Es tuyo
- Buenos días Aominecchi.
Despertar con los buenos días y un beso de su adorado niño, era como iniciaba cada día de su vida un moreno de cabello y ojos azules como la noche, era realmente feliz a lado del inquieto, alegre, extrovertido y mimado Kise Ryota.
Llevaban ya cinco años de casados, desde secundaria se atraían pero su rivalidad en la cancha de basquet les impidió llegar más lejos, al asistir a preparatorias diferentes no les ayudó mucho, fue durante la universidad que se volvieron a encontrar, perder frente a su amigo sombra y su nueva luz, los había hecho cambiar y gracias a ello podían hablar con más tranquilidad, ambos chicos en una fiesta que coincidieron, el alcohol hizo de las suyas, los dos jóvenes terminaron en la casa del moreno, bien abrazados y sin prenda alguna, no hacia falta preguntar que sucedió, la situación hablaba por si sola, pero extrañamente no había sentimientos de culpa, al contrario, era como si se hubiesen liberado de una carga pesada y al fin lograron decir y expresar lo que guardaban tan celosamente en sus corazones.
- Kise, yo no ...
- Esta bien Aominecchi, te entiendo esto sólo fue un desliz .
- Idiota, lo qué quiero decir es que no me arrepiento de nada, paso porque .
- Aominecchi tu estas ..
Sentándose sobre el vientre moreno, unió sus labios en un beso sencillo, aceptando y transmitiendo sentimientos puros, fue el ojiazul quien profundizó el contacto, explorando con su lengua toda la cavidad bucal. Desde ese día su relación fue más estrecha al punto de no dejar que nadie se le acercase a su rubio y viceversa ese morenito era sólo suyo y ninguna tipa se lo podría quitar, entre sus trabajos, clases, idearon una forma para mantener viva su relación. Al año de haberse graduado, uno en la academia de policía el otro de la escuela de aviación, formalizaron su noviazgo dando el siguiente paso, una boda sencilla sólo con sus amigos y familiares más cercanos.
- Aominecchi alguna vez has sentido o pensado en que tomaste la decisión equivocada.
- Hey! Que sucede contigo, después de todos los años juntos a que viene eso.
- Es sólo que en mi turno una mujer estaba deshecha porque su esposo le dijo que conocerla y casarse con ella había sido un error.
- Rubia oxigenada, yo te amo, todo lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, además con esa chiquilla, será muy difícil separarnos, es más fácil que tu me dejes a mi a que yo lo haga.
- Daicchi, como podría dejarlos si son mi vida entera y soy rubio natural.
- Entonces deja de preocuparte y volvamos a acostarnos, aún tenemos media hora antes que despierte.
La consentida de la casa, fruto del amor que ambos sienten, esta por cumplir los tres años e ir al kindergarden, Akari Aomine, una niña de ojos azules, cabello dorado, su piel igual que su papi suave y blanca, muchas personas incluyendo sus amistades, les habían dicho que cuando fuese adolescente les traería problemas, pues se notaba cuán hermosa llegaría a ser, Daiki había sugerido que para entonces su bebé fuese a un internado lejos del país, pero Ryota le llevó la contra argumentando que no la podían cuidar de lejos, su pequeña discusión quedó para otro momento puesto que apenas es una adorable criatura de dos años y meses.
- Ryota, aún te llaman por tu apellido de soltero o ...
- Sólo nuestros amigos me dicen Kise, en el trabajo y demás soy Aomine, porque la pregunta.
- Curiosidad es todo.
- Será acaso que el gran Aomine Daiki esta inseguro.
- Te voy a dar tu " inseguro " ya verás no vas a caminar en meses.
- Aunque eso me encantaría, no podemos Akaricchi despertara en cualquier momento.
- No te salvaras, hoy es mi descanso y ella ira con sus abuelos al zoológico, tendremos la tarde para nosotros SOLOS.
Cuando sus labios se juntaron y una mano traviesa bajo a la entre pierna del rubio, comenzarían algo que los dos disfrutaban mucho, lástima que una pequeña nena golpea la puerta reclamando la atención de sus padres, los cuales debían dejar su jueguito para otro momento y levantarse a ver a su retoño. El mayor fue quien abrió la puerta saludando a su bebé, cargándola para acostarla junto a Ryota quedándose otro ratito más en cama, al menos hasta que les diera hambre, entonces bajarían a la cocina por comida.
- Papi puedo tener un hermanito o dos. Una pregunta hecha con la voz más dulce y tiérna, a su corta edad lograba pronunciar oraciones entendibles aún con su tono infantil.
- Pues verás amor, creó que ...
- Tienes razón, de hecho hoy hablaremos con la señora cigüeña haber si quiere traer uno, pero tu debes portarte bien, para que así sea más fácil cuidar de el.
- Bien, lo haré, papi y papa, traer hermanito. Lo decía mientras daba saltitos hasta su habitación, donde espararia a que la bañasen y cambiasen de ropa para desayunar e ir con sus abuelitos de paseo.
- Inocente niña.
- Es tu hija y además porque fue eso, no creó que sea bueno tener un bebé aun es pequeña.
- Pero ella quiere un hermano, sabes que no puedo negarme a sus peticiones.
- Y las mias si, es injusto.
- Oye a ti nunca te he negado nada y jamás lo haré, además me aseguraré que lo disfrutes tanto o más que cuando hicimos al pequeño mounstro de allá atrás.
Como no iba a acceder con esa sonrisa y ojos seductores, no podía negar que ya se estaba imaginando todo lo que le haría, su amiguito igual estaba despertando, pero debía controlarse al menos hasta que el momento llegase. Luego de bañarse, vestirse y desayunar, los padres de ambos llegaron por la niña, la relación entre ellos era tan buena que hasta sus progenitores se llevaban de las mil maravillas, se fueron poco después del medio día, dejando a la feliz pareja con sus planes de escribir una carta para un segundo bebé.
- Dai agh, sabes ngh, yo te ahhh
- Yo también, amo tus ojos, tu sonrisa, esas manos y piernas, amo tus gestos, tu voz, en resumen amo todo de ti.
Las veces que hicieron el amor dieron frutos, pues semanas después el menor empezó con mareos y vómitos, acudieron al médico que les confirmase su sospecha, su niña brincaba de gusto pues tendría un hermanito o hermanita, al pasar los meses, se enteraron que sería varón, ahora era Daiki quien saltaba puesto que le enseñaría todo sobre el basquet y jugaría con el uno a uno. El día que nació Dairyu llovía mucho, pero eso no impidió que llegase sano y salvo, era la copia perfecta de su padre, mismos ojos, cabello y color de piel, su viva imagen, ahora que su vida estaba completa, expresaba cuán feliz se sentía, entre besos y caricias a su pareja.
- Gracias Ryo, por elegirme, amarme y hacerme el hombre más fácil del mundo, todo lo que siempre quise tener, ahora esta a mi alcance por ti.
- Daikicchi, es un placer para mi tenerte, amarte a ti lo hago con gusto y a nuestra familia no le faltará nada, sobre todo amor.
- Mi corazón es tuyo al igual que todo mi ser, te amo Kise Ryota
- Es Aomine y yo también te amo.
Nada le faltaba y no podía exigirle más a la vida, sólo disfrutaría de todas las bendiciones que tenía al alcance de sus manos.