Prólogo:
El sol me da a los ojos, y solo puedo arrugar la nariz por la molestia. Poco a poco me voy despertando percatándome de que no estoy solo, mi cabeza usa de almohada un ante brazo y su mano llega hasta mi cintura. Soy caluroso, es lo más cerca que puedo dormir de alguien siendo verano. Técnicamente estoy en la casa de aquel con quien salgo hace dos semanas. Sasuke Uchiha, un apuesto empresario de 32 años, rico, con un departamento extravagante y déjenme decirles que en las noches siempre quedo más que satisfecho. Giro mi cabeza para ver su rostro, su nariz respingada, piel blanca y cabello tan oscuro como el ébano. Demasiado apuesto.
Restregándome los ojos me levanto para prepararle el desayuno, su alarma suena dentro de diez minutos y no me molesta preparar desayuno para dos, casi siempre lo hago. Me quito la sábana de seda de mi cuerpo desnudo y al sentarme siento un leve ardor en mi trasero. Realmente es un amante ejemplar. Como estoy desnudo, busco algo rápido que ponerme, el freír cosas con el pecho descubierto y los genitales al aire, no es nada inteligente; su camisa es lo que encuentro y sin pensarlo mucho me la coloco. Me tapa hasta los muslos y eso es suficiente.
Camino descalzo hasta la cocina, donde el piso alfombrado se acaba y el frio del porcelanato me hace dar un respingo, pero no pasan más de dos segundos para acostumbrarme. Me restriego los ojos hasta llegar la cocina y pongo a calentar la sartén. La verdad, es que me gustaría seguir con él, no me interesa mucho la diferencia de edad, pero hay un problema. Es un maldito mujeriego. Un jugador de primera. ¿Cómo saberlo? Mi mejor amigo también lo es, solo que para él soy intocable, somos como hermanos; pero para el Uchiha es diferente.
No puedo permitirme llevar esta relación a algo más serio.
Le pongo aceite a la sartén y espero a que se caliente mientras saco cosas del refrigerador. No puedo porque terminaría con muchos cuernos. Pero me da tanta pena prescindir de alguien tan bueno en la cama. Soy Gay, él es bisexual. Por lo que ni con hombres o mujeres me encuentro a salvo, y menos con alguien tan… coqueto. Rompo el cascarón de un huevo contra la esquina del tablero de mármol de la cocina y saco dos vasos que sirvo con jugo de naranja. Saco una taza aparte, la lleno con agua caliente. Rompo otro blanco cascarón friéndolos a la vez y mientras espero para voltearlos, dejo los vasos, café, azúcar y su taza en la barra.
Un par de minutos pasan y pongo los huevos ya preparados en un par de platos y empiezo a freír tocino. Escucho la regadera prenderse. Sasuke ya se ha despertado y me encantaría acompañarlo en la ducha para algo rápido, pero me resisto a la tentación.
En fin, el punto es este. Voy a terminar la pseudo-relación que tengo con Sasuke, conozco las señales de que mi apuesto hombre ya ha llegado a besuquearse con alguien. Pero como no tengo pruebas, me toca encontrarlas por mí mismo; y para eso voy a necesitar la ayuda de Gaara. Mi casi hermano.
Termino de preparar el desayuno y Sasuke se aparece frente a mi recién bañado y con su traje elegante negro con franjas verticales en azul marino muy delgadas que le dan un brillo especial al traje. Con ese traje nos conocimos, y pareciera que se lo ha puesto justo porque acabo de tomar la decisión de empezar mi plan para desenmascararlo. Pero mientras lo hago, nada me impide de disfrutar un poco más de él.
—Buenos días, Naru. — Se encuentra de buen humor, pues me empotra en la refrigeradora y me come la boca. —Mi camisa te queda muy bien— Me olvide que se excita con eso, pero no me quejo, imposible hacerlo.
Siento su lengua en mi boca y como sus manos estrujan mi trasero por debajo de su camisa. Correspondo, temiendo excitarme. Porque tendría que acabar yo solo y él se iría enojado o apurado, y no queremos a un Sasuke enojado. Odia la impuntualidad, demasiado maniático en ese punto. Se separa y me lame los labios viéndome a los ojos. Él tampoco quiere causar problemas en su pantalón que luego no podrá solucionar.
—Buenos…— mi respiración es un poco errática —días, Sasuke. — Me suelta y ve las cosas acomodadas en la barra.
Se sienta a comer y yo hago lo mismo. Su departamento es grande. Muy grande diría yo. Es de una sola planta, pero enorme, abarca más de quinientos metros cuadrados y es el único que habita en ese piso. El ultimo del edificio. Tiene una pequeña piscina con vista al mar. No me quejo. Soy diseñador de ropa, puedo hacer mi trabajo en donde sea y cuando me venga la inspiración. Y créanme cuando les digo que este lugar es muy bueno para relajarse. He hecho unos grandes diseños luego de una hora en la piscina o tomando sol. Y también después del sexo.
— ¿Y qué piensas hacer hoy, Naruto?— Me pregunta sacándome de mi ensoñación. Dejo de comer lo que hay en mi plato y le doy un sorbo al jugo. — ¿Te encontraré hoy en la noche?— Su voz es ronca y sugerente.
Oh, cuanto me gustaría decirle que sí, pero ya he pasado todo el fin de semana en su cama y con él entre mis piernas. El plan que deseo llevar, me hará mantenerme un poco alejado de él. No en todos mis últimos tres días. Pero no compartiré tanto como desearía; al menos no como yo mismo.
—Me temo que no puedo— Le digo con una triste expresión — Tengo que desarrollar la presentación de una nueva línea de diseño para este viernes y tengo que trabajar en ello. — No es mentira, pero ya tengo gran parte avanzada.
— ¿No te voy a ver hasta el viernes?— Toma del café que se sirvió el mismo —No me puedes dejar con ganas por tanto tiempo.
Su voz denota un poco de orden, mandato. Como si quisiera controlarme en todo lo que hiciera. Acomoda sus negros cabellos por detrás de su oreja y se limpia con una servilleta la boca mientras me sigue mirando. Espera una respuesta que le complazca. Esa forma de pensar a veces me desespera, arrogante hasta la medula; el ser creído y adinerado, son una mala combinación. Aun así, le doy la respuesta que desea.
—Tal vez el martes en la noche puedas recogerme de mi casa.
Sus labios forman una curva, una sonrisa tan prepotente como el mismo dueño. Donde me dice en un lenguaje mudo, cosas como: “sabía que no resistirías sin mí más que un día.” No le hago caso a las ganas de patearle en sus “joyas familiares” o meterle un puñete en la cara. Simplemente le sonrió y sigo comiendo.
****Womanizer****
El tiempo luego de ello, pasa muy rápido. Terminó lo poco que le quedaba de desayuno, cogió su maletín y se fue diciéndome que me podía quedar el tiempo que quisiera en su suite. No me reúso. Quiero meterme a su rica piscina por un tiempo. Idea que cumplo luego de ordenar toda la cocina e irme a buscar una toalla y mi celular. Dejo la tolla en una de esas sillas puestas para tomar el sol y me quito la camisa quedando desnudo. Tomo distancia y me lanzo de bomba al agua.
Siento el agua purificada con cloro, tan refrescante sobre mi cuerpo, que no puedo resistirme a nadar unos cuantos minutos. Flotar un rato mientras estiro mis brazos, y sintiendo los rayos del sol sobre mi bronceada y desnuda piel. Tan relajante. Me dirijo hasta la esquina donde están las cosas y cojo el celular, me acerco al borde, sentándome en las gradas con el torso sobre el agua y marco un número. Tres timbrazos y alguien me responde.
—Dime Kitzune. — Me dice jadeante. Ups, sexo matutino —No molestes Temari. Ándate a bañar y luego… ya conoces la salida— Un par de insultos, y respuestas hastiadas de Gaara son lo que escucho. Me saca más de una risita, en especial cuando se escucha un portazo. —Ahora sí, dime Naru. ¿Necesitas algo?—
—Gomene Gaara, no pensé que tuvieras diversión a tan temprana hora. No me hubieras respondido— Digo aun riéndome un poco —Mira que despacharla de esa forma—Juego con mi mano libre sobre el agua creando ondas frente a mi cuerpo.
—Na, sabes que mi hermano es más importante que las conquistas —Se escucha el movimiento de la cama, se está levantando— Dime precioso. ¿Para qué me has llamado? — Me antepone ante casi todos desde que tengo quince años. Él realmente es una familia de verdad.
Las risas terminan y solo puedo lanzar un suspiro de resignación.
—Ya es hora Gaa-chan. —Soy uno de los pocos que puede decirle de esa forma sin terminar en el hospital. —Tráeme el maletín debajo de mi cama, el blanco. — Ya sabe a lo que me refiero
—Al fin Naru. Pero… ¿estás seguro?— Su respiración ya regresó a la normalidad, la agitación por el sexo se ha ido y ahora la seriedad le ha agravado un poco la voz.
Es que, es la primera vez que acepto de forma tan rápida y fácil el ir a un fin de semana con otra persona. Tal vez Gaara pensó que trataría de cambiarlo. Pero ambos sabríamos el resultado.
Terminar por enamorarme de verdad y salir herido.
No quiero eso, no después de lo de pasó con Pain. Me levanto de las gradas de la piscina y camino hasta la silla.
—Sí, Gaara. Trae las cosas a su suite. Ya es hora de desenmascarar a ese mujeriego.
Continuará…