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Dark Summer por Dakuraita

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Notas del fanfic:

Hola, espero que os guste este pequeño fanfic, espero actualizar cada cierto tiempo. 

Notas del capitulo:

Primer capitulo de mi primer fanfic para este fandom. 

Escucho un vals cuando él se acerca a mí.


Le extraño, le anhelo. ¡Ah! ¡Cavilaciones sin sentido vienen a mí en estos momentos de soledad! La pluma se siente honesta hoy… está doblegando a mi mano.


Mi cuerpo tiembla.


Y el libro que supone mi esencia cambia de páginas y grava en mí el dulzor de una nueva sensación. Cual metamorfosis del pecado, mi cuerpo experimenta el cambio, deja la inocencia y florece en todo sentido. Ah, pero ese capítulo se abrió hace tiempo, en mis 15 primaveras para ser mucho más precisos.


He dejado de ser un niño bueno, he dejado de mirar con ojos virginales llenos de asombro.


Ahora, la miel de lo prohibido es extendida ante mí y no temo probarla. Siempre que puedo deslizo mis labios sobre el lirio de la condenada ambrosía sexual.


Los niños buenos no deberían anhelar los brazos viriles, no deberían suspirar enamorados cuando ven hombres hermosos y gentiles  y sobre todo… no deberían enamorarse de sus mejores amigos.


Ah, pero no hay remedio. No lo hay para mí. En mi fachada impasible, algo cantó


La música maldita es tan tierna, me cuenta secretos, me acerca a la oscuridad, una y otra vez, hasta que cegado me acostumbro y entonces danzo sin temer el tropiezo o la caída.


¿No es la noche más bella que el día? ¿No son las noches de luna las más pasionales? Amar de día es una cosa, pero entregarte en la noche es otra.


Lo que alguna vez pensé solo era amor puro, se transformó. Un sencillo y genuino afecto cambió, al igual que mi cuerpo. Como si al agravarse mi voz se hubiese agravado la maldición de mi naturaleza impura.


El amor se volvió deseo, el agrado se hizo atracción y un simple deseo cariñoso mutó en lujuria.


¡Ah! ¡Basta! ¡Basta por amor a lo sagrado! ¡Que mis labios sellen estas verdades!


Me aprovecho de mi apariencia, que aun metamorfoseada para ser un terrible demonio, conservó la más exquisita apariencia de ángel.


Cabello pelirrojo y brillante, ojos carmesí, piel de marfil, el cuerpo de narciso y la voz de un avecilla. ¿Quién diría que bajo esta apariencia tan celestial que me fue encomendada se esconde una terrible criatura hambrienta por la pasión carnal que se juzga como abominable y se sabe tan exquisita? Bajo mis ropas de cordero se encuentra un verdadero lobo.


Recuerdo bien que solía ser inseguro y temeroso en cuanto a mis verdaderos deseos e impulsos. Me castigaba mentalmente cuando me atrevía a figurar y cavilar acerca de dulces fantasías donde yo era el protagonista de algún amorío mundano con algún hermoso joven cercano a mí…


Himuro, mi primer amante, ¡Cuánto me cambió ese hombre! Apenas unos años mayor que yo, él era del tipo que aparentaba saber nada pero en su momento extendía sus reales saberes en la materia de complacer a alguien de su mismo sexo. Hermoso era él, de sonrisa suave y voz tranquila, él fue el primer cachorro que se presentó a mí tan tiernamente pero cuando llegó la hora mostró los reales colmillos de un lobo y sin remedio me orilló a encontrar lo peor de mí, lo más sensual y voluptuoso, subiendo mi ego con esos elogios tan deliciosos, haciéndome sentir el rey conquistador.


El marcó la pauta. Oh, recuerdo todas esas tardes donde se suponía que nos íbamos de caza o nos alojábamos en una pequeña cabaña propiedad de familia y entonces la real cacería comenzaba. Él cazaba mis labios hasta dejarlos rojos en sangre causada por las mordidas en señal se posesión. Me reía por dentro cuando pensaba mi padre que yo me había lastimado en el bosque. Hilarante. ¿Qué diría si su único hijo, el señorito perfecto, en realidad se revolcaba con un hombre y hacia el papel despectivo que dicen muchos es de “maricas”? Seguramente me hubiese matado o algo peor.


Quizá las cosas hubiesen sido mejores si mi primera amante no hubiese sido Himuro. ¿Por qué? Porque él me enseñó a no tener pena o vergüenza, me animó para que siempre aceptase mi real esencia, mi autentica depravación y sobre todo porque el inyectó en mi la droga de un amor indecoroso sin fin de la cual jamás logré ni intenté quitarme. Él, entre caricias y palabras, me corrompió como yo anhelé durante mis años más mozos e inocentes. ¿Cómo es que una criatura de apenas 12 años desea el morboso pecado a temprana edad? Aun no lo sé, y no busco entenderlo.


Pero ahora… ahora ya no importa el pasado, o mis otros amantes, ni siquiera Himuro.


Lo que importa es él… ese hombre que me hace sentir un virgen de nuevo, que me recuerda lo que es una alocada palpitación desesperada de amor.


Ese  hombre es...


 


Akashi dejó de escribir en su diario, alguien tocaba su puerta. El joven amo de la gran mansión abrió su puerta. Su ama de llaves sostenía una charola para él. La joven mujer se disculpó por verse obligada a tocar la puerta, pero Akashi la detuvo, afirmó que no había necesidad de pedir perdón siendo que él había colocado seguro en la puerta.


Como fuera, Akashi notó algo en la charola, una carta.


—¿Y esta carta? —preguntó.


—Oh, verá joven amo, hace unos minutos llegó un cartero y me pidió que se la hiciese llegar en persona. Si me disculpa, me retiro. —respondió ella, y luego de un gesto humilde se marchó para atender otros deberes.


Akashi observó el sobre. ¿Acaso…?


Volteó el sobre y ahí estaba el nombre del hombre al que más anhelaba en la tierra. “Shintaro Midorima”


Sin perder el tiempo, abrió la carta.


Decía así:


 


“Akashi, ¿Cómo te encuentras? Aquí en Paris todo es muy diferente. Arribo en unos días. ¿Tienes planes? ¿Iras a la casa de verano? El otro día, en una helada, recordé esos días en los que solíamos ser niños, recordé esa casa. De ser así, espero podamos encontrarnos, tengo asuntos que tratar contigo, de ser posible, personalmente. Han pasado muchas cosas por aquí… creo que pronto contraeré matrimonio. Nada seguro aun. Te contaré todo en cuanto pueda. Nos vemos.


Atte. Shintaro”


 


Akashi sintió que su mano temblaba. ¿Contraer matrimonio? ¿Shintaro?... ¡Tenía que ser una broma! ¿En qué momento conoció a la susodicha? ¡Se suponía que estudiaría medicina en Paris, no que fuese a encontrar esposa!


El joven pelirrojo respiró hondo. No, no… tenía que calmarse y pensar las cosas con cuidado. El siguiente movimiento debía ser preciso. Tuvo una idea.


 



—¿Padre? ¿Estas ocupado en este momento?


—No, sabes que cuando estoy en el estudio tienes permitido hablarme. ¿Sucede algo?


—Sí, sobre nuestra ida a la casa de verano. ¿Está en tus planes posponerla de nuevo este año?


—Aún no había reparado en ello, Seijuuro  —Masaomi se cruzó de brazos—. ¿Deseas usarla?


—Sí, Shintaro viene de Paris, le he invitado a pasar unos días allá en mi compañía.


Masaomi no lucía tan convencido, pero caviló y encontró que el nombre de Shintaro era un nombre interesante, ese joven era el heredero de la familia Midorima. Por lo tanto, aprobó rápidamente que Akashi hiciese aquella jugada, aunque obviamente él lo veía con ojos más lucrativos que los de su hijo.


—Bien, que así sea.



—Aka-chin… Aka-chin… ¡Aka-chin!


—¿Qué sucede Atsushi? ¿No te he dicho que aguardes en silencio?


—Lo intento, pero, me parece sencillamente extraño, ¿Por qué de la nada demoras tanto en una simple carta? No es propio de ti.


Akashi fusiló a Murasakibara con la mirada, pero luego relajó su expresión. Su labio apenas se curvó. Cierto era que una carta no debía ser mucho problema, no obstante, como se sentía algo ansioso quizá convendría… Relajarse un poco.


 


—Atsushi —llamó Akashi con suavidad.


—Ya voy…—respondió Atsushi de inmediato.


En aquellos momentos se encontraban en la habitación de Akashi. No había nadie más en la mansión, estaban ellos dos solos. Akashi estaba sentado en su escritorio y mientras tanto Murasakibara descansaba en la cama de Seijuuro. Cuando Akashi llamó al más alto, este fue donde él, se arrodilló y se colocó entre sus piernas. Por la altura de Atsushi, aun arrodillado en el suelo era fácil alcanzar los labios de Akashi. El menor ofreció su boca al instante. Se besaron. Atsushi notó que esos labios tenían gusto a té verde y algo más… ese algo más no era un sabor definible o imitable, simplemente era la esencia de su dulce Aka-chin.


—¿Vas a complacerme?


—Ya sabes la respuesta, Aka-chin.


Atsushi desabrochó su pantalón, el sonido del cierre bajando siempre era divertido. La mano del más alto fue directamente a la virilidad de Akashi. Unos cuantos toques y caricias fueron suficientes.


—Atsushi, este verano no estaré a tu lado… Iré con Shintaro a la casa de verano —espetó Seijuuro con calma, no parecía que un hombre estaba a punto de hacerle una felación.


—No… Aka-chin, ¡No puedo permitirlo! ¡No puedes irte tu solo con Mido-chin…! —renegó de inmediato el de cabello lila. La mirada de Atsushi usualmente era perezosa y tranquila, pero a veces se mostraba amenazante… y en ese momento lucía más que amenazante.


Akashi suspiró, ¿Por qué Murasakibara era tan dramático?


—¿Y qué propones entonces? ¿Venir con nosotros? Arruinarás mis planes.


—… No quiero interponerme en tus planes, sé que cuando tomas una decisión esta es absoluta —Atsushi detuvo sus acciones. Su cara lo decía todo, estaba pensando en algo—. ¿Dejarías que yo también vaya? ¡Prometo que no te molestaré! Cuando estés a solas con Mido-chin respetaré eso.


—Entonces, ¿Por qué deseas ir?


—Porque debo cuidar de ti, Aka-chin y porque un hombre que conocemos vive allá.


—¿Quién?... Oh, entiendo. ¿Jugaras un poco con él?


—Me interesa mucho el hombre que tomó primero a mi preciado emperador, digamos que, me entiendo bien con Muro-chin y… la verdad no quisiera desaprovechar una oportunidad de ir a verle.


—Está bien, puedes venir. Ahora, ¿Planeas hacerme esperar más?


Se miraron, podían entenderse sólo con eso. Y luego de sonrisas cómplices, ambos pasaron una tarde muy apasionada.


 


¿Quién será esa mujer que conoció Shintaro en Paris…? No importa, ese matrimonio no va a suceder… 

Notas finales:

A Shintaro le esperan demasiadas sorpresas... ¿Qué podemos decir de Himuro? Nunca se sabe que puede hacer ese hombre tan peculiar. 

Nos vemos en el proximo capitulo. 


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