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A Imagen y Semejanza por chibigon

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Notas del fanfic:

Hola, hace tiempo no escribo, pero Castiel me inspiró y aquí estoy con un nuevo fic.

Es un Destiel, slash que sigue la línea temporal de supernatural hasta la temporada 6 y luego cambia todo.

Los personajes no me pertenecen, no espero ofender a nadie, solo escribo por diversión y son fantasías mías.

Espero les guste. 

Notas del capitulo:

Spoiler temporada 6 y 7.

El fic se ubica al principio de la temporada 7. 

 

A Imagen y Semejanza

Por Chibigon

 

Capítulo 1: Mi Dios Todopoderoso.

Castiel es Dios, El Todopoderoso y Eterno. Dios de todas las cosas, en todas partes y en todo lugar. Omnisciente y omnipresente, él es nuestro señor, tu Dios ¿Y cómo te enfrentas a tu Dios? ¿Podrías, acaso,  mover uno de tus insignificantes dedos en su contra sin que él lo supiera?: Imposible ¿Podrías suplicarle, pedirle con todas tus fuerzas, que hiciera tu voluntad y no la suya?: Improbable ¿Podrías orar y rezarle, hasta quedar sin voz, para que se detuviera en algo que él quisiera hacer?: Insano. Una completa locura, pensar que había por fin un Dios y ese era él. Sin embargo, era cierto por completo, porque habían pruebas al respecto y cuando hay pruebas, no se duda, se cree y Dean lo creía con fe ciega: Castiel es Dios. Una realidad, ¿loca?, sí, pero realidad y frente a esta loca realidad no tenía caso que una simple hormiga luchara. Nada qué hacer: inmovilidad.

—No podemos hacer nada —dijo Bobby.

¡Vaya conclusión!

Dean dio un bufido, entre hastiado, agotado, pero por sobre todo, acabado. Como si lo hubieran metido a una centrífuga y todo le estuviera dando vueltas sin detenerse, aunque sabía que seguía parado en el mismo lugar sin moverse. Un sentimiento bastante extraño y nuevo que no había sentido antes, pese a todas sus aventuras y desventuras. Ni cuando el gran Apocalipsis —con “A” mayúscula— estuvo sobre sus hombros sintió esa carga o ese peso, o los pesos que sentía cuando algo horrible acontecía. No, definitivamente no era un “peso”, sino otra cosa que no podía definir.

—Pues yo creo que sí, podemos hacer algo —dijo una voz a sus espaldas.

Su cabeza golpeó el capó del Impala con fuerza, mientras Bobby giraba sus zapatos para ver al recién llegado.

—¡Baltazar! —La barba le tembló al sonreír con júbilo—, ¡chico, te creíamos muerto!

—¿Baltazar? —dijo Dean, sobándose la cabeza con los dedos sucios en estado de confusión por el golpe recibido.

—Hola —respondió con su típica sonrisa—, mmmh, tendrás un hermoso chichón en esa cabecita dura.

La voz burlona no le quitó el agrado que sintió al verlo.

—No puedo creer que estés vivo. Creímos que Cas te había liquidado. —le dijo Dean.

—Casi, digamos que me escapé por las plumas… ¿o me perdonaron por poco? Bueno, como sea, aquí me tienen: vivito y aleteando. —Abrió sus brazos en presentación.

Sintió la luz al final del túnel. Una pequeña luz de esperanza dada por el ángel a quien menos esperaba. Ese ángel estilo “Liberace”.

—¿Y cuál es tu idea? —preguntó con entusiasmo Dean, limpiando sus manos con un trapo y avanzando un poco hacia él.

—Matarlo —respondió con simpleza, encogiendo sus hombros.

La pequeña luz se extinguió.

Reunidos dentro de la casa de Bobby, los tres hombres —exceptuando al pobre Sam, pues seguía inconsciente— invocaron al demonio Crowley, quien se vio muy dispuesto a conspirar. Inmediatamente, los cuatro: Dean, Bobby, Baltazar y Crowley, tuvieron un omnipresente problema llamado Dios.

Sí, Dios se presentó en todo su esplendor.

—Así que amaniatar a muerte para que me mate —dijo Dios, más para sí mismo que para los demás.

Crowley soltó la botella que tenía en la mano, la cual se estrelló en el piso, salpicando con el líquido los pies de los hombres. Ellos se quedaron paralizados y poco a poco, con lentitud, lograron darse vuelta para ver a su Dios, quien los miraba con la cara, de pocos amigos, pero, perfecta en todos los sentidos.

Ser Dios le sentaba muy bien a Cas. Estaba hasta brillante, pero eso no ayudaba a que sus lenguas se movieran en una explicación plausible y les evitaran un horrible final. Aun así, para misericordia de ellos, no fue necesario, puesto que Dios habló:

—Creo que he sido bastante misericordioso con todos ustedes, ¿no es cierto Crowley? —El susodicho afirmó repetidas veces con la cabeza—,  pero no lo suficiente por lo que veo. Quizás deba mostrarles mi gran poder antes, para que les quede bien claro —Fijó sus ojos en el demonio, el cual negaba repetidas veces con la cabeza—. Ah, entonces, ¿no es necesario?

El aire en el lugar era irrespirable. Parecía una sofocación divina, causada solo por la presencia de Castiel en el lugar, incluso antes de mover un dedo o manifestar sus poderes. Entonces si era esto lo que se sentía antes, no querían ni pensar como sería cuando chasqueara los dedos o aplicara otra forma inimaginada.

—¿Eh? ¿Cas? —habló con dificultad Baltazar—, lo hacemos por tu bien. —Sonrió con una disculpa.

“¡QUÉ!”

Todos arrugaron el ceño.

—¿Me matarán por mi bien? —Cas ladeó la cabeza confundido y por un momento, el ambiente se rompió, pues Cas volvía a ser el antiguo Cas. 

—¡Pues claro que no! —estalló Baltazar— ¿Crees que seríamos tan tontos como para pensar en matarte? ¡Por favor, eso no se puede hacer!

—¿Y entonces? —Cas lo miró con el ceño fruncido también.

Si fuera el antiguo Cas, agregaría un “no entiendo”, pero como era Dios se suponía que debía entender, ¿no? Dios lo sabía todo y comprendía todo. Estos sujetos tramaban algo maquiavélico. Leyó sus mentes, pero solo había más confusión. El único que tenía todo claro era Baltazar, pero más que un plan malévolo para deshacerse de él, solo leyó preocupación, raciocinio frente a  su situación y mucha disposición a hacerlo entender con sacrificios, si fueran necesarios. Por algo le había perdonado la vida a ese ángel. No pudo matarlo cuando debía.

—Baltazar, sigues preocupado por las almas ¿Hasta cuándo vas a molestarme con lo mismo? ¿Acaso no perdoné a los seguidores de Rafael? ¿Quieres que te mate? —dijo mosqueado.

“Perdonó a los seguidores de Rafael” —pensó Dean, recordando la muerte de Rafael al chasquido de Cas.

—Mi querido Cassie, no te molestes conmigo, pero se me ocurrió esto para que lo comprendas de una vez por todas. Quería invocar a Muerte para que te lo explique, ¿qué no lo ves? ¡Esas almas te están cambiando! ¡Te matarán! Y tú no me haces caso. Ya sabes por qué te traicioné con los muchachos ¡Fue por tu propio bien! Y claro, ¡por el mío también! No quiero morir ¡Nos matarás a todos si sigues con esas cosas en tu interior! Eso no es ser un buen Dios como tú quieres ser.

Cas se le quedó mirando con curiosidad. Baltazar se estaba arriesgando mucho, cosa que nunca hacía. Estaba actuado de manera extraña, al no ser que en verdad estuviera asustado. Tan asustado que no midiera consecuencias inmediatas y él era una consecuencia inmediata ¿Lo mataba? ¿No lo mataba? ¿Mataba a todos? Pasó su vista por todos los presentes. Sus ojos azules se posaron en los verdes, el cual reaccionó.

—Cas, por favor… —comenzó Dean.

—¡Silencio!, no quiero hablar contigo. —Fue como tirar un balde de agua fría.

Baltazar quería morir. No había otra lógica… o… pensaba que iba a morir de todas formas y por eso se arriesgaba, por eso se arriesgaban todos… o…

—Tú, Crowley —dijo, apuntado con su dedo—, sabes dónde debes estar —Movió una mano y el demonio gritó de dolor al verse con los brazos doblados—. Soy muy benevolente, la próxima no lo seré tanto, y ahora a trabajar.

—Sí, sí, por su… supues… —El demonio desapareció en el acto, rumbo al Hades hacia su puesto de trabajo. 

—Ahora, tú y yo —dijo dirigiéndose a Baltazar, quien hizo un gesto medio desesperado.

Ambos desaparecieron y dos suspiros llenaron la sala. Todavía seguían con vida: primer milagro de Dios.

Segundo milagro, Sam despertó y parecía bien, digo parecía, porque en realidad estaba muy mal con alucinaciones de Lucifer por todas partes y con la cabeza en las nubes la mitad del tiempo. Sam ocultaba su estado a un Dean, apaleado por las circunstancia.

Tercer milagro, nada había pasado en una semana. Luego fueron dos y ni luces del Dios exterminador, de hecho de exterminador no tenía nada, porque aparte de matar a Rafael, no tenían noticias de que Cas se hubiera cargado a alguien más. El mundo parecía en calma y sereno, es decir, lo usualmente en calma y sereno de siempre.

Dean comenzó a relajarse y con el ánimo un poco más renovado, quería volver a la caza. La verdad, sentía esa necesidad ahora, porque en su interior, la presunta calma solo era una ilusión. Algo fantasmagórico que se esfumaría pronto.

Así fue.

Solo necesitó un poco de ganas y ya lo aplastaban antes de empezar. Suspirando, se golpeó la cabeza con una mano. Todavía se podía ser más idiota. Ese pensamiento lo asustó mucho. Mejor no golpearse más la cabeza.

Después de la “crisis” de Sam, la cual pareció a una escena de Gothika —o la película de terror entera— Dean comprendió que las cosas jamás volverían a ser iguales aunque su hermano volviera a ser el mismo. Aun así, quería devuelta a Sam, quería devuelta a Cas, ¿dónde se metió Bobby?, ¿y Baltazar?... mierda.

Solo y desesperado, hizo lo único que hacía en estos casos:

Rezar.

Ahora con más razón, no parecía mal rezarle a un ángel, ya que no era un ángel. El único problema era el cómo dirigirse ¿Debía hacerlo como siempre o un poco más formal?, pero si lo hacía formal puede que no sonara como él mismo.

Parado en el patio de Bobby y rodeado de autos destartalados, se aclaró la garganta y procedió:

—Querido Cas que estás en los cielos… —Mmmh el “querido” sonó muy, un tanto, ni modo—, esteeee, tú sabes que yo no soy bueno para estas cosas —Ahora el “tú” era muy informal—. Sé que no quieres, quiere, usted… —Arg, esto estaba muy difícil, maldición hijo de perr… sacudió la cabeza—. Sé que no quieres verme, ni hablar conmigo, pero yo te pido disculpas… ¡Perdón por no confiar en ti!, ¿ya? —Pausa y mente en blanco—. Tenías razón, no ha pasado nada malo, siendo tú convertido en quien eres, salvo lo de Sam, no tengo quejas. Cas, por favor, te suplico que ayudes a Sam. Él está muy mal y no puedo hacer nada por él. Vamos Cas, no necesitas perdonarme, pero perdona a Sam, ayúdalo, ¿sí? Él es bueno y se sacrificó por nosotros. Lo que le pasa es culpa de nosotros ¡Oh, vamos!, por favor…

Se sorprendió siendo traicionado por sus propias emociones, pero al diablo con todo. Necesitaba ayuda, necesitaba a Cas. Así que continuó y continuó con sus oraciones de forma fervorosa. No importando si se escuchaban un tanto vergonzosas o fuera de lugar. Es que simplemente, no podía dejarlo así, no estaba bien, nada estaba bien.

Después de dos horas y media “rezando”, ya que el asunto se había desvirtuado hasta los gritos exigentes. Por fin apareció Dios, con seriedad odiosa, demasiado lejos de lo acostumbrado.

—Cas… —sonó más como una súplica a otra cosa.

—No sabes detenerte, ¿verdad? —dijo, cabreado a más no poder.

—Tú sabes que no. —Sonrió con tristeza.

Entonces, desapareció.

—¡Cas! ¡CAS! ¡Maldición! —Abrió grande los ojos y entró corriendo rumbo a la cama donde estaba Sam.

Lo encontró inclinado sobre el inconsciente y con la mano sobre la frente de Sam.

—Ya está —dijo Cas, levantándose de la cama.

—¿Ya está? —repitió Dean.

—Ya está —insistió Cas—. No hay muro, ni Lucifer. Está sano. Despertará pronto.

La felicidad lo embargó y con el corazón lleno de júbilo dijo:

—Graci…

—No quiero volver a verte, pero me seguirás molestando. Pues bien. —Se acercó a él con seguridad.

Dean retrocedió un paso cuando lo vio casi encima.

—Me aseguraré que eso no pase y no volveré. No importa las veces que me llames, no regresaré. —Sus profundos ojos azules echaban chispas.

Fue lo último que vio de él.

Dean se la pasó las próximas semanas, cazando como loco y suspirando por los rincones. Al menos eso pensaba Sam que hacía su hermano cuando no lo veía. La verdad era que, cuando no lo veía, Dean, rezaba, mejor dicho, hablaba solo, esperando que Cas escuchara.

Sam estaba preocupado por su hermano. Si bien todo parecía normal —lo más normal que era su vida— no había la normalidad de siempre y eso era peligroso en un trabajo donde debes estar al 100% concentrado. Trató de llamar a Baltazar, pero no respondió nunca, al igual que Cas. Su hermano tenía comportamientos erráticos: pasaba de distraído a iracundo cuando no debía, o de demasiado iracundo a demasiado distraído cuando debía.

Pronto este comportamiento les pasó factura.

Estaban a las afueras de Illinois, matando unos vampiros. Se suponía no era un nido, sino hubieran llevado a Bobby, pero las cosas no salieron como planearon y se encontraron siendo la comida de una tropa de hambrientos chupasangre.

Un final bastante común para unos cazadores, aunque la muerte ideal sería un enfrentamiento sangriento en contra de ellos,  donde las cabezas de los cazadores rodaran por el suelo después de cargarse a más de la mitad del nido: esa era la opción A. En cambio, les tocó la opción B: ser las víctimas “indefensas” de los monstruos.

Ya medios moribundos por el desangrado, Dean tuvo un último pensamiento para Castiel. Antes de cerrar los ojos vio una potente luz brillante. No había dudas al respecto, esa era el arma de un ángel y una silueta.

Cas…

Cuando abrieron los ojos. No había vampiros, ni heridas. Al parecer la luz brillante se llevó todo eso y algo más: Dean recuperó algo de su temple.

Castiel los había ayudado, o quizás Baltazar. No, fue Castiel; Dean estaba seguro de aquello; Sam no tanto.

Fin capítulo 1

Notas finales:

Como ven modifiqué algunas cosas como a Baltazar. Aquí está vivito y aleteando xd Es lo único de la temporada 6 que modifiqué. Lo que es la temporada 7 todo es diferente de ahí en adelante.

Comenten por favor si les gusta, así me inspiran a continuarlo. Gracias por leer ^o^


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