Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Declaración por Pandora09

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

“Esto es una declaración de amor aunque parezca más una declaración de guerra.

Esto es una declaración de ese amor que está lleno de temores, dolor, desesperanza, anhelos, deseos y, tal vez, un poco de profunda dicha. Porque no se supone que el amor sea todo risas y arco iris, se supone que es vida y la vida, a veces, duele.”

 

Cuando lo vio por primera se encontraba en un bar de mala muerte al que sus mejores amigos solían arrastrarlo. La acaramelada pareja se declaraba amor eterno mientras sus manos se acariciaban bajo la mesa fingiendo, de forma infantil, que nadie lo notaba, cuando alguien atravesó la puerta de cristal y sonrió en su dirección.

Por supuesto, Yixing no sabía que el alto rubio que entraba sería la causa de su más profunda agonía, simplemente pensó que alguien como él no debería estar en ese lugar. Tal vez ese bar sería el lugar adecuado para personas como él, almas en pena que vagaban por el mundo buscando algo de compasión negada por los astros, no para alguien que resplandece como si tuviera el mundo a sus pies.

Cuando lo vio por primera vez, pensó en cuán injusto el mundo puede ser.

Sus amigos los presentaron.

Luhan, su mejor y único amigo, conoció a Minseok en un lugar parecido al que se encontraban y tenía la sólida convicción de que el amor verdadero puede encontrarse en el lugar menos esperado, como un bar de cervezas aguadas e incierta higiene. Entonces, cuando Luhan sonrió con esa idiota sonrisa de ciervo que lo delata, Yixing tuvo la estúpida idea de que debería beber hasta perder el conocimiento, porque su estúpido mejor amigo convenció a su estúpido novio de llevar a su estúpido amigo para remover los inestables cimientos de su estúpida vida.

El desconocido se sentó a su lado, presentándose como un amigo de la infancia de Minseok, Oh Sehun. El chino lo reconoció como la razón de interminables llantos y miedos por parte de Luhan, quien siempre pensó que Minseok lo abandonaría por su amigo, lo cual, a ojos del chino menor, resultaba ser una patética escusa para no arriesgarse, porque Minseok, desde que lo conoce, preferiría cortarse un brazo o una pierna antes de alejarse de Luhan.

A ese pensamiento, lo acompañó el de cuán injusto es el mundo. Y todo empeoró cuando el desconocido comenzó a hablarle.

Yixing, que desde los diecisiete años, disfrutaba de las sombras y el silencio, de los rincones oscuros y húmedos, tenía asumido que su sed de atención y deseos de aplausos se había apagado luego de primer tratamiento y que permanecerían ocultos bajo capas y capas de indiferencia y malos pensamientos. Definitivamente no estaba preparado para tener a alguien mirándolo como si fuera la única cosa del mundo y haciendo preguntas sobre su vida que nunca nadie había hecho. Se vio a sí mismo respondiendo a todas esas preguntas y agregando algunas de su propia cosecha, al menos hasta que se percató de lo bien que se sentía tener una conversación con el desconocido.

Tal vez solo Luhan se percataría de su movimiento, pero de todas formas se arriesgó y tomó la mochila que descansaba en sus piernas. No se molestó en despedirse y, frente a la mirada preocupada de Sehun, se marchó.

Cuando, en broma, le dijo a Luhan que quería enamorarse y vivir un romance de película, no esperó que su estúpido amigo se tomara sus palabras en serio y le buscara una conquista de la misma forma en que él encontró a Minseok. Porque Luhan no entendía que Yixing no está hecho de la misma materia que él, porque ahí donde Luhan siempre fue sangre caliente corriendo frenética por venas deseosas de vida, Lay era bilis y pus luchando por ser vomitado. Y Luhan nunca entenderá que, luego de ver a Sehun sonreír abiertamente como respuesta a uno de sus infantiles chistes, Yixing podía morir tranquilo. Y no lo quería reconocer, porque se le retorcían las tripas y le dolían las articulaciones de solo pensar que Sehun era una especie de criatura etérea, demasiado maravillosa para ser real, porque Yixing no creía en el amor, menos aun en el amor a primera vista. Aunque sí creía en desvivirse por alguien y no ser correspondido.

- ¿A dónde vas? -sumido en lo más profundo de sus pensamientos existencialistas, por supuesto que no esperó que Luhan lo detuviera antes de atravesar la puerta de cristal.

- Tengo cosas que hacer -mintió patéticamente.

- No escaparás esta vez -Yixing enarcó una ceja ante las palabras de su amigo, ¿qué sabía Luhan de sus huidas? ¿Qué entendía Luhan de sus actos? Porque cuando Yixing siguió la mirada del castaño, esta se dirigía a Minseok que les daba la espalda, no a Sehun que le fruncía el ceño.

- No sé de qué hablas.

- Le gustaste a Sehun -como si esa fuera la cosa más obvia del universo, Luhan se sacudió un mechón de cabello que escapó a sus ojos.

- Bien por él.

Yixing y Luhan han sido amigos desde que el menor tiene memoria, más o menos desde que usaba pañales, y han estado juntos en sus momentos más difíciles, desde la separación de los padres del ciervo, hasta su primera discusión con Minseok. Así como Luhan estuvo a su lado desde el nacimiento de sus sueños hasta la muerte cruel y catastrófica de cada uno de ellos, atravesando el tratamiento doloroso de componer un alma en un cuerpo podrido. Yixing siempre supo que Luhan se cortaría la lengua antes de perder su amistad, pero de todas formas siempre sintió que él y Luhan estaban en distintas sintonías, tal vez se debía a que Luhan desparramaba alegría con sus ojos brillosos y sonrisa de cierva un poco idiota mientras él... bueno, él pasaba la vida a un paso de lanzarse al abismo.

Cansado de los desvaríos de Luhan sobre su cobardía, decidió volver a la mesa no sin antes pasar a la barra y pedir un agua mineral con gas, ya que su amigo no le permitiría, como siempre, beber una gota de alcohol.

Sehun parecía un cachorrito recién alimentado cuando se sentó a su lado y Yixing comprendió algo que siempre leyó pero nunca pensó ser capaz de vivir.

- Pensé que tendría que soportar solo sus babosos arrumacos -comentó el menor de todos apuntando a la pareja que volvía a sumergirse en una burbuja de humo color rosa y al chino no le importó ser ignorado por su mejor amigo, tristemente, la voz grave de Sehun llenaba cada uno de los vacíos de su existencia y Lay nunca sitió tanto dolor en su vida.

Sehun le recordaba a Yixing todos los sueños rotos y las metas no cumplidas que alguna vez se planteó, le recordaba a su inocencia perdida y el anhelo casi físico de felicidad.

Sehun tenía una forma particular de explicar sus sensaciones al moverse en el escenario al son de una triste sinfonía, tanto que Lay casi podía sentirse a sí mismo flotando, recordando vagamente sus estudios de danza años y años en el pasado. No recordaba haber tenido una necesidad tan imperante de llorar como esa noche.

Cuando los médicos le ordenaron no volver a bailar o a realizar actividad física desgastante (para ser más exactos le dijeron "solo preocúpate de seguir respirando y estarás bien"), sus padres lo llenaron de libros para pasar el tiempo. Ahí conoció la belleza de las letras y la infinidad de palabras, situaciones y sentimientos que esos caracteres podían describir. También aprendió que son otro tipo de música, que muchas letras y palabras juntas, pueden componer un sinfín de melodías, tanto alegres como desgarradoras. Entonces, en lugar de escribir canciones, como siempre había soñado, decidió escribir poesía, componer poesía.

Sonriendo sinceramente, por primera vez en mucho tiempo, al contemplar la lucha interna del menor por pronunciar bien la "s", decidió que Sehun es una especie de fuerza de la naturaleza destinada a ser plasmada en todas las formas de arte existentes y que él sería el primero en relatarlo, porque la forma en que sus tripas se contraían y su pulso se aceleraba peligrosamente debía significar algo.

Por primera vez en su vida, Yixing se despidió con una promesa de volver a encontrarse y con deseos de cumplirla.

Esa efervescente alegría duraría poco, porque el chino no se engañaba pensando en un futuro lleno de amor y felicidad, de hecho, contaba con que fuera la efímera vivencia de dicha y plenitud porque no podría soportarlo por mucho tiempo.

Siempre le tuvo miedo al amor, al igual que al odio y a cualquier sentimiento que lo pusiera en peligro de ser consumido hasta las cenizas, porque, si bien su vida no había sido un jardín de flores, siempre se había esforzado por sobrevivir y no estaba dispuesto a permitir que un niño recién aparecido destruya todo lo que logró construir con tanto esfuerzo.

 

Pero todos esos pensamientos se convirtieron en una sombra en el fondo de la mente del chino y se desvanecieron con cada día que compartió con el menor. A veces lo recogía de la universidad, donde estudiaba artes escénicas con especialización en danza contemporánea, y pasaban los días enteros hablando sobre nada en particular. Otras veces, lo dejaba en la universidad mientras él seguía con su pretensión de vida y se reunía con Luhan o algún miembro de su familia para fingir que todo estaba como siempre y que no sentía una supernova en el estómago cada vez que pensaba en cierto rubio cenizo que resultó ser más juguetón y divertido de lo que su inexpresivo rostro demostraba.

En ciertas ocasiones, no se veían pero se aseguraban de mantener contacto por algún medio electrónico. Pero siempre, todos los días desde que se conocieron, Lay pasaba las noches en su sombrío departamento desgastando la fuerza de sus manos mientras convertía en letras las detestables emociones que el menor le provocaba con solo respirar.

Sehun insistía en leer algo de su autoría, pero el chino sentía que aun no era lo suficientemente bueno, por lo que prometió que él sería el primero en leer su próximo libro. Por otra parte, después del segundo mes de conocerse y cada vez que sus labios se rozaban hasta convertirse en besos apasionados que le robaban el alma, sus escritos no eran más que taldeos incomprensibles que describían a la perfección la forma en su alma abandonaba su cuerpo para unirse al espíritu del universo.

A veces, cuando Lay se escabullía a las clases de Sehun y contemplaba su cuerpo flotar sobre el escenario de forma grácil, el dolor volvía y atacaba tanto su cuerpo como su espíritu tan violentamente que solo era capaz de escapar y evitar todo tipo de contacto con el menor, aunque no era capaz de definir qué resultaba más agónico, si los recuerdos de su espíritu frustrado o la ausencia de un rubio alegre.

A veces, cuando el dolor era tan intenso, volvía a la universidad en las horas de práctica del musical de invierno, donde Sehun bailaba una emotiva historia de amor con una chica rubia, y utilizaba esas escenas para convencerse de que, nuevamente, su sueño estaba muriendo. Sehun estaba mucho mejor sin él en su vida, aun sin saber la verdad sobre el chino.

 

- ¿Realmente quieres acabar con esto?

Yixing estaba en su límite, no podría soportar por más tiempo ver las lágrimas no derramadas en los preciosos ojos del menor, debía ser rápido y arrancar de cuajo la enfermedad que estaba extendiéndose por todo su cuerpo.

- No hay nada que acabar, simplemente quiero dejar de verte, de escucharte -de sentirte.

- ¿Por qué estás tan asustado?

- Porque cuando una persona ama –pensaba con el dolor de una estocada mortal atacando su pecho-, está a la vanguardia de su propio ejército, pero yo no sé si tenga la fuerza suficiente para combatir hasta el final.

- Yo moriría antes de hacerte daño y...

- ¿Crees que me asusta sufrir por amor? -recordó uno de sus primeros encuentros, luego de una noche de torturarse por su miseria, aprovechó la oportunidad de desquitarse con el menor y descargar en él todas sus frustraciones. El menor aceptó cada golpe con una mirada comprensiva, como si supiera que Lay luchaba tan intensamente con sus demonios internos, que la pelea se externalizaba y hacía explotar todo a su alrededor. Lo que al chino real y sinceramente le aterraba, era el sufrimiento del coreano. Él no se sentía con el derecho de causarle dolor a alguien tan brillante como Sehun. Que él fuera un alma miserable condenada a la oscuridad eterna no significaba que pudiera arrastrar consigo al bailarín.

Cuando Lay vio por primera vez a Sehun, no pensó que alguien fuera capaz de provocarle tanto odio, tanta envidia y tanto amor al mismo tiempo. Porque Yixing odiaba la facilidad con que el menor se apoderaba de su mente sin siquiera estar presente. Envidiaba la vitalidad que irradiaba y la facilidad con que su cuerpo se agitaba al son de la música mientras las articulaciones propias se atrofiaban un poco más con el paso del tiempo. Y definitivamente amaba todo del rubio, desde su cambiante cabello hasta su rostro estoico el noventa y nueve por ciento del tiempo.

- Ni siquiera siento algo por ti como para poder sufrir -el chino siempre fue bueno mintiendo, pero nunca antes sintió tanto temor de ser descubierto, aunque sus sentimientos fuera más que obvios.

- No mientas. No me mientas ni intentes mentirte a ti mismo -en un movimiento fugaz, Sehun lo acorraló entre su cuerpo y el sillón donde Lay intentaba poner distancia, y lo besó violentamente. Sorprendido como estaba, el chino no reaccionó a alejarlo, simplemente se dejó llevar y correspondió al tórrido beso-. Me entregaste un trozo de tú alma cuando respondiste a mi primer beso, Yixing. Así que te conozco mejor de lo que tú lo haces y sé que me estás mintiendo para protegerte. Tendrás que perdonarme si no te permito ganar esta batalla.

Cuando Sehun lo besaba, Yixing sentía que podía tocar las estrellas y, en efecto, él lo estaba haciendo. El coreano era una estrella constantemente brillando en el firmamento y Lay no se sentía merecedor de tal fulgor. Sehun era demasiado para él, demasiado alegre, infantil, atractivo... Sehun era demasiada vida y Lay no podía soportarlo porque no tenía armas para luchar contra todo lo que estaba sintiendo.

Con ese último pensamiento en mente, reunió todas sus fuerzas y empujó al menor lejos de él, haciéndolo caer sobre la mesa de centro y el golpearse la espalda con la madera.

El gruñido de dolor de Sehun fue ahogado por las histéricas exclamaciones del chino.

- ¡No me toques! Nunca te vuelvas a acercar a mí...

- ¡Yixing!

Luhan, quien vivía por último mes con su amigo, ya que había decidido mudarse con Minseok, quien a su lado veía espantado la escena que protagonizaban los menores, se acercó a Lay e intentó detener los movimientos frenéticos de sus manos.

El chino menor, con lágrimas en los ojos y la respiración acelerada hasta volverse dolorosa, se dejó caer nuevamente sobre el sofá y se cubrió la cara.

- Vete, Sehun -rogó con la voz quebrada, porque todo en él anhelaba que el coreano insistiera por última vez, que lo abrazara y dijera que todo estaría bien, que él permanecería a su lado incluso después de esos ataques de locura que nadie más podía soportar.

Con todo el dolor que esto contrajo para ambos, Sehun secó sus lágrimas con un violento movimiento y se dirigió hacia la puerta, seguido por Minseok que comprendió la necesidad de Luhan de estar solo con su amigo.

- ¿Por qué te haces esto?

- No me hago nada.

- Lay, estás enamorado de Sehun, ¿por qué te molestas en sufrir y hacerlo sufrir a él? Como si tuviera la culpa de tu miseria. Es lo mejor que te ha pasado en la vida y tú solo quieres patearlo como a un perro callejero porque no tienes el valor de arriesgarte.

Lay no sabía y nunca sabría lo que Luhan y Minseok tenían que soportar por su culpa. Ellos, acostumbrados a un apático y desinteresado Sehun, debían escucharlo hablar durante horas sobre lo maravilloso que Lay le parecía y sobre lo afortunado que él mismo era de haber conocido a una criatura tan maravillosa como el chino menor. Luhan nunca le diría que Sehun poseía la fuerza necesaria y un poco más para soportarlo y apoyarlo con todas las sombras y demonios que el chino cargaba. Sehun no solo amaba perdidamente el hoyuelo en su mejilla, su sonrisa distraída y sus ojos adormilados como si estuviera drogado, amaba sus ataques de locura, su tristeza vital, su disforia y su pánico ante la idea de aferrarse a algo. Sehun amaba cada matiz de la personalidad de Yixing y quería ser el apoyo que el chino tan desesperadamente necesitaba. Habían tantas cosas que Luhan no le diría a Lay porque él no le creería. Demasiados años convenciéndose de que merecía la miseria con que vivía le pasaron la cuenta al chino menor, impidiéndole ver los verdaderos sentimientos del coreano y Luhan no podía luchar contra eso, solo Lay tenía la capacidad de superarse a sí mismo y no se estaba esforzando, esa era una guerra perdida desde el principio.

- Cuando me diagnosticaron, me dijeron que sería afortunado de vivir hasta los veinte. Cuando me fracturé la cadera, me dijeron que sería afortunado si podía volver a caminar -por fin, con un profundo suspiro, Yixing dejó que las lágrimas se lanzaran de forma kamikaze desde su barbilla a la alfombra luego de recorrer sus pálidas mejillas-. Cuando cumplí veintiuno y bailamos en mi fiesta, mi madre dijo que estaba robándole la suerte a los dioses y que un día, la tendría que devolver. Cuando el tratamiento falló el año pasado comprendí que mi tiempo de gracia había acabado y me di por vencido. En el fondo ya viví todo lo que quería vivir y he sido miserablemente feliz toda mi vida, aunque nadie lo crea. Así que me dejé morir, estoy muriendo cada día y acepté mi destino abiertamente. ¿Quieres saber qué es lo que no soporto de Sehun? -Lay no esperó a recibir una respuesta de su amigo, simplemente siguió con su monólogo, siendo la primera vez que se molestaba en vocalizar sus pensamientos y no solo plasmarlos en papel-. Con solo verlo siento que quiero seguir viviendo. Y no te imaginas como duele querer vivir después de todos estos años en que me he dejado llevar por la muerte. No le temo al olvido, al abandono ni al dolor de un corazón roto, le temo a tener que vivir por Sehun solo para marcharme cuando quiero quedarme.

- ¡Ríndete, maldita sea! -Luhan no tuvo tiempo para responder a las palabras de Yixing porque Sehun entró como un relámpago y se dejó caer sobre el chino que ahora lloraba sonoramente-. No luches contra esto, contra mí. Ya te rendiste una vez, ¿por qué no puedes hacerlo ahora por mí? -Sehun tomó el rostro del chino y depositó suaves besos en toda la extensión de piel, tomándose su tiempo para saborear los labios contrarios mientras Yixing solo se dejaba amar-. Te amo, a ti completo, con tus alegrías, tus sombras, tu hoyuelo, con todos los escritos erráticos que no has querido compartir conmigo. Te amo y ni tu muerte ni tu vida pueden contra eso.

 

Cuando Yixing vio a Sehun por primera vez ni siquiera sospechó que el coreano menor podría tener todas las respuestas correctas a sus preguntas.

Cuando Yixing vio a Sehun por primera vez, no se atrevió a enfrentarse a las cadenas de desesperación que enjaulaban su existencia y creer que él sería el correcto.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).