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Jugando en el bosque por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Hola a todos, bueno aquí les traigo una nueva locura, espero que la disfruten 

Portada

Solo deben dar click ^_^

Notas del capitulo:

Holiii a todos, bueno antes de que empiecen a leer les diré que esto lo hice a pedido de alguien  ValexWalker aquí tienes tu fic jejejej

Les contaré que fui presionada para hacerlo, sip Valeryn me contactó por facebook y me tentó tanto que pues... terminé accediendo, de solo recordar esa conversación es tan >///<

 

Dejando todo de lado, me gustó hacer algo así, aunque no se qué tan bueno quedó todo, espero que o disfruten...

 

No les digo la pareja para que se enteren en el transcurso ^_^

 

PD: Espero que no haya salido tan mal *nerviosa*

 

 

 

La mañana fresca se mostraba con un ligero toque de neblina, pero a cierto hombre no le importaba, como todas las mañanas se preparaba para salir, aún era temprano e incluso el sol no se mostraba por completo,  una brisa helada inundó sus sentidos, el cabello blanco se ondeó levemente, cerró sus ojos para llenar sus pulmones con aquel aroma natural, el color verde predominaba en el paisaje, las plantas, los árboles, los animales, simplemente la madre tierra era espectacular, dejar todo eso para que la gente lo disfrutara era la evidencia “ENTRENARÉ AL EXTREMO” aquel grito quitó la paz de esa mañana, con entusiasmo aquel hombre de cabellera blanca empezaba a correr, sonreía al momento de pisar las ramitas del camino, había sido una idea genial el tomarse libre un tiempo para poder disfrutar de un entrenamiento al aire libre

 

 

Siempre al servicio de los Vongola, no negaba que le gustaba formar parte de esa familia, pero también tenía sus propios pasatiempos, Tsuna lo entendía así que no dudó en darle esos días de “paz” pronto su cuerpo entraba en calor, adoraba sentir la presión en cada pisada, el ruido de las ramas al ser movidas por el viento, la montaña le daba el toque de tranquilidad que despejaba su mente, el sudor empezaba a recorrer su piel, pero su meta aún estaba lejos, veía la cima, solo podía concentrarse en eso, se golpeó el rostro con las palmas para así motivarse un poco más y acelerar el paso, definitivamente la palabra para describirlo era “extremo” o tal vez “demente” después de todo a quien se le ocurre construir una pequeña casa solamente con lo básico en medio del bosque rodeado por toda clase de animales salvajes, sin contacto humano, sin caminos que lo guiaran y por sobre todas las cosas… ¡sin electricidad!, era un hombre extraño… atractivamente extraño, al menos para un individuo en especial

 

 

 

Ryouhei el guardián del sol, amaba el boxeo por sobre todas las cosas exceptuando a su hermana o familia y eso lo motivaba cada día, gritó para dar su último esfuerzo, cada pisada en aquella empinada cuesta le daba un poco de dolor, un sacrificio mínimo por alcanzar su meta en un tiempo menor al del día anterior, pensaba en la rutina que completaría al llegar, cerró sus ojos para dar su último aumento de velocidad, cerró sus puños esforzándose al límite, pocos pasos… casi nada, la última pisada, sus ojos admiraban la pequeña bandera que colocó hace mucho tiempo ya que era su campo personal de entrenamiento, sonrió emocionado al estar cerca de su meta… pero falló… ¿qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? … todo sucedió muy rápido como para entenderlo, lo único que supo es que su vista se nubló un poco, el dolor en su cuerpo le hizo entender que en ese instante golpeaba el suelo mientras rodaba dolorosamente cuesta abajo, reconoció cierta cabellera verde ya que se golpearon la frente, el ruido de su caída y sus quejas de dolor incluso asustaron a las aves que espantadas volaron sin rumbo fuera del área, pensaron que rodarían hasta la base de la montaña… para cualquiera eso hubiese sonado ridículo pero para aquellos dos, no lo era, la colina parecía infinita después de todo seguían cayendo, al menos hasta que un fuerte golpe fue el principio de un incómodo silencio

 

 

-¿Koyo? – apenas abrió levemente sus ojos quejándose por el dolor de la caída, a su lado observó la cabellera verde, lo reconoció enseguida – ¿qué estás haciendo aquí?

-¡no deberías preguntar primero si estoy bien! – se quejó el mencionado mientras intentaba levantarse verificando que todo estuviera en el lugar correcto, gracias al cielo que no se rompió nada… aunque estaba exagerando, solo fue una caída y nada más

-los siento… ¿te sientes bien? – ayudó a su acompañante a sentarse derecho – ¿te lastimaste?  Déjame ver – observó como el peliverde se cubría los ojos con una de sus manos, se preocupó e intentó ayudar pero 

-¡ni lo intentes! – alejó las manos del peliblanco de su rostro – perdí mis entes en la cima, no puedo quedarme sin ellos

-lo había olvidado – Ryouhei se rio sonoramente – es un problema que tu vista sea ¡extrema!

-¡silencio!... Fuiste el único culpable

-¿de qué hablas?

-de nada… - suspiró cansado mientras intentaba verificar que sus ojos podían soportar un poco de esa luz pero prefirió seguir cubriéndose ligeramente, se sentía estúpido por haber perdido sus lentes  mientras caminaba perdido en sus pensamientos… los mismos que involucraban a ciertos iris grises  – además… ¿cómo no viste que alguien caminaba en frente de ti?

-estaba en mi entrenamiento matutino, solo pensaba llegar a mi meta – explicó con simpleza mientras se estiraba

-tienes 25 años y aún no tienes autocontrol – se quejó el peliverde mirándolo con el rabillo del ojo

-bueno para disculparme te traeré tus gafas, lentes… o lo que sea – ni siquiera le dio tiempo a Koyo para responder ya que de un salto empezó de nuevo una carrera hasta el punto más alto

-no cambiarás – sonrió levemente al verlo alejarse – pero bueno… no es como si de verdad me molestara

 

 

Ryohei tardó unos quince minutos en encontrar el preciado objeto, incluso Koyo tuvo que subir a ayudarlo, aunque se quejaba de la molestia en sus ojos no dejó de regañar al menor también, cuando al fin los encontraron se quedaron en silencio unos instantes, el mayor de ellos frunció el ceño cuando Ryouhei empezó a reírse escandalosamente, a pesar de que ambos eran adultos no dejaban de parecer un par de niños peleando por cualquier cosa

 

 

-¿de qué demonios te ríes? – amenazó el peliverde

-de…. De – intentaba calmarse lo suficiente como para decirle lo que tanta gracia le daba – estas lleno de tierra… y plantas

-¿qué? – se observó entonces, avergonzado se quitó los pétalos que en su ropa se hallaban y al notar que el otro no se callaba le lanzó lo más cercano que tenía – ¡tampoco estas en las mejores condiciones!… fuiste el culpable de todo

-auch… – dejó de reírse cuando algo golpeó su nariz – oye no tienes por qué lanzarme cosas – repentinamente se calló observando con un brillo singular el objeto – esto es…

-¡devuélvemelo! – se lanzó en contra del peliblanco para arrebatarle el objeto, no se dio cuenta por estar peleando – son míos – sostuvo entre sus manos el par de guates de boxeo

-wow no me digas que venías a entrenar en este lugar – se exaltó con la emoción de tener un compañero de entrenamiento – ¡eso es extremo!

-pues claro, aquí es muy tranquilo y al final no debo preocuparme por nada

-¿quieres acompañarme?

-no

-¿por qué? – se quejó como si de un niño pequeño se tratara –vamos, será divertido

-ya terminé por hoy

-pero siempre es bueno tener un poco más de ejercicio

-no quiero – se levantó dispuesto a irse pero

-vamos hay que disfrutar de este día hermoso y ¡entrenar al extremo! – Ryouhei se levantó para seguirlo pero apenas pudo dar dos pasos cuando tropezó, por instinto se sostuvo de lo más cercano agarrando los guantes del peliverde y con fuerza tiró de el

-que demo… - la fuerza del tirón lo hizo retroceder y sin darse cuenta de nuevo veía el cielo y el suelo alternativamente, ¡¿acaso ese día estaba lleno de caídas o qué?!

 

Koyo estaba de mal humor, en cuanto los vueltas por aquel césped terminaron se levantó enfadado revisando que sus lentes no se hubiesen perdido, bufando por el ramillo de hojas que se enredaba en sus cabellos y escuchando la risa burlona de cierto peliblanco

-¿de qué demonios te ríes?

-te ves gracioso – se removió un poco

-mira quien habla… el que está debajo de mi… – y ahí se detuvo, miró con un poco de detenimiento y comprobó que era verdad, se hallaba sentado en el vientre de Ryouhei, sonrió con superioridad – estas a mi voluntad

-y tú eres un jardín andante – se reía levemente admirando el ceño fruncido de su acompañante – tienes flores hasta en tu mejilla – intentó levantar su mano pero sintió cierta presión, fue solo ahí que los involucrados se dieron cuenta de que… - estoy enredado – susurró observado sus manos

-ya veo – sonrió cuando el peliblanco trataba de zafar las cuerditas enredadas en sus dedos y muñecas, ahora mismo agradecía que le gustara usar aquellos guantes que se apretaban con finos cordones, los mismas que solía atar juntos con un extra para poder llevarlas en su hombro sin problemas – que curioso

-Koyo ayúdame, no puedo desatarlas – luchó un par de veces pero al parecer era imposible, ¿cómo demonios se hizo eso con solo un par de vueltas? – esto es difícil

-oye… - llamó la atención del ojigris – también tienes flores en tu rostro – susurró mientras estiraba su mano hasta el rostro del más joven, deslizó uno de sus dedos por el perfil derecho retirando una hojita que se posaba en la mejilla

-gracias… - sonrió al sentir que la pequeña molestia se retiraba, sintió la leve caricia en su mejilla, se sentía agradable, casi nunca podía apreciar una caricia tan sutil departe de aquel hombre que en ese momento lo miraba con… algo extraño – Koyo

-esa cicatriz – susurró mientras deslizaba un par de sus dedos por mencionada marquita en la sien izquierda – es…

-un recuerdo – aclaro mientras suspiraba, esos detalles eran cosa del pasado pero la marca jamás desaparecería – yo…

-Ryouhei – sonrió de medio lado mientras admiraba como el menor cerraba sus ojos por unos instantes – ¿es raro que me parezcas adorable? – tal vez habló en voz alta pero esa pregunta era para sí mismo

-ado… ¿qué? – lo miró confuso, ese calificativo no iba bien con un hombre de su edad y menos con los pasatiempos que tenía – Koyo ¿qué dices?

-cállate por un momento, solo recuerda que estas a mi merced – le enfadaba que siempre que se lo encontraba sintiera una pequeña felicidad, ¿desde hace cuánto pasaba eso?, no sabía a ciencia cierta pero… tampoco le molestaba – solo… deja de hablar

-no te entiendo – se quejó mientras recordaba el asunto que tenía entre sus manos o mejor dicho enredado en sus manos, se removió incómodo y miró al ojiverde con ojos suplicantes, odiaba estar atado por algo que en él causaba tanta emoción, quería entrenar un poco – solo desátame

-silencio o tendré que callarte – se quedó quieto admirando las facciones del otro, era… rudo, al igual que él… pero ¡qué diablos!, era bello, no cabía duda de eso… hace mucho tiempo que se dio cuenta

-pero quiero quitarme ésta… - se quedó callado al sentir como sus muñecas eran presionadas contra su pecho, levantó su vista encontrándose con un Koyo… demasiado cerca de él

-te lo advertí – gruñó bajito mientras intentaba controlarse, ¡¿cómo demonios ese tonto le causaba esas acciones impulsivas?! – solo quédate callado

-pues no lo haré hasta que me desates – protestó removiéndose un poco, ya empezaba a sentir la presión en su vientre – Koyo pesas y…

-basta – susurró mientras se acercaba un poco más – eres un… - antes de que el peliblanco hablara de nuevo se acercó a su rostro… con sus dedos delineó aquellos labios finos que el más joven poseía…. Estaba luchando por no dejarse llevar, ¡pero qué demonios!... estaban solos, en medio de un bosque en lo profundo de las montañas, lo tenía atado, le gustaba tenerlo cerca, su cuerpo y mente le pedía a gritos que cediera a sus impulsos… pero no se atrevía

-idiota – se quejó mientras se tensaba un poco al sentir los dedos cerca de su boca, era extraño pero su cuerpo solía sentir un cosquilleo al tener a su rival tan cerca, no sabía que significaba pero…. Se vengaría – idiota – repitió ganándose una mirada furiosa

-eres un… - Koyo se quejó al sentir la mordida en uno de sus dedos, algo fuerte, pero en vez de causarle dolor le dio una pequeña descarga a su cuerpo… ¡al demonio el autocontrol! – Suficiente – quitó sus dedos, con una de sus manos sujetaba las muñecas del peliblanco y con la otra mantenía soporte en el suelo, se acercó de improvisto hasta los labios de Ryouhei y los rozó con los propios, no quería arruinar su amistad-rivalidad pero, ¡ese idiota era tentador!, inocente y tentador… gentil y de cierta forma… sensual

-Koyo… - apenas susurró, sentía el aliento del otro cerca del suyo, se sonrojo levemente, nunca había experimentado un acercamiento…. Cabe la redundancia, ¡tan cercano!

-tsk – mordió al más joven, simplemente lo hizo porque le interesaba saber que reacción tendría el peliblanco, escuchó un leve gemido de dolor, ¿cómo demonios ese simple sonido acabo con toda sus dudas? Usó su lengua para acariciar la zona dañada, brindándole un leve roce, no recibió queja alguna así que se aventuró a realizar el contacto, lo besó, levemente y por solo unos instantes – me has provocado – susurró cerca de aquellos labios, apartándose un poco para admirar el rostro del otro

-eso duele – se quejó en un susurro, su rostro empezaba a calentarse, no era tan idiota, sabía que eso era un beso, uno cargado de emociones que… desconocía, pero no le desagradó, por el contrario sintió un cosquilleo placentero

-¿no te causó repulsión o algo así? – preguntó mientras  dejaba que su mirada disfrutara de aquel sonrojo ligero del peliblanco, la duda en las palabras pronunciadas era maravillosa – ¿a dónde se fue tanta seguridad?

-no y… no se – sonrió débilmente sintiendo la mirada profunda, rojiza y… diferente, algo que jamás vio – ¿y por qué debería sentir repulsión?

-somos hombres… además somos… ¡somos nosotros! – se quejó mientras pensaba en razones más coherentes para mencionar

-pues es algo que no me esperaba pero… ¿por qué lo hiciste? – ladeó ligeramente la cabeza, estaba confundido

-instinto – dijo mientras se apartaba hasta recostarse junto a Ryouhei – no sé

-… - se quedaron callados unos minutos pero – ¡quiero que me desates! – protestó Ryouhei

-hazlo solo, tengo que pensar… no sé porque me gusta tu rostro y tu…

-no importa solo quítamelo – habló enfadado, odiaba sentir el roce de esas cuerditas en sus muñecas

-claro que importa, tonto – quiso irse pero

-no te irás – Ryouhei lo sujeto fuerte tirándolo al suelo y posicionándose encima de él como antes estaban, aunque ahora él dominaba la situación – quítalas – exigió mostrando sus ataduras – no quiero arrancarlas, sería un daño irreparable y seguramente es algo preciado para ti

-deja de ser tan… tú – el verlo encima suyo, con el ligero rubor que no desaparecía, ¡al demonio todo! Se estaba dejando llevar por sus instintos y no quería parar

-¿cómo que tan yo? – se quejó enfadado frunciendo el ceño pero su mente quedó en blanco al sentir de nuevo la calidez encima de sus labios, ¡Koyo lo estaba besando! y no sabía cómo responder… con torpeza se sujetó de él, cerró sus ojos con fuerza y trató de seguirle el ritmo pero era difícil cuando el otro succionaba su labio inferior y mordía con suavidad

-eres más inocente que cualquier hombre de tu edad – le dijo cuando lo dejó libre, se relamió los labios sintiendo el sabor del otro, Ryouhei respiraba con dificultad pero parecía confundido

-eso fue…

-¿extremo? – sonrió al ver la confusión en su acompañante – todavía no termino – deslizó sus dedos por debajo de la ropa del menor, acariciando aquella piel con cuidado, viéndolo tensarse y arquearse levemente

-estas frio – poco tiempo tuvo para quejarse cuando ya sus labios eran atacados de nuevo, se sentía bien… indefenso

 

Koyo estaba concentrado en lo que hacía, si Ryouhei no protestaba significaba que lo disfrutaba tanto como él, llevaba algún tiempo deseando hacer algo así, podían llamarlo pervertido o lo que fuese pero le gustaba esa cercanía, lo deseaba, no estaba dispuesto a detenerse, lo mordió con rudeza para lograr que se quejara debido al dolor, deslizó una de sus manos hacia la nuca del peliblanco para obligarlo a mantener el contacto, introdujo su lengua con cierta calma, acariciando la otra con suavidad, no se podía creer que su autocontrol se destrozara, estaba sentado soportando todo el peso del menor en sus piernas, la presión de los guantes en su abdomen le molestaba un poco pero era tolerable, deslizó su otra mano por debajo hasta rozar aquella piel, ascendiendo con lentitud, logrando que Ryouhei se estremeciera y soltara un pequeño gemido entre sus labios, tenía un sabor único, podía volverse adicto a esos besos, exploró aquella boca con calma, disfrutando de como poco a poco el peliblanco lo correspondía, dejó que sus dedos rozaran aquella piel, delineando las costillas, acariciando el abdomen bien formado por el entrenamiento, lo rasguñó levemente haciendo que el menor se separara de improvisto. Escuchó la respiración agitada del otro, sonrió victorioso al saber que él causó todo eso, el sonrojo en aquella piel ligeramente bronceada, el brillo que la mezcla de sus salivas le daba a los finos labios, los mismos que ahora tenían un tono rosa intenso debido a la mordida anterior

-parece que eres nuevo en esto – se burló el peliverde ocultando la emoción de aquellas palabras fueran verdaderas, retiró su agarre dejando que el menor asimilara la situación, aunque no dejó que se bajara de sus piernas, lo quería tener sentado en su regazo solo un poco más

-yo… - intentó recuperar el aliento suspirando profundamente, eso había sido… raro, su piel se mantenía cálida, sus mejillas le ardían levemente, levantó sus muñecas para rozar sus labios pero… - ¿no entiendo por qué haces algo así?

-porque me siento atraído por ti – suspiró pesadamente al entender que Ryouhei estaba confundido, el rechazo era doloroso pero si al menos logró saborearlo valió la pena – no te preocupes solo quería eso, ya no insistiré si te sientes incómodo

-también me gustas – pronunció manteniendo su mirada fija en aquellos iris rojizos – pero no hago cosas como esa

-porque lo que tu sientes no es tan intenso como lo que yo siento – sonrió de medio lado acomodándose un poco pero Ryouhei no daba muestras de querer retirarse

-¿cómo puedes saberlo? – eran muchas cosas para su cabeza – solo sé que no me desagrada esto pero… no estoy seguro que tan intenso es

-entonces deja que tu cuerpo lo canalice – sonrió acercándose nuevamente – me dejo llevar por mis impulsos, hazlo también – susurró mientras rozaba el cuello del peliblanco con su nariz

-oye… desátame  primero – exigió mientras se removía un poco por las cosquillas en su cuello

-te escaparás – aventuró sus manos nuevamente, acariciando la línea que separaba la piel del menor con su ropa – mis instintos dicen que no te desate, será mejor así

-no es justo – se quejó mientras soltaba un suspiro leve al sentir los escalofríos debido a las caricias – quiero estar libre

-no – fue su simple respuesta antes de obligar al peliblanco a recostarse en el suelo, Koyo se colocó encima de él, llevó las manos de su acompañante hasta dejarlas encima de su cabeza, sujetándolas con un poco de fuerza y sonrió – esos guantes son un regalo… no te atrevas a dañarlos – amenazó antes de deslizar una de sus manos por debajo de la ropa del menor, ascendió con lentitud sintiendo aquella piel erizarse

-oye… aah… - se avergonzó por el sonido que de sus labios escapó, escuchó la risita de Koyo – es tu culpa por tocarme ahí – se apresuró a responder mientras soltaba otro leve gemido cuando uno de sus pezones era acariciado – se siente raro – se quejó tratando de liberar sus manos

- quédate quieto – susurró cerca del odio del menor, escucharlo protestar en medio de suspiros era agradable, levantó la polera de Ryouhei apreciando el abdomen, deslizó sus dedos por aquellos músculos, se sentía como un pervertido al pensar en morder aquella zona, pero solo podía dejarse llevar al observar como el peliblanco gemía bajito mientras se arqueaba – y no te contengas

-espera… ¿qué haces? – podía sentir las cosquillas leves en su piel, el roce en sus pezones lo hacía sentir corrientes recorrerle, intentó zafarse del agarre en sus muñecas pero en seguida una nueva oleada de escalofríos le llegaban, no podía concentrarse lo suficiente – Koyo… espera

-no lo haré… te quiero para mí – besó el pecho descubierto, mordió la piel cercana al pezón, rozó con su nariz aquella piel escuchado los suspiros acelerados del más joven, deslizó su mano hacia las piernas que permanecían tensas y con cuidado las abrió lentamente

-oye… desátame de una buena vez… yo solo quiero – se mordió el labio en cuando sintió cierta calidez rodear su botón rosa, ni siquiera se dio cuenta del momento en que el peliverde se posicionó entre sus piernas, el calor de su cuerpo subía, las caricias en su piel lo estaban encendiendo pero… le gustaba

-¿te gusta lo que hago? – susurró logrando que una ráfaga fría hiciera estremecer al peliblanco que solo soltó un gemido bajito, con su lengua lamió el otro botón, en esos momento ni siquiera esperaba una respuesta afirmativa, quería solamente su satisfacción personal

-yo… - aquella calidez rodeando su pezón lo hacía sentirse bien, la mordida leve en el mismo lo hizo quejarse pero no sentía dolor… era otra cosa – me siento… raro… aah – sintió el roce leve en su hombría – ¿qué?...  aah

-pero te sientes bien – sonrió al momento de volver a acariciar la hombría del menor con dos de sus dedos, Ryouhei cerraba sus ojos con fuerza mientras se arqueaba levemente – tan inocente

-deja de burlarte – se quejó mientras lograba concentrarse en sus manos y quitarse el agarre del mayor, aunque su movilidad no era tan buena sostuvo la camiseta de Koyo entre sus dedos acercándose de inmediato – si querías tener sexo lo hubieses dicho desde un principio

-… - se quedó callado unos instantes, impresionado por las palabras del peliblanco quien a pesar del sonrojo y la respiración agitada lo miraba con decisión y seriedad – ¿eres virgen? – sabía la respuesta así que de inmediato lo besó de nuevo tumbándolo en el suelo completamente, el otro no se resistió, por el contrario le siguió el ritmo un poco más brusco, más desesperado que el anterior, su hombría despierta le exigía que debía acelerar el proceso, con seguridad descendió su mano para empezar un leve movimiento encima de la ropa del peliblanco, sentía como poco a poco la erección se hacía presente, gimió cuando el menor lo mordió con desesperación, su labio pulsaba debido al brusco contacto, se relamió sintiendo el metálico sabor de su propia sangre mezclada con el sabor de la saliva del menor – sabes que no me detendré – gruñó bajito mientras presionaba la erección del peliblanco

-lo sé – susurró mientras evitaba que más sonidos de su boca se escaparan, la prisión en sus manos solo lo alteraban un poco más, no podía sentirse más indefenso que en ese momento – desátame… por favor – pidió a pesar de saber que la negativa seria inmediata, su cuerpo temblaba cuando las manos de Koyo recorrían su piel subiendo su ropa hasta dejar su torso descubierto, la brisa golpeaba sus pezones erectos por las caricias, sentía el calor subir por su vientre, estaba empezando a desesperarse – también quiero… participar

-aun no – sonrió de lado al saber que aquella tremenda locura en medio del bosque era… y sería siempre su secreto, no soportó el calor que ascendía con cada segundo, se quitó la parte superior de su vestimenta de forma rápida mostrando la musculatura típica de un boxeador, aquella que se comparaba con el del hombre que ahora respiraba con irregularidad en medio del verde pasto, esa figura lo tentaba demasiado, descendió una vez más para besarlo, aprovechando la posición para rozar su propia erección con la del menor, los gemidos se escapaban de sus labios, muriendo entre el beso demandante que compartían

-Koyo – la limitación de sus movimientos no le impidieron acariciar el formado pecho del peliverde, cuando sentía el tosco agarre en sus nalgas aprovechaba para rasguñar la piel clara del mayor, no se iba a quedar sin hacer nada, después de todo estaba disfrutándolo como nunca, no solo el morbo de hacer eso en el campo que le servía de entrenamiento sino también la extraña comodidad por aquellas caricias atrevidas, la pasión que empezaba a nublarle la mente, el calor que lo estaba desesperando,  solo quería sentirlo más profundamente, aunque la verdad jamás hubiera hecho algo así… sus instintos gritaban que se dejase llevar

 

Koyo sentía el cuerpo tembloroso debajo suyo, tentador como siempre, descendió sus dedos hasta posarse en la línea que impedía su paso hasta esa zona preciada que no estaba dispuesto a dejar sin explorar, tiró de las prendas hasta bajarlas completamente, quitándolas de su camino, incluso escuchó el sonido de desgarre de la tela, permaneció deleitándose con la erección goteante del peliblanco, se relamió los labios satisfecho por llegar a causar eso en el menor, la brisa hizo que su propia piel se erizara, soltó un suspiro mientras admiraba el rubor en las mejillas ajenas, Ryohei  trataba de cubrirse con uno de sus brazos, las ataduras mantenían sus manos juntas haciendo que los movimientos fueran un tanto torpes, le causó gracia pero aquel agarre no lo pensaba deshacer, descendió sus dedos con cautela… si claro, recorrió las finas líneas en el abdomen de Ryouhei, descendió hasta que el cosquilleo en sus yemas le mostraban el comienzo del vello púbico, se dio el tiempo para enredar sus dedos en ellos, torturando al menor que gemía bajito

 

 

-¿cómo te sientes? – susurró mientras acariciaba levemente la punta de aquel falo – Ryohei… - sonrió de medio lado cuando observó la desesperación del otro

-ex…traño… - susurró entrecortadamente mientras se estremecía por la mano que ahora se movía de arriba hacia abajo en su erección, soltó un gruñido cuando la punta fue presionada con rudeza, se mordió el labio aguantando las ganas de gemir sin control

-gime para mi… - aumentó el ritmo mientras con rudeza colocaba las manos de Ryouhei conjuntamente con sus preciados guantes en el vientre del menor, presionando levemente – hazlo, te sentirás mejor así – casi instantáneamente lo escuchó gemir, la voz aumentaba de tonalidad cuando más rápido iba – gime de placer – descendió hasta besarlo nuevamente, mordiéndolo cuando tenía la oportunidad, descendió al cuello y lamió cada parte de la manzana de adán que se movía debido al esfuerzo proporcionado en aquellos gemidos, con desesperación aumentó el movimiento de su mano – córrete – escuchaba cada jadeo, el cuerpo debajo suyo tembló

-yo… mgh… aahh… aah… suél…tame – la electricidad ascendía por su columna vertebral, el calor en su cuerpo se extendió a todos lados, podía sentir aquella necesidad de soltar su esperma, quería tener sus manos libres para estrujar lo primero que tuviese al alcance –Ko…yo… aah – no lo soportó ni un segundo más, se corrió tan deliciosamente que gritó a todo pulmón arqueando su espalda, dejando su cuello a voluntad del peliverde que lo mordió de forma ruda, pero al final sentía que podía volver a respirar

-maravilloso – sonrió cuando sintió la calidez en su mano, se incorporó para admirar el líquido blanquecino, probó un poco que resbalaba por sus dedos, Ryohei lo miraba atento con la respiración agitada, las mejillas rojas, las manos atadas y si… sus guantes también alcanzaron a ensuciarse – los has manchado – sonrió cuando el peliblanco se tensó – te castigaré por eso

-es tu… culpa – se defendió mientras sentía el agarre en sus muñecas, Koyo solo rio mientras lo desataba al fin – oye… - se sintió aliviado al poder mover sus manos con facilidad

-será mi nuevo recuerdo – la sustancia se resbalaba por sus objetos favoritos, no cabía duda que apreciaría esos guantes por el resto de su vida ya que eran la prueba de que tomó el cuerpo  de aquel guardián Vongola – así se quedarán… - los dejó de lado mientras volvía a concentrarse en lo que estaba haciendo

-pero… eso – se sonrojó cuando Koyo empezó a deshacerse de las ultimas prendas que llevaba, su cuerpo todavía no dejaba de temblar debido al orgasmo, estaba sensible, así que cada roce le producía escalofríos, la leve brisa que golpeaba su cuerpo se sentía como una caricia, cubrió su rostro debido a la vergüenza que sentía

-destrozaré esa… inocencia – deslizó sus manos por las piernas del menor hasta llegar a esa parte que pronto profanaría, sin aviso ingresó uno de sus dedos manchados todavía con un poco del semen recién arrojado

-es… espera… ah – soltó un gemido de dolor al sentir la invasión, agarró los hombros de Koyo con fuerza incrustando sus uñas para dejar marcas, jadeó mientras sentía como el invasor se movía en su interior – Koyo… eso… duele

-solo respira… - susurró en el oído del menor mientras le mordía el lóbulo – pronto… te sentirás en el cielo – le aseguró mientras se dirigía a morder los labios del peliblanco, ingresó otro dígito sintiendo como su espalada era desgarrada, escuchaba complacido aquellos gemiditos de dolor mezclados con el leve placer que él se encargaría de aumentar

-Koyo… mgh – podía sentir como aquellos dedos se abrían en modo de tijeras, no negaba que poco a poco el dolor era reemplazado por satisfacción cuando los besos del mayor se regaban a través de su cuello, pecho, las lamidas en sus pezones,  las caricias en su intimidad ¡cómo no lo había hecho antes! Se sentía simplemente maravilloso – Koyo… - sentía que mientras más veces repitiera ese nombre el placer aumentaría, no estaba lejano a la realidad cuando de pronto el peliverde extrajo sus dedos para introducirlos de nuevo hasta lo más profundo de sus entrañas – aaah... Koyo

-uno más – sonríe mientras deja a su tercer dedo ingresar, devora esos labios con salvajismo mientras simula penetraciones intensas, aprieta sus dedos en aquella piel bronceada, marcando lo que ahora es suyo, su cuerpo le exige que se introduzca en el menor lo más antes posible, lleva mucho tiempo esperando hacer algo como aquello, su erección pulsa incesantemente, pero no quiere dañarlo… al menos por ser su primer encuentro

-ya hazlo… - exige Ryohei mientras se separa de Koyo para verlo a los ojos – hazlo… ahora – susurra mientras instintivamente abre más sus piernas, su pudor se fue en el mismo momento que el primer orgasmo llegó, Koyo le sonrió mientras le brindaba un beso sencillo

-luego no te quejes – gruñó mientras se rozaba contra la entrada del peliblanco, viéndolo arquearse levemente desesperado, el peliverde juega con la punta de su miembro, introduciéndola un poco y volviendo a sacarla, presiona un poco más viendo el dolor en las facciones maduras del peliblanco, sonríe al momento de empujar con fuerza hasta que siente las paredes del menor acogerlo, cálido, apretado, excelente – ah…mgh… eres –  apenas puede hablar, la satisfacción es tanta que siente que se podría correr con solo estar aprisionado de esa forma

-ah…itte – había dolido más de lo que se imaginó, incluso un par de lágrimas ahora se deslizaban por su piel, se sentía tan lleno, con desesperación se aferraba a la espalda del peliverde, sollozo bajito durante unos minutos en los que Koyo estaba totalmente quieto, entonces se preguntaba ¿por qué no me desagrada ese dolor?... por el contrario lo hacía pasar del cielo al infierno, del cosquilleo al dolor… de aquella  mirada rojiza al esplendor del cielo azul

-tranquilo… - susurró el mayor mientras acariciaba el miembro semi despierto del peliblanco –shh… cálmate – acarició aquellas piernas que poco a poco dejaron de estar tensas, pensar en su satisfacción personal era embestirlo de inmediato… con fuerza, dejar que su salvajismo fluyera pero… no lo haría, esa debía ser una experiencia especial para su acompañante, se controlaría todo lo que pudiese – Ryohei… eres muy cálido

-oye… no digas… eso – sonrió levemente al sentir que el dolor se desvanecía poco a poco, Koyo lo masturbaba despacio, su cuerpo empezaba a encenderse de nuevo, prueba de eso era que sus caderas empezaban a moverse – suena…tonto

-puede ser – se movió ligeramente comprobando que podía empezar a embestirlo, lo escuchó jadear, sonrió antes de besarlo nuevamente, esta vez más calmado mientras salía un poco para después ingresar de forma ruda, lo escuchó gritar débilmente – lindo – lo molestó mientras empezaba a moverse y gruñir debido al placer que por su cuerpo recorría, sostuvo las caderas del hombre debajo suyo, asegurándose de que las marcas se quedarían por varios días

-Koyo… más… aah – se mordió el dorso de la mano cuando sintió la electricidad subir por su  cuerpo desde el lugar que estaba siendo desgarrado, el dolor se mezclaba con el placer, su mente se nublaba – más… más – pidió al sentir que mientras el movimiento aumentaba su mente se perdía… llevándolo a un estado de ensoñación extraño, escuchaba el sonido que hacían al momento de introducirse, se avergonzó cuando sintió entre sus dedos un par de flores que arrancó sin darse cuenta, su espalda rozaba con el suelo, su visión se movía, dándole la sensación que las ramas de los árboles danzaban con violencia cuando el único que se movía era él, o mejor dicho era obligado a moverse, las embestidas estaban siendo frenéticas y la mirada de Koyo posada en su rostro no ayudaba a que dejara de gemir sin recato

-delicioso… - susurró mientras tomaba las muñecas del menor colocándolas  a cada lado del rostro, los labios entre abiertos, el sudor invadiendo su frente, en verdad era hermoso verlo así, hizo su penetración más profunda, disfrutando de los casi gritos de Ryohei ya que al parecer alcanzó el punto que necesitaba para hacerlo delirar

-se siente… aah… profundo – se arqueó cuando sintió la calidez en su vientre, Koyo lo tomó de las caderas con ambas manos para tener un mejor impulso, él se aferró a él – Koyo… - gimió ese nombre mientras lo abrazaba para rasguñar la espalda expuesta con desesperación mientras mordía el hombro como si de esa forma compartiera la mezcla de emociones desbordantes, pero de un momento a otro fue arrojado en contra del suelo, se quejó por el repentino movimiento, el enfado aumentó ya que Koyo había salido de su interior

-quiero más… - susurró mientras sus rojizos ojos se deleitaban con la figura de Ryohei, lo giró hasta ver la espalda en la que se hallaban pegadas hojas, pétalos, ramitas, el menor no entendía pero pronto lo haría, sin cuidado alguno lo hizo ponerse en cuatro, le separó las nalgas y de un solo movimiento se introdujo de nuevo a ese cálido interior que rogaba porque lo torturaran… para su mente era erotismo puro  

-KOYO… AHH – podía sentirlo más profundo aún, gritó de placer cuando tocó algún punto especial, su cuerpo vibró, las embestidas certeras, salvajes, sus caderas eran sostenidas con fuerza, ya no le importaba gemir, gritar, lo que fuera con tal de desatar todo ese placer en su cuerpo, sus sentidos nublados… se aferró al suelo, aquel que era demasiado débil para su agarre ya que las flores entre sus dedos sucumbían despegándose del suelo que las mantenía con vida, sintió la saliva descender de sus labios, las lágrimas hacían de su visión borrosa, la mano De Koyo lo masturbaba aumentando su delirio

-estoy a… punto de… mgh – el mayor gimió profundo sintiendo como el interior que lo acogía se contraía, quería llegar al clímax en conjunto con el guardián del sol, pegó su pecho contra la espalda que se arqueaba… lo mordió repetidas veces alternando rudeza con suavidad, mientras hacía que el movimiento de su mano igualara al de sus embestidas, el grito desesperado que el sol de Vongola emitió al correrse lo llevó al placer máximo haciendo que también se liberara al fin –Ryohei – suspiró al momento en que su mente voló al cielo, el temblor en su cuerpo era la muestra de su placer descendiendo. Las piernas del menor fallaron cayendo al suelo y el mayor lo acompañó, apenas podían respirar correctamente, pero Koyo se aferró al menor como si no quisiese que escapara en ese momento, no supo cuánto tiempo estuvo en esa posición intentando recuperar fuerza, aire y cordura, pero cuando sintió que era necesario salió del interior cálido que lo acogía, escuchando un leve suspiro, cuando su miembro abandonó aquel cuerpo también lo hizo una porción de su semen, se quedó viendo el caminito que recorría, resbalándose mientras un tono rojizo se mezclaba con ese líquido, había exagerado un poco… tal vez… se disculparía después, dejo que su cuerpo cayera a un lado del de Ryohei, se quedó en silencio un momento como asimilando ese día

 

Koyo había estado en casa el día anterior, las ganas de entrenar al aire libre lo convenció para ir al lugar más apartado que conocía, llegó a las montañas antes de que el sol saliera, la oscuridad envolvía el lugar, sus ojos no necesitaban protección cuando la noche llegaba, caminó sin preocupaciones hasta llegar a la cima, cuando el sol apareció decidió regresar, al menos eso planeaba hasta que el recuerdo del guardián del sol le llegó, meditó durante algún tiempo y de ahí la desgracia… o mejor dicho bendición, ocurrió, aquel alborotado choque fue el inicio de todo, y ahora estaba desnudo en medio del bosque con aquel guardián a su lado… había sido un día extraño… aunque le daría gracias a los cielos por ese bendito día, el día que dejó que su autocontrol se derrumbó

 

 

Nadie se atrevió a moverse o romper el silencio, Ryohei se mantenía en la misma posición, recostado en el césped, Koyo totalmente desnudo observando el cielo, solo había una explicación, no sabían que decir ni cómo actuar, llegaron a conocer un lado de ellos mismos que ni siquiera sabían que existía, la vergüenza al recordar el reciente hecho, satisfacción al recordar el orgasmo, pero ¿cómo se iban a ver a los ojos después de eso?

 

-tenías razón… Koyo – el peliblanco fue el valiente en decir algo, aunque todavía permanecía con el rostro pegado al suelo

-¿a qué te refieres? – vió al menor incorporarse con algo de lentitud

-me dejé llevar por mis instintos – susurró mientras se quitaba las ramitas del cabello – creo que comprobé algo

-hablas como si de un trabajo se tratara – se quejó el peliverde  mientras se levantaba, sentándose, admirando su ropa la cual  estaba varios metros lejos de él – eso es… frustrante

-no quise sonar así… es solo que comprobé que me atraes más de lo que creí

-¿lo dices por el sexo? – sonrió de medio lado cuando el menor lo vio directamente, sin vacilación o vergüenza… al menos por unos instantes, ya que éste apartó su mirada – eso puede ser solo conexión física

-no… es más que eso – sonrió mientras trataba de borrar de su mente esa mirada llena de lujuria que hace poco había visto – no haría cosas como esta con cualquiera

-¿te gustó?

-¿no se nota? – se rio mientras se tensaba al sentir la sustancia resbalar por su piel – aunque me duele

-es normal – se levantó ignorando el hecho de que la brisa lo golpeaba haciéndolo estremecerse levemente – fue rudo y tu primera vez

-lo sé – sonrió mientras buscaba sus prendas por el lugar

-entonces no reclames, tú mismo me lo pediste – recordar los gemidos del menor… mejor alejaba esos pensamientos de su mente o cometería una doble locura ese día

-no creí que te lo tomaras tan en serio – se sentía en confianza con aquel hombre, la incomodidad fue pasajera… le ganaba la compatibilidad, ahora se daba cuenta de que Koyo era especial para él – además sigo sin entender por qué hiciste algo así

-porque ya no aguantaba –bufó al escuchar la pregunta, su mente viajaba en recuerdos de los días anteriores… no eran los más bonitos

-nunca pensé que sintieras esa atracción por mí – aun le era difícil asimilar todo eso, aunque no tenía problemas en aceptarlo ¿sonaba raro?... pues para Ryohei no tanto

-pues es tu culpa… además odio que estés de aquí para allá con esa mujer – se golpeó la frente cuando se dio cuenta que habló con sinceridad, ¡se suponía que era su secreto!... ahora ya no lo era tanto

-¿eh? – pensó solo unos momentos… ahora entendía porque Koyo se enfadaba y se iba cuando estaba con ella – Hana es amiga de mi hermana, ¿qué tiene eso que ver?

-que esa mujer te persigue como si fueras su pequeña presa o algo así – se exaltó mientras con enfado se colocaba su ropa con apuro, no pensaba discutir eso desnudo… además el rostro de esa mujer solo le causaba un serio dolor de estómago debido a la repulsión – ¡eres el único en no darse cuenta! – pero si lo pensaba un poco más… ¿Cómo reaccionaría esa mujer al enterarse que fue el primero en tener a Ryohei debajo de su cuerpo? Sonrió con satisfacción, su ego subió por los cielos

-así que por eso… ¿estabas celoso hace un par de días cuando tu familia vino a la mansión para el cumpleaños de Tsuna? – se cruzó de brazos mientras recordaba el hecho, ¡pero por supuesto!... ese día estaba con Hana ayudándola con los detalles, fue un día muy ajetreado y cuando se al fin logró charlar con Koyo, ¡éste solo gruñó y se apartó de él!

-tsk… recién te das cuenta – se frotó la cien, odiaba la estupidez del otro

-tú… pff – Ryohei se reía sonoramente mientras también se quejaba debido al dolor en su parte baja – yo solo la cargué porque se torció el tobillo – ¿cómo olvidar ese hecho?... todo se quedó en silencio cuando Hana cayó con las bebidas que traía en manos, después incluso Shamal la atendió recetando que por ese día solo debía descansar, ¡él solo la cargó para llevarla a su habitación!

-¡pero la llevaste en brazos como esas estúpidas películas de romance! – culpó el mayor mientras sus mejillas se tornaban ligeramente rojas, a veces no se fijaba en nada más que las cosas que le interesaban, se le había olvidado ese inconveniente con la chica, lo único que recordaba era como el peliblanco cargaba a esa mujer… “nota mental: aprender a controlar los celos” – olvídalo

-ahora sé que eres un celoso compulsivo – se limpió las pequeñas lagrimillas causadas por la divertida situación – creo que eso es adorable – le sonrió burlonamente, ya que Koyo le había dicho cosas como “delicioso” o “lindo” cabe resaltar que no le hacían gracia, quiso vengarse un poquito

-¡cállate! – le exigió mientras se acercaba – o te arrepentirás

-¿qué es lo que me harás? – lo retó sin inmutarse por la amenaza

-puedo hacer muchas cosas – acercó su rostro al del menor – te recuerdo que el único semidesnudo aquí eres tú – Ryohei se dio cuenta entonces, lo único que lo cubría eran sus prendas superiores… se sonrojó levemente – ¿qué crees que haré?

-lindo – susurró si ya lo había hecho… ¿por qué no aprovechar la ocasión? – eres adora… – no pudo terminar de hablarle ya que los labios del mayor silenciaron sus palabras, la caricia en su pierna lo hizo saltar un poco

-me importa poco que te duela – Koyo sonrió con malicia separándose apenas – digamos que lo que acabamos de hacer… solo fue el principio

-oye… Koyo espera – de pronto sintió el leve golpe en su espalda – sabes que fue mi primera vez... no quiero… - sin aviso tenía a Koyo encima de él nuevamente

-te lo advertí – susurró en el oído del más bajo que se tensó ligeramente – además… aun no me siento satisfecho – apretó el pezón del peliblanco haciéndolo suspirar bajito – a partir de ahora probaré tu cuerpo cuantas veces quiera

-no eres mi dueño – se quejó tratando de alejarlo

-pues te equivocas, no pienso dejar que alguien más te aparte de mi lado… soy un novio celoso – sonrió mientras el menor ladeaba su cabeza un poco confundido

-¿novio?

-no acepto un no por respuesta

-tampoco iba a negarme – le brindó una leve sonrisa

 

 

 

Y así un nuevo juego empezaba, un amor un tanto salvaje como el bosque, un juego sensual en medio de la naturaleza… un amor que empezaba a florecer… algo extraño que ambos disfrutaban

 

 

 

 

Notas finales:

Creo que mezclé un poco de dulzura con salvajismo, fue raro y bastante complicado hacerlo, es la primera vez que hago a un  Ryohei uke, siempre lo vi como seme pero la idea que me dió Valeryn me pareció interesante

 

Ahora les digo si tienen alguna pareja de la que deseen un fic en especial, si es una pareja rara puedo tomarla en cuenta, además si no desean dejarme un review hay la alternatica de acosarme por el facebook jajajaja, así tal vez logren convencerme XD ... dependiendo de mi tiempo puedo hacer algo pequeño, eso sería interesante, les dejo a su concideración

 

Si se animan mi face es

KratSn fics 

solo deben darle un click 

 

Comentarios, críticas, demandas, sugerencias, amenazas o reclamos pueden dejarmelo en un review, les responderé en seguida ^_^

Me despido

Besos!!!


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