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Sexy Doll por Milkin_Black

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Notas del fanfic:

Hola de nuevo.

Este fic realmente es una sosera que escribí solo para reirme un rato. Debo confesar que amo el tema de los robots, androides y esas cosas, además de que hace poco vi una íncreible película llamada Air Doll (muy muy buena en verdad), el punto, es que todo eso mezclado e mi un poco retorcida mente, dio a luz a este fic.

Es una historia sencilla, y constará solo de tres capítulos. Tuve que poner la advertencia de lemon por unas cuantas cosillas que han quedado algo fuertes, pero no creo incluir una relación explícita.

Espero se diviertan un poco.

Ya saben, los personajes son propiedad exclusiva del mestro Kurumada.

Notas del capitulo:

Pues más nada, este el primer capítulo. Trate de hacer comedia pero no salió tan bien ¬¬...Seguiremos trabajando en ello.

No creo que haya mucho que agregar, por lo que solo agradezco su lectura, y nos vemos abajito...

 

Era una mañana como cualquier otra. El sol comenzaba su imponente viaje hacia la cúspide del cielo, los pajarillos cantaban alegres en los árboles y Milo esperaba ansioso en las afueras de Aries, era un día normal como cualquier otro.

…Un momento…¿Milo temprano en las afueras de Aries?

Eso mismo se preguntaron todos sus compañeros cuando al bajar para su diario entrenamiento vieron al octavo custodio en las afueras del Santuario, evidentemente esperando algo o a alguien. La  lluvia de saludos y preguntas (especialmente de parte de Aioria) tuvieron como respuesta un inusual monosílabo. Definitivamente algo estaba pasando.

-Está bien…¿qué es lo que ocurre, Milo?...-preguntó con su usual tono frío el caballero de Acuario cuando los demás se hubieron alejado.

-Nada –contestó nervioso esquivando su mirada.

Camus entrecerró los ojos cruzándose de brazos. Su amigo definitivamente estaba tramando algo. Sin embargo al notar que Milo no pensaba decirle nada, decidió que lo mejor sería averiguarlo más tarde. Así que sin más se alejó para cumplir con su entrenamiento.

Milo suspiró aliviado. Sabía que sería castigado por faltar a la práctica, sin embargo era imprescindible que estuviera ahí para cuando llegara el cartero, ¿por qué?

La razón era una enorme caja rosa con unas curiosas letras en las que se leía Sexy Doll. Con su cara enrojecida por la vergüenza y muy alegre de que nadie estuviera ahí para verlo, presuroso recogió el paquete para comenzar la graciosa huida hacia su templo.

Cuando llegó a la casa que custodiaba inmediatamente entró a su recamara cerrándola con llave. Con cuidado dejó el paquete sobre la cama.

Suspiró aliviado de que nadie lo hubiera visto.

Y no es que realmente le preocupara que los demás pensaran que era un pervertido…Después de todo, lo era, y para muestra estaba el enorme paquete sobre su cama. Además, también era un hombre después de todo, y uno con “necesidades” muy muy especiales, así que nadie tenía derecho a criticarlo por haber gastado todos los ahorros de su vida en…¿cómo decirlo?...en un muñeco de placer. Pero no se trataba de cualquier “juguete”, era la última innovación en el rubro de los androides, un humanoide tamaño real, cuyo cuerpo imitaba perfectamente el de un humano e incluso era capaz de responder a instrucciones básicas, y lo mejor de todo, era que estaba programado solo para complacer, así que no habría dramas innecesarios.

El único problema fue que en un arranque de inusitada insensatez, su atontado y lujurioso cerebro le había convencido de que era una buena idea pedir un diseño personalizado, uno muy muy especial…Exasperado, se pasó los dedos por el cabello, ¿en qué diablos estaba pensando cuando se le ocurrió pedir un muñeco idéntico al caballero de Acuario?

“Camus me matará si se entera” pensó verificando nuevamente que la puerta estuviese asegurada. La sola mención de su compañero bastó para producirle una intensa excitación, así que rápida y descuidadamente comenzó a abrir el enorme paquete. Levantó con presteza las tapas superiores, encontrándose con un montón de plástico de burbujas. Sonrió, si aquello no funcionaba al menos tendría con que entretenerse.

Se detuvo un segundo para disfrutar el momento. A su sucia mente vinieron todos los instantes en que había deseado estar con Acuario, besarlo, acariciarlo, o incluso violarlo de ser necesario. Suspiró con los ojos acuosos, al fin su sueño se haría realidad…bueno…casi.

Sin esperar más comenzó a sacar el transparente plástico, y tras quitar los montañas y montañas de envoltura, finalmente lo halló…

-Es perfecto- musitó mirando el terso y sereno rostro. Reconoció inmediatamente las curiosas cejas, la nariz ligeramente respingada, y esos carnosos labios que lo enloquecían. Miró el suave y lacio cabello aguamarina bañando la frente y enmarcando con elegancia el fino rostro. Poco a poco fue bajando por el blanco y largo cuello que tantas veces había deseado morder. Bajo un poco más,  prestando atención a los fuertes y firmes pectorales, y aquel plano y ligeramente marcado abdomen, y a los lados, descansando inertes, el par de bien torneados brazos.

Con el corazón latiendo al máximo bajo un poco más la mirada. Aquella visión lo dejo sin palabras, pues aunque era cierto que nunca había visto a su mejor amigo desnudo (y no porque no lo hubiera intentado *///*), basándose en la fotografía que les había mandado, los ingenieros de Sexy Doll habían realizado un cálculo aproximado, y solo digamos que lo habían hecho muy bien.

Por alguna razón, repentinamente una gran vergüenza se apodero del caballero de Escorpio, quien evitando mirar a su juguete debajo de la cintura, optó por sacarlo de la caja. Sin mucho esfuerzo lo levantó en sus fuertes brazos y cuidadosamente lo deposito en la cama.

“Es como si fuéramos recién casados”  bromeó consigo mismo…Sin embargo, bien sabía que desgraciadamente, ese no era realmente Camus. Tratando de evitar que ese último pensamiento culminara en una seria reflexión acerca de ética y valores, decidió pensar en algo más práctico.

-Y ahora, ¿qué hago? –en otras circunstancias habría reído ampliamente ante esa pregunta, pues resultaba más que evidente lo que “tenía que hacer”, pero ahora mismo ese no era el caso, aunque repentinamente una idea se le vino a la cabeza, así que sin más se acercó cuidadosamente a la cama, y lentamente comenzó a flexionar las blancas piernas de “Acuario”. Se separó un momento, descubriendo que la vista aun no era la adecuada, por lo que tomó un par de almohadas y las colocó debajo de la fina cadera.

Se alejó a penas lo suficiente, cuando al volver a mirar “su obra” pensó que moriría inmediatamente de una hemorragia nasal,  y es que ese “Camus” era tan jodidamente sexy. Con la boca seca observó atentamente el cuerpo ligeramente arqueado, las finas piernas demasiado abiertas como invitándolo a acercarse, y entre ellas el majestuoso miembro colgando y por supuesto, esos dos grandes, redondos, y completamente excitantes glúteos entre los que cuales podía apreciar la pequeña y apretada entrada con la que cada noche soñaba.

Sin embargo…algo parecía estar mal. Y es que al lograr enfriar un poco sus pensamientos, se había dado cuenta de una cosa muy interesante. Era más que evidente que estaba muy muy excitado, pero aunque pareciera que su ardiente deseo se debía al sexy muñeco, lo cierto era que en su mente siempre había estado solo el real caballero de Acuario.

-Quizá solo debo encenderlo –se dijo pensativo.

Rápidamente vació la caja en busca del instructivo. Dio un vistazo rápido al pequeño librillo y en cuanto encontró lo que buscaba, simplemente lo botó con descuido.

Levantó con cuidado la inerte cabeza, encontrando justo bajo la nuca un pequeño botón que sin dudar apretó.

Durante unos instantes no pasó nada… Pasaron 1, 5, y varios minutos más sin que ocurriera nada, absolutamente nada.

Se puso de pie dispuesto a buscar de nuevo el bendito instructivo, cuando el sutil sonido de una inhalación lo hizo voltear. El pecho blanco subía y bajaba acompasadamente. Con sigilo se acercó curioso, retrocediendo un paso al instante cuando aquel cuerpo humanoide se sentó.

Algunos segundos después un par de hermosos ojos azules se abrieron. Durante un minuto esa clara mirada recorrió la habitación, hasta que dio con la figura de Milo, entonces un gesto tierno se apodero del rostro pálido.

La mente de Milo era realmente un lienzo en blanco. Aquel muñeco ciertamente era idéntico al aguador, además de muy sexy, pero no lograba incitarlo a nada. Con evidente desconcierto, comenzó a acercársele sigilosamente, notando con gracia como la clara mirada artificial lo seguía en cada pequeño movimiento. Cuando estuvo a no más de medio metro de distancia, lentamente dirigió su temblorosa mano hacia el bello rostro. El muñeco espero inmóvil la caricia.

Finalmente lo tocó, acariciando con sus dedos la clara piel que aunque sin duda parecía real, no le provocaba sensación alguna.

Ya un poco frustrado se irguió llevándose las manos a la cintura. Al momento el androide se sonrojo y con movimientos suaves comenzó a tocar su desnudo cuerpo.

El peliazul miró confuso el ir y venir de las suaves caricias con las que aquel humanoide parecía explorarse eroticamente.

-Ahhh- gimió el robot sorprendiendo al caballero, cuyas alarmas se encendieron automáticamente… ¿Qué pasaría si alguno de sus compañeros lo oía?

Temeroso por la reciente idea, miro rápidamente hacia la puerta, mientras su habitación era invadida por cada vez más fuertes y continuos gemidos.

-Shhhh- indicó Milo exasperado, tratando de hacerse entender. El muñeco obviamente no le prestó atención, en cambio, abrió más sus piernas intensificando las caricias y aumentando el nivel de los gemidos…-Shhhh…¡Alto!...¡Para ya!- gritó más y más nervioso  viendo que no se hacía entender.

Dio un vistazo rápido al reloj de la pared, adquiriendo al instante una atípica palidez al darse cuenta de que el entrenamiento estaba a punto de terminar. Nervioso buscó el instructivo, pero a pesar de que removió entre todas las cosas no pudo hallarlo.

Sudando frío, dio una veloz y agitada caminata de extremo a extremo de su cuarto, sintiendo que el mar de gemidos que lo rodeaba le impedía pensar con claridad.

-¡Solo debo apagarlo!- pensó emocionado corriendo al instante hacia el lindo androide que ya muy rojo se concentraba en jugar con cierta parte de su anatomía.

Milo rápidamente lo volteó, moviendo descuidadamente el largo cabello aguamarina hacia un constado. Sintiéndose aliviado presionó el curioso botón y espero.

5…10…15 minutos y nada pasó. Asustado, soltó sin más al muñeco, que cayó boca abajo en la mullida cama. Escorpio retrocedió un par de pasos sin saber qué hacer. Era claro que necesitaba ayuda, y usualmente habría corrido con Camus quien al final siempre terminaba auxiliándolo, pero ¿cómo hacerlo cuando tenía a un muñeco idéntico a él masturbándose descaradamente sobre la cama?

Se llevó las manos al rostro en un gesto desesperado, dejándose caer a un lado de la puerta. Entonces recordó vagamente algo del anunció de Sex Doll, y si su memoria no fallaba mencionaba algo sobre un comando de voz y un nombre puesto por el usuario.

Rogando que funcionará se incorporó corriendo hacia la cama y tomando del mentón la cara del muñeco-Configuración de usuario- musitó viendo como cada movimiento y jadeo del androide paraban al instante, y la artificial pupila se abría hasta cubrir casi completamente al iris. En ese momento, cualquier persona normal hubiese decidido guardarlo todo y terminar con ello, pero Milo era aventurero, y sintiendo que dominaba la situación decidió completar la configuración –Modelo XD56-7 – dijo leyendo el número de identificación impreso debajo del botón de encendido –Nombre de usuario: Milo – ni bien terminó de pronunciar su nombre, sintió una ligera sacudida en el muñeco. Vio a la pupila volver a su tamaño natural, y de un momento a otro el androide retomó su anterior tarea.

Las orbes turquesas miraban la  extraña escena con una mezcla de incredulidad y temor.

-Piensa Milo…piensa…- se ordenó al instante que retomaba su agitado recorrido por la habitación.

-De acuerdo…¿qué tal si comenzamos por ponerte un nombre?...Tal vez así pueda llamarte y darte una orden…pero, ¿qué nombre podría ser?...¿Camus? – se preguntó curioso, pero al imaginar la  mirada asesina del amo de los hielos tembló con temor –Creo que mejor probamos con un nombre diferente.

Manteniendo una pose meditabunda dio varias vueltas a la habitación, siendo seguido a cada instante por las orbes cielo.

-¡¡Lo tengo!!...te llamaras Camie Doll- gritó finalmente decidido. El lindo muñeco solo gimió excitado –Entonces Camie… ¿qué hacemos ahora? -cuestionó pensativo mirando fijamente al muñeco, que sin pudor alguno seguía tocándose sugestivamente sobre la cama.

-Es claro que no puedo apagarte… Tal vez solo podrías dejar de “jugar”.

-Ahhh…ahh

-¿Si quiera me estas escuchando?

-Ahh…ahhh…ahhh

-¿Puedes dejar de jadear?- pidió molesto al notarse ignorado.

-Ahh

-¡Deja de hacer eso!

-Ahh…ahhh…ahhhh

-¡Ya basta!

-¡AHHHHHH!

-Se acabó- susurró el peliazul dirigiéndose a su guardarropa decidido –Lo primero será vestirte…y…¡ ya deja de tocarte!

Finalmente saco de entre sus cosas un pantalón blanco, una camisa azul cielo y por supuesto ropa interior.

-Muy bien…allá vamos –comentó inseguro dirigiéndose hacia el sensual muñeco. Para su sorpresa vestirlo no fue tan fácil, pues en cuanto colocaba una prenda y se disponía a poner la otra, el androide ya se estaba quitando la primera. Milo sonrió distraído “Parece que este Camus es  nudista” pensó olvidándose por un par de segundos del grave problema que tenía.

Media hora después, al fin lo había logrado. Suspiró aliviado viendo con orgullo su obra maestra. Camie Doll yacía en la cama completamente vestido…¿cómo lo había logrado?...sencillo, atándolo a la cama y amordazándolo, sin embargo pese a ello, el muñeco se seguía removiéndose sensualmente sobre las arrugadas sábanas, emitiendo ahora ligeros sonidos acallados en gran medida por la bola de plástico que tapaba su boca.

-Necesito un trago-se dijo Milo, a sabiendas de que solo había controlado momentáneamente el problema.

 

Sintiendo que la cabeza le iba a explotar de tanto pensar, decidió recostarse en el sofá con la clara intención de olvidarse de lo estaba pasando en su habitación. Cerró los ojos, y se concentró en respirar lentamente…inhalando…exhalando…poco a poco una agradable paz lo invadía.

-Ahhh- se escuchó repentinamente resonando por el templo.

-¿Pero qué demonios…-exclamó molesto corriendo hacia su habitación, pero antes de poder llegar una poderosa presencia llamó su atención -¡No puede ser!...aun no es hora- musitó nerviosamente cambiando de dirección hacia la entrada de su templo.

-¿Mu?- llamó alarmado viendo al caballero de Aries mirando con el gesto fruncido hacia sus aposentos.

-Milo…¿está todo bien?- cuestionó dudoso.

Escorpio sudo frío –Claro… ¿Por qué no habría de estarlo? Jejeje- respondió intentado aparentar normalidad.

-Es que creí escuchar algo…pero, debió ser mi imaginación- concluyó sonriente –Bueno amigo, pido permiso para pa…

-Ahhhh…ahhhh-un par de sonoros “quejidos” llenaron el ambiente.

Ambos caballeros permanecieron estáticos, uno analítico, el otro orando.

-¿Qué fue eso?- cuestionó directamente el lemuriano viendo a Milo a los ojos.

El peliazul trago con dificultad –Eh…eso…no, no fue nada –dijo tratando de disuadir a su compañero mientras lo empujaba ligeramente hacia la salida.

Entonces otro sonoro quejido hizo eco en el silencioso templo.

-¿Milo?- interrogó por última vez con un rostro demasiado serio. El silencio del escorpión bastó para que soltara y caminara velozmente hacia el interior del octavo templo.

Conforme avanzaban, los que ahora identificaba claramente como quejidos se escuchaban con mayor intensidad.

-Mu…no…espera- pidió Milo tratando de evitar que el pelilila abriera la enorme puerta al final del pasillo.

No tuvo éxito.

Al instante Mu se quedó paralizado. Ninguna clase de meditación o entrenamiento lo podía haber preparado para lo que vio. Ahí frente a él un semidesnudo Camus (digamos que solo se había se había dejado la camisa abierta) yacía arrodillado en la cama apretándose sensualmente los pezones.

-Mu- llamó el octavo caballero jalando del brazo al guardián de Aries y volviendo a cerrar la puerta.

-Él…el- tartamudeaba con torpeza el pelilila intentando reponerse del shock.

-No es lo que piensas- se adelantó el peliazul, tratando de calmarlo.

-Yo…de verdad lo siento, pensé que…no sabía que ustedes…-trató de disculparse con el rostro muy ruborizado –Será mejor que me vaya.

-Espera Mu- pidió Milo impidiendo su partida –Te juro que no es lo que crees – explicó ganándose una poco común mirada sarcástica del de Aries.

-De verdad, no tienes que darme explicaciones. Es normal que ustedes se quieran y…

-Te equivocas…es solo que…

-¿Qué?

-Es que Camus…es decir Camie…-pronunció tratando de ganar tiempo mientras su cerebro a la velocidad de la luz ideaba una salida…¡Bingo!...-Él está enfermo- soltó, sin tener que fingir el gesto de angustia dibujado en su rostro.

-¿Enfermo?- repitió Aries con incredulidad.

Milo suspiró –Mira Mu, lo que te voy a decir es un gran secreto… ¿comprendes? –el lemuriano asintió –Hace algunos años Camus comenzó a tener ciertos…”episodios”…Yo creo que se debe a que revivió varias veces, como que algo entonces se estropeo en  él, y ahora…bueno, ya sabes –indicó con seriedad señalando con su cabeza hacia sus aposentos.

-Milo…eso no parecía precisamente una…

-Es la verdad Mu…¡Lo juro por Zeus!

El pelilila lo observó analítico -¿Alguien más lo sabe?

-¡¡Por supuesto que no!!...es decir, se trata de de Camus…a él no le gustaría que todos se enterarán de algo así.

-Entiendo…-dijo Mu creyendo al fin en las palabras de Milo –Ahora entiendo por qué se fue tan rápido del entrenamiento – indicó capturando de inmediato la atención del griego.

¿Cómo que Camus se había ido? Y ¿a dónde?...fueron algunas de las interrogantes que tuvo que guardarse por miedo a delatarse, así que solo asintió.

-¿Estará bien? –cuestionó algo preocupado Mu.

-Si…espero que este como antes para el final del día- dijo algo distraído por lo oído sobre el verdadero Camus.

-Bien…entonces lo dejo en tus manos –expresó con una sonrisa sincera el carnero, para después abandonar el templo.

En cuanto el primer caballero se marchó, el escorpión se recargó cansado sobre la pared. Quería averiguar en ese mismo momento lo que pasaba con Camus, pues pese a que había estado ocupado con su juguete, era imposible que no hubiese notado el paso del onceavo guardián. Sin embargo, el reciente incidente había demostrado  que no  podía dejar solo a Camie Doll. Resignado volvió a la habitación pensando en una manera para acabar con ese sexy problema.

Rápidamente llegó la noche, y Milo aun seguía inmerso en el mismo problema, sin embargo desde hacía horas que sus pensamientos giraban totalmente en torno al verdadero caballero de Acuario, al cual no había visto ni sentido en todo el día… “¿Dónde estás Camus?”…se cuestionó una y otra vez, envuelto en un absoluto mutismo.

Y es que al fin reinaba el silencio en la octava casa, pues al parecer el androide tenía la carga baja, o algo así, ya que llevaba horas sin moverse o hacer ruido, y permanecía sentado viendo fijamente a Milo.

-¡Diablos Camus! – gruñó levantándose de su asiento y saliendo abruptamente con dirección al onceavo templo.

 

Un par de horas después un desconcertado y preocupado escorpión ingresaba de vuelta a su templo. No había rastro de Camus…no estaba en su templo, y no parecía no estar un ninguna parte del Santuario. Trato de preguntar por él a Shion, pero temía encontrarse a Mu y tener que dar más explicaciones.

Desesperado, se removió el cabello, alcanzando el pasillo que llevaba a su habitación.

-Oh…no- dijo para sí mismo al ver la puerta abierta.

Al instante corrió encontrándose al instante con su juguete en la cama tal cual lo había dejado. Suspiró aliviado.

-Creo que tienes mucho que explicar – indicó una conocida voz haciéndolo saltar asustado. Lentamente se giró para encontrarse con una sonrisa traviesa y un par de ojos que lo miraban con burla.

-Aioria – mencionó viendo acercarse al caballero de Leo quien traía el instructivo en una de sus manos.

Notas finales:

Y ese fue...wow...creo que quedaron muchas dudas al aire.

En el próximo capítulo gracias a Aioria sabremos sobre el funcionamiento de un Sexy Doll, y entenderemos la extraña actitud de Mu.

Aunque no se si sabremos dónde está Acuario.

Bueno, me despido agradeciendo su lectura, y disculpandome por tanta tontería.

Cuídense mucho.

Les envío un fuerte abrazo.

Bye Bye


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