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Mi dulce ángel por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

¡Hola!
Espero les guste el capítulo, disculpen si hay faltas de ortografía.

15

Sobrepasando la línea

 

 

Abrió los ojos y miró al chico que dormía sobre él. Vegetto, aunque le costara aceptarlo, era muy apuesto; además tenía un estilo único: el peinado, su flequillo y los pendientes en sus orejas le daban ese toque diferente.

     —¿Ya te enamoraste de mí?—preguntó el castaño en su cuello, el de cabellera bicolor se sobresaltó un poco.

     —Creí que seguías dormido—admitió.

     —No, llevo rato despierto—se incorporó sólo un poco para verlo con una media sonrisa—. Eres la almohada más cómoda que he tenido.

     —Jajaja, ¿sólo soy digno para ser tu almohada?—el castaño cerró los ojos y sonrió con orgullo.

     —Claro.

     —...—dejó de reír y lentamente fue borrando su sonrisa—. Vegetto, ¿por qué no le das una oportunidad a alguien?

     —Hmph—giró su rostro a otro lado—. Nadie me interesa lo suficiente.

     —¿Sólo Gogeta?—preguntó tímidamente.

     —Pff—volvió a verlo—. Si me quieres restregar en la cara que ahora sale contigo...

     —Nada de eso—interrumpió—. Es sólo que...—se sonrojó—, eres muy guapo y me sorprende que no tengas a alguien contigo.

     —Hmph. ¿Cuál es tu punto?

     —Ha pasado mucho tiempo y sigues insistiendo con Gogeta. ¿Por qué simplemente no tratas de conocer a alguien más?—preguntó con calma.

     Gotenks notó que el castaño sólo desvió la mirada. Aun así percibió que sus ojos se estaban cristalizando y su ceño se fruncía con impotencia.

     —No es tan fácil—el de cabellera en forma de flama notó perfectamente que se reusaba a llorar frente a él, se hacía el fuerte cuando posiblemente tenía el corazón destrozado.

     Lo atrajo a sí para que se volviera a recostar sobre él, pero esta vez colocó su mano en su nuca para que se sintiera abrazado. Pudo escuchar ese sollozo casi inaudible de él.

     —Es molesto esto, ¿sabes? Y que no te salga con la estupidez de que me ignoró porque era un niño—el pelinegro se confundió.

     —Gogeta me dijo que era por eso...

     —Já, es un imbécil—se aferró a los hombros del chico que yacía debajo—. Que no se haga el idiota, aún no superaba a su ex...

     —¿Su ex?—repitió, sin entender. La versión planteada por el castaño era muy diferente a la relatada por el pelirrojo.

     —Sí. Su ex. Me contó mucho de su relación, mas no todo. Al parecer terminaron y el tipo se volvió un suicida depresivo, Gogeta guardó todo el peso y culpabilidad antes de mudarse al lado de mi casa—chasqueó la lengua—. ¿Y qué hizo? En lugar de permitirse avanzar y continuar su vida, se la pasaba dejándome a la sombra de su ex a pesar de mis intentos... Pasa un año y medio, dice que se va a cumplir su sueño. Y cuando por fin nos volvemos a ver, quedo ahora bajo tu sombra.

     —Lo siento...—se disculpó sinceramente, sintiéndose culpable del pesar del castaño.

     —Ya, que no quiero tu lástima—se removió un poco sobre él, para acomodarse mejor—. Ya acepté mi derrota, pero olvidar tardará un poco.

     —Vegetto, lamento que ahora estés sufriendo...

     —Como sea. Sólo hazlo feliz y estaré bien—el pelinegro sonrió.

     —Así será.

     —Dime, ¿ya se te pasó el trauma o necesitas que me quede más tiempo contigo? Porque es necesario aclarar que muero de hambre—el mal genio había tardado en aparecer, pero al de cabellera bicolor no le molestó.

     —Sí, estoy mejor. Gracias.

     —Oye, tengo una duda—se incorporó nuevamente, sus ojos ya no estaban acuosos ni tenía un rastro de lágrimas, más bien parecía que se había tragado el dolor—. ¿Qué se supone que harás si algún día estás solo? Debes superar tu miedo...

     —Lo sé—suspiró—. Estoy harto de depender de los demás cada vez que tengo un problema.

     —Vale—se acostó otra vez—. Como quiera, si estoy cerca te tenderé la mano.

     —Gracias.

     —¿Tienes planes para esta tarde?

     —¿Eh? No, ninguno... ¿por qué?

     —Tengo que ir a entrenar natación, pero después podemos ir a comer—propuso con tono desinteresado.

     —¿Natación? Vaya, eso explica tu físico... Sí, Vegetto. Me gustaría salir contigo...

 

***

 

Gotenks abrió la puerta con lentitud, queriendo no hacer tanto ruido, esperando internamente que estuviera sola la habitación a donde entraba.

     —¿Dónde estabas?—preguntó el castaño. El más bajo cerró los ojos y soltó el aire que tenía retenido, ya lo habían pillado así que no tenía caso seguir escabulléndose. Se adentró a la habitación normalmente y miró al de ojos verdes.

     —Hola—mala idea, el ceño de aquel muchacho tranquilo se frunció más—. Perdón.

     —¿Dónde estabas?—volvió a preguntar, ya agotando las reservas de paciencia.

     —Con un amigo—se sentó en la orilla de la cama, para ser regañado debidamente por su amigo. Sabía que estaba preocupado.

     —¿Por qué no avisaste?, ¿y por qué apagaste tu teléfono? Además, se suponía que ibas a ver a tus amigos...

     —Intentaron violarme—interrumpió, cortando lo que el castaño decía. El más alto se arrodilló frente a él, para verlo a los ojos.

     —¿Qué dijiste?

     —Como lo oyes—cerró los ojos y giró su cabeza a otro lado—. Fueron tres chicos del equipo visitante. Iba pasando, me llevaron al baño y estuvieron a punto de obligarme a hacerles un oral.

     —¿Qué pasó después?—le acarició el brazo para que se calmara, su respiración se había agitado un poco inconscientemente.

     —Vegetto me ayudó a salir de ahí, golpeó a los chicos... Pero de verdad me sentía fatal en esos momentos—soltó aire—. Todas esas sensaciones nuevamente, acumulándose en mi interior...

     —¿Pasaste la noche con Vegetto?

     —Sí...

     —Gotenks—se acercó y lo abrazó. El de cabellera bicolor sólo derramó un par de lágrimas, estaba superando la situación poco a poco—. Perdona, me preocupé. Creí que habrías arreglado las cosas y que te quedarías a dormir con tu excompañero, pero después vino Trunks a preguntar por ti y... de verdad me preocupé.

     —¿Vino Trunks?—el castaño asintió—. ¿Vino solo o... con Goku?

     —Goku venía con él—el pelinegro teñido bajó la mirada—. Gotenks, ¿cómo te sientes?

     —Bien...—le sonrió al más alto—. Estar con Vegetto me ayudó mucho porque... es detestable.

     —¿Eh?—inevitablemente soltó una risita al oír eso.

     —Es... muy presumido y habla mucho de él, me ayudó a distraerme y no pensar en mi situación, y no sentir lástima por mí.

     —De acuerdo...—seguía riéndose.

     —Es alguien muy agradable cuando le hallas el modo...

     —Sí, te creo... No cualquiera hace lo que él hizo—unió su frente con la del menor—. ¿Hoy sí dormirás aquí?

     —No lo sé, creo que sí... Por lo pronto, quiero ducharme. Después iré con Vegetto a su entrenamiento, espero que no te moleste.

     —¿Molestarme? Para nada—le sonrió sinceramente—. Me alegra que te puedas desenvolver y superar tus miedos.

     —Sí, bueno. Le enviaré un mensaje a Trunks diciéndole que estoy bien... Ehm, Hiroshi, quiero pedirte un favor.

     —Sí, claro. El que quieras

     —No les digas lo que me pasó, lo que menos quiero es que me vean débil o que dependo de los demás, ¿sí?—el más alto entendió perfectamente sus intenciones, quería mostrarse fuerte e independiente (aunque no lo fuera en su totalidad) para que no lo subestimaran más.

     —De acuerdo... Iré a traerte algo para que almuerces...

     Cuando el castaño salió, el pelinegro encendió su teléfono y miró sus mensajes. Tenía tres de Trunks, ocho de Gotenks y veinticuatro de Goku. Ver eso último le sorprendió más que los demás. Decidió abrirlos en ese orden.

 

Trunks: Gotenks, ¿dónde estás?

          ¿Vendrás o cancelarás la reunión?

          Gotenks, cuando mires este mensaje, ponte en contacto conmigo. Estamos muy preocupados por ti, por favor hazlo para saber que estás bien.

 

Goten: ¡Dijiste que vendrías! (T^T)

          Oye, mi primo y Trunks están muy preocupados por ti, ¿estás bien? ¿Pasó algo malo?

          Gotenks, por favor, dí algo.

          ¿Hola?

          ¡Gotenks! Por favor, me estás asustando. ¿Estás bien? ¿Sucedió algo?

          ¡¡¡¡¡¡¡Gooooooteeeeenksssssss!!!!!!!

          ?????

          Por favor, llámame cuando veas esto, me estás comenzando a asustar. Espero que estés bien u.u

 

Goku: Hola.

          Oye, sé que no lo hemos hablado, pero dejemos eso a un lado, ¿quieres? Goten está muy ilusionado en verte.

          Por favor, no me ignores. No quiero que nuestra estúpida discusión llegue a arruinar este pequeño círculo de amistad que tenemos entre todos.

          Gotenks, por favor. Te estamos esperando. Dime, ¿acaso es por mí que haces esto? Porque si es así estoy dispuesto a irme para que Goten esté feliz contigo.

          Oye, por favor, ¡dime algo! No puedo con esta situación, no me gusta tu silencio.

          Ya pasó una hora y todavía no te presentas. ¿Te surgió algún imprevisto?

          Por favor, él está ilusionado con que vengas con nosotros.

          ¿Sabes? Goten metió dos goles, y quiere festejar la victoria.

          Está esperándote... Todos lo hacemos...

          ¿Estás ahí?

          Te conozco, sé que tu orgullo puede hacerte no doblegar e impedir que vengas con tal de no verme, pero... hazlo por él, no por mí. Por favor.

          Estoy preocupado, llevas mucho sin contestar, ¿estás bien?

          Te lo suplico, dime que no te pasó nada malo.

          Gotenks, por favor, me estás asustando.

          Por favor, aunque sea déjame en visto, pero hazme saber que estás bien.

          ¿Dónde estás? Para ir por ti y asegurarme de que nada te pasó.

          Te lo ruego, quiero saber si estás bien.

          ¿Quieres que me disculpe o que te pida perdón de rodillas? Está bien, lo haré.

          Yo lo único que quiero es saber que estás bien.

          A pesar de todo, me preocupas demasiado.

          ¿La razón? Simple: te quiero más de lo que piensas.

          Por eso quiero que me respondas, no soporto la idea de que te pase algo.

          Por favor, responde algo.

          Lo que sea, sólo quiero saber que estás bien.

 

     Inmediatamente se sintió mal. No merecía a alguien como Goku, que se preocupara tanto por él como lo hacía hasta ahora. Maldecía lo que hizo, todo por su bocota. Tomó una almohada y la arrojó contra la pared en un intento de liberar su enojo.

     Decidió responderles a los tres, algo breve, diciendo que estaba bien y que no pasó nada malo. Aunque en el fondo extrañaba tanto a su pelinegro de cabellera alborotada y deseara estar a su lado.

 

***

 

—Hola, Vegetto—saludó al chico cuando fue a tocar a su puerta—. Te presento a mi amigo, Hiroshi—señaló al castaño que estaba leyendo recostado en el suelo. El mayor hizo un ademán sin despegar la vista de su lectura.

     —Sí, como sea. ¿Vendrás o no?—su mal humor no pasaba desapercibido. El de cabellera bicolor asintió.

     —Adiós, Hiroshi.

     Se terminó de despedir de su amigo y acompañó al castaño de cabello en punta. Caminaron por todo el campus hasta llegar a donde estaba algo parecido a un gimnasio, pero al adentrarse el pelinegro notó las albercas grandes y los trampolines, además de las gradas en toda la extensión del lugar.

    —Espérame aquí—señaló un área de la grada—. Tardaré como media hora o menos en lo que me califican. Después vamos a comer.

     —Sí.

     El castaño se fue al área de vestidores, así que se sentó y dispuso a observar las pequeñas competencias, algunas de "carreras" y otras de clavados. A lo lejos notó a un chico conocido, decidió restarle importancia al pelirrojo teñido y esperó a su amigo.

     —Toma—le entregó una maleta deportiva. Vegetto únicamente vestía ese pequeño traje de baño, dejando en todo su esplendor su cuerpo bien formado. A pesar de usar esa prenda diminuta que cubría su entrepierna, no se dejaba nada a la imaginación por lo ajustada que era, resaltando su trasero y su bien dotada entrepierna—. Te recomiendo que estés cerca del entrenador—señaló a un hombre robusto de tez clara—, ya sabes, por si sucede algo.

     El pelinegro asintió y se cambió a un lugar cerca de aquel hombre. Vegetto se colocó aquella última prenda que le serviría para que su cabello no se mojara, además de que se colocó los goggles. Una vez estuvo en posición y al lado de otro chico con un cronómetro, se lanzó al agua y nadó velozmente al otro lado de la piscina, para después regresar luego de tomar impulso a su lugar original. Al llegar, se sostuvo en la orilla de la alberca y pasó su mano por su rostro para quitar el exceso de agua.

     En la pantalla, que estaba en una parte alta de una pared, apareció el nombre del castaño con su tiempo, al parecer marcaba un nuevo récord. Gotenks sonrió y mostró su pulgar en señal de felicitación, el chico correspondió de la misma manera.

     —Muy bien, Vegetto será quien represente a la escuela en la próxima competencia—escuchó decir al entrenador.

     —¿Qué? No puede estar hablando en serio—se quejó uno.

     —Por favor, entrenador. No puede hacer eso. De por sí Vegetto es muy presumido ahora no lo callaremos...

     —Es mi decisión y ya está tomada. Él es el mejor en esta categoría.

     —No entiendo cómo lo soporta, ¡es desesperante! Se cree la gran cosa, por eso a nadie le agrada y nadie le habla.

     Gotenks no podía creerlo. Bueno, en parte sí, pero la actitud de Vegetto demostraba tenerlo todo. ¿Acaso era más solitario de lo que creía y el hecho de estar solo en su habitación también se debía a su manera de ser?

     —Hola, nunca antes te había visto por aquí—dijo un chico que se acercó a él. El de cabellera bicolor reconoció la voz inmediatamente, se trataba del primero en quejarse del triunfo de Vegetto—. ¿Cómo te llamas?

     —No es de tu incumbencia—respondió secamente al oír al de cabellera blanca hablarle.

     —Oh, vamos. No seas así—pasó su brazo por sus hombros, lo rodeó y le dedicó una coqueta sonrisa—. ¿Viniste a ver a los ganadores? Porque si es así, estás al lado del mejor.

     —¿Apoco tú te llamas Vegetto y eres el que acaba de romper el récord?—dijo burlón.

     —Bah, ese tipo es un maldito, todos lo odian. Es un presumido—dijo despectivamente. El más bajo frunció el ceño.

     —Lárgate de aquí, déjame tranquilo...

     Gotenks intentó ignorarlo, se concentró mejor en su amigo, quien se estaba acercando con una sonrisa demasiado orgullosa a donde el entrenador. Al estar frente a él, con aires de grandeza, habló.

     —¿Qué tal lo hice, entrenador?

     —Excelente. Vegetto, mi decisión ya está tomada: tú representarás a nuestra escuela en la próxima competencia.

     —Me lo suponía—una vez más se mostraba tan confiado y seguro de sí.

     —Idiota—murmuró el chico peliblanco.

     El de cabellera en forma de flama, algo harto de ese sujeto, se puso de pie y abrazó al castaño frente a todos.

     —Felicidades, aunque era obvio que sería así—felicitó en voz alta, como si engrandeciera el ego del castaño.

     —¿Y a ti qué te ocurre?—correspondió el abrazo y murmuró en su oído discretamente.

     —El idiota me coqueteaba y se molestó de tu victoria. Eso pasa—el castaño sonrió, tomó al pelinegro de la cintura y abrazó un poco más fuerte, mirando desafiante al de cabellera blanca que había coqueteado con su amigo.

     —Oye, Zamasu. ¿Cómo está eso de que te acercaste mucho a mi chico en mi ausencia? ¿Intentabas ligártelo o qué?

     —Bah, ¿tu chico?—preguntó en son de burla. El castaño bajó sus manos a las nalgas del de cabellera bicolor, estrujándolas un poco bajo la mirada molesta del de ojos grisáceos. Gotenks hacía un esfuerzo sobrehumano para no sonrojarse ante ese tacto.

     —¿Lo dudas?—se separó un poco del más bajo y pasó su brazo por su cintura, mientras Gotenks pasaba su brazo por sus hombros, siguiéndole el juego de la parejita feliz.

     —Bah, iré a demostrarte que yo soy mucho mejor que tú. Sólo eres un tipo ordinario—se dirigió a donde antes estaba el castaño, posicionándose para dar inicio.

     —Ese chico es detestable—dijo Vegetto después de sentarse.

     —Ojalá se caiga—respondió Gotenks.

     —Oye, ya terminé por este día. ¿Quieres ir a comer ya o quieres quedarte otro rato a desearle el mal a Zamasu?—el pelinegro soltó una risa.

     —Vamos a comer algo.

     —Bien, acompáñame a los vestidores. Si te dejo aquí es probable que venga a molestarte de nuevo—cargó la maleta y caminó al lado del pelinegro, se notaba una sonrisa resplandeciente en su rostro, la cual no pasaba desapercibida por el se cabello bicolor, se estaba comportando muy distinto, se podría decir que más alegre.

     Ambos llegaron y el pelinegro teñido esperó afuera. Cuando Vegetto salió, caminaron por todo el campus buscando una cafetería. Entraron y se sentaron al fondo después de comprar algo de comida.

     —Vegetto, tú no tienes amigos, ¿verdad?—el castaño dejó la papa frita a medio camino. Volteó a ver a pelinegro con una sonrisa burlona, clásica de él.

     —Ja. ¿Qué te hace creer eso?

     —Esos chicos decían que nadie te habla—el castaño borró su sonrisa lentamente, luego soltó un suspiro y frunció el ceño.

     —Son unos imbéciles—el más bajo se paró de su lugar y se sentó al lado del castaño, rodeó sus hombros con su brazo y recargó su cabeza en su hombro.

     —¿Es cierto?

     —No me gusta la gente. Es raro que alguien me agrade.

     —Entiendo—tomó una papa frita del plato del más alto y regresó a su lugar, para que no se molestara por su "compasión y lástima".

     —Como sea, que hablen lo que quieran, a mí me da igual... ¿Sabes por qué?—el de cabellera bicolor, sabiendo con qué clase de cosas podría salir en ese momento, se animó a preguntar.

     —¿Por qué?—sonrió y apoyó su rostro en su puño, mirándolo algo divertido.

     —Me tienen envidia...

 

***

 

—Sí, lo sé. Lo siento, pasaré la noche con Vegetto, perdona que te deje solo. Te prometo que mañana sí llego a dormir...

     —Está bien, no pasa nada. Ten cuidado. Que descanses.

     —Adiós. Buenas noches.

     El menor colgó y miró al otro chico terminando de alistar la cama. Se acercó y se recostó a su lado una vez terminó.

     —Gotenks, ¿te puedo confiar un secreto?—el aludido volteó a verlo y asintió. Vegetto tomó aire y después entrelazó su mano con la del más bajo.

     —Yo tenía un hermano, pero se mudó junto a mi madre cuando ella nos abandonó. Más bien mi mamá se lo llevó, sólo teníamos diez años—sonrió—. Éramos mellizos.

     —¿En serio?—el castaño sacó una fotografía del cajón de la base de la cama y se la enseñó.

     —Su nombre es Gojita.

     —Vaya, jamás podría haber pasado por mi mente que fuera rubio de ojos verdes—el castaño soltó una risilla.

     —Lo sé... No lo he visto en casi siete años—volvió a guardar el portarretratos—. Él era el amigable y social, a mí me gustaba dormir y encerrarme en mi habitación.

     —Vegetto, ¿a qué quieres llegar?—el otro sólo suspiró y comenzó a quitarse los pendientes de sus orejas.

     —Esa era tu pregunta, el por qué no tengo amigos. No está en mí ser amable con la gente, no me agrada ser así. Se podría decir que Gojita era la parte buena de mí.

     —Entiendo—guiado por un impulso se abrazó a él—. Así de malhumorado me agradas.

     —Jaja—empezó a reír—. Como sea, ven acá—de un rápido movimiento lo colocó sobre él, para que se recostara sobre sí—. Estoy cansado, ya duérmete. Y por favor, no quiero otro golpe de media noche.

     —Tranquilo, no lo tendrás...

 

***

 

El lunes llegó por fin, y con él llegaron los tristes recuerdos de todo lo que había pasado en esos días. Miró a su compañero de ojos verdes que terminaba de alistarse, así que abrió la puerta.

     —Me adelantaré, Hiroshi. Quiero ver si encuentro a Goten en los pasillos para disculparme personalmente.

     —Sí, descuida. Te veo en clases...

 

***

 

La última clase del día por fin terminó. Estaba un poco decepcionado por no haberse encontrado con Goten para disculparse debidamente por no asistir al festejo de su victoria, y sobretodo porque Goku se veía más triste que la última vez que lo vio, pero fue incapaz de acercarse y preguntarle qué tenía. Aprovechó que todos se habían retirado de la cocina y que terminó de lavar los utensilios usados para acercarse a su maestro de gastronomía.

     —Gogeta, ¿podemos hablar?—preguntó educadamente, como lo haría un alumno con su maestro.

     —Claro—le sonrió—. Vamos a mi oficina—sugirió.

     Ambos se dirigieron a la oficina del adulto. El pelirrojo cerró con seguro para evitar algún tipo de interrupción (por si se trataba de algo delicado) e invitó al menor a tomar asiento. Gogeta se sentó en su respectivo lugar y miró con una sonrisa tonta y enamorada al menor.

     —¿Qué ocurre?—preguntó con voz dulce, se le notaba lo mucho que quería al más bajo.

     —Se trata de Vegetto. Me pidió que te dijera que hoy faltó por un entrenamiento muy importante, más tarde traerá el justificante—explicó.

     —¿Entrenamiento?—arqueó una ceja—. ¿De qué?

     —Natación.

     —¿En serio?—soltó una risita—. Es curioso porque él de pequeño tenía miedo a las albercas. Una vez casi se ahoga...

     —¿En serio?—sonrió—. Aunque no lo creas ahora es el mejor. Rompió un récord de velocidad ayer en la tarde.

     —¿Ahora se llevan bien?

     —Es muy agradable...

     —Espera, ¿hablamos del mismo Vegetto? Porque el que yo conozco es una pesadilla.

     —...—suspiró—. Es complicado, sí. Pero tiene un gran corazón...

     —Lo reconozco...—se puso de pie y se recargó en la orilla del escritorio delante de su silla, quedando a corta distancia—. Pero no más que tú, estoy seguro—eso lo hizo sonrojar.

     —Gogeta...—susurró apenado por esas palabras.

     —Gotenks, te quiero...

     Se inclinó, tomó su rostro y lo besó dulcemente, saboreando un sutil sabor azucarado en sus labios. Se separó sólo unos centímetros, pudiendo compartir sus respiraciones todavía.

     —Estoy muy enamorado de tus ojos...—volvió a unir sus labios. Esta vez el menor correspondió con más pasión, poniéndose de pie y pegando su cuerpo al pelirrojo—. De tus labios...—unió sus frentes—. De tu manera de ser...

     Bajó su cabeza y la acercó a su cuello, para besarlo con cariño, unía sus labios con su piel en ligeros toques que lograban estremecer el cuerpo del más bajo. Gogeta lentamente dirigió sus manos a su pecho, para desabotonar su camisa a la vez que retomaba sus labios. Cuando la desabrochó, levantó con cuidado la playera interior hasta sus axilas. Bajó su rostro y pasó su lengua por sus pectorales, jugueteando en los pezones alternadamente.

     Los suspiros del menor inundaron la oficina, sentía ese tacto tan placentero. Entrelazó sus dedos entre sus cabellos rojos, arqueando su espalda al sentir esas succiones en sus botones rosados.

     —Perdóname, pequeño, pero siento un deseo muy fuerte de entregarme a ti—susurró en su oído.

     El mayor lo tomó de la cintura y cambió de lugares, esta vez el menor se recargaba contra el escritorio, sin despegar sus labios de ese místico baile donde sus lenguas danzaban en perfecta y armoniosa melodía.

     Gogeta sólo se separó para pasar su brazo por la superficie de madera y tirar algunas cosas al piso. Las mejillas de ambos estaban sonrojadas, el calor de sus cuerpos poco a poco se elevaba, su respiración se agitaba y además sentían que la ropa poco a poco estorbaba. El pelirrojo deslizó sus manos por la espalda del menor, bajando hasta su cintura, y después hasta sus nalgas. Las apretó un poco, ya excitado por la situación. De un rápido movimiento lo tomó de los muslos y lo levantó, aprovechando su liviandad, y lo sentó en la orilla del escritorio. Ahí estaban sus caderas a la altura misma.

     —Te haré sentir bien—susurró y besó su hombro.

     Gogeta desabrochó el botón del pantalón del menor, y bajó su cierre. Miró el bóxer azul y sonrió al notar el miembro semierecto del más bajo. Tomó su ropa interior y lo descubrió, pudiendo apreciar esa parte íntima de él.

     Gotenks estaba completamente sonrojado, esas manos acariciaban su hombría con constancia, tal parecía que el pelirrojo tenía experiencia en eso. Gogeta besó la punta de su miembro, después lo metió completamente en su boca, empezando así su movimiento de cabeza con la intención de hacer sentir bien a quien alguna vez fue su gran amor.

     Gotenks se hizo hacia atrás y se apoyó en sus codos. Cerró los ojos, intentando concentrarse en sus caricias, aquellas sensaciones tan placenteras lo estaban llevando a un nuevo nivel. Volvió a ver a su maestro, sólo alcanzaba a ver su cabellera roja entre sus piernas.

     Sonrió tristemente de pronto. Ese no era Goku.

     Intentó olvidarse del pelinegro, miró al techo y se dispuso a concentrarse en el tacto de esa lengua en su piel sensible. Pero no podía, a su mente llegaban los recuerdos de aquella tarde donde ellos dos se habían tocado por primera vez hasta llegar a un climax puro y placentero.

     Cerró los ojos, queriendo pensar en otra cosa. Sin embargo, todos sus pensamientos recaían en él, como esa vez en la que lo vio por primera vez, él intentando arrojarse del puente Wiss; o esa ocasión cuando sus miradas por fin se entrelazaron cuando se presentaron en la habitación; sus pláticas, almuerzos juntos y charlas antes de dormir; o también a esos sueños donde él aparecía salvándolo antes de caer a un abismo, él tendiéndole la mano y diciéndole "te amo".

     ¿Cómo olvidarse de él, si en cada pensamiento él estaba? Recordó sus peleas, cuando siempre terminaba perdonándole sus idioteces, abriéndole sus brazos y dándole un fuerte abrazo y un dulce beso a pesar de sus equivocaciones.

     Miró al pelirrojo, que se esmeraba mucho en darle placer esos momentos. Pensó en sus noches juntos, la manera en cómo lo había tratado ese tiempo de conocerse, sus pláticas, sus besos, la justicia con la que lo trataba... Todos esos detalles pequeños que tenía. ¡Pero volvía a lo mismo! ¡Él no era Goku! Goku ya no estaba con él, lo había lastimado tanto que no sabía si lo perdonaría ahora, y Gogeta no merecía que lo tratara de la misma manera.

     Tantas dudas en su mente que nublaban su decisión, no sabía qué hacer. Si dejar al pelirrojo, cuando su única culpa era cuidarlo y quererlo, o permanecer a su lado a pesar de que su corazón le pertenecía a otra persona que ya nunca estaría más con él.

     Los movimientos se intensificaron, las caricias le causaron espasmos, estaba a poco de llegar al clímax, sus suspiros no salían, los reprimía, no se sentía en libertad de disfrutar. Tenía un peso muy grande dentro de sí, una decisión que definiría muchas cosas, una carga emocional que le era incapaz de sostener y que además la culpa residía en él.

     Un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas, una rara combinación de excitación y dolor emocional lo orillaron a que éstas salieran. A pesar del placer, estaba sufriendo.

Notas finales:

-Vegetto es una persona presumida, pero tiene gran corazón. A pesar de que no le gusta la gente, está siendo muy buen amigo de Gotenks :)

-No, no, ¡no! ¡Gogeta!, ¡tenías un trato con Goku! ¡Prometiste no sobrepasar la línea!

-Gotenks, ¿se dejará llevar o se arrepentirá? ¿Qué pasará?

No sé si pueda actualizar la próxima semana, haré mi mayor esfuerzo pero no prometo nada.

Espero les haya gustado. ¡Saludos!


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