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La escolta de la Diosa por Aphrodita

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La escolta de la Diosa

 
 
Aphrodita 
 

  Hasta que Gadya me conteste, me contenté con hacer este fic para distraer mi cabeza, es algo loco juntar estos personajes y espero que disfruten la lectura tanto o más de como yo disfrute al realizarla. Nos leemos mas abajo. Practicando para el próximo Ficsoton Syd x Bud n_n

 
 

CAPITULO 1: “El frío crudo y cruel es el mejor aliado”...

 
 

  Saori llegó en una enorme embarcación; cuando sus pies tocaron el suelo sagrado de Asgard su escolta se apuro en cargar el pequeño pero oportuno equipaje. Ya en dicho lugar, un lugar a simple vista inhóspito y desolado, una carroza bastante sencilla los esperaba.

 
--Saori Kido ¿Verdad?... –Pregunto un hombre de barba abundante y canosa, lejos de aparentar ser un anciano, su porte era firme; su edad podía verse a través de sus ojos pero sus movimientos eran tan joviales que confundía, y era apresurado decidir una edad acorde.
--No hace falta semejante pregunta Wels... Bienvenida Diosa Athena... –Del carruaje un muchacho joven no solo en apariencia, si no también en espíritu, de abundante cabellera enrulada, salió extendiéndole la mano servicialmente a la señorita.
--Siegfried... –Reconoció la dama –Un gusto volver a verte...
--Lo mismo digo... Pasen... –Dijo en plural el guerrero nórdico posando sus ojos en el Santo que acompañaba a la Señora, era la primera vez que podía ver claramente a este guerrero –Bienvenido Pegasus... –Quiso sonar servicial para dejar en el pasado la guerra que los llevo a conocerse.
--Muchas Gracias Siegfried... –Convino Seiya con una pequeña reverencia, bajó sus ojos al blanco suelo quizás por sentirse intimidado de alguna forma.
 Cuando los dos invitados tomaron asiento en el estrecho carruaje, fue la pelimorada la primera en abrir la boca y cortar ese clima tenso.
--Que sorpresa Siegfried... No esperaba verte... Pense que Hilda enviaría a un escudero... –Finalizo con tono neutro echando un vistazo al frente, donde por una pequeña ventana se podía visualizar a Wels manejando a los caballos con maestría por un camino que lejos aprecia serlo ya que solo se podía ver por doquier nieve y mas nieve.
--Justamente... Hilda me ordeno venir a buscarlos... Le pareció prudente que uno de los guerreros escoltara a la Diosa de la Sabiduría hasta el Palacio de Valhala...
--Pues... No hacia falta... Para eso vine con Seiya... –Dijo la muchacha dirigiendo su sonrisa a su Santo.
--¡Oh! No es por menospreciar a un Santo de Bronce, pero Hilda se sentía más tranquila si uno de nosotros se encargaba de escoltarla...
 
  Lejos de sentirse ofendido o menospreciado, Seiya asintió en un extraño y atípico silencio, si bien se le daba por soltar la lengua en la Mansión, no estaba en dicho lugar ni mucho menos con sus amigos, además la situación era un tanto tensa, rodeada de respeto y solemnidad que no podía quebrantar con su típica perorata.
 
--Cuéntame... ¿Cómo esta Hilda?... –Inquirió Saori un tanto preocupada.
--Pues... Como sabrá gracias al ultimo comunicado, ella se encuentra gravemente enferma... –Comento Siegfried con un semblante triste.
  Inevitablemente Seiya poso sus grandes ojos de avellana sobre las facciones ensombrecidas del otro, sintiendo en su pecho un sentimiento similar al imaginar a Saori en una situación tan delicada.
--¿Y no mejora?... –Pregunto Athena acomodando su chal rosado sobre sus hombros.
--No... No sabemos que es... Los doctores de aquí no saben que hacer y han hecho todo lo que estaba a su alcance...
--En tal caso... ¿No seria mejor que se trasladara a una zona en donde la medicina este mas avanzada? ¿A un país en donde pudiesen atenderla correctamente?...
--Ese... Mi querida Athena... Es el problema... Y por ese motivo usted esta aquí... A ver si la convence...
 
  El Pegasus si bien estaba atento a la conversación se contento con observar por la pequeña ventanilla del coche el paisaje frío y lúgubre que se le ofrecía ante sus ojos. Instintivamente el Guerrero Sagrado esbozó una fugaz sonrisa al ver este comportamiento, se le había hecho algo tierno y extraño ver como el Santo mas aguerrido de Athena (Como lo recordaba), se encontraba con sus brazos apoyados como cual niño en una excursión y con la punta de su nariz en el frío vidrio provocando vapor... Toda una criatura.
 
--¿Qué sucede Pegasus?... ¿Te comieron la lengua los ratones?... –Inquirió Siegfried divertido.
--No le digas eso, que si empieza a hablar, no lo paramos con nada... –Acoto Saori jocosa.
 
  Ambos rompieron a reír mientras el pequeño morocho sonrió avergonzado por el comentario de su Señora. Un poco, solo un poco se había cortado ese clima pesado que reinaba entre los tres.
Antes de que Seiya pudiese decir algo en su defensa, Alpha Dubhe aviso que pronto llegarían y así fue, a lo lejos se podía visualizar la imponente arquitectura del Palacio, cubierto en gran parte por nieve, en donde abundaba en mas cantidad por los bordes de los amplios ventanales, aun así se pudo apreciar las luces que emanaban, de seguro gracias a algunas que otras velas.
  Sin darse cuenta, comenzaba a obscurecer, y apenas habían visto la luz del sol unos segundos, en ese momento Seiya recordó que rara vez se podía ver al Astro Rey alumbrar esa región, y si asomaba por puro capricho, eran escasas las horas que se quedaba bendiciendo a los habitantes.
 
 
JJJJJJ 
 

  Cuando bajaron de la carroza, Siegfried se adelanto y tomo la mano de Saori para ayudarla a bajar, Seiya abrocho los botones de su saco largo gris y tomo la pequeña maleta y su bolso, Wels siguió camino llevando los caballos a donde de seguro estarían mejor resguardados que bajo esa nieve que comenzaba a caer.

  Caminaron los tres por un amplio camino que el Pegasus recordó a la perfección, pues ahí había combatido con Alpha Dubhe quien ahora los conducía hacia una puerta maciza de doble hoja. Cuando los escuderos abrieron dicho portón, Athena ingreso primera con paso firme, pasos que resonaban en el espacioso lugar, su escolta la siguió detrás junto a Siegfried.
  A lo lejos se podía ver reunidos a los seis guerreros Divinos restantes, rodeando a Hilda, quien con pocos fuerzas intentaba mantenerse erguida en su trono.
  Con sumo respeto sin dejar el cariño de lado, Siegfried reprocho:
 
--Señorita Hilda... ¿Qué hace fuera de su cama?... –Luego de estas palabras se hinco en una solemne reverencia.
--¿Cómo pretendes, Siegfried, que me quede en mi cama teniendo semejante visita?... Saori... –Se dirigió la representante de Odín a su invitada de lujo, rápidamente Tholl la tomo de un brazo suavemente para sostenerla cuando intento ponerse de pie.
--No hace falta Hilda... Quédate sentada... –Indico Saori y con una tenue y femenina reverencia prosiguió –Es un honor estar aquí de vuelta, y bajo condiciones quizás mejores, digo quizás pues preferiría no estar aquí sí con eso pago el precio de tu vida...
--Patrañas... Es solo una gripe... Ni tanto... –Dijo la mujer ya sentada nuevamente con total informalidad. –Santo del Pegasus... Espero que tu estadía aquí sea buena... Mis Guerreros se encargaran de mostrarte el lugar y las inmediaciones para que cuanto antes te sientas cómodo...
--Si, señorita... Si me permite... –Hablo Siegfried interrumpiendo las posibles palabras del Santo de Bronce –Quisiera ser yo quien le mostrara su cuarto y demás salas del Palacio...
--Si el Pegasus esta de acuerdo... –Dijo Hilda observando con firmeza pero igual con dulzura al pequeño.
--Sí, por supuesto... Desde ya muchas gracias por la hospitalidad... –Dijo Seiya en un hilillo de voz.
--Es lo de menos... Nos han ayudado en nuestro peor momento... –Sentencio la representante de Odin.
--Acompáñame Pegasus... –Pidió Alpha Dubhe... Y desde un costado del salón Alberich dedico una mirada de desprecio que no paso desapercibida para ninguno de los dos involucrados.
--Y con respecto a ti mi querida... –Hilda se distrajo con la Diosa de la sabiduría –Mi amada hermana nos ha preparado un refrigerio... Tenemos mucho de que hablar.
--Por supuesto... –Convino la pelimorado y se acerco a la mujer para ayudarla a ponerse de pie, mas de cerca, pudo notar sus facciones demacradas y su poca luz.
 
  En cuanto Hilda se fue, luego de dar la orden, los demás guerreros se dispersaron para continuar con sus labores, mientras Siegfried guiaba por unas escaleras de mármol a un callado Pegasus. El guerrero se contento con contarle la historia de cada cuadro que dejaban al pasar, quienes eran los que posaban en dichas obras sobre la pared y que habían hecho. El morocho escucho con atención, pero cuando llegaron al final del camino se le había olvidado la mitad de los nombres, o bien se le había mezclado las hazañas de los héroes.
 
--Bien pequeño... Este será tu cuarto... –Dijo el pelilargo abriendo una puerta de madera.
 
Seiya ingreso curioso encontrándose con una acogedora habitación, solamente una cama, y una ventana puesta al costado, más algún que otro mueble. Era sencillo pero sin dudas calido. Siegfried sonrió al ver los ojos amplios del morocho abrirse de par en par escudriñando el lugar.
 
--Siéntete cómodo... –Pidió el Guerrero.
--Gracias... –Susurro Seiya y con cierta duda dejo su bolso sobre la cama.
--¡Oh! Hablas... –Dijo sarcásticamente el mayor rompiendo a reír. --¿Qué sucede? ¿No te gusta estar aquí?... –Buscó componerse para conversar un dialogo.
--No... No es eso... Es que no estoy acostumbrado, es decir... Suelo ponerme así cuando voy a un lugar nuevo...
--Pero si para ti este lugar no es nuevo...
  El Pegasus sonrió, aquello era muy cierto.
--Bueno... Pero esa vez fue bajo otras circunstancias... En cambio ahora es distinto para mí...
--No te vamos a comer... Aun no nos dedicamos al canibalismo... –Siguió con un tono sarcástico pero para nada molesto o hiriente. –Mientras en esta región siga habiendo carne animal... (Pobres los lobos de Phenril cuando escasee)...
--Ya lo sé... –La sonrisa en el pequeño fue más nítida e infantil.
--Bueno... Yo me he ofrecido a mostrarte todo el palacio y los alrededores... Así que deja tu bolso, toma el saco y vamos...
  En ese momento, en un instante de silencio absoluto, el estómago del Santo de Athena crujió de manera muy desubicada y sonora.
--¡Jajajaja! Me parece que primero te mostraré la cocina...
 
  Seiya, convertido en un tomate humano se disculpo llevando una mano a su boca, era cierto, tenia mucha hambre, en el barco poco había comido por temor a que el mareo le jugase una mala pasada, ya habían sido demasiadas horas sin su atracón habitual.
  Escalera abajo de nuevo, Siegfried le jugo una broma pesada:
 
--A ver Pegasus... Dime... ¿Quién era este?... –Pregunto Alpha Dubhe señalando una de las pinturas.
 
  Al Pegasus se le subieron los colores de la vergüenza, no podía ser que no recordase algo que hace pocos minutos le habían dicho. Lejos de ofenderse, el Guerrero de Odin rompió a reír nuevamente y tomándolo de los hombros lo incito a bajar dejando ese cuadro de largo... Y paso el tiempo y el morocho no pudo recordar.
 
--Bien, esta es la sala principal... –Comento el pelilargo pasando por donde ya habían estado inicialmente. –Por esta puerta se va a la biblioteca... –Solo la señaló al pasar –Aquí están los cascos y armaduras de los escuderos... –Siguió caminando rápidamente llevando a cuestas a un niño que apenas podía seguirle el paso –Estos pasillos te llevan a la cocina y a los cuartos de los guerreros... Este es el mío... –Indico rápidamente la puerta de su habitación, al final del pasillo una puerta abierta de donde se pudo apreciar un delicioso aroma a comida nórdica –Finalmente esta es la cocina... –Prácticamente ignoró a su invitado en todo el trayecto –Y esta cosa de aquí... Es Phenril... –Finalizo señalando a su compañero de armas quien se encontraba en la puerta limpiándose los zapatos embadurnados de nieve y barro. –Hola Phenril...
 
 El aludido soltó algo similar a un gruñido, aparentemente no estaba de buen humor; acostumbrado a él, Siegfried lo ignoro y con alegría invito a Seiya a sentarse. El Pegasus obedeció observando con detenimiento como los cocineros iban de un lado para el otro preparando la cena. El guerrero de Asgard husmeó en la heladera hasta encontrar lo que buscaba, colocando un par de cosas en un plato, entre ellas carnes, embutidos y quesos, se lo ofreció al morocho dejando dicho plato sobre la mesa.
 
--Come... –Instó Alpha Dubhe.
--Gracias... –Al principio con vergüenza luego con soltura, el Santo de Bronce devoro absolutamente todo lo que había en el plato.
--Tenias hambre... –Siegfried se contento con observarlo divertido, rápidamente le alcanzo un vaso de jugo.
--Ni que lo digas... Estaba que me moría... –El Pegasus automáticamente se censuró al notar su efusividad al hablar, pero la sonrisa en el otro consiguió distenderlo un poco.
--Dime... ¿Cómo están los demás? ¿Shiryu?...
 
  El guerrero le busco un poco de dialogo y lo consiguió, había dado justo en el blanco, pues el morocho soltó la lengua comentándole lo que estudiaban o trabajan sus amigos, poco a poco, con preguntas y respuesta, Seiya volvió a ser el mismo de siempre, el mismo charlatán de la Mansión Kido.
  Cuando se canso de hablar, el Pegasus intento preguntarle a su compañero:
 
--Ahora cuéntame tu... ¿Qué le sucede a Hilda?... –Así sin mas, como era él, sin rodeos inquirió.
--Bueno... Pues... –El semblante del Guerrero Divino cambio abismalmente a uno más triste y apagado –No sabemos lo que es... Nosotros tenemos miedo que sea alguna maldición... Ya sabes, secuelas del Anillo Nibelungo...
--¿Y por eso llamaron a Saori?...
--En parte si... Y en parte no... –Siegfried tomo asiento frente al otro –El fin es que la convenza a Hilda y se la lleve a Japón...
  Al ver el rostro de Seiya de puro desconcierto, Alpha Dubhe aclaro:
--Allí hay mejor atención medica... Quizás sea solo una estupidez, quizás estamos sacando conjeturas equivocadas... ¿Quién sabe? Pero queremos que vaya a un país en donde pueda atenderse correctamente...
--No entiendo el problema... –Dijo el Pegasus aun más desconcertado pero enseguida reconoció --¿Ella no quiere irse?...
--Ese es el problema... Teme que los hielos se derritan sin su presencia, teme una catástrofe si abandona estas tierras... Si abandona la Oración...
--Pero si muere... En tal caso es lo mismo ¿No?... –Dijo Seiya sin notar sus palabras, automáticamente se disculpo, pero Siegfried negó despreocupado.
--Es lo mismo que pensamos todos... Pero ella no lo quiere entender... Es necia cuando se lo propone... –Se noto en las palabras del Guerrero el profundo cariño hacia su Señora y el dolor que le provocaba verla en tan delicada situación.
--¿Y Saori podrá convencerla?... –Se auto - preguntó el Santo de Athena preocupado.
--Esperemos... De todos modos, sino puede... Ella es una Diosa, y bueno... –Siegfried bajo su cabeza avergonzado por lo que iba a decir–No quiero que piensen que abusamos de ustedes, pero como ya intervinieron una vez... Pensábamos que Saori, podría ocupar el lugar de ella momentáneamente...
--Créeme... Te comprendo... En tu lugar intentaría cualquier cosa que estuviese a mi alcance... –Dijo el Pegasus cálidamente y con empatía.
--Estoy desesperado... –Susurro Siegfried con profunda tristeza y la voz hecha un nudo.
  El morocho apoyo una de sus manos sobre la mano de Alpha Dubhe y la aferro con calidez, una sonrisa surco sus labios que fue correspondida por otra de tinte melancólico.
--En fin... ¿Seguimos camino?... –Propuso el pelilargo disimulando su agonía con una alegría falsa y momentánea --Aun queda toda la Ala Derecha para mostrarte y parte de este sector...
 
  Sin mas que hacer por ese Guerrero respetable, Seiya asintió y accedió levantándose rápidamente y con energía, poco a poco volvía a ser ese chiquillo molesto e impertinente que incomodaba a todos en la Mansión con sus locuras.
  Siguieron camino, visitando gran parte del Palacio, por lo menos las permitidas, ya que había cuartos inaccesibles para gente ajena a la Orden de Odin. Aun así, el Pegasus disfrutaba mas de la compañía de ese Guerrero que de lo que estaba viendo, en si no había mucho para ver y curiosear.
 
 
KKKKKK 
 

  Cuando Hilda se puso de pie y se alejo del Salón en busca de su medicina, Flare aprovecho la ocasión para acercarse mas a Saori y susurrarle unas palabras, viendo que era el momento propicio Athena intento entablar un dialogo sobre la posible reacción de la representante de Odin a la propuesta de viajar a Japón:

 
--Mi hermana no querrá... Pero Saori, te lo suplico... –Imploro la rubia al borde de las lágrimas. Convéncela de alguna forma...
--Lo intentare Flare... Pero tu hermana es una persona firme y con carácter... No será fácil convencerla como si fuera una chiquilla de diez años...
--Lo se... Pero los Guerreros Sagrados de Odin y yo, hemos puesto nuestras ultimas esperanzas en ti... Y sabemos, como en un pasado nos has podido ayudar, que esta vez no será distinto...
 
  Antes de que la pelimorada pudiese agradecer tales palabras, Hilda volvió al salón ocupando su silla, pudo notar en el rostro de su invitada y hermana menor que de algo habían hablado en su ausencia, un silencio extraño y miradas de tristeza hacia ella así lo indicaron.
 
 
LLLLLL 
 
  Luego de la caminata turística por todo el Palacio, Seiya decidió volver a sus aposentos pues realmente necesitaba un buen baño de agua tibia. Antes de despedirse, Siegfried lo saludo con unas palabras que desconcertaron al menor:
 
--Apúrate... En treinta minutos te paso a buscar...
  Al ver el rostro del Pegasus, Alpha Dubhe fue más explicativo:
--Nos reunimos todos los Guerreros, para darte una bienvenida...
--¡Oh!... Esta bien... –Accedió el morocho --¿En treinta minutos?...
--Si, primero la cena y luego nos dirigimos a nuestro salón de juerga, no habrá música, ni mujeres, pero sí mucha cerveza...
--Pero yo no bebo...
--¡Bha!... Eso es lo de menos... –Interrumpió el Guerrero Sagrado --La pasaremos bien Pegasus, no sabes lo que es verlo a Tholl ebrio y cantando canciones de Queen...
  No supo porque, pero esa imagen le causo mucho gracia a Seiya, sin esconder su risa asintió, pero antes de seguir su camino volteo para ordenarle a su compañero.
--Y Siegfried... Llámame Seiya por favor...
--Bien... Tu puedes llamarme Sieg, entonces... O si prefieres: “Chico lindo”... –Automáticamente rompió a reír haciendo gestos despreocupados con sus manos. –Era broma... “Sieg” esta bien...
 
  El Pegasus se fue anonadado, siempre lo había visto a Siegfried como un hombre correcto y serio, y no tan jocoso y bromista, bueno, aunque en la circunstancia en que lo había conocido era imposible sacar un juicio adecuado sobre su persona.
  Luego de esa ducha reparadora en el baño de arriba, Seiya se vistió con una camiseta blanca, arriba se coloco una remera negra con la leyenda Boy’s, unos pantalones de Jean obscuros y sueltos, zapatillas completamente negras y salió al encuentro de Alpha Dubhe quien impaciente lo esperaba apoyado en la baranda de la escalera.
 
--Eres peor que una mujer... –Se quejo el Guerrero de Asgard un tanto divertido.
 
  El Pegasus lo ignoro e ingreso en su propio cuarto, busco en su pequeño bolso y retiro un frasco de perfume: One de C. Klein para colocarse un poco de fragancia en la ropa, ya listo dejó que el pelilargo lo guiara hasta el comedor en donde la gran mayoría estaban ya reunidos.
  Se sentó junto a su Diosa, y cenaron pacíficamente en pleno silencio... Luego de que Saori e Hilda se retiraran junto a Flare, los Guerreros se pusieron de pie y se encaminaron rumbo a otro salón. Siegfried rápidamente salió al rescate de un incomodo Pegasus y lo invito a acompañarlo.
  Nuevamente Alberich los estaba observando, el morocho se sintió algo intimidado, o más bien extrañado por este comportamiento en el Guerrero de la Amatista, lo poco que recordaba de él... Prefirió olvidarlo momentáneamente para no saltar sobre su cuello y molerlo a golpes.
 
 
ÑÑÑÑÑÑ
 
 
  No paso mucho tiempo para que la cerveza comenzara a correr de un lado al otro pasando de mano en mano, las copas de madera eran bastante grandes y aunque la de Seiya estaba cargada de un liquido ámbar, se limito a mirar dicho contenido y olerlo con cierta repugnancia. Siegfried a su lado intentaba sumarlo a la juerga, pero el Pegasus aun no se había habituado. Tholl, aun sobrio le busco dialogo al Santo de Athena, consiguiendo cruzar un par de palabras, el resto hablaba de manera fuerte y jocosa.
  En pocas horas, la función de Phecda Gamma dio comienzo, cantaba con su gran copa en la mano balanceándose peligrosamente de lado a lado, Hagen lo acompañaba en similar estado de alcoholismo aferrándose de Mime a quien no le hacia gracia ver como su compañero se le colgaba del hombro a punto de devolver todo lo que había ingerido. Los dos Guerreros intentaban cantar una canción, pero era algo incomprensible, un balbuceo extraño e inconexo.
  Alpha Dubhe, un tanto alegre por el alcohol reía sin poder ni querer contenerse, busco con su mirada los ojos de Seiya para corroborar si la estaba pasando bien intentando, bajo la excusa del alcohol, rodear su cintura con un brazo. A pesar de que dicha escena le causaba gracias, en el estado sobrio en el que se encontraba el Pegasus no le permitió sumarse a dicha fiesta.  
  Excusándose, alegando que tenia sueño, el morocho encontró la manera de escapar; en un par de hora vaya a saber Odin que harían esos Guerreros.
  Sin reacción, Siegfried no lo pudo evitar y dejo que ese chiquillo se le escapara de sus garras.
  El Pegasus dejo su copa sobre la mesa, completamente intacta, y se alejo por la puerta dejando todo el barullo y las estruendosas risas detrás.
  Justo antes de subir las escaleras, de un costado, sorpresivamente otro Guerrero de Odin salió a su encuentro... ¿En qué momento Alberich había dejado el salón? O mejor dicho ¿En qué momento había ido al salón?.
 
--¿Qué quieres Alberich?... –El tono de voz en el morocho fue bastante duro y severo.
--Conocerte... –Se sincero Megrez Delta escudriñando con la mirada al otro, intentando ver si realmente era merecedor de su advertencia.
--Pues yo no... Ahora estoy cansado... –Seiya intento subir las escaleras.
--Por lo que veo la estas pasando mas que bien... –El pelirrojo dudo un instante, aparentemente ese Santo de Athena era un idiota, aun así... ¿Cuántos años tenia? ¿15?... ¿16, como mucho?... Era aun muy niño.
--Así es... –El Pegasus ni siquiera frenó sus pasos para contestar.
--Siegfried se encargara ¿No?... De que tu estadía aquí sea grata...
--Así parece... –El morocho freno sus pasos, hubo algo en el tono de voz del otro, en sus palabras, que lo perturbó.
--Oh, sí... –Concedió Alberich sarcásticamente --Él es un especialista en eso...
--Me voy a descansar... –Finalizo Seiya con un tono más cordial y tranquilo, siguió su camino y se encerró en su cuarto.
 
  Le costo conciliar el sueño, en su cabeza resonaban las palabras de Megrez Delta y el inusual comportamiento de Siegfried, como este ultimo imaginó, el Pegasus tomó su inusual acercamiento como producto del alcohol y la intención de hacerlo sentir más cómodo.
 
 
>>>>>>
 
 
  Al otro día, como buen anfitrión Siegfried estaba esperando a Seiya, el último en despertar, afuera de su cuarto. Golpeo despacio y cuando la voz autorizo la entrada, Alpha Dubhe abrió la puerta y con una sonrisa dijo:
 
--Levántate niño... Que es un día hermoso... Ideal para conocer los rededores... Ayer el día fue espantoso...
  El Pegasus se desperezo, estiro sus brazos y tapo su cuerpo semi desnudo con las amplias mantas de piel. El pelilargo solo pudo apreciar su torso bien formado.
--Cinco minutos mas... –El morocho volvió a cerrar los ojos.
 
  Siegfried rió y se acerco a la cama sentándose con total y completa despreocupación, a pesar de que la actitud consiguió poner nervioso a Seiya, este, justamente se pregunto ¿Por qué aquel comportamiento lo había puesto así?
 
--Ya me levanto... –El Pegasus se despertó de golpe.
--Bien... Te estaré esperando abajo... –Convino Alpha Dubhe y poniéndose de pie se alejo por la puerta dándole privacidad al menor.
 
  Luego de asearse en el baño y de vestirse, el morocho bajo hasta la Sala principal en donde nuevamente el Guerrero lo esperaba, es que ¿No tenía nada mejor que hacer que andar siguiendo sus pasos? No fue que le molestó, para nada, pero se le hizo extraño, ese muchacho era demasiado servicial y atento con él.
  El pelilargo lo acompaño hasta la cocina y allí lo dejo, al ser el último, Seiya tuvo que desayunar solo. Pero enseguida, Siegfried lo paso a buscar para llevarlo a recorrer el jardín (Si se le podía llamar jardín pues no había ninguna planta o flor) por la puerta trasera de la cocina.
  Seiya se coloco su saco gris obscuro y salió a la intemperie, a pesar de ser un “Buen día”, no dejaba de ser gris y opaco, con el cielo blanco en todo su esplendor, apenas asomaban unos rayos de luz. Por doquier, nieve y más nieve nuevamente.
  Caminaron juntos, por un bosque un tanto lúgubre de ramas caídas y hojas secas... Llegaron hasta unos bancos de material puesto obviamente que por las manos humanas y allí descansaron.
 
--Supongo que habrás visto paisajes mejores... –Reconoció el Guerrero Sagrado.
--Pues... –El Pegasus ladeo su cabeza dando a entender que si, pero sin afirmarlo.
--A mí me gusta este lugar... A pesar de ser crudo, me da mucha tranquilidad... Siento que este es mi lugar, mi hogar... Al lugar a donde siempre volveré... ¿Tu tienes un lugar así Seiya?... –El mayor hablo sin mirar a su compañero, como diciéndose aquello a sí mismo.
--Supongo que... La Mansión... –El morocho lanzo una risa nerviosa.
--Esta bien... Ese es el lugar que, cuando llegas, sabes que es tu casa, tu hogar...
--Si... En la Mansión me siento bien...
--Además tienes a todos tus conocidos allí... –Dijo el pelilargo y al ver que su compañero temblaba desacostumbrado al frío intento quitarse su saco para ofrecérselo.
--No Siegfried, no hace falta... –Negó el Pegasus dicho abrigo. –Si, allí tengo en parte a toda mi gente... Esta Shiryu, quien para mí es muy importante...
--¿Muy importante? Dime... --Inquirió Siegfried curioso --Varias veces lo has nombrado ya... ¿Qué es en tu vida?...
--¿Eh? ¿A que te refieres?... –Se desconcertó el Santo de Athena.
--¿Es tu pareja?...
--¡¿Qué?! ¡No! ¡Por todos los Dioses!... –Se asqueo el pequeño.
--¿Qué tiene de extraño?... –Alpha Dubhe aguantó su risa.
--Shiryu... ¡Shiryu es hombre!... –Exclamo una obviedad.
--Lo sé... Pero eso no quita... En fin...
--No, dime... –Alentó Seiya al ver que el otro intentaba explicar algo.
--No tiene nada de malo... Digo... Shiryu es atractivo ¿No?...
--Se... –Reconoció el Pegasus.
--¿Entonces? ¿Qué tiene de malo?...
--Pero eso no es suficiente... O sea, no se puede... –Dijo el morocho con total inocencia.
--Jajajajaja... ¿Qué no se puede?... –El pelilargo no lo soporto mas y rompió a reír.
--Hacer... ¡Ya sabes!... Algo...
--¿Quién te dijo eso? Sí que se puede... --Desafió el mayor soportando su risa.
 
  Nuevamente al notar el temblequeo del otro y al saber que no aceptaría su saco, Siegfried opto por otra cosa: Sin tapujos tomo el pequeño cuerpo de Seiya entre sus brazos para darle calor.
  Entre lo dialogado antes, las extrañas miradas de del asgardiano, mas su demostración de afecto del día anterior, el Pegasus se quedó estático sin poder reaccionar. Un hombre lo estaba abrazando con la excusa del frío y él sin poder siquiera mover un músculo. Un sonrojo se instalo en su cara, sin mas hundió su rostro en el pecho del otro, sintiendo su aroma masculino, algo raro experimento, algo que nunca antes había experimentado con otra persona... No era para menos, ese sin ir mas lejos había sido su primer abrazo, por supuesto quitando los abrazos fraternales de su hermana Seika. Pero ese abrazo cálido le supo distinto, fue algo raro y sobrecogedor, por algún motivo, a pesar de sentirse incomodo al principio y de no dejar de estarlo, no quiso que ese momento se terminara nunca. Sin embargo, todo acabo cuando Alpha Dubhe propuso volver al Palacio ya que los últimos rayos de sol se habían ido y el frío se volvería un tanto peligroso para su salud.

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