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Mi postre favorito. por cristinita9509

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen son propiedad de Akira Toriyama y de Toei Animation.

Notas del capitulo:

Es la primera vez que escribo de ellos . Espero poder hacerlo bien. :3

-¿Ya están listos los croissant?- un tipo algo alto y corpulento de larga cabellera se estaba asomado a la cocina de lo que parecía ser una pastelería.

-Ya casi, los estoy sacando del horno.- aquel joven de cabellera alborotada sacó con cuidado la charola del horno, dejándolos enfriar un poco.- Ya están listos, ya sólo falta que los acomodes en la vitrina.

-Bien, justo a tiempo, ya van a dar las doce, así que iré a abrir.

Aquella pastelería tenía algunas mesas dentro por lo que los clientes podían entrar a pasar el rato degustando las diferentes variedades de panes y postres. El más alto de los dos jóvenes se dispuso a abrir el lugar, usualmente la gente comenzaba a llegar por esas horas, ya que muchas mujeres iban a recoger a sus hijos y pasaban por ahí, dejándose llevar por la tentación de comprar algunos postres, algunos asalariados iban a la hora de su descanso y los estudiantes iban a pasar el rato con sus amigos.

-Raditz ¿Puedes venir aquí un momento? - la voz del otro joven se escuchaba desde la cocina, el de cabellera larga le hizo caso y fue a verlo.

-¿Qué quieres Kakaroto? - el olor dulce llegaba fácilmente a sus fosas nasales, su joven hermano estaba con aquel atuendo blanco de panadero.

El joven pelinegro se le acercó con un plato donde llevaba un postre.

-Quiero que pruebes esto y me digas que te parece su sabor.

El mayor de ambos miró el plato, lo primero que pensó fue que era demasiado chocolate, pero no le quedó de otra más que probar aquel postre, al partirlo con la cuchara un poco de chocolate fundido se esparció por el plato, tomó un poco y lo metió a su boca.

El joven impaciente esperaba la crítica de su hermano.

-No sabe mal. - esas palabras fueron suficientes para hacer sonreír al de cabellos alborotados, Raditz detestaba todo lo dulce y escuchar eso era como un halago.

-Me alegra que digas eso, el coulant de chocolate es la especialidad de hoy.

La campanilla que estaba sobre la puerta sonó, por lo que el más alto fue a ver. Una mujer de edad se encontraba viendo la vitrina de postres recién horneados.

-Buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarla?

-Buenas tardes, joven. Me gustaría que me diera tres macarons de pistacho.

-Por supuesto, en momento.

La campanilla volvió a sonar, una mujer con su hijo entraban a la tienda.

-Buenas tardes. ¿Podría darme cuatro croissant? 

-Si, en un momento se los doy.

Cliente tras cliente comenzaba a llegar, el de cabellera larga los atendía rápidamente, algunos sólo pedían para llevar pero al parecer las mesas tambien estaban siendo ocupadas.

-Disculpe. ¿Cuál es la especialidad del día?- unas jóvenes estudiantes estaban sentadas en la mesa con la carta de postres.

-La especialidad de hoy es el coulant de chocolate. Es un bizcocho de chocolate con el centro fundido, puede ser acompañado con una bola de helado pero sólo tambien sabe bien.

Las chicas con solo escuchar chocolate quedaron enganchadas a ese postre.

-¿Nos trae ese por favor?

-Por supuesto, esperen un momento.

Raditz fue a la cocina, veía como su hermano le daba algunos toques finales a unas tartaletas.

-Oye Kakaroto, necesito que pongas a hornear cinco coulants de chocolate.

-Oui monsieur.

Aún siendo sólo un mesero y un repostero, todo iba de maravilla, ya eran las cinco de la tarde y ya casi no quedaban postres y panes en las charolas.

En ese momento la tienda estaba vacía y las calles en calma, por lo que el de cabellos alborotados fue junto a su hermano a las mesas del lugar.

-¿Cuánto apuestas a que viene hoy?

Raditz arqueo la ceja ante ese comentario.

-¿A qué te refieres?

-A ese estudiante, el que siempre pide la especialidad y dos postres más. A pesar de poder llevárselos para comérselos tranquilamente, prefiere quedarse aquí, aunque él sea el único cliente en la tienda.

-Tal vez se siente más cómodo comiendo aquí.

-O quizá le gusta la compañía de cierto mesero.- dijo insinuadoramente el más bajo, a lo que su hermano frunció el ceño.

-No digas tonterías, eso es absurdo.

El más joven se reía por las reacciones de su hermano, de nuevo sonó aquella campanilla, en la entrada se podía ver a un joven de baja estatura, de cabellera negra con un peinado hacia arriba dejando unos mechones caer en su frente, llevaba puesto el uniforme de una secundaria.

Rápidamente tomó asiento, Raditz fue a entregarle la carta de postres, sin embargo en ningún momento el joven le dirigió la mirada.

-Me...me gustaría ordenar la especialidad del día, un éclair y una tarta de nuez.

-"Demasiados dulces" Ahora mismo traigo su orden. - el de larga melena le dio una sonrisa al joven, éste al verlo desvió su rostro a otra dirección.- ¿Qué le gustaría tomar para acompañar?

-Ah...algo de café.

-¿Cuál de nuestras variedades? Espresso, americano, macchiato, doble, cappuccino, café latte, mocha, café con leche.

-Quiero un café latte.

-De acuerdo, en un momento traigo todo.

El de cabellos alborotados ya estaba en la cocina, había escuchado la orden de postres asi que estaba terminando de darles los detalles.

Mientras tanto Raditz se puso a preparar el café. Tomó en una charola la orden y con la otra mano llevaba el café.

-Aquí tiene, espero lo disfrute.

-Gracias.- el rostro del joven mostraba una ligera sonrisa.

Raditz estaba dispuesto a dejar al cliente sólo pero cuando el joven probó el coulant mostró un ligero sonrojo y una gran sonrisa.

-Esto está delicioso. ¿No lo cree usted?

El de melena larga se había quedado en las nubes por un momento, la pregunta lo regresó a la realidad.

-Si, es delicioso.

El joven comía en silencio, con cada bocado mostraba un expresión de felicidad. El mayor se le quedaba viendo de reojo. ¿Era posible que alguien amara tanto lo dulce? Al parecer ese joven era prueba de ello

Al finalizar, pagó la cuenta y se retiró del lugar dándole una rápida mirada al de cabellera larga.

-Te dije que vendría.- Raditz dio un pequeño salto al escuchar la voz de su hermano sacarlo de sus pensamientos.

-Te he dicho que no me hables por detrás. Además, tal vez viene aquí porque le queda cerca.

-¿Cerca? Ese uniforme es de una escuela que está al otro lado de la ciudad, no está para nada cerca.

-Entonces eso demuestra que de verdad le gustan los postres que haces, no hay otra explicación. Aunque me pregunto a donde ira toda esa azúcar, se ve pequeño.

La hora de cerrar llegó, ambos pelinegros se dispusieron a limpiar el lugar, no tenían prisa por ir a casa, ya que ellos vivían a solo quince minutos de la pastelería.

Se cambiaron de ropa y se fueron tranquilos a su casa, en espera del nuevo día.

Notas finales:

Bueno diganme si les gusta esto. La verdad no estoy segura ni de lo que estoy haciendo pero espero que no se hayan aburrido. :3 nos leemos.


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