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24 Horas En Mi Vida por ghylainne

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Notas del capitulo:

Holas. Realmente no sé cómo calificar esta cosa rara que se me ocurrió así de golpe. dejémoslo así -.-U

 

 

Despierto con desgana. No sé que hora es, y de todas formas, tampoco me importa. No es que sea un perezoso, es sólo que no tengo prisa por ir a ningún sitio. Tal vez, con un poco de suerte, sigas a mi lado, pero no. Tu lado de la cama está vacío. Siempre has sido más madrugador que yo.

Me levanto y busco mi ropa, pero no la encuentro, debió quedarse en la sala. Abro el armario y saco ropa limpia para que no te quejes de que me pongo la de la víspera sólo para que no me riñas al sentarme a desayunar desnudo. ¿Pijamas? ¡Ja! No los necesito para dormir.

Te encuentro en la cocina, preparando el desayuno. Te ves hermoso, claro que nunca lo admitiría. No soy de esos, aunque tampoco parece importarte demasiado. Antes siempre ocultabas tus sentimientos por mí, te avergonzabas de ellos. No te culpo. No soy precisamente un santo. Irónico, ¿verdad? Porque a pesar de todo soy un Santo de Atenea.

Sí, te ves hermoso. Claro que tú siempre te ves así. Y suerte que todavía no has puesto la mesa, porque no sabes las ganas que tengo de tenerte ahora mismo. Pero a quién le importan los platos cuando tu piel se funde con la mía, cuando te restriegas contra mí porque te has quedado con ganas de más. Y yo te sigo el juego, como un tonto o un vicioso. Porque eso es lo que eres: mi vicio. Y por la forma en que te abrazas a mí cualquiera diría que te has quedado satisfecho. Y yo lo creería si no fuera porque de noche me vas a venir con el mismo numerito. Si van a tener razón los que dicen que los calladitos son los peores.

Insisto en que desayunes sentado en mis piernas, aún desnudos, aunque sé que no te hace gracia. Gracioso es verme meloso contigo, precisamente yo. Sólo es una excusa para seguir observándote y acariciándote. Y tú te dejas, me permites mi capricho. ¿Un premio? ¿O pretendes seguir con tu jueguecito?

Te levantas para vestirte, perfectamente consciente de que estoy devorando con la mirada. Pero cambias de idea y me llevas hasta la ducha, donde seguimos “jugando”. No voy a negar que me encanta cuando te pones así. Eres insaciable.

Ahora sí que te vistes y te vas. Tienes cosas que hacer. Siempre estás ocupado. A veces te observo mientras trabajas, y me hace gracia oír esa vocecita llamarte maestro. Pero hoy no. Tengo planes. Nos veremos en la noche. Voy en busca de los chicos para bajar al pueblo. Hay algo que quiero comprar para ti y que no quiero que veas. Sé que voy a ser el blanco de sus burlas, pero no me importa. Nunca me ha importado lo que los demás piensen de mí.

No me he equivocado. Esa panda de insensibles (¿yo he dicho eso?) no ha hecho más que reírse mientras busco lo que quiero. Como sigan así los voy a mandar al averno de vacaciones. Y ese gemelito tiene todas las papeletas para ser el primero. Y su hermano el segundo.

Encuentro lo que quiero y nos vamos a comer. Pero ni siquiera así se callan. ¡Ya me gustaría verlos en mi lugar! Alguien dice que he cambiado. Es cierto, aunque sólo en parte. Todo el mundo cambia, aunque no todos tienen una segunda oportunidad como esta. En el fondo, sigo siendo el mismo.

Nos vamos a dar un paseo. Aunque no lo necesito, tratan de darme ánimos. ¿Qué clase de perdedor se creen que soy?

Terminamos de hacer los recados y regresamos al Santuario. Hoy me toca preparar la cena. Insisten en que sea algo romántico. ¿En qué están pensando? ¿Romántico yo? Paso. Y ellos pasan de mí y me organizan el numerito de la cena romántica. ¡El hecho de que ya no tenga las caras por el Templo no significa que me haya vuelto un sentimental! Pero no me hacen caso, y preparan la mesa mientras yo vigilo que no se queme nada. Y ahí me dejan, renegando de todo, porque esto no es lo que yo había planeado.

Cuando llegas sólo se te ocurre reírte. Ya te imaginas de quién ha sido la idea. Con un gesto me dices que no hace falta que lo estropee todo intentando ser romántico, lo que te agradezco profundamente. Te miro, un poco nervioso, para qué negarlo. Tal vez esos ánimos no me vendrían mal. A ti te hace gracia verme así, seguro que preguntándote el por qué de mi actitud, aunque a estas alturas ya estás curado de espantos.

Hablamos de banalidades, pero en el postre ya no aguanto más y te hago la gran pregunta, que llevo todo el día planeando hacer. Eso sí que te sorprende. Seguro que era lo último que esperabas. Quién diría que querría atarme a alguien. Me regalas una de tus sonrisas y aceptas, aunque no estoy muy seguro de si lo haces porque realmente quieres o porque sabes que no aceptaré una negativa. Tampoco me importa.

Dices que quieres celebrarlo. De eso nada. Tú lo que quieres es mi cuerpo serrano. Eso te hace reír. ¿Te he dicho alguna vez lo que me gusta tu risa? Seguro que no. Detalles, tengo pocos.

El hecho de que me estés desnudando me hace reaccionar. Si ya sabía yo que íbamos a terminar así. Y no me mires con esa carita de niño bueno que me entran ganas de pervertirte. Te quejas, buscando una postura más cómoda. ¡Jodido sofá! Algún día tendremos que pensar en utilizar la cama. Pero no, al señorito le gustan los sitios raros: la entrada al Templo, el bosque, tu taller... Creo recordar que una vez lo hicimos en el Coliseo. No me voy a quejar. A mí también me gusta, aunque comodidad no haya demasiada.

Cuando decides que es suficiente (porque siempre lo decides tú, después de dejarme agotado) me permites que te lleve al dormitorio. Te abrazas a mí, como siempre, y yo finjo que me molesta. Decides que eso merece un castigo: cosquillas. ¡Pobre de ti como se lo digas a alguien! Uno tiene una fama que mantener. Y yo me vengo mordiendo tu piel, marcando mi territorio, diciendo que eres mío, mi carnero dorado.

 

 

~~FIN~~

 

 

¿Adivinaron la pareja antes del final? Era fácil, ¿verdad? Y sí, ya sé que es una pareja un poco rara y que no me atrae juntar a Cáncer y Mu, pero a saber en qué estaban pensando mis Musas. En fin, espero no haberlos traumatizado.

Gracias por leer

Besotes

Ferrol (Galicia), España 16-Julio-2006


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