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Mi luz, mi salvación. por Kuraikun

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Notas del fanfic:

Holiwis ^^, me estoy convirtiendo en una pesada de los one-shot y todos lo sabemos (?) ok no xDDD.

Esta vez vengo con uno de Hiroto x Midorikawa una de mis parejas favoritas :3 y espero que os guste tanto como a mí escribirlo ^^ y que me dejeis review para saber qué os ha parecido ^^

PD: También tengo otras dos historias de inazuma eleven si os pasaráis realmente os agradecería ^^

Quizás la gente con el tiempo aprende a ser más abierta, es decir tienen mucha más facilidad para relacionarse con su entorno; sin embargo a mí me pasó todo lo contrario.

¿Por qué? Aún me lo sigo preguntando, aunque creo saber la respuesta. Tanto en el orfanato como en el instituto, yo era y lo sigo siendo amable y comprensivo con las personas, e intentar hacer que se sientan cómodas con mi presencia, les hacía reír y escuchaba cada uno de sus problemas, pero cuando se trataba de mí, o me interrumpían o me dejaban de lado sin razón aparente.

Todavía recuerdo el mensaje que me envió del que creía que era mi mejor amigo ‘’No quiero que nos veamos más, eres un infantil e inmaduro’’ Realmente leer eso oprimió mi corazón ya dolido, ya que hacía un par de semanas había dejado a mi novia, y yo de alguna manera me quedé solo.

Aquello provocó que cayera en una fuerte depresión a pesar de que ya tenía a otro amigo eso no me ayudaba, el sentimiento de soledad seguía presente en mí. Me volví una persona insegura, y un tanto desconfiada. Cuando alguien se me acercaba mi subconsciente gritaba ‘’Mejor no le cuentes lo que te preocupa, seguro que piensa que eres pesado, aunque te diga lo contrario, lo hará para que no te sientas mal’’ Así que con el tiempo creé una especie de escudo, como una barrera para que nadie supiese como era en realidad, como si quiera que todos me viesen como el chico pelirrojo antisocial que no se relacionaba con nadie.

Había intentando relacionarme con los de mi clase, sí, mas no teníamos nada en común; les encantaba salir de fiesta, y beber, mientras yo lo odiaba, preferiría quedarme en casa, ya sea leyendo algo (cosa que ellos lo veían aburrido) o viendo anime.

A pesar de que en el recreo tenía un ‘’pequeño grupo de amigos’’ yo me seguía sintiendo solo, esto solo disminuía cuando estaba con mi anterior nombrado mejor amigo Fubuki Shirou, un chico que conocía hace un par de años con el cual me llevaba especialmente bien, y gracias a Dios que podía hablar con él por Skype y quedar los fines de semana, de esa forma me hacía olvidar las penas.

Mi rutina m estaba matando, y aburriendo por completo, pero ese día todo cambió por completo, y cabe decir que para bien. Fue como mi rallo de esperanza.

Mis ‘’amigos’’ al estar todos en la otra clase, yo estaba completamente solo, y además mi compañero de al lado siempre se cambiaba de sitio a propósito para estar con sus amigos, y no estar con el antisocial al lado, es decir yo.

El timbre sonó indicando que empezaría la aburrida clase de francés, la profesora en cuestión de segundos llegó, y por supuesto comenzó la clase, sin embargo al rato fue interrumpida por un chico que no me sonaba de haberlo visto antes por aquí.

 –Lo siento por llegar tarde, no encontraba la clase—se excusó con una sonrisa despreocupada, y con la respiración un tanto agitada, supuse que había estado corriendo para llegar a la clase.

–No pasa nada–respondió la profesora, menos mal que era bastante comprensiva y aquello no parecía molestarla, si no le estaría echando la bronca al pobre chico, el cual seguramente era nuevo, y no tenía ni idea de la localización de cada una de las clases–Siéntate ahí–señaló el único sitio libre, a mi lado por supuesto; por su tardanza se suprimió la parte de su presentación, por lo que estaba completamente seguro que en el intercambio de clases le acosarían.

El joven asintió y se sentó a mi lado. Era de estatura media, complexión delgada, su piel un tanto tostada diferente a la mía, ojos negros, y un extraño color verde, con melena recogida en una coleta alta. Si no hubiese escuchado su voz, diría sin dudarlo que se trataba de una chica.

–Hola–me sacó de mis pensamientos su suave voz–Me llamo Ryuuji Midorikawa, soy nuevo, espero que nos llevemos bien–terminó de decir con una sonrisa.

Me recordaba de alguna manera a mí, en esos momentos en los cuales yo era igual de despreocupado y abierto con las personas.

–Igualmente, mi nombre es Hiroto Kiyama–al terminar de decir aquello me tendió la mano, y se la estreché, poco después pusimos atención en la clase.

En el intercambio casi todos fueron como supuse acosarle al pobre a preguntas para que se hicieran su amigo, y claro para mí dejarme de lado, tenía dado por hecho que yo no les caía bien, solo me hablaban para pedirme alguna cosa. Lo típico era un bolígrafo del cual nunca más tendría noticias de él, siempre se les dejo, y siempre se los quedan. Ni que fuera tan difícil ir a una librería y comprar uno. Lo siento me indigno con estas cosas.

Cuando por fin vino el siguiente profesor, todos con pesadez se fueron sentando.

–No hablas mucho, ¿no?–me preguntó de repente, ya que en el intercambio me quedé la mayor parte del tiempo mirando por la ventana, ignorando de esa manera todo lo que pasaba a mí alrededor, incluyendo a Midorikawa. Yo solo atiné a negar con la cabeza, él soltó una leve risa.–No te preocupes, no muerdo–seguido el amargado profesor de matemáticas nos mandó a callar, debido a que toda la clase incluidos nosotros dos no le estábamos prestando la más mínima atención, por lo que no pudimos hablar mucho tan solo para resolver algunas dudas puntuales del chico.

Cuando sonó el timbre recogí mis cosas, y me dirigí a uno de los jardines del instituto, sin embargo una voz a mis espaldas me hizo quedarme quieto en mi sitio, mientras miraba hacia atrás para reconocer a la persona que segundos antes me había estado llamando.

–¡Hiroto, espera un momento!–me decía Midorikawa un tanto apresurado, quizás me había llamado varias veces, pero como estaba en mi mundo lo más seguro es que no me hubiera enteado.– ¿Puedo irme contigo?–fruncí el ceño, ¿en serio entre todas las personas de la clase tuve que ser yo? Quiero decir, no es que me incomode ni mucho menos, solo que me sorprendía.

–Claro–no dudé en aceptar, tal vez nos haríamos amigos, aunque lo veía imposible, sí, viva mi positivismo–Te presentaré a mis amigos–así que sin perder más tiempo lo llevé con ellos, y a decir verdad fue muy bien aceptado, y como de costumbre no hablé demasiado, además que cada vez que trataba de contar algo me acababan interrumpiendo, y como buen tonto o especial en el mal sentido por supuesto, no decía nada al respecto.

 

Al parecer teníamos una charla ahora, así que más o menos, Midorikawa y yo teníamos tiempo de hablar sobre lo que se nos apeteciese, ya que él se sentó a mi lado.

–¿Por qué cada vez que hablas te interrumpen, y no dices nada?–me preguntó, aunque noté cierto tono de reproche en su tono de voz, como si de alguna manera eso le molestara.

–Estoy acostumbrado–respondí con simpleza, y es que me lo habían hecho tanto que…Había llegado el punto en el que me acostumbré, y me empezó a dar exactamente igual.

–Eso no es una razón-infló los mofletes de forma infantil, haciéndome reír levemente.– En serio, no sé por qué te hacen eso, es como si te tuvieran manía.

–A lo mejor me la tienen–estaba seguro de eso porque a la única persona a la que realmente le importaba (aparte de mis padres claro) era mi mejor amigo Shirou. Lo sé, le nombro mucho, pero es que le adoraba.

–Pues con lo agradable que eres, no lo logro entender–tras decir eso me sonrió de manera tierna, y de repente sentí mi cara arder ante su cumplido, de alguna forma eso no me lo esperaba, y me hizo sentir cierta vergüenza.

–Gracias, tú también–le respondí una vez que logré controlar algo mis nervios, no quería trabarme y parecer un completo estúpido hablando. Escuché una leve risa por su parte, y después al empezar la charla, no tuvimos más opción que prestar atención a lo que decían.

 

Por la tarde una vez que ya había terminado de hacer los deberes y de haber estudiado un poco, o hacer el intento porque al final no pude concentrarme; Shirou y yo iniciamos una videollamada de Skype.

–Hey, ¿qué tal?–pregunté nada más comenzarla.

–Bien, ¿y tú?

–Bien también, por cierto hoy ha venido un chico nuevo, y ha sido un milagro que nos hayamos hecho amigos por así decirlo, lo malo es que se me ha olvidado pedirle el número para hablar esta tarde–expliqué ante lo último con una leve risa nerviosa.

–Pídeselo mañana, porque prefiero que estés con él, a con esos idiotas de tu grupo de amigos–me respondió lo último haciendo comillas con sus dedos.–Porque de verdad me caen como el culo–terminó de decir comenzándose a reír, lo que provocó que se me contagiase la risa. Fubuki una vez fue conmigo y con el grupo, y no congeniaron, es más parecía que habíamos quedado él y yo solos, porque iban por su cuenta, ignorándonos cada vez que podían.

–Ahora que él ha venido seguro que me va mejor en el sentido de hacer amigos.–asintió con la cabeza dándome a entender que estaba  de acuerdo conmigo.–Por cierto, ¿qué tal te va con Gouenji?–pregunté de repente, pillándole desprevenido y viendo como a través de la pantalla a pesar de la mala calidad de esta como se ruborizaba, seguido vi como su hermano Atsuya entraba a la habitación con una sonrisa un tanto burlona, supuse por lo tanto que había venido entre otras cosas a molestar al albino. Cada vez que podía se metía con Shirou con cariño. A decir verdad, le consideraba un amigo, pero de estos que solo están para pasarlo bien y poco más.

–Hola, Hiroto–me saludó mientras cogía una silla y se auto invitaba para estar en nuestra conversación, que en realidad no me importaba.

–Me va bien, gracias por preguntar, y Atsuya, ¿qué haces aquí? ¿No estabas estudiando?–le preguntaba el albino con el ceño fruncido.

–Estoy haciendo un descanso, estoy agotado, además venía para…–entonces Shirou con la cara ardiendo, y más ruborizada que incluso mi propio pelo, le puso una mano en la boca a su hermano.

–¡No, no, no, no!–negaba una y otra vez con cierto nerviosismo que se notaba a kilómetros, yo fruncí el ceño entendiendo más bien poco de lo que estaba ocurriendo. Atsuya con rapidez logró quitarse la mano de su boca, para poder hablar.

–Lo que pasa es que le da vergüenza contarte una cosa que le pasó con Gouenji, pero será un honor contarlo yo–de nuevo Shirou quiso detenerle, pero de alguna manera que aún no logro explicar, éste quedó sobre Atsuya, el cual le retenía entre sus brazos para contar aquella cosa que le daba tanta vergüenza.– Estaban solos en casa de Gouenji, Shirou encima de él mientras se besaban–por supuesto el albino no se estaba quieto e intentaba liberarse del agarre de su hermano. Lo que estaba relatando de alguna manera me olía a porno.–Entonces Gouenji lo recostó en el sofá, y una vez que se separaron él pasó a darle besos y algunos que lametones por su cuello–cada vez el rostro de mi amigo estaba más rojo si era posible–Los dos estaban como tú comprenderás un tanto excitados, pero no llegaron a mucho más porque llegaron su padre y su hermana cortándoles el rollo–terminó de explicar mientras que sin poder evitarlo estallaba en risas y Shirou lo veía con cara de pocos amigos, lo más seguro es que se hubiese molestado por haber contado algo en contra de su voluntad.

–Mira por el lado bueno Shirou, ellos te salvaron de haber tenido dolor de trasero–dije esta vez yo, debía de admitirlo a veces también me encantaba meterme con él, porque se ponía especialmente gracioso. Atsuya por fin lo soltó y se sentó en su silla apoyando la cabeza en la mesa mientras levantaba su brazo, haciéndonos el corte de manga.

–Que os den–Atsuya y yo nos empezamos a reír escuchando también como seguido a Shirou se le pegaba nuestras risas.

Poco después comenzamos a hablar de cosas triviales riéndonos de vez en cuando o metiéndonos unos con otros con cariño y de broma como siempre; hasta que al final tuvimos que finalizarla, porque yo me tenía que ir a cenar por mala suerte.

 

El tiempo pasó especialmente rápido, y en estos meses me pude dar cuenta de que había desarrollado fuertes sentimientos hacia Midorikawa, pero no de una amistad, sino de amor. No sé cómo pude llegar a enamorarme de él, no es que sea algo malo ni mucho menos, solo que no me esperaba que yo fuera a ser gay, bueno, gay no era, yo creo que más bien podría ser Midorikawasexual, porque ningún hombre más me llamaba la atención, y justamente él captaba toda mi atención.

Quizás me había enamorado de su personalidad alocada y risueña siempre mostrando una sonrisa, a pesar de tener problemas o de tener un día malo; siempre ayudando a los demás sacrificándose a sí mismo. Él para mí era un chico muy especial obsesionado con los dichos, y con el helado.

En estos meses nuestra amistad había incrementado tanto que incluso nos contábamos todos y sabíamos cuando el otro estaba mal, por lo que era una misión imposible poder mentir al contrario.

Un día decidimos quedar Shirou, Gouenji, Midorikawa y yo, y se podría decir que formamos un pequeño grupo de amigos, porque éste fue muy bien recibido y como era alguien muy sociable con ellos pudo relacionarse sin problemas, cosa que agradecí.

Ese mismo día justamente fuimos a la feria, fue un día inolvidable; todavía recuerdo cuando nos montamos en una atracción que daba saltos como un sapo de ahí su nombre, y Midorikawa por pesar más bien poco daba incluso saltos en éste, o cuando estábamos arriba del todo y subió algo más, y creía que iba que se iba a caer. Él estaba gritando y yo como buena persona que era me estaba riendo bastante de él, mientras intentaba de alguna forma tranquilizarle.

Era verano, y estábamos él y yo a solas en mi casa después de haber estado todo el día en la piscina de la comunidad, que por cierto me lo pasé realmente bien, haciendo carreras, cogiendo a Midorikawa a cabellito, y esas cosas que se hacen en una piscina, o que yo por lo menos hacía. Eran cerca de la ocho y media de la tarde, y estábamos muy entretenidos jugando a la Wii justamente al Mario Kart 8, y como ya se me había hecho costumbre, él me volvió a ganar, no sé cómo lo hacía sinceramente.

–No sé cómo lo haces, estoy por pensar que haces fullería de la mala–tras decir eso me miró con el ceño fruncido, y es que no sabía por qué tenía la costumbre de decir eso.

–¿Acaso existe la fullería de la buena?–me preguntó riéndose levemente, a lo que yo también reí.

–No lo sé–me encogí de hombros sin dejar de reír y dejé los mandos a un lado, mientras me estiraba–Por cierto, ¿te apetece dar un paseo y de paso ir a un parque que está muy cerca de aquí? Te gustará te lo aseguro–la tarde estaba muy buena y realmente podríamos aprovechar para dar un paseo y disfrutar de las vistas que había en aquel parque. Siempre que había algo que me preocupaba iba allí para despejarme, y aunque realmente no me pasaba nada, quería declararme en ese lugar especial. El que no arriesga no gana.

–Claro, pero ¿qué te parecería que vayamos en patines?–cabe decir que Midorikawa como vivía cerca de mí, en estas temporadas del año se venía en bicicleta o en patines de línea, y esta vez eligió ir con estos.

–Vale, me parece buena idea, pero yo iré en bici, con los patines soy muy torpe–asintió con la cabeza y sin más dilación, él decidió coger sus patines junto con una mochila en la cual guardó sus zapatos, y yo con la bici, aunque antes de empezar la marcha le arrebaté la mochila llevándola yo, ya que la bici tenía una pequeña cesta donde la podía llevar sin un tipo de problemas.

No íbamos ni muy lento ni muy rápido, porque era un paseo realmente tranquilo, la suave brisa del verano removía mis cabellos, y me hacía sentir muy tranquilo mientras nos dirigíamos hacia el parque nombré. Y era mejor que estuviera tranquilo, por lo que iba a suceder a continuación, me declararía, y no tenía ni idea de lo que me iba a responder. Temía que me fuera a rechazar y que mi amistad con él se fuese, mas si este correspondía mis sentimientos, podríamos ser novios, aquello que llevaba anhelando por mucho tiempo. Solo esperaba que saliese todo bien.

En unos quince minutos o así llegamos, estaba tal y como lo recordaba, con césped por un lado junto con árboles, bancos para sentarse a la sombra de estos, más con unas asombrosas donde se veía parte de la ciudad.

En otra parte del parque se encontraba lo típico, los columpios, los toboganes, y estos balancines extraños que uno está de pie en vez de sentado.

–Hiroto me encanta este lugar, en serio muchas gracias por traerme–decía con una gran sonrisa que me provocaba sentir miles de mariposas recorrer mi estómago, y que mi corazón latiese a toda velocidad temiendo incluso que se saliera de mi pecho.

–De nada–me bajé de la bici dejándola apoyada en un banco, y le tendí la mochila al peliverde para que se pusiera sus deportivas, cosa que hizo con una rapidez que incluso me sorprendió a mí.– Midorikawa yo…–comencé a decir con los nervios a flor de piel. Dios ¡el paseo en bici al final no me había tranquilizado una mierda!

–¡Vamos a los columpios!–me decía mientras tiraba de mi muñeca, dándome a entender que no había escuchado lo que estaba a punto de decirle. Suspiré con una sonrisa en mi rostro, este chico no tenía remedio, y sin más me dejé llevar por él sin rechistar.

Por petición de él estuvimos en los columpios y luego nos fuimos al balancín, y él como buen amigo que era me quería tirar de éste, porque una vez lo hice yo sin querer, pero no podía porque tenía mucha más fuerza, por lo que se quejaba de manera infantil, y a mí me parecía de lo más tierno, hasta que después de un rato nos acabamos cansando y nos sentamos en el mismo banco donde estaban nuestras pertenencias. Era la hora de decírselo.

Respiré hondo tratando de tranquilizar mis nervios, no quería trabarme, entre otras cosas porque no quería quedar como un idiota delante de él.

–Midorikawa–le llamé mirando hacia él, ahora que me percataba hacía algo más de viento que antes, por lo que éste mecía los cabellos del peliverde, creo que me iba a dar una hemorragia nasal ante tanta belleza.

–¿Si?–me preguntó mirándome con esa sonrisa que tanto me enamoraba y hacía que mi corazón latiese como loco.

–Yo…Bueno, quería decirte algo importante–empecé a decir incluso con el cuerpo temblando por los nervios, parecía una gelatina humana o algo así.–¿Por qué te cambiaste de instituto?–pregunté a toda prisa, y sin pensar demasiado. Me quise dar una hostia, pero una bien dada, por lo tonto que había sido, ¡eso no era lo que quería decirle! Aunque sonase extraño, cada vez que me encontraba nervioso por alguna cosa, al final acababa diciendo algo totalmente sin sentido o que no tenga nada que ver. Como me acababa de pasar, tengo un grave retraso mental.

No dejé de observarle, y me di cuenta de que su expresión había cambiado, ya no estaba tan animado como antes, sino que tenía una sonrisa un tanto melancólica, ¿había dicho algo malo?

–¿Eso era lo importante que querías decirme?–me preguntó con una sonrisa forzada y apartó la mirada de mí para fijarse en las vistas–En ese instituto, tenía un grupo de amigos al igual que tú, realmente estaba muy cómodo con ellos y me lo pasaba realmente bien. Entonces por mi mala suerte me enamoré de mi mejor amigo, y se lo conté a uno del grupo, al segundo justamente que le tenía más confianza para que me diese consejo, porque quizás tendría la posibilidad de estar juntos, pero que tonto que fui–sentí como se estaba aguantando las ganas de llorar, así que dándole mi apoyo le abracé contra mí, y él prosiguió con su historia–Él se lo contó a todo el grupo, y junto con el chico que me gustaba me humillaron seguido de burlas e incluso golpes…

–Es decir que te empezaron a hacer bullying ¿no?–le interrumpí y asintió con la cabeza respondiendo a mi duda.

–Aguanté durante meses, y decidí contárselo a mis padres al verme tan deprimido en ese tiempo, y entre los tres decidimos que lo mejor era cambiarme de instituto, aunque me fuera a contar seguir el ritmo. De alguna forma cuando te vi a ti, sentí que te parecías a mí–fruncí el ceño, ¿parecerse a mí?–Quiero decir, al igual que yo en esos meses que aún seguía afectado por lo que me pasó, fingía estar bien que no me pasaba nada, que mi vida era perfecta, tú hacías exactamente lo mismo conmigo, hasta el punto de que tú me has reparado sin darte cuenta, y yo he hecho lo mismo–sonreí complacido, tenía razón, sin darme cuenta él me había reparado, ya era el mismo chico de antes, y además lo más importante cuando sonreía o reía, lo hacía de verdad y no de manera falsa, o forzada. Creía que ya había terminado, pero no siguió, incluso pude notar como estaba más seguro de sí mismo, seguro de lo que iba a decir–Y por eso ahora puedo decir, que…–me miró de nuevo y antes de que me diera cuenta, la distancia entre nuestros labios había desaparecido.

Espera…¡¿Qué?! Abrí los ojos como plato, estático, sin poder creer lo que estaba pasando, Midorikawa…¡Me estaba besando! Lo hacía de manera algo torpe, pero eso no quitaba que aquella sensación estaba siendo maravillosa. Una vez que salí de mi trance, le correspondí al beso con algo de más experiencia, hasta que se separó de nuevo con un gran rubor en sus mejillas. No tenía palabras para expresar todo lo que había experimentado en cuestión de segundos, nervios recorriéndome todo el cuerpo, mariposas en mi estómago, mi corazón latiendo como desbocado, y sobre todo euforia por saber que él correspondía a mis sentimientos.

–Me has enamorado por completo, Hiroto Kiyama–finalizó de confesarme, y yo no dudé en juntar sus labios con los míos, dejando esta vez al peliverde sin palabras.

–Tú también–confesé esta vez contra sus labios y escuché como se reía un poco debido a los nervios.

Así fue como empezó nuestra relación, una de dos tontos enamorados, que sin ni siquiera percatarse se habían ayudado mutuamente.


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