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una extraña relación por Zack Engel

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Notas del fanfic:

hello 

aqui yo reapareciendo por PoT como perro arrepentido. pido disculpas por lo tarde, se suponia que era el 1 de diciembre, pero los desastres siempre me persiguen.

bueno no tengo mucho que decir, espero disfruten de este fic que si bien esta finalizado posiblemente suba capitulos esporadicamente. todo depende de mi animo

Ryo-chan Vale aqui estamos <3

Notas del capitulo:

fic de la tango pair (Sanada x Atobe) si no os gusta no lo lean

no tiene advertencias, es muy simple. yo amo lo simple

espero les guste

El rey, era el rey de todo lo que pudiera existir en este mundo y eso nadie se lo podía negar en este momento ¿por qué? Era algo muy simple. Le había ganado a Tezuka antes que cualquier otra persona se atreviera si quiera a retarlo y conocer su potencial;  tenía una condición económica inigualable y de la cual estaba seguro todo el mundo querría tener; era capitán del Hyotei, el cual si bien perdió, nunca a dejado de ser una muy buena escuela; desechaba lo que no le llamaba la atención y conservaba lo que deseaba. Entonces ¿por qué se sentía tan vacío? ¿por qué no podía ser feliz como tanto deseaba en ocasiones? Diablos que era fácil para el resto de los seres ignorantes andar con una sonrisa en la cara y salir a disfrutar como si nada en la vida importara “pero todo importa” pensó soltando un suspiro.

A estas alturas del partido se cuestionaba por completo si era un rey de verdad o si era un simple hombre vacío con pretensiones de poder que no le correspondía. Aquello siempre pasaba en los imperios y era por eso mismo que todos caían como si fueran los seres mas idiotas del mundo “yo no quiero ser igual que el resto, tengo mi propio camino, tengo mis propias metas y conseguiré todo lo que quiero” se dijo asintiendo con la cabeza para seguir corriendo por aquel camino de tierra. Todos sus entrenamientos le gustaba terminarlos en un cerro, porque era ahí solamente en donde el verdadero Atobe Keigo aparecía y se cuestionaba la existencia como un niño de 15 años podía hacerlo.

Cansado y con la respiración agitada por todo el ejercicio que había hecho se decidió ir a sentar a una de las bancas del lugar. Aquella quedaba justo al frente de la ciudad la cual, dado la tarde que era, dejaba notar colores naranjos sobre los edificios “el atardecer mas hermoso de toda la primavera… y aun así me siento vacío” pensó con desgano mirando atentamente su entorno, ni edificios ni naturaleza podían dejar que este chico fuera feliz por completo.

Con  un suspiro Atobe Keigo  rompió el silencio del lugar y cerró los ojos intentando recordar que era lo que le hacia falta, estaba seguro que debía tener una pista que no había tomado en cuenta. Una señal que le dijera que iba mal encaminado o tal vez solo debía darle tiempo al tiempo, pero no lo encontraba y lo peor de todo es que sabía de alguien que si podía llegar a tener eso que le faltaban. “Tezuka” pensó con enojo mientras gruñía por lo bajo. Apretó sus puños con fuerza, ni siquiera con ese acto tranquilizaba la oleada de ira que sentía.

Tezuka era su eterno rival, era el único que le daba la pelea como se debía y lo entretenía. Por un momento pensó que estaba enamorado de él, lo cual solo pensarlo era una gran estupidez,  así que no tardo en darse cuenta que no era ese el caso, solo llegarían a ser rivales. Además se castaño, ese pilar, solo tenía ojos para el mocoso engreído que apareció en el presente año.

Negando un par de veces con la cabeza Atobe decidió no seguir pensando esas estupideces, el no era de pensar en la vida ajena, no si no era parte de su equipo.

Sin siquiera poder saber porque, recordó aquel día en el que jugo y tenia tantas ganas de romperle el codo a Tezuka, deseaba destruirlo y ser el único capaz de lograr vencerlo “si te destruía el brazo podía ser yo ahora la leyenda, no importaba como me miraran” pensó viendo la palma de sus manos. Ese día lo iba a hacer, mas no pudo romperle el brazo, no pudo quitarle la determinación, tampoco pudo quitarle esa suave sonrisa que siempre se enmarcaba en su cara cada vez que estaba orgulloso. Lo único que había logrado era vencerlo y ni aun así pudo pasar las clasificaciones por culpa de ese mocoso arrogante.

Keigo se preguntó como era que podía fingir que nada pasaba, mas eso no importaba ahora, se suponía que iba a dejar de pensar en el castaño y se iba a centrar en lo que ahora significaba su vida. Se levantó y con un suave suspiro se acerco al barandal para poder apoyarse en ella y así poder ver todo mas de cerca, después de todo aun tenia bastante tiempo antes de tener que ir a su casa nuevamente y enmarcar una sonrisa frente a familiares ausentes. Frente a fantasmas y mayordomos que le recordaban cual era su lugar en aquella casa.

Sintiéndose extrañamente feliz por poder ser libre mas tiempo cerro los ojos y siguió pensando en su vida. Estaba decidido a que aquella seria una noche de reflexión.

“¿será que me falta el amor?” ladeo  un poco la cabeza manteniendo un semblante serio junto a una mirada perdida. Quien pasará por ahí, si es que existía gente entrenando todavía, lo vería como un alma errante y sin camino, mas el estaba decidido a encontrarlo porque era el Rey del mundo, era el capitán de una de las mejores escuelas y eso quería decir que si tenia falencias era normal, mas tenía que suprimirlas. Mejorarlas para seguir adelante “nadie puede verme Flaquear, soy el ser perfecto que el mundo debe conocer si o si” se dijo a si mismo entre tanto pensamiento que cruzaba por su cabeza.

‘Perfecto’ esa era la palabra mas complicada para Atobe. Era la que lo amarraba a un sin fin de cosas que le desagradaban y aunque la mayoría de las ocasiones gozaba de grandes privilegios, la otra parte del tiempo deseaba no tenerlos.

Sin mucho ánimos de seguir viendo aquel hermoso escenario bajo la cabeza y apoyo su frente en sus brazos para poder seguir pensando, pero a la vez dejar que esta descansara un poco. Una sonrisa irónica apareció en su boca ya que no todos los días podías ver al gran Keigo ser tan natural como ahora, no tenia nada ensayado y nada que demostrar.

“¿cuándo será que mi imagen dejara de ser tan perfecta? ¿cuándo dejare de aparentar lo que no soy?” se pregunto sorprendiéndose de si mismo. Después de todo, estas preguntas no solía hacerlas muy a menudo, pero al parecer la reciente discusión con sus padres biológicos lo dejaron que pensar, lo obligaron a poner todas las cartas sobre la mesa y ver que era lo que quería en verdad.

Por un lado estaba que si aceptaba aquel compromiso arreglado seguiría gozando de beneficios. Sería libre de hacer lo que quiere y no tendría que rendirle cuentas a nadie, además estaba seguro que esa mujer con la que se casaría aceptaría el mismo trato que tenían sus madres, no amarse y solo tener un niño, después de eso podían disfrutar de la vida y de amantes como se les diera la regalada gana. Por otra parte estaba la posibilidad de negarse rotundamente y luchar contra cualquiera que osara obligarle a hacer semejante estupidez, podía luchar por encontrar un amor casi tan grande como el que se tenia Yuushi con Gakuto, o tan dependiente como el que tenia Shishido con Ootori, mas sabia que dada su personalidad seria imposible, ninguna mujer ni hombre podrían satisfacerlo por completo. Era un hombre egocéntrico después de todo y eso a nadie le agradaba, ni a nadie le causaba un enamoramiento profundo y dependiente “solo sueñas con encontrar alguien tan idiota que te complazca, ni siquiera te gusta como se comporta Kabaji ¿cómo esperas que aceptaras aquello de otra persona?” negando con la cabeza soltó otro suspiro. La voz interna de su mente quería hacerle una mala pasada.

Este no era Atobe, simplemente era otra persona que se intentaba apoderar de su propia conciencia, pero como siempre se dice, todo tenía una causa “nunca una personalidad irreal puede apoderarse de una conciencia sin una razón” pensó soltando un suspiro al recordar como era que hace unas horas sus padres desaparecidos decidieron aparecer y decirle que, sin su consentimiento, se casaría con una chica para poder ampliar la empresa, para que la estirpe siguiera un linaje aunque aquel pensamiento fuera tan estúpido como sus padres mismos. Simplemente el no podía casarse con personas que no quisiera.

Aquel acontecimiento hizo que se repensara toda su vida y no era para menos, ya que a pesar de ser consentido, siempre tuvo que cumplir con estándares establecidos para no ser menos. Era hijo único y por ello tenia que ser tan imponente y responsable como su padre, tan hermoso y grácil como su madre, pero además tenia que tener su propia personalidad para no ser llamado ‘el hijo de…’ eso nunca lo aceptaría, eso nunca seria si quiera beneficioso “ahora que es lo que hago… puedo volver y aceptar el hecho de mi destino unido a una mujer que no amare, podre tener amantes, pero seguiré sintiéndome vacío… o podría forjar mi propio destino haciendo mi vida mucho mas complicada” el pensamiento lo dejo inmóvil unos momentos, luego soltó un suspiro y se mordió el labio inferior con enojo, esa eran las cosas que simplemente le molestaban en la vida.

Sin tener nada claro aun, el Rey de hielo alzo la mirada y miro una vez mas su entorno dándose cuenta que la oscuridad comenzaba a envolver aquella ciudad tan hermosa. Una sonrisa se asomo en su cara, arrogante como siempre, y desecho todas sus dudas. Él era el mejor, el había ganado incontables cosas, entonces ¿por qué se ponía las dudas ahora? Era un idiota si creía que no podría hacer su vida sin alguien a su lado “Atobe Keigo brilla por si solo, no necesita de ningún idiota ni ninguna idiota a su lado”.

Decidido a continuar con su vida y volver a su casa para poder tomar un baño de agua caliente se dio vuelta y dio un paso, mas quedo sorprendido. Unos  cuantos metros mas allá se encontraba el emperador del RikkaiDai.

Atobe no era curioso, de hecho el no tenia que decir algo cuando ya le informaban de las cosas, mas el trato con Sanada siempre fue distinto “el me entiende por estar en la misma posición que yo” se dijo a si mismo sin quitarle la mirada de encima, ese hombre había logrado todo con sus propios métodos y a pesar de nunca ser el capitán de su equipo, ejercía su cargo con completa libertad por la enfermedad de Yukimura.

Soltando un suspiro se rasco la cabeza sin saber muy bien que hacer, mas pronto su cuerpo le respondió al empezar a caminar hacia el chico. No paro su andar hasta que este se dio cuenta de su presencia y se le quedo mirando con una mirada tan fría que le hizo temblar levemente “me encantan los retos”. Sonriendo arrogante termino de posicionarse al frente del hombre y puso sus manos sobre sus propias caderas para poder dar una mirada mucho mas dominante, pero a la vez sexy.

 

- ¿qué haces aquí Sanada?  ¿no estas muy lejos de tu reino? – preguntó con arrogancia y desinteresadamente

- es el mejor cerro para entrenar – cerrando los ojos momentáneamente soltó un suspiro y siguió elongando -  la misma pregunta va para ti Atobe ¿qué haces aquí?

-mi casa queda a tan solo unos metros de aquí Sanada – moviendo sus cabellos se pregunto por que intentaba entablar conversación con alguien tan anticuado y tradicionalista como Sanada, ese hombre nunca seria de su gusto

- no lo sabia – con un simple movimiento de manos le dio la espalda al contrario y alzo una de sus piernas y continuo con su ejercicio esperando que el contrario se fuera, mas al parecer seguía empecinado en acompañarlo - ¿se te ofrece algo?

-no… - su respuesta desconcertó a ambos chicos, mas Atobe se puso la mano sobre la frente y pensó rápido – ya que estas aquí y es una ocasión completamente nueva  ¿que te parece si me acompañas a mi casa y tenemos un partido? Seria interesante terminar con estas rivalidades de  institutos.

- ¿acaso te crees capaz de vencerme solo porque lo hiciste con un Tezuka lesionado? No me hagas reír – aunque su respuesta parecía una negativa, la sonrisa del contrario y su mirada fija en Atobe decía otra cosa - ¿a cuanto estamos?

- estamos muy cerca y podrás comprobar que soy mejor que cualquier persona en este país – dijo arrogante para luego darse la vuelta y caminar cerro abajo mientras sacaba su celular - ¿aló? Sí, llega aquí en menos de 20 minutos, voy con acompañante no te demores

- ¿siempre tienen que ir a buscarte? – pregunto con algo de desagrado por el actuar del contrario

- no siempre, pero tampoco es sumamente necesario que camine a todos lados como un plebeyo

-hmp…

 

Sin mediar mas conversación entre ambos Sanada y Atobe decidieron bajar tranquilamente el cerro manteniendo una distancia prudente hasta que la limusina se vio en la entrada del cerro. Aquello provoco una sonrisa en Atobe y un gesto descontento por parte de Sanada, simplemente el moreno no podía comprender el porque este se daba tantos lujos y no hacia cosas tan simples como cualquier otra persona.

Con tranquilidad ambos se subieron al vehículo y en un acto cordial Atobe le ofreció una toalla al chico para que secara todo su sudor mientras el se ponía una chaqueta deportiva para poder pasar mejor el frio, aunque sus piernas seguían descubiertas dejando notar lo bellas y frágiles que aparentaban ser, por lo menos así lo veía Sanada cuando poso su mirada por ‘error’.

Al llegar ambos chicos se bajaron y entraron en la mansión dejando a un sorprendido moreno que no perdió tiempo en recorrer con la mirada el espacio. Aunque ya había estado en lugares así, la mansión de Yukimura, esta rebosaba de cultura y modernismo a un punto que llegaba a gustarle.

 

- sígueme por aquí, la canchas están techadas así que frio no pasaras – informó Atobe con cierto desinterés. Su casa cada vez le parecía mas común por lo que la reacción ajena la encontraba exagerada

- esta bien, por cierto muchas gracias por invitarme hoy – haciendo una reverencia  siguió hasta la cancha a Atobe – se ve que puedes entrenar cuando gustes

-¿no tienes cancha en tu casa? – sorprendido y atónito miró al contrario mientras se sacaba la chaqueta y tomaba su raqueta - ¿necesitas una?

-siempre entreno con la mía – dijo sacando de su bolso la raqueta para luego soltar un suspiro y acercarse a la cancha – tenemos un dojo, a pesar de que mi familia esta de acuerdo con que practique y amplié mis horizontes, el llegar a tener una cancha de tenis seria desagradable para mi abuelo

- jajaja que lamentable para ti, Sanada – arreglándose el cabello se acerco al centro de la cancha y puso su raqueta en el suelo

-para nada, parte tú – dijo sin preocupaciones para acercarse a su lugar – de todos modos ganare sin problemas.

- veo que estas demasiado confiado, pero esta bien, acabas de cavar tu propia tumba.

 

Manteniendo la misma sonrisa de siempre Atobe se decidió por acercarse a su posición y sin perder tiempo comenzar con aquel partido de manera gustosa. La verdad es que jugar contra el moreno era algo que disfrutaba, ya que no era solamente bueno, sino que también demostraba una gran pasión y calculo ante todas sus jugadas “eres digno de mis respeto, Sanada”. Ampliando su sonrisa Atobe no tuvo ningún problema en comenzar un peloteo rápido.

Impresionados, ambos chicos se dieron cuenta que no era tan simple el hecho de marcar un punto, de hecho pasaban los minutos y el primer punto no se marcaba, sobretodo porque Sanada era un hueso duro de roer, “pero no todo es imposible” pensó Atobe mientras arrugaba el ceño y con fuerza devolvía la pelota hacía la esquina marcando por fin un punto.

Otro peloteo inicio y a medida que iba avanzando el partido ambos chicos comenzaban a ponerse mas serios, ya no era un partido para jugar o simplemente para calentar, sino que ahora ya era algo personal. Una lucha de egos se había desatado entre ambos chicos y esto decidiría quien de todos era mejor jugando.

Con 45 minutos de partido ambos chicos se encontraban demasiados cansados como para mantener una respiración completamente normal y las cosas no brillaban tanto para Atobe que iba perdiendo 6 juegos a 5 e incluso era punto de partido.

 

-debes comprender, Atobe, que no soy capaz de perder en estos instantes debo ganar las nacionales y para ello tengo que vencer a cualquiera que este a mi paso- con ello se puso en posición para recibir

- ¿esa es tu promesa a Yukimura? ¿sigues siendo su perro faldero, Sanada? – con su misma sonrisa de siempre saco rápidamente y comenzó el peloteo - ¡solo pierdes el tiempo siguiéndolo!

-¿perro faldero? – permitiéndose sonreír con burla devolvió todas las pelotas  que Atobe le mandaba sintiéndose extrañado de que la fuerza de este empezara a incrementar - ¡solo cumplo con mi deber! Ser el sub-capitán tiene sus precios, Atobe

-eso no quita que tu amor por Yukimura ciegue tu juego – con rapidez mando la pelota a un lugar que el hombre simplemente no pudo alcanzar – estas perdido – sin esperar mucho volvió a sacar

-¿enamorado de Yukimura? Estas equivocado –sonriendo devolvió la pelota- es solamente mi amigo de infancia

- ¿amigo de infancia? A mi no me engañas, Sanada – ampliando su sonrisa lanzo la pelota a un lugar difícil nuevamente, mas esta vez fue sorprendido – se que lo estas

-solo para dejarte contento, si, estoy considerando a alguien como posible pareja – ese mismo comentario lo sonrojo un poco, mas pronto se recupero para poder responder – pero Yukimura es solo un amigo

-… - mirándolo extrañado por un momento se desconcentro y marco su sentencia, había perdido – maldición

- no deberías preocuparte por asuntos ajenos y perder la concentración ¡tarandou!

 

Sin ninguna palabra ambos se dieron la mano y lo siguiente que paso no fue de mucha importancia. Los chicos ni siquiera conversaron, tan solo dijeron un simple ‘adiós’ cuando el auto paso a buscar a Sanada volviendo a separarlos.

Por alguna razón Atobe había quedado con un trago amargo por no saber quien era esa persona de la que se había fijado el moreno “no puede ser alguien que no conozco, Sanada vive en un entorno muy reducido” pensó mientras se iba a dar un baño para poder tranquilizar su cuerpo y mente. Había tenido un muy buen partido, uno como no había tenido hace mucho, por lo que necesitaba apaciguar su mente y corazón antes de ir a dormir y volver a su rutina de siempre.

La rutina no paraba de ser aburrida, no tenia ganas de muchas cosas ya que nadie le daba batalla en el tenis y ya no tenia ninguna emoción en su vida cotidiana, mas eso cambio cuando se dieron las finales del torneo de Kanto y vio como Sanada perdía ante un mocoso tan molesto como Ryoma “a pesar de que le ayude a ganar a ese mocoso no puedo creer que realmente haya vencido a Sanada” pensó apretando la reja con su mano mientras veía como dignamente el moreno aceptaba las medallas y aceptaba tanto burlas como comentarios sin darle importancia a nada “no debe importarte, te debe estar preocupando tu capitán ahora” cerrando un momento los ojos escucho comentarios de sus compañeros, mas no se dio cuenta de que era lo que verdaderamente decían solo se fue del lugar siendo seguido por Kabaji.

 

-Kabaji devuélvete solo a casa, quiero caminar – dijo sintiéndose un poco extrañado, mas su “amigo” no le reprocharía absolutamente nada

-si – dijo tomando todas las pertenencias innecesarias del joven Atobe y así empezar a caminar en una dirección completamente contraria.

 

Mirándolo de reojo por unos instantes, Atobe se decidió pasear por el lugar hasta que sus pies dieron con un extraño edificio, era el hospital donde se encontraba interno Yukimura.

Pensando en porque diablos estaba ahí decidió pasearse por los jardines hasta que encontró una banca completamente vacía donde podría sentarse y disfrutar de la tranquilidad de un hermoso día “dices que no estas enamorado de él, pero corres y te desconcentras por ello”. Cerrando los ojos dejo su cabeza hacia atrás y disfruto de las caricias que le daba el viento, como también lo cálido que se sentía estar bajo el sol.

Dejando pasar las horas Atobe se sintió extrañamente adormilado, no sabia cuanto podría aguantar mas sin caer rendido ante Morfeo por lo que acomodándose mejor en la banca abrió los ojos y miró al frente encontrándose con el moreno.

Iba a abrir la boca, pero no sabia que decir, al parecer las palabras lo abandonaron en cuanto vio esos ojos tristes y gesto demacrado “no es tan simple ver a tu pareja en el hospital ¿he?” fue el pensamiento irónico que cruzó por su cabeza mientras dejaba un espacio considerable para que el chico se sentara, cosa que no se demoro en hacer.

Sin mediar ninguna palabra ambos se mantuvieron en silencio y disfrutaron de la tranquilidad que se otorgaban mutuamente hasta que los sollozos de Sanada hicieron poner en alerta a Atobe ¿qué se suponía que tenia que hacer? ¿acariciarlo? ¿consolarlo? ¿abrazarlo? Todas aquellas preguntas eran tan irreales como la imaginación misma, el moreno a su lado era una roca, una piedra pulida de pura autoridad y seriedad, por lo que verlo sollozar o si quiera siendo consolado por alguien como Atobe era irrealista

 

-vamos a mi casa – susurró lo suficientemente audible para que el chico lo escuchara, aunque tampoco sabía porque lo había dicho

-¿por qué? – preguntó intentando controlar sus sollozos, pero simplemente no podía controlar las frustraciones - ¿qué haces aquí?

- no lograras nada dejándote ver como un idiota aquí – levantándose, tomo el brazo del moreno y  lo comenzó a arrastrar hacia la salida mientras marcaba por el celular y llamaba una limusina

-Atobe deja….

-¡cállate Sanada! Es obvio que no puedes pensar si te dejas ver así por tu enemigo –enojado se había frenado en cuanto le grito al muchacho, mas pronto reanudo su paso.

 

Cuando llego a la salida del hospital vio a unas compañeras de su colegio y como estas le iban a hablar, mas solo arrugo el entrecejo y afianzo el agarre de Sanada para que este no se marchara. Las chicas no se atrevieron a acercarse y la limusina no se tardo en llegar al frente suyo por lo que  ambos se subieron y el auto comenzó a andar.

Tal como la primera vez, ninguno de los dos se decidió a hablar, ambos estaban sumidos en sus propios pensamientos como para poder decir algo coherente o si quiera razonable como para dar crédito a lo que estaba pasando.

En tan solo cosa de segundos los chicos llegaron a la mansión y como si fuera un deja vu entraron y repitieron la escena, mas no se dirigieron a la cancha de tenis privada, sino que mas bien se fueron a la pieza de Atobe en donde Sanada no pudo mas que quedarse quieto en la puerta de la entrada mientras que Keigo se cambiaba la camisa ya que quería estar mucho mas cómodo.

 

-¿estarás parado ahí todo el tiempo, Sanada? – pregunto mientras terminaba de ponerse una camisa de seda – sabes que puedes moverte

-no entiendo que hago aquí – sintiéndose algo incomodo decidió moverse  y dejar su bolso en una esquina para poder sentarse en la cama

-no te sientes en la cama si estas sudado – poniendo una cara de desagrado negó con la cabeza – estas aquí para ser tu mismo

-¿yo mismo? – se acerco a una silla y vio nuevamente la cara de desagrado del niño rico. Así se repitió con otros lugares que quiso utilizar - ¡para que me invitas a moverme si no puedo utilizar ningún lado!

- deberías bañarte primero – se quejó cruzándose de brazos

-no tengo mi ropa… será mejor que me dejes ir ahora – se quejó nuevamente mientras iba a buscar su bolso

 

como si fuera sincronía Atobe tomó justo el bolso de Sanada y comenzó a caminar hacia la salida de su pieza, en un principio Sanada pensó que el chico lo dejaría irse por lo que soltando un suspiro se decidió a seguirlo encontrando la casa extrañamente vacía como para lo amplia que era.

Sin hacer ningún comentario se vio prontamente en el jardín. Aquello fue extraño ya que no recordaba haber pasado por un jardín antes de llegar a la pieza.

 

-has perdido Sanada, perdiste contra un mocoso – manteniendo su sonrisa freno su paso y se dio vuelta - ¿qué se siente emperador?

-fui demasiado confiado y creí que podría lograr algo evidentemente irreal – encogiéndose de hombros recordó todo lo sucedido – no creo sentirme del todo bien

-yo ayude a ese mocoso para que te ganara

-no lo dudo, Aotbe  ahora por favor devuélveme mi bolso – se encontraba molesto y la verdad quería estar solo por lo que extendió su mano y se acerco al contario

-Yukimura debió gritarte, debió dejarte en un segundo – manteniendo su postura arrogante negó un par de segundos con la cabeza – eres patético Sanada

- ya te dije que no estamos juntos Atobe ¿por qué eres tan insistente? – preguntó frenándose cuando quedo a unos centímetros del chico, mas aun no tomaba su bolso

- porque intentas engañar mis ojos y eso es impensable- con un gruñido dejo el bolso en el suelo – además es tan divertido poder burlarme de tu patética vida

- solo porque la tuya sea patética no puedes decir que la mía lo es

 

Abriendo los ojos sorprendido ante la respuesta del moreno frunció el ceño y apretó los puños con molestia, después de todo no siempre lo trataban como idiota y es por eso que dándole en la razón se decidió por empujar a Sanada provechando que estaba cerca de la piscina. Era su método de que aprendiera la lección y para ello iba usar su mejor sonrisa, mas no se dio cuenta que el moreno también tenia su plan y pronto se vio sujetado por uno de los brazos.

Inevitablemente ambos cayeron dentro del agua, uno mas sorprendido que el otro. Atobe pataleo para que lo soltara, no quería sentirse mas humillado de lo normal “diablos, maldito Sanada” pensó torciendo la boca en son de desagrado y aguantando la respiración lo mas que podia, mas la cercanía con el contrario le estaba empezando a causar estragos en su mente “¿me estoy enamorando de alguien como él?” ese pensamiento lo asusto un poco y como muestra negó con la cabeza varias veces antes de volver intentar separarse y regresar a la realidad. Mas su cuerpo y mente no querían eso, por lo que su fuerza fue nada comparado con lo que ocupaba Genichiro a la hora de poder atraerlo mas hacia su cuerpo hasta el punto de abrazarlo por la cintura.

No paso mucho tiempo antes de que Atobe, sorprendido, sintiera los labios del contrario.

El contacto fue sorpresivo, pero no podía negar que se sentía bien “demasiado bien para mi gusto… es un hombre, es inferior y anticuado” pensó confundido intentando encontrar la respuesta en los ojos ajenos, mas estos no estaban a la vista ya que Sanada al parecer prefería mantener ese contacto en su memoria a través de las sensaciones y no miradas “maldito Sanada” con un movimiento rápido elevo a ambos cuerpos y expreso su descontento separando ambos labios, mas no se podía apartar de los brazos ajenos, era como si su cuerpo le reclamara a su conciencia el que pensara tanto y por ende ellos se dedicarían solamente a gozar.

 

-¿por qué hiciste eso? – manteniendo el ceño fruncido escucho los ladridos de su perro por lo que se separo rápidamente del contrario y vigilo que nadie viniera - ¿no te das cuenta donde estas?

-tu me invitaste Atobe, tu me preguntaste y ahora te quejas por lo que hice – nunca había demostrado sus sentimientos de tal manera, además de que se sentía incomodo mas no iba a dar marcha atrás e iba a seguir con su pensamiento firme

- pregunte quien te gustaba, no si me podías besar – se quejó negando con la cabeza frustrado, odiaba cuando no tenía el control de las cosas – no confundas las cosas Sanada

- se que te gusta Tezuka, Atobe, pero tampoco estoy confundiendo las cosas – acercándose a la orilla salió de la piscina y tomo su bolso – si aun no te queda claro, quien me gusta no es Yukimura sino que es el capitán de Hyotei

- ¿qu-que? – mirándolo sorprendido salió rápidamente de la piscina sin importarle su ropa – déjate de bromas

-para tener una visión privilegiada eres bastante ciego- con una sonrisa de autosuficiencia se acomodo el bolso e hizo una leve reverencia – muchas gracias por la invitación ya me voy

-… - mirando hacia abajo unos momentos movió rápidamente sus ojos como si los pensamientos lo invadieran – espera, ¿por qué llorabas entonces?

-¿no es obvio? Un amigo de la infancia es como un hermano – bajó la mirada y soltó otro suspiro – confundí tus sentimientos porque te preocupaste por mi Atobe, siempre has sido de mi interés por lo que te exijo que dejes de buscarme, deja hacer mi vida tranquila y ya no tendremos problemas, nuestro partido tendrá lugar en otro momento

 

Dejando con las palabras en la boca a Atobe, Sanada decidió marcharse sin importar mojar todo a su paso ya que de seguro podrían solucionarlo rápidamente con tantos empleados en la mansión.

Por su parte Atobe aun seguía quieto. Pronto vio como le extendían una toalla y casi por inercia la tomo. Negó ante el ofrecimiento de la cena y se fue directo a su cuarto. Muchas veces le habían dicho que lo amaba, Atobe era un chico codiciado y hermoso es por eso que no se sorprendía de tener tanto hombre como mujeres detrás suyo, mas nunca pensó que precisamente el emperador estaría detrás suyo.

Una pequeña sonrisa cruzo por su rostro y como si no fuera nada comenzó a pasearse por su cuarto pensando en las infinidades de posibilidades que le ofrecía Sanada ‘pero por sobretodo te gusto ese beso’ esa voz molestosa que nunca lo contradecía en nada apareció haciendo lo impensable ¿a él, a Atobe Keigo, le gusto el beso? Eso tenía que ser una broma ‘muchos labios te han tocado Keigo y no has pensado en ninguno como si fuera de mucha importancia’ gruñendo se fue a dar un baño y decidió dejar de pensar en ello.

El resto de la tarde la había pasado relativamente tranquilo, todo se había tranquilizado y su mente dejo de hacerle malas pasadas, aunque en ocasiones recordaba el beso del moreno y se ponía a pensar en como seria seguir adelante con él “evidentemente yo tendría que estar abajo…. Pero no suena tan…” freno su pensamiento y trato de olvidarlo para poder continuar con el peloteo que intentaba mantener. A cada segundo que pasaba su entrenamiento servía menos y sus manos se volvían mas torpes de lo normal.

Ya siendo las 10 de la noche se dio cuenta de que no podría seguir practicando sin fallar en los golpes por lo que enojado soltó la raqueta y llamo a su mayordomo para que le preparara vehículo. Tenía que ir a una casa ajena en ese momento, pero sin que le preguntaran.

Cuando estuvo en aquella casa volvió a gruñir de frustración, no podía creer que realmente estuviera ahí, que buscara a un ser inferior, que le interesara un hombre anticuado sin conocimiento de la tecnología ni de nada parecido a lo contemporáneo. Obviando todos esos pensamiento por que algo en su interior decía que no era muy importante “si claro, no es muy importante… dímelo después de dos días” se acerco a la puerta y toco el timbre esperando que le acogieran.

Luego de unos segundos una bella dama abrió la puerta dejando a Atobe impresionado, no sabia que Sanada tendría una madre tan hermosa, aun así se presento con toda la educación y elegancia que poseía y posteriormente se adentro en la casa esperando encontrar el cuarto del moreno. La verdad es que nunca había estado ahí, por lo que se sentía un poco fuera de lugar, fuera de territorio conocido.

 

-Genichiro, tienes visita – la suave voz de la mujer hizo saltar a Atobe, el ni siquiera lo llamaba por su nombre “¿entonces porque?”

-¿visita? Madre ¿a esta hora? – asomándose, Genichiro mostraba una ropa tan simple como pantalones de tela y una camisa color blanco, traje que para Atobe era muy común - ¿qué haces aquí Atobe? Debes irte.

-¡Genichiro! No seas mal educado – con el ceño fruncido obligo a su hijo a acercarse – invítalo a tu cuarto… ¿te quedaras a dormir?

- no yo… hmmm si – sonriendo suave  y fingiendo simpatía el chico miró con autosuficiencia a Sanada

- no sabes en lo que te estas metiendo

 

Sin mayor palabras ambos chicos entraron en el cuarto dejando a un desencajado Atobe mucho mas preocupado, estaba a punto de salir corriendo y olvidar todo lo que se había propuesto esa noche, mas sus piernas seguían clavadas en el piso como si fuera una estatua.

 

-¿te quedaras ahí todo el día? – con una ceja alzada se sentó en una de las sillas - ¿qué haces aquí Atobe?

- yo… - frunciendo el ceño se fue a sentar en la cama cruzando sus piernas – quiero entenderlo

-no hay nada que entender – corriendo la vista apretó sus puños – no puedes quedarte y lo sabes

-tu no me das ordenes Sanada – parándose algo coqueto se dirigió a donde estaba el anfitrión y su sonrisa asusto a Sanada -  y si tengo que entenderlo, pero para hacerlo necesito que colabores.

 

Sin esperar algún comentario o respuesta por parte del moreno volvió a besar los labios del contrario. Esta vez no era uno tan simple, ni tampoco era un contacto tan suave como el primero. Este beso era mucho mas pasional y exquisito para ambos, los chicos se dieron cuenta que sus bocas encajaban perfectamente y  se movían en sincronía haciendo de aquel beso algo tan exquisito como el mejor de los manjares existentes.

Atobe, quien no tenía cabeza ya para poder darle una solución lógica, tomó por los hombros al moreno y en un acto rápido lo llevo hasta la cama en donde se quedo encima de este “al menos puedo tener el dominio de lo que yo quiera” pensó manteniendo su sonrisa arrogante.

Saltando de sorpresa sintió las manos fuertes en su espalda y pronto una lengua se pasaba por su cuello ‘cavaste tu propia tumba Atobe’ susurro Sanada haciendo que Keigo no pudiera mas que ampliar su sonrisa y disfrutar de aquellas sensaciones “claro que no la he cavado, es mas solo estoy subiendo al cerro mucho mas rápido” mordiéndose el labio inferior llevo sus manos a la camisa del contrario y comenzó a desabrocharla para poder tener mejor contacto, incluso su cuerpo comenzaba a rozarse contra el emperador para poder sentirse mucho mas excitado.

 

- Alto… no podemos – el cuerpo de Sanada se detuvo y obligo al contrario a separarse – es inapropiado

-¿qué? ¿a que te refieres con inapropiado? – pregunto abriendo los ojos con sorpresa mientras maldecía a la voz que lo obligo venir a este lugar, nunca nadie lo había rechazado, de hecho todos lo buscaban a él.

- es la casa de mis padres, tu no deberías estar conmigo y esto no debería pasar – dijo dudoso mientras intentaba parecer serio

- la única razón que encuentro razonable es lo de la casa y para ello existe solución – acercándose lo que el otro se separo mordió suave su oreja – vamos a mi hogar o a un motel

-¿un motel? – escandalizado se removió un poco – no  podemos, Atobe yo no soy así

-¿entonces que? – ahora si que se estaba arrepintiendo de soportar esta humillación

-ni siquiera estamos en una relación, aun así solo tendríamos que esperar para ver si compaginamos… esta situación entre hombres es complicada, además mi familia….

-no me importan ellos, estoy aquí por ti – dijo molesto tomándolo fuertemente de los hombros, no se le iba a escapar – nadie me rechaza Sanada

-entonces hagámoslo a mi modo – comento serio también – nadie cambiara mi estilo de vida porque se le da la regalada gana, Atobe

-¿esperar años solo por un  revo…. – se quedo callado ante la mirada fiera de su compañero por lo que solo desvió la mirada y se mordió el labio – esta bien, pero que sepas no soportare mucho

- es increíble que te haya convencido – sonriendo suave le tomo de la cara y beso – probaremos esta extraña relación entonces

-pero ocuparas teléfono celular – aun manteniendo su posición de rey se quedo sentado sobre el moreno y sonrió satisfactoriamente haciendo un pequeño movimiento de pelvis- ¿no Sanada?

-que… tsk… Atobe – con el ceño fruncido sopeso el problema de tener un teléfono celular, mas ya era hora de entrar en ese mundo, sobretodo si iba a poder tener al rey para si – esta bien pero quítate

-hmmp así me gusta, perro faldero – metiendo la mano a su bolsillo saco un celular para entregárselo – es simple, sabrás manejarlo

- ¿lo tenias planeado? – sorprendido vio el celular y lo comenzó a inspeccionar - ¿cómo sabré ocuparlo?

-sabia que hoy no me iría con una negativa – quitándose de encima se quedo sentado con la espalda apoyada en la muralla viendo como el otro hacia lo mismo – ya que hoy no tendremos sexo te enseñare

-Atobe no digas eso – un tanto sonrojado  entrego de mala gana el celular y soltó un bufido – estamos en mi casa, compórtate

-lo que digas… por lo demás es Keigo, Genichiro – ampliando su sonrisa prendió el celular

-esto será demasiado largo –manteniendo una débil sonrisa comenzó a escuchar las explicaciones ajenas.

 

Atobe aun se sentía raro, no podía negar que todo aquello había sido demasiado precipitado para si, de hecho tenia miedo de que todo acabara tan mal  y el lastimado fuera él y no el moreno, mas sabía que el hombre a su lado no sería capas de hacerle el daño suficiente como para que no tuviera reparación. Simplemente Atobe lucharía para poder dejar de sentirse vacío y poder encontrar aquello que le hacia falta, aquello que hacía mejor a Tezuka.

Soltando un suspiro se acomodo mejor en la cama empujando al contrario y se dispuso a dormir, quizás esa noche no necesitaría satisfacer su cuerpo, el hombre era tradicionalista puro, pero de seguro si lograría hacer que Genichiro cayera en su red e implorara por aquel acto tan satisfactorio, después de todo era Atobe Keigo quien se lo estaba proponiendo y por ende nada podía salir mal en ese momento.

Notas finales:

well

aqui terminamos por el dia de hoy

no tengo mucho que agregar, se que he perdido a muchos de los que me leian pero pronto volvere con mas. todabia tengo que actualizar a mis otros dos amores que no olvido asi que esten atentos.

los quiero a todos, independiente de OTP (?)

se me cuidan, les mando un abrazo, un beso.

 

bye bye

Zack Engel


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