron que su primo pasaría la noche en su habitación—. ¡Acuéstate conmigo!—se hizo a un lado para hacerle espacio.

     —Gracias—se acomodó a su lado mientras el pelilila iba a la cama del otro lado de la habitación—. Buenas noches.

     El menor se aferró a él rápidamente, y el pelilila leyó un poco antes de quedarse dormido. Cuando los dos por fin descansaban, Goku seguía sumido en sus pensamientos.

     Pensamientos que le dolían y otros que lo reconfortaban. Suspiró y sonrió tristemente.

     —Si tú lo prefieres a él, está bien, no me meteré... Sólo quiero que seas feliz, Vegeta...—pensó. Cerró los ojos y aquel par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas—. Porque yo te amo con todo mi corazón...

Notas finales:

¡No me odien!
Sé que es un tema delicado, ¿pero qué hacer?
Dejen reviews ;)

P.D. ¿Les gustaría un flash back de esa tarde donde Gogeta y Veggie terminaron definitivamente o les parece muy cruel saberlo?
Pueden votar

¡Gracias por leer!


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