- Milo, Milo, levántate… llegaras tarde al entrenamiento.
Le decía dulcemente el caballero de acuario al somnoliento guardián de la casa de escorpión.
- cinco minutos mas, por favor Camus.
Le contestaba este mientras se escondía mas en las sabanas blancas de su cama.
- no tienes remedio Milo, pero está bien, duerme un poco más. – una tierna sonrisa se formaba en los labios del acuariano mientras acariciaba los azules cabellos del escorpión-, te preparare el desayuno, pero por favor empieza a alistarte, o te regañaran.
Sin decir mas deposito un dulce beso en la nuca del escorpión, acto seguido se giro rumbo a la puerta para preparar un delicioso desayuno, estaba a punto de dar su primer paso cuando sintió como tomaban de su mano jalándolo en dirección al lecho del escorpión, mismo que con mucha astucia lo metió entre sus sabanas, acurrucándole en sus brazos.
- duerme conmigo.- le dijo el peli azul en un susurro al acuariano.
Sus ojos estaban cerrados, tanto como sus brazos encerrando el cuerpo de Camus, este por un momento comenzaba a dejarse llevar por el calor que el cuerpo de Milo le brindaba, mas sin embargo su deber de responsabilidad se hiso presente.
- no podemos Milo, tenemos que ir a entrenar o si no nos meteremos en serios problemas con el patriarca, nos regañara..
Sus palabras fueron interrumpidas por los labios del escorpión.
- si tanto quieres ir entrenar, podemos empezar aquí.
Se lo dijo con voz seductora al oído mientras comenzaba a acomodarse entre las piernas del acuariano, sus labios empezaban un recorrido por el cuello de Camus dejando pequeñas marcas en este, no tardo mucho en que las manos de Milo hicieran aparición despojando lentamente la ropa de Camus dejando expuesto el níveo cuerpo de este a las tenazas del escorpión.
-no.. no podemos hacer esto Milo, tenemos que ir.
Intentaba decir el francés entre ligeros gemidos, mismos que excitaban cada vez más al escorpión, el cual no contesto alas palabras de Camus solo dejo que sus manos y sus labios respondieran a lo que era su verdadero pensamiento. Aquellas que acciones que emitia en el cuerpo de Camus hacían que este perdiera toda razón, olvidándose de cualquier cosa .
Pasaban y pasaban los minutos, ya ambos se encontraban completamente desnudos, rozando sus cuerpos uno contra el otro, su sexos pedían a gritos un poco de atención , fue entonces cuando Milo se prepara para comenzar a embestir el cuerpo de Camus, mismo que al notar esto acurruco tiernamente su rostro en el pecho del escorpión al mismo que abrazaba a este con un poco de fuerza, el escorpión amaba esas pequeñas acciones de parte de su amante, lo adoraba por completo.
- Camus, te amo..
Le dijo en un susurro mientras entraba con sumo cuidado al interior del acuariano.
Paso mas el tiempo , ambos habían llegado al climas, en la formada espalda de Milo pequeñas gotas de sudor resbalaban, junto con grandes marcas de rasguños provocadas por el caballero de acuario. La respiración de ambos era agitada ellos a pesar de todo seguían besándose y acariciándose con notable amor, olvidándose aun de todo aquello que lo rodeaba, sin importarle nada, solo eran felices en aquel mundo donde solo existían ellos dos y nadie mas.
Aun que no lo quisieran, después de darse una gran ducha y desayunar juntos, tuvieron que bajar al posible ya concluido entrenamiento, recibiendo con el ello el ya esperado regaño del patriarca y por consecuente el castigo correspondiente.
- no importa el castigo que sea, para mi será un maravilloso regalo mientras te tenga a mi lado.
Le dijo Milo a Camus el cual sus mejillas se sonrojaron al escuchar las lindas palabras de su amante.
Días como eso eran cada vez más frecuentes, todo era tan perfecto entre ellos, al grado que parecía que nada ni nadie podría interrumpir entre su felicidad o eso era lo que creía el caballero de caballero de escorpión , hasta que una noche regresando de un encargo del patriarca, sin querer escucho una conversación entre el caballero de la casa de piscis y caballero de la casa de cáncer.
- por favor, promete que te cuidaras
Decía el caballero de piscis al de cáncer con gran preocupación en su voz, incluso parecía que una lagrima resbalaba por su mejilla.
- afrodita, no tienes por preocuparte, solo son caballeros de bronce, ¿Qué podrían hacernos?
Le responda con una gran sonrisa el cáncer, queriendo ocultar su preocupación.
- esta batalla no será como las otras y lo sabes, esos caballeros no son como cualquier otros y lo sabes muy bien Death, temo que muchos caballeros van a sucumbir en esta batalla y no quiero saber que algo te ha pasado, sin ti yo no podría vivir, ya no tendría una razón de vivir, si tu faltaras yo iría contigo.
Las lagrimas por fin se hicieron por completo presentes en el rostro de afrodita, Death al notar esto limpio tiernamente cada una de ellas acto seguido comenzaba a acercarse para besar a este cuando bruscamente fue interrumpido por el caballero de escorpión.
- ¿de que batalla están hablando? – dijo con frialdad en su voz, sin importarle arruinar aquel momento.
Death que hasta ese momento no había notado la presencia de Milo se poso frente a afrodita para evitar que el escorpión le viera con los ojos rojos por las lagrimas que había derramado. Miro fijamente a Milo por algunos segundo y después de un breve silencio por fin dijo.
- ¿no te enseño tu maestro que es de muy mala educación escuchar conversaciones ajenas?
- ¡ja! por favor cáncer, tu enseñándome modales a mi, dime de una vez de que batallan hablan, que pasa con eso caballeros de bronce.
Death quería golpearlo por aquel comentario, mas sin embargo decidió guardarse el coraje.
- me da igual, de todos modos lo sabrás. - hiso una pequeña pausa- en algunos días, el patriarca no nos ha dicho cuando los caballeros de bronce vendrán a atacar el santuario, acompañados de esa mocosa que dice llamarse antena.
Decía el de cáncer con gran seriedad en su voz.
- ¡ja! y eso es lo que les preocupa, esos niños de bronce, por favor. – decía casi incrédulo el escorpión.
- sigue pensando así y al igual Misty y los demás caballeros de plata terminaras muerto en sus manos.
Esta vez fue el caballero de piscis quien dijo eso, mismo quien desviando la mirada de Milo tomo la mano de Death jalando para que se fueran de aquel lugar.
- no olvides que uno de ellos fue el discípulo de Camus, ¿ que crees que pasara cuando se encuentren alumno y maestro?
Sentencio el de cáncer mientras era jalado por su compañero, dejando a Milo solo en aquel lugar.
Al por fin llegar a su templo Milo ya no tenía ánimos ni de comer asi que decidió ir directo ala cama, mas sin embargo mientras mas pasaba la noche las palabras de Death no salían de su cabeza, sabia muy bien lo importante que era hyoga para Camus y se preocupaba que pasaría si ellos llegaran a enfrentarse, ¿Camus le daría una lección a su alumno? ¿lo mataría sin compasión? Esas y más preguntas se lo hicieron enojarse sin pensarlo dos veces se levanto de la cama tomo su chaqueta y tomo rumbo a l templo de acuario. Al llegar a este encontró a su guardián cómodamente en su sillón favorita, leyendo un libro acompañándolo con una taza de café, este al verlo dejo todo un lado para así poder recibirlo.
- Milo, me alegra que hayas venido, te preparare un café.
- no es necesario, Camus –suspira- vengo a hablar contigo. – dijo cabizbajo el escorpión
Camus solo se limito a mirarle fijamente, le extrañaba demasiado aquel comportamiento muy inusual en Milo.
- te escucho. – menciono tratando de fingir tranquilidad-
Soltando un gran suspiro Milo comenzó a contarle lo que tiempo atrás había escuchado decir de sus compañero, le conto eso y todas aquellas preguntas que inundaban su mente.
- entonces es eso. – dijo el acuariano mientras tomaba un sorbo de su café-
- si –respondió sin animo el escorpión.
Camus intento fingir una sonrisa pero en el fondo sabia que si su alumno venia al santuario estaban destinados a llevar a cabo una batalla donde solo uno de los podría sobrevivir.
- Camus… prométeme que nunca me dejaras, que siempre estarás a mi lado, que no importa si peleas con hyoga promete que tu regresaras, promételo
dijo con la voz quebrada y una profunda tristeza, mientras tomaba la mano de Camus.
- Milo, yo nunca podría dejarte, solo piensa tu crees que yo podría morir en paz sabiendo que no hay quien te cuide, ni quien te recuerde cada una de tus tareas, si yo muriera tendría que dejarte una lista de cada una de las cosas que tengo que recordarte al día, y la verdad es que no tengo mucho animo de escribir, así que no te preocupes aquí estaré para ti.
Camus intentaba que sus palabras reanimaran a Milo el cual con una sonrisa fingida respondió .
- no será tan grande la lista…
-claro que lo es, créeme, pero no la escribiré porque siempre y escúchame siempre estaré a tu lado.
Sentencio Camus a Milo dejando un dulce beso en los labios de este.
Paso algún tiempo y la feroz batalla entre los caballeros del oro contra los caballeros de bronce por fin se llevo a cabo, llevándose con ella la vida de algunos caballeros dorados entre ellos acabo con la vida del caballero Camus de acuario.