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Polvo De Estrellas por ghylainne

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Notas del capitulo:

Una de mis parejas favoritas: MuxShaka. Creo que ha quedado una historia bonita. Espero que les guste.

Besotes

 

 Mu estaba sentado en las escaleras de su Templo, mirando el horizonte, pero sin verlo realmente, perdido en sus pensamientos. Ni siquiera notó la figura que se acercó a él y lo abrazó con cariño por la espalda.

—¿Qué has estado haciendo? —preguntó Shaka apartando un mechón violeta, tratando de acomodar el pelo revuelto de su carnerito.

—Ordenando el taller —pasó una mano por su cabello, pero sólo consiguió enredarlo más, provocando la risa del rubio.

—Por todos los dioses, Mu —dijo al ver que las ropas del ariano estaban mal colocadas y llenas de un polvillo dorado que también le cubría el pelo y la piel— . ¿Has ordenado el taller o te has peleado con todo lo que había dentro?

Mu intentó limpiarse con el dorso de la mano, extendiendo todavía más los brillos por toda su cara. Shaka sacó su pañuelo sin dejar de reír, y mientras lo limpiaba, el carnero no pudo evitar recordar lo importante que había resultado ser el polvo de estrellas en su relación.

No era más que un niño pequeño recién llegado al Santuario cuando lo conoció. Él también era nuevo, aunque parecía un poco raro. El carnero en miniatura no entendía por qué aquel niño rubio iba con los ojos cerrados. ¿Sería ciego? No, no podía ser eso, porque no tropezaba con nada. Y decía cosas muy raras, algo de que hablaba con Buda, y cosas por el estilo. Por todo eso, y por su timidez, a Mu le costaba mucho trabajo romper el hielo. De hecho, tardó varios meses en tener una conversación con él. Y la situación había resultado de lo más surrealista.

Mu estaba subido a una silla que, a su vez, estaba subida en una mesa. Su maestro le había pedido un frasco de polvo de estrellas para enseñarle a reparar armaduras. El problema era que estaban en el último estante de la enorme estantería. Podría usar la telequinesis, pero todavía no la dominaba, y necesitaba ver el objeto para poder elevarlo. Así que había escalado para intentar verlo, y cuando lo hizo estiró su manita hacia el frasco de cristal, que seguía estando demasiado lejos, por lo que no le quedó más remedio que recurrir a sus poderes. Ya casi lo había logrado cuando Shaka entró, distrayéndolo. El frasco flotó por un momento, mientras Mu intentaba agarrarlo con sus manitas antes de que cayera al suelo, pero resbaló y fue a dar con su pequeño cuerpecito encima de Shaka, mientras el frasco estallaba en mil pedazos y el polvo cubría toda la habitación.

No les dio tiempo a hacer o decir nada, porque Shion entró, atraído por el ruido.

—¿Qué ha pasado? —preguntó mirando fijamente a los niños.

—Ha sido culpa mía, maestro —sollozó el carnerito— . Resbalé y...

—Oh, vamos, vamos, no pasa nada —dijo secando los ojos de su discípulo— , pero has de tener más cuidado, ¿de acuerdo?

Mu asintió con la cabeza, secándose una lágrima con su manita.

—Bien, ahora será mejor que os deis un baño mientras yo recojo esto.

Shaka siguió a su pequeño anfitrión hasta el baño. Siempre le había llamado la atención el alumno del Patriarca. Le hacían gracia sus poderes y aquellos puntitos que tenía por cejas. Y su curiosidad pudo más que la discreción.

—¿Por qué no tienes cejas? —preguntó mientras se desnudaba.

Mu se encontró con unos enormes ojos azules observándolo atentamente. Si tenía unos ojos tan lindos, ¿por qué siempre los llevaba cerrados?

—Soy lemuriano —explicó— , no tenemos cejas.

—¿Y qué había en ese frasco?

Y así siguieron durante toda la tarde, el rubio haciendo preguntas y el carnero hablando de su vida en el Tibet, de su telequinesis y de lo poco que sabía sobre la reparación de armaduras. A partir de ahí se habían hecho inseparables, y Mu no recordaba cuándo su amistad se había transformado en amor. Pero sí recordaba el día en que se habían confesado sus sentimientos.

Estaba guardando algunas cosas en su taller de Jamir. Hacía años que no se quedaba en el Santuario durante mucho tiempo, donde presentía que algo no iba del todo bien. Prefería refugiarse allí, excepto alguna visita ocasional a Shaka en la India o en Grecia.

Ya sólo le quedaban los frascos con polvo de estrellas. Esos iban en el último estante. Decidió utilizar sus poderes para guardarlos. Iba por el último cuando la puerta se abrió de golpe y Shaka entró gritando.

—¡Sorpresa!

Eso distrajo a Mu, haciéndole perder la concentración, y el frasco cayó sobre el estante, salpicando todo de brillos dorados, mientras un montón de cristales rotos caían sobre el carnero.

—¿Por qué siempre haces lo mismo? —se quejó el ariano.

—Pensé que te alegrarías de verme.

—Claro que me alegro, pero para una vez que eres tú el que viene...

Shaka rió con ganas mientras Mu intentaba sacudir el polvo de su cabello, despidiendo brillitos cada vez que lo movía.

—Ahora eres un auténtico carnero dorado.

Mu bufó, sacudiéndose como un perro recién salido de la ducha.

—¿Cómo has entrado? —preguntó mientras intentaba adecentar su ropa.

—Soy un Caballero de Oro, el que tu torre no tenga puerta no es suficiente para detenerme —dijo en tono de burla, pero Mu apenas sonrió— . Salté —confesó— . ¿Estás enfadado?

—Cada vez que entras en mi taller se me rompe un frasco, y sabes que es difícil de conseguir, y... —Shaka lo estaba mirando fingiendo un puchero que desarmó a Mu— . ¿Por qué sólo haces eso conmigo?

—Porque me gusta la cara que pones, y porque te quiero.

Lo había dicho como si fuese lo más natural del mundo, y Mu se había olvidado del frasco roto. Pero la facilidad de palabra que el carnero solía tener parecía haber desaparecido por completo, y sólo atinó a mirar a Shaka con los ojos abiertos de par en par y la mandíbula por los suelos. Cerró la boca cuando se dio cuenta de lo ridículo que estaba.

—No me importa que no sientas lo mismo —esta vez no necesitaba fingir pena.

—Yo... Yo... —Mu se sentía como un tonto por no poder decir nada con sentido— . ¡Claro que te quiero, tonto! —gritó abrazándose con fuerza al bello rubio.

Aquel abrazo, un tímido beso, y a partir de entonces sus encuentros tuvieron un aliciente más.

Ninguno de los dos podría fingir que la batalla contra Hades no había resultado cruel. Shaka había muerto, y aunque Mu había comprendido sus intenciones, no por ello le había dejado de doler.

Pero habían vuelto a la vida, y lo primero que habían hecho había sido refugiarse el uno en el otro, con una despreocupación que hacía tiempo que no sentían. Lo siguiente fue reparar las armaduras, y Mu se había encerrado en su taller.

Sólo quedaban dos, la suya y la de Shaka, cuando, como siempre, el rubio entró en el momento en el que no debería haberlo hecho, y un frasco fue a dar en su cabeza, rebotando hasta el suelo.

—Plástico —dijo Mu recogiendo el envase— . Contigo creo que es lo más práctico.

—¿Es un reproche? —preguntó Shaka sobándose la cabeza.

—No. ¿Te he hecho daño? —le acarició el pelo y Shaka negó con la cabeza.

No le había hecho daño, pero encontró la forma de que Mu lo “consolara”. Así que dos armaduras y un taller por ordenar después, mientras Shaka dormía, Mu se sentó en las escaleras.

—Eres un desastre —la voz de Shaka lo hizo regresar de sus recuerdos.

—No es verdad —se quejó.

—¿Entonces por qué siempre acabas igual? —se rió.

—¿Por tu culpa? —también rió.

Shaka lo abrazó, todavía riendo, y Mu se acurrucó entre sus brazos, feliz de haber encontrado algo más valioso que el polvo de estrellas.

 

~~FIN~~ 

 

 

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Espero que les haya gustado. Mi segundo one-shot, y todavía no estoy segura de haberle pillado el tranquillo.

Muchas gracias por leer, y nos leemos en otra.

Besotes

Ferrol (Galicia), España

29-Julio-2006


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