Siempre he sido un joven un tanto reservado en cuanto a mi vida privada, no soy de esas personas que va gritando a los cuatro vientos lo que hace o deja de hacer, hasta el momento no sentía que debía contar de mis pequeñas aventuras a nadie, ni mi mejor amigo sabe de las locuras que cometo todos los fin de semana que me excuso para no salir con él de fiesta, e ir a otra .
-Hey Minho esta noche, fiesta en la casa de Changmin.- un amigo muy cercano que me hice en la universidad, el cual realizaba las mejores fiestas, en una de las pocas veces que no me negué a salir con mi mejor amigo tuve la oportunidad de asistir y debo decir no eran nada mal-.
-No puedo ya sabes, me toca visitar a mi madre.
Excusas y más excusas eran las que me inventaba para marcharme fuera de la ciudad de Seúl y visitar algún lugar alejado para divertirme, siempre era lo mismo decirle que iría de visita a la casa de alguno de mis progenitores que ya se habían divorciado hace varios años, no recuerdo bien, creo que fue cuando iba en mi último año escolar, en fin, siempre me he preguntado cómo es que siempre me cree sin insistir más (a veces creo que sabe de mis locuras), y ese fin de semana no fue la excepción.
-Bueno amigo para la otra no te me escapas.
-Okey, captado.
Ese día me iría de fiesta a Busan, para distraerme de mi tan estresante carrera, nunca lo había visitado pero según unos amigos había un pequeño bar escondido que daba las mejores fiestas, y ese fue mi destino.
Me subí a mi Camaro rojo último modelo regalo de mi papá para conducir hasta el lugar. Debo admitir que era mejor de lo pensado, el alcohol las drogas y lo más importante el sexo, estaban por montón en todos lados.
Apenas puse un pie en ese lugar pude sentir como la mirada de un rubio bastante sexy se clavaba en mi entrepierna ya abultada por alguna droga que debe haber contenido el vaso que tomé de una mesa cercana, a paso lento el chico se estaba acercando, pero no contaba con que una pelirroja con un busto voluptuoso y un vestido diminuto ceñido a su curvilíneo cuerpo llegaría primero para comenzar a restregarse sobre mi ya despierto miembro, la chica me invito a la pista de baile, yo gustoso acepte dispuesto a conseguir una loca noche de sexo desenfrenado, al inicio ella estaba dándome una sensual danza, hasta que nos aburrimos de ello, comenzó a devorarme la boca, logró introducir su lengua cuando le di el paso, la chica se notaba que también estaba en busca de más que solo besos, yo como todo un caballero no me negaria a complacerla, la joven con suma maestría coló su mano bajo mi polera, pero yo no se la iba a dejar tan facíl, el mando de la situación la tenía yo, con brusquedad y fuerza rápidamente la di vuelta para susurrarle al oído:
-Sé lo que quieres y te lo daré -dije en voz seductora, sintiendo como se estremecia con mis palabras-.
-Pues qué esperas, vamos a los cuartos del fondo disponibles para personas con las mismas intenciones que nosotros- dijo de manera inmediata tocando mi miembro con una mano y con la otra conduciéndome hasta el lugar-.
Entre besos y toqueteos nos adentramos a un pasillo en el cual vi al sexy rubio devorando a otro hombre, nuestras miradas se encontraron unos instantes y se perdieron cuando me adentre a una habitación con la desesperada chicha, por dios tengo que volver a este lugar y jugar con el chico de mirada felina.
Acorrale a mi acompañante entre la puerta y mi musculoso cuerpo para besarla, de manera rápida y bruta inicie sacando su vestido para masajear y besar sus pechos mientras ella de manera ágil desabrochaba mi pantalón para comenzar a masturbarme, poco a poco entre besos y lametones llegamos a la cama esparciendo nuestras ropas por todos lados, ella de manera automática abrió sus piernas para mí y yo sin cuidado alguno metí dos de mis dedos en su parte más intima, pude notar lo lubricada que estaba, estuve unos minutos jugando en ese sector, besandola mientras ella gemía de placer y mi miembro crecía y crecía, era el momento preciso para ponerme un preservativo y embestirla sin reparo alguno, la cama se movía al tiempo en que me adentraba en su sexo, la mujer ya estaba a punto de correrse, lo podía presentir por sus jadeos que cada vez eran más fuertes y rápidos al igual que los míos, la besaba de manera avasalladora mientras di una última embestida para correrme, segundos después ella me siguió, pero no me podía ir solo con eso, no estaba conforme con ello, la paré y apoyé sus manos en la cama para tener una mejor posición, de manera rápida me coloque otro preservativo para adentrarme en ella por su parte trasera, la chica gritó, no sé si de placer o dolor, no me importó aquello, de apoco se fue acostumbrando a mis estocadas, se notaba por su cara de placer después de un rato, entraba de manera veloz, lenta, fuerte, suave, noté como se volvía loca con esos cambios, yo ya estaba a punto de correrme otra vez alcanzando el máximo éxtasis, la embestí una última vez y me vine, jugué un rato más con su boca y pechos, mordiéndolos y tirándolos con mis dientes, hasta que me aburrí, parándome de la cama me pasee en busca de mi ropa que estaba tirada por doquier, la provoque una última vez y salí de esa habitación para beber unos cuantos tragos más, ya cansado del lugar me subí a mi auto y conduje hasta el hotel más cercano, al llegar a un cuarto me fue innevitable no acordarme de aquel rubiecito con mirada felina que se perdió durante el resto de la noche.