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La peor traición por minima

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~8~

Cuando el fin de semana llego los señores Díaz decidieron que era necesario que debían despejarse un poco y relajarse, con tantas emociones fuertes en tan pocos días anhelar algo cotidiano y monótono seria refrescante, tal vez hacer algo normal y en familia como visitar a la querida abuela Díaz ayudaría en eso, así que llegando el fin de semana se subieron al auto y condujeron hacia la casa de la abuela.

La madre de Rafael vivía en la misma ciudad pero algo lejos de la casa de los Díaz, prácticamente al otro extremo de la ciudad. Era una bonita casa de un estilo muy parecido al de su hijo y nuera, con la diferencia que su patio estaba lleno de plantas selváticas de diferentes tipos, casi parecía un mini bosque o selva, y tenía un bonito color de azul en las paredes.

-¡Abuela!- cuando el carro se detuvo inmediatamente el menor de los Díaz bajo corriendo hacia la entrada de la casa donde una anciana algo bajita esperaba.

-Pero mira cómo has crecido mi Marquitos-

Marco amaba a su abuela, el gran abrazo que compartían lo demostraba.

María del Rosario Pérez Gutiérrez de Díaz, o Abuela, Doña o Nana Mari, era una mujer mayor de aspecto pequeño, sus anteriormente cabellos castaños en su juventud eran plateados como luz de luna y su piel lisa y joven había sufrido los estragos del tiempo. Aun así para sus hijos y nietos era una mujer muy bella por dentro y por fuera.

Nana Mari era madre de Rafael y de sus otros dos hermanos de este que no vivían en esta ciudad, la casa en la que vivía era la misma en la que había vivido con su marido y criado a sus hijos, aunque ahora vivía sola cuidaba con esmero su casa procurando tener cada recuerdo y decoración impecables, y siendo una mujer que había vivido muchos años, tenía la casa llena de estos recuerdos y decoración.

Afuera se podían ver colgadas en algunas paredes algunas figuras de cerámica o madera que iban desde representación en mascaras del sol y la luna, hasta una pequeña iglesia de madera que un par de veces había servido de nido para pájaros ya que estaba hueca por dentro.

Una vez entrando en la casa, donde aún se podía percibir el aroma de las plantas del exterior y algunas que se encontraban en masetas en el interior, pequeños helechos y flores, se podían ver gran cantidad de cuadros colgados en las paredes, retratos familiares que incluían una foto de bodas de Nana Mari y su difunto esposo, retratos de sus hijos cuando eran bebes, fotos de reuniones familiares, de viajes y fiestas, paredes llenas de recuerdos. Marco ya sabía de donde habían sacado sus padres la idea de dedicar una de las paredes de la sala para todos esos chicos que se habían quedado en su casa.

-Me alegra tanto tenerlos de visita. Has crecido mucho mi niño, ya estas más alto- decía Nana Mari agarrándole las mejillas a su nieto querido, como cada abuela admiraba el crecimiento y elogiaba a su manera el aspecto de su nietecillo –pasen, pasen, acabo de preparar algo de limonada-

-Es un gusto verla de nuevo Doña Mari-

-Igualmente Angi. Y Rafael, se ven un poco cansados, ¿acaso han regresado de uno de sus viajes?-

Era increíble la intuición que tienen algunas madres sin siquiera comunicarle las cosas con palabras.

-Algo por el estilo mamá. Digamos que últimamente hemos tenido muchas emociones fuerte- Rafael no le iba a contar a su madre de todas las locuras que habían vivido esos últimos días, menos que su nieto había sido secuestrado un par de veces, que habían viajado a otras dimensiones y ese tipo de cosas, no quería asustarla.

-Los jóvenes y sus emociones fuertes, yo no comprendo estas modas de ahora. En mis tiempos bastaba pasar el tiempo en casa y jugando con los vecinos-

-Jajajaja esa diversión nunca pasa de moda mamá-

En realidad, con gusto regresaran a esa rutinaria diversión para descansar de las sorpresas por un tiempo.

-¿Y cuéntenme? ¿Cómo han estado? Hace tiempo que no hablamos en persona-

La familia se miró entre ellos tratando de ver quien se animaba a hablar primero o a ver quién se le ocurría que decir, en el camino en carro acordaron no decirle a Nana Díaz cosas que pudieran alterar sus nervios como secuestros, seres de otras dimensiones, reinas con serios problemas de sentido común.

-Eh… tenemos nuevos cachorros en la casa- fue Marco quien se le ocurrió hablar de eso.

-¡Cachorros! ¡Adoro a los perritos! Recuerdo cuando mis niños tenían su propio cachorro, era tan buen perro-

-Oh sí, me acuerdo mucho de Pancho, era un genial perro. Era como un hermano más en la familia-

-Hablando de mascotas. ¿Cómo están las suyas Doña Díaz?-

-En el jardín, hace tan buen clima hoy que seguro están tomando una siesta tomando el sol-

*+*+*

Ruinas, menos que ruinas, había quedado absolutamente nada.

El castillo, uno imponente y sombrío ahora era solo polvo y cenizas.

-¡Maldita seas Star Butterfly!- grito tan fuerte como pudo pateando el suelo, pero como mala era su suerte al final golpeo una de las pocas piedras que quedaban del castillo -¡Auch!-

Agarro su pie lastimado y se puso a saltar en el otro por el dolor, no falto mucho para que en un par de segundos perdiera el equilibrio y callera de bruces al suelo retorciéndose de dolor.

En un berrinche digno del peor niño malcriado hiso pataletas y gritos rodando por los restos de su castillo. Lo había perdido todo, su castillo, sus secuaces, la máquina de malteadas y sodas, esas cosas habían costado mucho, y había perdido la oportunidad de recuperar la varita de Butterfly.

La había tenido tan pero tan cerca, para que en un segundo había terminado devorado por el hombre pollo. Había sido una de las sensaciones más asquerosas y viscosas de su vida, incluso haber sobrevivido a eso era como volver a nacer, ya que en un giro irónico el mismo monstruo que lo comió lo “expulso”, por decirlo de una manera más amable, en un huevo. Ahora ya no estaba tan seguro que el hombre pollo fuera realmente “hombre” o un “pollo” en verdad, tal vez ¿gallina?

Cuando termino cansado por el berrinche se quedó mirando el cielo.

No había ninguna estrella aquella noche para ver.

Ludo se había tardado en comprender en que se había quedado completamente solo. Se había quedado sin nada.

Y por este hecho, el odio infantil y la ambición egoísta que tenía en su interior creció, maduro por así decirlo. Tenia una meta en claro, recuperaría todo y mas de lo que habia perdido aquel dia, y se vengaría de esa princesilla y tendría su varita, y tambien haría pagar a esa lagartija sobre alimentada que le habia apuñalado por la espalda.

*+*+*

Marco Díaz no estaba en su casa, en realidad tampoco sus padres se encontraban en la casa.

La casa estaba vacía, con excepción de esas bestias peludas. Una pequeña jauría de cachorros caninos con obviamente ningún entrenamiento para defender una casa de intrusos extraños, prueba de ello era la facilidad en la que podía caminar por la casa sin que estos le gruñeran o hicieran otra cosa que ladrar un par de veces, lanzar rayos láser por sus ojos sin control, y al minuto jugar entre ellos distrayéndose del reciente intruso.

Si esas bestias peludas recibieran un buen entrenamiento serian una excelente defensa para cualquier hogar. Era uno de los tantos puntos débiles que habían hecho tan fácil llevarse a Marco la última vez.

En retrospectiva los humanos en esta región vivían muy confiados, con poca seguridad en sus casas, sin el temor que un extraño se metiera a su casa y se llevara algo o alguien, al parecer en esta región se vivían tiempos pacíficos. O al menos casi todo el tiempo.

No era lo mismo ver la casa desde una pantalla o desde afuera que estar dentro de esta.

No era muy grande pero tampoco muy pequeña, tenía varias decoraciones hechas a mano y fotos, docenas de ellas de diferentes chicos y otras de la familia colgadas en las paredes. Subiendo las escaleras como una línea del tiempo se encontraban varias fotos de la familia, la boda de los señores Díaz, fotos de ellos en diferentes lugares, un bebé, pequeño humano de grandes ojos brillantes sostenido por dos padres amorosos, un bebé que crecía poco a poco en las imágenes frente a sus ojos, un niño que iba a la escuela, crecía, hasta ser un joven con la mescla de los rasgos de sus progenitores.

Una familia, un hogar que se sentía seguro, parecía una eternidad desde que él tuvo algo parecido.

Termino de subir las escaleras hasta donde un pasillo mostraba dos puertas. Una llevaba a la habitación de la princesa de Mewni, otra era la habitación de Marco Díaz.

+*+*+

Nana Díaz no tenía gatos gordos y consentidos, ni perritos chihuahua o de alguna otra raza que ladrara histéricamente al cartero, aunque no porque no le gustara ninguna de esas mascotas, sino que para ella ya tenía unas muy especiales para ella.

Nana Díaz tenía iguanas, y no unas pequeñas que podrían confundirse con lagartijas, sino unas grandes que fácilmente podrían asustar al cartero sin necesidad de ladrar.

Esas iguanas eran enormes, a Marco siempre le parecieron como pequeños dinosaurios vivientes que paseaban libremente en la selva que era el patio trasero de su abuela.

Eran creaturas un poco exóticas, algunos vecino aun temían estar cerca del jardín de Nana Díaz porque temían encontrarse con son singulares mascotas, algunos niños que vivían cerca hacían correr el rumor que la abuela Díaz era una especie de bruja de la selva, por eso tenía esas plantas tan extrañas en su jardín y tenía a esas creaturas extrañas como mascotas. En lo personal a la abuela le parecía cómica la imaginación de esos niños.

Para Marco las mascotas de su abuela no le parecían extrañas, ya que había crecido conociéndolas. Eran agradables aunque su aspecto podía parecer un poco intimidante para algunos, eran reptiles de piel escamosa, con crestas en sus espaldas como un peinado mohicano, tenían garras pequeñas que le servían para trepar árboles, también una cola que parecía ser la mitad de su cuerpo y la arrastraban al caminar.

Ahora la familia Díaz estaba en el jardín disfrutando la sombra de los árboles y la compañía de las mascotas de Nana Díaz.

Los señores Díaz estaban sentados en una hamaca colgada entre dos grandes palmeras, mientras que Marco y su abuela estaban sentados en unas sillas en el jardín.

En esos momentos Marco estaba observando comer a una de las iguanas, era la hembra, Yuyu se llamaba, comía sus pedazos de tomate, era descuidada y sucia, y la cara de la iguana estaba sucia embarrada de jugo de tomate. Pero por alguna razón, esta iguana comiendo le recordaba a cierto otro reptil un poco más elegante a la hora de comer.

-¿Qué tienes Marco?-

-¿Eh? Nada Nana, estoy bien-

-No le mientas a tu abuela, ya te eh dicho que a los niños mentirosos se los come el coco-

-Jajaja ya soy muy grande para creer en el coco Nana- ahora lo suficientemente grande para saber que existían otro tipo de monstruos, algunos más aterradores que otros –pero tienes razón, yo… me siento un poco deprimido-

-Cuéntale a tu Nana-

Habían pasado muchas cosas, y sabía que no podía decirle todo. Pero al menos podía pedirle consejo.

-Pues, hace unos días una chica me decepciono mucho-

-Oh mi niño, ¿Quién fue? ¿Qué hiso?-

-Una chica nueva de intercambio, nos llevábamos bien. Creí que era mi amiga de verdad, pero cuando necesite su ayuda me decepciono-

Uno de los valores de los que estaba orgullosa Nana Díaz de haber enseñado a sus hijos y nietos era el de la lealtad, lealtad a tu familia, a tus amigos, a tus convicciones, a uno mismo. Si mostrabas ese tipo de lealtad a la gente que te rodeaba esta podía ser recíproca, pero algunas veces esta llegaba a gente ingrata.

-Hay mi niño, a veces esperamos mucho de las personas que creemos conocer-

-Lo sé- él había creído que contaría con Star para lo que fuera, que lo rescataría, pero no fue así.

-Pero no te desanimes por eso hijo, es en esta clase de situaciones cuando sabes quienes son tus amigos de verdad. Son aquellos que no solo están contigo en las buenas, también en las malas, y vendrán cuando los necesites-

Con ese comentario recordó a Alfonzo y Ferguson, ellos estuvieron ahí cuando lo necesito, el tenia verdaderos amigos, tenía que recordar aquello.

-Además, que alguien no muestre ser un verdadero amigo, eso no quiere decir que tu no lo seas. Tal vez esta chica necesita saber lo que es un verdadero amigo para saber ser uno-

-Yo realmente fui su amigo Nana-

-No digo que no lo fueras, solo tú sabes lo que hiciste. Pero si esta tan triste por esto, quiere decir que te importaba, si así lo deseas, puedes recuperar esa relación-

-No lo sé-

Si así lo deseaba. ¿Deseaba tener algo que ver con Star Butterfly ahora?

-Ya el tiempo lo dirá hijo. Ahora pásame otro pedazo de tomate, ahí viene Pepe, ya sabes que luego se quiere robar la comida de Yuyu-

Efectivamente entre las plantas llegaba una iguana más grande que la que tenían enfrente, por sus características se notaba que era un macho. Pepe era la pareja de Yuyu, Yuyu había llegado primero a la vida de Nana como regalo de una prima y como uno de sus hijos pensó que la iguana probablemente se la pasaba muy sola no teniendo otro animal como ella decidió regalarle otra a su madre, la sorpresa les llego cuando se enteraron que Pepita, ahora Pepe, era macho cuando una docena de pequeñas iguanas aparecieron paseando por el jardín después de unos meses de que el par de iguanas vivieran juntas. Resulta que Pepe embarazo a Yuyu, y esta había colocado los huevos en uno de los rincones escondidos en el jardín.

A estas iguanas las regalaron a otras personas o a veterinarias, y aun había veces en que aparecía una iguana nueva en el jardín de vez en cuando si no vigilaban al par de amantes.

-Este par me recuerdan a alguien-

-¿A quién te recuerdan mis preciosos?-

-A un sujeto que conocí otro día, algo así como un chico malo. Me… molesto, pero luego supe que no tenía nada contra mí, solo tenía sus propios problemas-

-Mis preciosos no son chicos malos, excepto aquella vez que Pepe mordió a tu prima por que no dejaba de jalarle la cola-

-Jajajaja desde ese día les tiene algo de fobia-

-Eso le pasa por ser tan traviesa. ¿En que se parece ese chico a mis preciosos?-

En muchas, muchas cosas, probablemente pertenecían a la misma especie de reptiles, pero no le iba a decir eso a su abuelo.

-Mmmm quizás sus ojos… su mirada, es algo seria o aburrida-

-Entonces tiene ojos bonitos como mi Yuyu y Pepe-

-Yo no usaría esas palabras-

-Tal vez puedas volverte su amigo, como dice el dicho, una puerta se cierra y una ventana se abra. Tal vez perdiste una amiga, pero si te lo propones puedes ganar otro amigo-

Eso le había sorprendido de arte de su abuela. ¿…l amigo de Toffee?

-Ehhh… quizás- esa no había sido una mentira, pero tampoco una verdad.

No había terminando odiando a Tofffee aun después de todo lo que hiso, pero aun así no creía que llegarían a ser amigos, ni siquiera sabía si volvería a verlo en su vida, lo dudaba mucho. Después de todo ya le había sacado el provecho que le quería sacar, y después lo de la reina Moon no quería saber nada en mucho tiempo de seres de otras dimensiones o viajes interdimencionales.

Por ahora disfrutaría con su día con su querida Nana.

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