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Mi dulce ángel por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

Hice un final alternativo, cumplí un capricho mío. ADVERTENCIA: No apto para personas sensibles o que se encariñaron mucho con los personajes. Lean bajo su responsabilidad.

Final alternativo

(Ubicado después del capítulo 17, donde Goku al final va a profanar la tumba de Vegeta. Advertencia: este final explica qué hubiera pasado si ahí estuviera su cuerpo)

 

—Era obvio...—murmuró tras ver el contenido de aquella caja, tras un leve shock inicial al cual ya estaba ateniéndose antes—. Al final era sólo una coincidencia. Era imposible que la vida me haya regresado a ti…

     Aquella sonrisa vacía se fue esfumando lentamente, abriendo paso a una expresión de dolor. Empezó a reír, una risa lamentosa y dolida, una que delataba que su mente no podía soportar más presión y estaba al borde de la locura.

     La emoción con la que había llegado desapareció cuando sus ojos se encontraron con el cuerpo de su amado en un estado de descomposición. Imposible que no fuera él, aún estaban visibles algunos rasgos únicos de él. Estaba tan ansioso en un inicio por demostrar de una buena vez por todas que ese chico que le hacía compañía en su habitación era Vegeta, y que todo sería felicidad a partir de ese momento. Pero no.

     La vida le había jugado esa mala broma, poniéndole frente a él a un chico idéntico a su novio, pero que al final no se trataba de más que una imitación, una falsa identidad. ¿Y entonces por qué era físicamente igual, voz similar y tenía los recuerdos de Vegeta? No tenía ni la menor idea, pero en esos momentos le era indiferente. Su corazón roto distraía a su mente y le impedía pensar las cosas con claridad.

     Pasó con serenidad sus dedos sobre el cristal, a la altura del rostro del Saiyan, como si quisiera acariciar su mejilla una última vez, a pesar de su estado aterrador, donde su piel estaba retraída y había algunas zonas donde incluso ya se notaban los huesos. Su mente no procesaba la imagen que tenía frente a él, seguía teniendo presentes los recuerdos de su Vegeta.

     Cerró los ojos y sollozó, sintiendo aquella llovizna como la forma en que la vida se burlaba al verlo en esa situación. 

     —Vegeta, perdón por estar con él...—susurró. Miró una última vez el rostro algo desfigurado de quien alguna vez empezó a amar y volvió a bajar la tapa. Se acercó a la pared de roca y se recargó en ella, viendo aquella lápida y el hoyo que dejó abierto donde empezaba a llenarse de agua.

     Tomó su cabello con desesperación y soltó un grito furioso, pero a la vez tan doloroso. Le quemaba la garganta y el pecho le dolía, su corazón parecía que estallaría por ese encuentro. Sacó su teléfono y llamó a alguien, sólo quería, no, necesitaba desahogarse con alguien por lo visto.

 

***

 

Abrió los ojos con pereza, el sonido y movimiento de su teléfono vibrando bajo la almohada lo hizo despertar. Vio en el remitente de la llamada el nombre de su amigo y bajó con lentitud de la cama, cuidando mucho de no despertar a su novio que había pasado la noche entre sus brazos. Salió de la habitación, alejándose lo suficiente de la puerta, y se dispuso a atender.

     —¿Hola?

     —Hola, Trunks...—la voz del pelinegro se escuchaba un poco quebrada, y el sonido de la lluvia al fondo lo inquietó un poco, en ese lado de la ciudad no estaba lloviendo con intensidad, muy apenas se divisaba una llovizna que fácilmente se confundiría con brisada.

     —Goku, son las cuatro de la mañana. ¿Qué pasa?—hubo un profundo silencio llenado por el sonido del agua, alarmó al pelilila—. Goku, ¿qué es lo que está pasando?

     —Estaba desesperado, Trunks—escuchaba los sollozos del mayor tan dolorosos—. No resistía no poder estar seguro de si era o no Vegeta… Así que fui a su tumba, para averiguarlo por mí mismo—el pelilila sintió cómo su sangre se helaba al oír esas palabras.

     —Goku—intentó mantener la calma y la seriedad, pero su ser se estaba inquietando por el estado del más alto—. Dime que no cometiste una tontería.

     —La cometí—lo escuchó sollozar—. Vegeta realmente murió, y no sé quién diablos sea el chico con quien he estado durmiendo todo este tiempo…

     Alejó el teléfono de su oído con lentitud. Se apoyó contra la pared, sentía como si se fuera a caer en cualquier momento por la conmoción. ¿Cómo no pudo predecir que el Son iría a la tumba? Maldijo, sintiendo el miedo apoderarse de él: Goku en estos momentos no estaba mentalmente bien, el Son seguramente caería en un estado de shock, o peor aún, locura autodestructiva.

     Miró su teléfono y volvió a llevárselo a la oreja. Caminó hacia su habitación y empezó a mover el cuerpo de su novio.

     —Goku, no cuelgues por favor—pidió, su pareja se removió con un poco de pereza.

     —¿Qué pasa, Trunks?—susurró todavía adormilado, sin entender el nerviosismo y tensión de su novio.

     —Goku, dime, ¿por qué decidiste ir a profanar la tumba de Vegeta?—quiso saber, al mismo tiempo que le daba la respuesta a Goten. El Son menor se levantó rápidamente, asustado por las palabras pronunciadas por el pelilila.

     —No soportaba todo mi malestar—cuando el menor ya se había vestido tomó su mano para calmarlo, ahora aquella llamada estaba en altavoz, era audible para él—. Quería saber si de verdad era él, pero no...—volvió a sollozar audiblemente—. Me equivoqué…

     —Goku, no cuelgues. Aquí está Goten, quiere hablar contigo, está muy feliz, tiene planes para que vayamos todos a la playa el próximo fin de semana—le entregó su teléfono al menor—. Que no cuelgue...—pidió casi en súplica—. Ve al estacionamiento, busca la camioneta roja y ahí espera. 

    Salió corriendo velozmente, subiendo las escaleras de hasta cuatro escalones con largas zancadas. Una vez llegó al último piso, corrió hasta la puerta final y comenzó a tocar frenéticamente, ansiando que el hombre adentro saliera rápido. La puerta se abrió, y lo miró con su cabello alborotado y expresión agotada.

     —Trunks, ¿qué…?

     —Trae tus llaves del auto, debemos salir, es una emergencia—ordenó, el pelirrojo las rebuscó, sintiendo que el menor estaba muy alterado. Un peliazul que estaba bajo las cobijas se levantó también y lo miró mal.

     —Tsk, ¿quién te crees para…?

     —Gogeta, apresúrate. Goku fue a profanar la tumba de Vegeta—el adulto paró en seco y miró al pelilila—. El chico que hemos creído que es Vegeta, en realidad no lo es.

     —¿Pero cómo si…?—sus ojos se pusieron vidriosos, mordió su labio inferior y pasó su mano por su cabello.

     —Te explico abajo. Todavía debo ir por Gotenks para que nos acompañe…

     —Iré yo—se colocó los tenis.

     —Nos vemos en el estacionamiento, camioneta roja—el peliazul teñido asintió y salió corriendo—. ¿Las encontraste?

     —¿Eh? Sí—salieron de la alcoba y bajaron rápidamente las escaleras—. Trunks, ¿qué se supone que haremos?

     —Llamaré a algunas estaciones de policía para que vayan y consigan detenerlo. Pero es importante que estemos ahí para hacerlo entrar en razón—llegaron al aparcamiento, ya estaban los tres jóvenes allá—. Yo conduzco—le quitó las llaves de la mano y subió al asiento del piloto, mientras Gogeta iba en el del copiloto.

     Trunks encendió aquella camioneta y la puso en marcha rápidamente, frenando de forma abrupta para colocar el código, y que así la puerta eléctrica se abriera. Después retomó la alta velocidad. 

     —Goten, tu teléfono—pidió, el menor de los Son se lo entregó, sin detener su conversación con su primo—. Pregúntale dónde está.

     —Goku, dime, ¿en dónde estás ahora?

     —En el cementerio Giru, en una colina a lo alto. Esa área es exclusiva, aquí decidieron enterrar a Vegeta. ¿Sabes? Tiene una bonita vista, a él le hubiera gustado verla...—se oía su voz sollozante salir de la bocina. El menor de los Son volvió a quitar el altavoz.

     —¿Hola? Buenas noches, soy Trunks Brief, heredero de la Corporación Cápsula…. Sí, sí, me alegra que les sirviera el equipo nuevo… Llamo porque hay una emergencia. En el Cementerio Giru, dentro del área exclusiva que está en la colina, hay un chico que posiblemente se suicidará. Tratamos de mantenerlo en la línea, pero no sabemos qué tanto tiempo podamos mantenerlo así. Es importante que envíen una patrulla o personal a que lo detenga—todos se habían quedado en silencio tras esas palabras—. ¿Qué?—se detuvo por un semáforo en rojo—. ¡¿Cómo que no pueden hacer nada?!... ¡¿Por la lluvia?! ¡¿Esa es su estúpida excusa?! ¡Hay una vida en riesgo!... ¿Que podrían tener un accidente en el lodo?... ¡Hmph! ¡Grupo de imbéciles!—colgó y golpeó el volante.

     —¡¿No harán nada?!—preguntó el pelirrojo—. Goku es sólo un niño—susurró.

     —Ellos no, pero yo no dejaré a mi amigo—sin importarle que la luz roja seguía, Brief volvió a avanzar, a esa gran velocidad con la que antes iba. Los riesgos de accidentarse por el pavimento mojado eran muy altos, pero en esos momentos lo único que pensaba era en ayudar al mayor.

     —Trunks, ¿qué es lo que pasa con Kakarotto?—preguntó el de cabello bicolor. Silencio.

     —Gogeta, ¿qué diablos pasa?—demandó saber el peliazul. 

     —Gotenks, tú tienes un parecido, más bien eres idéntico, al chico con el que una vez salí—empezó a decir, el de cabello teñido mordió su labio inferior—. Ese chico se llamaba Vegeta, falleció hace unos meses. Goku también salió con él, eran pareja cuando murió. Cuando te vio creyó que eras él, de verdad eres idéntico. Profanó la tumba porque quería comprobar por cuenta propia si eras o no Vegeta… Obviamente no lo eras.

     —¿Kakarotto, él…?—sus ojos se llenaron de lágrimas, sintiendo dolor por aquella comparación que hizo con él, pero sobre todo por el destino incierto del de cabellera alborotada—. Debí detenerlo…

     —No te culpes, Gotenks—habló el pelilila, metiendo ágilmente los cambios—. Yo también le había insistido en que había otros métodos, él optó por este.

     —Sí, Goku. Él está aquí conmigo—extendió el teléfono—. Gotenks, mi primo quiere hablar contigo.

     —¿Eh? S-sí—se llevó el teléfono al oído—. Kakarotto, ¿estás bien?

     —Sí… Gotenks, perdón por estar contigo, no debí...—al pelinegro sólo se le empezaron a derramar lágrimas, sentía mucha presión por el estado en el que estaba su amigo—. Pero tú no eres él…

     —Kakarotto… ¿eso significa que ya no iremos a comer pizza?—escuchó una risita por parte de él, esa risita que logró aliviarlo un poco—. Kakarotto, si no estaré contigo como pareja, estaré contigo como tu amigo incondicional. Aquí está Goten, y Trunks. Sabes que todos te queremos y estaremos ahí para ti...—tomó un poco de aire—. Somos un equipo todos, ¿qué te parece si salimos por ahí un fin de semana? Podemos fugarnos e ir al parque de diversiones. ¿Qué te parece?

     —De verdad me gustaría, pero…

     —Pero, ¿qué, Kakarotto?—colocó en altavoz el teléfono tras la mirada del pelilila por el espejo retrovisor.

     —Los quiero mucho a todos, amo a mi familia y la extraño, pero ya no puedo—volvió a sollozar—. Por mi culpa Vegeta murió, y yo no puedo vivir sin él…

    —Goku—habló en voz alta el pelilila, el de cabello bicolor acercó el teléfono un poco más hacia él—. No… no hagas una tontería… No nos dejes.

     Un largo silencio se escuchó, como si hubiera conseguido hacer entrar en razón al Son, quien quizá podría recapacitar a último momento tras aquella súplica del chico que aparentaba seriedad casi todo el tiempo.

     —Trunks, mi decisión ya estaba tomada desde hace varios meses. Yo no quiero vivir si no es con Vegeta. Adiós, dile a los chicos que los quiero….

     —Colgó.

     —¡Demonios!—le pasó a su pareja su teléfono—. Goten, llama a Raditz y dile lo que pasa, dile que llame a Goku y lo haga entrar en razón, o mínimo que lo mantenga en la línea, ya casi llegamos…

 

***

 

—Vegeta, perdón por todo—acarició la lápida y la abrazó—. Por mi culpa tu familia sufrió, y ahora no te tengo… Estuve con él, pero no dejaba de pensar en ti. Creí que eras tú, perdón por confundirte con otra persona…

     Escuchó que su teléfono sonó nuevamente, miró el remitente de la llamada y leyó un “Raditz” en la pantalla. Sonrió y pulsó colgar, se sentó en el suelo y colocó su mano en su rostro, llorando amargamente una vez más. De nuevo oyó su teléfono, lo miró, esta vez era un número desconocido. Lo respondió, sintiendo curiosidad.

     —¿Q-quién es?

     —Hola, Goku. Soy Tarble—pensó en esa carita angelical que tenía el menor de los Saiyan, sonrió tiernamente al recordarlo—. Raditz está asustado, en estos momentos llama a tu padre. Goku, ¿has pensado en lo que pasará con Bardock si algo te pasa?—la voz suave del menor lograba calmarlo.

     —Tarble, sé que todos quieren que piense en qué pasará, y lo mucho que me quieren y sufrirían sin mí… Pero quisiera que entendieran que ya no puedo más, me es tan difícil continuar sabiendo que él ya no estará conmigo—oyó un suspiro—. Tarble, no quisiera lastimar a nadie. Pero tampoco quiero fingir más que estoy bien. Cada día me siento con menos ánimos de seguir.

     —Mi hermano hubiera querido que fueras feliz.

     —A estas alturas, estar con vida sólo me hace sentir más miserable…

     —Goku, ya perdí a mamá, a Vegeta… No te quiero perder a ti también.

     —Tarble—sonrió—. Estarás bien sin mí. Cuida a mi hermano, por favor…

     Colgó y apagó el teléfono. Tomó la soga y empezó a formar un nudo, sus manos temblaban de frío, pero su mente estaba aferrada a terminar con todo. Una vez hizo aquel nudo escaló el único árbol que había ahí, cerca de la barranca de la colina. Subió a la rama más gruesa y ató el otro extremo de la soga. Aquel aro que se había formado lo colocó en su cuello. Permaneció unos segundos sentado, mirando la tumba abierta desde esa altura. 

     —Vegeta, yo te amo. Y no puedo soportar que por mi culpa tú ya no estás, espero me perdones lo que te dije esa vez—limpió sus lágrimas con su antebrazo—. Todo fue mi culpa…

     Sonrió una última vez, pensando en que por fin podría reunirse con él y recuperar aquellos momentos perdidos. Cerró los ojos y dio un pequeño brinco hacia el vacío. Su cuerpo que caía fue tirado por la soga en su cuello. 

     Abrió sus ojos, había una luz destellante que lo cegó unos segundos. Una vez pudo acostumbrarse, los abrió nuevamente, encontrándose con la figura de ¿Vegeta? Extendía su mano, tenía una expresión un poco triste y decepcionada, pero a través de su mirada pudo identificar el amor que todavía le tenía y un toque de felicidad por volverse a ver. 

     Tímidamente alzó su brazo, intentando alcanzar el cuerpo de él. Su mano fue tomada, era cálida y el toque dulce. Sonrió, una vez más estaban juntos.

 

***

 

—Trunks, estoy asustado—reconoció Goten. El pelilila ya había entrado al cementerio, iba por aquel sendero de tierra lodosa por la lluvia—. ¡Demonios! Las llantas se atascaron—siguió bombeando el motor, pero las llantas no corrían.

     —Hay que empujar la camioneta para sacarla y…

     —No hay tiempo para eso—bajó de la camioneta y corrió a través de aquel camino, su cuerpo se estaba empapando por la lluvia, y sus zapatos se atoraban en el barro. Miró hacia atrás y vio que los demás lo seguían, a excepción del adulto. 

     Siguió su camino, ignorando el dolor que se hizo presente en su costado por el frío y por la respiración agitada. Aceleró su paso, sacando las fuerzas que no sabía que tenía, desesperado, deseando no llegar tarde. 

     Lo presentía, faltaba poco, ya casi llegaba al lugar. Visualizó un árbol, aceleró su paso. Se detuvo en seco al notar la figura del pelinegro colgando de una cuerda. Trago saliva, sacudió su cabeza y siguió, visualizó una navaja en el suelo, la tomó y subió al árbol.

     —¡Goku!—escuchó el grito de su pareja al ver aquella imagen. 

     Intentó no prestarle atención, cortó la cuerda y bajó con cuidado al Son. Lo colocó sobre el suelo y retiró la cuerda. Intentó dar compresiones torácicas. Lo hacía constante, aunque su cuerpo estaba agotado y entumecido por el frío. Empezó a sollozar, pero no por eso se detenía, al contrario, ansiaba poder reanimarlo.

     —No...—disminuyó con lentitud los movimientos—. No…

     —Brief—oyó al peliazul hablar. Miró en su dirección, y se le partió el alma al ver a Goten arrodillado y llorando en los brazos del de cabellera bicolor. Más atrás estaba ya el pelirrojo, había sacado solo el auto y no había notado su llegada, Gogeta también lucía abatido y aterrado. Vio los ojos del peliazul, quien se mantenía serio todavía—. Su cuello—miró el cuerpo ya sin vida de Goku, percatándose a lo que se refería—. Está roto, fue muerte instantánea.

     Se alejó unos centímetros. Había estado tan desesperado por reanimarlo que no fue capaz de ver que era imposible desde un inicio. Se levantó y se acercó al árbol, lo golpeó fuertemente, gritando y maldiciendo al aire.

     Vegetto lo miró, después vio a Goten: lloraba y estaba asustado. Gotenks intentaba brindarle calidez pero también estaba igual de afectado. Miró a Gogeta, lucía también perturbado. Dudó unos segundos, ¿qué era lo que pensaba Goku al ir a ver la tumba? ¿En serio Gotenks sólo tenía un gran parecido con el verdadero Vegeta?

     Miró la tumba abierta. Bajó y levantó la tapa del ataúd, intentando controlar sus emociones. Visualizó la lámpara cercana, posiblemente de Goku, y alumbró el cuerpo que estaba en aquella caja. Sintió un estremecimiento en su columna vertebral al notar que ya estaba descomponiéndose, pero en algunas zonas se veía mejor conservado. Su rostro, principalmente, le dio algunas pistas que le hicieron ver el gran parecido que, en vida, tendría con Gotenks. 

     Hizo una pequeña oración y volvió a bajar la tapa, antes de que a alguien más le entrara la curiosidad y se acercara, simplemente no soportarían ver aquello. Salió de ese agujero y miró al de cabello bicolor. Si no era Vegeta, ¿quién era?

     —Gogeta, ¿tu laptop está en la camioneta?—el hombre asintió, el peliazul fue hacia ella y entró. Tomó el celular del pelilila, que había dejado sobre el tablero, y lo desbloqueó, además encendió la laptop, era momento de hacer una investigación profunda.

     Afuera, el de cabellera bicolor se acercó al cuerpo del Son. Acarició con lentitud su mejilla, ya helada y pálida. Tragó saliva, le era incapaz verlo más. Volvió a acercarse a Goten y lo abrazó, sirviéndole de apoyo en ese momento, ya que Trunks seguía maldiciendo lo sucedido. Conforme pasaron los minutos la lluvia se desvaneció casi por completo, en esos minutos Gogeta ya había llamado a Sharotto para explicarle lo ocurrido.

     —Brief, ¿podrías venir un minuto?—pidió. El pelilila limpió sus lágrimas y se acercó al chico peliazul—. Me filtré en la base de datos, encontré información.

     —Esos datos están resguardados con contraseñas, son privados—mencionó bajando la mirada al suelo, se podía identificar el nudo en su garganta.

     —Conozco una clave—le mostró la pantalla de la computadora portátil—. Gotenks, ven—le pidió. El menor de los Son se quedó en el suelo, seguía llorando.

     —¿Qué pasa, Vegetto?—preguntó en susurro, también había llorado por la muerte del chico.

     —Tu nombre es Gotenks, estabas en el Orfanatorio Esperanza. La razón por la cual tenías esos recuerdos de la violación fue porque tú la viste. Tu habitación tenía una ventana que daba hacia el callejón, donde todo pasó—explicó, el chico parecía estar recobrando la razón—. Ese orfanato cambió su nombre cuando decidiste huir. ¿No lo recuerdas?

     —Yo...—pasó su mano por su cabeza—. Ese chico… se parecía a mí, y esos tipos le…

     —Se parecía a ti porque era tu hermano gemelo—cruzó sus brazos y miró al cielo—. La enfermera los separó al nacer, ella no podía tener hijos por eso te llevó consigo. Tu madre no sabía que eran dos, confió ciegamente que sólo fue un bebé el que nació.

     —Espera, ¿de dónde sacaste eso?—preguntó el de ojos azules viendo la pantalla.

     —Uní pistas—soltó aire—. Después te dejó en el orfanato, no podría cuidar de ti por su trabajo. 

     —No dejé de pensar en el chico, por eso hui…

     —Robaste una motocicleta, permaneciste oculto. Te intentaron asaltar, te golpearon y tuviste un ataque de amnesia debido a ello, ¿no? El chico parecía estar recuperando todas sus memorias—. Por eso no hubo registro tuyo en el orfanatorio, tú estabas en otro que tenía el mismo nombre.

     —Yo...—miró hacia donde estaba el cuerpo del Son—. El chico, Vegeta, ¿era mi hermano?

     —Al parecer sí—cerró la laptop y miró al Brief, él ya había entendido todo lo mostrado—. Al final fue coincidencia.

     El sonido de patrullas se hizo cada vez más fuerte, voltearon y pudieron ver tres acercándose a donde estaban. Los oficiales se bajaron y vieron rápidamente el cuerpo de Goku en el suelo.

     —Les dije que debían venir—reprochó el heredero, sus ojos delataban incluso furia, miraba a los oficiales con dolor y enojo combinados—. Tsk, daré mi declaración—caminó hacia otro lado, para hablar a solas con el hombre.

     —Es increíble que sean tan...—calló y se reprimió, si bien no conoció a Goku le tomó un cariño tras lo poco que convivieron.

     —Gogeta—empezó a hablar Gotenks—. Relájate un poco—acarició su brazo—. Imagino que tú también estuviste conmigo por el parecido con Vegeta.

     —Yo…

     —Está bien—sonrió, miró a donde estaban los oficiales analizando el cuerpo—. La razón por la que estuve con Goku, ahora que recordé todo, es porque su actitud era muy parecida a la de un viejo amigo.

     —¿Gohanks?—mencionó el peliazul.

     —¿Lo conoces? ¿Cómo lo…?

     —Leí los informes, era tu amigo. Un chico con poliosis, actualmente ya es un adulto. Compartía habitación contigo—el más bajo asintió—. Dejaste de verlo cuando salió y nunca más supiste de él, además porque huiste—volvió a asentir—. Conseguí su número, lo llamé y…

     —¡Gotenks!—se escuchó la voz de un joven, todos voltearon, ahí estaba un muchacho alto, de cabellera negra con un peculiar mechón pelilila al frente. El de cabello en punta corrió hacia él y lo abrazó—. ¿Estás bien?—acarició su rostro—. ¿Estás bien?

     —Sí, estoy bien—lo abrazó con cariño.

     Aquel par permaneció abrazado un largo tiempo, charlando en voz baja sin separarse. El peliazul se quedó ahí, viendo cómo se entregaban muestras de cariño desesperadas por la distancia que hubo entre ambos. Miró a su pareja, se había acercado a la tumba de Vegeta, posiblemente a dar una última despedida. Soltó aire y se acercó a Goten.

     —Ya no llores—se sentó frente a él, acarició su rostro con lentitud.

     —Creí que ya había conseguido que estuviera feliz—limpió sus lágrimas.

     —¿Sabes? La felicidad que él necesitaba era una que sólo Vegeta le podía entregar—el azabache volvió a bajar la mirada—. Goten, no te sientas culpable…

     —Sí, Goten—el pelilila ya había terminado de hablar con los oficiales, ahora estaba al lado de su novio—. La culpa es mía, yo debí predecir que esto ocurriría, pero…

     —Ninguno es culpable—tomó la mano del azabache—. No sé si lo notaron, pero Goku sonreía… Estoy seguro que más que contracción de los músculos faciales por la cuerda, fue una expresión por el alivio que sintió—soltó aire—. Goku se había contenido demasiado, era algo egoísta forzarlo a soportar un dolor que él no sabía manejar y que no quiso manejarlo.

     —¿Cuál es tu nombre?

     —Vegetto Saiji—dirigió la mano del Son hacia la del pelilila, hizo que se tomaran de las manos—. Ustedes dos, nunca se separen. 

     Trunks miró los ojos de Goten, esos ojitos suplicantes y llorosos. Frente a él tenía a la persona que más amaba en el mundo, y había hecho lo posible para salvar a Goku. Ahora sólo le quedaba ser fuerte para él y ambos, juntos, salir adelante.

     Vegetto los dejó solos cuando unieron sus frentes, se levantó y se recargó contra la camioneta. Más atrás estaban abrazados Gotenks con Gohanks, ese par se había necesitado tanto; la relación que tuvo con el Son había sido únicamente porque su mente intentaba reemplazar al otro chico, un sentimiento que era exclusivo de aquel.

     Gogeta se acercó a él, se veía algo preocupado. El pelirrojo se paró enfrente y lo abrazó, acurrucándolo en su pecho.

     —Idiota, no te preocupes. Yo no te dejaré—el adulto seguía aferrado a su pequeño cuerpo—. Aún debo seguir fastidiándote la existencia—lo escuchó reír un poco—. Gogeta, no llores—pidió acariciando su espalda.

     —Goku… de verdad amaba a Vegeta—miró los ojos de su pequeño—. Si algo te pasara a ti, yo tampoco sabría cómo…

     —Claro que sí, imbécil. Nunca te dejaré—el mayor se mostró aliviado con esas palabras—. Lamento lo de Vegeta, sé que aún lo veías como amigo.

     —Sinceramente sí.

     —No pueden pasar—se escuchaba la voz de un oficial.

     —¡Se trata de mi hijo!—volteó a ver y vio que un hombre idéntico a Goku se abría paso empujando al policía, corriendo hacia la bolsa donde ahora estaba guardado el cuerpo de su hijo.

     —Gogeta—escuchó la voz de la directora, por lo que se separó de quien era su maestro—. ¿Qué pasó?—decidió dejar a los adultos conversando en privado. 

     Vio atrás a un menor, viendo tras la cinta de seguridad, mientras su acompañante, un chico más alto y de cabellera larga, también corría hacia el cuerpo del Son. Se acercó al menor, deduciendo quién era por el parecido que tenía con Gotenks y Vegeta.

     —Hola.

     —Hola—respondió en voz baja.

     —¿Cómo te llamas, pequeño?

     —No me digas pequeño, tengo catorce años—soltó aire—. Me llamo Tarble, ¿y tú?

     —Vegetto...—se le quedó viendo, se veía triste—. ¿Conocías a Goku?

     —Sí… Era novio de mi hermano—empezó a sollozar—. Él me llamó, me dijo que ya no soportaba esto… 

     —Tarble, Goku… ahora podrá estar bien. Tenía mucha presión dentro, ahora está en paz—el Saiyan asintió despacio—. ¿Sabías que Vegeta tenía un hermano gemelo? Los separaron al nacer—el menor lo miró con sorpresa—. Sé que a Vegeta nadie lo podrá reemplazar, pero sería bueno que le abrieran las puertas a quien ha crecido sin familia estos dieciséis años.

     —¿Tengo otro hermano?

     —Sí. ¿Lo quieres conocer?—el menor asintió—. Ven conmigo—caminaron hacia donde la pareja seguía abrazada—. Gotenks, te presento a tu hermano menor, Tarble. Tarble, él es Gotenks.

     —Hola—extendió su mano con timidez—. G-Gotenks, me alegra conocerte.

     —Igualmente—lo miró, luego sonrió—. Ven, pequeño—lo abrazó, el menor empezó a llorar—. Sé que no podré ocupar lugar de Vegeta, pero ahora yo me encargaré de cuidar de ti—besó su cabeza.

 

     Aquella mañana se veía más lúgubre por la lluvia reciente, Bardock perdió un hijo, Raditz perdió a un hermano. La tragedia había manchado de nuevo a la familia Son. 

     Pero, en algún lugar del universo, dos almas que se amaban se reunían nuevamente. Esta vez sin dolor, esta vez sin preocupaciones. Esas almas se unirían en una sola en la inmensidad del firmamento, cuidando de sus seres queridos desde el cielo.

Notas finales:

Les advertí que iba a ser un poco crudo.

    No me juzguen, muchas veces Goku dijo que si no era con Vegeta, no quería vivir. Además de que se sentía culpable por lo que le pasó y le dijo antes de morir. Espero que les haya gustado, con esto doy por concluido el fic. Aunque quiero agregar una hoja de agradecimientos a todos aquellos que estuvieron estos tres años (casi 4) y hacer un especial.

Gracias por leer


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