Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Muñeca Completada por Arince Bezariune

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Vocaloid no me pertenece, le pertenece a Yamaha y a sus respectivos desarrolladores.

Recuerdo que cuando era niño solía meterme a escondidas a la misteriosa casa de la artesana del pueblo. Aquella que hacía juguetes de calidad y hermosas muñecas y en su casa había varias de ellas, de todas apariencias y tamaños, incluso del tamaño de una persona real.

Ella no solía salir de su casa más que para las compras y vendía sus juguetes en una tienda que estaba unida a su casa, era durante esos momentos donde solía meterme escalando un árbol sin que nadie me viera y metiéndome por una ventana que podía abrir sin problema.

Solía admirar la belleza de las muñecas y jugar con algunos juguetes que estaban por ahí, sin embargo mi favorito siempre fue un muñeco, pues recuerdo que llevaba ropas de niño, que siempre estaba sentado frente a una mesa y un libro. Tenía el cabello blanco y hasta los hombros, su piel de porcelana con las mejillas en un pequeño tono rosa, sus facciones finas y su nariz pequeña; pero lo que más me gustaba eran sus ojos, y es que tenía un ojo azul y otro verde, simplemente me encantaron; se llamaba Piko o al menos así le decía. Por lo que puedo recordar su apariencia era mayor a la mía, como si tuviera nueve años, mi yo cuando lo encontré tenía cuatro.

Mi imaginación era muy grande, y es que podía pasar las tardes hablando y jugando con "él" aunque nunca se levantaba de su silla, cosa bastante predecible. Me "leía" los cuentos que mi madre y mi hermana me leían también. Recuerdo que incluso me "enamoré" de "él", la inocencia de un niño es bastante tierna, ¿no creen? Hasta mi "novio" fue.

Sin embargo a la edad de seis años, que es la edad donde más recuerdos tengo de aquel muñequito, mis padres me dijeron que nos mudaríamos a la ciudad por lo que me despedí de mi amado muñeco y muy triste me fui.

Ahora, después de ocho años, hemos vuelto a ese pueblo y, para qué negarlo, estaba algo emocionado de volver a ver a aquel hermoso muñequito con el que tanto me divertí de pequeño. La artesana seguía viviendo en la misma casa que solo estaba a metros de la mía, que es la misma construcción de hace años, y al parecer su rutina no había cambiado mucho, por lo que en la tarde me escapé de mi "nuevo" hogar y me escabullí como antes lo hacía. Mi felicidad fue grande al notar que aún podía abrir la ventana.

Al entrar a la casa noté que no había cambiado nada con respecto a la estructura y materiales, pero habían muñecas nuevas al igual que juguetes como solía ser cada semana. Vi que aún se encontraban algunas muñecas que estaban desde la primera vez que entré, cosa que me emocionó mucho.

Caminé hasta la mesa donde solía estar mi muñequito, pero mi sonrisa de oreja a oreja se borró cuando vi que no había nada ahí, ¿lo habrá vendido?

Ante aquel pensamiento me desesperé y empecé a buscar con mi mirada. Tal vez solo lo había cambiado de lugar.

En la última de las pocas habitaciones sentí mi alma regresar, había una cabellera blanca sentada en una silla mirando hacia la ventana.

Aunque había algo extraño...

Se veía más alto de lo que recordaba.

Me acerqué a él y miré que sus facciones, a pesar de seguir siendo finas, habían crecido. En sus piernas se encontraba el libro de donde me "leía" los cuentos y sobre este estaban posadas sus manos.

Ahora que lo recuerdo, de pequeño siempre habían dicho que la artesana estaba loca y que en su soledad había hecho a un "hijo", que era solo un muñeco hermoso que a veces solía verse en las ventanas.

Eso explicaría por qué el muñeco "creció", ¿no?

Lo rodee lentamente mirando cada detalle que se encontraba muy bien elaborado. A pesar de estar loca, la artesana era excelente en su trabajo.

Me quedé de cerca mirando su rostro, parecía tener mi edad. Sus hermosos ojos seguían teniendo aquellos colores, sus mejillas tenían un pequeño tono rosa al igual que sus finos labios. Acerqué mi mano para acariciarle su pómulo derecho, se sentía muy suave y... ¿Caliente?

En un abrir y cerrar de ojos los labios del muñeco se habían pegado a los míos, cosa que me sorprendió y asustó mucho. Sin pensarlo dos veces lo empujé y yo salí disparado a la dirección contraria. Me tropecé y caí.

—Auch. Esa no es la forma de tratar a una muñeca, ¿sabes?– dijo Piko sobándose la mano con la cual cayó al suelo.

—¡¿P-p-pe-pero qué?!— estaba que no salía de mi asombro, ¡se movía y hablaba a voluntad!

—Hmp— se levantó, yo seguía en el suelo —. Habías reaccionado mejor cuando eras niño.— se sacudió sus ropas.

—¡N-no! ¡Es imposible!— decía yo como loco —¡Tú no eres más que un muñeco!

—Oh, ¿era eso?— respondió al parecer comprendiendo, por mi parte era lo contrario —Al parecer jamás te logré convencer, aunque bueno, yo siempre deje que me llamaras como quisieras.

—¿Convencerme?— pregunté más tranquilo.

—Ajá— se acercó a mí —. Convencerte de que yo no era un muñeco.— ahora mis ojos si se abrieron como platos.

—¿Cómo?

—La primera vez que entraste aquí me habías confundido con una muñeca, aunque yo te había dicho que era un niño de verdad, no una muñeca— me ofreció su mano —. Pero al parecer jamás te logré convencer por mi apariencia y, seguramente, por lo que decían de mi madre.— traté de analizar lo que me había dicho rápidamente. Después tomé su mano con duda y me levanté. Su mano era suave pero de piel, no era de fría porcelana.

—Entonces tú...

—Soy de carne y hueso.— me regaló una hermosa sonrisa mientras sus mejillas tomaban más color.

—...dame un momento, ¿si?— levanté la silla tirada en el suelo y me senté en ella apoyando mi codo sobre mi rodilla y con mi frente siendo acariciada por mi mano.

—¿Qué sucede?— me preguntó Piko arrodillándose frente a mí para ver mi rostro.

—Nada, solo asimilo que mi Coppélia resultó ser una Swanilda.*— respondí provocando una risa en él.

—Yo te dije desde un principio, que me creyeras una muñeca viviente no es mi culpa.— se defendió. Lo miré unos segundos, era demasiado hermoso para ser una persona real...

—Pero siempre te recuerdo con la apariencia de nueve.— señalé.

—Eras muy pequeño, tenía nueve cuando tú tenías seis, es por eso que me recuerdas con esa apariencia, es la que mejor recuerdas.— explicó.

—Espera, ¿cuántos años tienes?— pregunté tratando de hacer cuentas.

—Diecisiete.— respondió y casi me voy de espaldas.

—¡Pero si pareces de mi edad!— Piko infló sus mejillas a lo que yo me sonrojé un poco, le daba una apariencia sumamente tierna.

—Ya sé que me quedé estancado, no me tienes que decir.— cruzó sus brazos.

—Disculpa.

—Ya no importa.— después de eso se creó un pequeño silencio.

—...¿Y por qué no te moviste?— hablé rato después.

—Por qué la primera vez que me viste tampoco me movía por estar leyendo, creo que por eso también creías que era una muñeca. Cuando supe que regresarías hoy iba a ir a la mesa donde solía estar con el libro de siempre, pero llegaste antes de lo esperado y no tuve más opción que sentarme aquí.— me contestó.

—Pero si eras de verdad...¿por qué no te levantabas a jugar conmigo?— vi que se incomodó por la pregunta.

—Por qué no podía...

—...¿Cómo que no podías?— Piko miró hacia otro lado y suspiró.

—Parece que no lo recuerdas— se sentó frente a mí con sus rodillas dobladas y apoyando peso en sus brazos —. Te confiaré el secreto de nuevo pero no le digas a nadie, ¿de acuerdo?— tragué saliva y asentí lentamente —...Perdón si te incomoda lo que voy a decirte, pero a pesar de no haberte visto me sigues gustando— sus mejillas se pusieron rojas y sentí mi cara arder, desvié la mirada por la pena —. Me gustas por qué me hacías sentir hermoso, me hacías sentir que era igual de bello y valioso como las muñecas que hacía mi mamá a pesar de mi condición...— lo miré.

—¿Cómo que...tu condición?— él me miró y suspiró, subió sus pantalones hasta las rodillas y lo que vi me sorprendió. —Esas son...

—Prótesis— completó, al parecer tiene hasta la rodilla y un poco más en ambas piernas, las prótesis eran estéticas pues simulaban una pierna humana —. Cuando venías aún no las tenía, no teníamos el dinero suficiente para comprarlas y tampoco el material para que mi madre me intentara hacer unas, además no podíamos darnos el lujo de cambiar prótesis cada vez que creciera más, por lo que tuvimos que esperar a una edad donde ya no crecería o al menos no mucho. Apenas llevo un año con ellas.— observé sus ojos que me veían esperando alguna reacción.

—Ya veo...— la verdad no sabía qué decir o qué pensar.

—No se lo digas a nadie por favor— volvió a cubrir las prótesis con su pantalón —. La gente ya me conoce y ya sabe que no soy una muñeca pero creen que no salía por qué era propenso a enfermarme de niño.— suspiré.

—Tranquilo, no diré nada— me rasqué la nuca con nerviosismo, lo que iba a decir iba a ser bastante vergonzoso... —. Además eso no quita el hecho de que eres muy bonito, como el muñequito que siempre pensé que eras.— se ruborizó al igual que yo, aunque estaba seguro de que el mío era peor. Una sonrisa apareció en sus labios.

—Algo así me dijiste cuando descubriste que no tenía mis piernas completas— su mirada dispareja se veía nostálgica —. Dijiste: "oh, aún no te acaban, no importa, sigues siendo un muñeco muy bonito".— estaba seguro que mi rostro era peor que un tomate.

—Pu-pues es la verdad.— trataba de seguir mirándolo pero era difícil, moría de vergüenza. Él rió con suavidad.

—Pero bueno, la muñeca ya está completada y quiere saber— se acercó a mí, por lo que mi corazón se agitó más de lo que ya estaba —si tiene la oportunidad de estar de nuevo con aquel dueño que la llenó de sentimientos y de seguridad en sí misma.— sus ojos me veían esperanzados a los míos, por lo que hipnotizado de sus orbes simplemente respondí:

—Si.— y esta vez fui yo el que lo besó.

Notas finales:

*Tal vez haya gente que lo entienda pero hay otras que no, Swanilda es la protagonista del ballet Coppélia que (no les contaré toda la historia) en un momento dado entra a la casa del Dr. Coppélius, quién vive con su "hija" Coppélia que siempre esta en balcón leyendo. Cuando Swanilda va a ver a Coppélia resulta ser una muñeca, pero el Dr Coppélius al llegar a su casa hecha a sus amigas y ella, sin remedio, esconde a Coppélia y toma su lugar. Es durante un tiempo le hace creer al Doctor que su amada muñeca a cobrado vida hasta hacerse humana, llevándose una gran desilusión cuando se entera de la verdad.

Holi! ^^ Cómo estan? :) Yo muy emocionada al traer este one-shot! x3
Esta idea es reciente xD es la primera vez que hago uno en seguida de pensarlo :v xD
La verdad cambió mucho de lo que iba a ser originalmente (de hecho si iba a ser muñeca muñeca), pero me gustó mucho el resultado, en especial el final pues no es común leer algún personaje así (generalmente son perfectos fisicamente :'v) Y no se ustedes pero casi lloro cuando la frasesita "oh, aún no te acaban, no importa, sigues siendo un muñeco muy bonito" resonó en mi cabeza :'v conmovió a mi corazón.
Bueno, creo que eso es todo.
¡Hasta la próxima y llenen a las muñecas de sentimientos!

Bye-biiiii~!

PD: Hora de avisos parroquiales xD Les invito a leer mi fic "La Mansión Scarlet Moonlight" Es interactivo :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).