-Ya hemos llegado.-
Chang Min pronunció aquellas palabras cuando la camioneta se había detenido. Con cuidado deslizó el gorro que traía cubriendo su corto cabello oscuro y lo dejó olvidado al costado de su cuerpo. Se quedó mirando por unos breves segundos en el reflejo que le devolvía la ventana, aprovechando lo oscuro del vidrio que impedía a las fans observarlo y tener su último respiro de paz.
Pero más allá de cualquiera de sus pensamientos con respecto a la nueva vida que comenzaría en el servicio militar, notó el otro reflejo que lo acompañaba, ese que mostraba una mirada triste y decaída.
Se giró para encontrarse de frente con aquella persona que durante todo el trayecto hasta el pabellón se había mantenido en silencio y ahora esquivaba su mirada.
-¿Qué sucede?- preguntó al fin Chang Min. Apoyando su espalda contra el asiento y extendiendo su mano hasta acariciar con suavidad la mejilla del más joven, consiguiendo que de esa forma lo mirara con los grandes ojos aguados. –Oye… ¿Qué pasa? ¿Vas a llorar?- con su clásico tono, torció una pequeña sonrisa, pero se preocupó al no recibir una respuesta. –Yah, Min Ho…-
El integrante de SHINee sonrió con cierto pesar en respuesta y negó con su cabeza, pasando sus manos por su rostro. Frotó sus mejillas y sus ojos en unos segundos para intentar despejar un poco sus pensamientos antes de curvar más sus labios.
-Lo siento, hyung. Estoy siendo el más dramático de todos. ¿No es así?- su tono de voz intentó aligerarse con una pequeña risa, aunque a los oídos del más grande sabía que solamente estaba fingiendo. –Vamos ya, tus fans te están esperando.-
Se escapó de la mirada del mayor e intentó abrir la puerta, pero antes de que pudiera hacerlo la mano de Chang Min se había posado sobre su muñeca, deteniendo por completo sus movimientos.
-¿Hyung…?-
La voz de Choi se fue apagando a medida que el perfecto perfil de Chang Min se le iba acercando, quedando a tan sólo unos centímetros de su boca, acorralando por completo su cuerpo contra el blando asiento de la camioneta.
-¿Me vas a extrañar, Minnie?-
Fue una pregunta sencilla, pero que hizo que el menor frunciera apenas sus cejas. Intentó pronunciar alguna palabra, pero la cerró de inmediato con un dolor punzante que atacaba su garganta, cortándole la respiración. Sabía que estaba por llorar y no deseaba hacerlo delante de él.
En un movimiento desesperado y necesitado de callar las preguntas que pudiera hacerle, rodeó con sus brazos el cuello del más alto, terminando aquella distancia que existían entre los labios de ambos.
Un beso pausado, lento, en donde sus lenguas se encontraban y sus bocas se acariciaban. Con sus manos aferradas al cuerpo del otro mientras que sus respiraciones se mezclaban en los sutiles sonidos que producían sus labios. Un momento íntimo que sabían no podrían volver a compartir en un buen tiempo.
Chang Min sintió las lágrimas que descendían por el rostro de Min Ho y no se detuvo. Simplemente apoyó su mano sobre esas mejillas y siguió repartiendo cortos besos, susurrando sutiles promesas antes de abrazarlo con fuerza. Porque por más que él no lo expresara como su dongsaeng, también percibía su corazón pesado y latiendo con fuerza.
-Espérame… ¿Está bien?- le susurró en el oído, consiguiendo un corto asentimiento de su pareja.
Se mantuvieron unos minutos así, tan solo creyendo en las palabras del otro hasta que un sutil golpe en la ventanilla le anunció que ya no podían posponer más aquel momento. Era hora que el Dong Bang Shin Ki partiera.
Se miraron de nuevo y con un último beso en sus labios se separaron. Chang Min abrió la puerta y abandonó el pequeño refugio que significaba la camioneta de los vidrios oscuros. De inmediato los flashes y gritos de las fans se hicieron escuchar, dejando a Min Ho en un segundo plano mientras que el mayor se iba alejando con lentitud.
Dos años sin él, dos años donde apenas podrían verse y estarían siempre acompañados de personas, dos años donde Chang Min no podría consolarlo en sus caídas y donde Min Ho no podría verlo crecer, dos años donde aquella frágil relación se pondría a prueba.
Su corazón dudó por unos segundos, pero cuando levantó su cabeza a ver el perfil lejano de su pareja, notó cómo en medio de la multitud Chang Min lo estaba mirando, con aquella sonrisa torpe y la asimetría de sus ojos, con esa mueca donde le susurraba que todo estaría bien.
Inevitablemente sonrió y avanzó hacía él. Todo iba a estar bien.