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Mi dulce ángel por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

Fue sólo una semana ;)
Este capítulo está dividido en dos partes, chequen las horas para hubicarse temporalmente.
Sin más, disfruten.

14

Paletas de fresa

 

 

(Viernes. 9:32 p.m.)

—Buenas noches, Gogeta—saludó el pelilila cuando el adulto llegó a su lugar de reuniones: el cuarto de estudios.

     —Chicos, cada vez que me llaman me preocupa algo. Siento como si me fueran a dar una mala noticia cada vez que me citas aquí—miró al de ojos azules, mientras el pelinegro sólo observaba callado la escena.

     —Verás, Goten y yo tuvimos un partido de fútbol, así que él invitó a Vegeta, alias Gotenks, al juego. No se presentó porque estaba castigado por gritar en tu clase.

     —Y así fue, tenía que reprenderlo—el de ojos turquesas lo veía fijamente, sólo atinó a desviar la mirada—. Ya no se queda conmigo, se fue esta tarde a la habitación de su amigo.

     —¿No pasó la tarde contigo?—preguntó el pelinegro.

     —No. ¿Por qué?, ¿qué pasa?—Goku y Trunks intercambiaron miradas—. ¡¿Chicos?!

     —Él no fue a ver el partido, dijo en un mensaje que tal vez después del castigo estaría libre, quedamos de vernos a las cuatro en el comedor... Nunca se presentó—el pelirrojo se angustió.

     —Seguro está con su amigo—intentó calmarse.

     —Lo prudente sería confirmar—se puso de pie—. Gogeta, si él está en un lugar extraño o, peor aún, solo, sus pesadillas lo atormentarán. Incluso puede llegar el momento en que recuerde todo.

     El pelilila salió, seguido de los otros dos. No, era imposible, ¿cómo fue capaz de no contar con esa posibilidad? Miró de reojo al pelirrojo, ¿en serio fue capaz de dejarlo ir? Sí, muy probablemente. Pero, ¿"Gotenks" quería alejarse de su lado? Sólo tenía dos opciones para ello: o Gogeta se sobrepasó o hizo algo indebido, o se vieron en riesgo de que los delataran.

     Miró de nuevo al frente, aproximándose a su objetivo. Al estar delante de la puerta de una habitación específica, tocó con su puño. Pasados unos segundos, esta se abrió.

     —Buenas noches, soy Trunks Brief. ¿Podrías llamarle a Gotenks?—preguntó al chico castaño, él lo miró confundido.

     —Gotenks no está aquí—eso hizo quedar estático al pelilila. Cerró los ojos y suspiró.

     —Escucha, esto es un asunto delicado y necesito hablar con él. ¿Podrías...?

     —En serio, no está aquí—abrió la puerta completamente, así el pelilila vio y comprobó que decía la verdad—. Dijo que iría con un tal Goten a festejar el partido que jugaron, creí que pasaría la noche con ustedes...

     —¿A qué hora se fue?—preguntó seriamente. El castaño lo observó, se notaba su semblante preocupado, al igual que el del pelinegro y del adulto pelirrojo (quien supuso era Gogeta por las características dichas por su amigo con anterioridad).

     —A eso de las tres treinta—el pelilila asintió.

     —¿Te ha llamado?

     —No. Le marqué y me enviaba a buzón...

     —De acuerdo, gracias. Nosotros lo localizaremos, si vuelve, ¿podrías contactarme?—sacó una libretita y anotó su número de teléfono—. Por favor.

     —Sí, pero, ¿podrías avisarme tú a mí si saben algo de él? Me preocupa que no esté con ustedes.

     —Sí. Vendré personalmente si sé algo de él esta noche.

     El castaño cerró la puerta después de despedirse con una seña de los tres. Trunks caminó unos pasos para alejarse de ahí y sacó su móvil, para llamarle a su empleado.

     —Black, ¿Gotenks está contigo?—preguntó directamente.

     —No, ¿pasó algo?

     —Black, dime la verdad.

     —¡Te digo la verdad! No lo he visto desde la fiesta—el pelilila suspiró frustrado.

     —Si sabes algo, llámame.

     Sin esperar respuesta colgó. Se quedó callado, pensativo. A ver, debía haber algo que pasara por alto, era imposible que estuviera con alguien desconocido.

     —A ver, Trunks. Piensa... Gotenks es consciente de su problema de pesadillas, por tanto no dormiría con alguien desconocido o que no le inspire confianza. Eso significa que está solo o con un amigo, pero no está con nosotros. Eso descarta esa opción, sin embargo, ¿por qué dejar sus cosas en una habitación si no estaría ahí? Debió pasar un incidente imprevisto que lo hiciera alejarse...—pensó.

     —¿Qué haremos?—preguntó el pelirrojo, no aceptaba la idea de que a su Vegeta le pasara algo.

     —Esperar—fue lo único que respondió el pelilila.

     —¡Vegeta sufre mucho cuando tiene pesadillas! Trunks, tú no lo has visto, es horrible verlo llorar. Necesita compañía...

     —Goku, lo sé—interrumpió.

     —Trunks, por favor no me pidas esperar, ¡necesito saber si está bien!—alzó la voz

     —Lo sé, pero no puedo hacer nada. Su teléfono está apagado, no puedo rastrearlo. No está con ninguno de nosotros, ni avisó a dónde iría. El campus es enorme, y no podemos ir de puerta en puerta preguntando si lo han visto—explicó con calma. El pelinegro bajó la mirada.

     —Yo no quiero que sufra...—sus ojos se llenaron de lágrimas.

     —Tengo una teoría, pero aún no tengo buenos fundamentos para sostenerla—los dos lo miraron con detenimiento, así que prosiguió—. Si recuerda todo, estando solo, sentirá un gran dolor, pero este lo orillará a buscar a alguien de gran confianza. Posiblemente a ustedes.

     —¿Y si se lo toma a mal y nos odia?—preguntó el pelirrojo.

     —Entonces irá con ese chico o con Goten y conmigo—ambos asintieron resignados—. Estará bien...

     —¿Y si no...?

     —El tiempo lo dirá.

 

***

 

(Viernes. 3:56 p.m. [horas antes])

Los miembros semierectos se marcaban en sus shorts deportivos, el de cabellera bicolor era incapaz de moverse por voluntad propia, estaba paralizado del miedo y además bien sujeto por esos chicos.

     La puerta se abrió, dejando entrar a un joven castaño de cabellera en punta, con dos mechones que caían en su frente. Su cuerpo era atlético, era realmente apuesto ese muchacho. Los pendientes que colgaban de sus orejas se movían con cada paso que daba aproximándose a ellos, finalmente se recargó en una pared y los vio. Sacó aquella paleta de su boca y los miró como si fuera un niño serio pero curioso.

     —¿Qué hacen?—preguntó tranquilamente, aunque en el fondo sabía la respuesta: de sólo verlos excitados y con el menor completamente asustado y paralizado sabía lo que hacían.

     —Este no es tu problema, ¡vete de aquí!—exigió uno.

     —Vaya, son algo irritantes... Tal parece que buscan diversión—mordió el caramelo macizo para que se rompiera en su boca y lo masticó para pasarlo más rápido.

     —Niño, ya vete. Estamos ocupados—pidió otro, impaciente por consumar el acto.

     —Pff, si buscaban diversión, me lo hubieran pedido a mí—les guiñó un ojo, dejándolos confundidos—. Es decir, ¿acaso les interesa este tipo? Obviamente yo estoy mucho mejor que él y no sólo eso—los miró seductoramente desde su lugar, consiguiendo que tragaran saliva y centraran toda su atención en él—también hago ciertos trabajitos mejor, ya saben...

     Colocó su puño enfrente de su rostro, no completamente cerrado, a la altura de su boca. Separó sus labios lo suficiente, y su lengua la golpeó con fluidez y ritmo contra su mejilla, provocando que se marcara en su rostro en el exterior. Parecía que tenía un pene invisible en su boca al cual le hacía una excelente felación.

     —Dejen al niñato y divirtámonos nosotros—pidió con un tono juguetón que acabó por enloquecer a esos chicos.

     Miraron al pobre pelinegro teñido y soltaron, después se dirigieron lentamente hacia el castaño, que los veía con una sonrisa desde su lugar. Gotenks simplemente no podía creer lo que había visto, ¿acaso lo que Vegetto quería era satisfacerse a él también? Su cuerpo seguía temblando y su respiración era irregular, todavía sentía esa sensación idéntica a las pesadillas de la violación.

     —Niño, ya vete de aquí y deja de estorbarnos, ¿no vez que quiero divertirme un poco?—el de cabellera bicolor notó la mirada de burla del castaño, mas no supo identificar si era falsa o no.

     Torpemente y tambaleándose de un lado a otro, salió del baño, todavía en shock por el intento de violación.

     —Ahora que se fue, ¿por qué no nos ayudas con estos problemitas?—dijo uno lujuriosamente en su oído, luego lo tomó del hombro y empujó fuertemente hacia abajo para que se arrodillara.

     —Claro que les ayudaré a bajar eso—le guiñó nuevamente el ojo. Luego empezó a reír disimuladamente al tenerlos frente a él, acariciándose sobre la ropa a modo que sus entrepiernas estaban a la altura de su rostro. Después se dejaron de tocar incitándolo a que él hiciera el trabajo—. Sí que son estúpidos.

     Y sin más, los golpeó rápidamente a los tres en esa zona prohibida sin que pudieran reaccionar a tiempo, inmediatamente se dejaron caer al suelo con sus manos en su entrepierna quejándose del gran dolor que sentían, incluso peor de romperse todos los huesos.

     Vegetto se puso de pie y sonrió con burla.

     —Les dije que les ayudaría a bajarlo, pero no les dije cómo—empezó a reír—. Gracias por todo chicos, me divertí mucho.

     Salió despacio del baño, colocó sus brazos detrás de su cabeza y atravesó el pasillo. Vio al de cabellera bicolor recargado en una pared, sus brazos cruzados sobre su pecho parecían más un autoabrazo que de molestia, y su rostro mostraba todavía miedo. Se acercó a él, y ya estando delante acarició su mejilla. Su piel estaba fría en esa zona, acarició su brazo y comprobó que no sólo la piel de su cara estaba en esa temperatura, sino todo su cuerpo.

     Se quitó su chaqueta azul con detalles naranjas y lo tomó de los hombros, para atraerlo a sí y abrazarlo. Sintió que era correspondido rápidamente, el cuerpo tembloroso del chico se aferraba a él. Pasó su chaqueta por los hombros del pelinegro sin separarlo de sí y le colocó el gorro, para que se sintiera un poco más protegido. Acarició su espalda.

     —Vamos a mi habitación—pidió al sentirlo sollozar.

     Cuando Gotenks se separó, lo ayudó a ponerse las mangas del suéter. Después se colocó a su lado y lo hizo rodearlo por un hombro con su brazo, mientras que él pasaba su brazo por su cintura. Caminaban a paso lento, el pelinegro únicamente veía hacia abajo, dejándose guiar por el castaño, quien ocasionalmente lo miraba de reojo.

     Subieron al piso siguiente y el de cabellera en forma de flama se detuvo a cubrirse el rostro con ambas manos. Vegetto lo observó unos segundos, se veía demasiado afectado por lo sucedido. En un rápido movimiento lo cargó en sus brazos, un brazo atrás de su espalda y otro en las corvas, como si fuera un niño pequeño que se había caído de la bicicleta.

     Pero no era eso, sino que estaba asustado por algo mucho más grave que un raspón por una caída, estuvo a punto de ser violado por adolescentes con las hormonas alborotadas. Llegó hasta su habitación y suspiró después de entrar. Lo dejó sobre su cama y lo arropó bien para que adquiriera calor en su cuerpo.

     El castaño abrió una pequeña nevera que estaba en una esquina de la habitación y sacó una lata, la abrió y bebió su contenido.

     —Gracias—alcanzó a escuchar por parte de él. Vio que Gotenks se sentaba en la cama y se recargaba contra la pared. Se sentó al centro de la cama luego de quitarse los zapatos, frente a él, viéndolo a los ojos, esos ojos llenos de lágrimas y dolor.

     —No es nada...—bebió un poco de soda.

     —¿Qué sucedió con esos chicos?—preguntó en susurro abrazando sus piernas y colocando su rostro sobre sus rodillas, bajando la mirada.

     —Lo que es obvio, bajé su erección mientras me divertía—le guiñó un ojo—. Los golpeé, fue divertido verlos retorcerse en el suelo de dolor.

     —Vegetto... ¿por qué me ayudaste a pesar de cómo te traté esta mañana y de lo que dije?—preguntó y levantó la mirada para verlo.

     —Já—soltó burlón, dejando nuevamente al aire su actitud molesta—. ¿Me crees un maldito?

     —No, pero creí que tal vez lo harías—el castaño sonrió.

     —No, la verdad no...—se terminó la soda y arrojó la lata a una esquina, consiguiendo que cayera en el bote de basura—. Algo importante aquí es que tienes que hacer la queja formal, directamente con la directora...

     —No me siento capaz de hablar de ello—sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente.

     —Entiendo—tomó la almohada aprovechando que no la necesitaba y metió su mano en la funda. Sacó una paleta en forma de corazón y le quitó la envoltura, la metió con un poco de fuerza en la boca del pelinegro—. Iré yo, además también me involucra por haberlos golpeado. Puedes quedarte aquí, no me molesta. Si quieres algo de la nevera sólo tómalo...

 

***

 

—No puedo creerlo—se cubrió la boca con su mano y cerró los ojos.

     —Él está en mi habitación, sigue algo alterado por lo ocurrido. No sé usted, pero yo creo que lo mejor es dejarlo descansar, él no es capaz de abordar el tema en estos momentos—ella asintió.

     —Sí, gracias, Vegetto—extendió su mano y la estrechó con el menor—. Me encargaré de esto.

     —Gracias, directora. Iré con él, necesita compañía.

 

***

 

—Sigues aquí...—susurró después de adentrarse en la habitación. Se quitó la playera blanca que llevaba puesta, dejando al descubierto su bien formado cuerpo, la cambió por otra limpia sin mangas color negro.

     —En un rato me voy, no te preocupes—comentó, pero su voz se escuchana lejana, como si estuviera ido.

     —Pasa la noche conmigo si eso te hace sentir mejor—se bajó los jeans de mezclilla y se colocó un pants deportivo, sin importarle el estarse casi desnudando frente al pelinegro.

     —Sí, gracias—bajó la mirada y nuevamente abrazó sus piernas.

     —¿Sabes? Me sorprendió tu reacción, fue, ¿cómo decirlo? Inusual—abrió la nevera y rebuscó en su interior, intentando localizar algo que se le apeteciera.

     —Hace tiempo me violaron—confesó. El castaño se quedó estático en su lugar y volteó a verlo lentamente.

     —¿Qué?—fue lo único que alcanzó a decir.

     —No lo recuerdo, tengo amnesia. Sólo recuerdo de unos meses atrás... Pero esto está en mi memoria, comencé a recordarlo en sueños yo... todas las noches lo vivo en pesadillas—explicó. Empezó a sollozar—. Lo que esos tipos intentaron hacerme hoy me hizo recordar todo y no...

     Lloró y dejó inconclusa la oración, el castaño se sentó a un lado de él y besó su frente. Eso lo desconcertó.

     —Llorar nunca ha solucionado nada—limpió sus lágrimas—. Ya relájate. ¿Y qué si esos tipos pensaron con su otra cabeza? Ahora estás bien, aquí nadie te lastimará, menos si yo estoy contigo, ¿de acuerdo?—el de cabellera bicolor sólo se le quedó viendo a los ojos, luego desvió la mirada algo sonrojado.

     Vegetto aprovechó su calma para regresar a la nevera y sacar dos empaques congelados, envolvían algo con un papel encerado color blanco. Le pasó uno a Gotenks y se sentó a su lado nuevamente.

     Era una paleta de hielo compuesta de fresas con crema, muy agradable a la vista. Al probarlo sintió el delicioso sabor de las fresas dulces en su paladar, y la consistencia perfecta de la crema con un ligero toque a vainilla.

     —Te gusta mucho la fresa, ¿no?—preguntó ya calmo, saboreando aquel postre.

     —Sí—mordió la paleta, manchándose de ese líquido blanco ya derretido por las comisuras de sus labios, además de que había goteado en su ropa.

     —Vegetto, ¿delatarás que pasé la noche con Gogeta?—preguntó seriamente.

     —Mmm... no, Gog se ha esforzado mucho, no soy capaz de provocar que lo despidan. Aunque ya no me habla, es mi amigo.

     —Está bien...—bajó la mirada y siguió comiendo.

     Luego de un rato en silencio, el de cabellera bicolor volvió a hablar.

     —Entonces, ¿qué somos a partir de ahora?—preguntó refiriéndose al trato tan contradictorio que estaban teniendo respecto a esa mañana.

     —Amigos, supongo—tomó su mano y entrelazó sus dedos.

     —Vegetto, de nuevo te agradezco lo que hiciste por mí...

     —Ya, no fue nada—terminó la paleta y arrojó el envoltorio en la basura. Alguien tocó a la puerta, así que el castaño fue a abrir.

     —Hola, Vegetto—saludó esa persona.

     —¿Black?, ¿qué quieres? Estoy ocupado en algo.

     Por un momento pareció que el chico desvariaba en pensamientos, después desvió la mirada sonrojado.

     —Perdón, no sabía que estabas con alguien. Te llamo mañana. Adiós—rápidamente se alejó de ahí. El chico de pendientes miró desconcertado eso y cerró otra vez.

     —Bah, es un idiota. ¿Qué le pasa?—murmuró. Después vio que el de cabellera bicolor hizo el mismo gesto, desviando la mirada con un tierno sonrojo adornando sus mejillas—. ¿Tú también? ¿Qué rayos te ocurre?

     —Es que... parece otra cosa—el chico abrió un cajón y sacó un espejo para verse, en ese momento se percató de que también tenía manchas de líquido blancuzco en su pants.

     —¿Qué? ¿Parece semen?—preguntó con tranquilidad, el otro sólo pudo sonrojarse más—. ¿A poco te da pena que diga que parece que le hice una felación a alguien?

     —Ya, límpiate—pidió.

     El castaño se acercó, demasiado, estaba ahora a pocos centímetros de su rostro, incluso sus respiraciones se mezclaban. El de cabellera en forma de flama no podía estar más nervioso.

     —Tal parece que piensas ciertas cositas—dijo en tono juguetón. Tomó la mano de Gotenks que sostenía la paleta y lamió aquel postre helado, cerrando los ojos mientras movía su cabeza de arriba hacia abajo. Después se separó, dejando un hilillo de saliva y crema uniendo su boca con el dulce frío todavía—. No te emociones, no eres de mi tipo.

     Sin más, le arrebató la paleta y se puso a degustarla como si lo hecho hace unos segundos no hubiera ocurrido. Fue ahí donde Gotenks comprendió un poco lo conversado con Gogeta; y no sólo eso, notó que Vegetto era muy seductor, a tal punto que podría llevar al cielo a cualquiera. Pero también hacerlo aterrizar de golpe y en caída libre de un segundo a otro.

     —No te preocupes, tú tampoco eres de mi tipo—limpió su boca con su puño.

     —Sólo lo dices porque sabes que no eres digno—comentó en tono presuntuoso, Gotenks sólo empezó a reír.

     —Y según tú, ¿quién es digno?—el castaño levantó la mirada con gran orgullo.

     —Nadie—eso hizo que riera más.

     —Eres muy presumido—dejó de reír pero no borró su sonrisa—. Aun así me agradas.

     —¿Y por qué no debería agradarte? Soy inteligente, audaz, fuerte, apuesto, divertido, el rey y dueño de todo, el más popular. O sea, es un honor que yo te hable—eso hizo que volviera a reír.

     —Tienes una actitud detestable, pero un gran corazón, Vegetto—sonrió un poco—. ¿Entonces puedo quedarme?

     —Si no te molesta compartir colchón conmigo, adelante—se limpió en su pantalón los residuos de la crema derretida.

     —¿Por qué sólo hay una cama?—preguntó mirando el espacio vacío al otro lado de la habitación.

     —Porque, al parecer, el tipo que antes estaba aquí, hace como dos años, fumaba y bebía. Se quedó dormido, la colilla de cigarro seguía encendida, ardió en llamas la cama. Cuando despertó salió asustado, no sabía cómo reaccionar por su estado alcoholizado... Hasta que alguien consciente notó el humo y entró con un extintor a apagar todo—empezó a reír—. Lo expulsaron.

     —¿La cama se quemó completamente?

     —No, pero sí se dañó mucho y eso significa mucho riesgo, así que la sacaron y pintaron las paredes nuevamente. Afortunadamente no hubo daños en la estructura de la habitación. Fin.

     —Sigo sin saber por qué no hay cama—el castaño volvió a reír.

     —Estamos en el tercer piso, ¿quién va a estar dispuesto a subir una cama hasta acá? Por eso prefirió la directora que fuera individual.

     —Entiendo...—suspiró y miró el techo.

     —¿Sigues pensando en eso?—arqueó su ceja.

     —Es inevitable—volvió a verlo—. El chico que vino, ¿era Black?

     —Sí. ¿Lo conoces?—el pelinegro asintió.

     —Fui a una fiesta con él y terminé ebrio.

     —¿Y te llevó a la cama?—sonrió burlón.

     —Más bien yo quería llevármelo a él—Vegetto soltó una carcajada—. Pero al final sólo me fui.

     —Es su táctica—el otro lo miró confundido—. Te lleva a una fiesta, te hace jugar beer-pong y ya que estés ebrio te lleva a la cama.

     —¿De verdad? Porque dijo que era virgen—el castaño volvió a reír.

     —Y lo es. Principalmente porque a todo ebrio le da sueño—Gotenks entendió a qué se refería.

     —¿Y por qué te buscaba?

     —Bah, no lo sé...—frunció el ceño—. Supongo que para invitarme a salir. Lo ha hecho a diario desde que lo conocí.

     —Y lo ignoras porque...

     —Porque él no me merece—sonrió.

     —Jajaja, eres único.

     —Lo sé.

 

***

 

Vegetto dormía de lado cerca de la orilla de la cama, mientras que Gotenks reposaba acostado boca arriba, a una prudente distancia del castaño. Ambos dormían, sus rostros se podían apreciar por la escasa luz de la Luna que entraba por la ventana.

     —Mgh, no...—dijo dificultosamente—. Bas...ta—parecía que le faltaba el aire por la dificultad de su habla.

     Abrió los ojos y se removió alterado. Sintió una mano en su pecho, volteó y vio al castaño con un rostro de pocos amigos, algo adormilado.

     —Cállate y duérmete otra vez, sólo fue una pesadilla—dijo con mal genio. Cerró los ojos y dejó de tocar el pecho del de cabellera bicolor.

     Gotenks miró al chico, se veía sumamente cansado. Suspiró y cruzó sus brazos sobre su pecho, seguía alterado por lo reciente, esas manos acariciando sin pudor su cuerpo, y esas burlas por ser humillado así...

     Vegetto abrió los ojos y miró al de cabello en forma de flama. Soltó aire y se apoyó en su brazo izquierdo para verlo mejor.

     —¿Soñaste con la violación?—preguntó con voz calma.

     —Sí... Perdón por despertarte—miró al chico, su silueta era iluminada por la luz filtrada.

     —Ya, como sea, igual no me estaba gustando el sueño que tuve—lo miró con más detalle—. Abrazabas a alguien mientras dormías, ¿verdad?

     —¿Eh? ¿Cómo lo sabes?

     —Tus brazos están cruzados y te vez asustado, inconscientemente te estás autoabrazando—el de cabellera bicolor colocó nuevamente sus brazos a los costados, algo avergonzado.

     —Sí, duermo mejor abrazando a alguien—confesó.

     —Vale—se acercó a él y, estando ya muy cerca, pasó su brazo por su cintura y su pierna también la pasó por encima de él—. Ahora sí, no quiero que me despiertes a media noche con otro golpe en las costillas y palabras raras.

     —¿Te golpeé?—el castaño sonrió y se incorporó, se quitó la playera, quedando su torso desnudo. Encendió la pantalla de su celular e iluminó su cuerpo en la zona de las costillas, estaba muy enrojecido.

     —No me hiciste daño, pero quedará una marca durante varios días—volvió a acomodarse a su lado, sin cubrirse la piel desnuda.

     —Perdón.

     —Da igual, estaré bien—pasaron unos segundos en silencio—. Gotenks.

     —¿Sí?

     —¿Estás bien?

     —¿Eh?—se sorprendió por la pregunta—. Sinceramente no del todo, pero sí.

     —Bien...—suspiró—. Jeje, seré tu oso de peluche esta noche.

     Se colocó encima de él, quedando completamente recostado sobre su cuerpo. Sus piernas se entrelazaban con las del contrario, y su cabeza se escondía entre el espacio entre su cuello y hombro.

     —Así te sentirás más protegido—le murmuró en el oído, el de cabellera bicolor estaba completamente sonrojado.

     —Sí, gracias—susurró.

     —Y si eso no te sirve de motivación—bostezó—. Sólo piensa en que si alguien entra con la intención de hacerte algo, me verá y me lo querrá hacer a mí porque soy más sexy que tú—Gotenks rio, el castaño sonrió.

     —Vegetto, gracias—posó sus manos sobre la cintura del aludido, quien después de eso mordió su oreja, poniéndolo sumamente nervioso.

     —Cuidado con la mercancía—susurró en su oído sensualmente, él sonrió.

     —Lo tendré—le siguió el juego, ya acostumbrándose a los cambios que tenía y a su narcisismo.

     Y así, ambos chicos volvieron a dormir. Vegetto estaba agotado, no le costó mucho volver a caer rendido, además se sentía bien reposando sobre el cuerpo fornido del pelinegro teñido, aunque no lo admitiera él también necesitaba de la calidez de alguien.

     Y Gotenks, por otra parte, sintió calma. Se sentía protegido, y sabía en el fondo que así era. Vegetto cuidaría de él, así como lo hizo ese día.

     La realidad era que Vegetto no era Gogeta, por eso al despertar el trato sería rutinario, Vegetto era únicamente su amigo y, obviamente, iría a otros lugares y podría ignorarlo, tenía una vida social muy activa (al parecer) donde su agenda podría estar llena y no haber cabida para él.

     Al mismo tiempo, Gogeta no era Goku. Así que... ¿cómo remplazar al pelinegro con el pelirrojo? Era imposible. A ambos los quería, pero era necesario reconocer que ninguno sustituiría al otro.

     —Te extraño, Goku...—fue lo único que pensó antes de quedarse dormido.

Notas finales:

-¿En serio me creían capaz de violarlo de nuevo? Jaja, no... Al menos no ahora XD
-¿Qué opinan de Black desde el punto de vista de Vegetto? ¿Y de Gogeta?
-Jaja, "¿Qué? ¿Parece semen?", Vegetto no tiene vergüenza XD
-¿Les gustó que el buen Vegetto (el niño presumido) salvara a "Gotenks" o hubieran preferido la violación?
-¿Les agrada Vegetto? Yo lo quiero a pesar de ser tan presuntuoso :3

Espero les haya gustado. Si todo sale bien, actualizaré el próximo viernes 20.

¡Saludos!


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