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Fruto de amor por amorosa

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Notas del fanfic:

Hola!!

Hace mucho que no escribía así que no sean muy duros conmigo, porfavor.

Sin más, espero les guste.

 

-Feliz aniversario, mi amor-dijo con gran entusiasmo un guapo y atractivo joven de cabellos azules y ojos turquesas.

 

-Feliz aniversario, Milo-respondió apenas. La verdad es que no estaba de muy buen humor que digamos, eso y sumado a la preocupación que tenía, era lógico que no quisiese ni siquiera celebrar su propio aniversario.

 

-Camus, ¿Qué pasa? Has estado actuando muy raro estas últimas semanas. Pensé que celebrar nuestro aniversario te alegraría, pero veo que me he equivocado-dijo molesto, levantándose de golpe para salir de la casa. Necesitaba pensar, estar solo y tranquilizarse.

 

-…-Vio cómo su esposo se marchó pero no le importó pues sabía que cuando el enojo se le pasara, volvería.

 

Se quedó ahí, en silencio, solo, meditando, pensando en cómo le daría la noticia a Milo; la verdad era que nunca habían hablado sobre tener hijos, claro que estaban casados pero ese tema jamás lo habían tocado por lo que estaba tenso, preocupado y nervioso, porque… ¿Qué pasaría si Milo le decía que no quería ningún hijo? ¿Qué lo perdiera?.... NO, de solo imaginarse eso le daban escalofríos y las lágrimas se acumulaban en sus hermosos ojos…

 

-Es preferible no decirle nada...-susurró para sí.

 

-No decirme qué, Camus

 

-¡Hay!, Milo, me asustaste. No me había dado cuenta de que ya habías regresado-dijo intentando cambiar de tema.

 

-No me cambies de tema y dime de una buena vez lo que sea que me estés ocultando!!-exclamó al mismo tiempo que se iba acercando a su amado francés.

 

-N-No es nada

 

-Ese “No es nada” no me convence. Te conozco muy bien y sé que estas mintiendo…-dijo preocupado. Tomó entre las suyas las manos de Camus e hizo que lo mirara directamente a los ojos, notando al instante que una inmensa tristeza y preocupación embargaban a su amado ángel.-Vamos, ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que te preocupa?

 

-Milo…yo… yo…-lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas-…yo… estoy embarazado…-susurró entrecortadamente, sintiendo que el tiempo se había paralizado cuando lo dijo, bajando la cabeza, esperando a lo que fuera que el bichito le fuera a decir.

 

-…-El griego no contestó, se quedó ahí callado, procesando lo que acababa de escuchar; no reaccionó sino hasta que sintió que Camus apartaba sus manos de las suyas.

 

-Camus, mi amor, no sabes lo feliz que me haces…. Vamos a ser PAPÁS!!-gritó feliz, sujetando con fuerza las manos del acuariano, impidiendo su escapatoria, acercándolo a su cuerpo, abrazándolo suave, tiernamente, sintiendo como el llanto de su esposo desaparecía.

 

-Milo, no sabes lo triste y angustiado que estaba al pensar que tal vez no querrías a nuestro bebé y que me dirías que lo perdiera…-no pudo continuar pues un dedo selló sus labios y le ordenó que callara.

 

-Camus, ¿Cómo pudiste pensar eso? Si yo te amo y estoy inmensamente feliz de poder formar una familia contigo.

 

-Milo, estoy seguro que vas a ser un buen padre-dijo mocionado, feliz.

 

-No, Camus, VAMOS a ser buenos padres-corrigió mientras tomaba entre los suyos los labios de su amado niño.

 

Sin separarse del beso, lo tomó entre sus brazos y lo llevó a su habitación, depositándolo con cuidado sobre la cama, observándolo fijamente tras separarse de sus adictivos labios.

 

-Bueno, mi amor, tienes que descansar y comer bien para que nuestro bebé crezca fuerte y sanito. Ahorita mismo voy a prepararte algo y…

 

-Milo, no es necesario, lo único que quiero es que te quedes aquí conmigo y que me hagas tuyo-pidió decidido.

 

-Pero y si te lastimo y le hago daño al bebé… No, mejor lo dejamos para dentro de unos meses cuando nuestro hijo o hija ya haya nacido.

 

-Yo sé que no nos lastimaras porque nos amas…-susurró de forma sensual y provocativa, poniéndose de pie y acercándose peligrosamente al escorpión que por más que intentaba resistirse y alejarse, simplemente no podía; hace ya cinco años que había jurado amar a ese hombre frente a él y hacerlo feliz y si eso era lo que quería pues bien, él lo complacería en todo de ahora en adelante.

 

-Vamos, amor…-susurró en su oído, mordiendo el lóbulo de su oreja en el proceso.

 

-Vaya, sí que estas muy apasionado hoy-comentó con tono pícaro, tomándolo de la cintura, acercándolo a su cuerpo para que sintiera su creciente erección.

 

-¿Así? Y yo que ni me había dado cuenta-dijo con una sonrisa que los mismos dioses envidiarían, desabrochando el pantalón del bichito, bajándolo de golpe, arrodillándose ante él y quedando a la altura del miembro de su amado. Lo miró directamente a los ojos una última vez antes de abrir su boca y engullir por completo aquel palpitante trozo de carne, saboreándolo y chupándolo como si del más dulce de todos los caramelos se tratara, escuchando los gemidos y jades entrecortados de Milo, quien se retorcía de placer y se apoyaba a la pared lo mejor que podía para no caerse pues sentía sus piernas flaquear. Unos minutos después Camus sentía su boca llena con la agridulce esencia de su marido.

 

-¿Te gustó?-preguntó de forma traviesa.

 

-¿Acaso no fue obvio?... ven…-le dijo al mismo tiempo que lo ayudaba a levantarse y lo cargaba, dirigiéndose a la cama, depositándolo sobre ella con delicadeza, boca arriba, observándolo detenidamente antes de atacar de nueva cuenta sus labios, introduciendo su lengua, despojándolo lentamente de sus ropas, recorriendo su suave piel en el proceso…  Sin siquiera darse cuenta terminaron completamente desnudos, besándose y acariciándose con abandono sobre las sábanas, tomándose su tiempo en sentirse mutuamente, teniendo todo el cuidado del mundo de no lastimar a su bebé.

 

-ahhh Milo-gimió tras sentir en su pequeña entrada un lubricado dedo que se movía en círculos, dilatando y tanteando, tratando de encontrar su centro de placer.

 

-ahhhhhhhhhh… más…-gritó cuando su sensible próstata fue atacada por ese decidido dedo.

 

-¿Estás listo, amor?

 

-Sí, más listo que nunca…ahhh-un gemido escapó de su garganta, Milo acababa de entrar en él de una sola estocada.

 

-¿Estás bien? ¿No te lastimé, verdad?

 

-Estoy bien… solo dame un minuto…-pidió tratando de relajar su cuerpo.

 

Uno, dos, tres… Algunos segundos pasaron hasta que el mismo acuariano fue quien movió sus caderas, iniciando con el vaivén, con movimientos suaves al principio pero que conforme pasaba el tiempo iban aumentando de velocidad y profundidad, llevándolos a ambos a tocar el cielo con las manos. Unos cuantos movimientos más y les fue imposible contenerse, ambos se vinieron al mismo tiempo; uno manchando el abdomen y el otro bañando las entradas de su amado.

 

Completamente rendidos de cansancio cayeron sobre la cama, uno al lado de otro, respirando agitadamente, tratando de regularizar el agitado ritmo de sus corazones, relajando sus cuerpos y disfrutando de los últimos estragos de la pasión.

 

-Te amo, Milo-acurrucándose en el fuerte pecho del bichito- me siento realmente pleno después de haber sido uno contigo y también por saber que vamos a tener un bebé, fruto de nuestro inmenso amor.

 

-Yo también estoy muy feliz, mi amor… Te confieso que no veo la hora en que nuestro baby nazca…

 

-mmm… vas a tener que ser muy paciente porque 9 meses no se pasan tan rápido que digamos.

 

-Sí, creo que tienes razón… Te amo-le dijo, dándole un último beso antes de caer profundamente dormido.

 

-Descansa, mi vida-susurró al mismo tiempo que cerraba los ojos, sintiendo el corazón de Milo latir normalmente, sintiendo el calor y el olor de su cuerpo. Sonrió dejándose caer en los brazos del Dios del sueño.

 

***

 

Dos años después…

 

-Papi Milo, cómprame ese juguete-pidió señalando una de las muñecas de Monster High.

 

-Está bien, mi niña…-contestó, comprándole la mentada muñeca que por cierto le costó un ojo de la cara. A decir verdad se acababa de gastar todos sus ahorros, pero no le importaba porque ver a su hija feliz era una gran satisfacción.

 

-Gracias papi-dijo mientras salía corriendo en dirección a su otro padre.

 

-Papi Camus, mira la muñeca que mi papi Milo me compró

 

-Oh, está muy bonita, mi cielo…

 

-Papi, me puedo ir a jugar con Yushara (hija de Aioria y Shaka)?

 

-Sí, ve con cuidado-le recomendó un poco preocupado.

 

-Camus, eres muy sobreprotector…-oyó que le decían en su oído. Unos brazos lo rodearon por atrás.

 

-No, no es eso, es solo que…

 

-¿Ves que si eres muy sobreprotector? Vamos, tienes que dejar que crezca como es debido. Siempre estaremos ahí para ella, pero no siempre vamos a estar controlando su vida. Déjala que experimente cosas, que socialice y conozca a la gente, eso le va a ayudar mucho cuando sea más grande.

 

-Sí, creo que tienes razón…-contestó, dándose la vuelta tan solo para encontrar los adictivos labios de Milo, darle un beso y seguir ahí juntos, disfrutando de sus vidas, de los tiempos de paz y de ver crecer a su hermosa hija.

 

 

Fin


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