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Rapsodia de la Oscuridad por Kitty Pasta

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Notas del fanfic:

Si bien Rapsodia de la Oscuridad narra- a grandes rasgos- los mismos sucesos que "Coon&Friends", las diferencias son varias y notorias. En primer lugar el protagonismo absoluto de la historia recae en Mysterion, siendo que en la serie es un protagónico repartido con el Coon, quien es responsable de la venida de Cthulhu al mundo. En “Rapsodia”, es otro personaje el que despierta al dios. En segundo lugar, las personalidades de varios personajes están alteradas, empezando por el propio Kenny: es mucho más maduro y responsable que el original, no consume pornografía ni drogas, y en líneas generales adopta el modo de vida de Mysterion para todo momento. En tercer lugar, en la serie todos los chicos se disfrazan de superhéroes y forman un equipo, mientras que en este fanfic solo aparecen algunos de ellos y por motivos totalmente diferentes. En cuarto lugar, está el obvio hecho de que en la serie no hay ningún romance, mientras que en este fanfic hay triángulos, cuadrados y hasta pentágonos amorosos entre los protagonistas y sus identidades secretas. La quinta diferencia es el cambio de edad de los protagonistas, que dejan de ser niños para pasar a ser adolescentes y tener problemas propios de esa edad. Y por ahora no digo más para evitar spoilearme a mí misma. Se podría decir, en resumen, que Rapsodia de la Oscuridad deja de ser una parodia para pasar a ser una auténtica historia de superhéroes, mezclada con mucho romance yaoi.

Espero estar a la altura del desafío y que todas puedan disfrutarlo. Enjoy :)

Notas del capitulo:

Este primer capítulo es básicamente una introducción que hace Kenny de su vida, su otra vida y sus problemas... a leer si quieren enterarse n__n 

Mi nombre es Kenny McCormick, tengo quince años y estoy en tercero de secundaria. He vivido en South Park toda mi vida, y como amo mi ciudad ya no puedo tolerar el caos que reina en ella. Por eso he decidido luchar desde la oscuridad para defender a los buenos ciudadanos que me rodean, y descubrir en el camino quien soy y por qué poseo los poderes que poseo.

Para todo el mundo soy solo un chico pobre con padres irresponsables, que lucha por sobrevivir y sacar adelante a sus hermanos. E incluso mis amigos ignoran mi otra identidad… es mejor así, porque no deseo causarle daño a ninguno, y sé que el saberlo solo les traería problemas. Hasta que pueda derrotar al mal y restaurar la paz en South Park, nadie debe saber quién es Mysterion.

Nadie debe saber que yo soy Mysterion.

(…)

Kenny se consideraba a sí mismo como un muchacho voluntarioso y trabajador, pero aún así había días en los que deseaba no despertarse. Para ver lo que tenía que ver en cuanto abría los ojos, eran cada vez más frecuentes las veces en que lo invadía el cansancio y la desesperanza, que solo lograba combatir cuando recordaba por quienes lo hacía.

Sus padres eran un desastre: ni con la mayor bondad los podría describir como buenos padres. Su padre se la pasaba recorriendo todos los bares del pueblo con sus amigos y volviendo a casa muy tarde, solo para discutir agriamente con su esposa y terminar la noche con insultos e intimidaciones. Su madre, por otra parte, también bebía mucho y era descuidada en lo que a sus hijos y su casa se refería; a él no le afectaba demasiado porque era lo bastante mayor como para arreglárselas solo, pero Kevin y Karen eran todavía dos criaturas. Kenny odiaba ver lágrimas en los ojos de sus hermanos cuando las discusiones de sus padres se tornaban en verdaderas peleas. No entendía por qué estaban obligados a soportar esa vida.

Aún así, o precisamente por eso, se obligaba a ver las cosas de forma positiva. Tenía un trabajo a tiempo parcial después de la escuela como camarero en una cafetería, y además daba clases de castellano a alumnos de cursos inferiores; si bien no era ninguna fortuna con eso ayudaba bastante a pagar los gastos diarios de Kevin y Karen, y le daba cierta independencia que le resultaba indispensable para alejarse de la locura de los mayores. También se esforzaba en el estudio y obtenía buenas calificaciones, ya que uno de sus grandes sueños era graduarse y entrar en una buena universidad para dejar atrás esa vida de pobreza que tanto los afligía, a él y a sus hermanos. Desde lo más profundo estaba convencido que podía sacarlos a los tres de allí, y también ofrecerle algo mejor a sus propios hijos cuando los tuviera. Estaba firmemente decidido a no repetir los errores de sus padres.

Ese día se levantó temprano como siempre para llevar a sus hermanos a la escuela, y después de dirigió a su propio colegio, la secundaria South Park. Era una mañana muy fría y ventosa y él iba envuelto por completo en un anorak naranja que solo dejaba verle los ojos, puesto que de otra manera se hubiera congelado. En la puerta se encontró con Butters y Cartman quien, para variar, lo saludó con una de sus graciosas ironías matinales.

-Oh, buenos días Kenny, llegas temprano. ¿Hoy tampoco pudiste desayunar? Que feo no tener tiempo para tus cosas por ser…

-Ya basta, Cartman, no estés molestando desde la mañana- interrumpió de pronto Kyle, que había aparecido detrás de ellos. Kyle era un apuesto muchacho de ojos verdes y cabello rojo rizado, que tenía un talento natural para pelearse con Cartman y que odiaba sus constantes bromas racistas. Con decisión tomó a Kenny del brazo y le dijo en voz alta:- olvida a este idiota, Kenny. Entremos, así podremos repasar para el examen.

-¿Examen?- repitió Cartman, pálido.

-Si no puedes escuchar al profesor Garrison cuando explica las cosas jódete, gordo- espetó- espero que repruebes por idiota.

-Oye, Kyle, gracias- dijo Kenny mientras se sentaba, bajándose la capucha y quitándose los guantes.- No tenías que molestarte, pero gracias de todos modos.

-¡Claro que tenía que molestarme!- contradijo Kyle enfadado.- Cartman es un idiota. En vez de meterse contigo debería admirar todo lo que haces, y que no muchos chicos de tu edad estarían dispuestos a hacer.

Kenny sonrió tímidamente como cada vez que lo elogiaban y luego se concentró en sus carpetas ignorando la mirada de las chicas de la clase, siempre atentas a lo que él hacía. Aunque no le parecía importante todas decían que era el muchacho más guapo de la escuela, con su cabello rubio y brillante y sus ojos azules como joyas, y un aire de madurez que inevitablemente atraía mucho la atención. Ni siquiera el estridente anorak que tanto le gustaba usar empañaba su imagen de chico dulce y melancólico; para sus compañeras, él era un tesoro lo cual, aunque no le importaba, no dejaba de causar cierto resentimiento en algunos. Por suerte, la persona que él admiraba no solo no se sentía intimidado por su apariencia si no que lo apoyaba incondicionalmente y con frecuencia lo defendía. Todos los días pensaba en él y agradecía tenerlo como amigo. Desgraciadamente, nunca serían nada más.

El examen le resultó de lo más sencillo (historia americana), por lo que a la hora del almuerzo estaba de buen humor y consintió sentarse con Cartman, además de con Kyle y Stan. Ellos cuatro eran amigos desde el jardín de infantes, y aunque sus personalidades eran bien distintas por alguna razón siempre terminaban juntos y unidos. Incluso después de todas las absurdas peleas que habían vivido los últimos cinco años podían seguir llamándose un grupo, lo que a veces asombraba a sus compañeros; Cartman, que era bajo y tenía un marcado sobrepeso, era el mismo tipo egoísta y agresivo que siempre, y con frecuencia era el origen de todos los problemas en los que se veían envueltos. Stan, que era el más maduro y serio del grupo, había crecido un poco más que el resto y ahora era de los más altos del curso. Kyle, víctima frecuente de Cartman por ser pelirrojo y judío, era a pesar de todo el más entusiasta e inteligente. Y estaba él, claro, que aunque los demás no lo supieran tenía otra personalidad que lo ayudaba a luchar contra todas las injusticias que veía a diario incluidas las propias.

-Oye, Stan, ¿crees que te fue bien en el examen? El profesor la puso difícil esta vez…

-Si crees eso debiste estudiar más, Cartman- fue la simple respuesta de Stan.- Ya no somos niños de cuarto grado, debemos tomarnos más en serio el estudio. Kenny, ¿Qué hay de ti? Me pareció que cabeceabas un poco durante la última media hora.

-¿Lo hice?- preguntó el rubio asombrado.- Espero que el profesor no se haya dado cuenta.

-¿Te sientes bien?- terció Kyle mirándolo con preocupación.

-Sí, sí, claro. Es solo que anoche me quedé despierto hasta muy tarde y… bueno, eso, estaba un poco cansado nada más. Pero al menos terminé el examen.

-No es bueno desvelarse… ¿Qué fue lo que ocurrió?

-Tuve que ayudar a Kevin con unas tareas- mintió.- Para un trabajo práctico que tenía que entregar hoy. Que podía hacer, no podía dejarlo solo sabiendo que lo reprobarían…

-Te entiendo, yo también ayudo a Ike con sus deberes. Pero la próxima trata de no exigirte tanto, al fin y al cabo tú también debes cuidar tus horas de sueño.

-Que conmovedor, Kyle, ¿no quieres también tenderle la cama por las noches?- se burló Eric.

-¡Cierra la boca, culón!- se enojó Kyle mirándolo con odio.- Nadie te ha preguntado nada.

-No lo necesito, veo las cosas y este es un país libre para opinar. Pero pensándolo bien, tal vez me equivoque- rectificó con seriedad.- No creo que te guste Kenny, porque eres judío y él es pobre, ¿cómo podría un judío enamorarse de un…? ¡Ay!- exclamó de repente al sentir en los ojos la gaseosa que le había arrojado Kyle. El pelirrojo despedía chispas.

-¡Ya no te soporto, Cartman, eres un hijo de puta! ¡Déjanos en paz!

Eric salió del comedor entre las risas de sus compañeros mientras Kyle volvía a sentarse con aire de enorme dignidad, retomando su comida y poniéndose colorado solo por dentro. ¿Cómo se atrevía Cartman a ser tan ponzoñoso? ¿Desde cuándo preocuparse por alguien era estar enamorado? Claro que ese tipo de preferencias no le disgustaban… pero hasta que no se decidiera no permitiría que nadie se burlase de él o de Kenny, porque no era justo y solo arruinaría las cosas. Stan, que se sentaba a su lado, lo miró entre divertido y serio.

-¿Tienes que reaccionar así a cada cosa que dice? Ignóralo, simplemente.

-Es que no lo soporto- protestó belicoso.- Para ti es fácil porque contigo no se mete, pero es un maldito abusivo y no lo aguanto. ¿No es así, Kenny?

-La verdad es que a veces también quisiera partirle la cara- asintió el rubio conteniendo la risa- pero luego recuerdo que él es un imbécil y yo no, y se me van las ganas. Al fin y al cabo, ¿qué me importa lo que piensa Cartman? He pasado por cosas peores. Sus burlas no son nada para mí.

Kyle asintió a medias y se volcó a terminar su comida, mientras Kenny meditaba en silencio sobre sus palabras. Realmente, ¿qué significaban unas burlas infantiles para alguien como él, que ya había vivido un centenar de desdichas y dolores? Kyle aún podía darse el gusto de enojarse por tonterías, pero él ya estaba más allá de eso.

El resto de la tarde pasó rápido y cuando quiso acordarse ya era hora de salir para el trabajo, por lo que rechazó el ofrecimiento de salir que le hicieron unas chicas y se apresuró a tomar el bus, que lo dejó justo en la esquina de la cafetería. Rina Coffee Shop era un lugar muy elegante y agradable para trabajar y él agradecía haber obtenido el empleo, porque su jefa la señora Rina era muy buena y sus compañeros eran amistosos, además de que, por costumbre, le permitían lo mismo que a los otros llevarse todos los pasteles y dulces que hubieran sobrado. Aunque ese comportamiento hubiera sido definido por Cartman como cosa de pobres, a él no le importaba, ya que con solo ver la alegría infantil de Karen ante aquellos pasteles todas las dudas que pudiera haber tenido se esfumaban. Resuelto, se cambió con su uniforme y se concentró en su trabajo hasta el momento de cambiar de turno, a las siete, hora en que debía regresar a casa para empezar a preparar la cena y limpiar la casa que indefectiblemente nunca estaba bien ordenada. Su madre, como siempre, dormitaba frente al televisor; de seguro, pensó con ira, se había tomado sus calmantes sin pensar en sus dos hijos que habían vuelto solos de la escuela en uno de los días más fríos en lo que iba del invierno.

-Maldita irresponsable- masculló frustrado mientras se metía en la cocina.

Durante la cena puso en práctica su habilidad para escindir su mente en dos, e incluso en tres: por un lado preguntaba a sus hermanos que habían hecho ese día en la escuela, por el otro contestaba a las preguntas de su padre sobre cuanto había ganado esa semana en el trabajo (ya que contribuía con los gastos de la casa), y el otro repasaba a toda velocidad los deberes que le faltaban corregir de sus alumnos particulares. No es que no estuviera cansado, de hecho lo estaba y bastante, pero no quería dejar nada librado al azar ni tener que arrepentirse más tarde de algo que se hubiera olvidado de hacer. Sabía que era antinatural que un chico de su edad tuviera todas esas responsabilidades al mismo tiempo, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Ya no tenía la opción de retroceder y adoptar el carácter de cualquier adolescente común, con sus caprichos, defectos y virtudes. Era lo que era, y siempre tendría que recordarse eso cuando dudara o lo asaltara el desaliento.

(…)

La noche era tormentosa, con relámpagos que cruzaban todo el cielo y algún que otro trueno que se oía con fuerza descomunal. El viento soplaba y las hojas volaban, pero aún así Mysterion lo observaba todo desde un alto tejado con ojos profundos y conocedores.

Al ritmo que la sociedad avanzaba ni un pequeño pueblo como South Park escapaba a la delincuencia y al crimen que surgían de la codicia y la maldad de los hombres. Ningún lugar era seguro ya por la noche para los ciudadanos decentes, y nadie se animaba a salir solo después de la puesta de sol por miedo a los robos y atracos que últimamente se sucedían en toda la zona comercial. Las mujeres eran acosadas, las pandillas causaban destrozos, los jóvenes eran agredidos y los adultos robados. Mysterion había surgido de la necesidad de hacer algo para poner un freno a la locura, por pequeño que fuese y por mucho que se arriesgara: después de todo había sido obsequiado con un don que nadie más tenía y era su deber usarlo para el bien, en vez de solo ignorarlo y esperar lo inevitable. Él sólo sufría, pero constantemente el destino le enviaba nuevas oportunidades. ¿Por qué no aprovechar eso en beneficio de la gente? Resuelto, había desechado el cansancio y se había vestido como Mysterion, acción que solo le requería chasquear los dedos para que su ropa mutara y se convirtiera en un traje que ocultaba su identidad. Una prenda enteriza de color gris oscuro con una M verde claro marcada en el pecho, guantes y botas color verde militar, y una amplia capa azul violeta con capucha de gran tamaño que cubría su rostro casi por completo; para reforzar esa seguridad usaba un antifaz negro que destacaba más lo azul de sus ojos. Un cinturón negro. Y, sobre se capucha, un pequeño signo de interrogación verde claro que remarcaba lo misterioso de su personaje y la incógnita que representaba su existencia. Él era Mysterion, el héroe surgido de la oscuridad para afrontar el peligro que acechaba a South Park.

(…)

-No debimos haber ido al cine tan tarde, Stan- se quejó Kyle tiritando, mientras caminaban apresuradamente por el centro del pueblo.-Ya es muy de noche y está por llover… ¡mi madre me matará!

-Bueno, tranquilízate que no es para tanto- respondió Stan.- ¿Qué otra cosa podíamos hacer si la función de las ocho estaba agotada? ¿Volvernos a casa como unos niños?

-Y, no. Supongo que no. Pero llegaremos empapados.

-Mejor corramos entonces, a ver si alcanzamos el bus- apuntó el pelinegro.

Ambos amigos apuraron el paso echando frecuentes miradas a su alrededor, pues como toda persona prudente se cuidaban de posibles atracadores siendo cuidadosos a la hora de salir de noche. En eso Kyle tenía razón, y quizás sus madres los regañaran por andar en la calle tan tarde, pero ya estaba hecho y solo les quedaba regresar e irse a dormir de una vez. Ni bien pensó en dormir los ojos comenzaron a pesarle, lo mismo que a su amigo, de modo que ambos redujeron la velocidad y se limitaron a caminar a buen paso. Para terminar de ponerlos nerviosos, encima, vieron pasar el bus que debían tomar cuando les faltaba una cuadra para llegar a la parada, de modo que Kyle maldijo y pateó una piedra por la frustración. Stan solo suspiró.

-No nos quedará más remedio que esperar el siguiente. Vamos, Kyle.

Kyle volvió a maldecir y lo siguió a regañadientes, cansado y tratando de no pensar en lo que le diría su madre cuando llegara casi a la medianoche y sin ningún aviso. No había llevado su celular ni su paraguas, por lo que la alegría del paseo comenzó a disipársele para ser reemplazada por la preocupación lógica de alguien en esa situación. La calle se veía desierta y silenciosa, a excepción de los truenos, y todas las persianas bajas de los negocios no hacían si no intimidarlo. Tal vez por eso mismo comenzó a oír ruidos de pasos, lo que lo llevó a sacudir el hombro de Stan con fuerza. El pelinegro lo miró fijamente.

-¿Qué sucede?

-He oído pasos que vienen de allí- susurró señalando a la esquina.- Estoy seguro.

-Yo no veo a nadie… Kyle, amigo, tranquilízate, no pasará nada- lo calmó Stan con aplomo- en diez minutos como mucho pasará el siguiente bus y estaremos de regreso en casa.

Kyle asintió pero por dentro seguía igual de nervioso, quizá más, y comenzó a mirar para todos lados con paranoia y deseando que el bus se apresurara. Tenía un mal presentimiento al respecto y no quería quedarse a corroborarlo, ni mucho menos. “Por favor apresúrate”, rogó para sí.

-¿Qué demonios…?- alcanzó a decir Stan antes de que advirtiera al hombre que se movía hacia ellos velozmente, como por arte de magia. Al segundo apareció otro hombre que venía cruzando la calle y un tercero apareció por la otra esquina, logrando que ambos jóvenes se asustaran al comprender que habían sido emboscados.-Tranquilo- dijo Stan tomando la mano de su amigo y apretándola, pues temblaba más que las suyas propias. Al verlos más de cerca el pelinegro advirtió que llevaban chaquetas negras con un escudo sobre el corazón que representaba una calavera, por lo que supuso que pertenecían a una pandilla. Eran bastante mayores que ellos y tenían expresiones que helaban la sangre del más valiente, por lo que Stan lamentó haber convencido a Kyle de quedarse en el cine hasta tan tarde. ¿Por qué no había dejado la salida para otro día, en vez de quedarse allí exponiendo a su amigo a quien sabe qué peligros?

-Vaya, vaya. Es algo tarde para que dos niñitos como ustedes anden por la calle, ¿no?- se burló uno, un moreno de pelo largo con sonrisa sardónica.- ¿Qué sucedió, tenían una cita?

-Por favor, no nos hagan nada- pidió Stan con más serenidad de la que en realidad sentía.-Les damos el dinero, pero déjennos ir. No queremos problemas.

-¿Y quién dijo que buscamos pasta?- preguntó el segundo, el que había cruzado la calle y parecía el más grande de los tres.-Solo nos llamó la atención ver a dos criaturas como ustedes por nuestro territorio a esta hora y quisimos investigar… ¿no, muchachos?- rió.- Son realmente muy jóvenes, sobre todo tú, el pelirrojo- dijo señalando a Kyle- tienes una carita muy linda a pesar de ser varón. Eh, ¿no quieres dejar a este larguirucho y venir con nosotros? Te aseguro que la pasarás mejor, en muchos sentidos.- Los tres rieron a coro y provocaron lágrimas en los ojos de Kyle, que se sintió humillado y aterrado y solo atinó a rogarles.

-Por favor, por favor, déjennos ir, no les hemos hecho nada- gimió- no nos lastimen, por favor.

-Chico, ¡pero si no queremos lastimarte!- protestó el tercer hombre, avanzando un paso y acariciándole la mejilla.- Solo queremos divertirnos y tú nos caíste como un regalo del cielo, porque estás a punto para comerte… vamos, vendrás con nosotros.

-¡Hijos de puta, suéltenlo!- se metió Stan antes que uno de los tipos lo redujera en el piso mientras los otros dos obligaban a Kyle a apoyarse contra la pared, con auténtico terror en su expresión al comprender lo que ellos querían hacerle. Era muy tarde y estaba por desatarse una tormenta furiosa, de modo que nadie aparecería para ayudarlos.

-Ahora tú el de pelo negro te vas a quedar ahí calladito, mientras tú- dijo el líder señalando a Kyle con una sonrisa lasciva- te vas a portar muy bien y vas a hacer silencio, si no quieres salir lastimado.- Las lágrimas de Kyle se hicieron más fuertes al sentir una mano acariciando sus piernas, y luego otra, y luego un aliento de dragón en su cuello mientras uno de sus agresores lo lamía allí. Era repugnante pero no podía hacer nada, no quería que lastimaran a Stan ni a él mismo; aún así, cuando el líder de la pandilla desabrochó su pantalón y le introdujo una mano para tocar sus partes íntimas, el miedo que sentía se convirtió en pánico y no aguantó más.

-No… por favor…- su súplica fue muy débil como para oírse, y el sujeto detrás suyo se rió y ayudó a su compinche a bajarle un poco más los pantalones, aprovechando para acariciarlo él también.

-Tranquilo, niño, te gustará mucho, lo prometemos…

-¡Ayúdenme, por favor!- gritó con todas sus fuerzas para hacerse oír por sobre el viento.

En ese momento todos, Stan, él y los tres hombres, miraron hacia los tejados con el absoluto convencimiento de haber oído algo, como el crujido de una tela que ondeaba; durante unos momentos no vieron nada de nada, pero tras otro angustioso instante un relámpago iluminó la zona y vieron una figura hecha de sombras, con una enorme capa violeta que parecía flotar en torno a él como un reluciente par de alas protectoras. Su cabeza estaba cubierta por una capucha violeta y debajo parecía tener una máscara, por lo que no pudieron ver bien sus rasgos… aún así, Kyle supo con total certeza que ese hombre no era una amenaza para él. Ni bien llegó a esa conclusión (en apenas unos segundos) todo su ser fue invadido por el alivio, y comprendió que Stan y él estarían a salvo después de todo.

-¿Quién eres tú?- exigió saber a los gritos el jefe de la banda. El encapuchado se paró cuan alto era y su capa ondeó todavía más mecida por el viento tormentoso, dándole una apariencia extremadamente amenazadora. De pronto habló y su voz fue más peligrosa que un trueno, tal y como los chicos contarían más tarde.

-Suelten a esos muchachos- ordenó, con tono glacial.- Háganlo ahora y no los lastimaré.

-¿Pero qué dices, payaso?- rió el jefe al mismo tiempo que sus compinches, burlándose del misterioso personaje.- ¿Te dieron ganas de jugar a los superhéroes esta noche?

-Es su última oportunidad- advirtió. Por toda respuesta obtuvo más risas despreciativas, de modo que actuó velozmente y casi sin darles tiempo a que supieran que estaba pasando. Se arrojó del techo con los brazos extendidos y sobrevoló sobre ellos como un fantasma, asestando una certera patada en la cabeza al que sujetaba a Kyle por detrás, que al desplomarse en el suelo arrastró a su jefe consigo. El tercero, estupefacto, no pudo evitar el golpe en el estómago que el encapuchado le propinó, con una mirada fría que indicaba su total falta de miedo ante el peligro. Stan y Kyle, completamente anonadados, solo atinaron a mirarlo hipnotizados e incapaces de creer que era real y que se hubieran salvado tan milagrosamente del ataque de esos tres hombres.

-¿Están bien?- preguntó de golpe su salvador, de quien ahora pudieron distinguir mejor sus luminosos ojos azules, encendidos de ira por lo que acababa de presenciar. Kyle asintió levemente y luego, con un hilo de voz, preguntó:

-¿Quién eres tú?

-¿Yo? Pues yo soy Mysterion. Recuérdenlo. Soy un elegido de la oscuridad que protegerá a cada habitante de este pueblo hasta las últimas consecuencias, de modo que si alguna vez me necesitan invóquenme y apareceré sin dudarlo.

-Ah… Mysterion…- balbuceó Kyle- muchas gracias por…

-¡Mysterion cuidado, detrás de ti!- exclamó Stan señalando al jefe de los pandilleros, que se había parado y empuñaba una navaja en actitud hostil. Mysterion reaccionó tan increíblemente rápido que no pareció humano, pegando una patada circular giratoria a la mano del tipo tan fuerte que le hizo saltar la navaja por los aires y gritar de dolor. Luego le apuntó a los tres con ambas manos y lanzó un conjuro.

-¡Fuerza Oscura!

Una poderosa energía salió de sus manos, materializada como una luz violeta que envolvió a la banda y los hizo flotar a un metro del suelo, en un estado de inconsciencia leve que les impidió resistirse. Mysterion volteó a ver a los amigos y esbozó una sonrisa por primera vez, lo cual lo hizo lucir mucho más joven en un instante.

-Gracias, Stan. Tu advertencia llegó a tiempo.

-Oye… ¿cómo sabes mi nombre?

-Yo sé muchas cosas- fue su enigmática respuesta.- Pero creo que ahora no es momento de charlas. Regresen a casa enseguida y no se preocupen por estos tres, los entregaré a la policía de inmediato. Justo a tiempo- añadió, mirando a lo lejos.- Allá viene el bus que necesitan.

-¡Mysterion, espera!- pidió Kyle, saliendo de su letargo y avanzando un paso, con el corazón acelerado.- ¿Cómo es que…? Es decir, tú… ¿quién eres?

-Ya se los dije. Yo soy solamente Mysterion.- Se colocó junto a la esfera de luz y comenzó a fundirse con ella, al tiempo que las primeras gotas de lluvia caían y el viento soplaba más fuerte. Sin embargo tuvo tiempo para bajar la vista y mirar a los ojos a Kyle, que se ruborizó en cuanto hicieron contacto.- Cuídate ahora, ¿sí?

-Mysterion…

-Adiós, Stan y Kyle. Probablemente no tardaremos mucho en volver a vernos.

Tan pronto como había aparecido Mysterion se fue y se llevó con él a los tres hombres desmayados, dejando a Kyle en un estado de confusión tan grande que Stan debió tirar de su manga para subirlo al bus cuando éste paró. Venía bastante vacío y ellos eligieron dos asientos al fondo para no despertar curiosidad y evitar las miradas, puesto que en sus rostros aún era claro el shock de la pelea y no deseaban rememorarlo. Al menos por un momento, pero luego fue inevitable mirarse entre ellos y que surgieran las preguntas.

-Él sabía quienes éramos, ¿vedad? Así que…

-¿Y cómo es que hizo eso, esa cosa para atraparlos? Esa luz.

-No lo sé, Stan, pero… él… parecía tan fuerte y noble… ¡es un héroe!- musitó, un poco entusiasmado y reponiéndose ya del miedo.- Mysterion es grandioso, si no fuera por él estaríamos perdidos. ¡Quisiera saber quién es para darle las gracias como se debe!- Se reclinó contra el asiento y cerró los ojos, rememorando.- Mysterion. Ojalá vuelva a verlo pronto.

-Bueno, él dijo que probablemente nos veríamos de nuevo pronto, ¿no?- recordó Stan.- Algo me dice que cumplirá su palabra.- Kyle asintió con vigor y luego cerró los ojos de nuevo, esperanzado.

(…)

Mysterion aterrizó sobre el techo de su casa con el corazón acelerado a mil por hora, perdiendo casi de inmediato su transformación y volviendo a tener la apariencia de Kenny para el momento en que abrió la ventaba y se deslizó dentro de su cuarto. Sin prender la luz se dejó caer sobre la cama con el rostro aterrado de Kyle aún en su mente, sin poder creer que en una de sus primeras misiones había tenido que salvar a dos de sus mejores amigos. Hacía muy poco tiempo que había decidido dar uso a sus poderes protegiendo al pueblo, y el nombre de Mysterion aún no era conocido ni mucho menos; en sus excursiones nocturnas había evitado varios robos, detenido a un grupo de vándalos que destruían autos y dado una lección a algunos guarros que molestaban a chicas de un colegio religioso, pero nada como lo de esa noche. Era el primer enfrentamiento real contra personas abominables que se unían para forzar a un inocente, y la adrenalina le corría por todo el cuerpo a causa de la rabia y la indignación. Especialmente porque se trataba de Kyle, y su amigo era muy importante para él. Kyle siempre era bondadoso con todos y no molestaba a nadie, y con él era particularmente bueno. Siempre que podía lo defendía de las maldades de Cartman y otros chicos, y con frecuencia lo invitaba a dormir o a salir a divertirse a algún lado sin hacerlo sentir incómodo por eso. Kenny lo apreciaba de un modo especial… pero nunca se hubiera atrevido a decirlo, por obvias razones. Lo cierto es que esa noche al verlo en peligro hubiera sido capaz de cualquier cosa para protegerlo, desplegando si era necesario hasta la última gota de su energía y ofreciendo su vida si llegaba el caso. Lo poderoso de sus propios sentimientos lo alarmó, y se irguió de golpe por la impresión.

-¿Qué me está pasando?- se preguntó, llevándose ambas manos al corazón.

Tardó un buen raro en serenarse y regresar a la normalidad, pero finalmente se calmó y se quitó la ropa para ponerse el pijama y acostarse. Al fin se había largado a llover y la noche despuntaba ser horrible, lo que lo hizo preguntarse si Stan y Kyle habrían llegado a sus casas sanos y salvos. Seguramente sí, pero le hubiera gustado asegurarse. ¿Por qué no había seguido el recorrido del bus tras dejar a los pandilleros a buen recaudo en la comisaría? No se le ocurrió en ese momento pero quizás ahora pudiera llamar a Kyle por teléfono y preguntarle… pero no, no, era imposible. Era tardísimo para hacer llamadas y de todas formas, ¿cómo pensaba justificar que sabía lo del ataque de esa noche? Kenny se enteraría a la mañana siguiente, si Stan y Kyle querían contarlo, pero por el momento solo lo sabían ellos y Mysterion. Y Mysterion no era Kenny McCormick: esa debía ser la verdad para todos, y si quería proteger esa verdad de a partir de entonces tendría que ser el doble de cuidadoso con sus acciones y palabras.                                                                                                                                                                                                

Notas finales:

Pobre Kenny, su vida no es fácil, no? Y lo voy a llenar de más problemas de ahora en adelante, pero bueno, así tiene que ser.

Espero que les guste y lo comenten, o lo compartan en sus muros, o lo recomienden a sus amigas, o las tres cosas, eso estaría genial. Nos vemos en el capítulo 2! 


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