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Adimensional por Neko_Elle

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Notas del fanfic:

Hola!

Sé lo que están pensando, pero no, aun no está listo el cap de las aves, ni la continuación de fotografía. Este es un fic nuevo, así que limitemonos a eso. Tenía ganas de escribir algo así desde hace tiempo, así que lo he estado planeando desde antes. Espero les guste.

No es shota, de una vez les digo XD

4 años

Hace ya mucho tiempo que había muerto y lo sabía. Era sumamente aburrido el continuar en ese lugar, nadie podía verlo y si hacía demasiadas cosas para intentar establecer contacto, las familias que habitaban en su casa terminaban mudándose.

Para él, que había estado solo por tanto tiempo, era casi insoportable el continuar de esa manera. Se sentía a punto de enloquecer, pero por más desespero que tuviese, no podía hacer nada. Ni siquiera era capaz de lastimarse a sí mismo, mucho menos morir, puesto que ya lo estaba ¿qué seguiría luego de eso? ¿Desaparecer? No podría decir que ir al infierno o ir a la nada, puesto era como si ya estuviera ahí. ¿Qué de bueno podría tener ser invisible? Ciertamente nada.

Un día, llegó a su casa una familia. Un matrimonio joven y un niño pequeño. Estaba sentado observando por el ventanal para ver cómo esas nuevas personas se integrarían a su hábitat. Constantemente entraban y salían metiendo cajas y como era de esperarse, ninguno de ellos pudo verlo. La mujer continuaba sacando cosas de las cajas y el hombre seguía trayendo más. El hijo de ese matrimonio estaba afuera vigilando las cosas, aunque no era realmente necesario, pero supuso que era una forma en que sus padres le mantenían 'ocupado' mientras acomodaban sus cosas. Todo estaba en orden ese día también.

Más por aburrimiento que otra cosa, se dispuso a observar a ese pequeño niño que parecía algo aburrido. No vigilaba como debía las cajas y se distraía fácilmente observando insectos o buscando probablemente algún lugar para convertir en su nueva base. Sonrió antes de darse cuenta y continuó observándolo, mientras se atenuaba aquel gesto amable que no había hecho en mucho tiempo.

De pronto, el niño que aún continuaba afuera, volteó su vista en la dirección en la que se encontraba y sus ojos se encontraron. Casi era como si hubiesen hecho contacto visual. En su rostro se dibujó una sonrisa triste, pensando en lo agradable que sería si ese fuese el caso, pero no hizo nada más, no tenía caso hacerlo. Notó después un poco inquieto a ese niño, señalando en su dirección.

- ¿Será que de verdad puede verme?- se preguntó a sí mismo. Decidió dejarlo pasar, probablemente sería solo una coincidencia. Aunque de haberse visto en un espejo, habría notado aquel débil brillo en sus ojos.

Algunos minutos más tarde, notaba al niño un tanto incómodo, sin embargo, no hizo, ni dijo nada. No tenía sentido que lo hiciera si no podían verle. Pero seguía teniendo esa extraña sensación de estar siendo observado directamente.

Una hora más tarde, todos estaban en la sala de estar, y como era de esperarse, él estaba simplemente observando a la familia mover los muebles y acomodarlos a su gusto. El esposo concerniente a ese matrimonio, trataba de mover el sofá a gusto de su esposa, sin embargo, era un hombre un tanto débil, ya que no podía moverlo mucho. El fantasma blanco, que estaba sentado en el mueble sonreía burlón, hasta que no pudo más y soltó una risa leve, fue entonces que escuchó:

- ¡No te rías!

Por consecuencia, volteó inmediatamente y encontró al niño observándolo directamente y señalándolo. Con una expresión llena de sorpresa, se señaló a sí mismo, tratando de asegurarse de si era a él a quien le estaba hablando.

- ¡A ti! ¡Te digo que no te rías!- volvió a decir el pequeño.

- ¿A quién le gritas, Shin?- dijo la mujer.

- No me estaba riendo- comentó el papá del niño, que estaba detrás del sillón tratando de empujarlo- Créeme, es lo último que en este momento podría hacer- comentó con sumo cansancio.

Shougo, quien seguía sorprendido de ese niño, subió los pies al sillón también y lo observó atentamente.

- ¡No!- gritó el niño- ¡No subas los pies!

La pareja se asustó un poco con la reacción del pequeño.

- ¿Shinya?- le llamó la mujer algo nerviosa- ¿Con quién hablas?

- ¡Con el señor de cabello blanco!- gritó el pequeño señalando en la dirección que estaba Shougo; y que para sus padres, solo estaba el sillón vacío- ¡Es porque él está ahí sentado que papá no puede mover el sillón!- le contestó a su madre- ¡Bájate!- gritó, esta vez a Shougo, quien con una sonrisa se puso de pie y trató de acercarse al niño.

- ¿Puede verme?- murmuró de manera inaudible para el pequeño, no pudo evitarlo, después de todo, estaba sorprendido y algo aliviado.

- ¡No te acerques!- le gritó, a lo que Shougo se paró en seco.

- ¿Shinya, qué tienes?- preguntó preocupada su madre.

- ¿Te sientes bien?- fue la pregunta de su padre.

- ¡Vete!- gritó el niño. Shougo, con una sonrisa triste se fue a sentar a las escaleras que daban al segundo piso, todo ante la atenta mirada del niño y las asustadas miradas de los padres que no podían ver qué era lo que veía su hijo con tanta atención.

- Shinya- volvió a llamarlo su madre- No hay nadie ahí ¿a quién le dices?

- ¡Al señor de cabello blanco!- volvió a decir.

- ¿Cuál señor?- inquirió la mujer no sabiendo muy bien qué hacer.

- Un señor muy pálido y alto, es delgado y a pesar de que se ve como de la edad de Gino, tiene el cabello blanco.

- ¿De la edad de Gino? Entonces es un muchacho- dijo el papá del moreno.

- ¡Creo que eso es poco relevante!- dijo la mujer reclamándole a su marido por la distracción- ¿Y dónde está esa persona?- trató de indagar.

- Está ahí- dijo señalando ahora la escalera. Shougo se sorprendió de nuevo, pero no dijo nada, simplemente se quedó viendo al niño. Es decir ¿de verdad lo estaba viendo?

-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Algunos días pasaron y el pequeño comenzaba a preocupar a sus padres, ocasionalmente lo encontraban siguiendo con la mirada algo que no podían ver o a veces, al igual que ese día, gritándole a algo invisible. Por su parte, Shinya siempre que estaba en casa veía a ese hombre de blanco, quien usualmente lo evitaba o lo ignoraba, situación que le molestaba, pero que tampoco quería cambiar.

Shougo ocasionalmente sentía algo de molestia. El niño le gritaba demasiado, así que a veces le gustaba hacerlo enojar, pero trataba de mantener un perfil bajo, de lo contrario, la familia se mudaría pronto.

- [¿Por qué será que puede verme? ¿Será porque aún es un niño?]- pensó mientras lo observaba desde lejos.

El pequeño se encontraba tratando de sacar un libro de debajo de una pila enorme, lo hacía tratando de no mover lo que había encima, dejando en el proceso, el monto muy frágil, fue entonces en que le escuchó hablar por primera vez, desde aquel día en que se mudó:

- Si lo quitas así, se te caerá todo encima- le aconsejó.

El infante de hebras azabaches por un momento se sorprendió, es decir, siempre estaba a su alrededor, pero nunca se había dirigido a él, así que volteó a verlo con un semblante que expresaba evidentemente su asombro. Al ver la expresión conmocionada, el espectro continuó:

- Si quieres sacar ese libro, debes quitar primero todo lo que está encima. De lo contrario, te dolerá.

Shinya volteó a ver la pila de libros y cosas y notó que en efecto, estaba a punto de caerse. Lo meditó y concluyó que esa persona tenía razón, así que comenzó a quitar las cosas de a poco. Frunció el ceño y los labios. Shougo al ver esa expresión endiablada se sintió un tanto satisfecho.

- Gracias- fue la sencilla respuesta del pequeño con hebras azabache. El albino sonrió- ¿Cómo te llamas?- se apuró a preguntarle el niño. El fantasma blanco se sorprendió nuevamente al notar el interés que tenía el chiquillo en él, por lo que se apuró en responderle.

- Shougo.

- ¿Shougo?- repitió, como tratando de aprenderse su nombre- ¿Por qué nunca me habías hablado antes?- reclamó con evidente enojo.

- La primera vez que me viste parecías molesto, así que supuse que no querías hablar conmigo- mintió. La realidad era que si quería hablarle, pero no quería asustarlo y que se alejara. Pensó que era mejor que el niño se acostumbrara a su presencia antes de intentar hacerlo.

- Mmmh…Descuida, fue mi culpa también- dijo el menor luego de meditarlo un poco- Yo también te pude haber hablado antes- comentó sorprendiendo al fantasma en el proceso. Ese niño hablaba como un adulto- ¿No quieres saber cuál es mi nombre?- le preguntó con un cierto deje de molestia que no pasó de ser percibida por el mayor. Ese niño era muy cascarrabias, así que tranquilo le corroboró:

- Te llamas Shinya ¿no?- Después de todo, sus padres lo llamaban por su nombre a menudo, así que no era sorpresa que ya lo supiera.

- Sí- respondió un poco más contento. Cuando terminó de quitar las cosas y finalmente obtuvo lo que buscaba, se volvió a dirigir con aquel ser blanco- ¿Me lees el libro?

- Puedo leértelo, pero no puedo sostenerlo, tendrás que hacerlo tú- le respondió por inercia.

- No importa, yo lo sostengo, pero léemelo.

- De acuerdo- dijo al tiempo en que se sentaba a su lado para comenzar a leer.

Ya lo había notado, pero esto lo hizo confirmarlo. Ese niño se sentía muy solo también. Y no era sorpresa, sus padres no le hacían mucho caso. En cierto modo era un alivio saber que si continuaba así, no tendría que preocuparse de que se mudara. Al cabo de varios minutos en los que Shougo le leía, Shinya le interrumpió.

- Deberías hacer las voces de los personajes.

- ¿Puedes leerlo tú solo?- preguntó con algo de fastidio.

- No.

- Entonces lo leeré como yo quiera- dijo enfurruñado también. Sin darse cuenta, se estaba poniendo prácticamente al mismo nivel que ese niño, quien volvió a hacer aquella mueca con sus labios, los levantaba de una manera graciosa desde su perspectiva. Con sus dedos pulgar e índice le apretó los labios, como si fuera un pato.

- ¿Por qué no sentí nada?- preguntó curioso.

- Porque estaría muy cansado si lo hubieras sentido- explicó simple. Si le decía la verdad, posiblemente se asustaría o no lo entendería, así que prefirió dejar las cosas así.

- ¿Y por qué cansado?

- No te lo voy a decir- se negó- De hecho, hace tiempo que quería comentarte algo…

- ¿Qué?- inquirió un tanto fascinado. Le daba gusto que aquel muchacho mostrara interés por él.

- No deberías hablar en voz tan alta cuando te dirijas a mí, ni hablarme en frente de otras personas.

- ¿Y eso por qué?- volvió a fruncir los labios. No le gustaba mucho eso de sentir rechazo.

- Porque se preocuparían por ti. Lo has visto ¿no? La forma en que tus papas te miran cuando hablas sobre mi o me gritas.

- Sí- dijo con una expresión que denotaba que estaba uniendo ideas, como que se daba cuenta por fin de algo- Ya entiendo.

- ¿En serio?- se sorprendió. Pensó que sería más difícil de convencerlo, considerando lo gruñón que era para ser tan pequeño.

- Sí- dijo un poco más bajo- No quiero que se preocupen.

- Eres un niño inteligente- le elogió.

- Shougo, ¿podrías enseñarme a leer?- pidió.

- No tengo problema, pero ¿en verdad quieres leer? Muchos niños no se interesan por eso.

- Mamá siempre está ocupada leyendo libros y papá siempre está halagando al hijo de su amigo porque ya sabe leer.

- Ya entiendo- sonrió complacido. Era una razón sencilla por la cual quería aprender solo era algo de envidia y deseo de atención, pero sin importar el motivo, era suficiente. Además, no es que tuviera algo mejor qué hacer.

- Además…- comentó el pequeño, quien parecía no haber terminado de hablar- A veces te veo observando los libros.

- ¿Y eso te llamó la atención?- preguntó, en tanto Shinya asintió con la cabeza.

- Quiero saber qué es tan interesante… - dijo dejando inconclusa la oración, pero Shougo supo qué era lo que quería decir "¿Qué hay de interesante ahí como para que no le presten atención a él?"

- ¿Te parece si empezamos?

- ¡Sí!- respondió con algo de entusiasmo. Pero pronto se tapó la boca con sus manos y luego colocó su dedo índice sobre sus labios y chitó para señalar que debía ser más callado.

Notas finales:

¿Qué les pareció? Vamos empezando, pero creo que les gustará.
Comenten ^w^

El fandom ha estado algo muerto, pero no lo dejemos morir. Seguiré regando este jardín miniatura, así que sigan visitandolo!


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