Se escuchaban pesados pasos acercándose a él, aquellos pasos que anunciaban noche tras noche que el dolor se aproximaba. Tenía miedo, no importaba el tiempo que pasara y lo experimentado que estuviera en ese dolor, aun temía lo que se avecinaba.
Retumbaba con potencia en esas cuatro paredes de cristal, imponente, agresivo. Cimbrando la base de aquella cama. El colchón se hundía al recibir tan poderosa presencia… el solo esperaba.
Ásperas y agresivas manos se posaban en sus desnudas piernas, acariciando con extraña dulzura. Llegando a los muslos y acariciando la estrecha cadera…Tenía miedo. Suaves susurros se escuchaban de los labios de esa extraña criatura, extrañas promesas y decretos.
No quería verlo, tenerlo tan cercano a él, que su aliento rozara su piel y sus labios le aterraba.
Sentía el calor desgarrador en sus entrañas y como el dolor escurría por sus muslos, en un líquido carmesí caliente y espeso. Por más que su mente pedía relajarse, no podía lograrlo y eso era un martirio para su ya débil ser.
Por esa noche todo termino y el quedaba nuevamente como una muñeca, inerte a los ojos de su captor, pero hecho un lio en la vorágine de sus pensamientos. Algo distinto paso, Boros se había retirado por esa noche, siempre se quedaba abrazando su cuerpo en el sopor de su recién liberada calentura. Pero ahora lo dejaba solo ¿Qué mierda sucedía? Siempre empeñado a enamorarlo a su manera y ahora lo dejaba en el tormento.
Había llegado nuevamente esa maldita hora, esperaba escuchar esas pisadas de plomo que anunciaban su llegada, quedo esperando mentalizando lo que ya no era sorpresa…espero y espero, el no apareció esa noche ni las siguientes
No recordaba cuando había sido la última vez que lo había visitado, se sentía paranoico y solo, lo único que le hacía compañía a su triste vida era aquella cama y esas cuatro paredes que lo retenían. Recostó su cuerpo en la suave cama y cerro sus ojos quedando perdido en sus sueños.
Esos pasos retumbaban en su cabeza, sabía que no los estaba soñando ¿ya era hora? Cerró sus ojos esperando el momento, escucho como algo metálico era dejado en el piso haciendo eco en el infernal lugar. Los pasos se volvieron a escuchar, pero ¿se alejaban? Quedo expectante, tal vez su jodida mente lo estaba traicionando… los pasos se alejaron perdiéndose detrás de una puerta
Otro día mas solo…
Se levanto con pereza de la enorme cama dirigiendo sus pasos al objeto metálico, era una estantería llena de comida ¿Por qué?... sintió un vacio en su estomago ¿quería decir que…? Quedaría más tiempo solo… olvidaba la última vez que había hablado con otro que no fuera ese jodido ser, sentía enloquecer…
Otro día, otro maldito día de mierda solo. No podría soportarlo, sentía ansiedad en su cuerpo, miedo a esa estúpida soledad que antes tanto amaba y ahora aborrecía. No podía hacer mas nada que dormir y comer, era su maldita rutina diaria…
Su cuerpo descansaba en el piso de su jaula, su mirada perdida al igual que su mente. Sus oídos captaron unos pasos ¿sería él? Elevo su mirada a las puertas de cristal, ahí estaba el cargando otra de esas cajas metálicas… No no no no no quería ser abandonado, otra vez no. Por primera vez esperaba expectante, por primera vez pedía a gritos que lo observara.
Boros dejo la pesada caja, dando media vuelta para retirarse del lugar. Saitama corrió tratando de detenerlo estrellándose con la puerta de cristal “No me dejes” exclamo, siendo ignorado como si de un animal se tratara… otro día mas solo.
Lagrimas adornaban su maltratado rostro, su cuerpo temblaba, quería morir, no soportaría otro día más aislado. Lo necesitaba, lo quería a su lado de nuevo “¿Dónde estás? Vuelve…” No quería estar solo de nuevo. Su mente era una maraña de ideas que lo consumían vivo hasta drenar lo poco que quedaba de él…
Las noches eran un martirio, ya había olvidado lo que era descansar tranquilo, hablar o escuchar otra voz que no fuera la de sus lamentos.
Entonces lo escucho, sabía que no estaba soñando, escucho esos temibles pasos dirigirse a esa habitación. Su cuerpo se levanto en automático y ahí estaba, imponente como la primera vez que lo vio, con esa maldita mirada de dulzura que tanto aborrecía. Su corazón latía desbocado, sus piernas temblaban débiles y su rostro se bañaba en lastimeras lágrimas, su cuerpo se encontraba paralizado por el temor de que fuera abandonarlo otra vez, no quería, lo necesitaba a su lado.
Una sonrisa se dibujo en aquel aterrador rostro, como si adivinaran sus pensamientos, sabía muy bien que lo había derrotado…
Su cuerpo se derrumbo débil, cayendo sobre sus lastimadas rodillas y suaves sollozos salieron de sus herida garganta… él lo seguía observando expectante e imponente. No pudo mas, su cuerpo se movió sin su permiso y gateo hasta las piernas de Boros, abrazándolas como si su vida dependiera de ello
“No me dejes…te lo suplico” sollozó, se daba asco.
Afilados dientes se mostraron en esa asquerosa sonrisa. Si, había triunfado…
“Nunca más…” ese suave susurro retumbo en su cuerpo.
La poca sanidad que aun vivía en su cuerpo le gritaba que no se dejara llevar, pero la locura que invadía el resto de su alma le daba la mala noticia de que ya no existía mas nada en su vida.
“Gracias…”