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Dimachaeri por Avela

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Notas del fanfic:

Ya lo había subido antes, pero mande a elimianr mi cuenta.
Ahora me dieron ganas de subirlo, y prometo darle final, ahora si que si xD 

Bueno como había dicho antes esta inspirado en Spartacus, pedazo de serie, veanla (tiene yaoi ;)) y eso, todo el propio, espero les guste. 

Notas del capitulo:

Aqui empieza, es solo el principio, luego se viene el seme no teman xD eso espero les guste, después se pone mejor 



Dominus: Amo, dueño de los gladiadores.
Doctore: El que entrena a los gladiadores.

 

 

-----*-----

 

En movimiento, intentando mantenerse parado estaba él, Ruba, cuyo nombre tal vez jamas volvería a escuchar por ahogarle el ruido de las ruedas y la tierra, los lamentos de hombres que iban junto a él, encadenados y maltratados. No era bueno perder una guerra  y su pueblo la había perdido contra los romanos, como era aun un niño ellos le tuvieron piedad, pero si estaba en esa carreta lo único que le esperaba era ser vendido en alguna parte o algo peor. Apreto los dientes y no se aferro a nadie, no quería desde ese momento parecer un joven débil, al menos había sido bien educado por su padre y el honor era algo que no iba a perder, no quería depender no quería llorar, sufriría la perdida de su familia en silencio y afrontaría su futuro lo mas estoico posible, no es que tuviera mucha esperanza a la cual aferrarse tampoco, de hecho en lo único que podía apoyarse ahora para no caer al piso lleno de putrefacto liquido eran los grilletes que lo sujetaban al techo de la carreta.

El viaje fue largo, ocupado en una especie de meditación que lo ayudo a perder la noción del tiempo por unos momentos. Los surcos de la tierra arrancaban los lamentos de todos a causa de brusco movimiento que estrangulaba sus muñecas, fue tanto tiempo en aquella posición  que cuando llegaron y los desencadenaron del techo muchos no pudieron bajar los brazos, otros mas viejos y menos afortunados se los dislocaron los hombros. Ruba sufrió, pero no mucho, bajo los brazos de a poco para ir tolerando el dolor.

Los pusieron en fila y les encadenaron las manos y los pies, los hombres de la carretas los hicieron avanzar mientras se decían cosas entre ellos. Ruba sabia algo de latín, lo suficiente para saber que los llevaban al mercado. El chico suspiro aliviado, los iban a vender como esclavos, era la menos mala opción de todas las cosas que les pudo haber pasado a los hombres.

Se concentro e intento mejorar su cara, su postura, su presencia. Los dejaron a todos quietos uno al lado de otro, el comerciante hablaba y la gente se acercaba. Un hombre con túnica verde limón se acerco unos puestos mas a su derecha, el chico vio su momento, contrajo sus músculos, endureció la mirada y el hombre comenzó a examinarlo

 

- Es muy joven

- Eeh si, venia con el lote, son los que sobrevivieron a la invasión, esta a buen precio y le va a durar mas que uno viejo

- Hm... Esta limpio?

- No tengo bichos, señor

- Y no tienes modales tampoco al parecer - increpo sin airiarse el romano

- Un esclavo no habla a menos que se lo pidan! - esbozo el comerciante, pegándole una bofetada al chico.

- Pero si el chico dice la vedad y esta sano, me lo llevo.

Ambos se miraron y esa misma tarde a Ruba le colocaron su correa en el cuello en símbolo de esclavitud, aprendió a llevan una túnica sencilla y a decir Dominus cada vez que se refería a su amo.El resto el tiempo se lo enseñaría.

A Ruba nunca en su vida se le paso por la mente que seria un esclavo así que no tenia idea de como había que comportarse o como había que ser con los demás bajo esta condición, ya se había ganado un bofetazo por hablar cuando no debía, no quería imaginar que pasaría si cometiera un error mas grande.

Al principio lo asignaron a tareas menores como limpiar, luego de unos días la esclava encargada de la limpieza lo derivo a la cocina, un lugar importante de la casa, ahí se preparaban los banquetes de recibimiento y los manjares de la Domina, que no eran muy fáciles de hacer. Conecto de inmediato con una sirvienta joven como él, su nombre era Silvia y era muy dulce con el muchacho, como si sintiera pena por él aunque compartieran el mismo destino.

Ella lo ayudo a manejarse mas en la casa y a aprender a comportarse con los amos y los invitados que muy a menudo visitaban la casa de Erbos, su Dominus.

Los entretenimientos de la casa de Erbos eran bien conocidos por todos, lo mas destacable después de la comida y el vino eran la caza y el rio que se situaba a unos cientos metros al sur de la casa, bastante cerca para cualquiera con caballo.

 

Como todo comienzo de mes irían los amigos de Erbos a pasar el día, ocasión  perfecta para que Ruba practicara el servir a los invitados. Y lo hizo bien, sin destacar mucho, pero a los ojos de unos cuantos ancianos la piel joven no pasa inadvertida y los comentarios del nuevo esclavo se hicieron notar en la comida. Erbos trataba de bajarle el perfil a cualquier insinuación que hicieran de Ruba, no quería que los viejos de desgastaran en palabras para exaltar algo como un simple sirviente, sobre todo SU sirviente.

Su incomodidad en la velada no se hizo notar sino hasta que todos los invitados abandonaron el lugar y lo dejaron en su cuarto con esa sensación de estar enjaulado en sus pensamientos, pensando que sus amigos profanaron algo que es de su propiedad y que tenia derecho de disfrutar él y solo él, la juventud.

 

- Ruba! Ven aqui! - llamo al chico desde su cuarto, el joven llego al cabo de un minuto agachando la cabeza y preguntando lo que su Dominus quería. - Cierra la puerta - le dijo con un tono calmado casi amistoso, luego se sentó en su silla - Alguna vez has probado vino de Sicilia?

 

- No Dominus

- Ven, toma una copa conmigo. - El chico se extraño, pero siguió las ordenes que se le daban, lo primero que Silvia le había enseñado que no hay nada que diga el Dominus que no sea una orden, lo diga en el tono en que lo diga y ahora comprendía a lo que se refería ella, bajo esta cordial invitación a probar vino había una intención oculta, y lo peor, era que el presentía que no era nada bueno. Pero no podía hacer nada, solo obedecer. El chico se sentó recibiendo la copa que el hombre le estiraba y probo el vino hasta que no hubo nada en la copa.

- Estaba buena? - pregunto el hombre

- Si.

- Vez, yo solo ofrezco las mejores cosas. Deberías mostrarte bastante mas afectuoso ante mi, es una mínima demostración de gratitud después de sacarte de ese mercado asqueroso, quien sabe, si yo no te hubiera comprado quien si, tal vez alguien que necesite de mano barata o alguna especie de proveedores de trabajadores para las minas (el trabajo mas cercano la muerte en vida) o tal vez, algún mal hombre que te hubiera comprado con el solo fin de aprovecharse de tu cuerpo, que es tan difícil de clasificar. Es tierno, pero promete ser vigoroso, es firme, es ... tentador. - sentenció dando un sobo a su copa de vino. - Deberías darme las gracias Ruba, no encuentras que tengo razón?

Con nerviosismo bien oculto apreto la copa prepotente, ya sabia que era lo que el viejo asqueroso quería. Pero no podía rechazarlo de esa forma, si no quería terminar muerto. Tampoco estaba en condiciones de entregarle lo que quería, eso jamas. El hijo de un padre como el suyo jamas haría eso, jamas se dejaría, lucharía y sí eso era lo que tenia que hacer, lo haría.

- No lo crees?

- Si, si lo creo, trabajare mas duro desde ahora, haré mejor las cosas Dominus.

- Oh no te exijas tanto pequeño, yo  no quiero ese tipo de trabajo, yo quiero de ti otras cosas. -

 

Estiró la copa llena de vino a la altura de las piernas del chico y derramo su contenido sobre ellas, hubo un pequeño silencio y de pronto el hombre se lanzo sobre sus piernas lamiendo el vino que las cubría, todo fue muy deprisa y Ruba alcanzo a reaccionar cuando las fauces del viejo ya estaban llegando a su sexo. Le pego con su pierna reventandole la nariz, el viejo se compuso un tanto aturdido, pero lo suficientemente lucido como para que Ruba se percatase de que en su mirada estaba el hecho de que aquella patada no seria perdonada con nada menos que un castigo parecido a la muerte, entonces que tenia que perder? se defendería con la vida, ya no podía seguir en esa casa. El viejo volvió a atacarlo, tirando su cuerpo al suelo lo voltio boca abajo y comenzó a bajarle los pantalones con un tirón brusco. Los gritos del chico eran tan fuertes como el silencio que reinaba cuando los demás sirvientes lo escuchaban y sabían que no podían hacer nada para ayudarlo. Silvia que estaba a tres cuartos de distancia mordiendose el labio superior decidió que ya no temería y que el chico no debia pagar. Tomo un cuchillo de la cocina y se dirigió al cuarto de su Dominus. Entretanto Ruba estaba forcejando por salir de abajo de su cuerpo, sentía como lo envestía en vano , aunque con fuerza, no entraba tanto movimiento que el chico hacia con su cuerpo por escapar. En un momento sus manos encontraron la copa que había dejado caer antes del ataque, la  tomo con sus manos y se la avento a Erbos una y otra vez una y otra vez hasta dejar un hueco del porte de un puño en su cabeza, todo había terminado en el momento en que Silvia entraba decidida a matar a alguien que ya estaba muerto.

 

- Que hiciste? - suspiro la chica, tapo sus ojos y luego de un momento quito sus manos los hizo puños y los elevo al cielo - No tenemos Dominus, oh estamos salvados.

- No, no lo estamos

- Ruba!

- Suéltame, mujer, puedo pararme solo

- Estas bien?

- Si.

 

Estaba bien físicamente, pero la verdad no estaba bien del todo, había matado a su Dominus, cuando llegara su esposa y viera lo que había sucedido preguntaría quien había sido y las lenguas dirían su nombre, lo matarían de todas formas, "debo escapar".

 

- Debemos escapar ahora

- De que hablas?

- Vienes conmigo?

- Pero que pasa? por qué debes escapar?

- Domina no esta muerta, su hijo tampoco cuando vean lo que hice me mataran.

Silvia guardo silencio, Ruba tenia razón, pero ella no podía seguirlo.

- No puedo ir contigo, yo

- Bien

- Pero

- Tranquila, se por que no puedes, esta bien.

- Tratare de hacer que te demos tiempo

- Gracias Silvia

- Cuídate, ocultate en la ciudad, yo distraeré a los guardias para que puedas salir por atrás.

 

Eso fue lo último que supo de Silvia, su imagen aparece en su mente en momentos complicados, en momentos de soledad, fue tal vez su única amiga y la única que lo quería de una manera fraternal.

 

Lo único que tomo para su huida fue una caperuza que ocultara su rostro, en lo oscuro de la noche se camuflaba perfectamente y luego las sombras de todos los rincones lo convirtieron en uno con la ciudad. Era su primera noche libre luego de perderlo todo. Vago por un tiempo, hasta llegar a una serie de callejuelas bien concurridas por la gente. Con todo el cansancio acumulado se dejo caer apoyado a una pared, enrollo su caperuza larga por su torso y sus piernas, echándose a dormir.

 

A la mañana siguiente los ruidos de la calle lo despertaron, ya había amanecido y los comerciantes de especias y alimentos ya comenzaban a hacer uso del lugar, por lo concurrido que era ese sector lo mejor era escapar por si la mala fortuna traía a uno de los sirvientes de Erbos ahí. Caminó un tanto apresurado aún con miedo a ser encontrado, no le importaban los caminos que tomaba mientras no le fuesen familiares, luego de un rato creyó que iba buen encaminado hasta que se topó con el mismo lugar donde fue vendido, estaba repleto de los mismos comerciantes que lo habían traído y además con otros compradores que se hacían llamar lanistas, escucho el nombre al vuelo, pero no le dio buena espina ya que los hombres que estaban por venderse no eran iguales a los que habían venido con él el día que fue vendido, eran fuertes, musculosos, eran guerreros de sus tierras con cadenas en las manos. Debía salir de ahí y pronto.

Entre el tumulto de gente había encontrado un pasaje por donde seguir y estaba preparado para hacerlo cuando a no más de un metro de el comenzó una pelea entre dos hombres, por la cercanía con Ruba le llego un golpe de muchos a el, eso hubiera estado pasable, pero el reflejo de pueblo guerrero se apoderó de el y devolvió el golpe al hombre equivocado. Hubo un silencio mientras el hombre que recibió el golpe se compuso nuevamente y quedo viendo a Ruba con instinto asesino.

 

- Tu, mocoso insolente, que falta de respeto es esta, eres una mugre, un esclavo! - vocifero dándole un golpe en la boca del estómago. Siguió la pelea, sólo que ahora se pensaba que Ruba estaba de parte del otro hombre quien por cierto dejo de pelear pensando también que Ruba estaba de su parte. Luego más personas se sumaron, en la conmoción los esclavos intentaron fugarse, todo era un caos hasta que un anciano grande e imponente alzo la voz.

 

- Vasta!! - Todos quedaron paralizados en el lugar en donde estaban mirándose unos a otros - Controlense, esto ya ha ido muy lejos, somos hombres civilizados, estamos dando mal ejemplo a los esclavos que por cierto casi se escapan. Tiberio, mi amigo (dijo dirigiéndose al comerciante) si no te preocupas en traer esclavos que conozcan su posición mejor no vengas... o terminarás muerto. Esto es todo, vuelvan a sus casas.

- Pero y el chico, él siguió la pelea - El anciano quedo mirando a Ruba con determinación.

- Me hace falta un Escudero, el esclavo vendrá conmigo, alguna objeción? - miradas un tanto lastimeras se formaron en el rostro de la gente, Ruba quedo viendo esta expresión temiendo que fuera mejor ser castigado en medio de la plaza que él ir con ese hombre, le decían esclavo por insulto, pero el ya no traía  el collar, era casi imposible que supieran que había escapado de la casa de Erbos, por lo que el castigo en la plaza a un hombre libre no serían más que uso cuántos azotes, pero guardó silencio y siguió al viejo con paso firme, haciéndole frente a un futuro incierto que estaba por venir.

 

 

----- * -----

 

 

Al poco tiempo pudo percatarse de que este hombre también era un lanista y ahora ya sabía lo que esto significaba, hacia Gladiadores. Y en el emplear la palabra hacer no estaba equivocado, porque que los hombres no fueran unos pobres lagartos muertos de hambre y escuálidos era sólo un requisito elemental, algo más que básico, algo que se daba por hecho. Bajo tales  circunstancias Ruba estaría en una clara desventaja, pero no estaba compitiendo por ser un gladiador, él solo era el chico que pasaba las armas a los gladiadores cuando debían entrenar.

Cuando llego intentó captar de que era lo que se trataba el lugar, llego junto a un lote que se pretendía que fueran gladiadores, pero al momento de presentarlos ante su Dominus (el anciano imponente que lo "salvo") él fue separado de los demás esclavos y colocado fuera del patio de arena, allí estaban todos colocados en filas, siendo presentados, un hombre, el Doctore hizo un discurso que le dejó más que claro que el lugar era un Ludus que sólo llevaba a la arena a los mejores y que no se podían hacer llamar hombres si no le traían honor a la casa de Icayus.    

 

Icayus, Ruba tendría bien grabado ese nombre en su cabeza. La mañana siguiente a que llego junto con los otros esclavos nuevos el hombre lo hizo pasar a su oficina, algo que nunca se le pedía a un esclavo, menos a uno que acababa de llegar y que no tenía nada en especial, uno que por el contrario le había causado problemas incluso antes de ser suyo. Ruba entro con la cabeza gacha, como había aprendido a hacerlo gracias a Silvia.

 

- Dominus - dijo firme poniéndose a total disposición

- Chico... - Icayus tomó una copa de vino que una esclava le había servido.- Sabes lo que me causo impresión en ti - Ruba tuvo un mal presentimiento, negó con la cabeza. - Que en el momento en que le exprese mi deseo de convertirte en mi Escudero a la gente de la plaza no hiciste ningún intento de alegar por tu libertad, ninguno.

 

- Hubiera servido?

- Jaja - el hombre bebió más vino y luego levanto el brazo en además de que todos se fueran - tu no - le dijo a Ruba - Tu fuiste un esclavo ... y te escapaste - sentenció - no se cómo pero te escapaste justo al mismo tiempo que encontraron muerto al pobre Erbos en su casa, algo muy conveniente. - Era el fin, Ruba apretaba los puños prepotente - que? qué es eso? Rabia? Vas a matarme? Ahórratelo, no saldrías vivo.

 

- Lo se.

- Si, también se que lo sabes. Ahora te diré algo. Ese asqueroso de Erbos, lo detestaba con mi vida, me has hecho un flaco favor, lo que no quita que deberías morir por hacerle eso a tu Dominus. Pero mi Ludus va más allá de sí eres esclavo o no, aquí, en este suelo sagrado nacen Gladiadores, nacen los hijos de los Dioses y si va a haber alguien aquí que aporte a eso, como lo es Doctore, como lo puedes ser tu, necesito que crea en este lugar, antes de obedecer por tener miedo al látigo. Crees en la casa de Icayus?

 

- Si, Dominus.

- Bien, has lo que Doctore te diga. Y no provoques más peleas.

- Si, Dominus.

 

No hubo descanso, en el momento después de que Doctore hiciera el discurso para Dominys ante los futuros Gladidores, Ruba comenzó a hacer su trabajo, no era el de un esclavo normal, lo que no lo hacía cambiar de posición de todas formas, era un esclavo sin collar pero con el látigo del Doctore amenazando con golpearle la espalda. Como a los esclavos gladiadores debian marcarlo con el símbolo de la hermandad, pero no pelearía, sólo debía obedecerle a Doctore, en todo lo que pidiera.

 Lo que más le causo extrañeza al principio era que conocía algunos nombres de los Gladiadores que había en ese Ludus, eran famosos y eran de la casa de Icayus, comprendió que esta debía ser unos de los mejores Ludus de la cuidad y le tomo más pesó a su labor.

Le resultaba fascinante que la manera belicosa y odiosa que tenían de ser los gladiadores le recordara tanto a su hogar, los Galos no eran algo que pudiera llamarse amistoso. Pero como prometió se alejó de las pelas y de los pleitos; hasta cierto punto. 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado, como dije al siguiente viene el seme xD 
Cuidense ;)


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