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SANANDO UN CORAZON por Orseth

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Notas del fanfic:

Aqui traigo una nueva historia que espero les guste, para los  que me conocen saben que soy amante del Harco y esta historia no es la excepcion, y para los que no me conocen, pues espero que lo hagan; disfruten y feliz lectura.

*************************************************************************

 

 

 

            Cuando Franklin Pierce, de cincuenta años de edad, aspecto bonachón y jefe de aurores vio a Harry Potter entrar a su oficina con aspecto cansado, se recargo en su silla diciendo:

            -Te ves horrible.

            -Gracias –Respondió Harry desplomándose en la silla mientras le extendía una carpeta con un informe a su jefe.

            -¡Vaya! –Silbó el señor Franklin admirado mientras tomaba la carpeta- Pensé que me lo darías hasta dentro de unos días.

            -Después de dos tortuosas semanas, al fin terminé mi inspección a Azkaban –Respondió Harry exhalando un profundo suspiro.

            -Pero ya es muy tarde, podrías habérmelo entregado en unos días, ¿Cómo es que hoy mismo lo terminaste?

            -Es que realmente no hay muchas cosas que reportar; Azkaban sigue en el mismo lugar y los dementores igual de espantosos... francamente no entiendo como el Ministerio les permitió seguir ahí después de cómo actuaron en la guerra.

            -Bueno, Harry... –Respondió el señor Franklin dejando la carpeta a un lado y acomodando sus propios papeles- Es un hecho que los dementores nunca van a desaparecer, así que lo mejor es tenerlos vigilados ¿y qué mejor lugar que Azkaban?... todos los  detestamos, pero al menos que sirvan de algo ¿no crees? –Harry no respondió, solo levantó los hombros ligeramente- ¿Por qué mejor no te vas a tu casa?, hace un buen rato que tu turno terminó –Añadió el señor Franklin al ver su rostro agotado.

            -Si, eso haré –Respondió  poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta.

            -Harry...

            -¿Si? –Respondió  dándose vuelta.

            -Siéntate un poco... –Dijo El señor Franklin sacando una carpeta de su cajón mientras Harry se sentaba de nuevo- en estos días me toca hacer inspección a asilos.

            -Ah... –Exclamó  desconcertado por el cambio de tema.

            -Lo hago dos veces por año, estos lugares son delicados, por eso lo hago yo mismo pero, ¿podrías hacerlo por mí en esta ocasión?

            -Claro –Respondió  bufando interiormente.

            “¿Mas inspecciones?... ¡Qué horror!”

            -Aquí está la información que necesitas... –Dijo el señor Franklin intentando disimular la sonrisa que pugnaba por salir de sus labios al adivinar los pensamientos de Harry- Puedes comenzar la semana que viene.

            -De acuerdo –Respondió tomando la carpeta y poniéndose de pie-, Nos vemos el lunes.

            -Que tengas buen fin de semana, Harry.

            -Gracias.

            Rato después, la chimenea de Grimauld Place chisporroteaba dejando salir a Harry, quien después de dejar su chaqueta en el respaldo del sofá, se dejó caer en el para después subir los pies en la pequeña mesa de centro. Habiendo entrado en una apacible duermevela, saltó al oír un alboroto en la chimenea.

            -Lo siento –Se disculpó Chris al verlo despertar sobresaltado-, no quise espantarte.

            -No me espantaste... –gruño Harry sintiendo un repentino dolor de cabeza al haber despertado tan abruptamente- Pero si me gustaría que avisaras antes de entrar ¿Cuántas veces te lo he dicho?

            -Ya, ya, lo lamento... –Respondio Chris sentándose junto a él al tiempo que le daba un beso en los labios- Creo que eso de ser auror te tiene paranoico.

            -No es verdad, si así fuera, no podrías entrar a  mi casa a la hora que se te pega la gana.

            -¿De malas? –Preguntó pasando sus dedos por la siempre rebelde cabellera de Harry, quien al sentir al suave contacto, cerró los ojos mientras decía:

            -No de malas precisamente... más bien cansado, hoy también fui a Azkaban y ese lugar agota a cualquiera.

            -Olvídalo... no pienses en eso –Respondio Chris sin dejar de acariciar la sedosa cabellera de Harry, quien al escucharlo prefirió quedarse callado pensando en lo sarcástico de esas palabras.

            “Olvidar” había dicho Chris, su pareja sentimental desde hacía casi un año; pues él, Harry Potter, había asumido su homosexualidad ante él mismo y ante el mundo y aunque ciertamente había causado mucho revuelo, como todas las grandes noticias después de un tiempo dejó de ser novedad, y después de muchos amoríos, finalmente había encontrado a Christopher Webster, de veinte años y estudiante de herbología especializada.

            La cualidad que tenía Chris y que había terminado por conquistar a Harry, era que el chico no había vivido en Gran Bretaña en todos esos años oscuros de la guerra, él hacía apenas un año que acababa de llegar de Australia, país en donde había vivido desde la edad de cuatro años.  Su espontaneidad y alegría se le hacían refrescantes, justo lo que necesitaba en ese ambiente asfixiante en el que todos lo aclamaban como “El gran Salvador del Mundo Mágico”, “El destructor de Voldemort”... y el que alguien lo tratara como gente normal y no como celebridad o trofeo, había terminado por flecharlo.

            Pero justamente esa cualidad que tanto le gustaba, irónicamente había ocasiones en que le chocaba; ocasiones como esa, en las que necesitaba que el chico comprendiera lo que era caminar por oscuros y lúgubres pasillos en un ambiente de desolación y tristeza; rodeado de dementores custodiando a docenas de brujas y magos asesinos, muchos de los cuales enfrentó y que si pudieran, lo asesinarían a la primera oportunidad; ver celdas con cuerpos vivos físicamente, pero con la mirada vidriosa y perdida, con la saliva escurriendo de su boca debido a la perenne cercanía con aquellos monstruos absorvedores de vida; oír gritos y lamentos desgarradores y aterrados de seres, que a fin de cuentas eran personas... que comprendiera lo que era el salir de ahí asqueado y agotado por mantener un patronus activo durante horas y que Chris simple y sencillamente dijera “olvídalo”, hizo que Harry lo tomara de los hombros y lo retirara suavemente cuando el chico volvió a besarlo.

            -Lo siento... hoy no... –Dijo sonriendo a modo de disculpa.

            -Vamos Harry... –Respondio levantándose y montándosele a horcajadas- Nada mejor que esto para desestresarse.

            -No creo que sea buena idea Chris, en verdad estoy... –Exclamó Harry callando de repente al comenzar Chris a restregársele encima.

            -¿Decías? –Murmuró sonriendo mientras movía sus caderas en forma circular sobre Harry.

            -Rayos... –Susurró  tomándolo de la cintura.

            -Tú no hagas nada, solo déjate querer. –Dijo  besándole el cuello y desabrochándole el cinturón.

            En cuestión de minutos, Chris se encontró entre las piernas de Harry chupando y succionando el miembro del moreno como si alguien se lo fuese a arrebatar en cualquier momento.

            -¡Sí!... así... –Gimió Harry con la cabeza recargada en el respaldo del sofá sintiendo la ardiente boca de Chris sobre él.

            Después de un rato, Chris se enderezó y se bajó el cierre de su pantalón para bajarlo por completo y quitárselo con todo y ropa interior mandando los zapatos a volar, después se levantó y se paró en el sillón sobre Harry, se unto salica en el ano y se sentó sobre él tomándole el miembro y colocándoselo en su entrada.

            -¡Uff!... –Se quejó al sentir el pene de Harry penetrarlo poco a poco hasta finalmente introducirlo todo.

            -¿Todo bien? –Preguntó Harry abriendo los ojos.

            -Muy bien... –Respondio Chris tomándolo de los hombros- más que bien... ya sabes que me gusta rudo.

            -Entonces muévete ya... –Dijo Harry sonriendo mientras le acariciaba los muslos. –no hizo falta que se lo repitiera, Chris comenzó a subir y a bajar sobre Harry sintiendo con gran deleite como su pene salía y entraba en él una y otra vez.

            Harry estrujaba las nalgas de Chris mientras sentía como su miembro era friccionado por el movimiento de su chico,  hasta que después de unos minutos ya no pudo mas corriéndose dentro de él con un fuerte gemido.

            -¡Ah!...

            -¡Por... por Merlín!... –Gimió Chris corriéndose casi en seguida manchando la playera azul oscuro de Harry y recargándose en su pecho.

            Harry no dijo nada, solo tuvo fuerzas para abrazarlo y acariciarle el cabello y cuando el sueño comenzaba a invadirlos, Chris susurró de repente:

            -¿Puedo quedarme a dormir?

            -Ya sabes que sí –Respondió  sin abrir los ojos-  ¡rayos no...!

            -¿No? –Exclamó  arrugando el ceño y mirándolo directamente.

            -Vendrá Hermione a cenar.

            -¿Y?

            -Ya sabes que me gusta platicar con ella a mis anchas.

            -Nos llevamos bien. –Respondio levantándose de Harry sintiendo como su miembro salía de él.

            -Ya lo sé... pero hoy me gustaría platicar con ella. –Dijo Harry tocándole una mejilla.

            -Entiendo. –Exclamó Chris sonriendo finalmente-  amigos del colegio.

            -Gracias.

            -Por nada, pero dime ¿a poco no te sientes mejor?

            -Claro... –Respondio Harry sonriendo- mucho mejor.

            -Solo tomare una soda y me voy ¿de acuerdo? –dijo Chris caminando semi desnudo con toda naturalidad hacia la cocina.

            -De acuerdo.

            Media hora después, el chico de ojos castaños se despedía de Harry con un apasionado beso  para después entrar a la chimenea que lo llevó a su propia casa.

            Harry suspiró tumbándose de nuevo en el sillón, Chris se quedaba en su casa cada vez que al chico le apetecía y él por lo general no tenía ningún problema con eso, simplemente que en aquella ocasión quería platicar con Hermione a solas de cosas que solo ella podría entender.

            Siendo ya las nueve de la noche, nuevamente la chimenea dejó salir a otro visitante, solo que en esta ocasión se trataba de una chica.

            -Hola Harry –Saludó Hermione a su amigo quien seguía tumbado en el sofá despues de cambiarse la camiseta.

            -Hola.

            -¡Que carita!

            -Te adelanto que no hice nada para cenar aunque sabía que vendrías.

            -No hace falta, pase a un restaurante muggle y traje comida china.

            -Que bien. –Respondio Harry levantándose y yendo a la cocina seguido por Hermione que no dejaba de mirarlo.

            -Harry, ¿Qué tienes?

            -¿Tan evidente soy? –Respondio sacando unos platos de la alacena.

            -Tienes veinticinco años pero parece que cargas cien. –Dijo  sacando la comida de las bolsas de plástico.

            -Chris acaba de irse... le dije que hoy quería platicar contigo.

            -Entonces significa que son temas que a él no le corresponden ¿cierto?

            -Mas bien son cosas que él no entendería.

            -¿Cómo qué? –Preguntó Hermione chupándose un dedo después de vaciar la comida en los platos.

            -Pues cosas... –Respondio  alzándose de hombros mientras se sentaba al tiempo que ponía un vaso en el lugar de Hermione.

            -Te ves deprimido. –Dijo finalmente ya sentada en su lugar- ¿pasó algo, se enojaron?

            -No, en realidad no tiene que ver con él... hoy terminó mi inspección a Azkaban ¿sabes?

            -Si, algo me dijo Ron antes de irse a su curso sobre terapia reconstructiva de tendones.

            -A veces envidio la carrera que eligió.

            -Ni le hagas al cuento, serás muy bueno en defensa de las artes oscuras, pero para medimago ni de chiste.

            -Quien diría que Ron, quien tanto se negaba a estudiar, terminaría eligiendo esa profesión.

            -Ambos se negaban a estudiar... –Dijo Hermione alzando una ceja para después cambiar de actitud al agregar: -Después de que murieron muchos amigos en la guerra y ver a su familia sufrir tanto, decidió ayudar lo más que pudiera ¿y qué mejor manera que curando a la gente?

            -Si, eso lo ayudo muchísimo también a él, además de su matrimonio, claro.

            -Todos dicen que nos casamos muy jóvenes –Dijo Hermione muy concentrada en sus tallarines- pero eso no impidió que estudiáramos lo que queríamos, Ron medimago y yo leyes mágicas... terminamos nuestras carreras y estamos especializándonos, ahí la llevamos.

            -Yo sé lo que les ha costado Hermione... –Exclamó Harry con la boca llena de arroz-  trabajar y estudiar al mismo tiempo no ha sido nada fácil.

            -Vivir en la madriguera ayuda con eso de la renta, pero la verdad no es muy cómodo que digamos...

            -Me imagino...

            -Pero tú estabas muy contento con ser auror, Harry... también te graduaste y de inmediato entraste al departamento... ¿Qué sucedió?

            -Bueno... –Dijo Harry dejando su tenedor a un lado del plato sin dejar de mirarlo- no se... yo pensé que siendo auror ayudaría a más gente.

            -Y lo has hecho... muchos mortífagos están en prisión, recuerda que siguieron matando gente inocente después de caído Voldemort, si no hubiera sido por ustedes los aurores, hubiesen asesinado a muchos más.

            -Lo sé, es solo... –Exclamó Harry sin saber él mismo que decir- Te dije que fui a Azkaban, ¿verdad?

            -Si... –Respondio Hermione dejando de comer para mirar a su amigo- Ese lugar es macabro... entiendo que te sientas tan mal, la verdad no sé como resististe ir ahí dos semanas.

            -Cada día me era más difícil invocar mi Patronus... la verdad me siento fatal. –Termino de decir exhalando un profundo suspiro.

            -¿Por qué no vas mañana a la madriguera?... los Weasley te harán sentir mejor.

            -No es eso, en todo caso saldría con Chris, pero no tengo ganas... y para colmo de males, el señor Pierce me mando a hacer mas inspecciones.

            -Harry... –Dijo Hermione tomándole una mano- Eres feliz con Christopher, te gusta tu trabajo... tómalo con calma.

            -Tienes razón, y sé muy bien que me siento así por haber ido ahí pero necesitaba hablarlo con alguien.

            -Siempre estaré para ti.

            -Gracias.

            Después de conversar un rato mas, se fueron a la sala a ver una película que Hermione había llevado mientras comían una enorme barra de chocolate; El fin de semana pasó volando, el sábado descansó y el domingo, ya de mejor humor, se lo pasó de lo más divertido con Chris en un parque de diversiones y haciendo el amor en los baños como si de dos adolescentes se tratara.

Lunes

            Se levantó de buen humor y como ya tenía asignadas sus actividades de ese día, tomó su chaqueta, sus papeles y se dirigió al primer asilo que tenia para inspeccionar; según sus documentos, el primero era un asilo de ancianos; en cuanto llegó, el director del asilo lo recibió de muy buena gana y lo llevó a los tres pisos que conformaban la institución, la cual albergaba a sesenta ancianos, muchos de los cuales Harry ni siquiera se atrevía a calcular la edad.

            -Durante la guerra estuvimos bien, pues no les llegó a faltar nada... –Dijo el doctor Smith a Harry mientras le mostraba las cocinas- Pero debo reconocer que hoy estamos muchísimo mejor, las fortunas incautadas a todas esas familias adineradas que estuvieron involucradas con quien usted sabe, vinieron a mejorar un cien por ciento el servicio dado a nuestros ancianos; aunque claro, nada sustituye la compañía de sus familiares, muchos de los cuales los han abandonado.

            Después de las cocinas, Harry revisó las medidas de seguridad y los comedores, el centro de recreo y el sistema en cuanto a medicamentos se refería; finalmente pasó a los dormitorios en donde un ambiente de tranquilidad invadía el lugar; varias enfermeras atendían a los ancianos, muchos de los cuales dormitaban o simplemente veían por la ventana.

            Una de ellos, que miraba hacia el jardín, de repente volvió el rostro y se encontró mirándolo fijamente para después sonreírle, Harry le sonrió también saludándola con la mano; se acercó y pronto se encontró charlando con varios ancianos quienes al ver a la señora Charlotte platicar animadamente con aquel joven, se acercaron.

            Ninguno lo reconoció por haber estado ahí tanto tiempo, pero eso fue un alivio para Harry, quien sin sentirlo siquiera pasó toda la tarde rodeado de ancianos contentos por algo de compañía; antes de irse, uno de ellos le dijo:

            -Hace tempo nos hacían obras de teatro, pero dejaron de hacerlo... ¿podrías hacer que las hagan de nuevo?

            -Claro.

            -Y salidas también... –dijo una anciana tomándolo del brazo- Hace mucho que no nos llevan de paseo... y también... y también...

            -¿Si? –la animo Harry tomándola de la mano.

            -¿Podrías visitarnos de nuevo?... casi nadie viene a vernos.

            -Claro –Respondio  sonriendo.

            Cuando salió de ahí salió contento, pues a pesar de ver que los ancianos estaban solos a pesar de estar bien atendidos, sintió que al fin había hecho algo bueno, se reporto en su oficina y regresó a su casa a hacer su informe.

 

Martes

 

            El siguiente asilo que le tocó visitar, fue el de niños y jóvenes, que curiosamente no tenían muchos internos, pues cuando fue época de guerra, Voldemort y sus seguidores asesinaban  a las familias enteras, incluyendo a los niños.

            -Reciben atención psicológica, medica y educativa... –Le explicó la profesora Oldman, directora del lugar; con lo incautado en la guerra se han formado fideicomisos que han servido y servirán para solventar su educación en cuanto salgan de Hogwarts, ya tenemos a nueve cursando primero y segundo año en educacion superior.

            En esa ocasión todos los niños y niñas si lo reconocieron y corrieron a saludarlo;  por lo que después de revisar lo que tenía que revisar y anotarlo en su pergamino, se pasó toda la tarde jugando y conviviendo con ellos; esa tarde, cuando se recostó en su sofá al lado de Chris, se sentía tan bien que fue ahí que comprendió el porqué el señor Franklin le había asignado la inspección de los asilos a pesar de su mala cara.

 

Miércoles

 

            El tercer asilo no fue de su agrado pues ya lo conocía, se trataba del de indigentes; a todos los estudiantes para ser auror los mandaban ahí unos días de práctica, pues al haber reglas para ingresar, muchos vagabundos no estaban de acuerdo y armaban jaleo, por lo que había que controlarlos; ese día llegó temprano a la oficina, pues solo estuvo el tiempo suficiente para inspeccionar minuciosamente el lugar.

 

Jueves

 

            Ese día era el último en lo que a inspecciones se refería, por lo que Harry llegó muy temprano al asilo de enfermos mentales, institución en los que el hospital San Mungo ya no tenía incumbencia por tratarse de casos crónicos o de tratamiento por tiempo indefinido en cuestiones mentales de personas abandonadas; los pacientes con diagnostico de ese tipo y que no tuvieran familiares que se ocupasen de ellos, eran canalizados a ese lugar y no en San Mungo como ocurría con muchos pacientes de familias pudientes, como los Longbottom en su caso. Cuando Harry entró al lugar, la primera impresión que tuvo fue la de una gran soledad, pues a pesar de estar muy bien iluminado y con varias enfermeras caminando de un lado a otro, el ambiente  se sentía triste y para rematar, a su nariz llegó un fuerte olor a desinfectante, pues muchos pacientes que orinaban y defecaban en donde sintieran necesidad, lo hacían muchas veces sin ser conscientes de ellos mismos; una mujer, con mirada perdida y cabellos despeinados, vestida con una larga bata de color blanco caminaba por la estancia canturreando una canción de cuna mientras sus brazos acunaban una manta enrollada.

            Un anciano de cabellos largos y crespos salió corriendo de un pasillo agitando una pajilla a modo de varita mientras una enfermera corría tras él intentando darle una poción; pacientes balanceándose de un lado a otro con la saliva escurriendo de sus bocas y la mirada perdida, o gimiendo y llorando como niños, sin contar a los que permanecían en sus habitaciones; Harry se ajustó la chaqueta como si le hubiese dado frio.

            -¿Puedo ayudarlo en algo? –Dijo una enfermera como de unos cincuenta años.

            -Buenos días –saludo Harry tendiéndole la mano-  Soy del departamento de aurores, vengo a hacer una inspección.

            -¡Ah!... claro... –Respondio la mujer desconcertada- Pero ¿no se supone que vendrían hasta la semana que entra?

            -¿Algún problema con que sea hoy? –preguntó Harry sonriente.

            -¡Oh no, ninguno! –Exclamó la enfermera nerviosamente- es solo que pensé que el señor Pierce vendría, no me imagine que enviaría a alguien más.

            -No se preocupe por eso, soy muy competente, sino el señor Pierce no me hubiese enviado a mí.

            -No se ofenda, lo que pasa es que él ya conoce nuestro sistema, a propósito ¿Cómo se llama?

            -Perdón por no haberme presentado, mi nombre es Harry Potter.

            -¡Ah!... sí, mucho gusto. –Respondió la enfermera llevando automáticamente la vista a su cicatriz parcialmente oculta- el director no se encuentra ¿no gusta un café mientras lo espera?

            -Se lo agradezco mucho, pero no vine a tomar café ni tampoco a ver al director... –respondio  con amabilidad mientras recorría con la vista los alrededores- vengo a ver las instalaciones.

            -Claro, claro... permítame presentarme, soy Sally Winter, jefa de enfermeras, déjeme acompañarlo mientras tanto.

            -Como guste -respondio  dirigiéndose a las cocinas según sus planos mientras sacaba también una pluma y un pergamino, y nuevamente como en ocasiones anteriores escudriñó desde el techo de la cocina hasta las uñas de los elfos; en los dormitorios, todas las enfermeras que en total eran cinco, se desempeñaban diligentemente, desde limpiar la suciedad de un paciente en su cama hasta darle de comer a otro en la boca.

            Todo estaba en perfecto orden, limpio y organizado en cuanto a administración y limpieza se trataba claro, ya que los pacientes  eran un completo caos; sin embargo las enfermeras estaban perfectamente calificadas para manejar ese tipo de enfermos.

            -¿Tiene sus documentos de pociones e ingredientes controlados? –Preguntó Harry mirando su pergamino con gesto de concentración mientras caminaban de regreso al modulo de enfermeras.

            -Claro que si, si me da un minuto los buscaré. –Respondio la enfermera Winter adelantándose.

            -Sí. –Respondio Harry caminando despacio cuando de repente se detuvo llamando la atención de Sally con ese gesto.

            -¿Se le ofrece algo? –Pregunto mirando hacia donde el miraba.

            -Disculpe... –dijo Harry mirando hacia el fondo de un pasillo poco iluminado- ¿Qué hay ahí?

            -emm... ¿ahí? –repitió Sally como si no hubiese escuchado bien.

            -Si, ahí –repitió  dirigiendo sus pasos a ese pasillo.

            -Espere... ahí no hay nada –exclamó Sally alcanzándolo- si me acompaña, le daré los documentos que me pidió.

            Harry sabia que cuando alguien insistía en llevarlo hacia un lado, era porque quería alejarlo de otro, así que sonriendo con amabilidad dijo:

            -Puede ir a buscarlos, créame que no me iré sin revisarlos.

 

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