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40 segundos por sunshinebunny

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Notas del fanfic:

Todos los personajes pertnecen a Oda

40 segundos

 

 

 

El pequeño aro metálico que se le estaba ofreciendo era algo que realmente no esperaba, para Sabo las formalidades siempre habían estado de mas, el moreno sin embargo siempre había sido mucho más detallista de lo que habría cabido esperar; Al menos siempre lo era con él.

Las manos de Ace sudaban ligeramente desde hacia unas cuantas horas, había estado preparando el momento meses antes de que siquiera consiguiera el anillo, lo había visto en una vitrina por casualidad cuando caminando por el centro de la ciudad en dirección al transporte público aquel objeto había llamado su atención, algo en el le había hecho detenerse al instante, sabía que su novio no era una persona que usase joyería y él mismo tampoco solía portarla pero al ver la pequeña alianza exhibida de aquella forma a juego con las argollas de matrimonio algo le había retenido frente al mostrador iluminado en una noche, como muchas otras, donde cansado del trabajo no quería pensar en otra cosa que no fuera llegar a casa, aquel objeto sin embargo le había dejado plantado frente a la tienda por unos buenos 40 segundos, tiempo que le había tomado decidirse por lo que quería, en realidad era algo que siempre había querido y probablemente si no lo había pensado antes era porque estaba tan seguro de que el rubio seguiría a su lado de por vida que no lo había pensado necesario pero ahora que la idea se había metido en su cerebro no descansaría hasta obtener lo que quería y ahora que acababa de proponérsele a la persona que amaba a pesar de que creía estar seguro de la respuesta del rubio cada segundo de silencio era como una tortura.

El cerebro del pecoso trabajaba a tiempo extra, querría que el otro se apurara a decir que si o que no en lugar de estar viendo la pequeña cajita blanca en la que había puesto la alianza de oro que se interrumpía solo en el centro de la misma por un pequeño brillante que parecía no tener relieve, cortando la delicada circunferencia del anillo por el centro para hacerle hermosamente imperfecta, tal como su novio y, quería pensar, futuro esposo, quizá había sido aquel detalle el que más le gustara de la joya que tanto trabajo le había costado obtener pues para cuando juntase el dinero suficiente para comprarla la joyería donde la había visto la primera vez había desaparecido, o bien, quizá no lo había hecho pero el letrero de "Cerrado" pendía de manera ominosa sobre la puerta, pensando que aquello solo era una coincidencia había regresado a la tienda al día siguiente y al que le seguía pero el mismo letrero funesto parecía estar mofándose de él en cada ocasión, incluso había puesto una excusa para salir a solas en su día de descanso a una hora más temprana de la habitual y ahí estaba el estúpido letrero nuevamente, Ace realmente habría disfrutado de romper la maldita ventana y robarse las alianzas en ese punto pero el anillo de exhibición había sido cambiado hacia algunas semanas y no estaba muy seguro de poder hallarlo en el interior de la tienda sin la ayuda de algún empleado antes de que llegase la policía; Al final había pasado dos semanas recorriendo las joyerías cercanas en busca de el modelo que el quería, había bastantes similares pero era demasiado necio y testarudo para dejar las cosas por la paz y conformarse con algún otro modelo similar, si había esperado más de 5 años sin meterse con nadie más cuando su novio desapareciera en el siniestro que le causara la cicatriz que portaba en el rostro podía bien pasarse unas cuantas semanas buscando un anillo.

Le gustaba aquella cicatriz, la odiaba por recordarle que en aquel entonces no había podido protegerle pero le gustaba pues era parte de la persona que amaba, aunque por aquel tiempo cuando Sabo se viera involucrado en el caso "Goa K" la mayoría le habían dado por muerto, se daba por hecho que cualquier victima de aquel piromano-asecino serial no volvía a ser encontrado más que muerto, calcinado y posible de reconocer únicamente por los records dentales, como un joven detective y novato recién entrado al departamento de la investigación privada (profesión que había escogido mas por el romanticismo de la misma que por un verdadero motivo en si pues la mayoría de sus trabajos se trataban de esposas paranoicas y hasta mascotas extraviadas) pocas oportunidades tenia de desenmascarar a un tipo contra el que la policía no había podido siquiera, se sentía una clase de chicuelo idiota jugando a Sherlock Holmes... y alguien le había robado a su Watson, pero aun así había conseguido encontrar al desgraciado, tras el reconocimiento y encarcelamiento del culpable sin embargo sus problemas apenas y si habían comenzado, el cuerpo de Sabo no se hallaba en el lugar del crimen, al chico al que habían rescatado era uno completamente diferente, el pecho del menudo pelinegro había quedado marcado de por vida con una enorme "X" y estaba seguro que el muchacho sufriría bastante en recuperación pero no era a quien buscaba, al preguntarle al maldito sujeto por Sabo está solo se había burlado con una risa fría y siniestra, le había dicho que el rubio estaba muerto pero Ace se había negado a creerle, nunca lo creería a menos que viera el cadáver.

Habían sido largos años después de aquello, aun con el apoyo de los compañeros que se habían convertido prácticamente en su segunda familia, aun con el apoyo de aquel extraño a quien habían rescatado y que después se convirtiera en uno de sus más grandes amigos, otro de sus hermanos, aun con todo eso por las noches apenas si conciliaba el sueño, la sonrisa del joven que siempre le había apoyado en todo y alentado a seguir sus sueños por muy ridículos que fueran le hacía mas falta de lo que quería admitirse a si mismo incluso, había otras personas y otras sonrisas que estaban a su alrededor, pero ninguna podía remplazar a la de su Sabo, ninguna, ni siquiera la de el pequeño Luffy que se convirtiera en una especie de luz para él en aquellos años o la de su amigo Marco tan calmada y serena o la de el mismo viejo que fuera una clase de segundo padre para él, aun con las palabras de apoyo y aliento para que siguiera adelante nunca lo había hecho del todo, no podía olvidarse de esos ojos azules como el mar en calma que en ese mismo momento parecían estarse inundando mientras él seguía sosteniendo la cajita con las manos algo temblorosas, Joder ¿Que tan difícil era decir sí o no? El que había esperado varios años antes de volverle a encontrar y todavía más antes de que el rubio le recordase no tenia paciencia para ninguna otra cosa.

Por que la tortura no había acabado el día que encontrase a Sabo, aquel día tan alegre en su vida se había visto ensombrecido por el hecho de que su mejor amigo desde que tenía 7 años no recordaba ni su propio nombre, únicamente respondía al nombre de Sabo porque así era como los doctores habían decidido llamarlo (motivo de la inscripción interior en el reloj de muñeca que Ace le había regalado en uno de sus cumpleaños) tras despertar en el hospital al que había sido internado, Sabo había logrado escapar de aquel lugar donde el ahora convicto criminal le mantenía encerrado, no le sorprendía, no en verdad, siempre había sabido que su amigo había sobrevivido a aquel infierno, solo que no sabía cómo o a donde había ido, una vez le encontrara supo, más o menos que una pareja le había hallado colapsado al lado de la carretera, con el cuerpo hecho un amasijo de sangre entre cortes, moretones y quemaduras de gravedad, aquel bastardo que habían aprendido no solo les prendía fuego y dejaba que murieran quemados vivos, no, aquello era únicamente el paso final, la sanguijuela gustaba de torturar a sus víctimas hasta el borde de la muerte y cuando aquellas ya no tenían energía o voluntad para gritar, llorar y suplicar mas entonces y solo entonces les daba la ultima tortura de quemarles vivos, llevándolos a un lugar aun más alejado que donde les tenia capturados regularmente pues gustaba de ponerles al aire libre y verles arder, aquel había sido el punto en donde había escapado Sabo, justo antes de ser quemado vivo... apenas si lo había logrado, si el tipejo no se hallase ya tras las rejas Ace le habría matado a golpes, si alguna vez había deseado quemar a alguien con vida era a aquel sujeto y aun eso habría sido muy poco.

Había sido difícil sacar a Sabo de la institución mental a la que se le había asignado tras su recuperación en el hospital, siendo prácticamente un lastre para el gobierno Ace había pensado que no sería complicado si presentaba los papeleos adecuados pero el chico que además de la amnesia y una justificada fobia por el fuego no parecía presentar ningún síntoma de delirios o desequilibrios mentales se había ganado a tal punto el cariño de las enfermeras y los doctores que cuando el pecoso se presentase a pedir su alta se le habían puesto más trabas de lo habitual, el pelinegro había tenido que entrevistarse con el rector de la institución (Un tal Monkey D. Dragón) para siquiera tener permiso de visitar al rubio una vez por semana, aquellos encuentros semanales le llenaban el pecho con tal angustia que el mal habito que ya tenía de fumar se había vuelto tres veces más marcado, cuando antes solo fumaba un cigarrillo de vez cuando en ese entonces consumía media cajetilla diaria, la mayoría de esta en las 5 horas de carretera que había entre la clínica donde estaba Sabo y su lugar de residencia.

Pero valía la pena, Sabo era tan encantador como le recordaba y probablemente no se habría atrevido a confesar sus sentimientos por el de no haber sido por ese incidente, no quería pensar en perderle de nuevo sin decirle lo que sentía, con el estomago en un nudo mil veces más grande del que tenia ahora lo había visto por primera vez en 5 años en aquel jardín, con la alegre sonrisa que tenia para cualquiera y el mismo trato amable que daba a todos, aquello le había hecho sentir su corazón estrujado como una esponja húmeda entre las manos del rubio, no le conocía, no tenía idea de quién era Ace y lo que habían tenido juntos, la forma familiar como hablara con las enfermeras o doctores que se acercaban de vez en vez para preguntar si todo estaba bien le irritaba a más no poder, no recordaba haber estado mas celoso en toda su vida que cuando había visto a una enfermera pelirroja abrazar al rubio con tanto cariño y fraternalita como si fueran los mejores amigos del mundo, ahí mismo había decidido que la odiaba y aun ahora cuando llegaban a ver a la chica (con la que el rubio había mantenido contacto) no podía evitar sentir cierta enemistad contra ella.

Cuando le dijera a Sabo que lo amaba había sido rechazado de la peor manera posible, habían hablado durante horas... no, aquello era incorrecto, Ace había hablado durante horas de viejas anécdotas que no esperaba recordar con tanta claridad como las recordaba cuando se las había contado al menor con la esperanza de que pudiera acordarse de él en algún momento, todo en balde, parecía que nada de lo que le decía al otro despertaba ni la más mínima pizca de reconocimiento y cuando por fin juntase todo su valor para decirle al ojiazul lo que sentía el leve sonrojo en las mejillas del rubio y su marcado nerviosismo le habían hecho sentir por un momento que quizá había esperanza antes de escuchar aquellas horribles palabras salir de su boca "Lo lamento Ace..." cualquier cosa que pudiera venir después de aquellas tres malditas palabras no era buena, porque 'lo lamento pero no siento lo mismo' o 'lo lamento pero solo te quiero como a un amigo' eran las cosas que siempre había temido escuchar de hacer al más joven participe de sus sentimientos y lo que realmente le había dicho "pero no sé realmente quien eres" probablemente había sido igual de cruel.

Aun así había continuado con aquellas visitas, tras la incomodidad inicial posterior a aquella confesión había sido más cuidadoso con no demostrar sus sentimientos frente al rubio, las fotografías no parecían ayudar tampoco pero aun así el menor le había pedido quedarse con una donde estaban juntos, le había dicho, en aquel entonces que solo quería conservar un recuerdo de cuando aquella cicatriz que cruzaba casi la mitad de su cara no fuera parte de su imagen propia, después le había confesado que el realidad solo había querido conservar un recuerdo del pecoso por si un día se aburría de ir a visitarle como varios doctores habían dicho que haría, en realidad al parecer el rubio se había querido marchar con Ace ya a su siguiente visita pero había sido convencido por la misma chica pelirroja que no era seguro, otra razón más para odiar a la tal Koala, quizá solo hubiera estado pensado en el bien de Sabo pero le había complicado las cosas bastante, bien podría haber tenido al rubio en su casa más de 3 meses antes de lo que al fin lo había tenido si la chica hubiera mantenido la bocaza cerrada.

Su primer beso había sido también la primera chispa de reconocimiento que había podido percibir en el rubio, había sufrido de un ataque de narcolepsia mientras hablaban, para cuando había regresado en si se hallaba con la cabeza recostada en las piernas del rubio, con aquel acariciándole el cabello de manera tan agradable y cariñosa que se había fingido dormido un rato mas, de manera que había podido sentir perfectamente cuando el otro se inclinase sobre él a besarle suavemente, un roce tan dulce y tímido que Ace podría casi estar seguro que habría sido el primero y eso le hacía extrañamente feliz... a la edad que tenían era casi imposible pensar que fuera el primer beso de su amigo pero la sola idea le hacía bastante ilusión. No queriendo ser grosero sin embargo no había dejado que el ojiazul se enterara de que en verdad había estado despierto. antes de irse sin embargo Sabo había preguntado, con aquella chispa en los ojos si en verdad antes de aquello únicamente habían sido amigos siempre, Ace había tenido que sonreír un tanto triste y admitir que sí, que nunca había tenido el coraje de declarársele antes por temor a perderle como amigo.

Tres semas después en su mismo auto no recordaba haber fumado un solo cigarro de regreso de la clínica a su departamento a las afueras de la ciudad, a Sabo no le gustaba demasiado el humo de los cigarrillos, ahora apenas si fumaba de vez en cuando y únicamente fuera de casa.

Realmente era afortunado de tener a Sabo con él, realmente....

 

-No...- el alma del pecoso se había caído al suelo al escuchar a su novio abrir la boca para pronunciar aquella sencilla negativa, estaba a punto de reclamar cuando el otro volvió a abrir la boca para continuar hablando.- No sé qué decir....- Con una venita formándosele en la sien al pecoso no se había reprimido de darle al rubio un fuerte golpe en la cabeza.- ¡Auch! ¡Eso dolió!- reclamo el rubio sobándose el golpe que le había dado, mirándole con reproche y un puchero de niño caprichoso al mismo tiempo.

-No tanto como dolerá si no me contestas de una buena vez Sabo.- había pronunciando notablemente irritado aunque con el alma de regreso al cuerpo al saber que el otro no le había dado una negativa aun, la risa que llenara la habitación tapizada por las flores favoritas del rubio le había hecho relajarse un poco, mas aun cuando el otro le tomase el rostro para rosar sus labios suavemente.

-No sé qué decir respecto a lo dulce que eres cuando no estás golpeándome.- había dicho a modo de broma.- lo otro no tendría por qué contestarlo bobo, sabes que si.- susurro Sabo contra los labios ajenos sin separarse demasiado, disfrutando del calor y la cercanía ajena, al llegar a casa esa noche no había esperado ver la habitación llena de jazmín y magnolias y mucho menos al pelinegro con una pequeña cajita blanca en las manos y una propuesta de matrimonio en los labios

 

A Sabo aquello le había descolocado tanto que por unos buenos 40 segundos no había sabido bien que decir, a veces le molestaba no recordar ciertos detalles de su vida de antaño, o ciertas cosas que Ace parecía hacer cual si fueran naturales entre ellos y que él no recordaba lo fueran, a veces pensaba incluso que el moreno se aprovechaba un poco de la situación, querría haber sabido todo de cuando él y el chico que pronto seria su esposo fueran mejores amigos, a veces le era doloroso ver viejas fotografías y no saber qué había pasado en el momento pero disfrutaba en sobremanera observarlas, saber que aunque no lo recordara había estado ahí, las nuevas fotografías con nueva gente tampoco se habían hecho esperar y para cuando menos lo sabía ya tenía tantos recuerdos nuevos que incluso los viejos habían perdido un poco su importancia, porque de que le servía preocuparse por un pasado incierto si tenía a su lado aquello que durante los años en el hospital no había podido hallar con nadie, un lugar que solo con la presencia ajena se volvía más que una casa, un verdadero hogar.

Vio al azabache tomar el anillo de su caja antes de sostenerle la mano y colocárselo en el dedo anular, el tamaño era perfecto aunque Sabo no estaba seguro si le llevaría así o quizá le colgara en alguna cadena para llevarle al cuello y no perderlo, sus ojos estaban ligeramente húmedos de toda la emoción que aquel hermoso detalle le hacía sentir.

Sintió las manos en los costados de su rostro acariciarle suavemente mientras se sonreían de manera cómplice, con los te amos silenciosos de los que ya se han dicho todas las palabras de amor existentes en el mundo y que aún siguen queriéndose.-Sabo...- un simple nombre era más que una declaración y con el azul perdiéndose en el negro desaparecía al cerrar los ojos para sentirse envuelto entre los brazos de su amante como la noche envuelve al día interminablemente, para siempre.


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Fin

Notas finales:

Se supone que esto era para un concurso (Concurso de LFP 3er Aniversario) pero no me decido si poner este u otro “oneshot” que tengo preparado para los siguientes días… espero que les haya gustado aun así y gracias a quien haya leído esto, los comentarios siempre serán agradecidos :)

Te miau mia miau gatito gordo… con mucho miau miau.


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