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2010 por Andhara

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Notas del fanfic:

Aquí estoy, con un nuevo fic que realmente aun no tengo nada planificado pero tenia ganas de empezar y ir subiendolo siempre es una buena forma de motivarse.

No hay grandes advertencias, creo que se trata de una historia mucho más cercana que mi anterior Too young too die. Puede que algunas drogas, palabrotas seguro, nada que no esteis acostumbrados a esuchar o a ver. Quizás la misma que usare siempre: SUKES, si no te gustan no leas! Atrás! (o sí, alomejor te empiezan a gustar)

Pero ante todo, dedicar esta historia a mi amada Costa Brava, el gran escenario donde se moveran esta vez mis personajes.

Edit (febrero de 2018) tengo una cover preciosa para esto en Wattpad donde salen los personajes principales. Os dejo aquí el enlace

https://a.wattpad.com/cover/113229758-256-k23278.jpg

Notas del capitulo:

Nada más que decir. De momento.

Espero que os guste...

El verano había llegado y con él las ansiadas (o no tanto) vacaciones. Edu miró por la ventanilla distraído. Roma, Nueva York, Cancún, Tailandia, Londres... Podía enumerar todos los destinos desde su mismísimo nacimiento. Ahora, al contrario y para su vergüenza, se veía relegado a unas tristes vacaciones de chiringuito y fritanga a menos de doscientos kilometros de casa. No le molestaba el destino en sí, serian unas vacaciones de puta madre con su grupo, ¿pero con sus padres y la odiosa de Marina? Edu aún no se lo acababa de creer por más que las curvas de la carretera al borde de los peñascos le indicaran lo contrario. Se sentía patético. ¿Qué diría cuando le preguntaran donde había estado de vacaciones ese verano? ¿Que había estado en un apartamento de playa de 40 metros cuadrados a primera línea de francesas ochentonas en top-less? 
El coche se paró en una angosta carretera de dirección única. A un lado se alzaba una pineda, al otro una casa de dos pisos de pared blanca y cristalera. Edu sonrió internamente, sin demostrar demasiada emoción externa (para dejar claro que estaba enfadado, por supuesto) Quizás sería menos pobretón y cutre de lo que había esperado.

Su madre sacó un par de maletas del coche y le acercó su bolsa.

-Tú habitación es la de arriba. La grande.

Marina les miró con el ceño fruncido. Edu sonrió y su madre se encogió de hombros. El mayor se quedaba con la habitación grande, lo sabía todo el mundo. Subió por las escaleras, maleta y guitarra al hombro. Entró a la habitación fría y oscura, dejó los trastos en el suelo y se acercó a los porticones azules. La luz blanca de la mañana invadió la habitación rebotando contra la blancura. Inspiró aire apoyándose en la cornisa. El olor a mar le llenó los pulmones y Edu suspiró. Observó la escena. Una cala pedregosa se abría bajo la casa, decenas de casitas blancas como la suya subiendo por los peñascos donde rompían las olas. Por un segundo le recordó a un poco a las islas griegas pero rápidamente recapacito y volvió a fruncir el ceño. Estaba enfadado, no se le debía olvidar.

- Mamá dice que en un pueblo cercano hay un café con mi nombre. Sale en un libro importante. –entró diciendo Marina mientras se sentaba en la cama y balanceaba sus largos bucles con pedantería.

- El café de la Marina. Bastante aburrido.- dijo Edu mientras se giraba aun al borde de la ventana. Marina hizo un puchero y prosiguió con su verdadero objetivo.

- Quiero ir a la playa. Dicen que hoy nos tenemos que instalar, que ya iremos mañana. ¡Pero esta tan cerca! Tampoco me dejan ir sola...-añadió bajando la vista y centrándola en sus pies.

- Marina...-esta levantó la vista, clavando sus ojos en los suyos. Edu suspiró-¿Después de comer?-dijo rendido.

Marina sonrió y se levantó apresurada, saliendo de su habitación y bajando las escaleras a pasos de gigante. Edu cerró la puerta con parsimonia y se estiró en la cama, mirando el techo. Le esperaban tres largas semanas encerrado allí, de la playa a la casa, de la casa a la playa. Ninguna expectativa de socialización se atisbaba en el horizonte. De hecho, seguía sin entender qué demonios hacían allí. De acuerdo que la empresa de papa estaba pasando por una mala racha, también entendía que a su madre le hubieran quitado la paga extra de funcionaria... Entendía todas esas cosas, ¿pero en qué momento su vida había cambiado tanto?

El primer indició llegó cuando, paseando por una calle comercial, indicó a su madre que quería unas zapatillas que vio en un escaparate. Ella sólo bajó la vista y siguió andando. Edu no insistió más, quizás porque estaba demasiado sorprendido, pero algo dentro de él le siguió cosquilleando en la consciencia. Las discusiones de sus padreas a altas horas de la madrugada fueron la segunda advertencia. La última y más alarmante, la revelación del destino de vacaciones. Edu se debatía entre la seria preocupación y el berrinche. Preocupación por no saber del todo que estaba pasando, que vendría, hasta qué punto podía llegar. Berrinche por no poder comprarse una nueva guitarra, encontrar pegas al pedir dinero para salir, a ir de vacaciones a un sitio a todas luces menos prestigioso que todos sus compañeros de clase. Y este último hecho también le acercaba a la preocupación. Hasta ahora nadie había tenido ninguna pista de hasta qué punto estaba empeorando su economía familiar, ni su mejor amigo. Ahora, con este destino tan revelador no sabía con qué cara volver al colegio a enfrentar a sus amigos tostados por el sol de Miami o las Maldivas. Su suicidio social se avecinaba inexorable.

Edu bajó las escaleras a paso tranquilo, manos en los bolsillos.

-¿A qué hora vamos a comer?- preguntó a sus padres que organizaban la cocina.

- A las 2 tenemos reserva en un restaurante del puerto.- dijo su madre mientras seguía guardando cosas en los armarios.

- Eh, chaval. Alegra esa cara. También está bien admirar la belleza de nuestra tierra ¿no crees?

- Tienes razón, tanto pasaporte y cambio de moneda cuando tenemos unas playas preciosas.- añadió su madre, colocando los brazos en taza.

Edu no contestó saliendo por la puerta de la casa mientras se acababa de calzar las zapatillas gastadas. Una escalera privada ensombrecida llegaba hasta la playa. Unos zarzales actuaban de techo con moras negras y brillantes colgando de sus ramas. Al llegar a la arena se le hundieron los pies i las piedrecitas grises y húmedas se le metieron en los zapatos. Sacudió los pies con disgusto, consiguiendo que se metieran aún más adentro.

Unas nubes tapaban el sol y el agua se veía oscura e intrigante. Se sentó en la arena sintiendola fría contra el trasero. Sacó la guitarra y se dispuso a tocar aprovechado la soledad de una mañana poco soleada.

-She's not a girl...how misses much...-recordó a Clara, con sus enormes ojos marrones y su mirada despierta. Siempre observando, siempre alerta.

Y Clara se había ido. Esa gran mente pensante suya concluyó que no era el mejor tipo, ni el más guapo, ni el más listo. Ahora tampoco el más rico. Clara era distinta. Una bestia salvaje entre el rebaño de ovejas amaestradas. Una ninfa de las que provocaban a los dioses. Y él, estúpido y cegado creyó que podía tenerla. Menudo idiota. Menuda puta.

-Like a lizard on a window pane.

Notas finales:

Like always: reviews por favor, necesito feedback para mejorar y encarar esta historia.

De momento el otro maromo protagonista ya esta bastante creado jijiji


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