Caen y caen sobre mis ojos, las gotas de la lluvia arrasan con mis lágrimas, estoy parado frente al campo de béisbol, y mi corazón se estruja con su recuerdo, ¿Qué si lo dejé ir? Sí, porque era parte de mi alma, no podía retenerlo, su felicidad no estaba conmigo.
Me miro en la soledad, mis manos desean abrazarlo, pero se ha ido, nunca más volverá, lo sé, mi mente se lo repite a los fragmentos de mi alma, mis piernas no logran sostenerme y los recuerdos vagan en mi mente, “Si tan sólo pudiera tenerte”, que mal hago en recordar la cruel realidad.
Siempre a lado de otro, mirando a otro, que es igualmente inalcanzable para ti, pero lo sigues ciegamente, porque ocupa un lugar en tu pecho, que yo jamás tendré, lo amas, claro me ha quedado después de verlos juntos; tú sonrisa feliz es el principal motivo de mi vida, así que si puedes permanecer intacto mientras estas a su lado, no diré nada, estas palabras que me atormentan no saldrán de mis labios para convertirse en tus cadenas, miraré desde lejos.
El vacío cala hondo en todo mi ser, extrañamente siento el palpitar lento de mi corazón, que presiente la tristeza, volteo y estás atrás, me miras y agitas las manos, no sabes lo que me provocas cuando haces tonterías como esas.
Sonrío fielmente a tú presencia, no me atrevo a mostrarte mi debilidad, a veces pongo la seriedad de mi rostro para evadir el contacto de tus manos en mi cuerpo porque con ello me convierto en el sirviente de tus deseos.
No quiero verte partir, por eso soy yo el que se va, mientras te dejo de lado, intento arrojar de mi memoria las fotografías de nuestros momentos juntos, me voy dejándote de lado, me voy olvidándolo todo, me voy recordando que una vez…
-Lo siento, pero quisiera que dejaras de mirarme de esa forma, me hace sentir incomodo, parece como si yo te gustara, y eso me molesta, no me gustan los tipos como tú, sólo eres mi sempai-
Lo siento Mei, perdóname por amarte, perdóname por haber sido un cobarde que no supo defenderte de los demás cuando me necesitaste, perdóname por amarte, porque ahora que me voy y lo sé, debí decirte ese día la verdad, ahora nunca saldrá, lamento que hayas tenido que soportarme cerca de ti, cuando mi presencia te desagradaba tanto.
-Carlos… ¿sabes dónde está?-
-Ya se ha ido-
-¿Qué?-
-Hace un rato se despidió de nosotros-
-Se fue… sin despedirse de mí, no le toleraré eso-
-Mei, mejor déjalo ir, le harás más daño si te acercas a él-
-Yo…-
-Piénsalo detenidamente, si ya no te acercas en este momento a él, quizá en el futuro pueda conseguir a una linda chica que lo ame-
“¿Una chica?” –Eso…-
-No es justo, siempre lo atormentas recordándole que Miyuki es más importante que él, al principio ni confiabas en él como tú compañero de batería, así que déjalo ya-
-Pero, quiero verlo, aunque sea… quiero despedirme-
-Se fue a despedir del campo-
Mei salió corriendo apenas escuchó esas palabras.
-Shirakawa, no debiste decirle-
-Déjalo, tenía que perderlo para entenderlo-
-Espero que sea así-
No tienes idea de cómo me siento en este momento, pero le agradezco a este campo que me haya permitido estar a tu lado y agradezco poder haber pasado los mejores momentos del béisbol de preparatoria recibiendo tus lanzamientos, por eso adiós Mei.
Justo entonces salió de la escuela sin mirar atrás, no alcanzó a ver al tonto que seguía corriendo para alcanzarlo, salió dispuesto a marcharse para no volver, hasta que el taxi que iba a recogerlo se marchó sin dejarlo subir.
Unos brazos atoraban su cintura fornida, su cuerpo alto y robusto era detenido por unas manos que se aferraban a su ropa y no le dejaban ver nostálgicamente, más allá que los árboles que tenía enfrente.
-Cuídate mucho-
-Ibas a irte sin despedirte-
-Déjame ir, sólo cuídate-
Señaló un taxi que venía en la carretera frente a la escuela, pero sintió unas gotitas cálidas mojar su ropa.
-No quiero que te vayas-
-No digas tonterías, me tengo que ir-
-Harada, te amo, no me dejes sólo-
-No tienes que ocupar mentiras para hacer que me quede-
-No estoy mintiendo-
Sus brazos se aferraron más a mi cuando volteé a verlo para abrazarlo con todas mis fuerzas.
-¿De verdad?-
-¿Qué esperabas? Si siempre te miran, terminas poniéndole atención a quien te mira, inevitablemente te anamoras-
-Tú lógica no me convence-
-Pero así funciona conmigo-
-Mei…-
-Bésame ya, parece que te estoy rogando-
-Nunca cambias.
Esos besos dulces y tiernos que le dieron al menor lo sonrojaron, y provocaron ansiedad y nostalgia en ambos.
-¿Qué pasa? ¿De qué te ríes Mei?-
-Sentía que sería expulsado del paraíso si rompía tu corazón-
-¿Por qué?-
-Porque eres un buen tipo, con cara de delincuente, pero de buen corazón, justo la clase de persona capaz de atraparme, eres mi tipo-
-Tonto-
-Pero así me amas-
(Venitas en la frente) –Mei-
-No lo has dicho ni una sola vez, yo ya te dije que es lo que siento, pero estoy esperando que tú lo digas-
-Te…-
-¿Qué eres? Un espantapájaros incapaz de hablar-
-Te amo-
-Esta vez sí lo escuché-