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Mi dulce ángel por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

¡Hola! Les traigo un especial por el día del amor y la amistad.

+17000 palabras. Oficialmente es el capítulo más largo que he escrito en mi vida, espero merecerme un review (pone ojitos brillantes).

Recuerden que son los últimos capítulos de la historia, además quiero avisarles que ya se publicó en Wattpad y que me ayudaría mucho si votaran allá.

Abajo tenemos un recuento de los hechos relevantes del cap, espero poder leerlos en comentarios  :D

19

Cambio de roles

 

—¿Seguro de que quieres ir? No has dormido lo suficiente—cuestionó el menor.

     —Sí—le dedicó una sonrisa—. No quiero faltar, me gusta mucho verte jugar.

     —Está bien…

     Ambos se encaminaron hacia la cancha. Atravesaron tranquilamente el campus, disfrutando su compañía. Pese a que sólo fue una noche distanciados y que ya habían pasado más tiempo separados, ellos dos se sentían por fin completos,  no querían volver a alejarse jamás.

     —¡Goku!—se abrazó a su primo—. Qué bueno que viniste a pesar de que estás cansado—señaló al pelilila—. Ahora estamos completos.

     —Entrarán los cuatro esta vez—avisó el chico de cabello rubio anaranjado llegando con ellos—. El partido empieza en quince minutos, les recomiendo haga un calentamiento.

     —¡Genial!—dijo el menor de los Son—. Vamos a calentar.

     El pequeño pelinegro comenzó a saltar una cuerda, los demás prefirieron no entrometerse, sabiendo que era inútil poder hacer que se calmara. Goten era alguien muy hiperactivo, pero no por eso lo considerarían como una “pesadilla”, era alguien muy dulce y divertido, se podría decir que era el mejor amigo que pudieran tener.

     —Gotenks—el aludido, al escuchar su nombre, volteó—. Buena suerte.

     —¿Vegetto?—se acercó a las gradas donde estaba él—. ¿Qué haces aquí? Creí que ibas a estar con… ya sabes…

     —Tsk—desvió la mirada hacia otro lado—. Lo están regañando porque falté mucho la semana pasada.

     —¿Te disculparás con él?—preguntó riéndose.

     —Obvio que no—sonrió de medio lado. Se recargó en la pequeña barda para poder verlo mejor—. ¿Es cosa mía, o en serio tuviste sexo con él?

     —¿Qué?—se sonrojó completamente.

     —Te ves más relajado, incluso… ¿cómo decirlo? Radiante...—el más bajo desvió la cara con vergüenza.

     —Ese no es tu asunto.

     —Hmph, como sea… Dedícame tus anotaciones—le guiñó un ojo.

     —¿Como por qué debería hacerlo?—empezó a reír—. ¿No crees que lo apropiado sería dedicárselas a Goku?

     —No. Siempre debes ofrendar a tu dios—se señaló—. O sea, yo.

     —¡Gotenks!—llamó el pelinaranja.

     —Nos vemos, Vegetto.

     El menor se adentró a la cancha y se colocó en su posición. Miró una última vez a Vegetto y le dedicó una sonrisa, la cual fue correspondida. En ese poco tiempo ellos dos habían creado un lazo significativo, volviéndose muy buenos amigos. Sí, Vegetto era su mejor amigo; porque el castaño (ahora peliazul), pese a sus diferencias, le había tendido la mano cuando más lo necesitó, estuvo ahí para escucharlo y le levantó el ánimo (a su manera).

     Gotenks había estado con Gogeta antes que Vegetto, y sin anteponer eso el peliazul estuvo con él, aunque por dentro se muriera del dolor por esa relación del pelirrojo y el de cabellera bicolor. Su amistad se fortaleció con el paso de los días, por eso ahora ellos dos se consideraban los mejores amigos.

     El árbitro dio el silbatazo que dio inicio a aquel juego de baloncesto. Ambos equipos comenzaron su enfrentamiento, donde los más sorprendentes eran Goten y Gotenks, quienes habían coordinado muy bien sus movimientos para poder encestar más veces.

     —¡Goku!—dijo el pelinegro arrojándole el balón.

     El de cabellera alborotada lo recibió y lo botó, empezó a correr por la extensión de la cancha tratando de llegar a la canasta. Burló con agilidad a los que trataban de quitarle el balón, pero fue empujado por uno del equipo contrario, por lo que cayó rodando al suelo.

     —¡Auch!

     —¡Kakarotto!—gritó el de cabellera bicolor acercándose. Frunció el ceño y empujó por los hombros al chico que lo había empujado—. ¡¿Cuál es tu maldito problema?!

     —Oh, tu guardaespaldas ya llegó—dijo en tono infantil mirando al de cabellera alborotada, quien seguía en el suelo—. No me sorprende que tengas que ser defendido por alguien, ¡sólo mírate! Por Kamisama, me da asco el sólo verte—el Son abrió completamente los ojos al escuchar eso.

     ¿Cuántas veces Vegeta escuchó ese tipo de frases en su mente? ¿Cuántas veces su novio se había sentido así sin que alguien le hiciera ver lo contrario? ¿Por cuánto tiempo Vegeta estuvo sufriendo agresiones por su estado?

     —Y esos brazos… deben estar destrozados, me da asco el hecho de imaginar su estado… Eres, ¿cómo te lo digo? Desprecia...—calló al sentir un puñetazo en el rostro.

     Gotenks fue rápidamente sostenido por Goten y Trunks, quienes trataban de evitar que atacara al chico. El moreno, por el contrario, sólo seguía en su porte de superioridad, algo divertido porque aquel chico alto estaba empezando a derramar lágrimas mientras yacía todavía en el suelo.

     —Y tú también me das lástima, amigo—dijo mirando al de cabello bicolor—. ¿Por qué tratas de defender a esta basura?

     —¡Infeliz! ¡Suéltenme! Quiero arrancarle la cabeza con mis propias manos—el menor empezó a dar pasos lentos, arrastrando al pelilila y al pelinegro que trataban de detenerlo—. ¡Eres un imbécil! Tú no tienes derecho de juzgar lo que él hace…

     —¿Qué cosa? ¿Que sólo quiere llamar la atención?

     —¡No se trata de eso! Él...—bajó la mirada, para después levantarla con un porte serio y de fortaleza—. ¡Él ha luchado demasiado! Ha vivido muchas cosas horribles, y a pesar de eso se mantiene en pie aunque le es difícil. Tú no entiendes su dolor, ¡pero yo sí! Así que… ¡cierra tu maldita boca!

    —¿Sabes qué creo? Que tú sólo eres un idiota solitario…

 

     ¡PUM!

 

Sintió un golpe en su nuca, como si le hubieran arrojado una piedra. Se tocó la zona lastimada, quejándose del dolor. Miró al suelo buscando el proyectil que le lanzaron y se encontró con una paleta de caramelo macizo. La levantó y la observó detenidamente.

     —¿Una paleta de fresa?—susurró—. ¿Quién es responsable de esto?

     —Yo—se acercó un peliazul con una sonrisa muy burlona—. ¿Alguna queja?

     —¡Idiota! ¿Por qué lo hiciste?

    —Tsk—cruzó sus brazos y desvió la mirada—. No puedo permitir que te metas con mis amigos… Si tienes algún problema con ellos también lo tienes conmigo...

     El de cabellera en forma de flama se sorprendió por esa respuesta, pudo visualizar un tierno sonrojo en las mejillas del peliazul. Vegetto era un chico solitario, no sabía hacer amigos y tampoco había quienes soportaran su carácter. Pero ahora que tenía a alguien daba la cara por esa persona.

     —¡Imbécil!

     El moreno le lanzó un golpe directo al rostro, sorprendiéndose porque el peliazul, inclinando su cabeza, pudo esquivarlo. Vegetto tomó el brazo del chico y lo tiró al suelo en un rápido movimiento. Antes de que se levantara nuevamente colocó su pie sobre su espalda.

     —Nunca le faltes el respeto a tu dios—ordenó.

     —Vegetto, ¡sal de la cancha!—ordenó Dashiell llegando con él. El menor cruzó sus brazos y frunció  el ceño.

     —No hasta que me pida perdón de rodillas.

     —Vegetto, ¡sal ahora!—ordenó.

     —¡No!

     —¡Es una orden!

     —¡Bien!—tomó al moreno del tobillo y comenzó a arrastrarlo, ya estando afuera del área de cancha se sentó sobre su espalda.

     —¡Tú ganas! ¡Perdón por haberle gritado a tus amigos!—se quejó del peso del chico.

     —Di que soy tu rey.

     —Eres… ¡ouch! Mi rey…

     El peliazul se puso de pie, dejando al pobre chico completamente adolorido tirado en el suelo. Se acercó de nuevo con sus amigos, al parecer por el incidente el partido se canceló.

    —¿Todo bien?—preguntó.

     El menor asintió. Lentamente fue soltado y se acomodó su ropa. El de cabellera bicolor se veía todavía enojado por lo sucedido, así que el más alto lo rodeó de los hombros.

     —¿Ahora lo entiendes?—el más bajo lo miró confundido—. Te la pasas quejándote de que Goku te defienda, pero es lo que acabas de hacer ahora.

    —Yo...—bufó y bajó la mirada—. ¿Por qué tienes que aparecer culpándome y haciéndome sentir miserable?

     —¿Para qué son los amigos?—se acercó a su oído—. Pero si tú quieres podemos ser algo más…

     —Te recuerdo que sales con Gogeta—mencionó, sabiendo que era una broma por parte suya.

     —No me ha hecho la pregunta oficial, así que sigo disponible—mordió el lóbulo de su oreja—. ¿Un beso?

     —Yo estoy con Goku—el castaño sonrió aún más burlón.

    —Entonces ve con él...—se acercó a su oído—. No cometas el error de dejar a la persona que te ama.

    —Nunca más…

     El de cabellera bicolor se acercó al de cabellera alborotada, quien ahora estaba en las bancas, con Goten y Trunks tratando de animarlo. Verlo en ese estado tan decaído le provocaba algo de pesar, le parecía extrañamente familiar verlo así, pero también le dolía en el fondo del alma verlo tan herido. Simplemente no iba a permitir que nadie lo hiciera llorar.

     —¿Me dan un minuto a solas con él?—les pidió.

     —¡No!—le mostró su lengua.

     —Claro—el pelilila tomó de la cintura al menor de los Son y lo llevó consigo, lejos de ellos dos.

    —¡Trunks!—se escuchaban sus quejas porque no quería dejarlos solos.

    —Kakarotto—dijo con seriedad. Limpió con sus pulgares los residuos de lágrimas que todavía estaban en su rostro y se colocó de cuclillas frente a él—. Ignora lo que ese imbécil te dijo.

     —Es difícil, ¿sabes?—sin poder evitarlo empezó a sollozar—. Una persona confió en mí y lo perdí, yo era su soporte emocional… ¡Mírame! ¿Cómo se supone que pueda ser fuerte por si alguien lo necesita?

    —Te diré una cosa—su seriedad era demasiada, denotaba gran hombría—. Tú… ayudaste a tu novio, le hiciste ver una luz cuando no la podía apreciar. Lo que pasó fue un accidente, fue algo aparte, tú le diste una luz de esperanza y salvaste su alma.

     —A veces siento que no lo hice yo…

    —Kakarotto, entonces si no crees haberlo ayudado a él, quiero que sepas que...—mordió su labio inferior—. A mí sí me salvaste.

     —¿Eh?

     —Me has liberado de mis demonios internos, y me has hecho ver mis errores. Sé que discutimos mucho por mis idioteces, pero sé que nunca encontraré a alguien que ilumine mi camino más que tú.

     —Tú...—sus mejillas estaban completamente sonrojadas por esa declaración. ¿Acaso así sería Vegeta si lo ocurrido con esos sujetos jamás hubiera pasado? Sí, seguramente. Ahora podía ver a Vegeta en su versión más pura, su verdadero ser.

     —Te pido perdón por todas las veces que me enojé contigo porque me defendiste. Ahora entiendo por qué lo hiciste… Aunque no lo necesites, no puedo permitir que alguien le haga daño a la persona que amo… Somos un equipo, Goku.

    —Te perdono—le dedicó una sonrisa resplandeciente—. ¿Vamos a la habitación? De todos modos ya se fueron todos y el partido se canceló…

    —Sí—el mayor se puso de pie y comenzó a caminar, limpió los restos de lágrimas. Volteó y vio que el menor seguía sin avanzar—. ¿Pasa algo?

    —Kakarotto—caminó a pasos lentos hasta llegar frente a él. Estando ahí se arrodilló—. ¿Aceptas ser mi novio?

 

***

 

Vegetto, perdona que no pueda verte mañana en tu competencia, tengo que ir a una junta en otra escuela—se escuchaba la voz del pelirrojo saliendo de su teléfono.

    —Pues falta—respondió con molestia.

    —Sabes que no puedo hacer eso—escuchó una risilla—. Te compensaré por esto…

     —¿Qué me darás? Espero sea algo costoso…

     —Jajaja, te prepararé una rica cena, y pasaremos una noche sólo tú y yo.

     —¿Por qué no eres un novio normal, de esos que regalan peluches enormes cuando cometen un error?

     —¿Te lo repito? Eres alérgico…

     —¡Claro que no!—se quejó. Las paredes del pasillo eran las únicas testigos de de sus pucheros.

     —Vegetto… por favor, no te pongas caprichoso en estos momentos...—escuchó un suspiro—. Yo… estoy ahorrando, quiero comprar una casa porque dentro de un par de años me trasladarán a otra escuela, la cual no es un internado…

     —Tsk, entonces ahorra lo suficiente porque tendrás dos bocas qué alimentar.

     —¿Dos? ¿Cuál es la otra aparte de ti?

     —Quiero un perro.

     —Etto, Vegetto… ¿Qué clase de perro?

     —Quiero un Pitbull Terrier…

 

***

 

—Yo...—empezó a sollozar bajo la mirada confundida del menor.

     —Perdón por presionarte...—se puso de pie y se acercó a él, para tomar sus  manos—. Perdona, yo no quería que te sintieras mal.

     —No es eso—Goku limpió con su antebrazo aquellas lágrimas que empezaron a caer—. Es sólo que… me siento inútil, siento que no me necesitas, yo… ¡Yo debía ser fuerte por ti! Pero ya no...—cubrió  su rostro con ambas manos—. Tú  no me necesitas… ese chico sólo reveló la verdad, por favor… No quiero que te molesten por salir con una vergüenza como yo…

     —¿Lo dices por los cortes?—cruzó sus brazos y arqueó una ceja—. ¿Por las ojeras de noches sin dormir por estar  llorando? Dime, ¿es acaso porque te has descuidado físicamente por tu falta de apetito?

     —Basta—pidió en un  susurro, sintiendo dolor con  cada palabra pronunciada.

      —Te diré lo que yo veo… Veo que a pesar de que sufriste mucho sigues de pie, estás aquí dispuesto a luchar siempre una vez más aunque te sientas incapaz. Te he visto cortándote y… tienes el valor para acabar con tu vida, pero no lo haces. Tienes todavía la fortaleza para estar aquí, apoyando a Goten, apoyándome a  mí...—cerró sus ojos, el más alto sólo lo vio con sorpresa—. Y a pesar del cansancio has mostrado las sonrisas más bellas que podría haber visto en toda mi vida…—abrió nuevamente sus ojos y tomó sus brazos, comenzando a quitar sus vendas, dejando a la vista sus heridas en proceso de cicatrización—. ¿Por qué me avergonzaría de alguien como tú? Siempre que te veo me haces ver que siempre queda esperanza.

     —Yo debía protegerte...—susurró, sintiendo la culpabilidad llenarlo.

      Cuando Vegeta estaba pasándola mal él le había hecho la promesa de cuidarlo, de nunca dejarlo y se prometió ser más fuerte cada vez para protegerlo. ¿Y cuando “murió”? Empezó a decaer, quiso morirse, se derrumbó completamente. Aquella persona que había prometido ser, ahora era todo lo contrario.

     —Lo hiciste—le dedicó una sonrisa—. Gracias a ti he dejado de hacer idioteces, gracias por ti mi estupidez y prepotencia se ha convertido en madurez y querer hacer lo correcto: cuidar de quien amo, preservar un amor, y sobre todo jamás rendirme. Me has hecho ver que a los problemas a veces les doy demasiada importancia cuando debería enfocarme en mi presente y futuro… También descubrí que el amor que te tengo es lo que más me  importa en esta vida.

     —Yo…

     —Si lo que querías era protegerme, te confieso que lo hiciste—colocó una mano sobre su pecho—. Ahora es mi turno de protegerte a ti…

      Apresó su playera con su puño y, colocándose de  puntillas, se acercó a su rostro para unir sus labios en un tierno beso.

     —Creí que te daba vergüenza hacer este tipo de cosas en público—comentó cuando el menor se separó.

      —Ahora no quiero perder ninguna oportunidad para demostrarte lo mucho que te amo...—abrazó su cuello y volvió a unir sus labios.

     Sin importarle estar en medio de la cancha, con algunos paseantes mirando a lo lejos, el menor se permitió besar al chico que tenía delante de él. ¿Cómo era posible que amara tanto a alguien? A su lado sentía gran emoción, se sentía tan feliz, tan lleno, tan completo… Él era esa pieza que le faltaba en su vida. ¿Y qué si no recordaba su pasado? Con ese chico dejó de sentir soledad, dejó de sentir pena por sí mismo, y aprendió a valorar las pequeñas cosas de la vida.

     —Acepto...—le dijo al oído, inclinándose para abrazarlo.

     —¿Qué dijiste?

     —Acepto ser tu novio…

 

***

 

—Deja eso—dijo arrebatándole la botella de cerveza. El castaño se giró a ver a la persona que había osado en quitarle su bebida, se topó con el hombre de cabellera alborotada.

     —¿Qué diablos quieres, Bardock?—preguntó molesto.

     —Deja de matarte en vida—dijo tranquilamente mientras se sentaba a su lado en aquella barra.

     —¡Tú no entiendes!

     —¿No?—empezó a reír vacíamente—. Mi esposa también murió en ese accidente, y mi hijo está cayendo en el mismo problema que el tuyo vivió… Eres un imbécil.

     —¡Cierra la boca, maldito!

     —Recuerda que estuve en su casa el día que tu hijo tuvo el accidente… Lo último que discutieron fue la falta de atención a sus problemas—la mirada del mayor se ensombreció un poco al escucharlo—. No tengo intenciones de culparte, sino de abrirte los ojos—posó su mano sobre su hombro—. No quiero que te arrepientas en un futuro por cometer el mismo error con Tarble.

     —Tarble...—repitió. Cubrió sus ojos con su mano, sintiendo las emociones acumularse nuevamente en su interior—. Es lo único que me queda de ellos…

     —Por eso debes cuidarlo—soltó aire—. Este tiempo que se ha quedado con mi hijo le ha ayudado como distracción, pero te recuerdo que a ti, como su padre, te necesita.

     —Mañana busco otro empleo...—susurró.

     —Más te vale, Vegeta—sonrió—. Llega el punto en que debes dejar ir a los que murieron, para concentrarte en los que todavía siguen con vida…—se puso de pie y volvió a dejar la botella sobre la barra, confiado en que dejaría intacto aquel alcohol. Empezó a caminar hacia la salida.

     —Gracias, amigo...—alcanzó a oír antes de salir de aquel bar.

 

***

 

En aquella habitación sólo se escuchaba el sonido de sus respiraciones agitadas y el rechinar de los resortes del colchón. Ambos chicos se besaban con dulzura, marcaban sus pieles, repartían besos por doquier. Goku se encontraba recostado en la cama, mientras que el menor yacía sentado sobre su abdomen, inclinándose hacia él para besar cualquier área visible en su pecho.

     El de cabellera alborotada sentía un poco de nostalgia y pesar. ¿Cuántas veces deseó que Vegeta pudiera ser fuerte y salir adelante? Demasiadas. El problema era que ahora él no se sentía capaz de cuidar de él, se sentía débil y decaído, incapaz de ayudarlo si lo necesitara.

     Por mucho soñó una relación donde ambos pudieran ir juntos, a la par, luchando mano a mano. Eso era cuando Vegeta estaba deprimido, deseaba con todo su corazón que pudiera superar el incidente y ambos salir adelante.

     Pero, ¿ahora? Ahora él cargaba con culpa, ahora él tenía muchas heridas abiertas, ahora él está en un estado tan lamentable que incluso provocaba asco a quien lo viera.

     —Te amo...—le susurró el menor en el oído. Sintió también un beso en su mejilla. El menor volvió a unir sus labios en un tierno beso, el cual correspondió con el mismo cariño que él—. Te amo tanto…

     El más bajo tomó las manos del mayor y las aproximó a su rostro, para besar sus heridas, lo que descolocó al más alto. Gotenks le dedicó una sonrisa, para después quitarse su playera. Esos días que estuvieron juntos le cayeron de lo mejor, incluso su físico se veía muy atractivo por la forma en que se ejercitaba. Su abdomen era marcado y sus brazos se veían fuertes.

     —Te amo como eres, yo te cuidaré a partir de ahora…

     El más bajo se encargó de desvestirlo mientras besaba su piel, quedando al final ambos completamente desnudos. Se permitió acariciar sus hombros pecho, abdomen. Goku, por otro lado, sólo se dejó hacer, pensando que tal vez ahora le tocaba estar abajo, quizá era su turno y el menor lo tomaría.

     —¿Sabes?—comenzó a decir mientras pellizcaba sus pezones—. Sé que no es momento para contar este tipo de cosas, pero… Cuando me iba a acostar con Black, yo quería tomarlo, no iba a dejar que me tomara a mí—el pelinegro sólo lo observó con confusión—. Y cuando lo iba a hacer con Gogeta, al final pensaba chantajearlo para que estuviera abajo…

     —¿De verdad?—el de cabellera bicolor asintió con una sonrisa de medio lado, acariciando el miembro del mayor—. Entonces, si quieres… puedes tomarme…

     —Lo cierto es que sólo quiero que tú me tomes...—respondió, moviéndose de forma insinuadora, haciendo que su trasero se rozara con su entrepierna ya erecta—. Sólo tú…

     Goku no podía estar más sorprendido por su determinación. Al parecer, pese que ahora parecía más dominante que él, sólo quería ser suyo, entregarse a él de esa manera tan pura. Sintió una pequeña felicidad interna, él estaba siendo de una forma tan dulce que no podía resistirse. Nunca pensó llegar a amar a Vegeta más, se equivocó.

     Ahora su amor era más grande, lo quería tanto, era demasiado especial para él y cada una de sus facetas lo cautivaron con mayor intensidad. Antes amaba al Vegeta tímido y callado, el que luchaba en silencio pero que era fuerte por su hermano. ¿Y ahora? Ahora amaba al chico que tenía frente a él, el que defendería a cualquiera que estuviera sufriendo, el mejor amigo que pudiera tener, el chico de buena condición física y que era algo grosero si algo atentaba en contra de lo que él consideraba como justicia.

     —Te amo, Kakarotto…

    Tomó la mano del mayor y la llevó a su boca, para lamer sus dedos de una forma tan seductora. Bueno, al menos eso intentaba, trataba de imitar el estilo de insinuación que solía tener su amigo Vegetto, pero llegaba a pensar a veces que se veía hasta ridículo en un intento fallido.

     Goku llevó su mano ya lubricada a la entrada del menor, para empezar a meter un dedo en su interior. Observó a detalle todos los gestos de placer en su rostro, sus mejillas sonrojadas y sus ojos entrecerrados, además de su boca abierta dejando salir uno que otro suspiro. Luego metió el segundo, notando cómo su respiración se irregulaba y tomaba más aire para resistir la incomodidad, la cual en segundos cambió por una expresión de placer cuando empezó a moverlos en su interior.

     —Con eso basta—dijo con su respiración entrecortada, retirando la mano del más alto.

     Goku tomó la cadera del menor, para poder cargar su peso y que no tuviera un movimiento abrupto que lo lastimara. El de cabellera bicolor tomó aire antes de posicionar la punta de su miembro en su entrada ya dilatada. Se acomodó bien y empezó a descender, introduciendo el glande en su interior.

      El mayor se le quedó viendo. Inmediatamente tomó la cadera del más bajo con fuerza, impidiendo que descendiera más. Su Vegeta… otra vez estaba recordando el día de su tragedia. Tenía los ojos vidriosos, delatando que iba a empezar a llorar, y pese a que su cuerpo en un inicio delataba gran disposición ahora incluso su erección había disminuido. No podía reclamarle nada, su mente, su traicionera mente, le estaba haciendo malas pasadas.

      Con cuidado lo levantó, para salir de él. Se incorporó, quedando sentado con él en sus piernas. Tomó su rostro con ambas manos y besó sus labios con demasiado amor, transmitiéndole la calma y paz que necesitaba.

     —En serio lo siento, creí que…

     —Ya, tranquilo… Todo está bien...—besó su cuello—. No hay prisa…

     —Pero no es justo para ti… ¡Ah!—gimió al sentir una masturbación rítmica en su miembro, la mano del más alto se movía con constancia y buen ritmo, consiguiendo que su cuerpo se encendiera nuevamente.

     —En verdad no hay prisa...—mordió su hombro, sacándole un fuerte suspiro—. Estar contigo es suficiente…

      Unió sus labios nuevamente, esta vez en un beso más pasional. La sensualidad con la que sus labios se movían era exquisita, encendiendo cada uno de sus sentidos, elevando la temperatura de sus cuerpos y haciéndolos desear cada vez más rapidez en su tacto. El menor hizo lo mismo que el más alto, acariciando su miembro aprovechándose de su cercanía, moviendo su mano de arriba a abajo.

     Sus besos no paraban ni tampoco el ritmo de sus movimientos. Ambos sabían leer las reacciones de su pareja sacándoles fuertes gemidos de placer que a su vez acallaban en sus bocas, manteniendo en esas cuatro paredes los secretos de su amor y pasión. El ritmo se hizo más acelerado, el más bajo dejó sus labios para apoyar su frente en su hombro y soltar suspiros algo desesperados, sintiendo su clímax acercarse. Mordió su piel al liberar su semilla, sintiendo también el líquido caliente del contrario en su mano.

     Abrió con lentitud sus ojos, notando que sus dientes seguían marcados en la piel del contrario. Parpadeó un poco y miró su rostro, topándose con la mirada tierna que le dirigía el más alto. Sonrió también, sonrojándose en el proceso. Bajó de su regazo para recostarse en la cama, siendo abrazado por la espalda. Acarició las manos que abrazaban su abdomen y sonrió mientras cerraba sus ojos.

     Él era en su existir su mayor felicidad. Ahora que sabía que era correspondido en su amor, le tocaba ser esa esperanza que jamás querrá morir en ese amor sin fin. Y al despertar siempre procuraría que sus mañanas fueran paraísos de pasión junto a él. Él sería siempre su alma, su luz de vida, aquel que lo acompañara en su camino. Ambos estarían juntos a partir de ahora, sin separarse. Se amaban, eran esperanzas mutuas, enfrentarían todas sus dificultades siendo un equipo.

 

***

 

—Sabía que ganaría Vegetto—dijo antes de meter una papa frita en su boca, ambos estaban presenciando la competencia de natación en donde participaba el amigo del de cabellera bicolor.

     —Es muy hábil, fue muy veloz—respondió, sorprendido de la agilidad del peliazul caprichoso.

     —Su talento es natural—tomó la mano del más alto, entrelazó sus dedos y apoyó su cabeza en su hombro—. Es un demonio cuando lo conoces, pero créeme que lo considero mi mejor amigo.

     —Sí, se ve algo… terco...—besó su cabeza—. Nunca terminaste de contarme qué pasó el día que Goten y yo fuimos a la competencia de soccer.

     —Los del equipo visitante trataron de abusar de mí, me paralicé del miedo y Vegetto fue a mi auxilio—soltó un pesado suspiro—. No les dije nada porque no quería preocuparlos, detesto que me miren vulnerable.

      —Lo sé, pero… me preocupé más… Creí que nuestra pelea afectaría que tú y Goten fueran amigos…

      —Jamás...—besó su mejilla—. Pensé volver ese día, pero luego pasó eso y...—vio a lo lejos el castaño ya vestido con la chaqueta oficial de los equipos deportivos—. Vegetto y yo comenzamos a pasar más tiempo juntos.

      —Ya no nos separaremos, ¿verdad?

      —Nunca.

      Ambos se giraron a ver la premiación. Vegetto vestía un pants holgado de color gris, tenis deportivos color azul rey, y la característica chaqueta azul en detalles naranjas. Se veía muy apuesto, y los colores de su vestimenta resaltaban su cabellera azulada, la cual estaba perdiendo su tono. Era increíble que debajo de esa ropa deportiva se escondiera el cuerpo fornido y atractivo de un apuesto muchacho como lo era él.

 

     Vegetto subió al podio, mientras a sus costados subían el tercer y segundo lugar. Como era de esperarse él había obtenido el primer puesto, ¡por supuesto! Era lógico considerando su incomparable potencial.

      —Idiota—dijo el  chico que estaba a su lado.

     —Tsk, sólo eres un envidioso—dijo con aires de superioridad. Un chico pelinegro se acercó a tomar una fotografía, le dedicó una seductora sonrisa al pequeño fotógrafo, sacándole un tierno sonrojo y ocasionándole un nerviosismo.

     —¿Envidioso? ¡Yo debía ganar! Seguro hiciste trampa—replicó. El peliazul ensanchó su sonrisa y se inclinó hacia él, haciendo que su medalla colgara un poco y quedara a su mirada directa.

     —Yo gano porque soy perfecto…

     El chico no resistió más y empujó al peliazul. Vegetto se desestabilizó, cayó del podio y, como era el más alto de los tres, pisó mal el suelo, torciéndose el tobillo.

     —Kjj—cerró sus ojos por el dolor. El chico aprovechó eso para tirarle un puñetazo al rostro y empujarlo con fuerza a la alberca.

     El peliazul se mareó demasiado con el golpe, ahora era incapaz de reaccionar. Únicamente sonrió mientras su cuerpo se iba hundiendo en el agua. A su mente llegó su hermano, Gojita, y los momentos que habían pasado juntos, sus travesuras, sus regaños, las veces que lo había defendido… Después pensó en Gogeta, sus peleas, las discusiones, las veces que durmieron juntos cuando él era pequeño, y su declaración de amor. Pensó por último en Vegeta, su mejor amigo, a quién creyó odiar siempre sin conocerlo pero que terminó queriéndolo mucho. Su vida había tenido muchas bajas, pero ahora tenía gran felicidad…

 

***

 

—Lleva mucho sin salir del agua—mencionó el de cabellera bicolor poniéndose de pie, se quitó rápidamente la playera y le entregó su teléfono y cartera.

      Al haber visto que nadie se acercó al peliazul, y que ya habían pasado largos segundos sin dar señales de salir del agua, corrió hacia las áreas de albercas, evadiendo al personal de seguridad, para saltar finalmente a la piscina. Estando bajo el agua lo visualizó, se veía inconsciente y unas últimas burbujillas de aire salían de su boca. Se acercó, lo tomó de la cintura y se impulsó hacia arriba, sacándolo del agua.

     Nadó hacia la orilla y lo colocó sobre el suelo. Salió del agua y empezó a aplicar presión en su pecho. Unió sus labios con los suyos e inició su respiración boca a boca, alternándola con presión en su pecho.

     —Cof cof—escupió un poco de agua y miró con sus ojos entrecerrados al de cabellera bicolor—. Gotenks…

     —¿Estás bien?—preguntó con preocupación.

     —Sí...—sonrió—. Siempre sí me besaste…

     —¿Cómo está tu tobillo?—lo tocó y vio que se quejó—. Vegetto, deja de meterte en problemas.

     —No—sonrió—. ¿Podrías quitarme el tenis? Es el derecho—pidió.

     El menor con cuidado retiró el zapato deportivo, al ver que su pie no lucía con alguna torcedura exagerada imaginó que sólo se trataba de una especie de esguince. El peliazul tomó el zapato deportivo y lo arrojó, golpeando al chico con quien había tenido el conflicto, consiguiendo que se cayera del podio y se introdujera al agua.

     —Etto, ¿por qué hiciste eso?—preguntó con una sonrisa torcida, observando como el chico luchaba por salir del agua, ya que sus prendas empapadas le añadían un peso extra.

     —Se lo merecía—intentó incorporarse, el menor lo ayudó a ponerse de pie, pero inmediatamente cayó.

     —No puedes caminar—soltó aire y colocó su mano detrás de su espalda y en las corvas, para después cargarlo.

      Con pasos lentos lo llevó a las gradas, donde Goku esperaba con una sonrisa al más bajo. Ayudó a colocar a Vegetto sobre una camilla y los encargados lo llevaron en dirección a la enfermería, para poder atender su lesión como era debido.

     —Vamos, me preocupa que por su actitud los médicos no quieran atenderlo—dijo mientras comenzaban a caminar.

     —Fuiste muy valiente—mencionó tomando su mano—. La forma en que fuiste a ayudarlo cuando nadie imaginó que estaba ahogándose… —se acercó a su oído y mordió el lóbulo de su oreja—. Haces que cada vez me enamore más de ti.

     —No es para tanto—respondió. Pero en sus mejillas se podía divisar un tierno sonrojo.

     —Te espero aquí—dijo quedándose afuera de la enfermería. El menor asintió y se adentró al pequeño lugar.

     Pese a que era sólo una habitación grande, se alcanzaba a distinguir el olor a medicamentos, lo que le causó un poco de asco. Se acercó al peliazul a quien le revisaban su pie y se lo vendaban. Cuando los médicos se fueron se acercó a él y se sentó en la orilla de la cama.

     —¿Qué te dijeron?

     —Es un esguince… No podré competir en un mes—soltó aire y ensanchó su sonrisa—. Pero con la fuerza divina que atenta para que todo salga a mi favor, los directivos cambiaron la fecha de la próxima competencia para dentro de un mes y medio.

     —Tu suerte es aterradora—empezó a reír—. ¿Y cuánto reposo debes tener?

     —Hacer el mínimo esfuerzo posible en mi pie, así que lo siento, maestros, no iré a clases, estoy indispuesto…

     —¿Ni a Gogeta?—arqueó una ceja.

     —Él tiene membresía especial…

     —Disculpa, ¿me permites un minuto con él? Debo ponerle una inyección para desinflamar su lesión—pidió la enfermera llegando con él.

     —Claro—lo dejó y se alejó un poco, la mujer cerró la cortinilla y espero a que la mujer saliera para poder volver a donde estaba el chico.

     —Detesto las inyecciones—soltó aire y miró al de cabellera bicolor—. Con lo de hoy sólo terminé comprobando algo…

     —¿Ah, sí? ¿Y qué comprobaste?

     —Soy inmortal…

    

***

 

—Goten, ¿pero estás bien?—preguntó con preocupación.

     —¡No! Trunks se irá a una junta toda la noche y estaré solo—se quejó—. ¡Y tú siempre que estás con Gotenks me ignoras!

     —Escucha… Una noche estando solo no te pasará nada malo…

     —¡Me quedaré contigo!—soltó un suspiro y sonrió, Goten siempre había estado con Trunks, y ahora que se separaban cerca de su aniversario estar separados era algo que el pelinegro se rehusaba a aceptar.

     —Bien… Creo  que V… Gotenks querrá quedarse con su amigo, se lesionó y necesitará cuidados especiales…

     —¡Genial! Te espero en mi habitación en una hora—y antes de que le pudiera replicar algo el menor le colgó. Goku sonrió y se dedicó a esperar que Vegeta saliera de ahí, para comentarle el trato que se vio obligado a aceptar.

 

***

 

—Hmph, es Gogeta, responde tú—le entregó su teléfono, el cual estaba cubierto con un látex bastante peculiar.

     —Vegetto.

     —¿Sí?

     —¿Por qué tu teléfono está dentro de un condón?

     —Ya me veía venir los celos… Y tengo archivos importantes ahí.

     —¿Qué este teléfono no es a prueba de agua—el peliazul lo miró con confusión—. Creo haberlo visto en un comercial.

     —No tengo idea… Lo averiguo mañana...—se cubrió con la sábana—. No dejará de molestar hasta que no le responda… Ya contéstale.

      —Bien… Hola, Gogeta. Soy Gotenks....

     —¿Gotenks? ¿Vegetto sigue compitiendo?

     —No, sólo quiere descansar un poco, las medicinas le están dando dolor de cabeza…

     —¿Medicinas? ¿Le pasa algo a Vegetto?

     —Tuvo una pelea con un chico y… terminó con un esguince en el tobillo.

     —Ay, no… ¿Ahora qué le dijo?

     —No sé, pero… El tipo reaccionó mal.

     —¿Cuántos días de incapacidad le darán?

      —No estoy seguro, creo que con muletas podrá estar bien…

     —¿Podrías cuidarlo el día de hoy? Mañana me encargo de él…

     —Sí, claro… Adiós.

     Colgó y miró al peliazul, quien trataba de ponerse de pie con ayuda de las muletas que le prestaron. Soltó aire y se acercó. El chico de flequillo lo recriminó con una mirada, dándole a entender que no necesitaba su ayuda. Efectivamente, Vegetto podía apoyarse a la perfección en aquellas muletas.

     —Le avisaré a Kakarotto.

     El de cabello en punta salió de la enfermería, topándose con Goku. El de cabellera alborotada le dedicó una sonrisa, la cual fue correspondida. El mayor le entregó su playera, así que se la colocó y abrazó al más alto, para poder besarlo con ternura.

     —Vegetto necesitará cuidado, fue un esguince…

     —Y Goten me quiere como su compañía esta noche, Trunks tiene junta.

     —Por lo menos no me siento tan mal de haberle prometido cuidarlo...—volvió a besarlo—. ¿A qué hora debes ver a Goten?

    —Ya me envió veinte mensajes insistiendo que vaya con él—escuchó el sonido de su teléfono—. Veintiuno—corrigió.

     —Anda, puedes ir… No te preocupes, le pediré prestada ropa a Vegetto...—el más alto besó su frente y ensanchó su sonrisa—. ¿Podrían aprovechar para probar el demo? Trunks cree que los niveles ya están bien y que las correcciones son mínimas…

     —Sí… Antes de que lo olvide, Trunks me dijo que Vegetto también entró al equipo. Así que él se encargará de las correcciones finales, tengo entendido que ya sabe qué hacer.

     —¿Vegetto?—arqueó una ceja—. ¿Cómo se conocieron?

     —No sé—dijo para evitar confusiones o problemas—. Pero es muy inteligente y Trunks quiere que le ayude.

     —Está bien...—miró la puerta—. Nos vemos mañana temprano—besó sus labios—. Que se diviertan…

     El menor terminó de despedirse y entró a la enfermería, topándose con que el chico estaba saltando con ayuda de sus muletas.

     —Etto...—torció su expresión—. ¿Qué estás haciendo?

     —Nada...—se sentó de nuevo en la orilla de la camilla.

     —¿Qué hacías?—se sentó a su lado.

     —Quería acostumbrarme un poco—dijo sin tomarle importancia—. ¿Dormirás conmigo?

     —Sí—lo ayudó a caminar cuando se apoyó en las muletas—. Vegetto, felicidades por tu triunfo.

     —Tsk, te dije que me felicitaras ayer…

 

***

 

—Goku me dijo que estás en nuestro equipo—mencionó de repente.

     —Ajá—respondió sacando la paleta de su boca y observándola.

     —¿Cómo se conocieron tú y Trunks?

     —Sólo pasó—respondió, sabía que el menor era astuto y estaba sospechando de su pequeño complot para que él no se enterara de su pasado.

     —Y dime… ¿Cuándo pasó?

     —Ya, ¿quieres la verdad? Estuvimos discutiendo sobre quién era superior a quién… Obvio yo gané—frunció su ceño—. El tipo necesitaba ayuda en su proyecto, se tragó su orgullo y me la pidió—soltó aire y relajó su expresión—. Me da flojera esto, pero… quiero que Gojita vuelva conmigo.

     —¿Quieres buscarlo?—preguntó sorprendido.

     —Ya sé dónde está, estudia en Europa en un colegio privado… Quiero que lo transfieran a esta escuela, pero será muy costoso—le dedicó una sonrisa—. ¿Tienes idea de cuánto deseo verlo? Casi se cumplen siete años desde la última vez que lo vi.

     —Esperemos que ganemos el primer puesto...—se acostó a su lado en aquella cama—. Sería interesante conocerlo.

     —Te confieso que Gojita a veces era molestado por su cabello y color de ojos… Nadie en mi familia tiene esas características, sólo mi bisabuelo… Gané varias palizas cuando era niño sólo por tratar de defenderlo—se quitó los pendientes—. Cuando mamá se lo llevó ni siquiera tuve oportunidad de despedirme… Fui corriendo detrás del auto de mamá tratando de alcanzarlos, pero…  fue inútil…

     —Debió ser muy duro para ti, es decir, ustedes estuvieron juntos desde antes de nacer…

     —Demasiado… Ese tiempo dejé de comer, incluso huí de casa dos veces… —miró al menor—. Culpé a mi padre por dejarla llevárselo, hasta que lo vi llorando y diciéndome que él jamás quiso que se lo llevara. Ese día me enteré que mamá nos dejó porque tenía un amante—miró nuevamente su paleta de caramelo—. Es curioso porque su rutina diaria jamás se vio de diferente manera.

     —Vegetto...—acarició su rostro con su dedo índice, ese chico había pasado por muchas cosas que, probablemente, eran las que habían desencadenado su actitud rebelde y egocéntrica—. Te prometo… No, te juro que haré todo lo posible por que te puedas reencontrar con Gojita…

     —¿Eh?—miró al pelinegro.

    ¿En serio odió tanto a ese chico tan dulce? Vegeta antes era como un tema tabú para él, no podía escuchar ni la más mínima mención de su nombre porque inmediatamente le molestaba su existencia, el hecho de que Gogeta por mucho estuvo enamorado de él le daba náuseas y lo llenaba de molestia. Por tanto tiempo odió a Vegeta por ser la razón de la tristeza de Gogeta, y por ser la razón por la cual el pelirrojo se rehusaba a salir con otra persona.

     Cuando “Gotenks” llegó a su vida lo vio de la misma manera, ¿en serio había ganado el corazón de Gogeta cuando él se esforzó por mucho más tiempo? Le había provocado una acidez estomacal el ver que ese chico había conseguido su cariño sin esfuerzo. Pero ya estaba tan decepcionado que incluso no le sorprendió, Gogeta le había mostrado muchas veces que le fastidiaba su existencia, por lo que su corazón se había lastimado con el paso de los meses.

     Y cuando lo vio tan vulnerable no fue capaz de abandonarlo a su suerte, decidió proteger a Gotenks y se volvieron amigos. La suerte le hizo ver que a la persona que había odiado con creces, y a quien quiso después de detestarlo, eran la misma, se trataban de Vegeta. Se trataban de una persona que empezó a querer cada día más y a quien no le podía reprochar nada, su mejor amigo. Pensó que tal vez el destino estaba siendo demasiado caprichoso por hacerle ver las cosas de esa manera, pero no se quejaba, ahora agradecía tener al pelinegro a su lado, brindándole su valiosa amistad.

     —Gotenks—soltó aire—. He pensado acerca de tu pasado y… si te enteras de que tal vez no era lo que esperabas o tu pasado te hace sentirte culpable, quiero que sepas que no me importará y que te seguiré considerando mi mejor amigo, ¿de acuerdo?

     —¿Por qué haces comentarios de ese tipo?

    —Porque no me gustaría que te hicieras ideas estúpidas y dejes de ser mi amigo—respondió desviando la mirada, percibiéndosele un tierno sonrojo en sus mejillas.

     —Jamás dejaré de ser tu amigo—se acurrucó en su lado, procurando no lastimar más su pie herido.

     —Por cierto...—sacó de la funda de la almohada un pequeño objeto—. La volví a anudar, ahora es un collar.

    El pelinegro observó el objeto mencionado. Recordó cuando Gogeta y él casi tienen un encuentro y, en su huída, había roto su pulsera al forcejear con Vegetto. El chico había recogido todos los abalorios de su pulsera para poder convertirlo en un collar.

    —Gracias—besó su mejilla.

    —Oye, ya que Goku no está aquí y Gogeta no me ha hecho la pregunta oficial…

    —Goku y yo ya somos novios, así que por ahora es un no—interrumpió.

     —Jajaja, sí los vi, tú le hiciste la pregunta…

    —¿Nos viste?—sus mejillas se sonrojaron.

     —Iba a hacer una estupidez, pero si lo hacía saldrías corriendo avergonzado y lo dejarías solo, así que me abstuve—el más bajo lo observó con detenimiento.

     —¿Qué clase de estupidez?

     —Iba a gritar “¡bebió la pócima, bésalo ya!—el más bajo soltó una carcajada.

     —¿Por qué gritarías algo como eso?

     —Porque estaba aburriéndome...

 

***

 

—Trunks...—suspiró al sentir las manos de su novio en su pecho, acariciando sus pezones con sus pulgares.

    Estaban aprovechando su reencuentro luego de ese largo día sin haberse visto. El menor tomó aire y cerró sus ojos con algo de fuerza, sintiendo la entrepierna del mayor contra la suya.

    —Goten… te extrañé estas horas...—besó su mejilla, cuello, hombro, pectorales, abdomen…

    —¡Ah!—arqueó su espalda al sentir un pequeño lenguetazo en su entrepierna.

    El pelinegro se llevó su mano a la boca en un intento inútil de acallar los sonidos que escapaban de su garganta. Tomó un poco de aire, aguantó un poco la respiración tratando de no gemir. Tomó la cabellera del mayor, quien se esforzaba en darle placer con su boca, para acariciar sus cabellos lilas en cada movimiento.

    Desde hace varios días el mayor se veía algo insistente en un acercamiento íntimo, pero como siempre lucía cansado tenían que interrumpir su acto. Pero ahora… ahora estaban celebrando su aniversario, y vaya que el pelilila tenía suficientes energías.

     Miró con sus ojitos entrecerrados sus ojos azules, se veían tan bonitos como siempre. Algo que amaba de Trunks eran sus ojos, parecían dos lapislázulis. Sonrió y cerró sus ojos, para concentrarse en la maravillosas experiencias que le brindaba su novio.

    Sintió al pelilila detenerse, por un momento pensó en reclamarle por eso, hasta que fue besado en los labios. Soltó una risita por la respiración del mayor que le causaba cosquillas.

    —Te amo, Goten...—le dijo y besó su frente.

    Trunks humedeció con su saliva su mano, para empezar a introducir dedos en su interior. Con el primero se ganó un quejido por parte del menor, quién lo reprochaba con su mirada y un ceño fruncido que le pareció sumamente adorable. Con el segundo se ganó un grito pequeño y un golpeteo en su pecho, símbolo del dolor que le ocasionó.

    —¡Ya! Trunks, me duele—se quejó.

    —Espera un poco, por favor—pidió, inclinándose para darle un beso.

    —Me duele mucho...—dijo con un puchero—. ¡Sácalos!

     —¿Te duele esto?—tocó un punto en específico que hizo que el menor arqueara su espalda y soltara un pequeño gemido—. ¿Y esto?—volvió a tocar pero con un poco más de fuerza.

     —Ay—cruzó sus brazos e hizo un puchero al verse derrotado y sucumbiendo en el placer. El más alto terminó de dilatarlo y sacó sus dígitos. Masturbó un poco su miembro y lo posicionó en su entrada—. Ya hazlo—dijo desviando la mirada sin quitar su expresión.

    —No te enojes, Goten...—besó su mejilla.

     Jamás imaginó estar en esa posición. Y no se refería al hecho de hacer el amor con quien una vez fue su mejor amigo, sino que en pleno acto su pareja estaba haciendo unos infantiles pucheros que le causaban un poco de gracia.

    —No estoy enojado—sonrió y abrazó el cuello del pelilila—. Feliz aniversario.

     —Feliz aniversario, Goten—besó sus labios mientras comenzaba a introducirse en su interior.

     El menor se separó de su beso para poder soltar suspiros algo profundos por el intenso placer al que estaba siendo sometido. Sus paredes internas abrían paso al miembro de su novio, con el roce y fricción sus sentidos se encendían y el placer aumentaba, con cada centímetro que avanzaba una descarga eléctrica lo llenaba por completo.

     Los suspiros y gemidos salían de su garganta al sentirse completamente lleno, incluso sin moverse el menor estaba cayendo en un mar de sensaciones placenteras, las cuales eran delatadas por el profundo sonrojo de sus mejillas y su pequeña sonrisilla juguetona.

    —Eres lo mejor que me ha pasado en la vida—tomó las piernas del menor para levantarlas un poco y poder acomodarse mejor, dando inicio a su vaivén lento—. Te amo tanto, Goten…

   —Kjj—apretó sus ojos y su mandíbula se vio forzada, Goten reprimía los gemidos que amenazaban con salir.

      Sentir el golpeteo de su pelvis contra su trasero y aquel miembro moviéndose en su interior le ocasionó un gran placer, el pelilila tocaba un punto que lo volvía loco.

      Trunks empezó a moverse más rápido, buscaba ahora el placer propio, confiado en que sin importar lo que hiciera el pelinegro lo disfrutaría completamente. ¿Cuánto tiempo esperó  para poder estar así entregándose a la  persona que amaba? Demasiado.

     Goten era lo más valioso que tenía, era la única persona a quien amaba y que además había aprendido a soportarlo. Reconocía que llegaba a ser insoportable, pero el pelinegro supo aceptarlo tal como era, complementándolo.

      Aumentó el ritmo de sus movimientos, levantó más las piernas del menor para profundizar sus  estocadas, llenando la habitación con el ruido de sus pieles chocando y sus respiraciones agitadas.

     —¡Ahh!—gimió al  sentir el líquido caliente en su interior, llevándolo al borde de sus emociones y liberándose.

     Con su respiración agitada el más alto salió de su interior y lo abrazó posesivamente, sonriendo enormemente por el acto consumado  con su verdadero amor.

 

***

 

—Vegetto, deja de verme así—pidió el pelirrojo.

     Se encontraban ambos en la habitación del más alto, el peliazul estaba acostado en su cama, viéndolo fijamente con sus brazos cruzados sobre su pecho desde hace varios minutos, como si quisiera encenderle fuego con la mirada.

     —No fuiste a verme triunfar—el menor se quejó.

     —Vegetto, también hay cosas en las que debo enfocarme… Cuando termine mi certificación tú serás mayor de edad y ya podremos vivir juntos—le dedicó una sonrisa tierna—. Me estoy esforzando mucho, tal vez algún día pueda llegar a brillar como tú en mi trabajo.

     —Yo nací brillando, tú échate brillantina—el adulto bajó la mirada abruptamente, sin importar lo que dijera el menor seguiría siendo arrogante.

     Y, bueno, no se lo cuestionaba. Debía reconocer que amaba esa faceta del menor, tan caprichoso, tan egocéntrico, creyéndose una deidad.

     —¿Vas al museo conmigo el fin de semana?

     —Pff, ¿para qué quieres ir a un museo si frente a ti tienes a la mejor obra de arte?—el pelirrojo volvió a bajar la mirada.

     Al menos lo intentó, aunque era un hecho de que el menor no querría ir a un museo ya que, aunque costara creerlo, a los doce años había visitado todos los museos de la ciudad y había aprendido demasiado en esa ocasión. Por la inteligencia sobrenatural del peliazul infería que posiblemente todavía tenía presentes esos conocimientos.

     —Quiero hacer otra cosa contigo—dijo incorporándose y bajando con cuidado de la cama, se acercó a él y se sentó sobre sus piernas, el adulto tuvo que girar un poco en su silla de rueditas para que el escritorio no fuera un estorbo para el menor.

     —¿No me dejarás terminar mi trabajo?—preguntó arqueando una ceja.

     —Es viernes. Para eso tendrás el fin de semana—dijo quitándole su corbata.

     —Vegetto, ¿por qué estás tan insistente en hacerlo?—preguntó tomando su cintura, el más bajo desvió la mirada—. ¿Es por lo que me dijiste la vez pasada?

     —No es sólo eso—chasqueó la lengua—. En serio quiero hacerlo contigo.

     —Estás lastimado…

     —¡El pie, no la ingle!—replicó, ya malhumorado de la situación.

     —Vegetto...—tomó su rostro entre sus manos—. No te ofendas, pero en estos momentos no tengo muchas ganas de hacerlo, ando muy estresado por el trabajo y…

     —Excusas no quiero, Gogeta—cruzó sus brazos—. Sé sincero.

     —Vegetto...—unió sus frentes—. Me da miedo lastimarte por mi falta de experiencia.

     —Tsk—se sonrojó y desvió la mirada—. No lo harás.

     —Vegetto, por favor, entiende mi preocupación. No quiero que en tu primera vez te lleves algún tipo de lesión por mi estupidez en este tema…

     —No es mi primera vez, así que hazlo—el pelirrojo se sorprendió por esa declaración. El menor jugaba con los botones de su camisa de una forma nerviosa, empezando a despojarlo de su prenda.

     —Vegetto, ¿cuándo pasó?—preguntó con voz baja, observando cada una de sus reacciones. El menor no era capaz de verlo a los ojos, y pese a su insistencia se le divisaba un sonrojo en sus mejillas.

    —Hace un par de meses, ya no preguntes...—deslizó su camisa por sus hombros, dejando al descubierto su torso.

    —Pero yo creí que…

     —¡Ya cierra la boca!—pidió ocultando su rostro en su hombro. El cuerpo del más bajo se veía levemente tembloroso, como si el nerviosismo lo invadiera—. Ya tengo experiencia, lo he hecho varias veces.

     El menor se levantó de su regazo, para arrodillarse en el suelo y empezar a quitarle el cinturón. El adulto se veía completamente nervioso, sabía lo que significaban las acciones del peliazul, sin embargo lo dejó hacer, ya excitándose por la vista que tenía de Vegetto.

     El chico de cabello teñido dejó al descubierto el miembro del mayor, sonriendo por su tamaño, a Gogeta le había caído muy bien la adultez. Empezó a masturbarlo con su mano, sacándole suspiros al pelirrojo, cuando adquirió firmeza se lo llevó a la boca sin pensarlo, dirigiéndole una mirada fija a sus ojos con cada lento y tortuoso movimiento.

     —Ah… Mhg… Vegetto...—tomó su cabello, acariciándolo con lentitud, ¡se sentía en el paraíso! ¡Maldita sea! ¿Acaso había algo que ese niño no hiciera bien? Sólo el ser modesto, porque para todo demostraba gran talento y agilidad.

     ¡Y qué agilidad! Con unos simples lengüetazos y un pequeño vaivén ya sentía sus piernas temblar y sentía que en poco llegaría al clímax. Hizo su cabeza hacia atrás, perdiendo su mirada en el techo. Sentía su rostro arder, ¡estaba en la gloria! ¿Estaba mal que en esos momentos se arrepintiera de no haberlo hecho antes con él?

     Sintió una fuerte succión en su miembro. Ya no lo resistió, simplemente era imposible soportar más aquel placer que le brindaba el chico. Cerró sus ojos con fuerza al venirse adentro de su cavidad bucal.

     Los abrió con lentitud y trató de recuperar el oxígeno perdido. Algo mareado por el intenso clímax miró al menor. Vegetto le dedicó una sonrisa ladina antes de tragar su esencia, para después relamerse los labios.

     —Bien, continuemos—dijo el menor poniéndose de pie, con cuidado y apoyándose en su tobillo sano. Tomó al adulto de la cintura, incitándolo a que se pusiera de pie, una vez lo hizo lo empujó a la cama—. Quítate el pantalón—ordenó, empezando a desvestirse frente a la mirada completamente excitada del mayor.

     Vegetto tenía gran dificultad para poder moverse, su tobillo lastimado le restaba la libre movilidad que en ese momento desearía tener. Tan sólo quedó completamente desnudo se acercó al pelirrojo, quien ya estaba despojado de toda prenda, pudiendo apreciar su cuerpo fornido en todo su esplendor.

     Se colocó sobre él, sentándose en su abdomen. Le dedicó una sonrisa, satisfecho por ver cómo tragaba saliva. Gogeta se veía demasiado vulnerable, se inclinó hacia adelante y unió sus labios con los de él. El pelirrojo lo besaba con dulzura, la cual no pasó desapercibida por el menor.

     ¿Por cuánto tiempo ellos dos, estando destinados a estar juntos, no se habían permitido formalizarse como una pareja? Mucho tiempo, aunque todo era por decisión de Gogeta. El adulto, debido al incidente de Vegeta, se veía incapaz de iniciar algo con otra persona, había guardado en su mente y en su corazón aquella relación con final trágico, se sentía completamente restringido, dudando encontrar la felicidad con alguien más.

     Pero el destino le había mostrado su felicidad tan pronto que no pudo identificarla, Vegetto había llegado para ser su felicidad, alegría, y al parecer también el dueño de sus quincenas. Aquel chico era demasiado orgulloso, arrogante, un presumido de lo peor. Entonces, ¿por qué si tenía actitud detestable se sentía profundamente enamorado de él?

     Él conoció a Vegetto en su versión más pura, lo conoció como un niño inocente, como un pequeño soñador, lo conoció cuando tenía grandes aspiraciones y que quería buscar su identidad. Y ahora lo veía nuevamente, ya realizado, capaz de cumplir todo aquello que se propusiera, brillando como una galaxia a comparación de una simple estrella.

    —Te amo—le dijo cuando separaron sus labios para tomar aire—. Te amo tanto, Vegetto.

     Gogeta lubricó rápidamente sus dedos con su propia saliva y los dirigió a la entrada del menor, para poder retomar sus labios. Se sentía tan dichoso de estar con el menor, ser uno solo en ese momento tan especial que se alegraba guardar para él solamente. Vegetto era completamente arrogante, era increíblemente presuntuoso, pero ahora se sentía feliz de poder tener el privilegio de tenerlo consigo.

     —Ya, hazlo—retiró la mano del mayor y se acomodó, posicionando la punta de su miembro en su entrada.

     —Vegetto, te puedes lastimar, deja que te prepare bien…

     —No lo necesito...—dijo antes de empezar a descender, sintiendo cómo se abría paso en su interior.

     —Pero…

      —Cierra la boca, Gog—en un rápido movimiento bajó, haciendo que entrara completamente en él.

     —¡Mgh!—el adulto gimió al sentir aquella calidez abrasadora en su entrepierna.

     Gogeta abrió lentamente sus ojos, aquel placer era mucho mejor que el que Vegetto le había brindado con su oral. Vio que el peliazul tenía sus ojos cerrados fuertemente, se sostenía con sus manos en su pecho, pese a que se rehusaba a abrir los ojos el mayor pudo identificar el dolor en su expresión: se había lastimado por su impaciencia.

     —Puedes moverte—dijo el menor, tomando grandes bocanadas de aire de forma lenta y pausada.

     —Ven aquí...—el menor se recostó sobre su pecho, con el miembro del pelirrojo todavía en su interior—. Deja de ser tan caprichoso, y deja de ser tan mentiroso… —besó su frente, sintió que empezaba a sollozar, al parecer el daño sí había sido mucho—. Vegetto, al principio te creí, pero ahora me doy cuenta de que es tu primera vez…

     —Claro que no—respondió con un quejido.

     —Ya deja de ser tan orgulloso, Vegetto—acarició su espalda—. A veces deberías dejar de ser tan prepotente, pequeño…

     —Cállate...—susurró.

     —Te amo como eres, Vegetto, pero lo que menos quiero es que te hagas daño por tus impulsos—empezó a reír—. Eres mi más grande tesoro…

     —Gogeta, te amo...—susurró. El mayor buscó su mirada, el menor estaba con su rostro sonrojado, y tenía una mirada juguetona con un brillo que nunca antes había visto.

    —Te amo, pequeño…

     —Ya no llevas el collar—mencionó, levantando la mirada para verlo—. Creí que era un hábito llevar siempre el collar que te dio Veg.

    —Ya era hora de que lo dejara ir—besó sus labios—. Ahora me interesas tú… sólo tú—volvió a besarlo, esta vez de una manera más pasional.

     El menor se separó de sus labios y se incorporó, quedando sentado. Le dedicó una sonrisa seductora y empezó a levantar sus caderas, subiendo y bajando de forma lenta, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía al sentir un enorme placer del pelirrojo adentrándose en él. Gimió cuando tocó un punto en él, tomó aire y se apoyó con sus manos en el colchón, a los costados del mayor, para empezar a cabalgar, buscando un poco más de placer en cada movimiento.

     —Ahh—el pelirrojo tomó las caderas del menor, sentir sus movimientos de arriba a abajo le provocaban un inmenso placer.

    Lo dejó hacerlo, se sentía tremendamente bien estando abajo. Y Vegetto tampoco la pasaba nada mal, él mismo buscaba el compás adecuado para satisfacerse, estaba jugando con los ritmos que más erizaban su piel y terminaban de encender su piel, cediendo cada vez más por la manera en que el mayor lo estimulaba con una masturbación rítmica. Aumentó la velocidad de sus movimientos, sintiendo que el mayor también se movía desde abajo, coincidiendo en sus estocadas para poder brindarse ambos el máximo placer en su acto.

     El rechinar del colchón disimulaba los gemidos que escapaban de su garganta, la habitación rápidamente se ambientó con sus temperaturas corporales, sólo ese espacio era testigo de lo mucho que ellos dos se amaban de forma carnal y espiritual.

     —¡Ahhh!—arqueó su espalda hacia atrás mientras se corría en la mano del mayor.

    El menor tomó aire, con dificultad se levantó un poco, sintiendo los fluidos salir de él. Con cuidado se retiró de encima del mayor, cayendo desplomado a su costado en el colchón.

     —¿Estás bien?—se acomodó para verlo mejor, todavía tenía su respiración agitada y su cuerpo sufría muchos espasmos.

     —Sí—cuando el pelirrojo se acomodó de costado se acurrucó con él, quedando su rostro oculto en su pecho.

     —Me haces tan feliz, pequeño...—besó su cabeza y acarició su cabello—. Eres mi mundo.

     —Hmph—escuchó su molestia, sonrió y acarició su espalda.

     —Perdón… Eres mi Universo…

     —Eso se escucha mejor…

 

*****

 

—¿Cómo está tu tobillo? Ya pasó un mes...—mencionó el de cabellera bicolor al ver llegar al castaño. Su tinte ya se había caído y su cabello había recuperado su color original.

    —Bien, pero debo tener cuidado todavía—le dedicó una sonrisa—. ¿Nos iremos mañana u hoy?

     —Trunks prefiere que nos vayamos hoy, al parecer la Corporación Cápsula será la anfitriona esta ocasión—estiró sus brazos—. Los directivos ya recibieron el videojuego la semana pasada, probablemente ya lo probaron.

     —¿Conseguiste smoking? Mi padre puede traerme uno de la casa para que lo uses—bajó de las gradas y se acercó a él, aprovechando que su práctica todavía no daba inicio.

    —Trunks me prestará uno, gracias—respondió. El castaño le estiró el cabello para verlo mejor.

     —¿Volverás a decolorarlo o dejarás que crezca así?

    —Depende...—soltó aire—. Creo que lo mejor será enfocarme en otras cosas y no en mi apariencia.

     —Tsk—soltó su cabellera y giró su rostro al lado contrario—. Como quieras…

     —Vegetto, ¿es cosa mía o ya lo hiciste con Gogeta?—preguntó inspeccionándolo. El mayor lo vio con una sonrisa burlona.

     —Lo hemos estado haciendo tres veces por semana desde que me lesioné.

    —¿Tres veces por…?—su rostro se puso azul y torció su expresión—. ¿Cómo no tienes vergüenza para decir este tipo de cosas?

     —Bah, tú también lo has hecho con él, ¿no?

    —No, yo no...—cerró los ojos y soltó aire—. No puedo hacerlo.

    —¿Te enseño?

    —¿Y si te enseño yo a ti?

    —Cuando quieras—el pelinegro rodó los ojos, aunque lo intente el castaño jamás se doblegará.

     —Vegetto, si no ganamos mañana…

     —Ganaremos.

    —¿Pero...?

     —En serio, ganaremos—bufó—. Gotenks, Trunks y yo somos los dos malditos genios del mundo, juntos podríamos descubrir la cura para el cáncer, acabar el hambre, limpiar el agua de los océanos, y encontrar vida en otros planetas…

    —Y no lo hacen porque…

     —Me aburro en los laboratorios...—se inclinó hacia él—. Y no lo soporto así como él tampoco me soporta a mí…

    —Hagan las paces—pidió. El mayor empezó a reír—. Por el bien de la humanidad…

    —No.

     —Bueno, al menos tendré el orgullo de decir que intenté detener la tercera guerra mundial…

    —Gotenks—el rubio llegó a su lado—. Es hora. Y, Vegetto, deja de distraerlo siempre…

     —No lo distraigo—le mostró su lengua—. Tú que no soportas mi esplendor…

     —Vegetto… Por favor, deja de creerte la maravilla del mundo.

    —No me creo la maravilla del mundo—dio media vuelta—. Soy una maravilla del universo…

    —Gotenks, ya ven… —insistió el rubio.

     —Ya voy, Dash…

     El de cabello bicolor se despidió con una seña y se adentró a la cancha. Empezaron su rutina de calentamiento, haciendo estiramientos previos a iniciar un juego. Gotenks era muy ágil en cuanto a sus movimientos, eran rápidos, pero con gran coordinación. Él junto con Goten formaban un dúo espectacular.

     —Yo voy—avisó cuando el balón salió de la cancha.

    Los demás siguieron jugando con uno de los muchos balones, la ventaja de la posición de la cancha en el campus era que no podía ir demasiado lejos por su cercanía con el muro y la malla de la escuela. Llegó a la orilla, levantó el balón y se lo lanzó a un chico que se acercó. Aquel muchacho regresó a la cancha, mientras él se dispuso a empezar a trotar para ir allá.

     —Mgh—escuchó un sonido cercano. Giró su rostro hacia donde le parecía que provino el ruido.

     —¿Pasa algo?—le preguntó el chico de cabellera alborotada a unos metros.

     El de cabello bicolor lo ignoró, para aproximarse a un arbusto pequeño. “Mgh”, volvió a escuchar aquel sonido, esta vez más claro. Tragó saliva e invadido por la curiosidad se acercó más. Por dentro tenía un leve temor, el suspenso en el que se encontraba le cortaba un poco la respiración. Armándose de valor se acercó más, observando el origen de los misteriosos ruidos.

     Había un canasto, y adentro de él estaban varias cobijas. Temiendo lo que se imaginaba, se arrodilló a un lado y descubrió lo que se ocultaba bajo la tela. Sus ojos se encontraron con otro par de ojitos negros que se veían tristes y cansados, llenos de lágrimas. Un nudo se formó en su garganta al ver que el menor seguía sollozando mientras le extendía sus bracitos.

     El mayor sin pensarlo lo levantó, sintiendo el cuerpo del bebé aferrarse a él. ¿Cuánto tiempo había estado ahí? ¿Y si tenía hambre, de dónde sacaría comida? Una gran necesidad de protegerlo lo invadió, lo abrazó con cariño y empezó a arrullarlo.

     —¿Qué pasa…?—preguntó acercándose, llevándose una gran sorpresa al ver al pequeño ser—. ¿U-un be-bebé?

     —Debieron haber roto la malla para dejarlo aquí. Ya, ya...—empezó a mecerlo en sus brazos, su pecho se veía oprimido al imaginar qué persona desalmada fue capaz de abandonar a un angelito como lo era ese pequeño.

     —Ustedes dos, ¿qué rayos están…?—el rubio abrió sus ojos completamente al ver al bebé pelinegro—. ¿Esa cosa de dónde salió?

     —Debemos llevarlo a la enfermería—dijo el más bajo—. Debe tener hambre…

     —Hay una nota—dijo Goku levantando el canasto, leyendo en voz alta el papel arrugado.

 

Espero que alguien pueda hacerse cargo de Kyabe ahora que yo no podré.

Por favor denle una vida completamente distinta a la que hubiera tenido con sus padres.

 

    —Pequeño Kyabe, tranquilízate un poco—comenzó a caminar—. Ya, ya…

     —¿De dónde sacaste esa cosa…?—preguntó el castaño con una expresión torcida, caminando al lado del pelinegro, observando al pequeño bebé con curiosidad.

     —Vegetto, ahí está Black—el castaño miró hacia el noroeste, viéndolo a quince metros—. Él haría cualquier cosa por ti. Ve a pedirle que traiga una cajita de leche de la cafetería, a temperatura ambiente

     —Hmph—frunció su ceño—. Me lo debes…

     Confiado de que el pelirrosa traería lo pedido, siguió caminando hacia la enfermería, escoltado por el resto del equipo de baloncesto, todos sorprendidos por la aparición del pequeño Kyabe.

    Cuando por fin llegaron el de cabello en punta fue el único en entrar, aunque acompañado del rubio, Goten, Trunks y de Goku. Inmediatamente la enfermera a cargo les hizo un interrogatorio, interrumpido solamente cuando el castaño llegó con el pedido especial. Gotenks se encargó de darle pequeñas porciones de la leche aprovechando la boquilla, el menor bebía desesperadamente, mientras las lágrimas seguían saliendo de sus enormes ojos.

     —Gotenks—llamó una mujer entrando, todos al verla le hicieron una señal de respeto—. Tengo que hablar contigo en privado.

    Los chicos y las enfermeras salieron de ahí, dejando a la mujer sola con el chico y el bebé. A los segundos entró un hombre que vestía un uniforme azul policiaco, el de cabello teñido pensó lo peor por su aparición.

     —La malla de la escuela fue cortada con pinzas—empezó a decir la mujer—. Estuvimos checando las cintas de seguridad, una mujer las cortó anoche para poder dejar el bebé dentro del campus.

     —La mujer que lo dejó ya había realizado anteriormente denuncias contra su esposo por maltrato—el hombre miró fijamente al bebé—. A dos cuadras de aquí ella fue encontrada sin vida hace ocho horas. La mataron a golpes.

     —¿Su esposo…?—preguntó el menor.

     —La evidencia arroja que así era… Al parecer ella intentó proteger a su bebé escondiéndolo aquí y apostando su propia vida—el hombre dejó unos papeles sobre el escritorio—. Su nombre es Kyabe, y tiene siete meses de edad. Nunca fue registrado debidamente, los únicos archivos de su existencia son de una capilla, de cuando la mujer lo dio a luz.

      —Pobre Kyabe, estaba hambriento—se lo colocó contra su hombro y le dio suaves palmaditas en la espalda para hacerlo eructar.

     —Gotenks, ¿podrías entregarle al señor el bebé?—pidió amablemente la mujer. El menor, desconcertado, acató la indicación.

     Cuando intentó entregarle al menor, Kyabe empezó a patalear, intentando volver a los brazos del menor. Gotenks, apenado, decidió no forzarlo y volvió a acunarlo en sus brazos para que se tranquilizara.

     —Tal como lo pensé—el hombre se sentó en el escritorio—. Se podría decir que tiene un complejo con las personas al haberse visto en medio de peleas de sus padres. Así que como tú le mostraste cariño desde el primer momento no quiere estar con alguien más.

      —Eso lo entiendo, pero…

     —Gotenks. Por esta situación me encargué de llamar a un médico especial. Instalarán una pequeña incubadora para el bebé, y se quedará aquí hasta que arreglemos el asunto legal—le dedicó una sonrisa cálida—. Sé que eres muy joven para lo que te pediré, pero quisiera que por un tiempo, tan sólo deje de estar internado, cuides de él.

     —Pero… ¿no tiene más familia?—miró al pequeño bebé, quien empezaba a quedarse dormido.

     —Lamentablemente no—el hombre sonrió—. ¿Sabes? Los bebés saben identificar quién le transmite calma por ser buena persona.

    —Entonces me haré cargo de él.

     —Sólo serán unos días, ¿de acuerdo?—el menor asintió—. Bien, entonces necesito que me ayudes a mí y al doctor a colocarlo en la incubadora...

 

***

 

—Lamento llegar tarde—se disculpó al llegar al estacionamiento, donde estaban los demás chicos esperando pacientemente, además de que también iba Gogeta como el maestro a su cuidado.

     —¿Cómo está el bebé?—preguntó emocionado Goten—. ¡Felicidades por ser papá!

     —No soy papá, sólo lo cuidaré unos días hasta que alguien lo adopte—sonrió—. Pero está bien, lo conectaron para ver su estado. Está en perfectas condiciones.

     —¡Qué bien!—todos subieron a la camioneta, el pelirrojo en el asiento del copiloto y los adolescentes atrás—. ¡Estoy muy emocionado!

     —¿Estás bien?—le preguntó en el oído mientras Goten y Trunks charlaban con Goku.

     —Me preocupa Kyabe—le susurró viendo por la ventana—. Digo, no dudo que lo adopten, la gente prefiere a los bebés… Pero su historia es la que me duele, ¿sabes? Un bebé no tiene que vivir algo así.

     —¿Historia?—arqueó una ceja—. No eran de esos padres que tatúan a sus hijos, ¿o sí?

    —¿Eh? No, pero sí peleaban frente a él. No lo alimentaban adecuadamente, tenía riesgo de desnutrición—miró con una sonrisa al castaño—. Ahora estará bien…

     —Eso espero—colocó sus brazos cruzados sobre su pecho—. Despiértenme cuando lleguemos…

    Aprovechando  que el chico dormiría y que él también se sentía agotado, apoyó su  cabeza en el hombro del castaño, para poder quedarse profundamente dormido.

 

***

 

—¿Hm?—abrió lentamente los ojos, dándose cuenta de que estaba sobre una cama—. ¿Dónde estoy?—murmuró desorientado.

     —Te veías muy cansado, así que te dejé dormir más—le dedicó una sonrisa—. Trunks espera en el salón principal, están terminando de arreglar los asuntos finales de la competencia. Están invitadas escuelas de todo el mundo, así que debe ser lo mejor posible.

     El menor se puso de pie, estiró sus brazos y sonrió. Le dio un dulce beso en los labios y abrazó su cuerpo cálido, disfrutando mucho su compañía.

     —Vamos con Trunks, él nos explicará lo que debemos hacer…

     Bajaron al enorme salón de la Corporación Cápsula, sorprendiéndose por su lujosa decoración, la gran cantidad de mesas que había adornadas con manteles de un brillante tono blanco y de los candelabros con cristales que colgaban del techo en varias secciones. Miraron al pelilila haciendo apuntes en unas hojas, supervisando el correcto orden en el cual las personas hacían sus labores.

     —Hola, Trunks—saludó el de cabellera alborotada. El de ojos azules volteó y les dedicó una sonrisa.

     —Hola, chicos. Gotenks, ¿cómo estás?

     —Bien, algo adormilado todavía—miró a su alrededor, muchos hombres y mujeres terminaban de decorar y colocar cosas—. ¿Y los demás?

     —En la mesa de allá—la señaló, ahí se veían el pelinegro, el pelirrojo y el castaño—. Es ahí donde mañana nosotros debemos estar durante la ceremonia.

     —Etto… ¿por qué Vegetto se ve enojado?

    —Gogeta lo despertó cuando llegamos—sonrió de medio lado—. Le dije que mejor lo dejara dormir más tiempo, de todos modos no había urgencia en hacer algo.

     —Rayos, se pone de muy mal humor cuando lo despiertan—empezó a reír nerviosamente—. Tal vez rompa algo…

     —No, le prometí que mis chefs le prepararían un postre de fresas recién cortadas y frambuesas…

     —Sólo no demoren mucho…

     —No, de hecho creo que no tardan en servirlo. Chicos, necesito contarles cómo será todo esto, es importante que no se cometan errores.

     El pelilila se acercó a los que estaban en la mesa, seguido de los otros dos. Ahí les contó cómo sería la ceremonia, qué haría cada quién y el tipo de comportamiento que tendrían todos, por lo que deberían mantenerse al margen de la situación y siguiendo la forma de actuar apropiada. Les hizo un rápido recuento de tipos de modales, tales como estrechar la mano de forma correcta, la manera adecuada para presentarse, incluso cómo comer y cómo beber.

     —¿Dudas?—dijo tras finalizar. Sus empleados les sirvieron a los seis un pequeño platillo con un pay de queso con frambuesas y fresas encima, lleno de jalea de frutos rojos.

     —Trunks—empezó a decir el adulto—, ¿cuánto durará aproximadamente este evento?

     —No mucho, creo que seis horas—el castaño soltó su tenedor al oír eso.

     —Oye, ¿esperas que estemos sentados escuchando a un montón de viejitos podridos en plata durante seis aburridas horas?—reclamó el de pendientes.

     —No será aburrido, se los prometo—sonrió—. Suelen hacer muestras de nuevos inventos, hace un año incluso trajeron animales biomecánicos, tendrían fines terapéuticos.

     —Brief—soltó aire y se tocó el tabique con frustración—. Al menos promete que la comida será buena.

     —Lo será—cruzó sus brazos y rodó los ojos—. Tú prométeme que no actuarás arrogante frente a estas personas, a partir de ahora seremos imagen de la Corporación Cápsula.

     —Tsk—terminó de comer—. Vale, sólo una noche si cumples tu palabra.

     —Bien. La temática se cambió a último momento por sugerencias del coordinador del evento, será noche de blanco. Pedí que llevaran un smoking blanco a sus habitaciones, si es necesario hacer alguna modificación avísenme con tiempo para que mi sastre los arregle.

     —¡¿Blanco?!—se quejó el castaño—. Oye, detesto el blanco.

    —¿Por qué?—preguntó ya hastiado el pelilila.

     —Ni siquiera dejaste que volviera a pintarme el cabello, ¿cómo se supone que resalte, eh?

     —Por favor...—empuñó sus manos y tomó una honda bocanada de aire—, sólo hazlo…

     Completamente estresado se puso de pie y fue a terminar de supervisar el avance de las personas que estaban ahí. Vegetto, pese a que era el causante de la molestia del pelilila, yacía sentado en su silla, haciendo un extraño puchero ofendido. Gogeta, por más que lo intentara, no podía sacar de su enojo al menor, así que simplemente dejó de insistir y se fue a su habitación. Goten se fue con Trunks a ayudarle y Goku y el de cabellera bicolor fueron a su habitación, incómodos por el enojo del castaño.

     Vegetto se puso de pie y caminó a pasos lentos por la extensión de la corporación. Sonrió al visualizar el laboratorio, o cuarto de estudios, del pelilila y entro ahí. Tomó la computadora del de ojos azules y empezó a hacer una investigación, obteniendo rápidamente aquello que necesitaba. Soltó aire al encontrar aquello que se imaginó, cerró los ojos y rezó una pequeña oración antes de borrar el historial y apagar la computadora portátil.

 

***

 

—¡Esto es mejor que el año pasado!—dijo Goten completamente emocionado al ver cómo, con las luces, se creaba un escenario genial.

     Cuando los invitados empezaron a llegar se vieron obligados a convivir un poco con las personas, ya que muchas se acercaban con Trunks, él era reconocido mundialmente como heredero de la Corporación Cápsula, por lo que estaban interesados en él, y a Goten lo conocían porque desde hace tiempo lo habían visto en sus ceremonias, así como también se reveló en una revista pública hace un par de meses que ellos dos supuestamente eran pareja, lo que causó gran conmoción sobre todo porque el pelilila nunca desmintió esa noticia, tomándose como verdadera.

     Como se había previsto, la ceremonia fue muy tardada, empezando por un discurso del fundador del concurso, seguida por distintas presentaciones de los más grandes inventores de la época, volviendo aquella experiencia una de las más sorprendentes de sus vidas.

     —¿Ya me darán mi premio?—dijo de repente el castaño a sus compañeros de mesa.

     —Ya anunciarán al ganador—avisó el pelilila, dándole su respuesta.

     —Genial, ya quiero mi dinero.

     —Aún no es un hecho de que ganemos…

     —Lo haremos—sonrió con orgullo—. Yo estoy en el equipo.

     —Damas y caballeros, a continuación les presentaremos al ganador de este concurso...—empezó a dar un discurso, hablando del esfuerzo de todos en general y que agradecía su interés en participar en eventos de ese tipo para el bien de la sociedad—. Y los ganadores son… El equipo del joven Trunks Brief, representando a la Corporación Cápsula…

   —Felicidades, chicos—felicitó el pelirrojo aplaudiendo junto a la multitud mientras los adolescentes caminaban hacia el foro, siendo felicitados por todos los invitados en su trayecto.

     Los menores hicieron su presentación del videojuego, liderados por el pelilila, sorprendiendo a todos por aquella obra maestra creada por genios como ellos. Finalmente se dieron unas palabras de agradecimiento y fueron premiados con una medalla cada quien. Posteriormente fueron a sentarse para dar inicio a la cena.

     —Te lo dije...—le mencionó en el oído al pelilila, quien sólo pasó su mano por su cabello con frustración.

     —A veces es aterrador cómo la suerte está de tu lado—confesó el de ojos azules, para dedicarle una sonrisa—. Te tengo una sorpresa, Vegetto. Alguien quiere verte.

     —¡Trunks!—el pelinegro se quejó—. ¿Por qué él tendrá sorpresa y yo no?

     —Goten, esta noche te daré un regalo a ti, no te preocupes—miró a los demás—. Y a ustedes también, como agradecimiento por su colaboración en este proyecto, es muy importante para mí... —carraspeó un poco—. Quiero darles las gracias a todos por permitirme también su amistad…

     —No te pongas cursi—el castaño cruzaba sus brazos y desviaba la mirada, aun así se le podía divisar las mejillas sonrosadas.

     —Felicidades, Vegetto...—dijo alguien detrás de él, por su tono de voz se podía distinguir que era un chico.

     —Tsk, era obvio que ganaría—respondió sin verlo.

     —Lo sé… siempre has sido el número uno…

     —Autógrafos no doy, así que déjame cenar tranquilo, por favor...—dijo metiendo un bocado de pasta en su boca.

     —Sólo quería decirte que te extrañé mucho—dijo el chico antes de abrazarlo del cuello por detrás, colocando sus manos sobre su pecho y posando sus cabeza sobre la suya.

     —¿Qué demon…?—se giró, soltándose del agarre para ver al chico, sorprendiéndose al ver quién era. Se trataba de un muchacho de su edad, con una brillante cabellera rubia y unos ojos verdes como esmeraldas que brillaban demasiado. El chico se veía emocionado, con unas lágrimas asomándose por sus ojos mientras su rostro mostraba una enorme sonrisa—. ¿Gojita?

     —Te he extrañado tanto, hermano—cuando el castaño se puso de pie el rubio se acercó a abrazarlo con gran cariño—. No imaginé encontrarte aquí, pero me alegra que estés, Vegetto—su abrazo fue correspondido—. Hermano, me has hecho falta…

     —Gojita...—aún no salía de su asombro, parecía tan irreal tenerlo ahí, con él, abrazado a su cuerpo.

     —Participé en este concurso porque si ganaba podría volver a casa contigo y papá—confesó el rubio sin soltarlo—. Pero estoy orgulloso de tu triunfo, Vegetto.

     —Volverás a casa conmigo—dijo el de cabellera oscura—. Te llevaré a casa—ocultó su rostro en su hombro, sintiendo por fin esa calma, esa paz que tener a su hermano con él le transmitía.

     —Gracias...—se separó para dedicarle una sonrisa, limpiando las lágrimas que se habían escapado de sus ojos, miró al grupo que estaba en la mesa—. Felicidades a todos. Permítanme presentarme, soy Gojita, hermano menor de Vegetto.

     —¡¿Hermano?!—dijo emocionado Goten—. ¡Genial! Tenemos que jugar un día de estos juntos, ¿practicas deportes?

     —Sí, pero… tengo que volver a Europa mañana en la noche—respondió, para después dedicarle una sonrisa—. Tal vez en otra ocasión, espero poder transferirme a La Esfera del Dragón, tal vez en las vacaciones los vea…

     —Estudiamos ahí—dijo el pelilila bebiendo un poco de agua—. Y él—señaló al pelirrojo—, es maestro de la institución.

     —Entonces seremos buenos amigos—miró a todos con una sonrisa.

     —Te presentaré a todos—dijo el castaño—. Él es Goten, novio de este amargado de nombre Trunks; él es Goku; él es Gotenks, mi mejor amigo; él es Gogeta, me acuesto con él en las noches…

     —¡PFF!—escupió el agua al oír la presentación que hizo el menor, sonrojándose intensamente—. ¡Vegetto!

     —Tsk, ¿acaso estoy mintiendo?—le cuestionó al mayor arqueando una ceja, mientras el rubio sólo reía.

     —No sabía que tenías novio—continuó riéndose—. Yo también quiero presentarte a alguien—le hizo una seña a una persona que estaba sentada en una mesa al otro lado del salón. Ese alguien se acercó, era un muchacho alto de cabellera negra y piel bronceada—. Se llama Broly, es mi novio…

     Al escuchar que un vaso de cristal se rompió giraron su rostro hacia donde provino el sonido, se trataba de Gotenks, quien tomaba su cabeza.

    —¿Estás bien?—le preguntó Goku con preocupación, el menor sólo se puso de pie.

     —Sí, sólo iré al baño...—caminó a pasos torpes hacia la salida, Goku empezó a seguirlo con considerable distancia. Se detuvo al sentir una mano en su espalda, Vegetto lo había seguido.

     —Exijo una explicación, ¿qué rayos le ocurrió?

     —Al principio no lo entendí, pero…—miró al chico pelinegro a lo lejos, todos en esa mesa estaban atentos a su dirección, a todos les sorprendió la reacción del de cabellera bicolor—. No se trata de él, pero tiene su mismo nombre… Me atrevería a decir que comparte algunos rasgos.

     —¿De quién te refieres?—preguntó en voz baja de forma discreta, ya que había varios meseros que se paseaban con charolas por el salón.

     —Uno de los sujetos que abusó de Vegeta...—respondió bajando la mirada.

     —¡¿Qué dijiste?!—miró sin disimulo hacia donde estaba Broly, aquel muchacho de apariencia fuerte pero que se veía tímido.

     —No es él, la persona que lo lastimó era un hombre maduro, cabello claro y piel blanca… De su misma estatura, ojos también rasgados y complexión parecida—miró al castaño—. Su nombre es el mismo, sólo eso…

     —Tsk—desvió la mirada—. Debo saber si tienen relación con algo, tú busca a Vegeta y asegúrate que esté bien—se quitó el saco—. Cuida que esté bien…

     Goku se alejó en busca del de cabellera bicolor, Vegetto se acercó al rubio y lo tomó del brazo, dejando desconcertados a todos por la forma tan estrepitosa en que lo alejó de ellos, Vegetto se llevó al rubio a una esquina para charlar con él.

     —¿Qué es lo que pasa?—buscó su rostro, el castaño se veía distraído—. Sólo hacías esto cuando me contabas un secreto o pasaba algo malo.

     —¿De dónde es tu novio?

     —¿Broly? Es de Europa, su mamá es de España… ¿Por qué?

     —¿Y su padre?

     —De Japón—el mayor mostró una expresión de sorpresa combinada con miedo—. Vegetto…

    —¿Sabes la historia?

     —Su mamá tuvo un encuentro con él, se embarazó pero tenía que volver a Europa, no volvió a verlo y le puso su nombre para recordarlo…

     —Gojita...—empezó a temblar y tomó su cabello con frustración—. Dame un minuto…

     El chico comenzó a teclear cosas en su teléfono bajo la mirada confundida del rubio, pasaron largos minutos hasta que por fin apagó la pantalla. Se veía muy afectado, sorprendido y dolido el de cabello oscuro. El menor le dio espacio, hasta que el mayor se animó a hablar.

     —Tu novio es hijo de un hombre que ahora está detenido por delito de violación a un menor de edad.

     —¿Qué? ¿Pero cómo…?

     —Te contaré todo lo que sé…

 

***     

 

—¿Estás bien?—preguntó tocando la puerta del baño. A los segundos salió el menor con una expresión de asco.

     —Creo que me hizo daño la comida, creo que estoy muy acostumbrado a la comida chatarra—bromeó tomando su abdomen—. Vamos a la mesa, se ve que Broly y Gojita son muy divertidos…

     Ambos se dirigieron a la mesa, ahí estaban todos sentados, charlando animadamente, principalmente Gojita y Vegetto.

     —Por fin regresaron—dijo el castaño—. ¿Todo bien?

      —Me cayó mal la comida, eso es todo—le dedicó una sonrisa—. Me da gusto de que ustedes dos vuelvan a estar juntos.

     —Gojita se quedará en la Corporación esta noche, al igual que Broly—dijo el pelilila tranquilamente—. El resto de los invitados se hospedará en el hotel que está en la calle próxima.

     —¿En serio tardamos mucho?—se refirió al hecho de que muchas mesas estaban vacías.

     —Sí—bostezó—. Chicos, la ceremonia ya acabó. Yo me retiraré, estoy muy cansado. Vegetto, Gojita y Broly pueden quedarse en la habitación que está al lado de la tuya.

     —Iré contigo, Trunks—dijo el menor de los Son acompañándolo.

     —Entonces iré yo también a dormir—dijo el de cabellera bicolor, extendiendo su mano al rubio—. Un gusto conocerte, Gojita—después vio al pelinegro—. A ti también, Broly…

     Goku y él fueron a su habitación, la que le prestó el pelilila, despojándose del traje y quedando sólo en ropa interior. Se acomodaron bajo las cobijas, abrazados, para poder descansar un poco, ese día había sido muy agotador.

 

***

 

—Broly, me quedaré con Vegetto—avisó el rubio antes de cerrar la puerta, prácticamente en el rostro del más alto. Ambos adolescentes estaban charlando animadamente, disfrutando demasiado de su compañía, contándose secretos, recuperando el tiempo perdido, hablando de cómo fueron los días en ausencia del contrario.

     Y es que sin importar el tiempo que estuvieron separados ambos se querían igual o más que antes, los mellizos estaban juntos desde antes de nacer, su lazo era demasiado fuerte que no se rompería por la distancia.

     Cuando eran niños, Gojita y Vegetto tuvieron muchas críticas, sobre todo el menor, ya que por su cabello rubio ajeno a la familia era usualmente molestado. Y Vegetto, como el mejor hermano mayor, lo defendía, ganándose palizas por insultar a los de curso superior.

     Jamás le importó las diferencias físicas que tenía con su hermano, es decir, ¿acaso importaba eso? Por supuesto que no, él era su amigo desde que ambos nacieron, estuvieron juntos todo momento, compartían todo.

     El día que su mamá decidió irse con el rubio, Vegetto había corrido tras su auto durante varios minutos, mientras que Gojita lo veía desde el asiento trasero a través del vidrio, sollozando al ver a su hermano tratando de alcanzarlos. Cuando intentó abrir la puerta su mamá lo estiró de la ropa, evitando que saliera del vehículo para reencontrarse con Vegetto.

     Finalmente vio al castaño disminuir su velocidad y caer sobre el pavimento, fracasando en su intento de alcanzarlo.

      Recordaba perfectamente que odió a su mamá por ello, había perdido toda comunicación con su hermano y eso es algo que no le supo perdonar. Sobre todo porque, aparte de alejar a su compañero de vida, lo estaba forzando a llamar padre a un hombre que no conocía y que, además, era increíblemente hipócrita, insultándolo cuando su madre no estaba, delatándole que nunca aceptó al hijo de la mujer que decía amar.

     El hombre, de alta posición social, lo envió a un internado, más para deshacerse de él que para darle un mejor futuro, y fue ahí donde conoció a Broly, un chico tímido y callado, de buenos sentimientos, quien permanecía en soledad a veces. Como hijo de una mujer reconocida mundialmente como escritora, él era envidiado por muchos por tenerlo todo, además de que el de piel bronceada no era muy bueno en las relaciones interpersonales, por lo que se le dificultaba iniciar conversaciones y hacer amigos.

     En ese momento quiso ser su amigo, empezando a charlar más y a convivir, disfrutando de su compañía y de la paz que le transmitía. Y como el destino era siempre incierto, terminó enamorándose de él, siendo correspondido por el más alto. De no ser por él estaba seguro que se habría encerrado en un mundo de amargura y soledad por la forma tan egoísta que su familia se fue desmoronando.

     Pero ahora, gracias a que se rehusaba a aceptar que su novio financiara su intercambio y que se esforzara de forma sobrehumana para ser competitivo en esa competencia, ahora tenía a su lado al de cabellera castaña, a quien fue su primer amigo y que era, junto con Broly, la persona más importante de su vida y a quien amaba fuertemente.

 

***

 

Abrió los ojos con pereza, miró al chico que dormía a su lado. Sonrió y bostezó. Con cuidado de no despertarlo bajó de la cama y tomó una cobija del mueble cercano, se sentó unos segundos en la orilla de la cama, para después levantarse y salir de la habitación, siendo cubierto por aquella cobija como si fuera una capa. Notó una presencia sentada en el suelo, recargándose contra la pared de una habitación cercana. Se acercó a él y se arrodilló a su lado.

     —Broly, ¿estás bien?

     —Sí—respondió el chico en voz baja.

     —¿Gojita pasará la noche con Vegetto?—el pelinegro asintió—. ¿Por qué no vas a la habitación?, te enfermarás, la noche es fresca.

     —Gojita y yo siempre dormimos juntos—dijo ocultando su rostro en sus rodillas. El más bajo sonrió.

     —Anda, ven—lo tomó de la mano y lo ayudó a ponerse de pie, se quitó la cobija ya cálida y lo cubrió con ella—. Te arroparé. No te sientas mal porque están juntos, ambos se extrañaban demasiado.

     —Lo sé—respondió en voz baja, al parecer sí era una persona muy tímida.

     —Ya mañana ustedes dos volverán a estar más tiempo juntos—cuando el más alto se recostó sobre la cama lo arropó, cuidando de que las cobijas lo cubrieran bien.

     —Gracias...—susurró antes de empezar a cerrar sus ojos ya cansados.

     —De nada… —salió de la habitación y, antes de cerrar la puerta, miró al chico de cabellera negra—. Buenas noches.

     Cerró tras sí y volvió a lo que quería hacer inicialmente. Bajó a la cocina y sirvió un vaso con agua, bebiendo un poco y calmando la resequedad en su garganta. Estaba un poco angustiado, pensando en la familiaridad que le causaba ese chico de piel bronceada. ¿Acaso a él lo conoció antes? Lo dudaba, era imposible que viajara antes a Europa o algo parecido.

     Dejó de tomarle importancia a ese asunto, es decir, ¿acaso importaba ahora? Ahora estaba con Goku, él era su felicidad, tenía grandes amigos como Gotenks, Vegetto y Trunks, y ahora a la lista se sumaban Broly y Gojita, había hecho las paces con Gogeta y, aunque no era muy cómodo estar con él luego de lo ocurrido, ahora sabía que no era mal tipo y toleraba estar con él. Asimismo, ahora tenía el dinero suficiente para financiar sus estudios y apoyar al orfanato, donde tenía grandes amistades y personas que lo querían. Y por último, y no menos importante, tenía a Kyabe, quien, aunque sólo cuidaría de él unos días podría tenerlo con él, saber qué se sentiría ser padre.

     Eso era felicidad, ahora sabía la respuesta. No quería cambiar esto por nada.

 

***

 

—Buenos días—saludaron al llegar al comedor, ahí estaba Trunks leyendo el periódico, Goten comiendo algo de cereal, Broly comiendo unos panecillos y Gogeta bebía algo de café.

     —Buenos días, Goku y Gotenks—saludó el menor de los Son—. Gojita y Vegetto aún no vienen.

     —Deben estar agotados—sugirió el de cabellera alborotada antes de sentarse. Un empleado les colocó un desayuno frente a ellos, así que empezaron a degustarlo con tranquilidad, algo hambrientos.

     —¡Buenos días!—los hermanos llegaron al comedor, Vegetto siendo cargado en la espalda por Gojita. A todos se les resbaló una gotita de sudor por la frente al ver su aspecto.

     —Gojita, ¿por qué tu cabello ahora es azul?—preguntó Broly al ver a su novio con cabello en un brillante tono azulado, al igual que Vegetto.

     —Ahora somos gemelos—dijo riéndose el mayor, actuando de manera muy diferente a la del Vegetto de todos los días.

     —Vegetto, ¿por qué tu piel también es azul?—preguntó el pelirrojo, refiriéndose a que ambos tenían manchas en el rostro de azul, en el mismo tono que su cabello.

     —Porque accidentalmente me manché, y Vegetto no quería que fuera el único—respondió quien antes tenía cabellera rubia.

     —¡Les queda muy bien ese color!—dijo Goten cuando ambos se sentaron en la mesa, después les sirvieron el desayuno y empezaron a comer, hablando con incluso claves secretas que sólo ellos dos se podían entender.

     Luego volvieron a encerrarse en la habitación prestada, al parecer harían algo que sólo ellos dos estaban autorizados en saber. Por lo que los demás, por invitación de Trunks, fueron a un museo cercano a pasar el rato. Broly trataba de involucrarse en la conversación, sintiendo cada vez más confianza por la forma tan amistosa con la que lo trataban todos.

     Cuando volvieron a la Corporación se encontraron con los hermanos bajando por las escaleras. Habían colocado cartones en ellas para usarla como resbaladilla. Cuando de pronto Vegetto rodó y cayó boca abajo al suelo, golpeándose el mentón. Gojita lo imitó, cayendo sobre él, para después reírse los dos.

     Parecía que con su actitud infantil estuvieran regresando el tiempo que perdieron, como si una vez más estuvieran en su niñez, la cual se vio interrumpida cuando los distanciaron.

     —Gojita—el de piel bronceada se acercó, lo ayudó a ponerse de pie, mientras el peliazul sólo reía—. ¿Estás bien?

     —Sí. ¡Vegetto, hagámoslo de nuevo!

     —No quiero interrumpir su felicidad, pero si no vas al aeropuerto dentro de veinte minutos perderán su vuelo—dijo el pelilila.

     —Disculpen—dijo el pelirrojo cuando su teléfono sonó, se alejó un poco para responder.

     —Hmph, está bien—dijo Vegetto poniéndose de pie—. Grandulón, cuida a mi hermano.

     —Sí—respondió mirando al chico que estaba entre sus brazos.

     —¿Dónde está tu maestro?—cuando lo vio, alzó la voz—. ¡Constrúyele un altar a mi hermano!

     El pelirrojo rodó los ojos y siguió atendiendo su llamada. Minutos después, cuando el anteriormente rubio y el pelinegro fueron por sus maletas, y los adolescentes hicieron las propias para ya volver al internado, se acercó.

     —Vegetto, no sé qué clase de pacto con el diablo hiciste para tener todo a tu favor—empezó a decir, tocándose el tabique con frustración—. La directora me dijo que se enteró que tienes un hermano estudiando en el mejor instituto de Europa, siendo sobresaliente, y lo quiere en La Esfera del Dragón, incluso está dispuesta a financiar todo para su traslado y que empiece a estudiar con nosotros el próximo semestre…

     —¡Genial!—saltó a la espalda de su hermano mayor—. ¡Funcionó la sangre de gallina!

     —¡¿Sangre de…?!

     —¡Caíste!—dijeron ambos al unísono, riéndose de la cara de susto que colocaron todos al oír eso.

     —Niños, con eso no se juega—dijo el adulto, todavía alterado por creer en la broma que hicieron—. Ya, Gojita, baja de Vegetto y vámonos al aeropuerto, nosotros también debemos ir al internado.

     —Ven—tomó la mano de su hermano mayor y empezaron a correr a la salida—. Broly, trae nuestras cosas—se alcanzó a escuchar su voz antes de que se fueran.

    —Nunca lo vi tan feliz—dijo el pelirrojo, cargando la maleta de Vegetto. el menor acostumbraba llevar muchas cosas pese a que sólo iban a salir dos días—. Vamos, muchachos, debemos irnos.

     El viaje camino al aeropuerto fue tranquilo, el equipo de los chicos ya se había ido, ellos dos fueron quienes decidieron quedarse aparte para que el rubio pasara tiempo con el castaño, se veían ambos muy felices y animados por la forma en que pasaron el tiempo juntos. La camioneta se vio inhundada de risas y bromas de los dos, derrochaban alegría.

     Al llegar al aeropuerto se despidieron con un fuerte abrazo, y el peliazul y pelinegro también se despidieron del resto, para después abordar. El camino de vuelta al internado fue muy silencioso, al peliazul se le podía observar una gran sonrisa mientras veía por la ventana. Tan sólo llegaron a la escuela todos se dirigieron a un lugar en específico.

     Goten y Trunks fueron a su habitación, disfrutaron de su amor entregándose intensamente, llenando su habitación con la calidez de sus cuerpos y el sonido de sus pieles amándose con locura.

     Goku y Gotenks fueron primero a la enfermería, donde el pequeño Kyabe estaba dormidito en la cuna, se veía muy cansadito y como si hubiera llorado. La mujer a cargo se acercó a ellos, mirando con una sonrisa maternal al de cabello bicolor.

     —No quiso comer—le explicó—. Se instaló en su habitación una cuna provisional, la directora me dijo que te avisara que, si lo preferías, podría llevarse a una habitación aparte para que estés solo con el bebé.

     —No, está bien—le sonrió a la mujer—. Ambos estaremos bien con el bebé.

     —Puedes llevártelo ya, su salud está bien—el menor asintió antes de levantar al pequeño, quien se despertó y sonrió al visualizar al de cabello bicolor.

     —Kyabe, hola… —la mujer le extendió un biberón, el menor se lo acercó al bebé e inmediatamente empezó a comer.

     —Sólo quiere comer contigo...—ella sonrió—. Si fueras mayor de edad te pediría que lo adoptaras...—comentó, refiriéndose al hecho de que sólo con él se veía más tranquilo.

     —Bueno, me lo llevaré ya—Goku tomó la pañalera que le extendió la mujer—. Gracias por todo.

    Cuando ambos llegaron a su habitación se sorprendieron por la decoración en la pared de enfrente, habían pintado con colores alegres, dibujando figuras, y había una cuna con varios peluches adentro. El de cabello bicolor terminó de alimentar al bebé, y lo hizo eructar, para después arrullarlo bajo la mirada enternecida de Goku.

     —¿Sabes?—empezó a decir, mirando a Kyabe. Goku, sentado en la orilla de su cama, sólo lo vio con atención—. Me parece muy familiar Broly… También Kyabe…

     —Tal vez sólo tengan parecido con alguien que conociste en el pasado—sugirió, el menor asintió.

     —Tal vez... —mordió su labio inferior—. Tal vez te parezca estúpido, y egoísta de mi parte considerando que ahora somos pareja, pero a mí… A mí realmente me gustaría adoptar a Kyabe…

     —No puedes por ser menor de edad...—mencionó, luego sonrió con cariño—. Pero si te lo permiten, a mí me gustaría cuidar de él contigo… Seremos una familia…

     El más bajo se sonrojó. Miró al pequeño bebé que ya dormía y lo recostó en su cuna, para después acercarse a Goku y abrazarlo, acostándose sobre la cama en el proceso.

     —Te amo—dijo el de cabellera alborotada.

     —Yo también te amo—besó sus labios—. Te amo tanto…

 

***

 

—Te veías muy feliz—comentó el pelirrojo. Ambos estaban en la habitación del mayor, Vegetto sentado en el suelo a un lado de la cama mientras el adulto secaba su cabellera con una toalla.

     —Lo extrañaba, eso es todo...—sonrió y cerró los ojos—. Y saber que volverá a casa me hace feliz.

     —Me alegro, pequeño—besó su frente, causándole un sonrojo—. Ustedes dos deben estar juntos, es lo mejor…

     —Ya sé—se veía muy relajado, tal vez por haber visto a Gojita, o por el reciente baño con agua caliente, o por las caricias en su cabellera por parte del mayor—. No iré mañana a clases.

     —¿Por qué?—preguntó con el ceño fruncido.

     —Tengo flojera.

     —¿Ni a mi clase?

     —No.

     —Debes ir, para aprender debes practicar. ¿Cómo quieres acreditar mis materias si no  vas?

     —¿Te lo digo?—preguntó con un tono pervertido.

     —¿Crees que me sobornarás tan fácil? Te conozco desde que eras niño y sé qué tan manipulador eres—respondió.

     —Veamos si sigues opinando lo mismo—se giró hacia él y empezó a desabrochar su pantalón.

     —Vegetto, esta noche no, por favor—pidió tomando su frente, cubriéndole el rostro con su mano—. Quiero dormir, mañana tengo una prueba importante.

     —Hmph, aguafiestas—se metió bajo las cobijas, el adulto soltó aire y lo abrazó, esa pequeña oruga de sábanas recibió un ataque de cosquillas del pelirrojo.

     —¿Desde cuándo haces tantos pucheros?

     —Jajaja, ¡basta!

     —Pequeño—dejó de hacerle cosquillas y lo abrazó por la cintura—. Te amo, pequeño…

     —Pareces grabadora—respondió, el mayor imagino que pese a su comentario el peliazul estaba sonrojado.

     —Te amo, te amo, te amo…

     —¡Ya te oí!—se hizo bolita—. Y yo a ti…

     —Que tú ¿qué?—dijo en tono juguetón.

     —¡Que tú tienes el privilegio de que te ame!—respondió, el adulto sólo soltó una risilla. Sin importar nada, Vegetto siempre se consideraría un dios…

 

****

 

Había pasado ya dos semanas desde aquello. Las revistas científicas fueron inundadas por noticias acerca de aquella ceremonia a la que habían asistido, conociéndose a todos en la portada de varias. La Corporación Cápsula era alabada por la increíble participación que mostró en el evento, de modo que también adquirió mayor prestigio del que ya tenía.

     —¡No puedo hacerlo!—dijo sollozando bajo la mirada del pelilila, quien no se inmutaba ante su dolor.

     —Goku, últimamente Vegeta está recobrando sus traumas—se sentó a su lado y colocó una mano en su espalda—. Tú lo has dicho, Broly tiene parecido con su agresor, yo no creo que se haya sentido mal aquella ocasión por la comida, su cuerpo está reaccionando ante todo lo que le recuerde su pasado. ¿Sabes por qué quiere a Kyabe? Porque se parece a Tarble, su hermano menor.

     —Pero sufrirá...—susurró, limpió bruscamente sus lágrimas con su manga—. Trunks, no quiero que sufra, ha estado muy feliz últimamente…

       —Goku—le dedicó una sonrisa sincera—. Gracias a ti él ahora es más fuerte, podrá afrontar este reto con la mirada en alto.

     —Pero...

     —Lo lograste, Goku. Vegeta ahora es fuerte y le has entregado la felicidad que por mucho tiempo él deseó… Ahora sólo falta que vuelva con su familia, ellos también lo extrañan.

     —Trunks, no quiero que sufra—soltó aire—. Es tan feliz ahora, lo tiene todo…

     —Excepto a su padre y a Tarble, su hermano menor, su adoración...—bebió un poco de agua—. Goku, desde hace días tú insistías en decírselo, pero ahora estás desistiendo. ¿Me contarás la razón?

     —Está ilusionado en que lo dejen adoptar a Kyabe—el pelilila sin poderlo evitar alzó las cejas en signo de sorpresa—. Quiere que seamos una familia.

     —Goku...—soltó aire—. Ahora entiendo… Pero, independientemente de eso, si él no tiene comprobante de quién es, me refiero como Gotenks, no podrá adoptarlo… Y si se entera de que es Vegeta, y no aprueba el examen psicológico, tampoco lo dejarán cuidar de él… El resultado es el mismo.

     —¿En serio?—cerró fuertemente sus ojos—. Quiero hacerlo… Trunks, te juro que cada día me es más difícil decirle “te amo” sin querer llamarlo Vegeta.

     —Entiendo eso, Goku…

     —Trunks—lo vio a los ojos, penetrando en su mirada con ese par de ojos tristes—, no soy capaz de poder hacerle el amor porque él recuerda lo que le sucedió esa noche… —cubrió su rostro—. Quiero hacerle el amor como Vegeta, no como Gotenks…

     —Entonces… tienes que decírselo... —lo abrazó, transmitiéndole apoyo—. Sólo tú tienes derecho de hacerle saber quién es en realidad.

     —¿Y si me odia?

     —¿Por qué te odiaría?

     —Porque no se lo dije antes…

     —Goku...—le ofreció un poco de agua para que se tranquilizara—. Antes él no estaba preparado para saberlo, ahora lo está…

     —Entonces… se lo diré…

 

***

 

—¿Y el bebé?—preguntó cuando entró y vio la cuna vacía.

     —La enfermera quiere que le hagan análisis de rutina, mañana puedo ir por él...—respondió terminando de tender las camas, luego volteó a verlo—. Kakarotto, ¿qué te ocurre?, ¿por qué lloras?

     —Yo...—empezó a sollozar, el más bajito se acercó y lo abrazó, el más alto caminó a pasos torpes a la cama y se sentó en la orilla, mientras el más bajo se sentaba en el suelo para tomar su mano y acariciarla.

     —Creí que irías con Trunks para ayudarlo con algo, ¿alguien te dijo algo en el camino?—el más alto negó con la cabeza—. Kakarotto, ¿qué pasa?

     —Es que tú...—no podía soportar tanta presión, sentía su pecho estallar de dolor por lo que iba a hacer, simplemente no podía.

     ¿Y si se arrepentía y dejaba las cosas así? No, no era justo para Vegeta negarle lo que por mucho tiempo deseó recordar, tampoco era justo para su familia pensar que había muerto cuando la vida les había presentado una segunda oportunidad para estar juntos.

    —¿Hice algo yo que te molestara?—el más alto volvió a negar—. ¿Quieres tomar una ducha para que te relajes?—nuevamente negó con un movimiento de cabeza—. Kakarotto, sabes que yo haré cualquier cosa por ti, cualquier cosa que tú necesites.

     —Es que… no quiero que me odies… No soportaría eso...—el más bajo buscó su mirada.

     —¿Por qué te odiaría?—preguntó calmamente.

     —¿Recuerdas que siempre que me preguntabas si yo sabía algo de ti yo te decía que no?—el más bajo asintió débilmente, empezando a fruncir el ceño con confusión e intriga—. Te he mentido.

     —Kakarotto, ¿por qué dices que me mentiste? Tú y yo nos conocimos hace unos meses en el puente Wiss…

     —No. Tú y yo nos conocimos hace más de un año y estuvimos juntos como pareja...—refutó cerrando sus ojos con cada vez más dolor, cada palabra que decía lo acercaba más a su peor temor.

     —Kakarotto...—marcó un poco más su ceño fruncido—. No mientas…

     —No lo hago—limpió bruscamente sus lágrimas con la manga de su playera, irritándose más los ojos.

     —Kakarotto… ¿a dónde quieres llegar?—sin entenderlo sus ojos se cristalizaron un poco, su ceño estaba muy marcado, su interior se llenó de una extraña mezcla de emociones diversas, y una espinita se clavó en su corazón.

     —Tú no te llamas Gotenks—soltó aire y miró al menor—. Tu nombre es Vegeta...


Notas finales:

A ver, vayámonos por orden.

-Luego del incidente en el laboratorio, Vegetto empezó a considerar a Goku y a Trunks como amigos :3 Por eso cuando tuvieron problemas en la cancha él dio la cara por ellos. Le coqueteaba a Gotenks de bromita, jeje, él entiende que su corazón de es de Goku y lo respeta, aunque no parezca.

-Sobre el ahogamiento… Yo claramente les pregunté por Facebook si les gustaba a Vegetto en esa transformación. O sea, me refería al cabello y a estar bajo el agua jaja. Aunque lo que pasó con Gogeta después, “yo nací brillando, tú échate brillantina”.

-El pitbull terrier es considerado uno de los perros más agresivos del mundo :D y es justo el que quiere Vegetto.

-El cambio de roles se refiere a que ahora es Veggie quien tiene que ser fuerte por Goku u.u

-¡Dos desfloraciones! Kiana, Coral, ahí está su Truten. Y sobre Vegetto, el niño haciéndose pasar por el chico maduro pero era virgen ¬w¬, le dio ese empujoncito que necesitaba Gogeta para empezar a tener sexo jiji.

-¡Kyabe! fan número una :v, lo agregué un poco forzado a la historia, pero está bien porque como este mundo no tiene Mpreg, ahora podrían tener su propia familia aunque sean jóvenes :3 Lo único trágico aquí es la historia de la familia de Kyabe y el por qué lo abandonaron.

-¡Gojita y Broly! Amé la película, así que de ley tenía que meterlos aquí, sólo el nombre es lo único que cambia del original ^-^ Broly (no canon) es el que violó a Veggie, y Broly (canon) es su hijo del que nunca tuvo conocimiento, pero que está mucho más sensual y es novio del hermano de Vegetto. Aunque él exageró en la forma que presentó a Gogeta “me acuesto con él en las noches”. Jaja, típico de Vegetto.

-Vegetto y su hermano recuperaron el tiempo perdido, de una forma infantil y extremadamente inmadura, pero fue lindo su reencuentro… Aunque ni yo sé qué clase de pacto diabólico hizo para tener esa suerte.

-Vegetto quiere acreditar las clases de Gogeta de una manera pervertida para no tener que ir a clases ¬w¬

-Vale, Goku ya se lo está soltando u.u ¿Cómo se lo tomará?, ¿le perdonará el habérselo ocultado?

 

¡Nos leemos! ¡Feliz día del amor y la amistad!

 


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