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No tengo miedo. por Raes

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Notas del fanfic:

 

  La verdad que ni sé cómo surgió esto. Ah sí. Pero lo sabrán al final del shot. XD!

  GOT7 a la edad de 4/5 años.

  Ternurishas.

 

Notas del capitulo:

 

  Sinceramente lo escribí, lo guardé y no lo releí, espero que no haya tantas faltas, y si las hay háganmelas saber.

  Disfrútenlo~.

 

 

 

 Se escuchaban cada vez más fuertes, más seguidos, constantes estruendos fuera de la habitación que retumbaba en las paredes y parecía que todo en el exterior se estuviese cayendo. Y sí, daba miedo. Y más si tan sólo eras un niño.

 

  Se convencía a cada segundo de que no tenía miedo, de que estaba bien, de que sólo eran los fuertes sonidos provenientes del cielo porque llovía y que nada de eso podría lastimarlo.

 

 

  Mal día que habían elegido para juntarse a dormir en casa de uno de ellos.

 

 

  Mark elevó las sábanas hasta casi cubrirse los ojos, observando por la ventana de la puerta cómo el cielo se iluminaba por fracciones de segundo y luego tronaba en todo el firmamento. Mark seguía convenciéndose de que aquello no le asustaba.

 

 

  Youngjae los había invitado a su casa para jugar todo el día a los videojuegos, aunque la madre les haya dado poco más de una hora con la consola. A pesar de eso, se divirtieron viendo televisión, correteando por el patio y pateando una pelota blanca, saltando obstáculos que ellos mismo colocaban, inspeccionando los juguetes nuevos que la abuela y el abuelo de Jae le habían regalado. Todo el santo día no habían hecho otra cosa más que jugar, reír, y perder el tiempo de la mejor manera que un niño lo puede hacer.

  Tenían tan sólo 4 años.

  Más precisamente, Youngjae y Jackson tenían 4, y JaeBum y Mark tenían 5 años.

 

  Y esa mínima diferencia le hacía repetirse más veces que esos sonidos afuera no le daban miedo.

 

  La oscuridad reinaba en la habitación de Youngjae. Los cuatro niños, acostados en cuatro colchones desparramados por el cuarto, descansaban… no, mejor dicho, no descansaban. Ninguno dormía, no podían. Los truenos, relámpagos y rayos que escuchaban y veían por la ventana no eran para nada lindo de apreciar. El temor les corría por sus pequeños cuerpos, no podían ir a ninguna parte, a excepción de Youngjae y aunque pudiesen, no lo harían, ninguno quería quedar como un llorón. Orgullo de niños. Sin embargo, la tensión en la habitación era notoria (si es que algún adulto estuviese allí). Jae se removía siempre, hipeaba cuando el fuerte trueno retumbaba todo y repetía la acción de cubrirse hasta la cabeza cuando escuchaba aquellos sonidos, destapándose luego cuando el peligro parecía haber pasado. Esto no fue desapercibido para Mark, que veía a sus tres amigos desde su lugar.  Sin duda alguna, el menor de los cuatro era el más asustado en la habitación. Hubiera llorado de no ser porque Jaebum elevó sus sábanas y bisbiseó algo que Mark no pudo escuchar por el sonido de la lluvia, pero sí pudo ver con cierta dificultad cómo Youngjae se escurría de su colchón, al de Jaebum, arrastrando parte de sus propias mantas que antes le cubrían a él solo.

 

 

  Mark sabía que Youngjae era el más miedoso, no sabía si por ser el más pequeño o si era porque… no sabía reamente.

 

 

  Sin querer, estiró sus piernas saliendo de su zona local acolchada e impactando con los pies de Jackson que estaba hecho una bola en el centro de su colchón, provocando que este  rodara asustado. Mark se dio cuenta, entonces, de que el único asustado no era Youngjae. Otro trueno sonó corroborando sus sospechas cuando oyó a Jackson pegar un grito bajo entre la almohada y las mantas.

 

 

  Mark abrió los ojos en grande, silencioso.

  Mark seguía convenciéndose de que aquello no le daba miedo.

 

 

  Pero cuando sintió que alguien estiraba sus mantas por su espalda lentamente, su mente viajó hasta ese día y momento donde, por error, salió de su habitación en su casa enganchando a sus familiares mayores viendo una película donde una niña toda doblada se retorcía por las paredes sin dejar ver su rostro. Se le crispó la piel y sintió ganas de llorar. Tal vez podría gritar y pedir ayuda. A eso sí podía tenerle miedo… tal vez.

 

            – Mark… –la voz de Jackson lo sacó de sí, obligándolo a toser para reprimir las ganas de llorar.

            – ¿Hm? –respondió no confiando en su voz.

            – ¿Puedo…?

 

  Otro trueno colmó la habitación, haciendo temblar a los dos niños que casi querían entablar conversación para distraerse de los fenómenos.

 

            – ¿Puedo…? –Jackson continuó hablando, algo cansado, y también acongojado– ¿puedo dormir contigo?

 

  Mark negó en su sitio, sin poder ver el rostro de Jackson por estar de espaldas a él.

 

  Tenía miedo, sí, pero no lo confesaría, ni siquiera a él, ni siquiera a Jaebum. Mucho menos con Jae, él era el más miedoso. Siempre, o cada que podía, le demostraba a Jackson que no debía tener miedo: a perder, a patinar, a caerse y lastimarse, a dar una vuelta en el piso sobre su espalda sin una colchoneta de protección. Quizá, ese año mayor que Jackson le daba el privilegio de enseñarle cosas triviales que para ellos era todo un arte. Y siempre, eso sí, Jackson era el primero, en su lista de amigos, a quien le enseñaba las cosas que él mismo aprendía. Youngjae tenía a Jaebum, y parecían ser siameses porque nunca se separaban. Tal vez esa era la razón por la que elegía a Jackson. Sonase feo o no. Luego estaban sus otros amigos, el alto y el menor de todos, otro niño con ojos grandes y apariencia tierna, y otro con unas orejas grandes. Eran malos a veces señalando cada cualidad.

 

            – No, duerme solo… –contestó Mark tapándose con las mantas hasta cubrir la mitad de sus ojos. No voltearía, porque lo más probable fuese que viera a Jackson hacerle súplicas con las manos.

            – Markie…

 

  Mark volvió a temblar cuando otro trueno sonó, pero esta vez no supo si fue por el fuerte ruido o por la forma demasiada infantil que lo llamó Jackson. ‘Eres un año mayor, un año mayor’, se repitió mientras giraba sobre su colchón para enfrentar a su amigo y decirle que durmiera solo. Pero cuando encontró un brillo alargado en donde se suponía que estaba el rostro de Jackson, comprendió que éste estaba llorando.

 

  Lloraba, e hipeaba, y temblaba y cada vez se hacía más chiquito debajo de sus sábanas.

 

  No pudo resistirse a eso, nunca antes lo había visto llorar. Sí a Youngjae, él siempre lloraba. Pero Jackson no, Jackson era fuerte. Y ahora, estaba llorando mientras susurraba un ‘por favor, Markie’.

 

            – Ven.

 

  Mark abrió las sábanas y un escurridizo Jackson rodó hasta alcanzar la cálida parte que Mark había calentado con su cuerpo. Allí, el mayor por un año notó con claridad el recorrido de las lágrimas por los lados de la cara del menor (por un año) y las limpió con el dorso de su mano.

 

            – Eres un tonto –le dijo Mark secando su mano con las sábanas– no puedes llorar por esto.

            – Es que, daba miedo… ¿a ti no?

 

  Bueno sí, después de todo, sí le daba miedo, y podría haber jurado, si su mente no infante pudiese haber madurado por tan solo 5 segundos, que no dormiría en toda la noche a causa de los fuertes sonidos celestiales.  Aunque de celeste no tuviese nada. Pero algo que no le confesaría, no por el momento.

 

 

 

 

 

 

 

            – ¡Hey! –La almohada impactó justo en su rostro, escuchando el carcajeo de sus amigos detrás de la inflada tela– ¿Duermes con los ojos abiertos?

 

  Mark lanzó nuevamente la almohada hacia quien  le hablaba y al dar exacto en su rostro él también se unió a la risa de los demás.

 

  Ahora, diecisiete años después, los mismos cuatro amigos estaban en la misma habitación, la única diferencia era que el cuarto ya no se veía infantil como antes, tampoco las mantas eran con dibujitos, ni habían juguetes desparramados por el suelo. En su lugar, una alfombra azul cubría el piso y en vez de autitos y ladrillos de plástico, ahora lo cubrían un par de latas de gaseosa. Y los dibujitos infantiles se habían trasladado a la almohada, pero esa era irrelevante.

 

  Youngjae, ya no tan llorón como aquellas veces, reía a más no poder por recordar viejas anécdotas junto a JB (quien acortó su nombre a dos simples letras), y soltaba dos finas lágrimas de tanto reír, de una u otra forma terminaba llorando, aunque de alegría. Jaebum se había vuelto un chico protector de Youngjae, lo miraba y le hablaba de diferentes formas: su comunicación era extraña, casi de dominancia, pero en cuanto a sus miradas, JB lo hacía como si Youngjae fuese lo más lindo del mundo. JB era raro. Pero gentil.

 

  Y luego estaba él, Jackson. El fuerte. El que no le temía a nada ni nadie. El capaz de hacer de todo y bien. El sonriente, alocado, el menor por un año.

 

  El esgrimista.

 

  Y sí que había dado ‘touché’ en una parte sensible de Mark.

 

  Porque ahora, sentado a su lado, entrelazando sus dedos, sonriéndose, y sintiendo su cercanía como aquella vez cuando eran niños, podía asegurar que no tenía miedo, que junto a él, nada podía asustarlo. Ni siquiera los estruendosos sonidos de su corazón palpitando acelerado y feliz, al sentir la cálida piel del contrario en sus labios.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

  Ay pero qué final más cuuuuursiiiii.

 

  Debo darle gracias por este one shot al bello clima / tiempo / etecé que se vive en Buenos Aires. Cabe destacar que por ‘bello’ me refiero a horrible *inserte corazoncito*.
  Yo estaba por dormir, cuando un fugaz MarkSon cruzó mi mente y me hizo saltar a prender la netbook escuchando la lluvia de fondo. Y salió esto.

 

  ¿Qué le pareció?
  Mi idea era dejarlo cuando se volvía bueno Mark de niño (?) pero mis ganas por escribir MarkSon me ganaron y bueh, metí ese final espontáneo que creo quedó bien.

 

  2Jae insinuado, recontra insinuado, love them, love GaSeven.
Jae lloriquea(??)

 

  Déjenme review contándome qué les pareció, si se imaginan a estos chicos así de nenes, y cómo los trata el clima en dónde viven. La curiosidad me invade.

 

  ¡Abrazos~!


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