Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Espinas del corazón por Musha

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Fic escrito para apoyar a este par de Caballeros muy subestimados por el fandom al punto de preferir unos INVENTADOS por una fan como Manigoldo y Albafica. 

Desde mi humilde lugar, rechazo a los personajes de LC por ser meras copias físicas de los personajes originales creados por Kurumada. 

Se levantó de la cama sin cubrir su desnudez, nunca había sido pudoroso y menos aún se avergonzaría de exhibir su cuerpo del que se sentía sumamente orgulloso. No por nada, era el caballero dorado más bello de todo el Santuario.  Su crueldad y frialdad eran comparables sólo con su belleza, testimonio de ello eran las sabanas manchadas de sangre que manaba del cadáver de la mujer con quien había pasado la noche y que todavía permanecía allí con los ojos en blanco.

 

— ¿Otra más? Si sigues así dejarás sin prostitutas al pueblo. —Exclamó divertido el de ojos rojos.

 

—Siempre habrá alguna perra para calentar tu cama Death Mask. ¿Qué buscas en mi templo a esta hora?—Retrucó de inmediato con sequedad, sin estar verdaderamente molesto por la irrupción en su recámara. 

—Voy a ver al Patriarca, pero creo que no se molestará si llego un poco tarde. — Le respondió sonriendo con malicia y devorándoselo con los ojos.

 

El otro le devolvió el gesto de igual forma. Se entendían a la perfección. Eran tan parecidos. Dos asesinos declarados aunque diferentes en sus métodos.  Al caballero de Cáncer le gustaba llamar la atención. Le gustaba ser temido. No había alma en los alrededores del Santuario y más allá, que no supiera de la existencia de aquel malvado ser.

En cambio, el sueco había aprendido a ser discreto en extremo. Si bien era cierto que pasaba las noches con  rameras del pueblo que por lo general desaparecían misteriosamente,  nadie se enteraba de aquello. Nadie además de un igual. Con él no se molestaba en disimular, porque Death Maks era igual o peor que él mismo.

 
 —No te das por vencido ¿verdad? Sabes que no me interesa tener nada contigo. No hay nada que puedas darme que me interese.

 —Pero sí te entregas a él sin reparo. No dudas en darle todo si así te lo pide.

 —Por supuesto. Saga tiene el poder, y yo saco provecho de eso. Tú no eres más que un simple caballero. Además—agregó con dulzura espantosa, rodeándole  el cuello con los brazos— Harías exactamente lo mismo, ¿o me equivoco?—susurró sensualmente en los labios del otro sin tocarlos.

 No obtuvo como respuesta más que otra sonrisa retorcida. Entonces, Afrodita se alejó cubriéndose con una corta túnica, dando por terminada la conversación.

 

*************************************

 

Death Mask  siguió su camino pensando en las sensaciones que le despertaba el hermoso caballero. No era amor. No había en su  duro corazón lugar para ese sentimiento, ni tampoco lo deseaba. Consideraba que alguien de su rango no debía permitirse esa clase de debilidades.

 

Quizás era atracción física, porque no podía negarlo, ese hombre era extremadamente hermoso. Sus rasgos delicados contrastaban con su carácter imponente y seguro. Además,  Afrodita  no era capaz de sentir afecto más que por sí mismo, exactamente como él.

 Pero imaginarlo en brazos de Saga le causaba repulsión. Afrodita no se fijaría jamás en él, eso lo tenía muy claro, pero eso no significaba que le dejaría hacer lo que quisiera.

Hacía tiempo que venía pensándolo, y ahora lo había decidido: no permitiría que Saga pusiera un dedo más en el cuerpo del joven de cabello celeste.


Postróse  delante de su superior al llegar ante él. Su mente repetía las palabras que había ensayado en soledad. Él no le temía, pero tampoco le convenía enfrentarse con el que se había apoderado del Santuario.

 

— ¿A qué debo tu presencia Caballero de Cáncer?— Preguntó con impaciente  dureza.

 

—Deseo hacerte una propuesta que de seguro te interesará. —Explicó irguiéndose.

 

— ¿Una propuesta, dices? Habla claro, y no me hagas perder el tiempo. — Exigió autoritario, ya harto del tono  provocador del albino.  

—Sé que el viejo maestro de Libra habita en China, y  que se rehúsa a venir hasta el Santuario desobedeciendo tus llamados. Es claramente un traidor. Por eso te estoy ofreciendo mis servicios para eliminarlo. ¿Qué dices?— Le propuso apretando los puños con ansiedad, gesto que contradecía su semblante despreocupado y arrogante.

 

—Suena interesante, pero.... ¿qué tendría que darte yo a cambio de tu trabajo? Te conozco bien, algo pretendes.

 

—Bien piensas, no lo hago por gusto.  A cambio de mi labor quiero que no busques más a Afrodita. Básicamente que lo ignores. Doy por hecho que no te costará nada, ya que puedes tener a quien quieras, ¿o me equivoco?— Respondió insolente, con  voz seca. Sus ojos bermejos rebrillando.

 

Una sonrisa siniestra que el otro no pudo ver por estar cubierta por aquella mascara de neutras facciones. Así que le estaba poniendo condiciones, muy osado de su parte. Debía admitir que el  caballero de la Cuarta Casa era sin duda muy valiente, o muy estúpido.

De todas formas, la oferta era bienvenida, el Caballero de Libra representaba un enemigo en potencia, y no rechazaría la oportunidad de deshacerse de él.

 

—Muy bien, acepto tus términos. Hay razón en tus palabras. En este momento debemos cubrir todos los flancos de batalla. Pero, no creas que el triunfo que hoy has conseguido, se repetirá. — Advirtió  ronco dando por concluida la breve entrevista, pues sabía que la osadía del italiano no llegaría al extremo  de ignorar su amenaza.

 

No respondió. No era necesario. Había logrado su voluntad, mas sin embargo no podía darse el lujo de pensar que habría una próxima vez. Nadie le garantizaba que en un futuro, Saga no olvidara su reciente pacto.  Porque el que tenía en frente era perverso y las mentes carentes de principios,  ignoran los contratos establecidos en nombre del honor.

 

Inclinóse levemente antes de abandonar el recinto, caminando con paso seguro y la cabeza en alto. Visitaría al Santo de las rosas para confesarle su pecado. Estaba consciente del odio del que sería merecedor, pero eso no significaba nada en comparación de lo obtenido. 

Venganza. Una dulce venganza por ser despreciado. Por el sueco tener  regalías que él jamás tendría.

Castigo para él, y para sí mismo, porque no tenía nada que darle, ni amor, ni poder, ni paz.

 

Notas finales:

Gracias por leer


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).