VICTORIANA por rurufusu

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Pareja..Trifecta
Capitulo 1:
~~~**Amarlo no significa que te ame**~~~
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Siempre creyó que amarlo con todo su corazón bastaría para ganarse poco a poco un espacio en su corazón, su amor prevalecía a pesar del tiempo manteniéndose fiel y firme a su lado en los momentos más dolorosos. Lo amo antes de saber sobre títulos, sobre la crueldad que la sociedad podía mostrar y amargura que un amor no correspondido traía consigo en un matrimonio que solo lo hería más y más.
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Conocía la historia del romance entre el que seria su esposo y un joven doncel de una familia acaudalada, un amorío que duraría cerca de 5 años. Ahogando su dolor solo pudo apoyarlo en esa etapa, ser su confidente en esa relación escandalosa escuchando cada detalle de ese romance clandestino, con amargura sabia por labios de su amado que ya habían consumado su relación varias veces, aun mas dolido y amargado se limitaba a ser un mudo espectador de tan escandaloso romance que llegaría a su fin de forma brusca y repentina con la desaparición del doncel por aparentemente obra de su familia, dejando solo una carta donde le pedía a Masamune esperarlo 2 años y podrían casarse a su regreso.
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Permaneciendo a su lado de forma incondicional esos 2 años ya sin ilusiones de poder ganarse el amor del joven conde, su corazón dio un vuelco cuando el hombre que amaba llego acompañado con sus padres vistiendo sus mejores ropas y pidiendo su mano en matrimonio, en ese momento creyó que moría de felicidad.
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Recordaba su lujosa boda envidia de cualquier doncel por el lujo mesclado con elegancia que derrocho aquella fiesta, su hermoso vestido tan delicado tan único, como un cuento de hadas fue esa ceremonia, fue tan feliz ese día al verse unido en matrimonio con su amado y ahora esposo no creía que algo pudiera opacar esa felicidad.
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Un año de matrimonio, un año al lado de su esposo sin ser capaz de ganarse ni una pisca de su amor, siendo solo un adorno en esa casa y sin ser tocado por aquel hombre tan frio tan distante, su matrimonio no se había consumado aun manteniéndose virgen por el rechazo que su esposo mostraba a tocarlo, su noche de bodas fue fría y cruel se vio obligado a dormir en habitaciones separadas desde ese día y hasta ahora no compartían el mismo lecho.
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Trato de acoplarse a su matrimonio sin amor y al trato indiferente de su esposo, la sociedad solo le pedía ser un buen esposo educado para satisfacer los deseos de quien se casara con él, después de todo los donceles recibían la misma educación que las señoritas de sociedad ser sumiso capaz de soportar los escándalos de infidelidades de su esposo, no lo tocaba y buscaba saciar sus deseos sexuales con prostitutas.
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Su vida no parecía mejorar con el regreso de aquel doncel, el amante de su esposo verlo irse por días abandonándolo para correr a los brazos de su amante, ser ignorado y menospreciado por ese hombre lo hería matando poco a poco el amor que una vez sintiera por su esposo. Tenia que callarse su dolor y fingir que su matrimonio era una maravilla, sonreírle a sus conocidos mientras sostenía el brazo de su esposo y mentirles con la historia que la sociedad conocía de ellos, reír cuando solo deseaba salir corriendo y llorar todo su dolor.
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Masamune ya le era un completo desconocido con el regreso de su amante Onodera Ritsu, nunca antes se mostro interesado en llevarlo a bailes y fiestas hasta el regreso de ese doncel una forma de verse con ese hombre sin tener que recurrir a citas clandestinas a sus espaldas, lo abandonaba bajo cualquier pretexto para irse con su amante mas de una vez los habían encontrado en situaciones comprometedoras con ese doncel.
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Masamune se exponía a la crítica al mantener un amorío con un doncel casado, uno cuyo esposo por sus negocios estaba ausente gran parte del tiempo e ignoraba las infidelidades de su aparente inocente esposo con el conde. No supo cuando la violencia irrumpió en su hogar, le dolía más el rechazo que las bofetadas llenas de ira y rencor del hombre que amo.
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Entonces se dio cuenta de algo, las fecha de su matrimonio coincidía con la fecha en que Haitani Ritsu se había casado con el hijo de un importante comerciante, poco después de casarse y sin desearlo había encontrado una carta junto la invitación la boda de un tal Haitani Shin y Onodera Ritsu, ahora entendia que pedir su mano y su boda fue solo despecho, jamás se intereso en él como pareja ni esposo fue solo despecho.
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No deseaba ir a esa fiesta y convertirse de nuevo en la burla de todos esos hipócritas, cada vez podía soportar menos a su esposo y su violencia, tratando de ocultar el moretón en su mejilla maquillo lo mejor que pudo su rostro como siempre se puso su mejor vestido y peino con esmero su cabello, sentía sus ojos arder por las lagrimas acumulándose en ellos limpiándolas con un pañuelo trato de no llorar y echar a perder su maquillaje.
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El camino hacia esa mansión fue silencioso, sostenía con fuerza el abanico entre sus manos perdiéndose en la vista de las calles, odiaba tanto subir a ese carruaje y verle la cara a su esposo con esa sonrisa dirigida a otro desde hace mucho había comenzado a odiarlo, solo lo llevaba para cubrir apariencias y al escaparse con su amante no se notara su ausencia le importaba tan poco lo que hiciera en esas fiestas que hasta ahora jamás habían regresado juntos de alguna.
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La fiesta era esplendida el salón se veía adornado con flores y velas, todo tan sobrio tan elegante por mas que no quisiera hacerlo ingreso al lugar sujetando el brazo de su esposo, luciendo como una verdadera muñeca de porcelana, su hermoso cabello negro se encontraba trenzado y enlazado sobre su cabeza dándole una apariencia de una rosa revoloteando sobre ella unas mariposas de plata y diamante incrustadas en el peinado.
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Limpiando las lagrimas de sus ojos desvió la mirada del salón y de su esposo, aquel que sonreía como un idiota mientras sostenía la mano de su amante al bailar, se vio abandonado desde el inicio de la música, sin poder soportarlo mas logro escapar del salón y la mirada de burla de todos los presentes, solo quería irse y llorar hasta no poder mas.
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Deseo perderse y no regresar jamás en ese hermoso jardín, creyendo estar lo mas lejos de la mansión se escondió entre los rosales dejándose caer, ya no podía soportar esa vida tan vacía al lado de un hombre que no lo amaba ni intentaba tocarlo ya sabia que su apariencia era demasiado tosca para un doncel, no era pequeño ni delicado con un cuerpo de mujer como la mayoría si no fuera porque podía quedar en cinta pasaría fácilmente por un varón.
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Las amargas lagrimas escaparon de sus ojos escurriendo el maquillaje y arruinando su pulcra imagen, odiaba tanto ser un doncel de haber nacido varón seguramente jamás se habría enamorado de ese ingrato hombre, no estaría obligado a callarse sus pensamientos ni tendría que actuar así de patético, pero era un doncel y no podía expresarse libremente, tan sumido estaba en su dolor que no nota la presencia de un hombre recargado en un árbol a unos metros de donde estaba.
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-Sigue llorando y tu maquillaje se arruinara mi señora-vio llegar en la obscuridad a una mujer y escucharla llorar, no debía ser un genio para saber que esa mujer sufría.
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-No soy una mujer, ¿Le importaría dejarme solo? me gustaría llorar mis desgracias en privado-sin moverse de su lugar siguió llorando, esperaba que aquel extraño se fuera y lo dejara, sentir como se sentaba a su lado y le ofrecía un pañuelo lo incomodo un poco.
-Una joya tan hermosa y delicada no debería estar escondido entre rosales y llorando, ¿Acaso también huye de esas hipócritas personas?-podía entender lo incomodo que era estar rodeado de esas personas y sus falsas sonrisas.
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-Huyo de mi esposo y su amante, no puedo soportar ver como se burlan de mi, fui un tonto iluso que creyó en su promesa de amor-limpio con el suave pañuelo sus lagrimas, una sonrisa rota se formo en sus labios al recordar lo inocente que fue al creerle esas promesas vacías.
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-Sin ofender a su esposo es un idiota, si no sabe apreciar su belleza debe estar ciego. Moriría por encontrar una joya así de hermosa y tenerlo como mi esposo-regalándole una sincera sonrisa trato de reconfortar al joven, siendo un romántico perdido deseaba poder casarse completamente enamorado de una buena mujer o un doncel, apreciando el rostro del doncel noto lo hermoso que era y sentía lastimada del hombre que no podía apreciar esa belleza ni la inocencia que emanaban sus ojos azules como el mar.
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Aquel desconocido se quedo a su lado escuchando su dolor, ya no podía soportar esa vida ni a su esposo. Desahogo todo su dolor con aquel hombre que lo escucho paciente y reconforto, era extraño sentir aquella confianza con un hombre que ni el nombre sabia. Las horas pasaban sin que ninguno se moviera ambos solo observaban el cielo y las estrellas.
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-¿Le gustaría bailar? es una fiesta y no seria una si no se baila-con cuidado y suavidad se levanto del suelo, extendiéndole la mano al doncel, esperando que aceptara su invitación.
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Aceptando torpemente la mano se levanto, no había música y hacia demasiado frio para seguir fuera de la mansión, aun así acepto bailar. Pudo ver de cerca el varonil rostro del hombre al bailar, sintió su mano sujetar con fuerza su cintura y tomar delicadamente su mano guiando con un ritmo suave el improvisado baile, era su primer baile desde su boda, su esposo nunca bailaba con él y evitaba bailar con otros hombres para evitar hablar de los escándalos de su esposo.
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-Soy un descuidado y mal educado, aun no me presento adecuadamente mi señora. Mi nombre es Kirishima Zen ¿Podría saber el suyo?-sentía el delicado cuerpo temblar al bailar, además de notar su descuido y falta de educación con aquella hermosa criatura, se lamento que ese doncel estuviera casado o seguramente lo cortejaría sin dudarlo.
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-Takano Takafumi es un gusto conocerlo señor, ¿seria de mala educación pedirle vernos de nuevo?, como debió notar no tengo amistades a quienes frecuentar-una penosa verdad, además no deseaba permanecer encerrado en su hogar, sabiendo que su esposo seguramente estaría en esos momentos revolcándose con su amante en ese mismo jardín.
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-Sera un verdadero honor mi señora, siéntase libre de venir a mi casa a hablar-el baile siguió acompañado de un sutil conversación, donde revelo al joven doncel su titulo de duque y la ubicación de su mansión a las afueras de la ciudad, como decía odiaba el ajetreo de la ciudad prefería vivir en el campo lejos del ruido y las hipócritas personas.
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El tiempo paso rápido conversando con el duque, su penosa velada empezó a esfumarse de un solo golpe gracias al hombre, la noche se fue como agua entre sus dedos, el caballero se ofreció a llevarlo en su carruaje hasta su mansión y así asegurarse que llegara a salvo hasta las puertas de su hogar. Por primera vez no sintió aquel vacio al regresar a su abandonado hogar, agradeció encontrar a un amigo con quien hablar de su matrimonio del infierno que vivía en ese lugar.