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Misterios de la Vieja Casa por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Ryou, Bakura y Yugioh! En general no me pertenece, de ser así sería una serie para mayores de edad.
Espero lo disfruten

 

“Aplica el producto en el cabello y deja hacer efecto por cinco minutos, luego aclara con agua tibia y…”

Zap.

“Llevamos la mezcla al horno precalentado a 180 grados por una hora…”

Zap.

“¡Soy el mapa! soy el mapa, soy el mapa. Yo los puedo ayudar, a los sitios encontrar ¡Soy el mapa!”

Zap.

“Muy bien, coloquen los brazos delante y empujen, empujen, empujen. Vamos todos de pie y empujen conmigo. Empujen, empujen, empujen”

─No en esta vida ─con aburrimiento mordió la punta de su paleta helada y volvió a cambiar de canal.

Zap.

“…Y cuando salga el sol, el mundo conquistarán. Son Pinky, son Pinky y cerebro-bro-bro-bro-bro-bro-bro-bro.

Bajó el brazo donde tenía el control remoto y se acurrucó mejor en la incorrecta posición atravesada que mantenía sobre la silla de felpa color azul petróleo frente al televisor mientras terminaba su fría merienda, una paleta de color celeste.

─ ¿Es en serio, hikari? ─se quejó el yami del muchacho, apareciendo recostado en la cama al lado derecho de la silla donde el menor se hallaba.

El más joven suspiró, hizo para atrás su largo cabello blanco y dejó caer su cabeza en el reposabrazos ─mqne qmihgn qnm mngh? ─ ‘habló’ con su paleta en la boca.

─Primero, que te saques esa cosa antes de hablar ─se quejó el yami con un tic en la ceja derecha, aun cuando lo había entendido perfectamente.

Ryou metió su paleta completa en la boca y al retirar su mano el palito estaba completamente limpio, relamió sus labios antes de hablar ─dije: ¿qué quieres que haga? ─el menor suspiró, jugueteando con el palito de madera pegajoso ─no hay nada más interesante que ver ─se quejó el chico de casi 15 años ─además tengo calor, los veranos aquí en Inglaterra son peores que en Japón ─se echó aire con la mano.

─ ¿Y por qué diablos no te recoges el pelo? ─propuso el mayor, apoyando su rostro en la palma de su mano con los ojos cerrados.

─Mooo, sabes que no me gusta ─infló las mejillas y expuso los labios en un puchero que al mayor le pareció adorable ─cuando me hago una coleta… ─bajó la voz ─parezco una chica ─declaró apenado, desviando sus ojos a lado y lado.

Bakura no se molestó en reprimir la risa burlesca que le provocaba escucha tal afirmación de su hikari, se llevó las manos al abdomen mientras se tendía bocarriba. Por supuesto que nunca dejaba pasar la oportunidad de reírse de su luz.

Ryou frunció el ceño e infló más las mejillas ─ ¡No te burles de mí! ¡No te burles de mí! ─agitó los brazos a lado y lado con los ojos fuertemente cerrados y las mejillas coloradas ─Bakura eres un tonto ─le sacó la lengua infantilmente.

El yami paró de reír y entrecerró sus fríos ojos en su contraparte, en menos de un parpadeo ya estaba junto a la silla, del lado en que colgaban los pies de Ryou. Apoyó una rodilla en el reposabrazos, justo en medio de las piernas cubiertas por el jean blanco de su hikari. El mueble no resintió el peso de la figura espectral, todo lo contrario Ryou lo sintió perfectamente y paró su berrinche, dirigiendo sus ojos a su guardián al momento que este se inclinaba sobre su cuerpo por lo que se hizo para atrás instintivamente sin embargo estaba acorralado por el mueble.

─ ¿Qué? ─preguntó agresivamente ─ ¿Qué fue lo que dijiste, niñito? ─enseñó los dientes en un pequeña pero confiada sonrisa ladina, a sabiendas de que el menor no se atrevería a repetir tal cosa.

El corazón de Ryou latía fuerte, como cada vez que su yami se le acercaba, sus ojos verdes no podían apartarse de los lilas del mayor ─yo-yo… yo ─desvió un poco el rostro.

Pero Bakura no se lo permitió, tomándole del mentón y dejando ambos rostros a escasos centímetros ─ ¿sí… qué? ─insistió.

Ryou rodó ─lo siento ¿está bien? ─murmuró con su dulce voz suave, esa misma que ponen los niños cuando quieren que les compren un nuevo juguete o conseguir la última galleta del jarrón de la abuela.

Bakura simplemente sonrió, enseñando los colmillos ─eso, así pequeño ─felicitó ─ese es mi dócil y dulce hikari ─amplió más su ladina sonrisa mientras tomaba uno de los largos mechones del menor, peinándolo hacia atrás con una suavidad que casi nunca usaba luego pasó sus uñas por el cuero cabelludo provocándole deliciosos escalofríos a su luz.

─Ba-Bakura ─tembló el menor, embobado por los mimos de su yami.

─Anda, levántate y busquemos algo que hacer ─apresuró el mayor, levantando el rostro luego de rozar ambas narices para lamer sugestivamente el palito de helado que seguía en la mano de su luz ─me estoy aburriendo en serio ─Ryou se sonrojó con fuerza, dándole una hermosa visión a su yami quien regresó de nuevo a la cama en un parpadeo.

Ryou tomó un suspiro profundo una vez que su yami se apartó, tratando de calmar su desbocado corazón.

─Está bien, solo dame un momento ¿quieres? ─accedió, levantándose de la silla de su habitación ─quiero cambiarme y después daremos una vuelta por la casa ─arrojó el palito a la papelera y tomó algo de su armario para dirigirse al baño ─hace tiempo que no estamos aquí, debe haber algo interesante por ahí rogó porque así fuera, si Bakura empezaba a aburrirse en serio él sería quien pagaría las consecuencias.

-o-

Luego de un par de minutos en los que Bakura se quedó tendido de espaldas en la cama con las manos tras la nuca, finalmente escuchó la puerta del baño abrirse. Abrió un solo ojo para mirarlo con desgano pero inmediatamente se irguió mirándole con ojos como platos al ver las nuevas prendas que ahora vestía su luz.

─ ¿Pero qué demonios llevas puesto? ─arqueó una ceja, mirándolo de arriba abajo.

─Ya te lo dije, moría de calor, solo me puse algo más fresco ─explicó sin más, llevándose una mano a la cadera y encogiéndose de hombros. Con la otra mano se recogía el cabello, moviéndolo para abanicarse el cuello.

El menor había cambiado su ceñido pantalón blanco por un pequeño short de igual color que se amoldaba suave y perfectamente a sus muslos y caderas dejando sus estilizadas piernas a plena vista mientras que su playera de rayas fue sustituida con una camiseta sin mangas de color celeste, bastante holgada.

Bakura podía jurar que nunca se había sentido tan agitado desde que vivía con Ryou, se sentía acalorado y no podía apartar su vista del menor ─maldito niñato provocador ─susurró entre dientes con la mandíbula apretada.

─ ¿Qué dijiste? ─consultó Ryou, sin haber escuchado nada realmente.

─Que vaya suerte es que yo no deba vestir lo mismo que tu todo el rato ─mintió sencillamente, desviando el rostro ─yo no usaría eso ni aunque mi existencia dependiera de ello.

Ryou le miró mal, haciendo un nuevo puchero sin embargo se convenció de respirar profundo y dejarlo pasar ─tienes razón ─Bakura volteó a verlo ─esto no te quedaría para nada ─ladeó el cuerpo, levantando el mentón a la vez que soltaba su cabello, el cual se balanceó por su espalda como una cascada de leche. Embelesando a su yami.

Bakura afiló sus ojos en él y en un segundo ya estaba a sus espaldas, rodeándole la cintura con sus brazos y provocándole un fuerte sobresalto al menor ─pero a ti te luce perfectamente ¿eh? ─jugó, acomodando su cabeza en el hombro ajeno.

─ ¿Qu-qué haces? ─tembló Ryou.

─Oh, solo marco lo que es mío... porque con esa ropa llamas la atención de cualquiera.

─ ¿Marcar? ─repitió extrañado. Bakura abrió la boca, enseñando sus colmillos lo cuales se relamió y… ─ ¡Ah! ¿Pero qué…? ─chilló el menor cuando Bakura lo mordió, clavando sus colmillos en la blanca piel de su cuello ─ ¿Qué pasa contigo? ─regañó, caminando hacia el espejo de su habitación ─que suerte que la abuela no está en casa ¿Cómo rayos pretendes que explique esta marca? ─revisó las dos hendiduras rojizas en su cuello. Aun cuando se mostraba molesto, al deslizar sus dedos por las mismas sufrió un delicioso escalofrío que le erizó la piel.

─Deja de chillar hikari, bien que te gusta ─deslizó superficialmente sus dedos por los brazos del menor ─ ¿qué quieres hacer? ─cambió de tema.

Ryou suspiró, ese era su yami ─Esta casa es bastante antigua, casas como estas aquí en Inglaterra siempre guardan secretos o cosas interesantes y realmente nunca me eh dedicado a escudriñarla por completo ─explicó con una sonrisa y los ojos cerrados ─me ha parecido buena idea echar un vistazo y ver que puedo encontrar.

Bakura se encogió de hombros ─bueno, será más interesante que estar todo el día aquí encerrados ─le guiñó un ojo, jalando la base de su playera, provocando que esta se desacomodara y enseñara parte de su pecho antes de salir del cuarto.

Ryou torció el gesto sonrojado más sin embargo lo siguió.

Caminaron hasta el extremo del pasillo donde Ryou miró a ambos lados ─ ¿arriba o abajo? ─le preguntó a su yami.

El mayor arqueó una ceja ante la pregunta, lo tomó de la cintura e hizo presión dejando el menor prácticamente debajo de su cuerpo, como si fuera un paso de baile* ─ ¿te quedó claro?

Ryou parpadeó rápido carias veces ─sí, claro ─en cuanto lo soltó Ryou agitó la cabeza un poco ─pues será el ático primero ─dijo con un suspiro antes de subir por las largas escaleras de caracol.

Al llegar al tercer piso (su habitación estaba en el segundo) se dirigió al final del corredor, en el techo había un rectángulo de madera que se diferenciaba del resto del cielo raso, Ryou jaló la cadena del mismo, revelando las escaleras de madera retractiles que daban al ático y él, seguido de cerca por su yami, subió algo temeroso.

─Cof, cof ─tosió un poco cuando se levantó el polvo al chocar contra una caja ─esta oscuro, debí haber traído una linterna o algo cof, cof.

─Tonterías ─bufó Bakura, luego chasqueó los dedos, haciendo brillar la sortija que colgaba alrededor del cuello de Ryou ─ ¿decías?

─Eso está mejor, gracias ─le sonrió dulcemente ─cielos, hace siglos que no subía aquí ─echó un vistazo a su alrededor, cajas cerradas, otras muchas abiertas, un par de baúles, repisas con viejos muñecos e incluso un caballito de madera ─oye, es mi caballito mecedora, me preguntaba que había sido de él ─comentó con una risilla.

Bakura se paseó un poco por el lugar ─hikari ¿qué hay aquí? ─consultó el mayor, viendo un baúl cerrado del que le sobresalían unos papeles.

─A ver ─Ryou se acercó, intentado abrirlo pero estaba con llave ─ está cerrado ¿me pregunto…? ─musitó dándole vueltas al baúl, luego intercambió una mirada con Bakura antes de empujarlo un poco, dejando al descubierto una llave de color plomo ─eureka ─celebró el menor ─veamos ahora ─introdujo la llave en la cerradura y tras un poco de forcejeo, ya que ambas cosas (cerradura y llave) estaban un poco oxidadas, finalmente logró abrirlo.

Dentro había un par de carpetas que contenían los papeles que Bakura había notado, debajo había lo que parecían ser bolsas con ropas viejas.

─ ¿Qué será esto? ─Ryou tomó la primera carpeta y la abrió. Bakura se apoyó sus espaldas para verlo también, el menor levantó un poco la sortija para poder leer mejor ─parece que son las escrituras y registros de la casa ─decretó el menor.

─ ¿Qué eso no es de una gaceta? ─consultó el yami, viendo la amarillenta hoja a blanco y negro que estaba asegurada en la parte superior con un clip.

─Sí, que raro ¿a ver qué pone? ─Ryou tendió en el suelo una manta que había cubriendo una caja y se sentó allí de piernas cruzadas, tomando las dos carpetas. Bakura se sentó detrás de él, rodeándolo con sus piernas y asomándose por su hombro para leer con él.

Ryou murmuró por lo bajo las primeras cosas que estaban escritas hasta que algo llamó la atención ─ “año de 1862, el miembro más joven de la familia Lockhart, el menor de 13 años de edad: Richard, ha sido declarado como desaparecido tras más de 60 horas sin noticias de su paradero” ─leyó asombrado el menor la noticia bajo la foto a blanco y negro de la casa de su abuela, estaba idéntica, se notaba que no le había hecho ninguna remodelación en varias décadas ─ “entre llanto, su madre pudo declarar lo siguiente: no era un niño que saliese mucho de casa, se la pasaba en el jardín escribiendo o dibujando cuando no estaba metido en la biblioteca”  ¿biblioteca? ─repitió en un susurro ─ “su hermano mayor, estudiante de último año, reveló hechos impactantes después de un par de entrevistas infructuosas en las que se negaba a decir palabra alguna: hace unos cuatro meses atrás mi hermanito empezó a decirme que alguien le hablaba, que siempre le acompañaba cuando iba a la biblioteca. Al principio lo tomé como uno de esos famosos amigos imaginarios y no le di importancia, él siempre me ha parecido un niño muy tierno aunque no tenía muchos amigos… Fui idiota, debí haberle prestado más atención” ─a Ryou le recorrió un terrible escalofrío, a él le gustaban al historias como esta… pero algo le estaba provocando malestar ─ “ya en los días previos a su desaparición siempre lo veía preocupado, parecía que no dormía ni comía bien y cuando lo veía ir a la biblioteca no estaba esa felicidad de siempre, más bien como si se sintiera obligado” ─Ryou suspiró ─ “luego de darle muchas vueltas al asunto el joven afirmó creer que su hermano estaba siendo asediado por alguna entidad de naturaleza sobrenatural” ─Ryou se mordió los labios al llegar a la página siguiente, Bakura acomodó sus brazos alrededor de la cintura del menor ─ “año de 1853. Casi un año después de la declaración de desaparición del menor Richard Lockhart y con una búsqueda sin resultados la familia ha desistido, optando por realizar una ceremonia en pos del descanso del alma del menor, aun cuando su cuerpo no haya sido encontrado”   

─Wow ─Ryou se recostó un poco en el pecho de su yami ─que fuerte, no sabía que algo así había pasado en esta casa ─comentó, vaciló sus ojos por el techo del ático.

─ ¿Estás bien? ─musitó Bakura, rozando su mejilla contra la del menor.

─Sí ─susurró, bajando la carpeta y posando su mano en la otra. Esperó a sentir como lo brazos de Bakura lo apresaran con más calidez y fuerza para tomar la segunda carpeta y abrirla ─ “Octubre de 1956. Rachel de Laport, 12 años de edad, diagnostico: trastorno delirante o psicosis paranoica de tipo no especificado”

─hikari ¿qué significa eso?

─Es una enfermedad, las personas que padecen esto suelen tener una idea o creencia por lo general totalmente imposible y se aferran a ella como si fuera una revelación divina ─trató de darse a entender ─por ejemplo… amm ─pensó un poco ─vas con un amigo caminando por la calle, tarde, y al otro se le da por decir que alguien lo está llamando. Sabes que es imposible porque es tarde y no hay nadie más cerca pero la otra persona se obsesiona con que alguien le está llamando… en los casos más graves esa persona realmente empieza a escuchar en su cabeza el llamado, por eso se le llama trastorno delirante ─se explicó.

Bakura asintiendo ─entiendo.

─Hay una anotación a mano ─notó el menor ─ “cree tener un amigo que vivía en la biblioteca de su casa, afirma que, desde que lo conoció, siempre que sale la acompaña y le advierte cuando una persona se le acerca con malas intenciones” Otra vez con la biblioteca… ¿sería la oficina en el primer piso? ─se preguntó en voz alta ─o… ─fue interrumpido por la mano de Bakura que tomó la suya y lo guió hasta lo que parecía ser una antigua fotografía que estaba adjunta entre los papeles. Ryou se miró con su yami antes de darle la vuelta a la foto solo para ver la esquina de una habitación, obviamente la biblioteca, pues las paredes estaban cubiertas de arriba a abajo con estanterías repletas de libros, se alcanzaba a ver también un sillón donde había una niña de perfil que parecía hablar hacia la esquina, donde no había nadie ─esta no es la oficina… ¿habrá sido el sótano?

─Hay algo más ─señaló el yami.

Como dijo el mayor, había algo como unas páginas arrancadas de un diario. Ryou las tomó y las leyós, casi podía afirmar que la elegante y cursiva letra en tinta negra era de una mujer.

─ “12 de Noviembre de 1956. El día de hoy salimos todos a patinar sobre hielo en un lago congelado cerca de la casa de la abuela, a las afueras de la ciudad… bueno, casi todos. Mi hermana pequeña Rachel se rehusó a salir, dijo que hacía mucho frío para ella y tras un rato logró convencer a mamá y papá. Realmente no me gustaba dejarla sola, desde que empezó con eso de su amigo imaginario que la acompaña en la biblioteca, estoy segura de que irá a encerrarse allá abajo entre los libros a penas nosotros nos vayamos. Últimamente me ha hablado sobre unos libros de magia que encontró, sobre hechizos mágicos e historias de seres sobrenaturales. Creo que toda esa basura solo alimenta lo que sucede.

Lo peor es que justo antes de irnos se ha desatado una tormenta de nieve y no podemos volver a casa. Mi abuela le ha restado importancia al asunto diciendo que Rachel ya está grandecita y puede valerse por sí misma una noche; hablando de eso sí era cierto, Rachel era buena cocinando y siempre era precavida, sabía que no debía abrirle la puerta a nadie y asegurar las ventanas antes de acostare… pero aun así no se apartaba de mi ese mal presentimiento.

13 de Noviembre de 1956. Las calles estarán despejadas recién tras medio día según las noticias de la radio, hemos llamado a casa pero Rachel no ha contestado. Me preocupa pero el abuelo solo ha dicho que seguramente estará metida en la biblioteca y por eso no habrá escuchado el teléfono. Sin embargo eso solo pareció preocupar más a mamá y papá… a veces creo que me ocultan algo de mi hermana ¿puede que ellos sepan algo que yo ignore? Estoy casi segura.

Antes de la última página de diario había otro reportaje de un periódico. Ryou siguió leyendo en voz alta.

“14 de Noviembre de 1956. La menor de las hijas de la familia Laport, Rachel diagnosticada a sus doce años con un trastorno delirante o psicosis paranoica de tipo no especificado ha sido encontrada muerta en el sótano de su familia luego de haber pasado un día sola en su casa. Los vecinos afirman que nadie entro ni salió de la casa, además el cuerpo no presenta agresiones; fue hallada sentada en un rincón rodeada por libros de ficción, los ojos abiertos y una expresión muy perturbadora.

─Cielos, me siento como en una de esas pelis de terror para gente de 15 años en adelante ─murmuró Ryou antes de leer la última página de diario ─15 de Diciembre de 1957. No me importa lo que diga la policía o los médicos, ahora estoy completamente segura de que a mi hermanita la mató un… un ente sobrenatural. Ese tal ‘amigo imaginario’ sea lo que sea. Estoy segura. Tan solo acercarme a la bajada de la biblioteca me provoca escalofríos, solo voy cuando me es estrictamente necesario y al hacerlo me siento observada. Todo el año la biblioteca se mantiene fría, aun cuando la calefacción este encendida, trato de convencerme de que los murmullos que escucho a veces son simplemente las corrientes de aire o algún ratón, pero no puedo ignorar esa siniestra sensación.
Hace poco descubrí que hace varios años, un niño que vivió en esta casa sufrió algo parecido y desapareció. También se mencionaba a un tal ‘amigo imaginario’ ¿Qué estará pasando en esta casa maldita? Eh tratado de convencer a mis padres de mudarnos, creo que su dolor por perder a mi hermana es un punto a mi favor, espero poder conseguirlo pronto. Ya no me gusta esta casa.

Con un profundo suspiro, Ryou dejó ambas carpetas cerradas en el piso luego se apoyó por completo en el pecho de Bakura. Su yami simplemente lo miró, la inquietud que Ryou sentía estaba llegando a él provocándole algo que no podía describir.

Ryou ladeó el cuerpo, levantando sus piernas por sobre una de las de Bakura y recostó su cabeza en el hombro del mismo. Asombrado, Bakura simplemente lo acunó entre sus brazos como el menor buscaba.

─ ¿Qué? ¿Ya estas asustado? ─musitó el mayor, sin verdadero animo de molestar a su hikari, simplemente disfrutando el extraño momento y del calor del pequeño cuerpo entre sus brazos.

─Solo estoy digiriendo lo que acabo de leer ─respondió, sin negar o afirmar lo dicho por su yami.

Bakura empujó levemente la cabeza de Ryou con la propia y en cuanto este levantó la mirada para verlo el mayor besó su mejilla antes de deslizar su lengua por el borde de la lengua de su hikari, haciéndolo estremecer ─salgamos de aquí, yadonushi ─Ryou se ruborizó.

El menor asintió ─sí ─tomó las carpetas y avanzó a gatas para guardarlas en el baúl, el cual cerró antes de guardar la llave, dejando todo tal y como estaba.

Bakura sintió que se le nublaba la vista al verlo así, el bamboleo de su trasero a pocos centímetros de él ─date prisa ─se levantó y le dio una palmada en la retaguardia a su hikari, aprovechando que seguía de manos y rodillas.

Ryou pegó un respingo y arqueó un poco el cuerpo al sentir el impacto de la mano de su espíritu, dejando escapar algo de aire como un jadeo que hizo estremecer un poco al mayor.

Bakura se apresuró a bajar del ático para no hacerle algo más a su hikari. Ryou se apuró a seguirle, no quería estar solo por lo que quedara de… sus vacaciones.

Bajó por las escaleras hasta el primer piso, desde donde se podía ver la entrada al sótano ─ ¿por qué no vas por algo frio a la cocina antes de que te desmayes? ─le dijo el mayor, sentado a su lado, ahora sí queriendo molestarlo.

Ryou resopló algo como una risilla, con una pequeña sonrisa ─sí ─se levantó y se dirigió al congelador por otra pequeña paleta azul ─quiero… quiero echar un vistazo allá abajo ─comentó de pronto el menor ─ ¿te puedo pedir que… no me dejes solo, por favor… en ningún momento? ─le miró directo a los ojos con las cejas arqueadas hacia abajo y una tierna expresión.

Bakura tragó duro ante eso, pero simplemente bufó ─despreocúpate ─rodó los ojos ─eres mi yadonushi, no voy a dejarte solo… niño miedoso ─le miró esta vez con burla, inclinándose hacia él para darle un ligero zape en la nariz ─Ryou solo pudo sonreírle de forma aliviada.

Antes de terminarse la paleta, Bakura se acercó al rostro de su hikari de sorpresa y lamió el lado contrario del helado, solo por hacerlo sonrojar un poco. Después de todo, fastidiar al menor era uno de sus pasatiempos.

Luego de que el frío del bocadillo calmara un poco a Ryou, este se decidió a bajar al sótano. Esta vez sí tomó una linterna… solo por si acaso.

El sótano de la casa era totalmente diferente al de la foto que había en la carpeta de Rachel. Estaba lleno de decoraciones navideñas, acción de gracias y todas las cosas que no ameritaba sacar en estaciones cálidas, también había algunos cuadros viejos, colchonetas extras; trineos, patinetas y skies para la nieve; tablas de surf, tumbonas inflables, sombrillas de playa y otras cosas varias.

Sin embargo, el sótano se veía algo bastante pequeño en comparación con el tamaño de la casa y Bakura fue quien lo notó.

─Ne, yadonushi ─le llamó, caminando al frente luego de que su hikari encendiera las luces ─ ¿este lugar no es algo pequeño?... no sé, tomando en cuenta la casa ─opinó el mayor.

Ryou echó un vistazo alrededor ─sí… tienes razón ─Ryou se acercó a la pared del fondo donde habían tres estanterías delgadas y altas con algunos libros viejos de primaria: suyos, de su hermana e incluso de su padre, diccionarios y cuentos.
Golpeteó con sus uñas la madera de la pared de fondo mientras pasaba la otra mano por algunos libros.

─Espera Ryou ─le llamó Bakura de la nada, sobresaltándolo un poco ─golpea de nuevo allí ─señaló la pared ─pero un poco más fuerte.

─ ¿Qué? ¿Para qué? ─parpadeó confundido.

─ ¡Solo hazlo, niño! ─insistió.

─ ¡Ay, de acuerdo! ─le respondió ─gruñón ─murmuró para sí. Puso su mano contra la pared y luego dio un par de golpes con el puño como si tocara una puerta.

─Está hueca ─afirmó el mayor.

Ryou lo miró ─ ¡Qué! ¿Estás seguro? ─volvió a mirar la pared.

─Por supuesto que estoy seguro ─afirmó, acercándose a él y pegando la oreja a la pared, Ryou le imitó y volvió a golpear ─ ¿escuchas eso? Ahora golpea otra pared y escucha bien ─Ryou obedeció ─ ¿notas la diferencia?

─Sí ─afirmó el menor, la resonancia del golpe era diferente ─ ¿eso quiere decir que hay otra sala confinada tras el librero?

─Es lo más probable ─Bakura ojeó la estantería, más específicamente los libros del medio.

Ryou rodó los ojos ─esto no puede ser menos de película ─con ese murmullo empezó a mover algunos libros al azar de la estantería.

─ ¿Qué se supone que haces? ─consultó el mayor, ladeando la cabeza.

─Lo hacen en montones de películas, en las viejas mansiones con librerías al quitar un libro la pared se da la vuelta o se mueve o algo por el estilo, dejando un salón o pasillos secretos ─explicó el menor.

─Yadonushi, estás viendo demasiada televisión ─dijo el mayor con una gota de sudor en su sien.

El menor torció el gesto ─oh vamos, confía en mi ─divisó un libro de cubierta magenta, delgado y que no tenía nada escrito en el lateral, lo tomó para abrirlo solo para notar que estaba totalmente en blanco, pero más que eso la pared de las estanterías empezó a ladearse, dejando una entrada al descubierto. A Bakura casi se le cae la mandíbula al suelo ─quien dijo que la televisión no servía de nada, que se trague esta ─dijo orgulloso ─ ¿qué te dije, eh?

─Oh, cierra la boca ─lo calló ─nada mal ─le dijo ahora, poniendo una mano en lo alto de su cabeza, moviéndola para acariciarle el pelo y luego avanzó por el pasadizo, bajando por unas escaleras de 6 escalones.

─Espérame, other me ─Ryou se lanzó a aferrarse al brazo izquierdo de Bakura, encendiendo la linterna para ver si había un interruptor de luz, sin embargo no era así ─ ¿puedes hacer lo de la sortija? por favor. Esto está mucho más oscuro que el ático.  

─Claro, pequeño miedoso ─el mayor levantó su mano derecha, chasqueando los dedos para hacer brillar el artículo.

Ya un poco más claro, la sala era del mismo tamaño que la otra solo que era un poco más profunda. Esta si era una biblioteca. De piso a techo todas las paredes estaban cubiertas por viejas estanterías de madera de abeto, repletas de toda clase de libros, y había algunas estanterías más repartidas por el salón, creando pasillos separados .

─Esto es lo que debió haber quedado de la vieja biblioteca ─dijo el menor, aferrado al brazo de su yami como un gatito ─probablemente alguno de los dueños que se enteró de las tragedias relacionadas con este lugar lo mandó a confinar.

─De ser así ¿no hubiera sido mejor destruirlo? ─razonó Bakura ─o hacerlo parte del sótano ─lo miró inquisitivo.

Ryou tuvo que admitir que sonaba lo más lógico ─bueno, ahí tienes razón… ¿por qué habrán ocultado este lugar?

─ ¿No decía la segunda historia que la niña había encontrado libros de magia y hechizos aquí? ─rememoró el mayor ─quizás alguien encontró algo interesante aquí y quiso preservarlo… o simplemente ocultarlo de los demás ─comentó.

─Es una buena idea pero ¿qué podría ser tan importante? ─Ryou avanzó por la biblioteca, prácticamente jalando a Bakura consigo. Con un suspiro, el mayor simplemente se dejó llevar por el entusiasmo de su hikari.

Ryou estuvo ojeando algunos libros hasta que se permitió soltarse de su yami, sacaba también los que Bakura le señalaba pero no encontraban nada realmente interesante.

─ ¿Qué hikari? ¿Ya no tienes calor, yadonushi? ─dijo de pronto Bakura, Ryou lo escuchó algo lejos de sí mientras sacaba un libro de cubierta salmón.

─Un poco sí, pero este lugar está mucho más fresco que el resto de la casa ─explicó su par “Todo el año la biblioteca se mantiene fría, aun cuando la calefacción este encendida” recordó de la segunda noticia y se estremeció. Se dio la vuelta para ir con su yami pero se dio cuenta de que no estaban en el mismo pasillo ─ ¿Bakura? ¡Bakura ¿dónde estás?! ─lo llamó.

─Estoy por acá, cerca de las escaleras ─le indicó ─ niño miedoso.            

Ryou resopló antes de dirigirse hacia donde se suponía que estaba su yami sin embargo tropezó con un grueso libro de apariencia antigua, una cubierta entre gris y morado, Ryou lo tomó, sus páginas algo amarillentas parecían muy viejas como si se tratase de papiros o pergaminos cocidos juntos.

─ ¿Qué es esto? ─susurró el menor, acercando el libro entre sus manos ─ “guía de bolsillo para manejar a tu propia entidad energética y otros truquitos” ─leyó el título ─ ¿de bolsillo? ─repitió con incredulidad con una gota bajándole por la sien. Abrió el libro y leyó la primera página.

Estúpida Introducción ineludible.
Hey tú, pobre diabla o diablo, dime ¿a quién mataste en tu vida pasada para ser castigado con uno de estos idiotas? Los entes energéticos que se ligan a ti, para ir directo al grano, son peor que los abusones del instituto. Son posesivos, celosos, necesitados, irritantes, volubles y totalmente incapaces de admitir varias cosas por sí solos. Sin embargo suelen ser personalidades confiadas y sexys que saben cómo encenderte si se lo proponen.
Independiente, ser dueño de un ente... ejem, quiero decir, tener un ente ligado a la larga te beneficiará mucho más de lo que te jode, son peligrosos chicos malos. Esta guía de bolsillo (y sí, es serio, deberías haber visto el tomo del ultimo tipo que la redactó) es para ayudar a futuros humanos ligados a entes energéticos, inmortales, oscuros y ridículamente provocativos.

Aquí tienes un índice sobre los temas que te puedan interesar

1. Rápida, corta y fácil historia de entes que no te pondrá a dormir.
2. ¿Qué es un ente energético y por qué diablos se liga a mí?
3. Lo que NO debes hacer... pero muchos ya han caído en uno.
4. Ayudas para los humanos.
5. …Maldita sea, no hayo un buen título.

A Ryou le llamó poderosamente la atención aquel libro, pensando siempre en Bakura claro, pero decidió leer el ultimo capitulo… ese ‘nombre’ lo llamaba. Sorprendentemente este iniciaba a menos de la mitad del libro.

Capitulo cinco: …Maldita sea, no hayo un buen título para esto.
Okey, el resto son sólo páginas en blanco, quería asustarlos con un libro súper enorme ¡Ja!
Y en cuanto al final…
Los entes energéticos que se ligan a ti son molestos pero, como mencioné antes, más de un caso hay documentado en que el humano termina encontrando en ese ser, su alma gemela
-Ryouse ruborizó- y no pueden esperar a morir para tener entre sus brazos al ser amado (o estar entre los de él, depende de la situación) para eso les estoy contando esto.
Repito, no es bueno enamorarse de tu ente ligado, pero tomando en cuenta lo posesivos, celosos, sobreprotectores, lindos y sobre todo calientes y provocadores que llegan a ser algunos… pues no te culpo. Sé de primera mano lo angustiante y moralmente problemática que se vuelven para ti las cosas.
Este hechizo ha pasado de generación en generación por muuuchisimos milenios más de los que puedas imaginarte. Creo que las creadoras originales fueron las primeras hechiceras, mujeres que perdían a su ser amado (semi-dioses o ‘gente’ que hoy en día es considerada leyenda… sí, te dije que esto se remonta mucho tiempo atrás) en guerras o por muertes violentas y los espíritus de estos, en vez de descansar en paz, las seguían jodiendo como almas en pena, así que ellas decidieron crear una forma de volverlos al plano físico… o al menos intentarlo.

Sí la entidad que está ligada a ti llegó a través de un objeto mágico, un artículo hechizado, una posesión maldita o como quieras llamarle ¡Tienes una jodidamente envidiable buena suerte! Te será más fácil manejar la situación. A quienes no entran en esta categoría pues esperen unas pocas líneas más abajo, ya voy con ustedes.

Bien, tú que encajas en la primera descripción, presta mucha atención. Si decides seguir adelante ten en cuenta que tu ente no pasará a ser una persona común y corriente como tú, para nada; seguirás siendo la única persona con capacidad de verle (claro, más allá de los videntes y toda esta gente con dones genuinos) a excepción de otras personas que pasen por lo mismo que tú, sin embargo su existencia en este plano se volverá más… real por así decirlo, más física si así lo prefieres. Estoy segura de que antes eras capaz de sentirlo: su tacto, su aliento y cualquier otra caricia que seguramente él o ella te ha dedicado (porque si quieres hacer esto es por algo) pero ahora serás capaz de sentir su calor, su embriagante olor, la posesividad de sus brazos rodeándote, la humedad de su lengua en tu boca, o tu cuello, o tu pecho, o ya sabrás tu donde, eh (inserte aquí mirada pícara). Si eres de esas chicas a las que les encanta que las carguen en brazos pues ¡felicidades! seguramente será de lo primero que él haga. Resumiendo, en lo que respecta a ti será todo lo real que nunca llegará a ser pero no te agobies, no se le subirán los humos a la cabeza, seguirá tan ligado a ti y al objeto en cuestión como siempre y si llega a comportarse como un/a patán puedes darle un escarmiento encerrándolo un ratito, ya verás que al poco tiempo estará rogándote porque le perdones y le dejes salir, ofreciéndose a compensarte como más te guste (y créeme, son muy buenos adivinando lo que te gusta, algunas cosas incluso antes de que a ti mismo se te ocurra) -Ryou se estremeció con fuerza, su cuerpo se empezaba a calentar- 
Y ahora, para no alargar más la cosa aquí está el hechizo que debes recitar, más allá del objeto por el que llegó a ti no necesitas ojos de araña ni alas de murciélago o ninguna de esas tonterías en una vieja caldera con agua hirviendo, te lo aseguro. Simplemente debes concentrarte, probablemente no lo sepas pero si un ente energético se enlazó contigo es porque tú mismo/a contienes una fuerza espiritual/carga energética/magia/como diablos quieras llamarlo muy poderosa que lo hizo empatizar contigo; así que haciendo uso de toda esa carga energética podrás brindarle fuerza a tu ente y realizar el conjuro ¿listo? Aquí vamos.

Acércate a él y recita esto, asegurándote de pronunciar todo correctamente y haciendo espacios al final de cada línea.

Ryou leyó el hechizo dos veces mentalmente, asegurándose de tener una buena pronunciación y hacer las pausas donde las había. Luego agitó la cabeza ¿para qué demonios quería aprender ese hechizo? Él no pensaba usarlo con Bakura… ¿o sí? Para que quería darle una forma física a su yami, suficiente tenía con lo fastidioso que ya era… por otro lado, recordaba como su cuerpo se calentaba en los momentos que Bakura se le acercaba, como hace un rato en su habitación; o las caricias que pretendían avergonzarlo como cuando lamia su oreja o mordía su cuello.

Deslizó su mano por las marcas de los colmillos ajenos en su cuello y se estremeció de gusto ¿en serio deseaba sentir más de Bakura?

¿Para qué engañarse? La respuesta era un innegable SÍ.

─Yadonushi ¿qué sucede? Llevas un rato muy callado ─le preguntó su yami desde el mismo lugar en que lo oyó la última vez.

Ryou se sobresaltó ─No pasa nada, ya voy ─era ahora o nunca ─es que encontré un libro que me llamó la atención ─se excusó, caminando hacia su yami con el libro abierto en la página con el hechizo.

─ ¿A sí? ─el mayor se volteó al sentirlo tras él ─ ¿de qué es, enséñame? ─ordenó.

Ryou le sonrió ─claro ─sonrió dulcemente, tomó un profundo suspiró y mientras caminaba hacia él empezó recitar el hechizo.

─ ¡Ryou ¿qué haces?! ─consultó el yami con el ceño fruncido al sentir la magia de la sortija y la energía de Ryou hervir a su alrededor.

Ryou no dejo de recitar el hechizo. 

Fortitudo mea, dabo illi potestatem.
Vetitum affectus, mea carmina imperium.
Our link immortalis atque incorrupta seruatur.
Vis mecum eris in perpetuum
Magicae dupliciter, sicut et me.                                

La sortija generó un enorme destello que cegó a Ryou. Para cuando pudo abrir sus orbes esmeraldas su yami estaba tumbado en el piso con los ojos fuertemente cerrados; intentando levantarse, apoyándose en un antebrazo mientras la otra mano sujetaba su cabello.

─ ¡Bakura! ─el menor prácticamente corrió a arrodillarse a su lado, el libro quedó en su regazo mientras sus brazos se movían erráticamente, dudando su abrazar al otro ─ Bakura… ¿estás bien? Por favor, di algo.

─Yadonushi basta, me estás dando dolor de cabeza ─musitó en un susurro el yami, quien al escucharse a sí mismo abrió los ojos de golpe ─ ¿dije dolor de cabeza? Ryou, que diablos fue eso ─lo miró con ojos chispeantes, pero esta expresión se suavizó al verlo, algo en el menor lo llamaba a envolverlo entre sus brazos.

─Estaba en este libro, mira ─levantó el libro frente Bakura.

─ ¿de bolsillo? ─leyó incrédulo.

─Yo dije lo mismo ─le sonrió Ryou nerviosamente ─mira ─le abrió la página del hechizo, señalando la parte menos vergonzosa o comprometedora que había.

 ─ “su existencia en este plano se volverá más… real por así decirlo, más física si así lo prefieres” ─leyó en voz baja ─Ryou ¿por qué tu…?

El menor se puso en pie apenado, con las mejillas sonrojadas que trataba de ocultar tras sus mechones blancos ─y-yo-yo.

─ ¿Lo hiciste por mí? ─peguntó incrédulo, entonces se levantó para abrazarlo sorpresivamente.

─ ¡! ─Ryou se sorprendió ante el sorpresivo gesto, podía sentir como nunca el calor de los brazos de Bakura a su alrededor de su cintura; y su aroma… su yami olía como a vainilla y a brisa marina, era embriagante para él ─Bakura ─se acurrucó más entre los brazos de su otro yo pasándole los propios por el cuello, encantado con las nuevas sensaciones. Su corazón latía muy rápido ─ ¡Ahh! ─no pudo evitar chillar cuando los, sorprendentemente fuertes brazos de su alter-ego lo levantaron en vilo.

Bakura sonrió ladinamente antes de bajarlo un poco y estampar sus labios contra los de Ryou quien abrió los ojos como platos sin poder responder al beso ─Bakura ¿qué…?

Esta vez Bakura coló su lengua de inmediato en la dulce boca de Ryou, deleitándose con los suaves labios y cálida cavidad. Ryou se sintió temblar de pies a cabeza, se aferró a la espalda de su yami y dejó que su lengua respondiera a los fieros y sensuales movimientos de la ajena guiada por la mera lujuria que empezaba a despertar en ambos; la respiración se le agitó, su libido aumentaba y corría por su cuerpo como fuego líquido, yendo a parar a su vientre bajo.

─Escucha bien esto porque no lo repetiré en mi vida ─le dijo el mayor en cuanto se separaron para respirar ─gracias.

Ryou se mostró sorprendido ─espera Bakura ─dijo con la respiración entrecortada ─eso no te da libertad total… es solo ─Bakura lo interrumpió.

─Lo sé, puedo sentir las restricciones ─le dijo el mayor ─pero ahora mismo no me impiden nada de lo que quiero hacer, yadonushi ─pronunció su título lenta y sugerentemente, luego sonrió maliciosamente enseñando los colmillos antes de clavarlos de nuevo en el cuello del menor, justo en el mismo lugar.

─ ¡Ahhh! ─Ryou no pudo evitar el gemido que aquella mordida le provocó, echando lo cabeza hacia atrás y rodeando la caderas de su yami con una pierna ─ ¡Bakura! ─jadeó caliente, restregando sus caderas suavemente contra la pelvis del mayor. Bakura también gimió al sentir eso por lo que deslizó su húmeda lengua caliente por el cuello del menor, sintiendo el pulso agitado bajo la piel erizada. Ryou sintió esa lamida como un toque ardiente que logró contraer su vientre bajo por el placer e hizo palpitar su zona privada ─Bakura ─jadeó necesitado.

─Podemos explorar este lugar a detalle más tarde. Vamos a tu habitación ¿quieres? ─propuso mientras bajaba una mano hasta el trasero de Ryou, apretando las suaves y firmes carnes cubiertas por el short blanco, provocando que sus caderas chocaran más.

─ ¡Sí! ─rogó el menor. No sabía del todo lo que estaba pasando con su cuerpo pero mientras Bakura le siguiera haciendo sentir así de bien le importaba bien poco.                     

Ryou se bajó del agarre de Bakura, dejando el libro sobre una mesilla cercana antes de entrelazar una mano con la de su yami para salir de la biblioteca y del sótano. Apenas pudo llegar a la base de las escaleras cuando Bakura le levantó ambos brazos por sobre la cabeza con una mano, pegándolo contra la pared para invadir su boca con salvajismo y pasión mientras la otra mano bajaba de vuelta a las nalgas del menor, donde apretó con descaro y deseo a la vez que empujaba sus caderas contra Ryou.

─Mhgggg ─Bakura gimió cuando su hikari respondió el movimiento de caderas ─Ryou, pon tus piernas alrededor mío ─ordenó el mayor en un caliento susurro a su oreja. Ruborizado, Ryou obedeció a su yami, subiendo y cerrando sus piernas alrededor de las caderas de Bakura como candado; el mayor entonces soltó sus brazos para sujetarlo mejor por la espalda y empezar a subir así las escaleras. Ryou enredó sus dedos en el cabello alborotado de su alter-ego, propinándole cariñosas caricias.

Bakura subió las escaleras cargando con Ryou como si nada, llegó a la habitación y tras entrar cerró la puerta con el pie, entonces se dirigió al escritorio de Ryou; allí sentó al menor, acariciando con premura sus muslos mientras su lengua invadía la cavidad ajena con deleite en lo que trataba de retirarse la camisa azul. Al ver esto Ryou lo ayudó, jaló hacía atrás la prenda para sacársela por los brazos y enseguida siguió con la playera de rayas para exponer el marcado pecho de su alter ego.
Cuando se separaron para ello Ryou admiró la piel descubierta, deslizó sus dedos por el abdomen de Bakura donde se marcaban ligeramente las linecitas de sus firmes abdominales mientras sentía la caliente lengua ajea pasearse entre su cuello, clavícula y hombro.

Ryou sintió deseos de pasar su lengua por el cuerpo del mayor y eso hizo. Ni corto ni perezoso se inclinó bajando en un camino de besos desde la garganta de Bakura, por el centro de su pecho, hasta deslizar su lengua por las líneas marcadas, casi llegando al borde del pantalón y el yami albino deliraba con esa dulce lengua que lo recorria.

Bakura lo enderezó entonces, sacándole la playera celeste que cubría su cuerpo y no tardó en atrapar con su boca uno de los rosados botoncitos ya ligeramente endurecidos; lo succionó con suavidad para no irritar demasiado la piel y no incomodar a Ryou. Todo lo contrario el menor arqueó el cuerpo hacia su yami, apretando el férreo agarre de sus piernas y apoyándose con las manos en el escritorio para menear sus caderas contras las ajenas, invitándolo a empujarse contra él de la deliciosa manera que ya le había dado a probar y que lo había dejado con ganas de más.

Al cambiar su boca al otro pezón Bakura llevó sus manos al short blanco, liberando el botón y bajando la cremallera ─levanta las caderas, hikari ─ordenó a secas. Ryou obedeció, también soltando las caderas ajenas a lo que Bakura deslizó la pequeña prenda por sus largas piernas torneadas y luego lo arrojó al piso con la demás ropa ─buen niño ─felicitó ─aquí tienes una recompensa por ser obediente ─le abrió las piernas y mientras deslizaba ambas manos de los tobillos a las rodillas sus labios besaron y succionaron dulcemente la suave piel del muslo derecho, cada vez más arriba donde se permitió mordisquear la tierna piel sonrosada, logrando que tomara aún más color ─ ¿te gusta? ─Bakura pasó al muslo izquierdo, donde su lengua trazó un camino de saliva casi hasta la rodilla.

─ ¡Sí! ─gimió de deleite, Bakura hacia que su cuerpo hirviera con una tremenda facilidad “créeme, son muy buenos adivinando lo que te gusta, algunas cosas incluso antes de que a ti mismo se te ocurra” recordó una de las anotaciones del libro. Debía darle toda la razón, lo que corría por sus venas no era sangre ya, era fuego líquido que bajaba y se concentraba en su centro de placer que ya palpitaba, necesitado de atención por debajo del bóxer blanco que llevaba ese día ─Bakura ─gimió extasiado.

─Me encanta tenerte así ─dijo Bakura, derrochando deseo y lujuria por su voz ─dócil, sumiso… mi niño obediente ─subió su rostro para besar y mordisquear sus labios repetidas veces ─que de vez en cuando se rebela y que me fascina domar ─sonrió descaradamente, enseñando sus colmillos. Ryou deseó sentirlos en su cuello una vez más.

─Bakura ─jadeó el menor ─siento mucho calor ─declaró agitado, rodeando de nueva cuenta sus caderas para atraerlo más hacia sí ─pero se siente muy bien… no me sueltes ─llevó sus manos a aferrarse a la espalda de su yami.

─No lo haría ni aunque me lo pidieras ─respondió el otro, llevando su rostro al perfumado cuello, de alguna manera había sentido el deseo de Ryou de que lo mordiera y estaba totalmente dispuesto a complacerlo. Le encantaba sentir su sabor contra su lengua, la delicadeza de la piel bajo sus colmillos y ahora ansiaba probar su sangre así que sin esperar más clavó sus caninos justo en la marca que había hecho más temprano, perforando esta vez la pálida piel apenas un poco, lo suficiente como para que Ryou gritara de placer y que dos pequeñas gotas carmín deleitaran su paladar.

─Bakuuuura ─gimió el pequeño, restregando sus caderas contra las del mayor, necesitado de esa fricción ─por favor… ─le tomó el rostro con ambas manos por las mejillas y enfrentó sus ojos, las orbes esmeraldas brillaban con deseo, ardor y necesidad.

El mayor sonrió de medio lado, besó los labios de Ryou antes de jalar entre sus dientes suavemente el labio inferior, raspándolo con sus colmillos; para devolverle el favor Ryou le arañó desde los hombros con suavidad, provocándole ocho líneas rojizas a lo largo de su espalda que logró un gemido en el mayor el cual pareció más un sonido emitido por un animal salvaje que por un ser humano, Bakura arqueó el cuerpo provocando una juguetona envestida con el menor, ese fue el turno de Ryou para gemir.

─Hazlo otra vez ─jadeó el menor tras recuperar el aliento.

Bakura arqueó una ceja burlonamente ─ ¿Qué? ¿Esto? ─dijo con malicia, empujándose de nuevo contra él.

─Sí ─jadeó Ryou, llevando sus manos al pantalón gris de Bakura para retirarle el cinturón, desabrochar los dos botones y bajar la pequeña cremallera. El pantalón cedió un poco, dejando al descubierto la prenda íntima color gris oscuro que, a opinión de Ryou, hacia ver sexy a su (ya no)espíritu.

Bakura terminó de sacarse el pantalón a patadas, entonces tomó a su hikari en brazos al estilo nupcial logrando que el menor se sobresaltara y le rodeara el cuello con los brazos instintivamente a lo que Bakura sonrió de medio lado. El yami lo llevó a la cama donde apoyó una rodilla para dejarlo sentado con suavidad y enseguida se apodero de la dulce boca de nueva cuenta con la pasión que lo caracterizaba. Ryou mientras le acariciaba con las manos los hombros, brazos, la espalda y el abdomen mientras su yami iba haciendo presión sobre el para recostarlo en el lecho a lo que no opuso resistencia alguna.

Cuando se separaron para respirar Ryou dirigió su boca al cuello del mayor donde se entretuvo en chupar y mordisquear la piel ajena, Bakura jadeó al sentir las tiernas mordidas ─eso es agradable hikari ─Bakura dejó al menor tumbado por completo en la cama, estando por completo encima suyo ─date la vuelta, Ryou ─mandó con una sonrisa maliciosa.

Ryou lo miró intrigado pero igual obedeció, ladeando la cabeza para mantenerlo en su rango de visión. Bakura le tomó de las caderas para levantarlas un poco y pegarlas a las propias y embestirlo con suavidad, permitiéndole sentir su erección entre sus nalgas aun con ambas prendas íntimas de por medio, aun así ambos lo sentían delicioso. Bakura empezó a besar los hombros de Ryou, bajando por su espalda y separando sus caderas; al llegar al borde de su espalda baja tomó la prenda blanca y la bajó de golpe, logrando que su luz se pusiera sumamente rojo.

─ ¡Bakura! ─se estremeció de vergüenza al sentirse expuesto.

─ ¿qué pasa? ─dijo como si nada, acariciando los dos montes ligeramente sonrosados, masajeándolos a gusto con ambas manos antes de bajar el rostro para repartir besos, lametones y mordiscos a ambos. Ryou no podía dejar de revolverse y gemir por lo bajo al sentir las caricias de su yami.

Bakura le separó las nalgas a Ryou y deslizó su lengua hasta la pequeña y rosada entrada ─ ¡Ahhhh! ─Ryou no pudo evitar gritar al sentir la caliente lengua en ese lugar ─ ¡Bakura! ─levantó más las caderas, empinando el culo.

─Eso es pequeño, gime más, gime para mi ─dijo Bakura antes de llevarse dos dedos a la boca para ensalivarlos y acercar uno a la entrada de Ryou para empezar a hacer presión ─grita y dime ¿te gusta que te toque? ¿Qué te acaricie, te bese y te haga  mío?

─ ¡Sí! ─gritó al sentir la intromisión del digito en su interior pero Bakura enseguida retomó su besos y lamidas ─me gusta… todo lo que me haces ─jadeaba en calor ─jamás me había sentido de esta forma ─Ryou levantó el rostro al cielo, poniendo los ojos en blanco por el placer.

─Eso es hikari ─el mayor pasó su lengua por la curva de su espalda baja ─solo yo puedo darte este placer ─le mordió suavemente el cachete derecho ─porque eres mío ─dijo con toda la arrogancia y posesividad del caso mientras empezaba a adentrar el segundo dedo en la apretada cavidad y volvió a besar su espalda baja ─mío para besar ─besó la mitad de su espalda ─mío para acariciar ─besó su nuca pues el cabello le colgaba del hombro izquierdo ─mío para enloquecerte ─beso su hombro derecho mientras sus dedos dilataban de a poco su entrada con movimientos de tijera ─y mío para amar ─susurró lo último a su oreja.

A Ryou le tembló el corazón al oírlo, un agradable calor se extendió por su pecho y sus ojos se tornaron vidriosos y húmedos, ente esas palabras ladeó el rostro para atrapar los labios de su yami en un amoroso beso lleno de sentimientos que incluso turbó un poco al mayor. Sabía que su hikari era un dulce niño lleno de hermosos sentimientos pero el hecho de que fueran dirigidos a él de forma tan intensa lo dejaba un poco shockeado ya que no sabía realmente como manejarlos.

Siguieron besándose amorosa y apasionadamente mientras Bakura no dejaba de mover sus dedos.

Cuando Ryou empezó a mecer sus caderas al compás de los dedos de Bakura en seña de goce, el mayor decidió que ya era tiempo de consumar aquello. Su virilidad ya estaba doliendo al escuchar los eróticos sonidos de su pequeño y sentir los sensuales movimientos de caderas propios del menor.

─Ryou, ven ─lo llamó en un sensual ronroneo al oído antes de hacerse para atrás y sentarse en la cama ─siéntate sobre mi hikari ─sonrojado, Ryou se dio la vuelta para gatear hasta él y sentársele a horcajadas ─ ¿tienes ideas de lo adorable que te ves sonrojado? ─lamió su mejilla derecha antes de tomarlo del mentón para enfrentar sus ojos ─eres mío, dilo ─ordenó con la malicia impresa en el rostro.

Ryou se avergonzó más si cabía pero su yami no le permitió apartar la mirada ─yo… ─se mordió el labio inferior ─yo soy solo tuyo, Bakura ─sentía el calor de su rostro hasta las orejas.

Bakura sonrió de medio lado ─eso es ─el mayor le separó los glúteos con ambas manos y le hizo bajar un poquito las caderas, lo suficiente para enterrar su miembro entre ambos cachetes. Ryou sufrió un sobresalto, tenía un poquito de miedo al sentir el tamaño de aquel caliente trozo de carne entre sus glúteos pero Bakura simplemente empezó a restregarse entre ellas, sin hacer amago de entrar. Ryou admitió que eso se sentía bien y llevó sus manos a los hombros de Bakura para apoyarse y mecer sus caderas sobre él, tratando de devolverle a Bakura, todo el placer que le había hecho sentir hasta ahora ─así Ryou, eres tan tibio ─Bakura soltó el culo de su luz antes de besarlo con ardor y llevar una mano al miembro despierto de Ryou para masturbarlo, algo de pre-semen humedecía ya la punta. Ryou pegó un brinquito al sentir la presión de la mano sobre sí, incluso mordió el labio de Bakura.

─Pequeño… ─jadeó Bakura ─relaja el cuerpo, quiero entrar ─pidió en un caliente murmullo pegado a sus labios.

Ryou se sobresaltó, cortando el beso. Tomó un profundo suspiro, se abrazó con fuerza a su yami y relajó las rodillas que ya le resentían un poco de mantenerse semi-arrodillado tanto rato. Bakura soltó el miembro de Ryou para guiarse a sí mismo en la entrada de Ryou; el menor se estremeció al sentir que la punta de aquel miembro profanó su virginal entrada.

─Tranquilo, iré despacio, solo relájate ─le dijo entre pequeños picos* mientras masajeaba los suaves montes entre los que se hundía cada vez más.

Ryou agradeció el detalle de su yami de ser delicado con él, a pesar de que todo el rato su trato había sido rudo y firme, y que a él mismo le había fascinado. Sin embargo, el apasionado yami sabía que esa era la primera vez de su hikari y no quería dejarle un mal recuerdo, todo lo contrario: deseaba que ambos disfrutaran como nunca aquella primera experiencia que, seguramente, repetirían mucho a partir de ahora… de eso se encargaría él, llevaría a Ryou a conocer tal placer, que el pequeño no podría pensar si no en sus besos y anhelaría su tacto en cada momento.

Entre más se adentraba Bakura, más arañaba Ryou la espalda de su yami. Los pequeños quejidos entre dolor y placer del menor se mezclaban con los ahogados gruñidos del mayor, Ryou estaba estrecho y cálido, Bakura se sentía casi derretirse a medida que entraba, apenas si podía contener el deseo de entrar de golpe en su interior y luego seguir embistiendo hasta el cansancio.

Mordiéndose el labio inferior hasta el punto de hacerse sangrar y apretando las sabanas bajo sus manos, Bakura dejó que fuera Ryou el que bajara a su propio ritmo hasta que ambos estuvieron completamente unidos. La exclamación de deleite de ambos no pudo parecer más ensayada; yami y hikari dejaron caer la cabeza hacia atrás, provocando que sus meleas blancas se mecieran, sus bocas se abrieron de cara al cielo y dejaron escapar el gemido más placentero hasta el momento... claro que no sería el último.

Ryou respiraba agitadamente, volvió la cabeza al frente y la recargó en el hombro del contrario ─tan duro y caliente ─susurró entre jadeos ─estás tan dentro de mí, duele un poco pero… se siente raro, se siente muy bien ─expresó en un gemido.

─Así es Ryou ─jadeó ─muévete pequeño, ya no lo resisto ─subió sus manos para apretar sus caderas e incitarlo a moverse de aquella forma sensual en que antes lo habían hecho contra sus dedos.

Asombrosamente, Ryou no se ruborizó como su yami esperaba, el pequeño se acomodó y apoyó mejor en su par para empezar a subir y bajar. Los jadeos no se hicieron esperar, al principio los movimientos eran lentos y algo torpes, sin embargo, para Bakura no existía nada mejor que observar la expresión de Ryou, oír sus descontrolados jadeos y sentirlo cabalgándole de aquella forma tan inocente como sensual.

─Así, ahhhhh… muévete más pequeño ─decía el mayor entre gemidos, llevando su boca a lamer y beso el cuello de su luz ─que bueno… hikari eres tan apretado, que delicia ─Bakura reafirmó su mordedura.

Ryou gritó.

Sin poder contenerse más y viendo que Ryou se desenvolvía mejor y se desinhibía con él, Bakura decidió cambiar de posición ─abrázame, también con tus piernas ─le indicó. Ryou así lo hizo, sintiendo el descanso de sus músculos que ya dolían por el constante movimiento y mantener su cuerpo en esa posición sobre la cama ─buen niño ─dijo con algo de burla. Bakura lo sujetó por la cintura y lo puso violentamente de espaldas contra la cama ─ahora empieza el juego ─le susurró a escasos centímetros de su rostro.

Ryou lo miró interrogante, preguntándose a que se refería su yami, pero no tuvo tiempo de pensar en más nada cuando el mayor empezó a embestirlo de una forma salvaje y desmedida. Ryou abrió los ojos y la boca como platos, sus manos perdieron el agarre en los hombros ajenos y fueron directamente a aferrarse a las sabanas de su cama a tal punto, que si tuviera las uñas algo más largas probablemente las habría roto ─ ¡Ohhhh… Bakuraaa! ─Ryou dio gracias a todos los dioses egipcios por estar solo en casa, se avergonzaba de oírse gemir así ─no pares, no pares ¡ahhhh! Es tan… ¡arggg! Quiero más ─el oji-verde apenas si reconocía su propia voz, como sonaba y las cosas que decía; era algo totalmente nuevo.

Bakura sonrió de forma ladina, sintiendo como las piernas de su hikari se cercaban en su espalda baja; con sus manos apoyadas en la cama Bakura bajó un poco el ritmo pero sus embestidas eran ahora más profundas, Ryou gritó y luego apretó los dientes ─ ¿más? ¿Puedes con ello? ─retó con burla.

─ ¡Sí! ─respondió el menor, luego llevó una mano a la mejilla de Bakura, acariciándolo con una delicadeza que sorprendió un poco al mayor ─ ¿A ti también te gusta, Bakura? ¿Te sientes bien como yo? ─el de ojos lilas se sorprendió y conmovió a partes iguales, Ryou procuraba su placer también, no solo el propio. En ese punto Bakura sintió como nunca que verdaderamente aquello no era algo meramente sexual, no, eso iba más allá; ambos pensaban en el otro, en disfrutarlo juntos y poder unirse más allá de lo físico o carnal. El yami entonces aceptó algo que sabía desde hace ya un par de años: después de tantos milenios… Ryou era la persona que él tanto esperaba.

─Sí ─respondió después de unos segundos, sin cambiar el ritmo y se inclinó a su oído ─es de los mayores placeres que pueda sentir… porque es contigo ─le dijo con todos los sentimientos que lo invadían, ese calor en el pecho que le provocaba su Ryou.

A Ryou se le estrujo el corazón, sentía que podría gritar como adolescente enamorada. Le tomó del rostro para enfrentar sus miradas y luego lo besó con todo el amor que le tenía, porque sí, estaba loca, perdida e irremediablemente enamorado de su yami ─te quiero ─le dijo antes de besarlo.

─Y yo a ti ─alcanzó a responder entre beso y beso, devorando con gusto la dulce boca de su luz.

Bakura empezó a cambiar el ritmo de sus embestidas, como si buscara acomodarse mejor. Ryou, queriendo experimentar más, retiró una pierna de alrededor de su amado y lo apoyó en la cama para empezar a empujar sus caderas al ritmo marcado. Cuando Bakura levantaba las caderas, Ryou las bajaba y cuando Bakura empujaba el menor levantaba las caderas para recibirlo.

Fue entonces cuando Bakura golpeó un punto preciso en el interior de Ryou, provocando que este tensara el cuerpo y pegara el grito al cielo; incluso Bakura temió haberlo lastimado pero la expresión de éxtasis de Ryou y sus ojos que se pusieron momentáneamente en blanco le hablaron de otra cosa.

El yami de ojos lilas lamió mimosamente el cuello de Ryou ─ ¿te gustó eso, mi niño? ─le preguntó en un ronroneo, deteniendo sus embestidas.

Luego de haber tocado unos segundos el mismísimo cielo, Ryou se impacientó al sentirlo detenerse ─ ¡Sí! ─le respondió ─Por favor Bakura, más… más fuerte ─le suplicó en un caliente jadeo ─no te contengas ─lo besó ─Bakura ─gimió su nombre de necesidad.

Bakura sonrió abiertamente con malicia y lujuria, mordisqueó un poco los labios de Ryou antes de retomar aquel vaivén de caderas que tanto necesitaban ambos, asegurándose de golpear siempre aquel punto dulce que había encontrado.

Los gritos, jadeos y gruñidos pronto inundaron la habitación junto al leve rechinar de la cama, las bocas chocaban y las lenguas se enredaban a placer. El vaivén de ambas caderas llegó a un punto frenético y salvaje en el que sus vientres apenas podían contener ese nudo que se formaba ente la concentración de placer.

─N-no puedo más… ¡ahhhh, ahhh! Siento que voy a estallar ─dijo entre gritos ─Bakuraaaa, ¡Ba… ahhhh... ¡Kura!! ─gritó, apretando con sus uñas los hombros de su amante.

─Yo tampoco, hikari ─respondió entre gruñidos, llevando una mano a la base de su espalda ─me encantas, no pares de moverte ¡Así, argggg! ─a Ryou le encantaba escuchar esos bestiales gruñidos que emitía su amante.

Al sentir como el interior de su luz se apretaba más, Bakura le mordió el cuello. Ryou sintió ese cumulo de placer explotar y su miembro tembló mientras expulsaba su primer orgasmo sobre su propio abdomen, leves contracciones en sus paredes internas llevaron pronto a Bakura a la misma situación.

─ ¡Oh, por Anubis! ¡¡Ryouuu!! ─gritó-rugió el mayor de placer mientras se vaciaba en el interior de su luz, llenándolo con su cálida semilla provocando un último gemido angustioso de Ryou al sentir esa esencia caliente llenarlo.

Solo entonces ambos se permitieron relajar sus cuerpos agitados, sudados y calientes en la cama. La tenue brisa veraniega que corría por la ventana abierta del cuarto ahora les resultaba un poco incomoda contra sus pieles acaloradas.

Para evitar dejar todo su peso sobre Ryou, Bakura les dio la vuelta, tumbándose de espaldas en la cama y llevándose al menor consigo.

─ ¿Te sientes bien? ─le preguntó suavemente, acariciando la cabellera blanca con una mano.

─Mucho mejor que bien ─le respondió con una pequeña risilla, trazando figuras al azar en su pecho con las yemas de sus dedos índice y medio ─Bakura ─lo llamó tímidamente.

─Dime, hikari ─musitó tranquilo.

─Yo realmente… te quiero mucho ─soltó con un suspiró, Bakura volteó a verlo y Ryou se acomodó lo mejor que pudo, tratando de no moverse pues aún tenía el miembro del mayor dentro de sí ─me refiero… lo de antes, no lo dije por decir, yo te quiero y mucho.

Bakura sonrió de lado, acariciando esta vez las mejillas de su pequeño ─lo sé ─le respondió, deslizando esta vez sus dedos por los, aun enrojecidos y húmedos, labios suaves ─yo siento lo mismo pequeño ─se permitió decir, casi oyendo como se iba por la puerta su orgullo, al sentir su rostro ruborizarse.

Ryou sonrió feliz, empinándose un poco para rozar mimosamente su rostro en el pecho de su yami mientras sus dedos se deslizaban más abajo, por el marcado abdomen. El movimiento no pensado provocó que el miembro del mayor, aun cobijado por el húmedo y cálido interior de Ryou, empezara a despertar y en consecuencia, hiciera jadear al hikari por lo bajo.

─Ammmm ─gimió el menor, meneando un poco las caderas mientras se sentaba de nuevo a horcajadas del mayor ─ ¿aun quieres seguir? ─le preguntó coqueto.

Bakura sonrió de lado ─ ¿listo para la segunda ronda? ─preguntó de igual manera, llevando sus manos a las caderas de su luz.

Ryou correspondió a su sonrisa, se inclinó para jalar un par de almohadas y las acomodó bajo la cabeza y cuello de su yami ─por supuesto ─le murmuró al oído ─sabes que me encanta jugar ─lamió y mordisqueó el lóbulo de su oreja.   

─Me encantas ─le miró con deseo volviendo a brillar en sus orbes lilas.

Ryou apoyó sus manos en el abdomen de Bakura y empezó a mover sus caderas de forma circular, lo que provocaba una placentera presión alternante en la virilidad de Bakura, provocando que este gimiera de gusto. A los pocos segundos el menor se sentía más desinhibido y retiró las manos del abdomen de su yami, llevando una a su cabello para recogerlo en alto, dejando expuesto su cuello y con la otra se acarició a sí mismo, poniendo especial atención en la mordedura de su yami.

Bakura captó la indirecta, irguió el torso y enterró su rostro en el cuello de su luz: besando, chupando y mordisqueando aquella sensible zona, haciendo delirar Ryou, quien aceleró su movimiento buscando sentir más.

En la siguiente hora cambiaron varias veces de posición, y llegaron al clímax unas pocas más.

Ya cerca de las cuatro de la tarde, ambos estaban dándolo todo en la última ronda, el cansancio ya les resentía el cuerpo y sabían que no podrían seguir más aunque quisieran. Fue en ese momento que la puerta principal de la casa de abrió.

El cuarto se había sumido en un momentáneo silencio. Bakura tenía a Ryou en la posición de perrito y estaba de rodillas tras de él, trazando un camino de dulces besos por su espalda. Se acomodó para volver a penetrarlo por última vez esta tarde, cuando un par de golpes en la puerta los detuvieron en seco.

─Ryou… ─otro golpe ─cariño ¿estás ahí?

Ryou sintió que le subía ya bajaba un frío tremendo por el cuerpo al oír la voz de su abuela del otro lado de la puerta, se tomó unos segundos para contestar ─S-sí señora ─respondió a duras penas.

─ ¿Estas bien? Tu voz se oye algo rara ─dijo suspicaz la anciana.

Ryou tuvo que pensar rápido ─Ah, es que, emm ¡estaba tomando una siesta!

─Oh, ya veo, perdona si te desperté. Quería preguntarte si querías salir conmigo a dar una vuelta por el parque… más tarde cuando haya bajado el sol y este más fresco.

─ ¿Más tarde? ─Ryou miró por su ventana, era verano y el sol se ponía más tarde, así que a juzgar por la posición del mismo aún quedaban unas tres horas de luz… pensó que sería lo suficiente para descansar cuando sintió a Bakura presionar su entrada. Tuvo que tragarse un gemido ─s-sí-sí… po-por supuesto, abuela ─terminó de decir justo cuando Bakura entró por completo en él de un solo golpe, a lo que bajó el rostro para morder la almohada y no gritar como su garganta pedía.

─Bien ─Ryou rogó porque se fuera mientras Bakura le embestía sin importarle nada, con una sonrisa maliciosa en su rostro ─por cierto, traje tus galletas favoritas, están en el jarrón de la cocina ─comentó.

─G-Gracias, ba-bajaré al rato por u-una ─dijo en los pocos segundos que se permitió soltar el almohadón sin gemir de goce. Bakura había dado con su punto dulce una vez más.

─De acuerdo, cariño ─al fin, para alivio de Ryou, escuchó los pasos cuidadosos escaleras abajo.

Bakura entonces lo tomó rudo de las caderas y empezó a embestir su punto G con más fuerza y rapidez. Ryou solo se permitió gemir contra su almohada ─ ¿qué rayos pasa contigo? ─le reclamó en voz baja entre jadeos ─ ¡nos pudo haber oído! Por amor al cielo ─lo miró mal ─ ¿tanto te costaba esperar un minuto?

─Oh vamos hikari, si tanto te molesta entonces porque te excitabas más al pensar que podían pillarte ¿eh? ─Ryou amagó hablar pero su yami no lo dejó ─no intentes negarte, puedo captar a la perfección cada uno de tus reacciones ─lo retó con la mirada. Ryou solo cerró la boca… … por unos segundos, antes de enterrar la cara de vuelta en la almohada para ahogar sus gemidos hasta que ambos llegaron de nuevo al orgasmo.

─Por favor, no vuelvas a hacerme eso ─le rogó el menor, tumbado en la cama totalmente exhausto entre los brazos de su yami.

─ ¿El qué? ¿Hacerte delirar de placer hasta el límite? ─bromeó con arrogancia en la voz.

Ryou lo miró mal antes de propinarle un golpe en el bíceps derecho ─lo de ponerme en esa situación con mi abuela.

Bakura soló soltó una risilla divertido ─bien, bien ─dijo como si nada, agitando su mano en el aire ─vamos a dormir un poco, dudo que tengas energías para salir con tu abuelo pero allá tú ─se burló el mayor.

Sonrojado, Ryou giró los ojos; se estiró para tomar su móvil y poner la alarma para tener tiempo de darse un rápido baño. Finalmente cerró los ojos y se dejó acunar por los cálidos brazos de Bakura. En ese instante de somnolencia, Ryou solo estaba seguro de dos cosas… Una, que apenas pudiera, leería de principio a fin aquel libro de la biblioteca… Y dos, sus momentos con Bakura solo acababan de comenzar.                     

Fin.

 

Notas finales:

*ya saben, donde la chica se deja ir para atrás mientras su parejo la sostiene de la cintura.
*picos: besos cortos, rápidos.

Bueno mi gente, este es un pequeño (mentira) one-shot que se me ocurrió hace como una semana mientras cerraba la puerta de la casa a eso de la una de la mañana para irme a dormir. Lo empecé a escribir con flojera y sin mucho ánimo porque no tenía la idea clara pero cuando me enteré del concurso me dije que quería participar con esta historia y las ideas golpearon mi cabeza. Al principio pensé que tendría unas 7.000 palabras, cuando tuve todo claro vi que llegaba a las 9.000 pero cuando me di cuenta ya había pasado las 11.600 y me dije ¡wow! Creo que es el one-shot más largo de mi vida... ¡y lo amo!

Espero que a ustedes también les guste.

Soy DanyNeko y les deseo buenos fics y mucho amorsh yaoi.

Ja ne~nya 


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