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Desesperados por amor por Discord Di Vongola Arcobaleno

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Notas del fanfic:

Este fic esta basado en el anime de Assassination Classroom que le pertenece a Yusei Matsui, solo los tomo prstados para... para esta cosa.

Notas del capitulo:

Díganme por favor si les gusto para que lo continue porque realmente no estoy 100% segura de que esta sea una buena idea

Era un bello día en el colegio Kunigaoka donde el sol brillaba al igual la sonrisa de un hermoso chico peli azul.

Este joven de brillantes ojos del mismo azul brillante de su cabello, el cual, se encontraba amarrado en dos coletas altas caminaba en dirección a la escuela con su bien arreglado uniforme que consistía en una camisa blanca que había arremangado bajo los codos, unos pantalones gruesos y grises con un par de zapatos negro, un chaleco azul y corbata negra.

-¡Oye, mira quien anda por ahí! –exclamó una voz masculina.

Como el chico peliazul ya conocía aquellas detestables voces no quiso girarse a verlos en primer lugar pero tuvo que hacerlo más por reflejo que por verdadera voluntad. Atrás de él estaba dos chicos, ambos pelinegros igualmente vistiendo el uniforme escolar solo que ello llevaban los pantalones más ajustados y en lugar de un chaleco llevaban encima un saco gris.

-¿Qué ocurre, Naginútil? – llamó el otro con aquel apodo que tanto odiaba el menor. – ¿Es que eres tan idiota que ni te basta con la Clase E?

-Preferiría morir antes de ir a la Clase E. – aseguró el gordo a su lado. – Pero, aun así, la clase E es demasiado buena para ti.

-¿Por qué no solo desapareces? – preguntó el otro con tono de burla.

Nagisa tembló, por suerte imperceptiblemente pero lo hizo, apretó los puños y bajo la mirada, siempre le hacía enojar el que los de clases superiores se burlaran de él y de su grupo pero no podía hace nada al respecto. Mejor dicho, no debía. Exhaló levemente intentando sacar entre  el aire sus iras y levantó la mirada dispuesto a irse de ahí, tal vez despedirse del par de ignorantes frente a él pero su plan se vio frustrado ante el fuerte temblor y los ojos abiertos con terror de los chicos pelinegros. Nagisa no tuvo ni que parpadear para ver como ambos idiotas salían corriendo con algo chorreando de sus pantalones.

Curioso, el peliazul se dio la vuelta para ver el mismo escenario de siempre: nada. Ya llegaba a ser algo de costumbre pero a la vez le incomodaba un poco. Cada vez que aparecía algún chico de clases superiores a molestarlo salían huyendo despavoridos mirando tras de él. Levantó lo hombros y siguió su camino, sea lo que sea, si le estaba defendiendo sigilosamente no podía ser nada malo, ¿Verdad?

Salió del área principal de la escuela de más de 4 pisos y se adentró por los bosques. La clase en donde ibas dependía bastante de tu nivel académico. En primer lugar siempre estaba la Clase A, los huele-pedos y lame-suelas de los maestros, por supuesto, la última clase, la Clase E tenía que ser justamente lo contrario a la Clase A… o al menos así tenía que ser.

Verán, el director de la escuela, un hombre analítico e ingenioso veía a los alumnos como una colonia de hormigas. Siempre había un 25% de las flojas que no se esforzaban, había otro 25% de las que más se empeñaban en ayudar a la colonia y el resto 50% trabajaba sin presiones pero de manera responsable, ni muy obsesionados ni muy interesados… y el director no se encontraba satisfecho con algo como eso. Por eso creo la Clase E; para que los que estén decayendo no lleguen a aquella clase. Comentarios como “Preferiría morir antes de ir a la Clase E” eran bastante útiles en su tarea. Podría decirse que en aquella prodigiosa escuela el 95% trabajaba como locos mientras que el 5%, es decir, la clase E, resultan siendo los buenos para nada de los que nadie se quiere parecer, pero ahí hay un error muy grande. La verdad es que los mejores maestros de aquel prestigioso instituto enseñaban en la Clase E, teniendo al 100% del alumnado trabajando excelentemente. Por eso el salón de la clase he se encontraba ajeno a la escuela principal, para que los demás maestros y estudiantes no se enteraran de la gran capacidad de los chicos de quienes siempre se burlaban y si alguno de clase ajena quería saber quién había sido el mejor en los exámenes, revisaba en las listas y que alguno de los de la Clase E resulta siéndolo, remplazan su nombre por alguno de la clase A, rara pero algunas veces la B.

Si.

El director es un maldito genio.

En fin, Nagisa Shiota siguió su recorrido entre los árboles para llegar por fin frente a un pequeño lugar, hecho de madera pero que al menos no daba la impresión de que se iba a colapsar. Simple, modesta, pequeña. Con un solo salón, una enfermería y un lugar para los maestros. ¿Quién diría que ahí se encuentran los mejores alumnos de la escuela Kunigaoka? Sin hacerse esperar entro al lugar, paso por los pasillos de madera y entró al único salón donde se impartían las clases, donde se sentó en su acostumbrado asiento cercano a la ventana donde colocó sus cosas.

-Buenos días, Nagisa-kun. – dijo una voz a sus espaldas.

El peliazul se volteó para ver como un amigo suyo fanático del baseball se aproximaba a él con aquella amistosa sonrisa que le caracterizaban

-Buenos días, Sugino-kun. – correspondió animado el menor.

-Buenos días, Nagisa-kun. – dijo una voz femenina que sorprendió al mencionado.

-Ah, buenos días, Kanzaki-san. – saludó igualmente.

-Tuviste suerte de que por primera vez Koro-sensei no llegara temprano. – dijo el pelinegro a Nagisa quien rio nervioso.

-Ah, sí; es que me quedé dormido. – comentó apenado. – Pero tienes razón. Es raro que Koro-sensei llegué tarde. ¿Habrá sucedido algo?

-Nada en especial, Na-gi-sa. – dijo otra voz, incluyéndose en la plática.

El mencionado volteó nervioso a ver a la puerta por donde entraba un joven pelirrojo de ojos amarillo mercurio que brillaban de manera traviesa, resaltando aquella burlesca sonrisa. Karma Akabane, el más inteligente de la Clase E y el agresor 1# de Nagisa Shiota.

El recién llegado entró con naturalidad al salón sentándose en uno de los últimos asientos bajo la atenta mirada de Shiota pues presentía que el pelirrojo había hecho algo inusual…

-Buenos días chicos. – dijo el profesor, entrando al salón y posicionándose tras el escritorio. – Siéntense todos que es hora de comenzar la clase.

El cuerpo estudiantil del aquel rústico salón volteó la mirada para abrir con sorpresa sus ojos de par en par. Para desgracia del profesor, sus queridos y estimados alumnos no pudieron evitar soltar una carcajada.

´-¡Vamos, chicos! – exclamó avergonzado y disgustado el adulto. - ¡No es gracioso!

-¡Para usted no, pero para nosotros sí! – respondió un chico moreno entre las últimas filas.

-Se ve bastante chistoso, Koro-sensei. – reconoció una alumna riendo por lo bajo.

Era difícil no reírse cuando su profesor naturalmente rubio iba con el cabello pintado de azul

-¡AH! ¡Basta! – exclamaba avergonzado el mayor.

Una vez que las risas se calmaron la clase dio inició y siguió con naturalidad hasta que termino, dando comienzo a la hora de deportes.

Una vez vestidos, los alumnos de la Clase E salieron al patio mientras la maestra de lenguas se alejaba para ayudar a Koro-sensei con el problema de su color de cabello. Una vez en el exterior se encontraron con un hombre pelinegro bastante serio pero apuesto.

-Bien, chicos. – llamó el pelinegro. – Quiero un calentamiento de 40 lagartijas y 45 sentadillas.

-¡Si, Karasuma-sensei! – repitieron todos, algunos con más desgano que otros.

Los alumnos de la Clase E acataron las órdenes de su maestro mientras este vigilaba a los alumnos que hicieran la actividad… pero algo hacía falta… a, si, ya se acordaba. Karma Akabane. Se había escapado de su clase, nuevamente. Suspiró, no le era nada grata la idea de desperdiciar el talento de un chico con tanto potencial. Levantó la mirada y ordenó a los jóvenes que acabaron la actividad en juntarse en parejas para comenzar a batallar. Los primeros en salir fueron Maehara, Touka, Isogai, Kayano, Ryonosuke y Sugino por lo que escogieron al más cercano a ellos y comenzaron su entrenamiento con aquellos cuchillos de goma. Hablando de jóvenes con gran potencial… Karasuma dirigió su aparentemente indiferente mirada al chico menor de la Clase E. Nagisa Shiota; a pesar de no ser el ícono y niño prodigio de la escuela Kunigaoka era bastante analítico y decidido. No era el más hábil en la categoría de Educación Física, sin embargo, su nivel de destreza y habilidad superaba con creses las de una persona común. Aunque solo paresca un niño con calificaciones comunes algo resaltaba en él y no, no era su apariencia “increíblemente masculina”, era más bien algo dentro de él; con una simple sonrisa ilumina la habitación más oscura, con una compasiva mirada soltaba las lágrimas más sinceras.

Por mucho que se esforzaba no podía evitar verlo y quererlo como un hijo.

Mientras tanto, los pensamientos del susodicho estaban más concentrados en algo… o mejor dicho, alguien.

Frente a él, viéndola combatir contra la castaña de grandes pechos estaba una chica peliverde de grandes ojos amarillentos quien esquivaba con envidiable agilidad los ataques de Touka y Nagisa quedó prendado con su belleza; de cómo sus largos cabellos verdes se movían al compás del viento y de sus movimientos, de su delgado cuerpo moviéndose de un lado a otro con movimientos finos pero rápidos y las patadas que lanzaba a la altura de la cabeza de esta con aquellas largas piernas, y, bueno, podría pasársela el resto del día platicando de lo hermosa que se veía la peliverde pero algo lo detuvo…

No muy lejos de él, es más, peligrosamente cerca estaba otra pareja de alumnos quien batallaba con arma, manos, pies, cabeza, rodilla, pescado y todo lo que tuvieran al alcance; tan concentrados estaban Maehara y Terasaka combatiendo que no notaron como se iban acercando a los alumnos que no habían terminado el calentamiento.

Dos puñetazos por parte de Terasaka bien esquivados por el playboy de la clase quien se agachó para saltar sobre él con el cuchillo verde en mano, sin embargo, el otro fue más rápido y lo empujó a buena distancia pero las cosas no iban a quedar así. Maehara corrió hasta su contrincante y saltó dispuesto a brindarle una patada voladora que sabía que Terasaka iba a esquivar… pero no el chico tras de él.

-¡NAGISA, CUIDADO!

Pero el peliazul no supo quién le gritó con tanto pánico y angustia, tampoco que fue Maehara quien le brindó aquella tremenda patada, lo único que sabía era que el negro se apoderaba de su visión mientras el dolor se expandía y caía en la inconciencia.

Tiempo después, sin que él lo supiera, despertó. Sus ojos se abrieron aterradoramente lento para dar al descubierto sus grandes ojos azules los cuales miraban su alrededor, analizando y procesando donde estaba y porque.

Una vez que pudo obtener el control de la movilidad de sus extremidades se incorporó paulatinamente deteniéndose unos momentos para apretar con su mano derecha su hombro izquierdo. Dolía bastante. Giro el rostro para ver aquella zona notándola herida pero cubierta de vendajes. Una vez que descubrió aquel hecho también identificó que no llevaba puesto su camisa, corbata ni saco y que estaba anteriormente recostado en una cama blanca con una gran ventana a su lado derecho y del lado opuesto había una cortina blanca.

Se acercó al extremo del manto de algodón y logró identificar el lugar. Un par de camas más frente y tras un pequeño escritorio a lado derecho de la puerta gris. Estaba en la enfermería.

Dejó que la cortina cayera volviendo a ocultar su presencia y suspiro de alivio para luego dirigirse a la ventana, ya era tarde y el cielo celeste se había convertido en una majestuosa combinación entre tonos anaranjados, tojos y amarillos. Estaba por levantarse y buscar su mochila cuando un ruido lo desconcertó.

Giró nuevamente su cabeza para mirar por entre las cortinas a dos cuerpos entrar por la puerta y cerrarla. Nagisa abrió los ojos como platos de asombro al ver como el amor de su vida entraba al lugar junto con su pelirrojo enemigo.

Iba a moverse. Iba a abrir su boca y soltar cualquier estupidez, incluso un sonido. Ojala lo hubiese hecho. Así se hubiera ahorrado el tener que presenciar aquel desagradable acto.

Kayano por si misma se arrinconó en una de las paredes cercana a la cama de Nagisa y Karma levanto sus brazos para colocarlos a cada lado del rostro de la peliverde. La menor cerró los ojos y permitió que el ojidorado colocara una de sus manos en su mejilla, acariciándola por leves segundos hasta que descendió paulatinamente. Acarició su cuello garganta y, para pesar de la joven, plano pecho. Siguió descendiendo hasta que bajó hasta el vientre donde subió su mano para comenzar a desabotonar el saco gris.

Las pupilas de Shiota se hicieron tan pequeñas que se perdieron entre sus grandes y normalmente brillantes de alegría ojos azules que, en esta ocasión se encontraban siendo opacados por la confusión y el horror.

Karma quitó de un tirón todas las prendas superiores de la peliverde al igual que su saco y camisa quedando los dos adolescentes parados y desnudos de la cintura para arriba dándole al pelirrojo accesibilidad para iniciar su plan. Besó con lujuria los labios de la chica mientras acariciaba su espalda de manera rápida y precisa dejando que la menor soltase varios gemidos ahogados por el apasionado beso.

No es como si el pelirrojo tuviera realmente bastante y paciencia por lo que veloz se bajó el cierre del pantalón al igual que desabotono el primer y único botón dejando paso a un bulto que más dormido no podía estar.

Mientras Kayano se encargó de quitarse su ropa interior, Karma descendió su mano hasta donde estaba su miembro flácido el cual tomó bajando la parte delantera de su oscura ropa interior y se masturbo con los ojos cerrados.

No fueron más de 5 minutos de aquella acción donde Kayano miraba impaciente y con gula el pene ahora erecto frente a ella al igual que Nagisa, solo que este último estaba más petrificado que excitado.

Una vez que el prominente pene del Akabane se levantó con orgullo tomó a la pequeña joven en brazos, la puso contra la pared y la penetró de una rápida estocada. Sin lubricación o el mínimo cariño y cuidado. Ese fue solo el comienzo de varias embestidas más. La erección de Karma entraba aceleradamente por la vagina de la peliverde mientras tenía los ojos fuertemente cerrados y gruñía pero no fue eso que sacó de su shock, tampoco fue de hecho de que Kayano estuviera bastante cómoda entre las bruscas penetraciones, lo que si le sorprendió fue ver la sangre descendiendo por las piernas del amor platónico.

En esta ocasión, confundido, desorientado y aterrado Nagisa iba a intentar hablar nuevamente pesar de las dudas porque si llamaba su atención en un momento crítico como este dudaba bastante de que se pudieran volver a hablar o si quiera verse a los ojos. Bueno, aunque no hablara él ya no podría verlo a ambos de la misma manera.

Varios minutos de varias intensas embestidas que sacaban más que un alarido de placer por parte de la peliverde hicieron sentir de alguna manera culpable al Shiota. Por mucho que Kayano parecía disfrutar aquel acto con Akabane no podía evitar soltar algunas lágrimas de dolor ante la obvia herida por aquella inoportuna penetración.

Levantó su mano temblorosa en dirección a la cortina dispuesto a abrirla pero lo volvió a hacer muy tarde, quedando nuevamente congelado en su lugar ante las palabras que soltó el pelirojo.

-Nagisa.

¿Qué?

-Nagisa…

¿Por qué decía su nombre en un momento como este?

-¡Nagisa…!

Se supone que debe decir el nombre de la persona que ama…

-¡Nagisa!

De Kayano…

-Oh… ¡Nagisa!

¿Acaso lo había decubierto?

-¡Nagisa…!

Gritó Karma mientras se corría dentro de la peliverde.

-…Te amo…

El acto acabo dejando la enfermería con un fuerte y profundo olor a sexo y lujuria. Jadeantes, cansados y sudorosos estaban el par de alumnos de la Clase E. Karma, como el cruel e inhumano hombre que es de vez en cuando se alejó de la menor provocando que esta cayera al suelo recargando su perlada espalda en la pared y regularizando su respiración mientras veía como el mayor se arreglaba el cabello y la ropa.

Una vez presentable la volteó a ver con la barbilla alta. No parecía ni decepcionado ni feliz, tampoco burlón o arrogante, ni si quiera mostro una mueca de satisfacción pero por la mueca de su rostro era obvio que no era un rostro indiferente. Después de aquella mirada nula se dio la vuelta, se acercó a la única puerta por donde salió y se fue sin mirar atrás.

Una vez que los agotados suspiros y jadeos de Kaede se normalizaron volvió a su tarea de llorar mientras apretaba entre sus manos su camisa y saco esparcidos en jirones a su alrededor.

-K-Karma… - sollozó la peliverde. – Te amo… De verdad te amo…

Otra vez, Nagisa iba a hacer notar su presencia, esta vez para apoyar a la desconsolada alma de su amor platónico pero nuevamente algo lo detuvo, su conciencia. ¿Sería grato para alguien tan sensible como la peliverde frente a él que el amor platónico de tu amor platónico te viniera a consolar porque eres su amor platónico? ¿Qué clase juego vil y despiadado les había dado el destino? ¿En qué clase de maldito triángulo amoroso se había metido?

El movimiento de Kayano de sacó de sus pensamientos. La joven, a duras penas se levantó tambaleante y caminó coja hasta el escritorio donde una vez sentada se limpió del semen de Karma y de su propia sangre con agua embotellada y algunos trapos o toallitas.

Parecía que conocía bastante aquel lugar a diferencia de todos los alumnos y los maestros quienes solo entran ahí para escapar por la ventana o para llevarse alguna curita.

Ella limpió igualmente la sangre y semen que ensuciaban el suelo con papel de baño y lo metió en una bolsa de plástico que se llevó consigo una vez que se vistió nuevamente pero sin ocultar el rastro de sus lágrimas. Total, ya no quedaba nadie más en la escuela.

En cambio, Nagisa se quedó pensando mirando como el atardecer daba su paso a la noche y a una luna menguante que parecía más bien una burlona sonrisa carcajeándose del lío en que se había metido.

-Esto no puede ser cierto… – murmuró con el rostro perdido al igual que sus pensamientos.

Le gustaba al chico que siempre le agredía verbalmente y que conocía desde 1ero de Secundaria, chico de quien, la chica que a él le gustaba estaba completamente enamorada del pelirrojo, lo suficiente para dejarse violar por él mientras gritaba su nombre… Bastante confuso…

Y mientras el frío de la noche daba paso agitando las hojas de los árboles, un joven peliazul llamado Nagisa Shiota quien acababa de descubrir tan desconcertante realidad acerca de él y sus tres compañeros no pudo más que pensar y describir su situación…

-…Esto es…

Con la palabra más delicada y sofisticada que podía venírsele a la mente un momento crítico como aquel.

-…Una mierda.

Continuara… ¿Tal vez?

Notas finales:

Si les gustó por favor dejen un review o sino dejen sus sujerencias, opiniones, ideas, puntos de vista, cuenta bancaria, contraseña de facebook, patatas, helado, sabritas, gasesosas.... De que estaba hablando?


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