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[OS] TAXI DRIVER por CerezoHimeChan

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Notas del fanfic:

Hola, hola, bueno primero que nada sé que les debo one shots DaeJae y JongLo pero tenía esta idea con ellos en mi cabeza so, no pude más xD... (creo que haré varios inspirados en las canciones de "Fantasia" porque me gustan mucho y son inspiradores).

 

Fue inspirado en "Taxi Driver" así que les dejo la canción y una edición que hice para el one shot~ 

Notas del capitulo:

Y bueno solo aclarar que es un one shot es decir un escrito autoconclusivo, no hay más de esto(?). No habrá continuación, ahí acabó la pequeña historia, tampoco iremos al pasado porque a Himchan le duele recordar(?), so si tienen alguna duda solo háganlo saber. Y este es  mi primer intento de "angustia", no es tan intenso lo sé pero por ahí vamos :DDDD

Him Chan se incorporó de su asiento por enésima vez, se paseó por la habitación indeciso aún. Su cuerpo y mente le pedían salir, huir de esas cuatro paredes que le atosigaban pero no tenía idea de dónde podría encontrar el refugio que necesitaba. Tomó su celular y marcó un número, luego de recibir la confirmación que esperaba se hizo un cambio rápido de ropa. Esta vez no iba vestido para una cita, solo para salir al crudo invierno.


Tomó el ascensor y salió a la recepción de su edificio dónde se encontraba su departamento, despidió con una sonrisa a la chica de recepción y al portero hizo una reverencia, estrujó su abrigo en sus manos y respiró hondo al ver el característico auto amarillo acercarse, un taxi de Nueva York.


Him Chan llevaba viviendo ahí desde hace mucho tiempo, aquella ciudad estadounidense había sido su más grande anhelo, su más grande sueño y ahora solo era quién le provocaba dolor todos los recuerdos que ella había almacenado en cada uno de sus rincones.


—¿A dónde lo llevo, Señor Kim? —la voz del joven conductor rompió sus recuerdos una vez que entró al auto. Him Chan respiró profundo, esa noche no sabía a dónde sabía ir.


Taxista, me siento un poco sentimental hoy —esas palabras hicieron que el joven taxista pensara que quería ir a algún especial para recordar. Encendió el auto y el sonido del motor llegó a los oídos de Himchan—. No sé a dónde quiero ir —el auto ya salía de la ruta del complejo de departamentos— Solo ve recto, por favor.


«Porque a dónde sea que vaya yo, siempre va a estar él. Presente en mis recuerdos, en mi piel, en mi corazón»


Him Chan era el tipo de hombre que nunca había estado en una relación seria, no estaba en sus planes ni intereses, siempre supo aprovechar cada relación. Así fueran horas, días, meses, sabía sacar lo mejor de cada una pero luego de estar un año con aquel joven compatriota (que era extranjero el país americano) todo cambió. Su partida le había dejado destrozado y luego de seis meses sin él, Him Chan sentía como si hubiera sido ayer cuando encontró el armario vacío y una nota diciéndole adiós.


«No lo encuentro por ninguna parte, ni una llamada, ni un correo electrónico. Él simplemente desapareció»


Him Chan conoció a su tormento en un vuelo de avión, ambos venían desde su país de origen, Corea del Sur, Him Chan de pasar unas vacaciones con sus padres, él venía a Estados Unidos buscando una oportunidad para crecer como músico. Him Chan había estado solo al venir al país del nuevo mundo, sin conocer el idioma, la cultura, nada en absoluto. Su bondad hizo darle un espacio en su hogar al extraño y meses después en su corazón.


Sus pensamientos se aglutinaron en el interior de su cabeza, las sonrisas, los abrazos, las noches en las que ambos se habían perdido el uno en el otro, todo tenía que salir justo ahora y las lágrimas no querían esperar más.


Hey taxista, voy a llorar ahora. No preguntes por favor —las lágrimas se dejaron venir vertiéndose sobre las mejillas para estrellarse contra la ropa de Him Chan, la nieve empezaba a hacerse presente en el exterior pero Him Chan sentía que más frío había sido el corazón de aquel que le había hecho sufrir.


Sintió que no podía más, que aunque no consumiera alimento alguno en su estómago había mucho que sacar, quizás eran las estúpidas mariposas de las que todos hablaban. Miró hacia el frente y supo que solo había una forma de apagar esas sensaciones, con alcohol.


—Hablamos de tanto, reímos como locos y ahora estoy solo —Him Chan murmuraba entre sollozos, el joven taxista no sabía que más decir, sentía que seguirle en aquella locura de andar sin rumbo fijo era aumentar el dolor.


Estoy solo, asustado, triste. Nosotros hablamos sobre esto y aquello. Y al final estoy solo esta noche


Him Chan solía hablar solo en sus noches de insomnio y luego quedarse dormido cuando el sol estaba por salir, solo para abrir los ojos horas después y encontrar frío el lado contrario de la cama. Siempre era lo mismo, ilusionarse con su presencia, delirar y verlo frente a él, tocarlo y volver a sentirse vivo pero su realidad era otra, soledad, ella era su única compañera y quizá lo sería por toda la eternidad.


La boca de Him Chan anhelaba reencontrarse con los labios de su pecado pero él no iba a volver nunca, sin explicación alguna se había marchado y por un momento Him Chan creyó que de la misma forma en que se había ido volvería pero la razón le dijo que no, él no regresaría, ni hoy, ni mañana ni nunca.


El taxista se detuvo en un semáforo y la luz de la ciudad alumbró el rostro de Him Chan. Por primera vez vio su rostro al espejo con detalle.


«Un buen cuerpo o una cara bonita no es usada»


—Solo quiero un trago. Llévame a un bar —indicó al conductor, este asintió y desvió su ruta al bar que más frecuentaba Him Chan.


Pero Him Chan conocía muy bien ese camino, lo que menos quería él era recordar las noches en las cuales había compartido unas copas al lado de aquel hombre cruel.


—No me lleves a  «The Twilight In Your Eyes», estoy cansado de ir ahí —suplicó más que ordenar, «ahí su presencia está más fuerte, ahí empezó todo, con unas copas, con un beso» sentenció su mente.


El conductor volvió a desviar su camino mientras Him Chan le indicaba que siguiera, había un bar que desde hacía un buen tiempo no iba, esta noche sería su refugio.


«Silver Moonlight» decían las luces de neón color plateado, ese era el lugar que Him Chan solía visitar cuando era un recién llegado. Despachó al joven taxista y aunque este insistió al final terminó por arrancar el automóvil para perderse entre la ciudad de nueva cuenta.


Por su parte Him Chan entró al establecimiento, el ambiente era cálido con música en vivo, un joven con guitarra y voz amenizaba el lugar. A Him Chan se le revolvió el estómago, ni ese lugar se salvaba de su presencia, si no es porque el chico fuera de apariencia latina para él sería él, su Bang Yong Guk. Se acercó a la barra y pidió un par de tragos, esa noche iba dispuesto a olvidar, dispuesto a volver a ser lo que fue antes de que aquel muchacho soñador hubiera cambiado su rutina. Him Chan se maldijo mil veces así mismo, su culpa había sido también por abrir el corazón.


Bebió un trago tras otro sin problema alguno como si fueran simples vasos de agua. «Bang Yongguk, Bang Yongguk», el nombre hacía ecos en su mente, ese nombre retumbaba sin parar dentro de él. Yong Guk había logrado meterse bajo su fiel, tatuarle sus besos y caricias, había cambiado las condiciones del aire que respiraba porque respirar ahora le era tan difícil. La ansiedad había provocado insomnios y múltiples pesadillas.


Bang Yong Guk era su pecado y su penitencia, un castigo y el mejor premio, un regalo jamás deseado pero a la vez era lo que siempre había soñado. Him Chan a su lado había logrado conseguir la inestabilidad emocional que jamás creyó encontrar. Bang Yong Guk era su alfa y omega, el principio de todo y la destrucción de su vida.


¿Cómo es que una persona pudo volverse en su salvación para ser luego su perdición?


La cabeza de Him Chan empezó a dar vueltas, los rostros a su alrededor se distorsionaban, dio un hondo suspiro y se aferró a la superficie de la barra, solo sintió el repiqueteo del taladro que le causaba una tremenda jaqueca, fue cuando sucedió lo inesperado.


Una melodía peculiar escapaba del escenario, ese rasgueo de guitarra que él mismo había ayudado a crear, giró lentamente su rostro y tragó saliva ante la revelación que sus ojos le mostraban, estos mismos tintineaban con el brillo producido por el alcohol y la sorpresa de un posible feliz reencuentro. Him Chan intentó incorporarse pero sus piernas flaquearon, hizo un segundo esfuerzo y su estómago se revolvió a un más que antes de entrar al bar, aventó unos cuantos billetes sin importar si había menos o más dinero del necesario para cubrir su cuota.


Caminó a pasos agigantados hasta el escenario, lo vio, era él, era quien le había dejado en aquella condición: un despojo humano muriendo en vida por el sufrimiento de perder a su ser más amado. «¡Imposible! ¿Dónde está el chico latino de hace un momento?», Him Chan quiso decir eso pero la sorpresa en el rostro ajeno solo le hizo balbucear, todo el bullicio del lugar le empezaba a marear hizo mover sus piernas a la fuerza para salir corriendo del lugar


«¿Por qué no me reconoció? ¿Por qué no corrió a mis brazos?», eso se preguntaba en el eterno camino de interior al exterior. El gélido viento lo recibió con los brazos abiertos para envolver entre sus brazos y arrullarlo hasta que se calmara pero no había efecto alguno, las lágrimas se desbordaron de sus orbes como si de dos fuertes cascadas se trataran, su respiración se agitó y sintió que se ahogaba. Tenía que salir de ahí, avanzó unos pasos y el agua nieve empezó a mojar sus pies, paró al primer taxi que apareció, no estaba para verificar si era un servicio seguro, al fin y al cabo, matarlo era hacerle un gran favor.


 


Taxista, me siento un poco sentimental. Solo ve recto, por favor, sácame de aquí, a casa quiero ir —le dio la dirección y cerró sus ojos entregándose al sueño dónde su tormento seguiría pero al menos sabía que lo que en sueños vería no sería real.


 


Him Chan respiraba levemente y daba la apariencia de empezar a dejar de existir, el hombre que le llevaba era el mismo que solía servir a él, respiró profundo y no se sintió mal de que no le hubiera reconocido. Aunque se preguntaba si el sufrimiento de aquel joven extranjero se debía a su compatriota ausente, aquel joven que le acompañaba a todos lados y que en muchas ocasiones les había visto por el espejo tomarse de las manos de forma tímida, esa pareja le había causado más sonrisas que todas las parejas a las que había transportado, incluso él podía sentir el dolor en que el joven Kim Him Chan se encontraba sumergido, un dolor que creía curar con alcohol noche tras noche.


 


Him Chan nunca sabría la razón de la confusión en aquel rostro que él creía conocido, nunca sabría es que sí había podido gritar y lo había nombrado, «¡Bang Yong Guk!», había dicho pero nadie en ese lugar respondía a ese nombre, y el chico latino tuvo que cortar su melodía mientras se preguntaba si aquel joven estaría bien, el resto de los presentes creían que había sido efecto del alcohol y seguramente algo más.

Notas finales:

Gracias por leer y ser siempre fieles a mi (?), los amo ;-; me dicen si les gusta(?).


Adiós lectores <3, nos leemos en una siguiente ocasión.


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