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Esclavos del Silencio. por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Hola mis queridos lectores, yo de nuevo después de tanto tiempo vengo a dejarles este escrito que fue un pedido de una súper bella y especial personita: Gea de Acuario, hermosa espero este escrito sea de tu agrado y discúlpame la tardanza es que estaba buscando mi aspiración perdida pero al fin acá te traigo lo prometido además de que aprovecho para darle mi regalo de cumpleaños a mi copo sexy que este 7 de febrero esta de manteles largos.

Bien sin más acá el fic, si les gusta o me quieren dar una sugerencia de algo, pueden dejarme un review, si gustan por supuesto y creen que me lo merezco, y si no, igual les agradezco por darle un chance a este fic.

Notas del capitulo:

Bien como saben, Saint Seiya no es de mi propiedad sino del genial Kurumada-sensei, yo solo tomo sus personajes prestados sin fines de lucro para hacer estas historias.

Bien antes de comenzar unas aclaraciones:

1-    Este fic, está dividido en dos porque me salió muy largo.

2-    Los que siguen mi fic Un cuento antes de morir, espero actualizarlo pronto y con tres caps. por mi tardanza.

3-    Mu es el seme de esta historia xD

 

¡¡Disfrutenla!!

    Sus labios deseosos y húmedos devoraban con hambruna lujuriosa los del otro entre sus brazos. Disfrutaba la dulzura de esa textura acolchonada y tibia que correspondía con igual ímpetu su entrega y unión; le gustaba el sabor ajeno y por ello pasaba de la boca sedienta al níveo cuello blanquecino puesto a su total alcance para que lo marque como de su propiedad. Su sensual víctima gemía levemente inundando sus sentidos de la necesidad de poseerlo por completo y enloquecerlo viciándolo de su cuerpo y su calor.

    Sus manos acariciaban las piernas del que se retorcía debajo de su fuerte cuerpo dejando escapar suspiros de satisfacción. Su necesidad estaba doliendo entre sus propias piernas; estaba decidido a consumar la fusión con su adorado compañero, a hacerlo suyo y de nadie más.

    Escuchaba deseoso como el menor decía su nombre con pasión, pidiéndole o más bien rogándole que entrará en lo más profundo de su ser, lo necesitaba con urgencia. Justo cuando iba a entrar en ese cuerpo delicioso, un giro lo hizo despertar de su sueño de manera dolorosa ¿La razón? Fácil, al estar envuelto en un sueño tan erótico, y sacudirse con gusto entre las sábanas, llegó al límite de la cama por lo cual cayó de panza hacia el suelo enrollado entre las sábanas de tono celeste.

    Al sentir el frío suelo bajo su ser, se llenó de frustración y algo molesto se sentó sobre el piso meditando ese sueño del que venía siendo presa desde que descubrió sus propios sentimientos por su compañero al cual poseía en sus fantasías.

    No entendía por qué si bien sentía algo grande por el otro, soñaba ese tipo de cosas; es decir, Camus era un joven soberanamente bello y su frialdad sólo lo hacía más llamativo todavía, le gustaba el acuariano, lo quería para abrazarle y besarle suavemente para transmitir todo su cariño por él pero no sabía si tendría alguna oportunidad con el hermoso francés.

    Se puso de pie para comenzar un nuevo día, vio por un momento el reloj sobre su buro y vio las 7:34 am debía comenzar con sus obligaciones. Estaba dispuesto a darse un baño para bajar ese "asunto" que se había despertado tras lo que su subconsciente le mostrará mientras reposaba. Pero cuando salió de sus aposentos sintió una conocía presencia acercarse a su casa.

    Se detuvo en seco en el pasillo para luego ir hacia la entrada a ver a quien llegaba, tal vez hablar con su amigo le ayudaría a entender su situación.

    -Mu, buenos días. -saludaba el recién llegado que no era otro más que Shaka de Virgo.

 

    -Buenos días amigo, me alegra mucho verte.  -confesó. -Pasa adelante, te invito un té.

    Ambos peli largos entraron hasta la cocina del templo de Aries para sentarse a esperar a que el té estuviera listo, mientras tanto algo llamó la atención del ilusionista y decidió darlo a conocer al psíquico.

    -Y dime mi estimado amigo. -hablo ganándose la atención de Mu quien estaba de pie sirviendo el agua hirviendo en las finas tazas. -Ese... -carraspeo señalando la entrepierna del otro. -Problemita ¿es por qué estas feliz de verme en serio o, volviste a soñar con Camus? -Shaka reprimió una risilla.

    Mu al entender al rubio se sonrojo apenado más luego suspiro y hablo. Sabía que podía ser abierto con su amigo ya que él sabía perfectamente lo que llevaba sintiendo por el Santo de la Vasija.

    -Me haz atrapado... Shaka, no sé porque sueño con Camus de esa manera, yo lo quiero, me gusta mucho pero es muy extraño de mi parte ¿No lo crees? -Mu llevo las tazas de té hasta la mesa donde Shaka esperaba, tomó asiento frente al hindú y espero respuesta.

    -Pues eres hombre, es normal que sientas deseos. Lo que en verdad deberías hacer es acercarte a Camus, tratar de ser más cercanos.

    -Bueno, eso en realidad no es problema. Él y yo tenemos una buena comunicación; el verdadero inconveniente es Milo, siempre esta con Camus. -meneo el líquido de su taza con una cucharilla más sólo se le quedo mirando sin beber.

    -Es verdad. -reconoció meditando unos segundos. -Mu, según lo que he escuchado; Milo esta con Camus, sólo que... -pensó en sí decir o no lo siguiente y ante el mutismo, Mu apresuró a que hablará.

    -¿Qué? Anda Shaka dímelo. ¿Qué pasa en esa relación? -alentó al otro con impaciencia.

    Shaka recopiló y jugando con su taza volvió a hablar.

    -Bueno, según me comentó Aioria y en una ocasión Afrodita también. Milo maltrata a Camus, incluso ha habido ocasiones en que Camus ha sido víctima de infidelidad por parte de Milo.

    Shaka no mentía, de hecho todo lo que dijo era la verdad del acuariano. Quería a Milo y por ello aguantaba esas cosas por parte del griego. Eso es lo que todos pensaban y no estaban tan lejos de la realidad; Camus quería al peli azul sí, pero como su amigo pero Milo había hecho que la relación que tenían cambiara a una situación forzada y lejana de lo que solía ser. Claro todo esto oculto de los otros que sacaban sus propias conclusiones del asunto.

    Mu pensó un momento llegando a la conclusión de que tal vez si él se acercaba más al francés, podía conquístale. Cuestión que no sería difícil pues según recordaba, dentro de una semana debía ir a una misión con el peli turquesa por órdenes del Patriarca. Ese sin duda sería un buen momento y lo aprovecharía al máximo.

    -¿Porque si Milo le hace tanto daño no lo deja? -inquirió extrañado.

    El rubio se encogió de hombros en clara muestra de desconcierto.

    -La verdad es que no lo sé, Mu. ¿Nunca te ha platicado a ti esa parte de su vida? –da un sorbo a la caliente bebida.

    -No, la verdad es que aunque nos es fácil hablar. Camus es muy reservado con ciertos aspectos de sí mismo.

    -Entiendo. Es como suele ser usualmente. –razono.

    -Bueno, pero si Camus es así ¿Porque sabe Aioria y Dita todo lo que me has contado?

    -Aioria lo sabe por qué Milo se lo cuenta, y este se lo cuenta a Dita ya que es vecino de Camus y le ha pedido que lo vigile para que no corra peligro o haya un enfrentamiento un día de estos. -hizo una leve pausa y luego agregó. -Recuerda que Aioria estima mucho a Camus. De hecho está en contra de que Milo este con él.

    -Shaka debo acercarme más a Camus y alejar a Milo para siempre de su lado. Yo lo haré feliz. -sentenció mirando seriamente al rubio quien asintió en señal de apoyo.

 

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    Por otro lado, se podía ver a dos figuras en el templo del Aguador celeste. Se trataban de Camus de Acuario y Milo de Escorpio; este último tenía fuertemente apresado al francés entre una columna y su cuerpo, devorando sus carnosos labios con salvajismo.

    Camus se sentía ahogado, quería que Milo lo dejara pero si le hacía un desaire, el griego se desquitaría con lo que él no quería. El Escorpión sabía un secreto suyo que no quería que fuera revelado para evitar ser odiado por el hombre que sin saberlo era dueño de su corazón escarchado.

    Es por aquel vil chantaje del peli azul, que Camus tenía que aguantar que hiciera lo que quisiera con él. Y era por lo mismo que Milo lo besaba y lo manoseaba con deseo; Camus quería salir corriendo hacia los brazos de su amado para que este lo protegiera y le dijera que todo estaría bien, pero no sentía el valor de confesársele.

    Esto debido a que el escorpiano le había dicho que a su amado Mu le gustaban las mujeres, que no tenía los mismo gustos que ellos y que lo odiaría de por vida si se enteraba que él estaba enamorado de su persona. Claramente Camus no quería eso, se conformaba con ver y hablar con el ariano de trivialidades varias pero que le hablará aunque sea como amigo o compañero. Milo le había afirmado que si decía algo al peli lila, este ni siquiera lo miraría como un compañero de armas.

    Camus sintió que el aire le faltaba y la angustia se instaló en su fría personalidad. Maldijo el momento en que Milo se enteró de su secreto en una ocasión en que le toco hacer la guardia nocturna tras ver la luna llena tan hermosa en el firmamento estrellado; sólo pudo pensar en ese hombre que le robaba el sueño. Sin detenerse susurro audiblemente

    -"Mu, si supieras cuanto te amo..."

    Aquello sonó como un lamento, como un dolor que si bien dolía por no poder ser diferente, gustaba ser sentido. Porque aquellos sentimientos le decían a Acuario cuan humano era y eso le gustaba ya que, se sentía como un chico normal de 20 años aunque sea por unos momentos.

    Sin embargo, para desgracia del peli turquesa, Milo quien había ido para ver que su amigo y amado estuviera bien; había escuchado lo dicho por el otro y una furia combinada con celos de los malos lo inundó de pies a cabeza. Milo estaba enamorado de Camus, y al escuchar lo que el joven sentía y no por él. Se llenó se negros sentimientos y optó por tener al chico aunque fuera con trucos sucios y bajos como chantajearlo con lo de las preferencias de Mu y sobre ir a contárselo para que le odiara si no aceptaba hacer lo que él le exigiera. Ante dicha amenaza y tras el miedo a ser rechazado y repudiado por el de Aries; Camus aceptó lo que Milo le forzó a escoger.

    Justo por eso ahora el pobre francés era penetrado por quien creyó su amigo. Milo no era muy delicado en su trato que digamos y aunque Camus le suplicara que no lo lastimara tanto, el griego no hacia ni el más mínimo esfuerzo para ser suave. Muy por el contrario, siempre lo tomaba con una ira que Camus no comprendía, interiormente se preguntaba si le había hecho algo al peli azul que le cobraba con ese trato brusco e hiriente pero nunca recordaba haber hecho algo semejante.

    Y lágrimas salían de sus ojos por haber caído tan bajo como estaba ahora, sufriendo por miedo. Milo ya daba indicios de que su culminación estaba cerca con cada nueva embestida efusiva, una, dos, tres más y en la cuarta penetración que su miembro hacía en el cuerpo del otro se quedó dentro profundo mientras un masculino gemido escapaba con éxtasis y gozo de su garganta y su esencia era depositada dentro del acribillado pasaje de Camus quien ahora lloraba sintiéndose miserable y utilizado por ese que decía ser su amigo y con quien compartió tantas cosas y aventuras.

    -M-Milo... -llamó débilmente al que se hallaba frente a él abrochándose los pantalones. El nombrado volteó a verlo ya que le daba la espalda en ese momento.

    Camus seguía en la cama, medio sentado medio recostado por el dolor en su parte trasera, Milo que aún no se ponía su camisa se sentó en la cama frente al otro cuyos ojos seguían vidriosos.

    -Dime... -lo miraba serio acariciando con su diestra la mejilla francesa a lo que el dueño volteó el rostro.

    -¿Porque...? ¿Porque me haces esto? -sollozo agachando la mirada azulina.

     -Porque... te quiero para mí.

    Milo no dijo más palabra, se acercó a los labios galos reclamándolos como tantas otras veces. Camus trató de separarse colocando sus manos sobre el pecho griego para que el mayor se tranquilizara pero lejos de ello. Milo tomó las blancas muñecas y las puso a cada lado de la cabeza de Camus quien buscaba tomar aire; recostó al francés del todo en la cama, metiendo su rodilla derecha entre las blancas piernas suaves y desnudas de este. Ese beso tan demandante que incluía la rosada lengua del escorpión dentro de su cavidad bucal le decía que ese papel de esclavo no terminaría por un tiempo.

    Camus desconocía ese lado de su compañero, y a decir verdad le hubiera gustado seguir desconociéndolo, tenía miedo y estaba cansado de que el griego lo tomará cada vez que quería. Agradecía a Athena porque en unos días se iría de misión; sus ojos brillaban al recordar que su amado tibetano sería su compañero. Seguro podría conocer más al dueño de su amor y tal vez y sólo tal vez; podría darle a conocer sus sentimientos pero... una nueva nube de dudas nublaba el sol de su esperanza. Y si... aunque se le declarará a Mu y este lo aceptaba ¿Lograría que lo amara cuando supiera que su cuerpo ya estaba marcado por otro?

    Por los dioses, de verdad que amaba al pacífico peli lila. Él era lo que necesitaba para ser feliz y hacer feliz al otro también pero como podría lograr algo tan bello como eso estando encerrado en una situación tan pútrida y dañina como la actual. (¿?)

 

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    Para Camus los días pasaron lenta y tortuosamente en su rutina de juguete del de Escorpio. Mientras que para Mu, se habían ido tranquilamente tanto así que ni siquiera había sentido los días; no obstante, el momento de partir a la misión había llegado y ambos caballeros estaban emocionados por poder tener a ese adorado hombre a su lado. Claro ambas partes ignorantes de los sentimientos del contrario.

    -Buenos días Patriarca. -Camus saludaba al peli verde con una rodilla en tierra a modo de respeto. Había llegado antes ya que su templo era el que estaba más cerca.

    -Buenos días Camus, ponte de pie por favor.

    El acuariano cumplió la orden del mayor; Shion giro su rosácea mirada sobre el recién llegado y hablo nuevamente.

    -Mu, me alegra que ya estés aquí. Camus ha llegado primero pero no se marcharía sin ti. -sonrió a su discípulo quien le respondió de la misma manera para después voltear hacia donde el acuariano lo miraba.

    Camus al verse observado por Mu, se sonrojo y en forma de titubeo saludo al primer guardián.

    -B-buenos días, Mu...

    El nombrado sonrió interiormente ante el comportamiento del siempre serio Camus de Acuario, se le notaba nervioso y aunque Mu desconocía el porqué de esos nervios, le parecía demasiado tierno, tanto así que el impulso de abrazarlo y besarlo le recorrió el cuerpo entero.

    -Buenos días Camus, es un gusto verte. -dijo sin pensar realmente. El acuariano dio un leve saltito en su lugar al escuchar a Mu.

    ¿En verdad le parecía un gusto verle? O simplemente era cortesía del tibetano...

    Mu se acercó a su compañero, Camus temblaba de forma leve por los nervios producto de sus sentimientos que amenazaban con desbordarse en un caudal de deseos ansiosos de hacerse realidades de cada nuevo amanecer que la vida le regalaba. Por otro lado, Mu tenía una historia similar. Se sentía nervioso y ansioso a la vez; como cuando se es un chiquillo muerto de emoción a la hora de abrir su regalo de cumpleaños o navidad. El ariano sentía esa alegría que se manifiesta con ese típico cosquilleo que empieza en el estómago y sube por la espalda como un escalofrío placentero de euforia.

    -Bueno caballeros. -inicio a hablar Shion. -Su misión será sencilla; se trata de habilitar un camino alterno en una región montañosa del Sur de Grecia, yo les sugiero que lleven ropa de invierno ya que las noches son frías. Estimó que les tomará por lo menos dos o tres días entre el ir, despejar el camino y volver.-finalizó.

    Los menores asintieron en respuesta.

    -¿Tienen algún pregunta antes de partir?

    -No Patriarca, todo está muy claro. -respondió el ariano menor. -Si eso es todo, será mejor que nos vayamos ya ¿No lo crees Camus? -miro al nombrado con una sonrisa tranquila dibujada en sus tentadores labios, aunque por dentro lo último que sintiera fuera tranquilidad.

    -C-claro, es lo mejor. -fue la respuesta nerviosa del de Acuario iniciando a caminar junto al oji verde.

    Caminaron en silencio hasta la salida del Santuario con las cajas de sus armaduras sobre sus espaldas. Tras tomar el camino que se les había indicado, Mu rompió el silencio con una pregunta que incómodo a Camus más este no lo demostró.

    -Camus perdón que te pregunte pero ¿Porque cuando pasamos por el octavo templo, no te despediste de Milo?

    No era que Mu quisiera molestar, sólo que era sabedor de la relación malsana de su amado con el escorpiano. Y le parecía extraño que al pasar por ese templo ni siquiera le había dirigido la mirada al griego que, sin saber porque lo miraba con un dejó de molestia.

    -Pues... me despedí de él ayer... -volteó la mirada muriéndose de las ganas de llorar pero no lo haría, hacia lo que hacía para evitar que Milo provocará el odio de Mu hacia él, por eso no sería él mismo el que ocasionará la repulsión del otro que, sin saberlo era la fuerza que le hacía aguantar ese trato al que Milo lo había orillado.

    Mu noto las reacciones de su amado Camus, y sintió la culpa recorrer su ser. No quería hacer sentir mal al otro; no, eso no.

    Había prometido hacer olvidar al francés su unión con el griego y eso es lo que haría sin importar que fuera una misión la que los mantenía cerca en esos momentos.

    Ambos jóvenes caballeros caminaron por alrededor de tres horas, horas en las cuales descansaban por momentos donde aprovechaban para comer y beber un poco y platicar de alguna trivialidad que sin Mu pensarlo demasiado causaba en Camus sonrisas y alguna leve risilla que enamoraba más al peli lila por saberse él el causante de esas hermosas muestras de comodidad y confianza que muchos de sus compañeros ni siquiera creían podrían lucir en ese bellísimo rostro del que el acuariano era dueño.

    -Me gusta verte sonreír Camus. –había sido sin pensar pero al ver el inocente sonrojo que se apodero de los finos pómulos del otro le hizo no arrepentirse de nada.

    -¿De verdad… lo crees?

    Mu asintió afirmativamente con una sonrisa dibujada en sus labios, dicho acto provoco la alegría de Camus,

    No sabía muy bien porque pero algo en su interior le decía que Mu no era como le había asegurado Milo. Y es que ¿Cómo alguien tan bueno como Mu va andar por la vida odiando a las personas solo por sentir algo por él? Era ridículo, el de Aries era la persona más humilde y generosa que ha conocido, siempre lo pensó pero al pasar de los años y crecer a su lado, reforzó esos sentimientos de admiración, estimación y compañerismo que ya estaban ahí dentro de su corazón y ahora simplemente habían florecido en forma de amor sincero y puro aunque fuera el mismo Camus el que lo dijera de esa manera.

    Por ello totalmente decidido a darse a conocer aunque fuera paso por paso; se animó a preguntar algo que confundió un poco al ariano.

    -Mu… tú ¿odiarías a alguien solo por estar enamorado… de ti?

    Camus reposaba sobre el tronco grueso de un árbol caído, su mirada era hacia el suelo en esos momentos, lleno de vergüenza y unas ganas asesinas de sollozar como un infante. Pero con todo y eso, estaba pendiente de lo que Mu le respondiera y aunque su rostro le rehuía a los ojos verdes, sabía que su mirada estaba puesta de lleno sobre él. Mu no entendía muy bien porque Camus tenía esa actitud al preguntar tal cosa, sentía algo en su pecho que le advertía que esa pregunta tan cohibida tenia directa conexión con él mismo, llenándolo de pronto de una emoción desconocida que hacia sudar a sus manos entrelazadas.

    -¿Por qué me preguntas eso? –el ariano se levantó de su sitio para llegar hacia donde el otro estaba aún escondiendo su rostro de sus jades desnudantes y tan hechizantes.

    El francés sintió su ser entero vibrar ante la cercanía de su compañero. El pobre Camus parecía una gelatina por los nervios traicioneros que lo inundaban de adentro hacia afuera ¿Cómo era posible que Mu lograra hacerle perder todo su autocontrol? No lo sabía pero de seguir así, estaba seguro de que no podría resistirse más ante tanta ansia dentro de su joven cuerpo.  

    Camus suspiro con aire derrotado.

    Si no era ahora, no sería nunca…

    Camus lo sabía y se decidió…

    Porque el que no arriesga no gana, y él iba por el ganar, ganar.

    O ganaba al amor de su vida, o ganaba el desprecio eterno del amor de su vida.

    No importa, gozaría el momento… Lo beso, Camus giro su rostro hasta encontrarse con el de Mu y unió sus labios en una sutil caricia. Mu tenía los ojos abiertos de sorpresa por lo que el frio y calculador Camus de Acuario estaba haciendo en esos momentos ¿Acaso él…? Bueno, si estaba besándolo era una gran probabilidad pero lo mejor era aclarar las cosas y de esa manera saber si lo que pensaba era verdad. Posiblemente Camus estaba enamorado, y posiblemente también era de Milo, y este le había hecho pasar un mal rato que lo hacía dudar y por eso lo había besado. Mu no pudo evitar entristecerse al pensar en esa lógica de las acciones pero necesitaba cerciorarse y fue por ello que el psíquico opto por separarse del peli turquesa.

    -Camus… -pronuncio su nombre en un susurro de súplica que el otro mal interpreto. Lo tomo de los hombros suavemente y miro directamente a los ojos al de Francia.

    Por unos segundos no se dijeron nada, Camus comenzó a llorar ante el mutismo de Mu. Sentía que lo que Milo decía, no era mentira tras ver que Mu no le decía nada de lo sucedido. Se apartó violentamente del mayor, tomo sus cosas y comenzando a caminar con velocidad pronuncio sin voltear.

    -Tomare otro camino… te veré allá o si no, en el Santuario cuando regrese.

    Con esas palabras Mu no alcanzo a reaccionar y detener a Camus de su marcha; cuando le grito que volviera el otro había comenzado a correr a velocidad luz. Se sentía mal, no quería hacer sentir a Camus que lo estaba rechazando. No entendía la actitud de su compañero pero lo cierto era que tenía una leve sospecha de lo que podría sentir y si estaba en lo correcto, debía darse prisa para alcanzarlo y darle a conocer que él también le amaba.    

 

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    -¡Maldita sea no puedo creerlo!

    -¿Y ahora tú? ¿Por qué estás tan intolerable?

    -¿! Y todavía me lo preguntas!? No me jodas Kanon. –Milo hecho una furia, se levanta de su sofá y da un profundo trago a su lata de cerveza.

    -Vamos Milo, no necesitas desquitarte con nosotros. –refuto molesto Aioria mirándole recostado sobre una de las paredes de la sala.

    -¿Es que les parece poco? Shion mando de misión a Camus junto a Mu, ¡tuvo que haberme mandado a mí con Camus no a Mu! –alzo la voz colérico arrojando su lata vacía contra una de las columnas.

     Milo estaba soberanamente molesto, había visto al de acuario en compañía del de Aries ir a una misión que según lo que dijo Shion, había sido calendarizada con días de anticipación lo que lo molestaba más era el hecho de que Camus no le había dicho ni media palabra de esa misión y mucho menos de que Mu seria su compañero. Sin duda si Milo lo hubiera sabido, hubiera hablado con el Patriarca para que cambiara a Mu por él, y así ir con Camus.

     -Vaya amigo, tu sí que estás obsesionado con Camus. –hablo el de Leo con preocupación.

     -¿Y Que quieres? ¡Él es mío! No puede estar con otro que no sea yo. –hablo con tanta seguridad que tanto a Kanon como a Aioria, les recorrió un escalofrió por la espalda.

     -Tú le haces daño a Camus ¿lo sabias? –recrimino el peli azul.

    -Eso a ustedes no les importa. No se metan en lo que no deben. –amenazo, yéndose de su propio templo a lo que el rubio cenizo indago.

    -¿A dónde vas?

    -Necesito desahogarme.

      Milo salió de su casa, la respuesta que les había dado a los otros dos, era suficiente para que supieran que el destino del portador de la aguja escarlata era la casa del caballero de plata, Misty; siempre que quería un revolcón rápido y sin culpas recurría al rubio francés. Pobre Camus, todo lo que tiene que aguantarle a Milo

      -¿Por qué crees que esté a su lado, siendo este cómo es? –Aioria dejo salir su curiosidad, su novio lo miro y negó.

      -No lo sé mi niño, pero Milo no es el mejor de los hombres para Camus. –suspiro. –Me gustaría poder ayudarlo a alejarse de Milo, él solo hundirá a Camus en la infelicidad.

    Ambos caballeros salieron del octavo templo para dirigirse al quinto y poder pasar un tiempo juntos, los dos como pareja lo necesitaban y era justo que después de aguantar a Milo, tuvieran un respiro solo para ellos.

 

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    Habían pasado un par de horas desde que Camus saliera prácticamente huyendo de él. Mu se preguntaba si su compañero y secreto amor estaría bien, quizá ya habría llegado a su destino; por el momento solo le tocaba esperar que así fuera. Quería llegar al lado del de Acuario para poder poner en claro todo lo que sentían, debía llegar; no podía perder esa oportunidad que la vida le estaba regalando para tener a su ser amado.

    Por otro lado, Camus caminaba hundido en sus pensamientos apesadumbrado, tanto que ni siquiera se fijaba por el camino por el que iba. Cuando se vino a dar cuenta del camino que había tomado producto de su desconcentración, giro sobre sus talones pero lo único que miraba era algunos árboles y maleza; tal parecía que se había perdido y no podía orientarse dado que su mente estaba llena de nubarrones que le bloqueaban la inteligencia, impidiéndole pensar claramente y con sentido común.

    -¿Dónde estoy? Creo… que tome el camino equivocado, y todo por no estar en lo que debería… -suspiro cansado de esa situación.

    Se estaba desesperando como nunca antes en su vida ante la incertidumbre de lo que su amado carnero pensara de él. ¿Y cuándo lo viera? ¿Qué le diría? ¿Qué haría? ¿Y si ya había comenzado a odiarlo por el atrevimiento que tuvo para con él? ¡Ay no! ¡No! Y tanto que sufría y aguantaba para que lo que tanto temía no se hiciera realidad y al fin de cuentas posiblemente ahora era una nueva parte de su vida: el odio de Mu de Aries… claro que el susodicho ni en la cuenta de lo que su amado Camus estaba queriendo transmitirle en realidad. Mu pensaba que el beso que el aguador le dio era una petición de ayuda por su tormentosa relación con el de Escorpio pero aunque no era del todo correcto, tampoco era completamente falso, más aun en la parte donde se consideraba una petición de ayuda, sí pero a su frio y castigado corazón.

    De a momento lo que más quería Mu era encontrar a su compañero y hablar claramente, desnudando sus razones ante los ojos de la sinceridad para poder así fundirse en la eterna compañía contraria; esa que anhelaban todas las noches poder tener como cobijo a sus miedos y tristezas pero primero debían encontrarse uno al otro, sentimental y literalmente hablando.

    Bien, cabe decir que Camus perdido y aterrorizado como estaba ante la idea de rechazo y pronto desprecio de su amor y compañero. Ahora también estaba indignado y molesto con la vida y con los mismos dioses quienes parecían odiarlo pues no bastándole con su infortunio de vida ahora también tenían que mandarle una tormenta pronunciadamente “perfecta” ¡Rayos! Sin duda algo se burlaba de él en las sombra porque no creía que un castigo divino fuera de tal magnitud y para colmo, ¡Por nada! Porque eso era así: Camus no recordaba haber hecho algo malo o pagano para que alguna entidad lo castigara de ese modo tan injusto y en el peor de los momentos, o es que el cielo lloraba ya que él no podía hacerlo.

    -¡No puedo creer mi mísera suerte! –grito justo en el momento en que un rayo potente atravesaba los cielos iluminando todo lo que ahí se encontraba para luego terminar con un estrepitoso trueno que hizo que el francés diera un respingo en su sitio completamente empapado hasta el ADN.

    Camus se decidió a que regresaría al camino como fuera, si bien no sentía frio al estar bien bañado por el frio llanto de las nubes, temblaba por la idea de que su Mu no pudiera aguantar como él el agua fría. Y de hecho no se equivocaba, Mu se había refugiado de la tormenta debajo de unos árboles lo suficientemente frondosos como para no dejar pasar tanta agua aunque las gotas si caían porque el viento del chubasco movía violentamente las ramas y hojas.

    Mu, estaba preocupado por Camus, no sabía si estaba bien, no quería ni imaginarse que algo malo le hubiera pasado a su príncipe del invierno. Encendió su cosmos para tratar de sentir el del otro pero por la fuerza de la tormenta, todo tomaba diversas direcciones y eso lo desesperaba más aún. Así que con toda su fuerza de voluntad, comenzó a alejarse de su improvisada protección temporal para ir en busca de su joven francés; no podría perdonarse el que algo le pasara a Camus, tenía que ir a buscarlo y protegerlo.

    Camus caminaba por el complejo camino que se había hecho lodoso y por ello intransitable por la fuerte lluvia que azotaba con furia de la naturaleza. Movía con dificultad sus piernas pues su calzado estaba lleno de lodo y le pesaban de cierta manera complicándole la movilidad, pese a ello, avanzaba con todo su esmero, debía encontrar a Mu y evitar que se enfermara o peor aún; que muriera de hipotermia. Es verdad que el otro era un Santo Dorado y estaba por demás entrenado para cualquier cosa, pero el peli aguamarina tenía miedo de que su lemuriano estuviera en algún aprieto.

    Siguió aun con todas las complicaciones que una lluvia torrencial le puede traer a cualquiera, incluso se había caído un par de veces en su afán de llegar por aquella encrucijada que dividió su destino original a ese camino espantoso que amenazaba con   hundirlo en lo desconocido. Pero aun y con todo eso, siguió luchando hasta que llego a donde habían un par de altos y delgados arboles con infinidad de ramas que acosaban la vida de cualquiera que pasara por allí.

    Mu en su complicado recorrido de búsqueda, también había tenido sus percances en cuanto al agua y al lodo que también lo había hecho besar el suelo inundado hasta sus tobillos de sucio lodo de la montaña. Mas en todo esos acontecimientos, pudo deslumbrar una pequeña caverna que yacía vacía, no era tan profunda pero sin duda serviría bien como refugio, ahora lo que necesitaba era encontrar a Camus pero el caer de las gotas había sido tan rebosante y se había intensificado tanto que Mu casi no podía ver nada, solo divisaba manchones que reconocía como arbustos y árboles pequeños y una que otra roca de gran tamaño que se hallaba en el camino. Con el aguador, era la misma historia pues Camus ya no distinguía nada y el largo cabello que se pegaba a su rostro quitándole la visión por completo no le era de más utilidad.

    Un poco cansado, decidió detenerse debajo de aquellos arboles pues debido al lodazal ya casi no podía caminar. Mu por su parte alzando un poco su vista, pudo ver que uno de los “manchones” que visualizaba se movía hasta quedar detenido cerca de unos altos troncos.  

    -No puedo creer lo que ha empeorado esta estúpida tormenta. –susurro con voz agitada por todo el esfuerzo de llegar hasta allí, sintiendo como el agua recorría completa su cara.

    Estaba perdiendo las esperanzas y la energía. Sin embargo, el ver moverse algo a unos metros de distancia de un color entre rosa y blanco según pues no distinguía del todo bien. Sintió esperanza brotar de su pecho y por el buen presentimiento que aquello le causaba tomo aire y grito con toda la potencia que le quedaba en los pulmones.

    -¡¡¡MUUU!!! –soltó a la tormenta, el nombrado pareció poder escuchar que lo llamaban aun en el ruido de la lluvia caer.

    El de Aries entrecerró los ojos tratando de agudizar su vista verdecida y poder ver claramente hacia donde escucho el grito que llevaba su nombre.

    -Camus… -susurro para él mismo, reconociendo ahora si al “manchón” a la lejanía. -¡¡¡CAAAAMUUS!!! –grito por fin yendo hacia el otro.

    El del octavo templo se estremeció pero no de frio, sino de puro nervio al saber que era su Mu y que ahora lo tendría que encarar junto a todos los argumentos que habían quedado en el aire tras aquel ósculo que le dio sin ser consciente de sus miedos internos infundados por ese demonio griego que lo sometía día tras día a su deseo insano de pertenencia y posesión. Tenía miedo de la reacción del peli lavanda. Pero debía ser valiente, era un santo de oro después de todo, y como lo que era, no actuaría como un cobarde cualquiera como los que huyen en plena batalla, no; ya no, él estaba dispuesto a dar la cara esta vez y hablar más claro que el agua de un manantial.  Así sin más, se puso en marcha hacia el encuentro con su compañero.

    Pero hay cosas que no salen como queremos… y esta fue una de ellas.

    Camus se acercaba a Mu y este a su vez, a Camus. Pero un poderoso rayo cayó petulante y vengativo del cielo oscurecido hacia la corona del árbol donde el francés estaba detenido para evitar caer al fango, todo se detuvo ante los hechos que acontecían como en cámara lenta para Mu.

    El ariano vio con horror que el rayo impacto sobre una gruesa rama de la zona alta y esta a su vez ya rota, cayó sobre otras quebrándolas y haciéndolas finalmente caer con todo su peso. Eran por menos unas cinco fuertes extensiones de aquel ser vivo pero inmovible que caían sobre un Camus que no tuvo tiempo ni de pensar un ¿Qué sucede? Y sin miramientos golpearon aquellas pesadas armas naturales al Santo al cual sus ojos se apagaron mientras caía inconsciente al suelo enlodado y el otro de largos cabellos lilas y una historia en el corazón gratando el nombre ajeno como el lamento de la tierra ante la muerte de sus hijos.

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    Se sentía extraño ¿liviano quizás? Sentía un dolor desconocido pero no lograba identificar en que parte de su cuerpo era, simplemente lo sentía y ya. No miraba nada, estaba oscuro como si tuviera los ojos cerrados, daba que este no era el caso porque podía parpadear lo sentía y todo era igual, nada cambiaba…  también… sentía calor, no abrazador más bien tibieza. Sentía caricias en el rostro, pero no miraba nada tocándolo; se sentido más extraño todavía, y no entendía porque… era raro y molesto.

    -<<Por favor… despierta, te… te amo tanto, Camus…>>

    Escucho que le susurraban, y lo más maravilloso de eso es que reconocía esa voz… ¿Mu? ¿Mu le amaba? Había muerto ¿verdad? ¿Era algo hermoso que escuchaba por ya estar muerto? Sí, eso debía ser… un momento (…) sentía una suavidad desconocida sobre sus labios, como si una rosa suave y aterciopelada se posara sobre su boca. Pensó que estaba muerto pero ahora se sentía más que vivo, la piel de su mano derecha sentía el calor de otras que la reguardaban con cariño.

    Camus busco de nuevo abrir los ojos y ahora al poder deslumbrar algo más que la oscuridad anterior. Sintió que el corazón le iba a explotar de pura emoción escondida pero ahora esta parecía haberse vuelto loca habiendo una pachanga en todo su ser.

     Mu, el hombre cuyo nombre estaba entre sus sueños más vividos pero también más ocultos de cualquiera a su alrededor, le besaba con tal amor, que lo hizo sentirse de cristal o porcelana genuina. El de Jamir tenía sus ojos cerrados mientras lo acariciaba de aquella forma tan única y por sus mejillas blancas se lograba distinguir caminos de lágrimas que corrían limpiando un poco de la suciedad de su piel la cual portaba un leve tono rojizo de timidez y de fascinación mezclado todo junto en el punto exacto.

    Sin esperarlo realmente, el ariano fue correspondido en su contacto. Mu abrió los ojos de sorpresa al sentir que Camus abría un poco sus carnosos labios para invitarlo a pasar a conocer su recinto por el que no cualquiera pasa. Con su mano libre, Camus acaricio la mejilla izquierda del peli lila sintiendo su textura y su temperatura; Mu aprovecho que el acuariano le dio permiso para explorar su dulce boca así que introdujo su lengua rosada y suave, tibia como su dueño volviendo a cerrar los ojos verdes con gozo y alegría.

    Tanto tiempo teniendo a lo que ese bello tibetano pensaría si le confesaba todo su amor, que aquello parecía un sueño, pero no, esta vez no era un sueño del buen Mu, ni de Camus. Eso era mejor que en los sueños más realistas que habían tenido entre los dos en camas distintas. Ambos caballeros se acariciaron, se conocieron en sabor, olores y texturas y les fascinaba las nuevas experiencias, esa emoción tan esperada por ambas partes pero ignorantes del dueño de las mismas. Se amaban y debían darlo a conocer para que al fin sus vidas se unieran como los causes de rio a las aguas del mar inmenso y desconocido.

    Lentamente los jóvenes se separaron, Mu se irguió de sobre Camus quedando sentado a su lado en el suelo que había acondicionado como cama provisional, con sus ojos fijos en los azules de su bello francés mientras que el peli aguamarina se mantuvo recostado en la planicie. Ahora Camus comprendía el dolor que sentía en la oscuridad momentánea: le dolía la cabeza, uno de sus brazos y su espalda. De hecho, tenía una venda en su cabeza y en su brazo derecho, además que sentía tela extra en su espalda desnuda.

    El psíquico había despojado a Camus de algunas de sus prendas para atender sus heridas. Los dos peli largos se vieron directamente a los ojos. El mago de los hielos eternos rompió el silencio agradable en el que se habían enfrascado.

    -Mu… ¿Qué me paso?

    El nombrado acaricio la mejilla izquierda del menor y mirándolo con infinita ternura le contesto.

    -Un rayo cayó sobre el árbol del que te apoyabas y rompió unas ramas. Las mismas cayeron sobre ti dejándote inconsciente… -narraba triste al pensar que su amado ya no abriría sus hermosos ojos azules.

    -Tú ¿te preocupaste por mí? –pregunto con los ojos acuosos. -¿No me odias?

    La pregunta que hiciera Camus lo dejo un poco desconcertado ¿odiarlo? ¿Por qué debería?

    -¿Por qué piensas que yo te odio Camus? –algo no le cuadraba a Mu por ello, seguiría indagando hasta saber el porqué de aquel pensamiento de su niño.

    -Es que… -no sabía si debía hablar y saber aquello que su corazón necesitaba para saber si seguiría viviendo o moriría en la tristeza de su desilusión. 

    -¿El que Camus?  Dímelo por favor. –pidió el tibetano suavemente.

    -Milo… Milo me dijo que… -suspiro para menguar las ganas de llorar que sentía. –Si sabias de mis sentimientos hacia ti, me odiarías tanto que… ni siquiera me verías como un compañero de armas, Mu… -concluyo cubriéndose el rostro con una de sus blancas manos.

    Mu, se quedó mudo de la impresión, de la tristeza que sentía por su compañero y enojo puro con el escorpiano por decirle semejante mentira al dueño absoluto de su corazón. Es que ¡¿Cómo demonios se atrevía ese demente a llenarle de tonterías la cabeza a SU Camus?! Porque si, era suyo, lo seria y él seria del peli turquesa también. No entendía porque Milo había hecho semejante acto de maldad, aunque meditándolo un poco se dio cuenta que el único que sabía de sus sentimientos por su onceavo compañero era Shaka y hasta ahí nomás. Pero igual debía enterarse de más cosas de las cuales Camus se sentía terriblemente culpable y atemorizado. ¿Seguiría Mu amándolo tras enterarse de que Milo le robo la pureza que su cuerpo guardaba para él?

    -Camus, mírame. –le pidió retirando con su mano la que el aguador tenía sobre su propi cara. Camus cedió con lentitud y vergüenza, no quería decir todo lo que había sufrido por la mentira de su antiguo amigo peli azul. 

    -Mu… -sollozo. –No te imaginas cuanto te amo. Te amo, tenía miedo de que me odiaras por haberte besado y por eso…

    -Por eso escapaste de mi lado… -suspiro recordando la forma en que el menor se alejó por lo que él pudiera pensar. –Camus, me haces tan feliz al responder los sentimientos que llevo dentro solo para ti.

    El peli aguamarina abrió más sus ojos azules parpadeando de asombro. Mu, su Mu le amaba también, pero aun sentía terror, no quería que supiera lo de Milo, así que opto por guardar silencio para así no arruinar lo que se estaba formando entre él y el tibetano.

    Se sentó con dificultad sobre las hojas que le hacían de colchón y lentamente se acercó al más alto, abrazándolo con calidez y un cosquilleo de felicidad recorrerlo desde adentro hacia afuera haciéndolo temblar en brazos del peli lila quien lo acepto gustoso y protector. Envolviéndolo con su cuerpo y besando su frente.

    No estaba seguro de cómo habían pasado las cosas, solo que se había enamorado profundamente del bello francés desde que compartieran unos meses juntos por un proyecto de renovación en una de las áreas principales del Santuario ya que era un trabajo que requería de cálculos meticulosos y mucha paciencia para ser ejecutados y ambos se habían ofrecido como voluntarios para cumplir con aquello. Y por todo ese tiempo en el que pudieron conocerse bien, al menos lo más importante y pudieron descubrir cosas únicas uno del otro. El afecto amistoso y de compañerismo que tenían del contrario, fue convirtiéndose en un sentimiento de puro cariño que dio paso al amor más desbordante aunque los dos guerreros lo ocultaran a la perfección.

    No habían hablado nunca de eso, pero si se llevaban bastante bien, se comprendían y se sentían a gusto estando justos. Pero cuando se dieron cuenta de todo y le dieron nombre a lo que les pasaba; Mu busco consejo del rubio de la sexta casa y Camus se descubrió solo a la persona equivocada que sacó provecho de ello pero ahora ya estaban juntos sincerándose con el corazón y el alma.

    -Camus… yo también te amo, te amo tanto que esta vida no me alcanzara para demostrártelo por completo. .-acariciaba los largos cabellos turquesa. El dueño de dicha cabellera escondía mas su rostro en ese pecho donde escuchaba el latido de ese corazón que estaba declarado era suyo.

    -Mu, cuanto tiempo temí que me rechazaras por lo que siento. Gracias… por amarme como yo te amo a ti.

    Con suavidad Camus levanto su rostro encontrando el del ariano, se miraron por un par de segundos y al final el francés unió sus labios con los contrarios en un contacto inocente como si fuera de un principiante que recién conoce las sensaciones que lo orillan a llenarse de júbilo y a sonreír de modo soñador y complacido. Mu respondió a la tenue caricia que se le regalaba con lentitud; le encantaba la textura de los labios galos, eran suaves y dulces a su parecer. Quería mantenerse así con su amado hasta que la luna se callera; pero aunque ese fuera su mayor deseo en ese momento, la espina de la incertidumbre se había instalado en su pecho como una pregunta que necesitaba que su compañero le contestara.

    Al separarse. Mu fue quien tomó la palabra para indagar en eso que le rondaba la cabeza y que ni Shaka había podido responderle.  

    -Camus perdóname por tener que preguntarte esto, pero debo saberlo… -Camus lo miro interrogante y asustado a la vez ¿Qué iba a preguntarle el primer custodio? No lo sabía con certeza, solo esperaba que no fuera lo que escondía en esos momentos. No podría decirlo, no sentía el valor suficiente para encarar sus temores internos. -Si es a mí a quien amas ¿Por qué estas con Milo? –su voz y su mirada denotaban tristeza pero no aparto la vista del francés.

    ¿Por qué estaba con Milo si era a él a quien su corazón amaba con la inmensidad de una ventisca invernal? Se lo veía venir. Camus sabía que esa era la duda existencial del ariano en esos momentos ¿Cómo decirle que estaba con Milo a la fuerza? No podía, Mu lo odiaría al saber que era la puta del escorpión.

    -Mu, te amo pero no puedo contestarte a eso… no ahora al menos. –respondió con la cabeza gacha en señal de vergüenza y dolor.

    -Es ¿Por qué lo amas? –susurro con pesar al pensar que la respuesta de su amado seria afirmativa. Mas el peli turquesa se apresuró a negar aquello alzando la cabeza para mirarle.

    -¡¡¡NO!!! No… no amo a Milo. –bufo con desesperación. –No te negare que lo quise como mi mejor amigo, lo respetaba mucho pero ahora…

    -¿Ahora qué? –alentó.

    -Todo entre nosotros cambio para mal, pero no, no le amo. Ese sentimiento tan grande es solo para ti. –sonrió con tristeza, Mu lo imito y sobo el largo cabello ajeno.  

    -Entonces si no es amor lo que te une a él. ¿Por qué estas a su lado si eso te lastima?

    -¿Cómo sabes eso? No le he dicho a nadie sobre lo que sucede entre Milo y yo.

    -Shaka me lo dijo, porque Aioria se lo conto porque el mismo Milo le comenta todo lo que pasa entre ustedes.

    -Te creo… -bufo negando con la cabeza con cansancio. ¡Qué bien! ahora todo el Santuario seguramente sabia de su precaria condición de pareja y todo porque Milo lo divulgaba como si del resultado de un juego por el que se apuesta se tratase.

    Las mejillas del galo ardieron al verse descubierto por ese atractivo hombre frente a él.

    -Estoy pagando un precio… por eso aguanto las cosas de Milo. Pero ahora que sabes que te amo y sé que me correspondes y que no me odias; puedo alejarme de él.

    -Entonces ¿no es tu novio?

    -Claro que no… ya ni siquiera es mi amigo. –declaro con el ceño fruncido. Mu ante el silencio que formo Camus al decir la última palabra, entendió que ese tema no debía ser tocado al menos por ahora. Estaba seguro que su oji azul platicaría con él todo lo que llevaba guardado cuando se sintiera completamente listo.

    Hace una hora quizá había dejado de llover, dando paso así a que el cielo se limpiara para ahora mostrar una hermosa luna menguante y un firmamento estrellado, cobijándolos mientras compartían más de sí mismos con el que estaba a su lado en ese momento cumbre donde se descubren facetas, palabras y sentimientos acallados para no parecer egoístas.

    Sabían que siendo ya de noche; tenían que descansar porque en la oscuridad de esa montaña no verían bien el camino y posiblemente se perderían o pasarían por algunos apuros. Ya habían comido algunas frutas que Mu había salido a buscar pues a su alrededor abundaban los árboles frutales. Ambos habían quedado de acuerdo en que a primera hora en la mañana saldrían a cumplir con su misión y volverían al Santuario donde el lemuriano planeaba encarar al griego peli azul para ponerle en claro que lucharía con él por Camus si era necesario para mantener al francés a su lado.

    Camus desconocía del plan de su ahora pareja. Pero por hora nada importaba más para el peli turquesa que pasar esa noche rodeado del calor de su adorado peli lila quien ni lento ni perezoso, envolvió al menor en sus brazos para luego acomodar la cabeza en su pecho. Quedándose ambos profundamente dormidos viviendo ese sueño que ahora sería su realidad más hermosa.  

Notas finales:

Espero con toda mi alma que les esté pareciendo bueno el fic nn vamos al segundo.


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